Capítulo 5
¡ME ODIA! —le dijo a su primo Fergus poco después de que este entrara en la oficina. Hacía escasos minutos que Logan había regresado del restaurante.
Fergus estaba totalmente relajado en la silla.
—Supongo que llevaste la situación con tu habitual tacto y diplomacia.
Logan frunció el ceño. No había tenido ocasión de decir mucho. Darcy se había enterado de la noticia antes de llegar a su cita. Alguien se lo había dicho. No le extrañaba que estuviera tan cambiada con él.
—No tuve ocasión de decir nada. Su padre debió de contarle que era hijo de Margaret Fraser.
—Pobre Logan —dijo Fergus con una sonrisa y agitando de un lado a otro la cabeza.
—No tienes ni idea de hasta qué punto —protestó Logan.
—Pues no, pero espero que tú me lo digas.
Necesitado de alguien en quien confiar y de una opinión respecto a lo que hacer con Darcy, le contó con todo detalle lo acontecido en el restaurante.
—Y entonces me dio una patada —concluyó al fin.
La respuesta de su primo fue de lo más desconcertante, porque, sin previo aviso, soltó una sonora y exuberante carcajada.
— ¿De verdad que te dio una patada? —preguntó entre risas—. ¿En mitad del restaurante?
—Sí, me dio una patada en la espinilla —respondió Logan—. Y tengo un cardenal que lo prueba.
—Me gusta tu Darcy —dijo Fergus
—No es «mi Darcy» —dijo Logan, sin poder evitar lamentar que no lo fuera. Todavía recordaba lo hermoso que había sido tenerla en sus brazos, lo dulce de aquel beso robado la noche anterior.
Tenía que olvidarse de todo aquello. Las cosas ya eran demasiado complicadas como para complicarlas más. Lo que tenía que hacer era solucionar aquel enredo.
— ¿Y ahora qué vas a hacer? —le preguntó Fergus.
Logan se quedó pensativo unos instantes.
—Necesito ver a mi madre.
Fergus lo miró sorprendido.
— ¿Crees que eso arreglará algo?
—Probablemente, no —respondió Logan—. Pero quizás me haga sentir un poco mejor. Esta gente es buena y no quiero que les haga un daño innecesario —hizo una pausa y luego continuó—. Daniel Simon se quedó viudo recientemente. No necesita a alguien como mi madre.
—Ya... —Fergus parecía dudoso—. Me pregunto...
Se detuvo al ver que la puerta se abría después de unos leves golpes a los que no tuvieron tiempo de responder.
Margaret Fraser entró sin ser invitada, más hermosa que nunca, vestida con un traje negro y una vibrante camisa roja.
—Karen me dijo que estabas aquí con Fergus —dijo mientras cerraba la puerta.
Fergus se puso de pie en cuanto vio a su tía entrar.
—Estaba a punto de irme a ver a Brice —se acercó a darle un leve beso a la madre de Logan en la mejilla—. Adiós, tía Margaret. Logan...
Fergus salió.
—Deja de fruncir el ceño, Logan —dijo su madre impaciente—. Nunca suelo venir así, pero necesito tu consejo...
— ¿Mi consejo? —repitió él incrédulo.
Era lo último que se habría esperado.
Ella lo miró irritada, se sentó en la silla que Fergus había dejado vacante y cruzó las piernas.
—Por lo que he visto, pareces tener una relación amigable con Darcy.
—Te corrijo, madre. La tenía, ya no —interrumpió Logan fríamente—. Lo era antes de que ella supiera que soy tu hijo. Darcy ya no me ve como un amigo -–ni como nada más y era extraño el modo en que dolía eso.
—Ya veo. ¿Qué debería hacer, Logan? —dijo la mujer con un suspiro.
Aquello era completamente nuevo. Su madre jamás le había pedido su opinión.
— ¿Con qué?
—Con Darcy —respondió ella y comenzó a reprenderlo—. No te hagas el tonto, Logan. Seguro que ya sabes lo de mi compromiso con Daniel Simon. —Sí, alguien me mencionó algo.
Margaret se ruborizó.
—Si tú mostraras un poco más de interés en mi vida, te lo habría contado. Pero, como no ha sido así... —la mujer hizo resonar un potente suspiro.
—Anoche daba la impresión de que no sabías quién era Darcy —dijo Logan.
—Bueno, sabía de ella, pero no la conocía —dijo su madre—. Por lo que se ve a Darcy no le gusta la idea de que su padre se case conmigo...
—No se me ocurre por qué... —dijo Logan con ironía.
La madre lo miró fijamente.
—Logan, solías ser un niño tierno y cariñoso. ¿Qué ocurrió para que eso cambiara?
Logan pudo notar verdadera confusión en los ojos de su madre.
