15. ¿El gen egoísta?

Genética

No fue hasta finales de los años 30 que el mecanismo de Darwin para la evolución selección natural obtuvo una aceptación generalizada. En esa época figuras científicas importantes como Haldane, Fisher y Wright se convirtieron en los padres del neo-darwinismo, que fundió la selección natural con la genética de Mendel. La teoría de la herencia fue esencial para conectar la teoría de la evolución con la teoría de la célula. En el siglo XIX, los biólogos Schleiden, Schwann, y Virchow explicaron que las células eran la unidad básica de todas los organismos vivos. En 1944, Oswald Avery identificó el ADN en el núcleo de la célula como el material componente de la base de la herencia. El descubrimiento por parte de Crick y Watson de la doble hélice de ADN clarificó todavía más el camino que seguía la evolución. Las variaciones en la descendencia de Darwin se debían a cambios en el ADN, que surgían de mutaciones casuales y reajustes moleculares internos, sobre los que actuaría la selección natural.

Gregor Johann Mendel, un monje austriaco, y botánico aficionado, en los años 60 del siglo pasado hizo un estudio detallado de las características hereditarias de las plantas, a través del cual descubrió el fenómeno de la herencia genética. Mendel, un hombre tímido y modesto, envió sus descubrimientos a un eminente biólogo que, como era de esperar, rechazó la idea como un sin sentido. Profundamente descorazonado, Mendel escondió sus ideas al mundo y volvió a sus plantas. Su trabajo revolucionario no fue redescubierto hasta 1900, cuando realmente nació la genética. Los avances en los microscopios hicieron posible examinar el interior de la célula, llevando al descubrimiento de genes y cromosomas.

La genética nos permite comprender el proceso continuo del desarrollo de la vida. La evolución de la vida comportó la aparición de la célula auto-replicante que podía trasmitir las características de la forma de vida a las futuras generaciones. Este tipo de mecanismo es el ácido desoxirribonucleico (ADN). Esta moléculas auto reproductora de ADN no se concentra en una parte concreta del cuerpo sino que está presente en toda célula animal o vegetal. La especie más desarrollada, el producto de 3.000 millones de años de evolución, es la especie humana. Un ser humano adulto está formado por aproximadamente un billón de células, pero al ser concebido era una sola célula embrionaria. ¿Cómo es esto? El secreto está en el ADN. Dentro de esta célula única hay una moléculas de ADN que contiene el código genético para la construcción del ser humano. La información genética contenida en los genes está almacenada en una forma químicamente codificada. Un gen es una sección de ADN que tiene la información para hacer un tipo concreto de proteína.

Los genes que hay en cada célula son la parte del organismo que contiene toda la información necesaria para crear animales y plantas. La mayoría de los genes llevan información que dirige a las células a fabricar proteínas. Algunos genes le dicen a las células de un embrión dónde están situadas y si tienen que crecer para convertirse en un brazo o en una pierna. Las secuencias de bases almacenadas en los genes determinan que tipo de criatura viva será. La información hereditaria está almacenada en el núcleo de cada célula en forma de cadenas de genes llamadas cromosomas. Como un libro de texto viviente, dos juegos de cromosomas llevan todos los genes de un individuo, definiendo el carácter de la estructura de las proteínas que llevan a cabo la mayor parte del trabajo en el cuerpo.

Sólo en los años 50 se descubrió la composición química de los genes identificados como ADN. En 1953, Francis Crick y James Watson dieron un paso adelante revolucionario en la genética con el descubrimiento del famoso modelo de la doble hélice de la moléculas de ácido nucleico, por el cual recibieron el premio Nóbel en 1962. Esto clarificó como se duplican los cromosomas en la división celular. El ADN está presente en las formas de vida más simples: un virus tiene una moléculas simple de ADN. Toda la vida tal y como la conocemos depende en última instancia del ADN. El descubrimiento y desarrollo de la genética descifró los secretos de la evolución. Las leyes de la evolución descubiertas por Darwin fueron enriquecidas por la comprensión de la genética, a través del trabajo de Fisher, Haldane y Wright, los co-fundadores del neo-darwinismo.

