INTRODUCCIÓN

1. LA OBRA

Las Costas marinas —lo que se ha conservado es una descripción del litoral europeo, desde las Islas Casitérides hasta Marsella— es un poema de 713 versos, en trímetros yámbicos, con algunos perdidos y una transmisión textual tan corregida y alterada en algunos puntos, que se hace muy difícil su reconstrucción exacta; ésta es una de las principales razones de por qué se han publicado más estudios sobre esta obra que sobre ninguna otra de Avieno. Otra, el hecho de que fuera la de más éxito por el cúmulo de datos —algunos los primeros en la historia—, que aporta para la costa occidental europea, tanto desde el punto de vista económico —primitivas rutas comerciales—, como de topónimos y nombres: cabos, ensenadas, ciudades, pueblos, etc. En particular, tiene un valor único para España por ser el primer documento que recoge el estadio antiguo de nuestra Península1.

De hecho, según la hipótesis tradicional, el estado de cosas que conserva Avieno no corresponde a su época, el s. IV d. C., sino al VI a. C., aproximadamente —fecha del Periplo de Eutímenes de Marsella (ca. 520), que le habría servido de base, según Adolf Schulten2—, si bien con noticias puntuales de datos y observaciones posteriores: unas interpolaciones debidas a Éforo, o un poeta griego del s. I, que habría versificado la personal obra de éforo; y adiciones de Avieno o su modelo. En cambio, de acuerdo con otras teorías, los Periplos básicos habrían sido dos —uno, que recogía el tema de las costas de Cádiz a Oriente, del s. IV a. C; y otro del III (200-150 a. C), que tenía por tema el Occidente, desde las Columnas de Hércules a Britania—, a los que una tercera mano, de época de Augusto, habría dado unión, siendo el responsable de algunos errores y la base del relato de Avieno3. Para A. Berthelot4, por su parte, la obra de Avieno no responde a una hipotética copia de un Periplo, dado que también incluye datos sobre el interior geográfico —no se limita a las Costas—, y ello difícilmente podría servir de ayuda a navegante alguno. Ciertamente, igual que en la Descripción Avieno no se muestra un geógrafo, en el sentido exacto de la palabra, en las Costas tampoco: se limita a aportar algún comentario personal o alguna ampliación. En cualquier caso, la creencia actualmente más fundada, que parece cuestionar la tradicional teoría de Schulten y poner más énfasis en el sistema de trabajo de recopilación y compilación de fuentes de los autores del s. IV, lo considera a él como el responsable último de la selección de los textos y noticias utilizados, y el resultado de su poema como una fusión de datos diversos procedentes de obras y autores de varios siglos, especialmente del VI al II antes de Nuestra Era5.

En cuanto a la famosa dedicatoria del poema a un tal «Probo» (VV. 1; 24; 51; 632), la identificación más inmediata parece alcanzar al famoso Sexto Claudio Petronio Pr. (ca. 320-90), muy ligado a la política del s. IV6 y a su literatura —poeta él y mencionado por sus más importantes representantes: Amiano o Ausonio; Símaco, Claudiano o Jerónimo—. El inconveniente parece ser el propio carácter de la referencia poética, muy alejada por su tono del carácter que impregna la figura del notable procónsul de África (358), cristiano por lo demás7: el destinatario parece más joven, y no ligado a un cursus honorum tan destacable como el de aquél. La otra posibilidad, la de que el receptor de tales alusiones sea el tercer hijo de éste, Anicio Petronio Pr., cónsul en el 4068, aunque retrasaría la composición de la Ora hasta una fecha próxima al nuper de Jerónimo9, plantea el problema de la relación entre autor y destinatario: el silencio sobre su importante padre, siendo así que el propio Avieno se coloca en una posición casi de tal, parece extraña10. ¿Un nombre, notable en la época, utilizado como referente ficticio por parte del creador poético? Tal vez. También Mirmeico es, como vimos, un desconocido.

2. ESTRUCTURA

Aunque, como decíamos, no se conserva el original/-es, ese Periplo griego en el que Avieno se basó para su adaptación al latín, es importante recoger la estructura del poema para observarla globalmente, advertir cómo responde a las características generales de este tipo de creaciones y entender la parte perdida, lamentablemente el triple de lo conservado, pues la descripción debía llegar hasta la laguna Meótide y Asia Menor, recorriendo, quizá, todo el Mediterráneo:

A. Introducción:

Referencia a Probo11 y conocimiento del mar Táurico: vv. 1-6.

Intención y propósito didáctico de Avieno; emplazamiento del mar Meótico: w. 7-33a.

Documentación histórica y literaria: vv. 33b-50.

Proyecto de la obra: islas, golfos, promontorios, macizos montañosos, ciudades, ríos, puertos, lagunas, lagos, montes, mares: vv. 51-73.

Intención del autor: remontarse a tierras del norte: vv. 74-79.

