ACTO SEGUNDO

IV

JUEVES POR LA TARDE: MACKIE NAVAJA SE DESPIDE DE SU ESPOSA, PUES SUPONE QUE AVENTARÁ LA AMENAZA DE SU SUEGRO HUYENDO AL PANTANO DE HIGHGATE

La caballeriza.

Polly (entrando). - ¡Mac! ¡Mac, no te asustes!

Macheath (echado en la cama)__¿Qué te pasa? ¿Por qué tienes esa cara, Polly?

Polly. - Estuve con Brown, y también fue mi padre, y se han puesto de acuerdo para prenderte: mi padre lo amenazó con algo terrible, y Brown primero estuvo de tu parte, pero luego flaqueó, y ahora también él opina que debieras desaparecer por algún tiempo. Mac, prepara inmediatamente las valijas.

Macheath. - Pero qué valijas ni valijas. Ven aquí, Polly. Tengo muchas ganas de hacer contigo otra cosa, y no valijas.

Polly. - No, no es momento para eso. Estoy tan asustada. Todo el tiempo se habló de la horca.

Macheath____________________Polly, no me gustas cuando te pones caprichosa. Bien sabes que en Scotland Yard no hay nada contra mí.

Polly. - Puede ser que hasta ayer no hubiese nada; pero hoy, de pronto, ha surgido un montón de cosas. Mira, traje la orden de captura: no sé si lo recuerdo todo, es una lista que no termina nunca. Dicen que mataste a dos comerciantes, que hiciste treinta robos con fractura, veintitrés asaltos a mano armada, incendios, asesinatos alevosos, falsificaciones, perjurios: ¡y todo en un año y medio! Eres un hombre terrible, Mac. Y en Winchester sedujiste a dos hermanas menores de edad.

Macheath. - Pues me habían asegurado que eran mayores. ¿Y qué dijo Brown? (Se levanta lentamente de la cama y recorre el proscenio, silbando pensativo.)

Polly. - Me alcanzó en el corredor cuando yo salía, y me dijo que ahora ya nada podía hacer por ti. ¡Oh, Mac! (Se le cuelga al cuello.)

Macheath. - Bueno, si tengo que esconderme, tú deberás hacerte cargo del negocio.

Polly. - No hables ahora de negocios, Mac, no puedo oírte. Mejor es que le des un último beso a tu pobre Polly, y que le jures que nunca, nunca…

Mac la interrumpe bruscamente y la lleva junto a la mesa, obligándola a que se siente en una silla.

Macheath. - Este es el libro mayor. Escucha bien lo que voy a decirte. Esta es la lista del personal. (Lee.) Aquí tenemos a Jacobo, por otro nombre Ganzúa; hace un año y medio que lo empleamos. Veamos qué ha producido: uno, dos, tres, cuatro, cinco relojes de oro. No es mucho, pero es trabajo limpio. No te sientes sobre mis rodillas, Polly, no estoy para eso. Aquí está Walter Sauce Llorón, un tipo sospechoso: vende el botín por su cuenta. Tres semanas de plazo y… ¡afuera! Lo denuncias a Brown.

Polly (sollozando). - Lo denuncio a Brown.

Macheath. - Jimmy II, un granuja sinvergüenza; rendidor, pero sinvergüenza. Les quita la sábana debajo del cuerpo a las damas de la mejor sociedad. A éste le das un adelanto.

Polly. - Le doy un adelanto.

Macheath. - Roberto Serrucho. Se ocupa de menudencias. No tiene ni una pizca de talento: no irá a la horca, pero no dejará ninguna herencia.

Polly. - No dejará ninguna herencia.

Macheath. - En cuanto a lo demás, seguirás viviendo exactamente como hasta ahora: te levantas a las siete, te lavas, cada tanto te das un baño, etcétera.

Polly. - Tienes razón, hay que hacer un esfuerzo y ocuparse del negocio. Lo que es tuyo, también es mío, ¿verdad, Mackie? ¿Y qué hacemos con tus habitaciones, Mac? ¿No sería mejor entregarlas? ¡Es una pena continuar pagando el alquiler!

Macheath. - No, aún las necesito.

Polly. - ¿Pero para qué? ¡ Es un gasto inútil!

Macheath. - Juraría que crees que no regresaré nunca.

Polly. - ¿Qué dices? ¡Luego podrás alquilar otras! (6) Mac… Mac, no puedo más. Estoy mirando tu boca mientras hablas, y no comprendo lo que dices. ¿Me serás siempre fiel, Mac?

Macheath. - Claro que te seré fiel: te pagaré con la misma moneda. ¿Crees acaso que no te amo? Sólo que veo más lejos que tú.

Polly. -. Te estoy tan agradecida, Mac. Tú te preocupas tanto por mí, mientras los otros te persiguen como perros de presa…

Al oír las palabras "perros de presa", Mac se estremece; después, se levanta, va hacia la derecha, se despoja del saco y lo tira lejos, se lava las manos.

Macheath (presuroso). - Las utilidades netas las envías, de ahora en adelante, al Banco Jack Poole, en Manchester. Dicho sea entre nosotros: es sólo cuestión de semanas, y después transfiero todo al ramo bancario. Es más seguro y, además, más rendidor. Dentro de dos semanas como máximo, todo nuestro dinero debe ser retirado del negocio; luego vas a ver a Brown, y le entregas la lista del personal. Dentro de cuatro semanas como máximo, toda esta escoria de la humanidad habrá desaparecido en las celdas de Old Bailey.