El gen es la unidad de la herencia. El conjunto de genes de un organismo es el genoma. En la actualidad los científicos están enfrascados en un proyecto para identificar todos los genes del genoma humano, que son unos 100.000. Los genes mismos se reproducen en cada generación de células; las proteínas en forma de enzima juegan un papel importante en este proceso. A través de esta auto-reproducción, los genes se forman de nuevo para cada nueva célula. Por lo tanto, indirectamente, producen las proteínas que construyen y mantienen cada célula. Desde las células de las bacterias, células vegetales y animales; células especializadas para formar músculos o huesos, hojas o tallos, el hígado o el riñón, y muchas más incluyendo las células cerebrales. Cada célula contiene el mismo conjunto de genes que estaba presente en la célula original. Cada célula humana contiene probablemente la información genética necesaria para fabricar cualquier tipo de célula humana, y por lo tanto un ser humano completo, pero en cada célula sólo se utiliza una parte seleccionada de esta información. Es parecido a un libro de instrucciones en el que sólo se seleccionan ciertas páginas, e incluso sólo ciertas líneas para codificar las proteínas necesarias en la producción de varias células.

El efecto de la reproducción sexual es mezclar o barajar los genes. Las células sexuales (óvulo o esperma) sólo contienen 23 cromosomas cada una, pero cuando se unen suman los 46 cromosomas normales. La nueva célula, en palabras de Dawkins, sería "un mosaico de genes maternos y paternos". En la medida en que se mezclan los dos juegos de cromosomas, si dos señales genéticas son diferentes, una de las características prevalecerá sobre la otra. El gen de los ojos marrones, por ejemplo, es dominante sobre el de los ojos azules. Son lo que se llama genes recesivos y dominantes. Algunas veces se produce una especie de compromiso híbrido.

La variación se consigue a través de la reproducción. Desde un punto de vista evolutivo es vital. La reproducción asexual de los organismos primitivos crea copias idénticas de la célula madre, en las que las mutaciones son muy poco frecuentes. Por otra parte, la reproducción sexual con la nueva combinación de genes de dos fuentes diferentes incrementa las posibilidades de variación genética y acelera la tasa en la que funciona la evolución. Cada forma de vida lleva el código genético de información de ADN. La prueba de que tenemos un antepasado común es el parecido en la estructura celular de todos los organismos vivos. El mecanismo de la herencia es el mismo, en el que el ADN determina que un ratón sea como un ratón, que los humanos sean como humanos y las bacterias como bacterias. Algunos organismos, como las bacterias, sólo poseen una moléculas de ADN principal, mientras que nuestras propias células, y la de los organismos superiores, contienen una serie de paquetes de ADN (cromosomas).

Genes y entorno

En los últimos 25 años las ideologías gemelas del reduccionismo y del determinismo biológico han dominado todas las ramas de la biología. El método del reduccionismo intenta explicar las propiedades de los todos complejos, proteínas por ejemplo, en términos de las propiedades de los átomos e incluso de las partículas fundamentales de las que se componen. Y cuando más profundamente vas, tienes un conocimiento más profundo (se afirmaba). Además, aseguran que las unidades de las que se compone el todo existían antes del todo, que una cadena causal va desde las partes al todo, que el huevo siempre es antes que la gallina.

El determinismo biológico está estrechamente vinculado al reduccionismo. Plantea, por ejemplo, que el comportamiento de los seres humanos está determinado por los genes de cada individuo y lleva a la conclusión de que toda la sociedad humana está gobernada por la suma del comportamiento de todos los individuos en esa sociedad. Este control genético es el equivalente a las viejas ideas expresadas en la frase "naturaleza humana". Una vez más, los científicos pueden argumentar que no es eso lo que quieren decir, pero las ideas del determinismo y de los genes como "entidades fijas e inalterables" están enraizadas en sus declaraciones y son adoptadas ávidamente por los políticos de derechas. Para ellos, las desigualdades sociales son desafortunadas, pero son innatas e inalterables; por lo tanto no se pueden solucionar por medios sociales, por que eso seria "ir en contra de la naturaleza". Esta idea ha sido expresada por Richard Dawkins en The Selfish Gene (El gen egoísta) que es utilizado como libro de texto en las universidades americanas.

El mecanismo de la evolución está condicionado por la relación dialéctica entre los genes y el entorno. Antes de Darwin, Lamarck planteó una teoría diferente de la evolución, que plantea que el individuo se adapta directamente a su entorno y transmite estas modificaciones a su descendencia. Esta interpretación mecánica ha sido desacreditada por completo, aunque la idea de que el entorno altera directamente la herencia resurgió en la Rusia estalinista bajo la forma del Lysenkoismo. La evolución humana tiene una "naturaleza" y una "historia". La materia prima genética entra en una relación dinámica con el entorno social, cultural y económico. Es imposible entender el proceso de la evolución tomando uno sólo de ellos por separado en la medida en que hay una interacción constante entre los elementos biológicos y "culturales".

