19. Alienación y el futuro de la humanidad
El capitalismo en un callejón sin salida
En el período de 1948 a 1973-74, hemos sido testigos de un desarrollo industrial y tecnológico sin precedentes. Sin embargo ahora los propios éxitos del capitalismo se están convirtiendo en su contrario. En el momento de escribir estas líneas hay 22 millones de parados oficialmente en los países capitalistas desarrollados de la OCDE, sin tener en cuenta los cientos de millones de parados y subempleados en África, Asia y América Latina. Además, este no es el paro cíclico temporal del pasado. Es una úlcera crónica que corroe las entrañas de la sociedad. Como una terrible epidemia, ataca a sectores de la sociedad que se creían a salvo en el pasado.
A pesar de los avances de la ciencia y la tecnología, la sociedad se encuentra a merced de fuerzas que no puede controlar. En la víspera del siglo XXI la gente mira al futuro con creciente ansiedad. En lugar de la vieja certidumbre lo que tenemos es incertidumbre. Este malestar afecta principalmente y en primer lugar a la clase dominante y sus estrategas, que cada vez se dan más cuenta de que su sistema está en serias dificultades. La crisis del sistema se refleja en una crisis ideológica, en los partidos políticos, las iglesias oficiales, la moralidad, la ciencia e incluso en lo que está sucediendo actualmente en filosofía.
La propiedad privada y el estado nacional son las dos camisas de fuerza que impiden el desarrollo de la sociedad. Desde un punto de vista objetivo, las condiciones para el socialismo mundial han existido durante décadas. Sin embargo, el factor decisivo que permitió al capitalismo superar parcialmente sus contradicciones fundamentales fue el desarrollo del comercio mundial. Después de 1945 la dominación del mundo por parte de los Estados Unidos, dictada por la necesidad de impedir la revolución en Europa y Japón y contener el bloque soviético, les dio la oportunidad, a través del tratado de Bretton Woods y el GATT, de obligar a las demás potencias imperialistas a disminuir las barreras arancelarias y quitar de en medio los obstáculos para el libre flujo del comercio.
Esto fue un contraste completo respecto al caos económico del período de entreguerras cuando la intensificación de las rivalidades nacionales se expresó a través de devaluaciones competitivas y guerras comerciales que llevaron al estrangulamiento de las fuerzas productivas dentro de los estrechos límites de la propiedad privada y el estado nacional. Como consecuencia, el período de entreguerras fue un período de crisis, revoluciones y contrarrevoluciones, culminando en la nueva carnicería imperialista de 1939-45.
En el período de posguerra, el capitalismo consiguió superar parcialmente la crisis fundamental del sistema a través de la integración del comercio mundial, creando un mercado mundial unificado en gran medida. Esta fue la precondición para el enorme desarrollo de la economía en el período de 1948-73, que a su vez llevó a un aumento de los niveles de vida, por lo menos para un sector significativo de la población en los países capitalistas avanzados. A veces, un hombre moribundo puede experimentar un acceso repentino de energía, que parece presagiar una recuperación completa, pero en realidad es sólo el preludio de una nueva y fatal recaída .
Períodos de este tipo no sólo son posibles, sino inevitables, incluso en un época de declive capitalista, si no se derroca el orden social existente. Sin embargo, todos los fuegos de artificio del crecimiento económico, que suponen muchos billones de dólares en cuatro décadas, no han cambiado el carácter del capitalismo ni han aliviado sus contradicciones. El largo período de crecimiento de 1948-73 ya se ha terminado. El pleno empleo, el crecimiento de los niveles de vida y el estado del bienestar son cosa del pasado. A lo que nos enfrentamos ahora es al estancamiento económico, recesión y crisis de las fuerzas productivas.
Los dueños del capital ya no están interesados en invertir en la actividad productiva. El fallecido Akio Morita, que era el presidente de la Sony Corporation, advirtió repetidamente durante los años 80 del peligro mortal que representaba para el capitalismo la tendencia a pasar de la industria productiva al sector servicios. Desde los años 50, los Estados Unidos han perdido la mitad de sus puestos de trabajo industriales, mientras que tres cuartas partes de los puestos de trabajo están en el sector servicios. En Gran Bretaña, relegada ahora a potencia imperialista de tercera clase, existe una tendencia similar. En un artículo en el Director (febrero de 1988), Morita declaraba:
"Me gustaría sugerir que esta tendencia, lejos de ser la maduración progresiva de una economía madura y algo que haya que apoyar, es destructiva. Porque a largo plazo, una economía que pierda su base industrial, ha perdido su centro vital. Una economía basada en el sector servicios no tiene fuerza motriz. Así, la complacencia respecto a pasar de la industria al abrigo de los servicios de alta tecnología, en los que los obreros se sientan delante de un ordenador y intercambian información todo el día, está totalmente fuera de lugar.
"Esto se debe a que es sólo la industria la que crea algo nuevo, que toma materias primas y las convierte en productos con más valor que el de las materias primas de las que están hechos. Tendría que ser obvio que los elementos de servicios en una economía son subsidiarios y dependientes de la industria".
En lugar de crear puestos de trabajo y aumentar la riqueza de la sociedad, los grandes monopolios están dedicando enormes recursos a la especulación en los mercados monetarios, organizando OPAs agresivas, y otro tipo de actividad parásita. Morita planteó que "Los hombres de negocios están fascinados con el juego de las bolsas extranjeras. Han descubierto que produce beneficios rápidos sin la necesidad de invertir en un negocio productivo. Incluso algunas empresas industriales se han pasado al imperio de la bolsa. La gente que se pasa la vida encorvada delante de un monitor en el que salen los datos de las últimas transacciones de bolsa viven en su propio mundo. No tienen lealtades. No producen ningún tipo de productos. No crean ninguna idea nueva. Mueven hasta $200.000 millones cada día en Londres, Nueva York y Tokio. Esto es un montón de fichas de póquer, significativamente más que el valor real de los bienes que se compran y venden en un día. Esto representa un montón de agua chapoteando en la sala de máquinas"
Morita comparó esta situación del capitalismo mundial con jugar al póquer en un barco que se está hundiendo, y llegó a la conclusión:
"Es un juego impetuoso, muy excitante, pero las pérdidas y ganancias en la mesa de póquer no oscurecen el hecho realmente preocupante de que el barco se está hundiendo y nadie se da cuenta".
Desde que Morita escribió estas líneas, la situación ha empeorado. El enorme mercado mundial de "derivados" ha llegado a la sorprendente cifra de $25 billones y está completamente fuera de control. Esto supone apostar a escala colosal. Hace que la burbuja del Mar del Norte se quede pequeña a su lado. Esto demuestra la falta de base sólida del capitalismo mundial, que podría acabar en un nuevo colapso financiero de las dimensiones del de 1929.
Siguen las contradicciones
En 1848, Marx y Engels predijeron que el capitalismo se desarrollaría como un sistema mundial. Esto ha sucedido, con una precisión de laboratorio durante el siglo XX. La aplastante dominación del mercado mundial es la característica más importante de la época. Tenemos una economía mundial, una política mundial, una diplomacia mundial, una cultura mundial, guerras mundiales dos en los últimos cien años, una de las cuales casi extingue la llama de la civilización humana . Sin embargo, la globalización de la economía no significa una disminución de los problemas, sino, por el contrario, una enorme intensificación de las contradicciones.
En la última década del siglo XX, a pesar de todas las maravillas de la ciencia moderna, dos tercios de la humanidad viven al borde de la barbarie. Enfermedades comunes como la diarrea y el sarampión matan a siete millones de niños al año. Y esto se podría impedir con una simple vacuna. 500.000 mujeres mueren cada año por complicaciones del embarazo y el parto, y quizás otras 200.000 mueren de abortos. Los países ex-coloniales gastan el 4% de su PNB en sanidad una media de $41 per capita, comparado con los $1900 en los países avanzados .
Según informes de las Naciones Unidas, más de seis mil millones de personas habitarán la tierra el año 2000. La mitad de ellas serán menores de veinte años. Sin embargo la mayoría sufre paro, falta de educación básica y servicios médicos elementales, superpoblación y malas condiciones de vida. Unos 100 millones de niños entre 6 y 11 años no están escolarizados, dos tercios de ellos niñas. Por cierto que incluso en los Estados Unidos, la UNICEF calcula que el 20% de los niños viven por debajo de la línea de la pobreza. La situación en el Tercer Mundo ha alcanzado niveles realmente horribles. 100 millones de niños viven en las calles. En Brasil este problema se está "resolviendo" con una campaña de exterminio de niños por parte de elementos de la policía y escuadrones de la muerte por el único crimen de ser pobres. Atrocidades similares se están cometiendo contra la gente sin vivienda en Colombia. No hace mucho se descubrió que una gran cantidad de hombres, mujeres y niños que vivían en las calles habían sido asesinados y sus cuerpos vendidos a la Universidad de Bogotá¿para ser diseccionados por los estudiantes de Medicina. Semejantes historias horrorizan a la gente civilizada. Pero sólo es la expresión más extrema de la amoralidad de una sociedad que trata a los seres humanos como meras mercancías.
Un millón de niños han sido asesinados, cuatro millones seriamente heridos, y cinco millones son refugiados o huérfanos como resultado de las guerras en la última década. En muchos países ex-coloniales tenemos el fenómeno del trabajo infantil, las más de las veces en condiciones de esclavitud. Las protestas hipócritas de los medios de comunicación occidentales no impiden que el producto de este trabajo llegue a los mercados occidentales y vaya a engrosar los bolsillo de "respetables" compañías occidentales. Un ejemplo típico que fue publicado recientemente, era el caso de una fábrica de cerillas en la que, mayoritariamente niñas, trabajaban 6 días a la semana un total de 60 horas, con productos tóxicos por tres dólares. En una carta al The Economist del 15 de septiembre de 1993 se planteaba que "Los padres se dan cuenta del valor de la educación para el futuro de sus hijos, pero a menudo su pobreza es tan desesperada que no pueden salir adelante sin los salarios de sus niños".
La principal razón de la creciente pobreza del tercer mundo es el saqueo a gran escala de sus recursos a través del intercambio comercial, y los tres billones de dólares de deuda del tercer mundo a los grandes bancos occidentales. Para poder pagar sólo los intereses de esta deuda, estos países tienen que exportar comida que su propia población necesita y sacrificar su educación y salud. Según la UNICEF, los pagos de la deuda han provocado que los ingresos del Tercer Mundo hayan caído una cuarta parte, el gasto sanitario el 50% y el gasto educativo un 25%. A pesar de las lamentaciones hipócritas por la destrucción de la selva Amazónica, economistas brasileños han demostrado que esta está provocada principalmente por la necesidad de conseguir dinero de exportaciones agrícolas y ganaderas, como ternera, que se consiguen en las tierras conquistadas a la selva. La financiación de estos proyectos de exportaciones proviene del Banco Mundial y otros organismos financieros internacionales.