—La vida, mamá —dijo él—. Principalmente la tuya.
Ella agitó la cabeza de un lado a otro.
—No puedo creerme que me digas eso después de todos estos años. Sé que he cometido errores...
— ¡Errores! —Logan se levantó y se encaminó impaciente hacia la máquina de café—. Tu vida ha sido toda un error, sobre todo la parte de cuando mi padre murió y yo no era lo suficientemente mayor como para poder opinar.
A Margaret se le llenaron los ojos de lágrimas. De pronto le pareció muy pequeña y muy frágil. Nunca antes la había visto desde esa perspectiva...
¡No! No podía dejarse engañar. Su madre era una consumada actriz. Había hecho de eso su forma de vida durante los últimos treinta años.
—Sé que no he sido una madre perfecta para ti, Logan. Pero después de que tu padre se muriera, lo echaba tanto de menos...
—Yo también —respondió Logan fríamente.
—Lo sé —dijo ella—. Pero no era lo mismo. Yo había perdido al hombre al que amaba, había perdido la dirección de mi vida. Y cometí el error de volverme a casar. Pero me sentía sola... No hay nada que pueda decir o hacer ahora para cambiar el pasado. Es el futuro lo que importa.
Logan la miró confuso. Su madre estaba actuando de un modo extraño. Jamás antes había hablado con él de ese modo, nunca había confiado en él. Y no sabía muy bien cómo tratarla.
— ¿Del futuro de quién estamos hablando, del tuyo o del mío?
—Amo realmente a Daniel Simon —le dijo ella—. Es el primer y único hombre al que he amado desde que murió tu padre. Me gustaría casarme con él.
Logan se encogió de hombros.
—Lo último que he oído es que ibas a hacerlo.
Ella negó con la cabeza.
—No sin la aprobación de Darcy.
Él hizo una mueca.
—Pues lo último que he oído es que no piensa dártela.
—Lo sé —respondió su madre.
Logan la observó confuso. Normalmente, su madre parecía siempre en control de la situación. Pero en aquella ocasión las cosas parecían distintas.
—No me puedo creer que no seas capaz de hacer que Daniel Simon cambie de opinión —dijo Logan.
Había muy pocos hombres que pudieran resistirse al poder de Margaret Fraser.
—No lo entiendes, ¿verdad? —su madre agitó la cabeza con tristeza—. Daniel está dispuesto a seguir adelante a costa de lo que sea, pero yo no. No voy a casarme sin tener el consentimiento de su hija. No es modo de empezar un matrimonio.
Aquello dejó a Logan totalmente desconcertado. ¿Sería verdad que su madre se había enamorado de Daniel Simon y que eso hacía que pusiera la felicidad de alguien por encima de la suya? ¡Sería la primera vez!
Su madre sonrió tímidamente.
—Todo esto te sorprende, ¿verdad, Logan? No es la imagen que tienes de mí. Quizás si hubiéramos estado más unidos...
—Ya sabes que odiaba a Malcom Slater, el hombre con el que decidiste casarte después de que muriera papá. Por eso preferí irme a vivir con el abuelo.
—Yo también llegué a odiar a Malcom.
Logan pareció sorprendido.
— ¿Sí?
Su madre sonrió.
—Sí, sobre todo porque por su causa perdí a mi hijo. Logan, ¿por qué crees que para mí es tan importante tener la aprobación de Darcy? Porque sé lo que es perder a tu hijo o a tu hija en esas circunstancias —continuó con firmeza—. Te perdí por esa razón, porque tú odiabas a Malcom. Y aunque sea muy tarde para salvar mi relación contigo, no quiero hacerles eso a Darcy y a Daniel.
Logan miró a su madre preguntándose si había estado equivocado respecto a ella durante todos aquellos años.
—Necesito tu ayuda, Logan. Necesito que convenzas a Darcy de que realmente amo a su padre. ¿Lo harás?
Logan se preguntó si lo haría. Su madre, la misma mujer de la que había decidido mantenerse a distancia hacía años, le estaba pidiendo que hiciera aquello de lo que Darcy lo había acusado momentos antes.
¿Realmente quería hacer aquello por su madre? ¿Podría creerse lo que la mujer le estaba diciendo?
Además, no sabía si Darcy lo odiaba ya tanto que era un caso perdido...
+ + +
—Una llamada para ti, Darcy —le dijo su abuela.
¿Una llamada para ella? ¿De quién?
Aparte de su padre, nadie sabía que estaba allí, y solo porque su abuela había decidido que debía decírselo.
Estaba allí solo temporalmente. Ya había encontrado un apartamento, pero, por desgracia, el inquilino no se marcharía hasta la semana siguiente.
Bajó las escaleras para contestar.
— ¿Sí?
—Darcy —dijo Logan McKenzie con satisfacción—. Eres muy difícil de encontrar.
