Ridge

Cierro la puerta del cuarto de baño y regreso a la cama, junto a ella. La luz de la luna, que se filtra por las ventanas, le ilumina el rostro. Tiene los labios curvados en una ligera sonrisa cuando me tiendo a su lado. Le paso un brazo bajo los hombros y luego, tras apoyar la cabeza en su pecho, cierro los ojos.

Amo su sonido.

La amo a ella. Amo todo lo que tenga que ver con ella. Amo el hecho de que jamás me haya juzgado. El hecho de que me entienda. Amo que, a pesar de todo lo que ha tenido que pasar por mi culpa, no haya hecho más que apoyar mis decisiones, por mucho que la destruyeran una y otra vez. Amo su honestidad. Amo su desinterés. Y, sobre todo, amo el hecho de ser yo quien puede amar todas esas cosas de ella.

—Te quiero —la noto decir.

Cierro los ojos y la escucho mientras repite la frase una y otra vez. Muevo la cabeza hasta colocar la oreja justo encima de su corazón y saboreo cada detalle de ella: su olor, su tacto, su voz, su amor…

Jamás había sentido tantas cosas a la vez.

Jamás había necesitado sentir más.

Levanto la cabeza para mirarla a los ojos.

Ahora ya es parte de mí.

Y yo soy parte de ella.

La beso con dulzura en la nariz, en la boca y en la barbilla, para después apoyar de nuevo la oreja sobre su corazón. Por primera vez en mi vida, lo oigo absolutamente todo.