En el sentido literal de la palabra, la humanidad está en una encrucijada. Por una parte existe el potencial para construir un paraíso en este mundo. Por otra, elementos de barbarie amenazan con inundar el planeta. Además de todo esto tenemos las amenazas al medio ambiente. En su loca búsqueda de beneficios, las grandes multinacionales están destruyendo el planeta. Cada año se destruyen 29.000 millas cuadradas de selva forestal, una ¿rea tan grande como Escocia. Se puede especular qué es lo que causó la extinción de los dinosaurios. Pero no hay duda de las causas de la actual catástrofe el ansia incontrolada de beneficios y la anarquía de la producción capitalista .
Incluso científicos que no tienen nada que ver con el socialismo se han visto obligados a sacar la conclusión (perfectamente lógica si nos paramos a pensarlo por un momento) que la única solución es algún tipo de economía planificada a nivel mundial. Sin embargo esto no es posible bajo el capitalismo. Formalmente cuarenta países han aceptado la "Estrategia de Conservación del Mundo". Pero sin una federación socialista mundial, esto es simplemente papel mojado. Los intereses de los grandes monopolios son los que deciden.
Pero todo esto no es inevitable en absoluto. Todas las terribles predicciones sobre la situación sin remedio del la humanidad, empezando por Malthus, han demostrado ser falsas. El potencial para el desarrollo humano no tiene límites. Existen las condiciones incluso ahora para eliminar el hambre de la faz de la tierra. En Europa Occidental y Estados Unidos, la productividad industrial ha llegado a tales límites que se paga a los granjeros para que dejen de producir. Se deja de cultivar tierra fértil. Se vierte el trigo al mar o se mezcla con tinte para que sea inservible. Hay montañas de carne, mantequilla, leche que no se puede consumir. En el Estado Español se arrancan deliberadamente los olivos. Y al mismo tiempo hay 450 millones de personas en el mundo que sufren malnutrición o que de hecho se mueren de hambre.
A principios del próximo siglo, los países de la cuenca del Pacífico probablemente representarán la mitad de la producción mundial. La economía mundial estará en sus manos. Durante siglos los europeos se han considerado el centro del mundo. Pero hablando objetivamente esta idea no tiene más base que la idea de Ptolomeo de que la tierra era el centro del universo. Ya en 1920 Trotsky predijo que el centro de gravedad de la historia mundial pasaría del
Atlántico al Pacífico. El siguiente paso de la historia humana ver¿a los millones que viven en Asia realizando todo su potencial, como parte de la Federación Socialista Mundial.
El flagelo del desempleo
El trabajo es la principal actividad de nuestra vida. Desde pequeños nos preparamos para ello. Nuestra escolarización está vinculada a ello. Pasamos toda nuestra vida activa implicados en él. El trabajo es la base sobre la que reposa toda la sociedad. Sin él no habría comida, ni ropas, ni un techo, ni escuelas, ni cultura, ni arte, ni ciencia. Realmente el trabajo es vida. Negar a alguien el derecho al trabajo no es sólo negarle el derecho a un mínimo nivel de vida. Es privarle de la dignidad humana, separarle de la sociedad civilizada, hacer su vida inútil y sin sentido. El desempleo es un crimen contra la humanidad. La creación de una especie de subclase en los barrios deprimidos de las ciudades de los Estados Unidos y otros países es una condena de la sociedad moderna. Las siguientes citas revelan el miedo de los estrategas más conscientes del capital respecto a las tendencias a la desintegración social en occidente.
"La concentración de poblaciones crecientes de gente empobrecida y descontenta en las ciudades dependiendo de infraestructuras vulnerables está fraguada de peligros. Y no es el menor de ellos la fuerte posibilidad de que la solidaridad social que subyace en el estado del bienestar se rompa en los próximos años. Los costes cada vez mayores de apoyar a poblaciones dependientes pondrán a prueba la paciencia de los más exitosos en una recesión económica (é) Pero eso es un problema para el próximo siglo".
"El estado del bienestar ha entrado en quiebra en términos evolutivos. Las mujeres de la subclase dan luz a un 60% más de niños que las mujeres de clase media negras o blancas. Pero incluso esta estadística subestima el impacto sobre la población. Las mujeres de la subclase no sólo tienen más niños sino que también dan a luz a edades más jóvenes, llevando a un incremento geométrico de la población de la subclase a lo largo del tiempo".
Rees-Mogg que se consuela con la ilusión de que el "marxismo ha muerto", es la voz de los políticos abiertamente reaccionarios, recordando vívidamente a los maltusianos de la época victoriana hace más de cien años:
"Están (los pobres) instigados al desperdicio de sus vidas por los incentivos perversos de los programas sociales que imponen tasas de impuestos reales del 100% o más sobre los que se salen del subsidio para empezar a trabajar. En muchos casos el valor total de los vales de comida, las ayudas a los alquileres, los subsidios, ayudas de ingresos, y asistencia sanitaria gratuita y otros servicios superan el ingreso después de impuestos que se puede conseguir en un puesto de trabajo no cualificado. Y se pueden conseguir ayudas, por definición, con poco o nada de esfuerzo diario. No te tienes que levantar por la mañana y correr entre una masa de gente que va al trabajo para asegurarte un medio de vida. La aplicación laxa de la ley también hace que el analfabetismo, la indolencia y la ilegitimidad sean más atractivas. Los niños que pueden conseguir cien dólares a la hora como ladrones o traficantes de drogas es menos probables que sean impresionados por los rigores de aprender a leer o mantener un trabajo de salario mínimo que les pueda resultar útil sólo en el futuro".
Al otro lado del Atlántico los mismo presagios se extienden entre los estrategas del capital. El conocido economista y autor americano, John Kenneth Galbraith, a diferencia de Rees-Mog, es un liberal políticamente, pero llega a conclusiones similares. En su último libro The Culture of Contentment, lanza una seria advertencia del conflicto social explosivo que está surgiendo de las divisiones de la sociedad americana:
"Sin embargo la posibilidad de una revuelta de las clases inferiores, muy inquietante como para contentarse, existe y aumenta con fuerza. Ha habido estallidos en el pasado, especialmente los grandes disturbios en los barrios a finales de los 60, y existen numerosos factores que pueden llevar a una repetición.
"En especial, ha quedado claro, que la tranquilidad ha dependido de una comparación con la incomodidad anterior. Con el tiempo, esta comparación se desvanece, y también con el tiempo la promesa del pasado de escapar de una relativa privación en un movimiento hacia arriba disminuye. Esto sería especialmente la consecuencia de un ralentizamiento o disminución de la economía e incluso más en una recesión prolongada o depresión. Las oleadas sucesivas de trabajadores que han trabajado en las factorías de automóviles de Detroit y las plantas de carrocería los refugiados de las tierras ganaderas adyacentes de Michigan y Ontario y más tarde los blancos pobres de los Apalaches aumentaron su nivel. Muchos de los que vinieron del sur para sustituirles están ahora instalados en el paro endémico. Nadie debería sorprenderse si esto, algún día, alimentase una reacción violenta. Siempre ha sido uno las altas creencias del confort que los inconfortables aceptan pacíficamente, incluso gustosamente, su destino. Esta creencia hoy en día podría verse refutada súbita y sorprendentemente".
Alienación
"El mundo no es una colección de individuos aislados; todos están de alguna manera u otra conectados los unos con los otros". (Aristóteles.)
"Ningún hombre es una Isla, entero en sí mismo; todo hombre es un pedazo del Continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva un trozo de tierra, Europa queda tan disminuida como si de un promontorio se tratara, o si desapareciese un Caserío de tus amigos o tuyo; la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque yo estoy comprometido con la Humanidad; y por lo tanto, no preguntes nunca por quien doblan las campanas; doblan por ti". (John Donne, Devociones sobre ocasiones emergentes, n° XVII.)
Los seres humanos se convierten en humanos separándose de su naturaleza puramente animal, es decir inconsciente. Incluso los animales más complejos no pueden alcanzar los logros del género humano, que le permiten sobrevivir y prosperar en las condiciones y climas más variados, bajo el mar, en el cielo e incluso en el espacio. Los seres humanos se han elevado por encima de su estado "natural", zoológico, han conseguido dominar el entorno hasta un nivel sin precedentes. Sin embargo, paradójicamente, los humanos siguen controlados por fuerzas que escapan a su control. La llamada "economía de mercado" se basa en la premisa de que la gente no controla sus vidas y destinos, son marionetas en manos de fuerzas invisibles, que como los caprichosos e insaciables dioses del pasado, lo gobiernan todo sin orden ni concierto. Estos dioses tienen sus sumos sacerdotes, que dedican sus vidas a su servicio. Habitan en los bancos y las bolsas, con sus rituales elaborados, y sacan enormes beneficios. Pero cuando los dioses se enfadan, los sacerdotes entran en pánico, como una horda de bestias asustadas, e igualmente inconscientes.
Los antiguos romanos describían un esclavo como "un instrumento con voz" (instrumentum vocale). Hoy en día muchos obreros se podrían sentir identificados con esta descripción. Se supone que vivimos en un mundo postmoderno, post-industrial y post-fordista. Pero por lo que se refiere a las condiciones de la clase obrera, ¿qué ha cambiado?. En todas partes las conquistas del pasado están siendo atacadas. En occidente, los niveles de vida, para la mayoría de la gente, están siendo exprimidos. El estado del bienestar está siendo minado y el pleno empleo es una cosa del pasado.
En todos los países, la sociedad está impregnada de un profundo sentimiento de malestar. Este empieza por arriba y penetra todos los niveles de la sociedad. El sentimiento de inseguridad alimentado por el paro masivo, se ha extendido a sectores de la clase obrera que antes se consideraban inmunes profesores, doctores, enfermeras, funcionarios, encargados nadie estará a salvo. Los ahorros de las capas medias, el valor de sus casas, están igualmente amenazados por movimientos incontrolados de los mercados monetarios y bursátiles. Las vidas de miles de millones de seres humanos están a merced de las fuerzas ciegas que operan a su capricho, haciendo que los dioses de la antigüedad parezcan racionales en comparación.
Hace décadas, se predijo confiadamente que los adelantos de la ciencia y la tecnología resolverían los problemas de la humanidad. En el futuro, hombres y mujeres ya no tendrían que preocuparse de la lucha de clases, sino del problema de qué hacer con su tiempo de ocio. Estas predicciones no eran del todo descabelladas. Desde un punto de vista estrictamente científico, no existe ninguna razón por la que no deberíamos estar en posición de llevar a delante una reducción general de las horas de trabajo, incrementando a la vez los niveles de vida y la producción, sobre la base de la mejora de la productividad mediante la aplicación de la nueva tecnología. Pero la situación real es muy diferente.
Marx explicó hace tiempo que, bajo el capitalismo, la introducción de nueva maquinaria, lejos de reducir la jornada laboral, tiende a prolongarla. En los principales países capitalistas, podemos observar una presión sin piedad sobre lo trabajadores para que trabajen más horas por menos dinero. En su número del 24 de octubre de 1994, Time informaba de un brusco aumento de la economía americana, con un incremento enorme de los beneficios: "pero los trabajadores se quejan de que para ellos sólo ha significado quedarse exhaustos. En toda la industria americana, las compañías están utilizando las horas extras para exprimir la mayor parte de la fuerza laboral de Estados Unidos: la semana laboral media industrial llega casi a una cifra récord de 42 horas, incluyendo 4,6 horas extras. "Los americanos, observa Audrey Freedman, un economista laboral y miembro del consejo de redacción de Time, "son los más trabajadores del mundo". Los tres grandes de la industria del automóvil han llevado esta tendencia hasta sus límites. Sus trabajadores hacen una media de 10 horas extras a la semana y trabajan una media de seis sábados de ocho horas al año".