Polly. - Pero, Mac, ¿cómo puedes mirarlos a los ojos después de haberlos traicionado y, casi podría decirse, ahorcados? ¿Todavía les puedes estrechar la mano?

Macheath. - ¿A quién? ¿A Roberto Serrucho, a Moneda Falsa, al Ganzúa? ¿A esos pájaros de patíbulo? (Entra la banda.) Señores, me alegra verlos.

Polly. - Buen día, señores.

Matías. - Capitán, he conseguido la lista de los festejos de la coronación. Les aseguro que nos esperan días de trabajo intensísimo. Dentro de media hora llegará el arzobispo de Canterbury.

Macheath. - ¿Cuándo?

Matías. - A las cinco y media. Tenemos que salir en seguida, capitán.

Macheath. - Sí, deben salir en seguida.

Roberto. - ¿Qué quiere decir "deben"?

Macheath. - Sí, ustedes; porque en lo que a mí respecta, me veo obligado a emprender un viajecito.

Roberto. - ¡ Dios santo! ¿Es que acaso quieren encerrarlo?

Matías. - ¡ Justamente ahora! La coronación, sin usted, es como una sopa sin cuchara.

Macheath. - ¡ Cierra el pico! Precisamente por eso delego por corto tiempo en mi esposa la dirección de la empresa. ¡Polly! (La ubica en su lugar, y se retira hacia el fondo, observándola desde allí.)

Polly. - Muchachos, estoy segura que nuestro capitán puede partir tranquilo. Nosotros tiraremos del carro. Y en buena forma, ¿verdad, muchachos?

Matías. - No soy yo el más indicado para hablar; pero no sé si una mujer, en un momento como éste… Naturalmente, eso no va por usted, estimada señora.

Macheath (desde el fondo). - ¿Qué le contestas, Polly?

Polly. - Pedazo de cochino, ¡ bien empiezas! (Grita.) ¡Claro que eso no va por mí! De lo contrario, estos señores te hubiesen bajado los pantalones y te hubiesen molido el trasero a patadas. ¿No es cierto, señores?

Breve pausa Luego, todos aplauden como endemoniados.

Jacobo. - Sí, tiene condiciones, pueden creerme.

Walter. - ¡ Bravo! La señora capitana sabe hallar la palabra justa. ¡Viva Polly!

Macheath. - Es un contratiempo que yo no pueda asistir a la coronación. Un negocio cien por ciento. Durante el día, todas las casas desiertas; y por la noche, toda la alta sociedad borracha. A propósito, tú bebes demasiado, Matías. La semana pasada has dado a entender nuevamente que el incendio del hospital de niños de Greenwich era obra tuya. Si vuelve a suceder algo parecido, quedas despedido. ¿Quién prendió fuego al hospital de niños?

Matías. - ¡ Pero si fui yo!

Macheath. - ¿Quién lo incendió?

Los otros. - Usted, señor Macheath.

Macheath. - ¿Quién, entonces?

Matías (malhumorado). - Usted, señor Macheath. Así ninguno de nosotros podrá llegar alto.

Macheath (con un gesto significativo). - Oh, no te aflijas, llegarás bien alto si se te mete en la cabeza hacerme la competencia. ¿Acaso se ha oído alguna vez que un profesor de Oxford permita a sus ayudantes hacerse cargo de sus errores? Se hace cargo él mismo.

Roberto. - Gentil señora, disponga usted de nosotros mientras el capitán esté ausente. Rendición de cuentas todos los Jueves, gentil señora.

Polly. - Todos los jueves, muchachos.

La banda hace mutis.

Macheath. - Y ahora adiós, corazón mío. Cúidate mucho y no olvides pintarte todos los días, tal como si yo estuviese. ¡Eso es muy importante, Polly!

Polly. - Y tú, Mac, prométeme que no verás a ninguna mujer y que partirás en seguida. Créelo, tu pequeña Polly no te lo dice por celos, sino porque eso tiene mucha importancia.

Macheath. - Pero, Polly, ¿por qué debería ocuparme de los trastos viejos? Sabes muy bien que sólo a ti te amo. Apenas el crepúsculo se haga más denso, sacaré mi alazán de cualquier caballeriza, y antes que tú veas desde la ventana la luna en el cielo, estaré más allá del pantano de Highgate.

Polly. - ¡ Oh, Mac, no me desgarres el corazón! ¡ Quédate conmigo, y seamos felices juntos!

Macheath. - Soy yo quien se desgarra el corazón, pues debo partir y nadie sabe cuándo podré regresar.

Polly. - ¡ Ha sido tan breve, Mac!

Macheath. - ¿Pero es que ha terminado, acaso?

Polly. - Sabes, anoche tuve un sueño muy triste. Soñé que miraba a través de la ventana, y desde la calle llegaba una risa, y mientras me disponía a mirar vi nuestra luna, y la luna era delgada, delgada, como una moneda muy gastada. No me olvides, Mac, en las ciudades lejanas.

Macheath. - Claro que no te olvidaré, Polly. ¡Bésame, Polly!

Polly.- Adiós, Mac.

Macheath. - Adiós, Polly. (Mutis.)

Música. Se escucha a lo lejos la voz de Mac:

Tu amor podrá o no podrá durar,

aquí o en cualquier lugar.

Polly (sola). - ¡Y no volverá más!

Comienzan a sonar las campanas, y Polly dice:

Y ahora la reina en Londres entrará.

¿Qué será de nosotros? ¿Qué nos sucederá?