B. Desarrollo:

a) Costa atlántica desde las Columnas de Hércules y Gadir hasta Estrimnis:

Excursus geográfico; golfo Atlántico: Gadir-Tarteso; Columnas de Hércules; peñón de Estrimnis; golfo Estrímnico; islas Estrímnides; pueblo marinero; isla Sagrada; isla de los albiones: vv. 80-116.

Antiguas rutas comerciales; Himilcón: peligros para la navegación; pueblo ligur: vv. 117-145.

b) Ofíusa y litoral atlántico hispano:

Ofíusa; medición itineraria y marina; costa norte; costa gallego-portuguesa; leyendas del mar; pueblos, islas, cabos: vv. 146-204.

C. Zona de las Columnas:

Río Ana; peñón Sagrado; medición marina; país tartesio; río Tarteso; peñón Cefiride; peligros de la mar; laguna Etrefea; ciudad de Herbo: vv. 205-245.

Río Ebro; Cartare, monte Casio; Geronte; golfo tartesio; mediciones marinas; Gadir-Tarteso; río Tarteso; monte Argentario; pueblos; isla Eritía; isla de Venus; ríos Besilo y Cilbo: vv. 248-321a.

Peñón Sagrado; Herma; ruta y Columnas de Hércules: Ábila y Calpe; documentación literaria e histórica; medición marina; colonización de Cartago: vv. 32lb-380b.

Himilcón; temores sobre el océano; cuatro irrupciones del océano en el mar Interno: mar Hesperio-Atlántico; Hircano; Caspio; Pérsico; Arábigo; terrores de la mar: w. 380b-416.

D. Singladura por el Mediterráneo:

a) Desde las Columnas a Pirene:

Columna Libístide y de Europa (Columnas de Hércules); río Criso; pueblos; macizo Barbecio; río y ciudad de Malaca; isla Noctiluca; monte Siluro; cabo de Venus; Herma; puerto Nanmacio; isla Estrongíle; río Teodoro; frontera tartesia: ciudad de Herna; río Alebo: vv. 417-471.

Isla Gimnesia; río Cano; islas Pitiusas-Baleares: vv. 467-471.

Pueblo ibero; Ilerda; Hemeroscopio; ciudad Sicana; río Tirio y ciudadela de Tiris; pueblo de los beribraces; ciudades vecinas y Tiricas; río Óleo; monte Selo; ciudad de Lebedoncia; ciudadela de Salauris y Calípolis; Tárraco; ciudad de Barcilonas; indigetes; cabo Celebándico; ciudad de Cipsela; monte Malodes; marisma de Tono; peñón Tononita; río Anisto; ceretes-ausoceretes (iberos): vv. 472-551.

b) Desde Pirene hasta los ligures:

Pueblo sordo; Pirena; medición marina; litoral cinético; río Roscino; laguna Sordice; río Sordo; islas Piplas: vv. 552-682

Elesices; ciudad de Naro; río Atago; laguna de Hélice, Besara; ríos Heledo, Orobo, Tirio; cabo Cándido; isla Blasco; montes Setio y Tauro; ciudad de Poligio; Mansa; Naustalo; río Clasio: vv. 583-621.

E. Región ciménica y ensenada ligur:

Macizo del Setio: vv. 622-630a.

Río Ródano; Alpes; trayectoria del sol; hiperbóreos; pueblos, pantano de Accion; ciudad de Arelato; medición marina: vv. 630b-699.

Pueblo de los nearcos; ciudad de Bergine; pueblo de los salies; ciudad Mastrábala; promontorio Cecilistrio; ciudad de Masilia: vv. 700-713.

La interrupción del poema da a entender que continuaba. Aunque no es posible valorar el añadido de Avieno, es fácil, sin embargo, aislar sus observaciones. En todo caso, el problema de sus fuentes directas está todavía bajo discusión. A la espera de más elementos de juicio, sería mejor dar por terminada la etapa Schulten12, al que siguen la mayoría de los comentaristas de manera ciega, y atenerse a la editio princeps y al texto de Holder.

3. ASPECTOS METROLÓGICOS

Igual que en los precedentes casos hicimos una breve reflexión sobre las condiciones y conocimientos de la astronomía y la geografía cuyo legado transmitía Avieno, también aquí, para valorar y aquilatar, lo más correctamente posible, sus indicaciones, conviene tener presente algunos detalles sobre las condiciones de la navegación y de los desplazamientos por vía terrestre en la Antigüedad.

En primer lugar, las propias fórmulas de medición: la simple evaluación de las distancias por días o jornadas de navegación, equivalentes a 17 horas (= 700 estadios) para singladuras cortas y de día; y a 24 horas, para las largas que precisaban varias noches de navegación. Y un sistema más perfecto que permitía convertir las mediciones a estima en distancias computadas en estadios o millas13. El estadio correspondía a la distancia recorrida en 1/30 de hora, o dos minutos. Aunque hubo muchos tipos, podemos adoptar como valor medio el ático (= 177 m.). La milla romana equivalía a 8 1/3 de estadio (= 1480 m.).