El mismo artículo cita numerosos ejemplos tanto de trabajadores de cuello blanco, como de cuello azul de muchas industrias diferentes, que se quejan de las horas extras crónicas:
"Estoy haciendo el trabajo de tres personas", dice Joseph Kelterborn, de 44 años, que trabaja para la compañía de teléfonos Nynex en Nueva York. Su departamento, que instala y mantiene redes de fibra óptica, ha pasado de 27 a 20 trabajadores en los últimos años, en parte combinando lo que eran tres categorías separadas conectador, potenciador y probador en su puesto de trabajo único de conectador portador. Como resultado, dice Kelterborn, a menudo trabaja cuatro horas extra al día y un fin de semana de cada tres. "Cuando llego a casa", se queja, "no tengo tiempo más que para ducharme, cenar y dormir un poco; y en seguida a levantarse y vuelta a empezar".
Como Marx planteó, el incremento de la utilización de maquinaria bajo el capitalismo significa más horas de fatiga para los que tienen un puesto de trabajo. Desde que empezó la recuperación económica respecto a la última recesión, en marzo de 1991, la economía de Estados Unidos ha creado casi seis millones de puestos de trabajo, pero de tal manera que se queda dos millones por detrás. Si las compañías hubiesen contratado al mismo nivel que en recuperaciones anteriores, el incremento de puestos de trabajo hubiese llegado a ocho millones o más.
El artículo del Time añade:
"De hecho, hay bastantes pruebas de que Estados Unidos se está desarrollando como una sociedad de dos sectores. Mientras que los beneficios de las empresas y los salarios de los ejecutivos están creciendo rápidamente, los salarios reales (es decir, descontando al inflación) no están creciendo en absoluto. De hecho, el gobierno ha informado que en el último año la media de ingresos familiares en los Estados Unidos cayó en $312, mientras que un millón de personas más entró en las listas de pobres; el número de personas definidas oficialmente como pobres representaban el 15,1% de la población de los Estados Unidos en comparación con el 14,8% de 1992. Estos son acontecimientos sorprendentes en el cuarto año de la recuperación de los negocios que está ganando terreno constantemente".
En el Manifiesto Comunista, Marx y Engels plantearon que "el creciente empleo de las maquinas y la división del trabajo quitan al trabajo del proletario todo carácter propio y le hacen perder con ello todo atractivo para el obrero. Este se convierte en un simple apéndice de la maquina, y solo se le exigen las operaciones más sencillas, más monótonas y de mas fácil aprendizaje. Por tanto, lo que cuesta hoy día el obrero se reduce poco mas o menos a los medios de subsistencia indispensable para vivir y para perpetuar su linaje. Pero el precio de todo trabajo, como el de toda mercancía, es igual a los gastos de producción. Por consiguiente, cuanto mas fastidioso resulta el trabajo, mas bajan los salarios. Mas aun, cuanto mas se desenvuelven la maquinaria y la división del trabajo, mas aumenta la cantidad de trabajo bien mediante la prolongación de la jornada, bien por el aumento del trabajo exigido en un tiempo dado, la aceleración del movimiento de las maquinas, etc.".
En una de las películas más famosas de Charles Chaplin, Tiempos Modernos, tenemos una imagen gráfica de la vida en una línea de ensamblaje en una gran fábrica en la década de 1930. La esclavización de la repetición sin fin de las mismas tareas monótonas convierte al ser humano en un apéndice de la máquina, una "herramienta con voz". A pesar de todos los discursos sobre la "participación", las condiciones en las fábricas siguen siendo en gran medida las mismas. De hecho la presión sobre los trabajadores ha aumentado constantemente en los últimos años. Las pequeñas cosas que hacen la vida más agradable están siendo brutalmente suprimidas. En Gran Bretaña, donde la fuerza de los sindicatos consiguió importantes avances en el pasado, la hora de la comida ha pasado a la historia. El canciller Kohl informa a los trabajadores alemanes que van a tener que empezar a trabajar los fines de semana. Y tenemos la misma situación en todas partes.
La nueva tecnología, en lugar de mejorar las condiciones de los trabajadores industriales, ha sido utilizada para empeorar las condiciones de los trabajadores de cuello blanco. En muchos bancos, hospitales y grandes oficinas, la situación de los empleados es cada vez más parecida a la que existe en las grandes fábricas. La misma inseguridad, la misma presión implacable sobre el sistema nervioso, el mismo estrés, provocando problemas médicos, depresiones, ruptura de matrimonios, etc.
En los últimos años los científicos han vuelto a la idea del "hombre máquina", en relación al campo de la robótica y la cuestión de la inteligencia artificial. Incluso ha penetrado en la conciencia popular, como lo vimos en películas del tipo de Terminator, en las que los seres humanos se enfrentan a autómatas ingeniosamente construidos. Este fenómeno nos dice bastante de la psicología del período actual, caracterizado por la deshumanización general de la sociedad, mezclado con la sensación de que los seres humanos no tienen un control sobre sus destinos, y el miedo a las fuerzas incontrolables que dominan las vidas de la gente. En contraste, el intento de crear inteligencia artificial representa un nuevo avance de la ciencia de la robótica, que, en una sociedad auténticamente racional, abre un enorme horizonte de avance humano.
La substitución del trabajo humano por maquinaria avanzada, es la clave de la mayor revolución cultural de la historia, sobre la base de la reducción generalizada de las horas de trabajo. Sin embargo no se puede plantear la cuestión de la réplica exacta de la inteligencia humana en una máquina, aunque algunas operaciones concretas las pueden realizar más eficazmente. Esto no es por razones místicas, o por la existencia de una supuesta "alma inmortal" que nos hace productos únicos de la Creación, sino por la propia naturaleza del pensamiento, que no se puede separar de otras actividades corporales de los seres humanos, empezando por el trabajo.
Marx y la alienación
Incluso los afortunados que tienen un puesto de trabajo, nueve de cada diez veces, es un trabajo penoso y sin sentido. Las horas de trabajo no se consideran como parte de la vida. No tienen nada que ver contigo como ser humano. El producto de tu trabajo pertenece a otra persona, para la cual no eres más que "un factor de la producción". La vida empieza en el momento en que pones el pie fuera del puesto de trabajo, y cesa en el momento en que vuelves a entrar. Este fenómeno fue explicado por Marx en sus Manuscritos Filosóficos y Económicos de 1844:
"Ahora bien, ¿en qué consiste la enajenación del trabajo?
"En primer lugar en que el trabajo es algo externo al obrero, es decir, algo que no forma parte de su esencia, en que, por tanto, el obrero no se afirma, sino que se niega en su trabajo, no se siente bien, sino a disgusto, no desarrolla sus libres energías físicas y espirituales, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por tanto, el obrero solo se siente en sí fuera del trabajo, y en este se siente fuera de si. Cuando trabaja no es el, y solo recobra su personalidad cuando deja de trabajar. No trabaja, por tanto, voluntariamente, sino a la fuerza, su trabajo es un trabajo forzado. No representa la satisfacción de una necesidad, sino que es simplemente, un medio para satisfacer necesidades extrañas a el. El carácter extraño del trabajo que realiza se manifiesta en toda su pureza en el hecho de que el trabajador huye de su trabajo como de la peste, en cuanto cesa la coacción física, o cualquier otra que le constriñe a realizarlo. El trabajo externo, el trabajo en el que hombre se enajena, es un trabajo de auto sacrificio, de mortificación. En definitiva, la exterioridad del trabajo para el obrero se revela en el hecho de que no es algo propio suyo, sino de otro, de que no le pertenece a el y de que él mismo, en el trabajo, no se pertenece a sí mismo, sino que pertenece a otro. Lo mismo que en la religión la actividad humana propia de la fantasía humana, del cerebro y el corazón humanos, obra con independencia del individuo y sobre él, es decir, como una actividad ajena, divina o demoníaca, la actividad del obrero no es tampoco su propia actividad. Pertenece a otro y representa la pérdida de sí mismo".
Así, para la gran mayoría, la vida se consume en una actividad que tiene poco sentido para el individuo; en el mejor de los casos es tolerable; en el peor, un tormento viviente. Incluso los que eligen trabajar enseñando a niños o cuidando a enfermos, se encuentran con que la satisfacción que reciben por su trabajo, desaparece en la medida en que las leyes del mercado entran también en las escuelas y en los hospitales.
El sentimiento de que la sociedad ha llegado a un impasse no se limita a las "capas bajas". También la clase dominante se está sintiendo cada vez más pesimista respecto al futuro. Uno busca en vano las grandes ideas del pasado, esa confianza, ese optimismo. El constante jactarse de las supuestas maravillas de "la economía de libre mercado", suena cada vez más vacío, según la gente empieza a darse cuenta de la situación real, millones de parados, ataques a los niveles de vida, acumulación de enormes fortunas a través de la especulación, y la corrupción.
Es irónico que los defensores del orden existente acusen al marxismo de ser "materialista", cuando la burguesía practica el tipo más vulgar y bruto de materialismo, no en el sentido filosófico de la palabra sino en el del diccionario. La búsqueda de beneficios a toda costa, la elevación de la codicia a la categoría de principio absoluto, está en el centro de toda su cultura. Esta es su auténtica religión. En el pasado se cuidaban de ocultarlo de la vista pública tanto como podían, escondiéndose detrás de una pantalla de moralismos hipócritas sobre el deber, el patriotismo, el trabajo honesto y todo lo demás. Ahora lo plantean abiertamente. En todos los países podemos observar una epidemia sin precedentes de corrupción, mentiras, estafas, timos, no los pequeños robos de los delincuentes normales, sino el saqueo a gran escala, perpetrado por hombres de negocio, políticos, jefes de policía y jueces. ¿Y por qué no? ¿No es nuestro deber hacernos ricos?
El credo del monetarismo eleva el egoísmo y la codicia a principio. Coge tanto como puedas, como quiera que puedas y que cada uno se apañe se las arregle como pueda. Es la cultura del "pelotazo". Esta es la esencia destilada del capitalismo. La ley de la selva traducida al lenguaje del vudú económico. Por lo menos tiene el mérito de la simplicidad. Te dice clara y diáfanamente qué es el capitalismo.
Y sin embargo, ¿qué filosofía tan vacía! Aunque no lo saben, ellos mismos, los señores del planeta, no son más que meros esclavos, sirvientes ciegos de fuerzas que no controlan. Ellos no tienen el auténtico control del sistema, no más que las hormigas en un hormiguero. La cuestión es que están bastante satisfechos con este estado de cosas, que les da posición, poder y riqueza. Y resisten tenazmente todo intento de cambiar radicalmente la sociedad.