Darcy se tensó al oír su voz.
— ¿Por qué te has molestado en buscarme?
—Pensé que te interesaría saber que estoy en el hospital con la espinilla rota.
— ¿Qué? —preguntó ella alarmada.
—Al menos he captado tu atención —dijo él—. Pero la verdad es que he exagerado un poco.
— ¿Cuánto es un poco?
—Ni estoy en el hospital ni tengo rota la espinilla.
—En otras palabras, era una mentira. Logan, ¿qué quieres?
—Cenar contigo esta noche —respondió él.
A Darcy le sorprendió la invitación.
— ¿Por qué?
—Eres muy desconfiada, jovencita —dijo él—. Porque sí, eso es todo. No es más que una cena.
No podía serlo. Había demasiadas cosas en juego y muchas implicaciones. Ella sabía que, en otras circunstancias, él jamás la habría invitado a cenar. Además, ya debería de haberse dado cuenta de que no tenía ningún poder sobre su padre.
—Logan, mi padre es un adulto, alguien perfectamente capaz de tomar sus propias decisiones —le dijo ella.
— ¿Sí?
— ¡Sí! —respondió ella.
Se lo estaba poniendo muy difícil. ¿No se daba cuenta de lo insoportable que le resultaba estar a malas con su padre?
Aparte de un breve encuentro en su casa al ir a recoger las cosas, no habían hablado con él desde hacía dos días. Y era la madre de aquel hombre la responsable de todo aquello.
—No sé qué problema tienes, Darcy —dijo Logan—. Has conseguido lo que buscabas, así que no entiendo...
— ¿A qué te refieres? —lo interrumpió ella.
—Mi madre ha roto el compromiso con tu padre —le aseguró Logan.
— ¿Ha hecho eso?
—Sí. Todo ha terminado —respondió Logan felizmente—. Eso era lo que tú querías, ¿no?
Lo que quería era que esa mujer no se acabara casando con su padre, pero hasta conocer las razones de aquella repentina ruptura no estaría contenta. Si se trataba de desavenencias dentro de la pareja, bien. Pero si el motivo era ella, entonces no le gustaba. Si Margaret Fraser había roto el compromiso, su padre estaría realmente destrozado.
—La verdad es que esperaba que la noticia te alegrara más.
No podía estar feliz si su padre se sentía mal. Aquello era complicadísimo. Y solo ella era la responsable de aquel jaleo.
—Pues estabas equivocado —respondió ella—. Y, si pensabas que iba a salir esta noche contigo para celebrarlo, aún lo estabas más.
—Solo te he invitado a cenar. No creo que pueda llamarse a eso una celebración. Pero al menos sabemos que no vamos a tener que brindar por su feliz unión.
— ¿Cómo puedes ser tan insensible? No sé cómo se sentirá tu madre, pero seguro que mi padre está destrozado.
—Un momento, Darcy —dijo él rápidamente—. Eras tú la que quería que ese compromiso no siguiera adelante.
—Tú lo querías tanto como yo —se defendió ella—. Eras tú el que consideraba que mi padre no era suficiente para tu madre.
—Jamás dije eso.
—Pero lo pensaste —insistió Darcy—. Y me parece que con tu inestimable ayuda tu madre ha empezado a pensar lo mismo.
— ¡Para un momento, Darcy! —le dijo él.
—No pienso parar —respondió ella furiosa—. Dejaste bien claro que no te parecía bien que mi padre se casara con tu madre...
—Tú tampoco estabas precisamente feliz de que mi madre se casara con tu padre. Nuestros deseos se han cumplido. ¿De qué te quejas? Has ganado —le aseguró él—. Has vencido al dragón.
Pero Darcy no sentía que hubiera ganado nada. ¡Se sentía fatal! No es que hubiera cambiado de opinión respecto a aquella mujer, pero se había dado cuenta de que no tenía derecho alguno para opinar sobre los asuntos personales de su padre.
—Eres un bruto insensible —le dijo a Logan.
— ¿Porque no finjo estar apenado por todo esto?
—No. Porque eres un egoísta —respondió ella.
— ¿Significa eso que no quieres cenar conmigo esta noche? —preguntó él.
—Ni esta noche ni nunca en mi vida —dijo ella—. Y ahora me tengo que ir.
— ¿A ver a tu padre?
— ¡Ocúpate de tus asuntos! —le gritó antes de colgar.
Era un bruto, un egoísta. Le daba lo mismo que su madre estuviera infeliz por la ruptura. Le daba lo mismo quién sufriera. Se alegraba de que el compromiso se hubiera roto porque no consideraba a su padre suficiente para Margaret Fraser.
¿Sí? Pues que no estuviera tan seguro de que todo se acabaría así. Iba a ver.