La casuística con respecto a las mediciones varía según los testimonios de los autores antiguos, lo que se debía al factor subjetivo de ser el capitán el que hacía la estimación, que, en definitiva, dependía de su experiencia, de las propias condiciones marineras del barco y del tiempo. Es lógico por tanto, que el cúmulo de noticias sobre distancias recorridas y velocidad empleada varíe. En ésta, en general —prescindiendo del caso especial de la marina de guerra, las naves longae—, se daban estos promedios: un carguero o mercante de la época —navis oneraria/ mercatoria—, de vela cuadrada, alcanzaba 5 nudos por hora (= 9 Km./hora), con viento favorable, frente a los 12-15 actuales. Las naves rápidas, de correo o transporte ligero —liburnae—, especie de bergantines o goletas, llegaban a los 10-12 nudos/hora14.

Por lo que se refiere a la distancia recorrida, ésta oscilaba entre 300 y 400 estadios por día, en condiciones normales, esto es, entre 53 y 70 Km.; 500-600, ó 700-900, en las mejores condiciones —de día y con viento favorable— y con barcos de primera categoría15.

El transporte y las comunicaciones por mar tenían la ventaja de ser más económicos para los cargamentos pesados, pero no carecían de problemas: desde el punto de vista de las creencias religiosas —el que desaparecía en la mar, sin poder ser enterrado, no alcanzaba la paz eterna en la otra vida—, hasta los riesgos graves de ser interceptados por piratas y esclavizados; además, estaba limitada por el calendario, que fijaba los períodos de cierre y apertura. Por vía terrestre, el de viajeros (el peso de la carga autorizada de sus coches oscilaba entre 200-330 Kg.) y mercancías, regulados por ley, tenían también sus restricciones. Los vehículos ligeros (correo) cargaban de 65 a 100 Kg. y alcanzaban no más de 60 Km. por día, si pertenecían a empresas privadas; el correo estatal de época imperial (cursus publicus) llegaba a los 150 Km. por día, pero sin detenerse, marchando noche y día, a una media de 5 millas por hora (= 7,4 Km./hora). En cambio, el transporte pesado —como máximo llegaba a los 500 Kg.—, tenía una media de 30 Km. por día, a una velocidad media de unas 5 millas por hora. Por lo que respecta a los desplazamientos a pie, César, famoso por su rapidez, recorría 100 millas16 al día (= 148 Km.); hoy, un soldado puede llegar a los 30 Km., y un excursionista entrenado a jornadas de 25 Km.17.

Avieno, por su parte, añade en sus Costas indicaciones sobre esta cuestión: «un trayecto de uno» (vv. 222-223a ) o «dos soles» (108-109); «siete días de marcha a pie» (146-151); un trayecto de «un día» (266-267a:) o «dos días» (172b-173); «una travesía para las naves de cinco días» (162b-164a), o «de dos días con sus noches» (v. 699); y «una carrera de siete días» (562-565a).

4. EDICIONES Y TRADUCCIONES

ABRAHAM ORTFXIUS (1527-1598), Ora maritima, copia manuscrita hecha, probablemente, a partir de la del Pisano.

M. CORTÉS Y LÓPEZ, Diccionario geográfico-histórico de la España antigua, vol. II, Madrid, 1835.

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A. SCHULTEN, Fontes Hispaniae Antiquae, fase. I: Avieno, Ora maritima, Barcelona-Berlín, 1922 (trad, poema, J. RÍUS Y SERRA); Barcelona, 19552.

A. BERTHELOT, Festus Avienus, Ora maritima, París, 1934.

D. STICHTENOTH, Rufus Festus Avienus, Ora maritima, Darmstadt, 1968.

J. P. MURPHY, Rufus Festus Avienus, Ora maritima, Chicago, 1977.

J. RIBEIRO FERREIRA, Orla Marítima, Coimbra, 1985.

P. VILLALBA I VARNEDA, Ruf Fest Avié, Períple (Ora maritima), Barcelona, 1986.

5. SELECCIÓN BIBLIOGRÁFICA18

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—, Derrotero número 2. Tomo I: Costa NW de España, Cádiz,

1993; Supl., 1997. Tomo II: Costas de Portugal y SW de España, Cádiz, 1990; Supl., 1994.

—, Derrotero número 3. Tomo I: Costas del Mediterráneo, Cádiz, 1991; Supl., 1995.

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P. VILLALBA I VARNEDA, Orígens deis Pai'sos Catalans en els clássics grecs i llatins, Barcelona, 1984.

6. LECTURAS Y VARIANTES

Indicamos, a continuación, aquellos términos o pasajes en los que por diferentes razones hemos elegido la lectura de la Editio Princeps (reproducción de Villalba y Varneda) en lugar de la utilizada habitualmente de Holder:

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