Si hay un hilo conductor a través de toda la historia humana es el de la lucha de hombres y mujeres para tomar control sobre sus vidas, para ser libres en el sentido real de la palabra. Todos los adelantos de la ciencia y la técnica, todo lo que los humanos han aprendido sobre la naturaleza y sobre ellos mismos, representa el potencial que existe actualmente para adueñarse de las condiciones en las que viven. Y sin embargo, en la última década del siglo XX, el mundo parece sujeto a una extraña locura. Los seres humanos se sienten incluso menos en control de sus destinos que antes. La economía, el medio ambiente, el aire que respiramos, el agua que bebemos, la comida que comemos: todo parece estar en un equilibrio precario al filo de la navaja. El viejo sentido de seguridad se ha desvanecido. Ha desaparecido la idea de que la historia representa una marcha ininterrumpida hacia algo mejor que el presente.
Bajo estas circunstancias, sectores de la sociedad buscan una salida en cosas como la droga y el alcohol. Cuando la sociedad pierde su racionalidad, los hombres y mujeres buscan amparo en lo irracional. La religión, como dijo Marx, es un opio, y sus efectos no son menos dañinos que los de otras drogas. Hemos visto como ideas místicas y religiosas han penetrado incluso el mundo de la ciencia. Es un reflejo del carácter del período por el que estamos pasando.
Moralidad
"Trata de fortalecer tus compromisos morales y tu fe religiosa. Relee los Diez Mandamientos y el Libro del Eclesiastés. Una Biblia no es un mal maestro de historia y una guía para sobrevivir en tiempos difíciles". (Rees- Mogg.)
"A quien no le importe volver a Moisés, Cristo o Mahoma. A quien no esté satisfecho con el batiburrillo ecléctico, tiene que reconocer que la moralidad es un producto del desarrollo social; que no hay en ella nada inmutable; que sirve a intereses sociales; que estos intereses son contradictorios; que la moralidad más que ninguna otra forma de ideología tiene un carácter de clase". (Trotsky.)
"¿El marxismo niega la moralidad!" A menudo oímos expresiones de este tipo, que simplemente revelan ignorancia sobre el ABC del marxismo. Es cierto que el marxismo niega la existencia de una moral suprahistórica. Pero no hace falta mucho esfuerzo para ver que los códigos morales que han regulado la conducta humana han cambiado substancialmente de un período histórico a otro. Hubo un tiempo en el que no se consideraba inmoral comerse a los prisioneros de guerra. más adelante, el canibalismo se consideró aborrecible, pero se podía convertir a los prisioneros de guerra en esclavos. Incluso el gran Aristóteles estaba dispuesto a justificar el esclavismo, sobre la base de que los esclavos no tenían alma, y por lo tanto no eran completamente humanos (el mismo argumento se utilizó en relación a la mujer). más tarde se consideró moralmente incorrecto que una persona poseyese a otra como una propiedad personal, pero era perfectamente aceptable que los señores feudales tuviesen siervos encadenados a la tierra y totalmente sujetos a su amo, hasta el punto de tener que ceder a su novia al señor feudal en la noche de bodas.
Hoy en día se considera todas estas cosas bárbaras e inmorales, pero en cambio no se cuestiona la institución del trabajo asalariado, en el que un ser humano se vende a pedazos a un empresario, que utiliza su fuerza de trabajo como le place. Después de todo, esto es trabajo libre. A diferencia del siervo y el esclavo, el trabajador y el empresario llegan a un acuerdo por su libre voluntad. Nadie obliga al trabajador a trabajar para un empresario concreto. Si no le gusta puede dejarlo y buscar trabajo en otra parte. Es más, en una economía de libre mercado, la ley es la misma para todo el mundo. El escritor francés Anatole France escribió sobre "el majestuoso igualitarismo de la ley, que prohíbe a ricos y pobres por igual dormir debajo de un puente, mendigar por las calles, y robar pan".
En la sociedad moderna, en lugar de las viejas formas abiertas de explotación, tenemos explotación hipócritamente disfrazada, en la que la relación real entre hombres y mujeres se transforma en una relación entre cosas, pequeños trozos de papel que dan a los que los poseen el poder de la vida y la muerte; que pueden hacer que lo feo sea bonito; que lo que es débil sea fuerte; al estúpido inteligente; que el viejo sea joven.
Trotsky escribió que las relaciones monetarias se han enraizado tan profundamente en las mentes de la gente que nos referimos a un hombre que "vale" tantos millones de dólares. El hecho de que este tipo de expresiones se den por buenas es una medida del grado de alienación que existe en la sociedad actual. Nadie se sorprende cuando, durante una crisis monetaria, en el telediario se habla de una moneda como si fuera una persona recuperándose de una enfermedad ("la libra/dólar/peseta se ha recuperado significativamente esta mañana"). Se considera a los seres humanos como objetos, y a los objetos, especialmente el dinero, se les trata con un temor supersticioso, recordando las actitudes religiosas de los salvajes en relación a sus tótems y fetiches. La relación de este fetichismo de las mercancías fue explicado por Marx en el primer volumen de El Capital.
La búsqueda de una moralidad absoluta es totalmente inútil. Una vez más, las leyes inmutables de la lógica no nos pueden ayudar. La lógica formal se basa en una antítesis fija entre verdadero y falso. Una idea es correcta o incorrecta. Pero la verdad, como el poeta alemán Lessing señaló, no es como una moneda acuñada en la casa de la moneda y que se puede utilizar en todas las circunstancias. Lo que en un momento y en unas circunstancias determinadas es verdadero, en otro momento es falso. Lo mismo con los conceptos de "bueno" y "malo". Lo que en una sociedad es bueno, es aborrecible en otra. Es más, incluso en una sociedad concreta el concepto de bueno y malo cambia frecuentemente, según las circunstancias y los intereses de un una clase determinada.
Si excluimos el incesto, que parece ser un tabú en prácticamente todas las sociedades, hay muy pocos mandamientos morales eternos y absolutos. "No robarás", no tiene mucho sentido en una sociedad que no se base en la propiedad privada. "No cometerás adulterio", solo tiene sentido en una sociedad patriarcal, en la que los hombres querían asegurarse de que su propiedad privada sería heredada por sus hijos. "No matarás" siempre ha estado rodeado de tantos calificativos que inmediatamente se transforma en otra cosa bastante diferente; por ejemplo, no matarás, excepto en defensa propia; o no matarás, excepto si es alguien de otra tribu/nación/ religión, etc.
En todas las guerras, los sacerdotes bendicen los ejércitos de la nación cuando salen a masacrar los ejércitos de otra nación. El mandato moral absoluto de no matar, se convierte de la noche a la mañana, en un mandato bastante relativo, en relación a otras consideraciones que, si las analizamos más de cerca, tienen que ver con los intereses estratégicos, políticos, económicos o territoriales de los estados implicados en la lucha. Toda esta hipocresía queda bastante bien reflejada en un pequeño verso del gran poeta escocés Robert Burns:
"¿Hipócritas! ¿Qué barbaridades son estas? Asesináis a hombres y ¿dais gracias a Dios? ¿Parad sinvergüenzas! No sigáis más: Dios no aceptará vuestras gracias por el asesinato".
La guerra es un hecho de la vida (y de la muerte). Ha habido muchas guerras en la historia de la humanidad. Puedes lamentarte por ello, pero no negarlo. Además, la mayoría de las discusiones importantes entre naciones se han resuelto en última instancia mediante la guerra. El pacifismo nunca ha sido una doctrina muy del agrado de los gobiernos, excepto como maniobra diplomática cuyo único objetivo es confundir a todo el mundo respecto de las intenciones reales de ese gobierno. La mentira es la moneda de cambio de los diplomáticos. Se les paga por eso. "No mentirás" simplemente no se aplica en este caso. Un general que no hiciese todo lo posible para engañar al enemigo respecto a sus auténticas intenciones sería considerado un loco o peor. Aquí vemos como la mentira se convierte en algo a alabar una astucia militar . Un general que dijese la verdad sobre sus planes al enemigo sería fusilado como traidor. Un obrero que revelase los detalles de una huelga al empresario sería considerado de la misma manera por sus compañeros y compañeras de trabajo.
De estos ejemplos podemos sacar la conclusión de que la moralidad no es una abstracción suprahistórica, sino algo que ha evolucionado históricamente, y ha sufrido bastantes cambios. En la Edad Media, la Iglesia Católica Romana condenaba la usura como un pecado mortal. Hoy en día el Vaticano tiene su propio banco, y gana grandes cantidades prestando dinero con interés. En otras palabras, la moralidad tiene una base de clase. Refleja los valores, intereses y puntos de vista de la clase dominante. Por supuesto que no puede conseguir mantener el grado necesario de cohesión social si no es aceptada por la gran mayoría de los ciudadanos. Por lo tanto tiene que parecer compuesta de verdades absolutas e incuestionables, la violación de las cuales destruiría todo el edificio de la sociedad.
Hay pocas cosas más repulsivas que ver a damas y caballeros de bien dando lecciones a la gente sobre la necesidad de la moral, la religión, la familia y el ahorro. Los mismos individuos cuya codicia se manifiesta todos los días en los enromes aumentos salariales para los miembros de los consejos de dirección de las grandes empresas, dan lecciones a los trabajadores sobre la necesidad de sacrificarse. Los mismos especuladores que no vacilan a la hora de hundir la moneda de su propio país para aumentar sus ya bien nutridas cuentas bancarias, tratan de convencernos sobre la necesidad de defender los valores patrios. Los mismos bancos y multinacionales y gobiernos responsables de la explotación sin piedad de millones de personas en África, Asia y América Latina se llevan las manos a la cabeza horrorizados cuando los trabajadores y campesinos toman las armas para luchar por sus derechos. Dan lecciones al mundo sobre la necesidad de la paz. Pero los stocks de armamento letal sobre los que siguen aumentando sus fabulosas fortunas demuestran que su pacifismo es bastante relativo. La violencia es un crimen solamente cuando la utilizan los pobres y oprimidos. Toda la historia demuestra que la clase dominante siempre defender¿su poder y sus privilegios por los medios más brutales si es necesario.
Los defensores del statu quo siempre han inscrito en sus banderas las palabras sagradas: Familia, Orden, Propiedad Privada y Religión. Pero de estas instituciones supuestamente inviolables a la clase dominante sólo le interesa realmente una, la propiedad privada. La religión, como Rees-Mogg plantea francamente, es un instrumento necesario para mantener a los pobres bajo control. La mayor parte de los miembros de la clase dominante no se creen una sola palabra, y van a la Iglesia de la misma manera que van a la ópera, para lucir su último modelito. Su comprensión de la teología es tan escasa como su apreciación del Anillo de los Nibelungos de Wagner. En su vida privada la burguesía muestra poco respeto por las "leyes eternas de la moralidad". La epidemia de escándalos que ha sacudido la clase política en Italia, el Estado Español, Gran Bretaña, Bélgica, Japón y los Estados Unidos es sólo la punta del iceberg. Pero siguen con su cantinela sobre las "verdades morales eternas" y se sorprenden cuando se les responde con una carcajada de incredulidad.
