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¡Correr! ¡Correr! ¡Correr!
La dicha escapará,
pues todos corren tras de ella
y ella queda atrás.
Para aquí poder vivir
los miramientos dejarás;
¡si cuidas el honor,
tú nunca has de llegar!
Peachum. - Su plan, Brown, era genial, pero irrealizable. Aquí podrá arrestar como máximo un par de muchachos, quienes para poner de manifiesto su alegría por la coronación de su reina preparaban un baile de máscaras. Si llegasen los auténticos miserables (aquí ni siquiera hay uno solo), vendrían por millares. Esa es la cuestión: usted se olvidó de la inmensa cantidad de pobres que hay en Londres. Si se ubican delante de la iglesia, no será ciertamente un hermoso espectáculo. ¿Sabe usted lo que es una eczema en flor? ¿Y si fuesen ciento veinte eczemas florecidas? Nuestra graciosa majestad tiene debilidad por las flores, pero no por las eczemas florecidas. ¿Y una fila de mutilados en el atrio de la iglesia? Mejor evitarlo, Brown. Claro que usted puede decir que la policía los disolverá fácilmente. ¿Pero qué impresión causaría si, en medio de la coronación, seiscientos pobres estropeados fuesen tomados a golpes? ¡Oh, muy mala impresión! ¡Daría asco! ¡Sería para descomponerse! Oh, Brown, me desmayo al sólo pensarlo. Una sillita, por favor.
Brown (a Smith). - Esto es una amenaza. Smith, esto es un chantaje. Nada podemos hacer contra este hombre si pretendemos mantener el orden público. ¡Absolutamente nada! Algo nunca visto.
Peachum. - Pues ahora se ve. Quiero decirle una cosa: en lo que respecta a la reina de Inglaterra, usted puede comportarse como le plazca; pero en cuanto le pise un pie al más miserable de los habitantes de Londres, mi querido señor Brown, el Tigre, habrá terminado de rugir para siempre.
Brown. - De modo, entonces, que debo arrestar a Mackie Navaja. ¿Arrestarlo? Se dice muy pronto. Pero para arrestar a un hombre, primero en necesario tenerlo.
Peachum. - En eso estoy de acuerdo con usted. Pero yo le conseguiré el hombre; y veremos, entonces, si hay moral todavía. Jenny, ¿dónde se encuentra el señor Macheath?
Jenny.- Oxford Street, 21; en lo de Suky Tawdry.
Brown. - Smith, vaya en seguida a lo de Suky Tawdry, número 21 de Oxford Street. Arreste a Macheath y llévelo a Old Bailey. Entretanto iré a ponerme el uniforme de gala. Justamente hoy tengo que ponerme el uniforme de gala.
Peachum. - Brown, si a las seis no está ahorcado…
Brown. - ¡ Oh, Mac, no hay caso! (Sale con los guardias.)
Peachum (mientras sale Brown le grita).- ¿Aprendió algo, Brown? (Tercer redoble de tambor.) Tercer redoble de tambor. Se cambia el plan de marcha. Nuevo rumbo: prisión de Old Bailey. ¡March!
Los mendigos salen Peachum canta
Al hombre y su maldad
se deben castigar,
y nunca unos golpes
en la nuca le hacen mal.
Para aquí poder vivir
el hombre ha de saber
que una paliza cada tanto…
¡cae muy bien!