Se ha demostrado de forma concluyente que los rasgos adquiridos (derivados del entorno) no se transmiten biológicamente. La cultura se transmite de generación en generación exclusivamente por la enseñanza y el ejemplo. Esta es una de las características decisivas que separan la sociedad humana del resto del reino animal, aunque también se pueden observar los elementos de esto en los simios superiores. Es imposible negar el papel vital de los genes en el desarrollo humano, y esto no está en la menor contradicción con el materialismo. Por lo tanto, ¿se puede sacar la conclusión de que "todo está en los genes"? Dejadnos citar las palabras del famoso genetista Theodore Dobzhansky

"La mayoría de los evolucionistas contemporáneos son de la opinión que la adaptación de una especie viva a su entorno es el principal agente que impulsa y dirige la evolución biológica".

Y de nuevo

"Sin embargo, la cultura es un instrumento de adaptación mucho más eficaz que los procesos biológicos que llevaron a su inicio y desarrollo. Es más eficaz entre otras cosas porque es más rápido, los cambios en los genes se transmiten solamente a los descendientes directos de los individuos en que aparecen por primera vez; para reemplazar los viejos genes, los portadores de los genes nuevos tienen que reproducirse más rápidamente y suplantar gradualmente a los anteriores. Los cambios en la cultura se pueden transmitir a cualquiera independientemente de su parentesco biológico, o pueden ser tomados de otros pueblos en una forma ya elaborada".

Los biólogos dividen el organismo en dos partes, la composición genética, conocida como el genotipo, y las cualidades aparentes, el fenotipo. Es un error común considerar que la relación entre ambos es una relación simple de causa efecto. El genotipo, plantea el argumento, es anterior al fenotipo y por lo tanto es el elemento decisivo en la ecuación. Nacemos con unos genes determinados que no se pueden alterar, y esto decide nuestro destino, de una forma tan decisiva como la posición de los planetas en la astrología. Este tipo de determinismo genético mecanicista es la otra cara de la moneda de las teorías de embaucadoras de Lysenko. Es el lamarckismo puesto al revés. En realidad el genotipo, o los genes que se encuentran en el núcleo de cada célula, es más o menos fijo, exceptuando alguna mutación casual. El fenotipo, o el total de las propiedades morfológicas, fisiológicas y de comportamiento, no es fijo. Por el contrario, cambia constantemente a lo largo de la vida del organismo por la interacción entre el genotipo y el entorno y entre el fenotipo y el entorno. En otras palabras, es un producto de la interacción dialéctica de organismo y ambiente. Si Albert Einstein hubiese nacido en un suburbio de Nueva York o en un poblado de la India, no hace falta ser muy inteligente para darse cuenta de que su potencial genético hubiese contado para bien poco.

El estudio de la genética da una respuesta concluyente al idealismo. Ningún organismo puede existir sin un genotipo.

Y ningún genotipo puede existir fuera de una continuidad espacio temporal, un entorno. Los genes interaccionan con el entorno dando lugar al proceso del desarrollo humano. De hecho, si la herencia fuese perfecta no habría evolución, ya que la herencia es una fuerza conservadora. Es esencialmente un mecanismo de auto copiado. Pero hay una contradicción interna en los genes, aunque ocasionalmente se produce una copia defectuosa una mutación . Hay un número infinito de accidentes de este tipo; la mayoría de los cuales no solamente son inútiles, sino perjudiciales para el organismo.

Una sola mutación no puede transformar una especie en otra. La información contenida en el gen no se mantiene en un aislamiento perfecto. Entra también en contacto con el mundo físico, en el que es puesto a prueba, procesado, articulado y modificado. Si una variedad concreta da una mejor proteína que otra en un ambiente determinado, prosperará, mientras que las otras serán eliminadas. En un punto dado, pequeñas variaciones llegan a un estadio cualitativo, y se forma una nueva especie. Este es el significado de la selección natural. Durante casi 4.000 millones de años los genes de todo organismo viviente plantas y animales, incluyendo los humanos se han ido formando de esta manera. Este no es un proceso unidireccional. La idea de los deterministas genéticos de que los genes son preeminentes, ha sido descrita por Francis Crick, uno de los descubridores del código del ADN, como el "dogma central" de la biología molecular. No es más válido que el dogma de la Inmaculada Concepción. En la relación dialéctica entre el organismo y el entorno, la información sobre el fenotipo vuelve al genotipo. Los genes se "seleccionan" por el entorno, que determina cuales sobrevivirán y cuales perecerán.