¿Quiere esto decir que la moral no existe? O que los marxistas son amorales? Nada más lejos de la realidad. La moralidad existe, y juega un papel necesario en la sociedad. Toda sociedad tiene su código moral, que sirve como lazo poderoso, en la medida en que sea reconocido y respetado por la gran mayoría. En última instancia la moralidad existente, y las leyes que sirven para ponerla en práctica están respaldadas por toda la fuerza del estado, reflejando los intereses de la clase o casta dominante, aunque no siempre de una manera abierta. Mientras el orden socioeconómico hace avanzar la sociedad, los valores ideas y puntos de vista del estrato dominante son aceptados sin cuestión por parte de la inmensa mayoría de la gente. La base de clase de la moralidad fue explicada por Trotsky:
"La clase dominante fuerza sus fines sobre la sociedad y la habitúa a considerar todos aquellos medios que contradicen sus fines como inmorales. Esta es la principal función de la moralidad oficial. Persigue la idea de la "mayor felicidad posible" no para la mayoría sino para una minoría cada vez más pequeña. Un régimen de este tipo no se podría haber sostenido ni siquiera durante una semana sólo por la fuerza. Necesita el cemento de la moralidad".
Los individuos aislados que osan cuestionarlos son considerados herejes y perseguidos. Son considerados "inmorales", no porque no tengan un punto de vista moral, sino porque no aceptan la moral existente. Se declaró a Sócrates una influencia dañina para la juventud ateniense y luego le obligaron a beberse una taza de cicuta. Los primeros cristianos fueron acusados de actos inmorales por parte del estado esclavista que les persiguió sin piedad antes de decidir que lo mejor sería reconocer la nueva fe, para corromper a los dirigentes de la Iglesia. Lutero fue denunciado cuando empezó a criticar la corrupción de la iglesia medieval.
El crimen del marxismo es explicar el hecho de que la sociedad capitalista ha entrado en conflicto con las necesidades del desarrollo social; que se ha convertido en un obstáculo intolerable para el progreso humano; que está completamente roído por contradicciones; que está sumido en una bancarrota política, económica, cultural y moral; y que la supervivencia de este sistema enfermo pone en peligro el futuro del planeta. Desde el punto de vista de los que poseen y controlan la riqueza de la sociedad, estas ideas son "malas". Desde el punto de vista de lo que se necesita para encontrar una salida de este callejón sin salida, son correctas, necesarias y buenas.
La crisis del capitalismo está teniendo los efectos más negativos en la moral y la cultura. Los síntomas de desintegración social son palpables en todas partes. La familia burguesa se está cayendo a pedazos, pero ante la ausencia de una alternativa, esto está llevando a una pesadilla de pobreza y degradación para millones de familias necesitadas. Los barrios deprimidos de Estados Unidos y Europa, con sus enormes bolsas de desempleo y pobreza, son un terreno abonada para la drogadicción, el crimen, y todo tipo de pesadillas.
En una sociedad capitalista, se considera a la gente como mercancías de las que se puede prescindir. Los mercancías que no pueden ser vendidas se les deja hasta que se pudren. ¿Por qué tendría que ser diferente con los seres humanos? Pero con la gente no es tan simple. No pueden dejar morir de hambre a gran número de gente por miedo a las contradicciones sociales. Por lo tanto en una última contradicción del capitalismo, la burguesía se ve obligada a alimentar a los parados en lugar de ser alimentada por ellos. Una situación realmente enfermiza en la que hombres y mujeres desean trabajar, aumentar la riqueza de la sociedad, y las "leyes del mercado" se lo impiden.
Esta es una sociedad inhumana en la que la gente está subordinada a las cosas. ¿Es de extrañar que alguna de esta gente se comporte de forma inhumana? Cada día la prensa sensacionalista está llena de historias de abusos terribles contra los sectores más débiles e indefensos de la sociedad, mujeres, niños y ancianos. Esto es un barómetro fiable del estado moral de la sociedad. La ley en algunos casos castiga estos ataques, aunque en general se persigue mucho más los crímenes contra la propiedad (especialmente la gran propiedad) que los crímenes contra las personas. Pero en cualquier caso las raíces sociales profundas de los crímenes están fuera del alcance de los jueces y la policía. El desempleo alimenta todo tipo de crímenes. Pero hay otros factores, más sutiles.
La cultura del egoísmo, la codicia y la indiferencia hacia el sufrimiento de los demás que ha florecido, especialmente en las dos últimas décadas cuando Reagan y Thatcher le dieron su sello de aprobación, indudablemente ha jugado un papel aunque no es fácil de cuantificar. Esta es la auténtica cara del capitalismo, o más concretamente del capital monopolista y financiero, cruel, crudo, sin compasión. Este es el capitalismo en su período de decadencia senil, intentando recuperar el vigor de su juventud. Es un capitalismo parásito, con una clara preferencia por la especulación monetaria y financiera, en lugar de la producción de auténtica riqueza. Prefiere los "servicios" a la industria. Cierra fábricas como cajas de cerillas, destruyendo comunidades e industrias enteras, y recomienda a los mineros y trabajadores del metal que busquen trabajo en hamburgueserías.
Aparte de las monstruosas consecuencias sociales y económicas de esta doctrina, introduce un veneno moral mortal en el tejido de la sociedad. Gente que no tiene ninguna perspectiva de encontrar un puesto de trabajo se enfrenta al espectáculo de la "sociedad de consumo", en la que se presenta tener y gastar dinero como la única actividad que vale la pena en la vida. Los modelos de comportamiento en esta sociedad son los arribistas arrogantes, los trepas avariciosos, dispuestos a ir hasta donde haga falta con tal de subir. Esta es la auténtica cara de "la libre empresa", de la reacción monetarista, la cara de un aventurero sin principios, un ladrón y embustero, un ignorante superficial, un matón en un traje elegante, la personificación de la avaricia y el egoísmo. Esta es la gente que aplaude el cierre de escuelas y hospitales, el recorte de las pensiones y otros gastos que "no dan beneficios", al mismo tiempo que ellos acumulan fortunas sólo con unas llamadas de teléfono, sin producir nada en absoluto en beneficio de la sociedad.
Frecuentemente se asegura que la gente "naturalmente" actúa según sus propios intereses. Esto se interpreta de una forma estrecha, como egoísmo personal. Esta interpretación encaja con los defensores del sistema socioeconómico actual, en el que la codicia y la búsqueda del interés propio son considerados grandes principios morales, equivalentes al ejercicio de la "libertad individual". Si ese fuese el caso la sociedad humana nunca se habría desarrollado. La propia palabra "interés" viene del latín "inter-esse" que quiere decir "participar en". Toda la base de la evolución moral e intelectual del niño es el movimiento desde el "egoísmo" hacia un sentimiento más amplio de las necesidades y requerimientos de los demás. La sociedad humana se basa en la necesidad de la producción social, cooperación y comunicación.
Es el impasse del capitalismo lo que amenaza a hacer volver la cultura humana a un nivel infantil, en el peor sentido de la palabra el infantilismo de la decadencia senil . Una sociedad atomizada, centrada en sí misma, sin moralidad, sin una filosofía, sin alma, una sociedad "sin ojos, sin dientes, sin gusto, sin nada".
Posibilidades sin límite
Todo sistema social se imagina que es la última palabra en el desarrollo histórico. Se supone que toda la historia anterior era sólo una preparación para ese particular modo de producción, y todas las formas legales de propiedad, códigos morales, religión y filosofía que lo acompañan. Sin embargo todo sistema de sociedad sólo existe en la medida en que se demuestra que es capaz de satisfacer las necesidades de la población, y dar a la gente una esperanza de futuro. En el momento en que ya no es capaz de hacerlo entra en un proceso de declive irreversible, no sólo económicamente sino también moral, culturalmente y en todos los sentidos. Una sociedad de este tipo está muerta, aunque sus defensores nunca lo admitirán.
A medida que nos acercamos al fin del siglo XX, existe un sentimiento palpable y penetrante de cansancio y extenuación en la sociedad capitalista. Es como si todo el modo de vida se hubiese vuelto viejo y decrépito. Esto no es solamente lo que los escritores llaman mal du siecle. La gente se da cuenta vagamente de que la "economía de mercado" ha llegado a su límite. Sin embargo el hecho de que una forma de sociedad haya llegado a su fin no significa que el desarrollo de la humanidad también. La historia no sólo no se ha acabado sino que ni siquiera ha empezado. Si nos imaginamos la historia como un calendario en que el 1 de enero representa el origen de la tierra y el 31 de diciembre el día de hoy, tomando una cifra redondeada de 5.000 millones de años como edad de la tierra, cada segundo representaría unos 167 años, y cada minuto 10.000 años. El Cámbrico inferior empezaría el 18 de noviembre. El hombre aparecería a las doce menos diez de la noche del 31 de diciembre. Y toda la historia registrada de la humanidad estaría en los últimos 40 segundos antes de medianoche.
Ilya Prigogine ha resaltado que "la comprensión científica del mundo que nos rodea sólo está empezando". La civilización humana, que parece ser muy vieja, de hecho es muy joven. La auténtica civilización, en el sentido de una sociedad en la que los seres humanos controlen conscientemente sus vidas, y sean capaces de vivir una existencia verdaderamente humana, en oposición a lucha animal por la supervivencia, todavía no ha empezado. Lo que está claro es que un forma concreta de sociedad ha envejecido y llegado a su límite, pero se agarra a la vida, aunque ya no tiene nada que ofrecer. El pesimismo respecto al futuro, mezclado con la superstición y esperanzas infundadas de salvación, son totalmente característicos de un período de este tipo.
En 1972 el Club de Roma publicó un informe titulado Los límites del crecimiento, que predecía que el suministro de combustible fósil del mundo se agotaría en unas pocas décadas. Esto provocó pánico, el aumento de los precios del petróleo y una búsqueda frenética de fuentes de energía alternativas. Han pasado ya más de veinte años y no hay falta de petróleo ni de gas, y muy pocos se preocupan ahora en buscar alternativas. Esta miopía es característica del capitalismo, y está motivada por la búsqueda del máximo beneficio a corto plazo. Todo el mundo sabe que más tarde o más temprano el suministro mundial de combustible fósil se agotar¿. A largo plazo es absolutamente vital encontrar una alternativa barata y limpia.
La naturaleza nos proporciona un suministro prácticamente inacabable de energía potencial el sol, el viento, el mar, y sobretodo, la propia materia, que contiene grandes cantidades de energía . La fusión nuclear, a diferencia de la fisión, nos da un potencial ilimitado de energía limpia y barata. Pero el desarrollo de combustibles alternativos va contra los intereses de los grandes monopolios del petróleo. Una vez más, la propiedad privada de los medios de producción actúa como una enorme barrera en el camino del desarrollo humano. El futuro del planeta queda relegado a un segundo plano respecto al enriquecimiento de unos pocos.
La solución a los problemas acuciantes del mundo sólo se puede encontrar en un sistema socioeconómico que esté bajo el control consciente de la gente. El problema no es que haya un límite inherente al desarrollo. El problema es un sistema de producción caduco y anárquico que despilfarra vidas y recursos, que destruye el medio ambiente, y que impide el pleno desarrollo del potencial que existe en la ciencia y la tecnología. "No existe necesariamente una conexión entre gran ciencia y grandes oportunidades empresariales", escribía recientemente un comentarista, "la teoría general de la relatividad todavía está por convertirse en una maquina de generar dinero". (The Economist, 25 de febrero de 1995.)
Sin embargo las posibilidades implícitas hoy en día en la tecnología quitan el aliento. Las innovaciones tecnológicas abren la puerta a una auténtica revolución cultural. La televisión interactiva ya es una propuesta factible. La posibilidad de participar en la elaboración de programas de televisión tiene un tremendo potencial, mucho más allá¿de decidir qué programas quieres ver. Abre la puerta a la participación democrática en el gobierno de la sociedad y la economía de una manera que no se podía ni soñar en el pasado.
El nacimiento del capitalismo se caracterizó por la destrucción de las viejas relaciones estrechas y el surgimiento de los estados nacionales. Ahora el crecimiento de las fuerzas productivas, la ciencia y la técnica han hecho que el propio estado nacional sea redundante. Tal y como predijo Marx, incluso el mayor estado nacional se ve obligado a participar en el mercado mundial. La vieja unilateralidad nacional ya no es posible.
¿Regreso al futuro?
Los hombres primitivos estaban estrechamente ligados a la naturaleza. Esta ligazón se fue rompiendo gradualmente con el desarrollo de la vida urbana, y la división entre el campo y la ciudad que ha alcanzado proporciones monstruosas bajo el capitalismo. La ruptura entre los seres humanos y la naturaleza ha creado un mundo antinatural de alienación. Otra expresión de esto es el divorcio completo entre trabajo manual e intelectual, ese apartheid social que separa la moderna casta sacerdotal del conocimiento respecto de los mortales vulgares. No es solamente la alienación respecto a la naturaleza. Es la alienación de la propia humanidad. Romper con la condición de dependencia total de la naturaleza, elevarse de la naturaleza meramente animal, adquirir conciencia esto es lo que nos define como humanos . Pero también representa una pérdida que se nota más conforme pasa el tiempo. El proceso ha ido tan lejos que se ha convertido en su contrario. En la medida en que las ciudades se hacen más grandes, más congestionadas, más contaminadas, se va creando una pesadilla. En las próximas décadas, si continúan las tendencias actuales, Shangai tendrá más habitantes que toda Gran Bretaña. Millones de personas se enfrentan a la falta de vivienda, crimen, drogas, y un proceso general de deshumanización en la víspera del siglo XXI.
El carácter sofocante y unilateral de esta "civilización" es cada vez más opresivo, incluso para aquellos que no sufren las peores condiciones. La búsqueda de una forma de vida más simple en la que hombres y mujeres puedan vivir una vida más natural, libres de las presiones intolerables de la competitividad y el conflicto se expresa en una tendencia entre un sector de gente joven a "salirse" de la sociedad, en un intento de redescubrir el paraíso perdido. Aquí hay un malentendido. En primer lugar, la vida del hombre primitivo no era tan idílica como algunos se imaginan. El "buen salvaje" siempre fue un mito de los escritores románticos, con poco que ver con la realidad. Nuestros antecesores primitivos estaban más cerca de la naturaleza, solo porque eran sus esclavos.
Sin embargo todo esto tiene otra cara. Estos hombres "primitivos" vivían bastante felices sin alquileres, intereses ni beneficios. Las mujeres no eran tratadas como propiedad privada sino que ocupaban una posición muy respetada en la comunidad. No se conocía el dinero. Ni tampoco el estado, con su monstruosa burocracia, y sus cuerpos especiales de hombres armados , soldados, policías, funcionarios de prisiones y jueces. En el comunismo primitivo tribal, no existía el estado en el sentido de un aparato de coerción, sino que los ancianos tenían el respeto de todos y su palabra era ley. más adelante el jefe de la tribu gobernaba a través del respeto voluntario de la comunidad. No era necesaria la coerción, porque todos compartían un interés común. Estas eran las bases de unos profundos lazos sociales de cooperación y unión. Ningún gobernante moderno llegar¿a conocer el grado de respeto que tenían los jefes de la gens primitiva, un sentimiento de identidad y deberes mutuos, que estaba "codificado" en la tradición oral como sabiduría popular, conocida por todos y universalmente aceptada. Este respeto debió ser algo parecido a los sentimientos de los niños hacia sus padres.
En esta supuesta era de las luces, mucha gente, incluyendo aquellos que se creen educados, consideran impensable que los hombres y las mujeres se las hubiesen arreglado sin fenómenos tan necesarios como dinero, policía, prisiones, ejércitos, mercaderes, cobradores de impuestos, jueces y arzobispos. Y si conseguían arreglárselas sólo puede ser explicado por el hecho de que al ser "primitivos" todavía no se habían dado cuenta de las bendiciones que estas instituciones proporcionaron a la sociedad. Incluso algunos antropólogos que no tienen esta mentalidad no son inmunes a introducir en las primeras sociedades humanas conceptos totalmente extraños como la prostitución, derivados del mundo "civilizado" en el que todo está a la venta incluidas las personas.
Cualquiera que haya visto películas de la vida de tribus que todavía viven en la edad de piedra en la selva Amazónica, no puede dejar de impresionarse por su naturalidad y espontaneidad, parecida a la de los niños, antes de que sea aplastada por la locura de la vida bajo el capitalismo. En el Evangelio según San Mateo, Jesús dice: "Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el reino de los Cielos". (18:3). En el proceso del crecimiento se pierde algo importante que nunca se recuperará. Es la pérdida de la inocencia, que en el libro del Génesis se identifica con el hecho de que hombres y mujeres adquieran conocimiento. La sociedad moderna no puede volver al comunismo primitivo de la misma manera que un hombre o una mujer mayores no pueden volver a su infancia.
Se considera antinatural e insano que un adulto desee volver a su infancia, La palabra "infantil" se utiliza como insulto, un sinónimo de ignorancia incongruente. En cualquier caso, es un deseo vano, porque es imposible. Pero junto a la ignorancia el niño muestra toda otra serie de cualidades una alegría y naturalidad espontánea, extraña a la mayoría de los adultos . Lo mismo es cierto para los pueblos "primitivos", antes de que el surgimiento de la sociedad de clases, y la división ridícula y unilateral del trabajo volvieran la naturaleza humana al revés. ¿Qué artista moderno sería capaz de producir pinturas de una inmediatez que corta la respiración y una belleza natural como la de las pinturas rupestres de las cuevas de Lascaux o Altamira?
No se trata de volver atrás sino de ir hacia adelante. No un retorno al comunismo primitivo tribal, sino adelante hacia un comunidad socialista mundial. La negación de la negación nos lleva de vuelta al punto de partida del desarrollo humano, pero solo en apariencia. El socialismo del futuro se basará en los maravillosos descubrimientos del pasado, y los pondrá al servicio de la humanidad. Utilizando el lenguaje de Hegel, es el caso de "lo universal, lleno de la riqueza de lo particular"
"Un hombre no puede volver a su infancia, o se hace infantil", escribe Marx. ¿Pero no encuentra gozo en la ingenuidad infantil, y no debe esforzarse él mismo a reproducir su verdad a un estadio superior? ¿Acaso el carácter cierto de cada época se hace vivo en la naturaleza de su niño? ¿Porqué no tendría la infancia histórica de la humanidad, en su más bello despliegue, como época que nunca va a volver, que ejercer un encanto eterno? Hay niños revoltosos y niños precoces. Mucha gente mayor pertenece a esa categoría. Los griegos eran niños normales. El encanto de su arte para nosotros no está en contradicción con el estadio subdesarrollado de la sociedad en la que se desarrolló. Es su resultado, es más, está inextricablemente ligado con el hecho de que las condiciones sociales inmaduras en las que surgió, y en las que sólo pudo surgir, nunca pueden volver".
Socialismo y estética
En la sociedad actual la arquitectura es el pariente pobre de las artes. La gente está acostumbrada a vivir en barrios feos, en pisos pequeños, en ciudades congestionadas, rodeados de ruido y contaminación. En los fines de semana, algunos de ellos van a galerías de arte donde por unas horas contemplan cuadros colgados de las paredesóislas de belleza en un mar de fealdad monótona. Así, la belleza está al margen de la vida, en un sueño inalcanzable. Una ficción tan alejada de la realidad como la más alejada de las galaxias. El arte está tan alejado de la realidad que mucha gente lo considera como una cosa inútil e irrelevante. La hostilidad contra el arte, que es visto como un privilegio de las capas medias, es una consecuencia más de la extrema división entre trabajo manual e intelectual. Las condiciones bárbaras alimentan actitudes bárbaras.
Pero no siempre fue así. En las primeras sociedades humanas, la música, la poesía épica y el hablar bien eran propiedad común de todos los hombres y mujeres. El monopolio de la cultura por parte de una pequeña minoría es un producto de la sociedad dividida en clases, que priva a la inmensa mayoría, no sólo de la propiedad, sino del derecho al libre desarrollo de sus mentes y personalidades. Sin embargo, si rascamos un poco por debajo de la superficie, encontramos un enorme deseo de aprender, de experimentar nuevas ideas, de buscar horizontes más amplios. La sed de cultura de las masas, profundamente reprimida en condiciones "normales", sale a la superficie en cada revolución.
La Revolución Rusa de 1917, un acto supuestamente de barbarie, fue de hecho el punto de partida de un enorme auge de la cultura, la poesía, el arte y la música. No se puede negar esto simplemente porque el brote fuese más tarde aplastado bajo la bota de la reacción estalinista. En la revolución española de 1931-37 hubo un renacimiento artístico similar la poesía de Lorca, Machado, Alberti y sobretodo Miguel Hernández, estaba inspirada en la lucha, lo que hizo que fuese escuchada con enorme atención por millones de personas que nunca habían tenido acceso al maravilloso mundo del arte y la cultura .
En una revolución, lo hombres y mujeres corrientes empiezan verse a sí mismos como seres humanos, capaces de controlar sus propios destinos, no simples "instrumentos con voz". Con la auténtica humanidad surge la dignidad, un sentido de auto respeto y su compañero necesario, el respeto por los demás. Los camareros pusieron carteles en los restaurantes de Barcelona en 1936 diciendo: "Sólo porque un hombre tenga que trabajar aquí, no quiere decir que le tengas que insultar dándole propina". Este es el nacimiento de la cultura, la auténtica cultura humana, que es parte de la vida misma. El mismo fenómeno, en forma embrionaria, lo podemos observar en cada huelga, cuando hombres y mujeres revelan cualidades que nunca habían soñado poseer. Por supuesto que si el movimiento no lleva a la completa transformación de la sociedad, el peso muerto del hábito y la rutina vuelve a predominar. Las condiciones materiales determinan la conciencia. Pero una sociedad socialista basada en un alto nivel de tecnología y cultura transformaría la manera de ver las cosas de la gente.
A menudo, matemáticos y lógicos plantean que el tipo de simetrías perfectas que ellos admiran poseen un valor estético intrínseco. Algunos van tan lejos como para afirmar que la cosa más importante en las ecuaciones no es si nos dicen algo sobre la realidad, sino si son estéticamente placenteras. Aunque no se puede negar que la simetría puede ser bella, hay simetrías y simetrías. Muchos consideran los edificios armoniosos de la Atenas clásica como uno de los puntos más elevados de la historia de la arquitectura. Es cierto que tienen una simetría de gran belleza, que recuerda las expresiones lineales de la geometría euclidiana. La importancia de la arquitectura en la Atenas de Pericles es una expresión gráfica del punto de vista de espíritu público de la democracia ateniense (basado, por supuesto, en el trabajo de los esclavos, totalmente excluidos de ella). Los grandes edificios de la Acrópolis y el ágora eran, sin excepción, edificios públicos, no residencias privadas. Hoy en día este tipo de esplendor es poco frecuente. No es por casualidad que se de poca prioridad a la arquitectura en relación a las demás artes.
En nombre de la "utilidad", que es un sinónimo educado de la tacañería, la gente se ve obligada a vivir en cajas de zapatos de gran altura, sin ningún valor artístico ni calidez humana. Estas monstruosidades son diseñadas por arquitectos, inspirados por principios estrictamente geométricos, que sin embargo prefieren vivir en casas de campo singulares del siglo XV lejos de las pesadillas urbanas que han ayudado a crear. Sin embargo a los seres humanos, en general no les gusta vivir en cajas. Y la naturaleza conoce simetrías bastante más allá¿de las simples líneas rectas.
Es el otro lado de la moneda de la idiotez mecanizada de la línea de producción, donde los seres humanos, en palabras de Marx, son tratados como meros apéndices de las máquinas. Entonces, ¿por qué no vivir todos juntos apiñados en grandes bloques, construidos sobre la base de principios "industriales" igualmente sólidos? El mismo reduccionismo árido, el mismo formalismo vacío, el mismo punto de vista lineal ha caracterizado la arquitectura durante la mayor parte de este siglo. Aquí la alienación de la sociedad capitalista se expresa en el tratamiento desalmado de la necesidad más básica de la gente, poder vivir en un entorno limpio y atractivo, auténticamente humano. Cuando la propia vida es despojada de toda humanidad, cuando se la desnaturaliza de miles de maneras, ¿cómo podemos sorprendernos si algunos de los productos de nuestra supuesta civilización se comportan de manera antinatural e inhumana?
También aquí somos testigos de una revuelta contra el conformismo desalmado y la rigidez. Los bloques de pisos y rascacielos están pasando de moda rápidamente. No es de extrañar. Son un monumento a la alienación masiva, un deslizamiento progresivo hacia condiciones de vida deshumanizadas, que alimentan todo tipo de monstruosidades.
"¿Por qué", preguntó el físico alemán Gert Eilenberger, "se declara bello un árbol deshojado y enarcado por la tempestad contra el cielo invernal, y no la silueta correspondiente de un edificio universitario polivalente, a pesar de los esfuerzos ímprobos del arquitecto? Creo que la respuesta, algo especulativa, es que depende de las recientes concepciones de los sistemas dinámicos. Nuestra percepción de la belleza se inspira en la armoniosa disposición del orden y del desorden, tal como aparece en los objetos naturales: nubes, árboles, serranías o cristales de nieve. Las formas de todos ellos son procesos dinámicos vaciados en figuras físicas. Las tipifican combinaciones especiales de orden y desorden".
Tal como Gleick observa correctamente, "Las formas simples son inhumanas. No sintonizan con el modo como se organiza la naturaleza o con la manera en que ve el mundo el ser humano".
Hace tiempo que Karl Marx planteó las consecuencias negativas de la extrema división entre el campo y la ciudad. No se trata de "volver a la naturaleza", en el sentido utópico planteado por algunos ecologistas, que sueñan con escaparse de la fealdad del presente retirándose a un paraíso natural inexistente en un pasado mítico. No hay vuelta atrás. No es una cuestión de negar la tecnología, sino de luchar contra los abusos de la tecnología en beneficio del lucro privado que destruye el medio ambiente, creando un infierno donde podría existir un paraíso terrenal. Esta es la tarea central a la que se enfrenta la humanidad en la última década del siglo XX.
"Pensadores" y "hacedores"
"Nec mansus, nisi intelectus, sibi permisus, multum valent". (Ni la mano ni el intelecto por sí solos valen mucho. Francis Bacon.)
El divorcio total entre teoría y práctica en la sociedad actual se ha convertido en una característica extremadamente dañina. El carácter cada vez más fantástico de muchas de las "teorías" puestas en circulación por ciertos astrónomos y físicos teóricos es indudablemente una consecuencia de ello. Liberados de las restricciones de tener que buscar pruebas concretas de sus teorías, y basándose cada vez más en ecuaciones complicadas e interpretaciones ocultistas de la teoría de la relatividad, los resultados de este pensamiento totalmente especulativo son cada vez más extravagantes.
Es el momento de reexaminar el sistema educativo en su conjunto, y el sistema clasista en el que se basa. Es el momento de reconsiderar la validez de dividir la humanidad entre "pensadores" y "hacedores", no desde el punto de vista de alguna justicia moral abstracta, sino simplemente porque se ha convertido en obstáculo para el desarrollo de la cultura y la sociedad. El desarrollo futuro de la humanidad no se puede basar en las viejas y rígidas divisiones. La nueva tecnología requiere una fuerza de trabajo educada capaz de tener una participación creativa en su trabajo. Esto no se podrá conseguir nunca en una sociedad escindida por la mitad por el apartheid clasista. En un pasaje bastante agudo, Margaret Donaldson plantea la situación insatisfactoria que existe en las universidades hoy en día:
"Consideremos los departamentos de ciencias de nuestras universidades. Enseñan matemáticas y física tal y como deberían hacerlo. Pero no enseñan a la gente a hacer cosas. Puedes salir como graduado en mecánica sin haber utilizado nunca un torno ni una fresadora. Estas cosas se consideran adecuadas sólo para técnicos. Y por otra parte para muchos de ellos, la física y las matemáticas más allá¿de un nivel elemental están simplemente fuera de su alcance".
El filósofo y pedagogo inglés Alfred North Whitehead estaba profundamente preocupado por esto, y, en su artículo Technical Education and its relation to Science and Literature (Educación técnica y su relación con la ciencia y la literatura) escribió que "a la hora de enseñar empiezas a fracasar cuando te olvidas que tus alumnos tienen cuerpos", y añadió: "Es un punto discutible si la mano humana creó el cerebro humano, o el cerebro creó la mano. Ciertamente la conexión es íntima y reciproca".
Donaldson plantea correctamente que, mientras que el pensamiento abstracto (ella lo denomina "pensamiento desencarnado") representa la capacidad de alejarse de la vida, consigue sus mejores resultados cuando se vincula a la actividad. Toda la historia del Renacimiento es una prueba de esta afirmación. Es cierto que el campo de la ciencia moderna es infinitamente más vasto y complicado que en aquellos tiempos, pero ¿quiere esto decir que es imposible que los científicos aprendan de diferentes disciplinas? ¿No será que el actual apartheid intelectual más que ser el resultado de la creciente complejidad del sujeto a estudiar, es el resultado de la manera en que está estructurada la actual sociedad, y las actitudes, prejuicios e intereses materiales que de ella se derivan, y que tratan de preservarla a toda costa?
Los reaccionarios intentan justificar la situación actual con las hoy en día obligadas referencias al determinismo genético: si algunos de "nosotros" somos listos, y tenemos buenos empleos y mejores salarios, es porque nacimos con buena estrella (léase "con buenos genes", que viene a ser lo mismo). El hecho de que el resto de la humanidad no haya tenido tanta suerte debe de ser porque hay algo incorrecto en sus genes. Respondiendo a esta basura, Donaldson escribe:
"¿Sólo algunos de nosotros somos capaces somos capaces de aprender a movernos más allá¿de los límites del sentido humano y funcionar con éxito allí? Lo dudo. Aunque puede tener cierto sentido plantear que cada uno de nosotros tenemos algún "potencial intelectual genéticamente determinado, en ese caso los individuos seguramente serán diferentes en este aspecto al igual que en otros, no hay razón para suponer que la mayoría de nosotros o cualquiera de nosotros se las arregla para acercarse a lo que hacemos nosotros. Y no es ni siquiera seguro que tenga mucho sentido pensar en términos de ningún tipo de límites por arriba. Tal como Jerome Bruner lo plantea, hay herramientas de la mente y herramientas de la mano y en ambos casos el desarrollo de una nueva herramienta poderosa nos da la posibilidad de dejar las viejas limitaciones atrás . De manera similar, David Olson dice: "La inteligencia no es algo que tenemos que es inmutable; es algo que cultivamos operando con una tecnología, o algo que creamos inventando nueva tecnología".
El gran pedagogo soviético Vygotsky no creía que el profesor tuviese que tener un control rígido sobre la manera exacta en que el niño aprende. Como Piaget, Vygotsky consideraba la actividad por parte del niño como central de cara a la educación. En lugar de encadenar a los niños a los pupitres, donde pasan por el proceso de aprender cosas que no tienen ningún sentido para ellos, Vygotsky insistió en la necesidad de un auténtico desarrollo intelectual. Esto, sin embargo, no se puede considerar en el vacío social. En una sociedad auténticamente socialista la educación estaría vinculada a la actividad creativa desde el principio, rompiendo la ridícula división entre trabajo intelectual y manual. En muchos sentidos, Vygotsky estaba por delante de su tiempo. Sus métodos educativos demostraban gran imaginación, por ejemplo permitiendo a los niños enseñarse los unos a los otros:
"Vygotsky defendió la utilización de los niños más avanzados para ayudar a los menos avanzados. Durante mucho tiempo esto se utilizó como base de la educación marxista igualitaria en la Unión Soviética. La razón fundamental socialista era de todos los niños trabajando para el bien general más que la capitalista de cada niño intentando sacar el máximo de la escuela sin poner nada de su parte. El niño más inteligente está ayudando a la sociedad ayudando a los menos capaces, en la medida en que estos últimos (se espera) serán más ventajosos para la sociedad como adultos educados que como adultos ignorantes. Vygotsky argumentó que esto no era necesariamente un acto de auto sacrificio por parte del niño más avanzado. Explicando y ayudando a otros niños, bien puede ganar una mayor comprensión explícita de su propio conocimiento, en líneas metacognoscitivas. Y, enseñando una lección, consolida su propio aprendizaje".
Una sociedad socialista democrática aboliría la diferencia entre trabajo manual e intelectual a través de un incremento general del nivel cultural de la sociedad. Esto está estrechamente vinculado a la reducción de la jornada laboral como consecuencia de una planificación racional de la producción. La educación se transformaría, combinando el aprendizaje con la actividad creativa y el juego. El desarrollo de todo tipo de nuevas técnicas será utilizado por completo. Los dispositivos de realidad virtual, que hoy en día son poco más que novedades, tienen un enorme potencial, no sólo para la producción y el diseño sino también para la educación. Esta hará que las lecciones cobren vida, estimulando la imaginación y la creatividad de los niños, no sólo para experimentar la historia y la geografía, sino también para aprender ingeniería mecánica, o cómo pintar o tocar instrumentos musicales. La liberación de la humillante lucha por las necesidades de la vida, el acceso a la cultura y el tiempo para desarrollarse uno mismo como ser humano, esta son las bases sobre las que la sociedad humana puede realizar todo su potencial.
Humanidad y universo
"Y dijo, ¿Qué hora es? "Deja la hora para los perros y monos, ¡El hombre tiene la Eternidad!" (Robert Browning, El funeral de un gramático)
Los logros de los programas espaciales soviético y americano nos dan solamente un indicio de lo que sería posible. Pero los programas espaciales de las grandes potencias fueron realmente un producto secundario de la carrera de armamentos durante la guerra fría. Desde el colapso de la Unión Soviética, la cuestión de los viajes espaciales ya no ocupa una posición central, aunque todavía existe la posibilidad de construir una estación espacial orbitando la tierra, haciendo los viajes a la luna mucho más sencillos. En la futura comunidad socialista mundial los viajes espaciales dejarán de ser materia de la ciencia ficción, y se convertirán en un hecho de la vida, tan común como hoy en día son los viajes aéreos. La exploración del sistema solar, y más adelante de otras galaxias, proporcionará a la humanidad el mismo tipo de desafío y estímulo que el que se produjo para Europa con el descubrimiento de América.
La posibilidad de viajes espaciales a larga distancia más allá de los límites de nuestro sistema solar no se quedará para siempre en el reino de la ciencia ficción. No deberíamos olvidar que hace sólo cien años, la idea de viajar más rápidamente que la velocidad del sonido parecía una cosa más allá de los límites de la credibilidad, para no hablar de ir a la luna. La historia de la raza humana en general, y la de los últimos 40 años en concreto, demuestra que no hay problema tan grande que los hombres y mujeres no puedan resolver, con un poco de tiempo.
Dentro de unos 4.000 millones de años nuestro sol empezará a aumentar de tamaño, en la medida en que el núcleo de helio se vaya contrayendo lentamente. Los planetas más cercanos al sol se verán sometidos a temperaturas inimaginables. La vida en la tierra se hará imposible, los océanos entrarán en ebullición, y se destruirá la atmósfera. Sin embargo el fin de la vida en una pequeña esquina del universo no es el fin de la historia . Aunque nuestra estrella muera, otras nacerán. Entre los miles de millones de galaxias en el universo visible, existe una gran cantidad de soles y planetas como el nuestro en los que se dan las condiciones para la vida. Sin duda muchos de ellos estarán habitados por formas de vida avanzadas, incluyendo seres pensantes como nosotros mismos. Muy pocos científicos lo ponen en duda hoy en día, y menos desde que se han encontrado las moléculas complejas necesarias para crear organismos vivos en el propio espacio.
Al final de la Dialéctica de la naturaleza, Engels expresa un vibrante optimismo sobre el futuro de la vida:
"Aquel en el cual se mueve la materia es un ciclo eterno, un ciclo que por cierto sólo completa su órbita en períodos de tiempo para los cuales nuestro año terrestre no es una medida adecuada; un ciclo en el cual el tiempo de máximo desarrollo, el de la vida orgánica y más aun el de los seres conscientes de la naturaleza y de sí mismos, es tan estrictamente limitado como el espacio en que llegan a realizarse la vida y la conciencia de sí; un ciclo en el cual todos los modos finitos de existencia de la materia, sea sol o vapor de nebulosa, animal aislado o género de animales, combinación o disociación químicas, son igualmente transitorios, y en que nada es eterno, salvo la materia en eterno movimiento, en eterno cambio, y las leyes según las cuales se mueve y cambia.
"Pero por frecuente e inexorable que sea la completación de este ciclo en el tiempo y el espacio; por muchos que sean los millones de soles y tierras que surgen y desaparecen; por mucho que pueda durar antes que en un sistema solar, y sólo en un planeta, se desarrollen las condiciones necesarias para la vida orgánica; por innumerables, además, que sean los seres orgánicos que deben surgir y desaparecer a su vez antes que se desarrollen en su seno animales con un cerebro capaz de pensar, y que por un breve lapso encuentren condiciones aptas para la vida, sólo para ser exterminados más tarde sin piedad, abrigamos la certidumbre de que la materia es eternamente la misma en todas sus transformaciones, que jamás puede perderse ninguno de sus atributos, y también, por lo tanto, que con la misma férrea necesidad con que exterminará en la tierra su más elevada creación, el cerebro pensante, volverá a producirlo en alguna otra parte y momento".
Sin embargo, ahora podemos ir más allá. Los asombrosos adelantos de la ciencia en los cien años que han transcurrido desde la muerte de Engels significan que la muerte del sol no tiene porque implicar la muerte de la raza humana. El desarrollo de potentes naves espaciales que podrían viajar a velocidades que ahora nos parecen imposibles, podría preparar el terreno para la última aventura, la migración a otras partes del sistema solar, e incluso a otras galaxias. Incluso a un uno por ciento de la velocidad de la luz, un objetivo claramente conseguible, sería posible alcanzar planetas habitables en unos pocos cientos de años.
Si esto nos parece un período de tiempo muy largo, deberíamos recordar que a los seres humanos primitivos les llevó millones de años colonizar el mundo, partiendo desde África. Es más, posiblemente el viaje se podría hacer por etapas, estableciendo colonias a lo largo del camino, de la misma manera que los habitantes de la Polinesia colonizaron el Pacífico, isla a isla, a lo largo de cientos de años. Los problemas tecnológicos serán enormes, pero tendremos por lo menos 3.000 millones de años para resolverlos. Si tenemos en cuenta que el Homo sapiens sólo ha existido los últimos 100.000 años, y la civilización sólo 5.000 años, y que el ritmo del avance tecnológico ha tendido a acelerarse cada vez más, no hay motivo alguno para sacar conclusiones pesimistas sobre el futuro de la humanidad con una sola condición: que la dominación de clase, esa reliquia atroz del barbarismo, sea reemplazada por un sistema de cooperación y planificación, que una todos los recursos del planeta para una causa común .
Engels describió el socialismo como el paso de la humanidad del reino de la necesidad al reino de la libertad. Por primera vez sería posible para la mayoría de la sociedad escapar de la lucha humillante por la supervivencia, y elevar sus miras a un nivel superior. La erradicación de las enfermedades, el analfabetismo y la falta de vivienda, por sí mismos objetivos importantes, sólo serían el punto de partida. Combinando todos los recursos del planeta que ahora se desperdician vergonzosamente, el genero humano podría alcanzar las estrellas, literalmente.
Y por último, pero no por ello menos importante, los humanos serán por fin dueños de sí mismos, sus vidas y sus destinos, incluyendo su composición genética. Las relaciones entre hombres y mujeres serán relaciones entre seres humanos libres, no entre esclavos. Aristóteles ya planteó que el hombre se pone a filosofar cuando tiene sus necesidades básicas cubiertas. Entendió que el desarrollo de la cultura está estrechamente ligado a las condiciones materiales de vida. En una cita realmente llamativa, demuestra que hombres y mujeres empiezan a filosofar, a dedicarse a la búsqueda del conocimiento porque sí, sólo cuando están liberados de la necesidad de luchar por las necesidades de la existencia:
"Esto se demuestra por el actual curso de los acontecimientos; ya que la filosofía sólo surge cuando las necesidades y el confort físico y mental de la vida están cubiertas. Claramente, por lo tanto, la Sabiduría no se desea porque tenga ninguna ventaja extrínseca por sí misma; por que podemos considerar libre al hombre que existe por sí mismo y no en el interés de otro, por eso la filosofía es la única de las ciencias que es libre por que es la única que se persigue por sí misma".
Durante toda la historia de la civilización hasta el día de hoy, la cultura ha sido el monopolio de una pequeña minoría. En una sociedad auténticamente socialista democrática sería posible asegurar una reducción general de la jornada laboral, e incrementar los niveles de vida de todo el mundo sobre la base de un enorme auge de la producción. Liberados de las presiones de la necesidad, hombres y mujeres podrán dedicar sus vidas a un desarrollo completo e integral de su personalidad, intelecto y psique. El arte, la literatura, la música, la ciencia y la filosofía ocuparán una posición similar a la que ocupa hoy en día la política partidista.
Sobre la base de una economía planificada y gestionada democráticamente, se podría poner el enorme potencial de la ciencia y la tecnología a disposición de la humanidad. En los últimos cien años, una mejora de la dieta y de la atención sanitaria ha duplicado la esperanza de vida en la mayoría de los países industrializados. Mejoras en el estilo de vida podrían llevar a alargar todavía más la vida activa. Vivir cien años de vida plenamente activa sería una cosa habitual. El uso correcto de la ingeniería genética podría incluso permitir a los científicos contrarrestar el proceso de envejecimiento y prolongar la vida mucho más allá de lo que se consideraba como la extensión normal de la vida humana. Las posibilidades para el futuro del género humano son tan infinitas como el propio universo.
"Estas perspectivas están completamente de acuerdo con toda la evolución del hombre. Comenzó primero por expulsar los elementos oscuros de la producción y la ideología, acabando, por medio de la técnica, con la rutina bárbara de su trabajo, y por medio de la ciencia con la religión. Después expulsó de la política los inconscientes, al derribar la monarquía, a la que sucedieron las democracias y parlamentarismos racionalistas, y luego a la dictadura abierta de los soviets. Los elementos incontrolados tenían el máximo arraigo en las relaciones económicas, pero el hombre los está eliminando también aquí por medio de la organización socialista. Esto permite reconstruir sobre bases diferentes la vida familiar tradicional Finalmente, si la naturaleza misma del hombre se encuentra oculta en los rincones mas profundos y oscuros del subconsciente, ¿no es evidente que en este sentido han de dirigirse los más grandes esfuerzos de la investigación y la creación? El género humano, que ha dejado de arrastrarse ante Dios, el Zar y el Capital, no debe capitular ahora ante las leyes oscuras de la herencia y de la selección sexual. El hombre libre tratará de lograr el máximo equilibrio en el funcionamiento de sus órganos y el desarrollo más armónico de sus tejidos, a fin de reducir así el miedo a la muerte dentro de los límites de una reacción racional del organismo ante el peligro. No hay duda de que la falta de armonía anatómica y fisiológica del hombre, la gran desproporción en el desarrollo de sus órganos o la utilización de sus tejidos, dan a su instinto vital ese miedo mórbido, histérico, ante la muerte, temor que produce a su vez las humillantes y estúpidas fantasías sobre el más allá.
"El hombre tratará de ser dueño de sus propios sentimientos, de elevar sus instintos a la altura de lo consciente y hacerlos transparentes, de dominar con su voluntad las tinieblas de lo inconsciente; así se elevará a un nivel superior y creará un tipo biológico y social más perfecto, o si se quiere, un superhombre.
"Es tan difícil predecir cuales serán los límites del dominio de sí mismo que alcanzará el hombre futuro, como prever hasta donde se podrá desarrollar el dominio técnico sobre la naturaleza. La construcción social y la autoeducación psicofísica serán dos aspectos paralelos de un único proceso. Todas las artes la literatura, el teatro, la pintura, la escultura, la música y la arquitectura darán a este proceso una forma sublime. más exactamente, la forma que revestirá el proceso de edificación cultural y de autoeducación del hombre comunista desarrollará al máximo los elementos vitales del arte contemporáneo. El hombre se hará incomparablemente más fuerte, más sabio y más complejo. Su cuerpo será más armonioso, sus movimientos más rítmicos, su voz más melodiosa. Las formas de su existencia adquirirán una calidad dinámicamente dramática. El hombre normal se elevará a las alturas de un Aristóteles, un Goethe o un Marx. Y por encima de estas alturas se elevarán nuevas cúspides."