El papel del código genético es vital a la hora de establecer la "estructura" de los seres humanos, mientras que el ambiente trabaja para llenarlo y afecta el comportamiento y la personalidad. No son factores aislados, sino que se fusionan dialécticamente para producir un individuo y sus características únicas. No hay dos personas iguales. Sin embargo, aunque no es posible alterar la composición genética de una persona, es perfectamente posible alterar su entorno. La manera de mejorar el potencial de un individuo es mejorando su ambiente. Esta idea ha provocado una discusión acalorada a lo largo de los años: ¿es posible superar o cambiar las deficiencias genéticas a través de una mejora en el entorno? Uno de los más importantes de los primeros genetistas, Francis Galton, trató de demostrar que la genialidad era hereditaria, y favoreció una política de reproducción selectiva para mantener las existencias intelectuales. La idea de que las capas medias y la clase superior blanca era genéticamente superior a otras razas impregnaba la sociedad victoriana. Se convirtió en la ideología del movimiento eugénico, que planteaba la esterilización forzosa para impedir que se propagasen los biológicamente insanos. Se utilizaron acientíficamente los tests de IQ (cociente intelectual) para apoyar el determinismo biológico y la idea de que las desigualdades sociales basadas en la raza, sexo o clase no se pueden alterar porque reflejan genes inferiores innatos.

"Inteligencia" y genes

El sociobiólogo E. O. Wilson, en su libro Sociobiología. La nueva síntesis expresa esta idea determinista de la siguiente forma:

"Si la sociedad planificada, cuya creación es inevitable en el próximos siglo, fuese deliberadamente a guiar a sus miembros más allá de estos stress y conflictos que dieron lugar a los fenotipos destructivos (agresión y egoísmo) su ventaja darwiniana, los otros fenotipos (cooperación y altruismo) podrían disminuir con ellos. En este sentido, en el sentido genético último, el control social despojaría al hombre de su humanidad".

En otras palabras, si nos libramos de los aspectos negativos de la humanidad, ¡puede ser que también nos deshagamos de los positivos! Una vez más, Wilson confunde genotipo con fenotipo, al insinuar que el fenotipo (no el genotipo) es fijo e inmutable, y no lo es. El genotipo no "codifica" rasgos en el fenotipo y no hay un gen que sea equivalente al altruismo en el fenotipo. Cada ser viviente es el resultado de una interacción continua entre los genes, el entorno, y el propio fenotipo. Sin embargo, debemos evitar caer en el otro extremo creyendo que el organismo es masilla en "manos" de los genes y el entorno. También es una parte activa del proceso. Todos los seres vivos interaccionan con su ambiente de manera dialéctica.

"Suponed que una célula sexual transporta una partícula llamada "inteligencia" que hará que el que la tenga sea listo y agudo sin importar qué le pase, es de hecho ridículo", afirma Dobzhansky. "Pero es evidente que la gente con la que nos encontramos no son iguales en inteligencia, capacidades, y actitudes, y no es descabellado pensar que estas diferencias están causadas en parte por la naturaleza de esta gente y en parte por sus entornos".

Aunque está claramente demostrado el carácter materialista y dialéctico del proceso de la vida, la genética ha dado lugar a una acalorada controversia y ha abierto la puerta al idealismo y a concepciones reaccionarias. Un tipo de genética unilateral lleva inevitablemente al error y la confusión. De hecho, ciertos genetistas han caído en el determinismo biológico o genético. Este también es el caso con sociobiólogos como E. O. Wilson y Richard Dawkins. Comentando sobre esto Steven Rose se pregunta:

"¿Implica la teoría evolutiva que ciertos aspectos de los humanos, capitalismo, nacionalismo, patriarcado, xenofobia, agresividad, competitividad, están "fijados" en nuestros genes "egoístas"? Algunos biólogos han querido responder afirmativamente a esta pregunta, y teóricos políticos de derechas, desde monetaristas libertarios a neo-fascistas han cogido con las dos manos estos pronunciamientos como justificación "científica" de sus filosofías políticas". La única conclusión de esto es que el capitalismo y todas sus enfermedades son "naturales" y derivadas de hechos biológicos. Las teorías de la desigualdad racial y sexual también han buscado respaldo en ciertas interpretaciones de la ciencia.

Las metáforas crudas y simplistas de la evolución, como la "supervivencia de los más fuertes" y la "lucha por la existencia", fueron introducidas por Herbert Spencer en el lenguaje del darwinismo social. Se encontró en la biología la confirmación del capitalismo, las desigualdades de clase y el imperialismo. Parece ser que los sociobiólogos del tipo de E. O. Wilson están siguiendo sus pasos con sus puntos de vista sobre la naturaleza humana y el determinismo biológico. Marx y Engels explicaron que "el hombre se hace a sí mismo". La naturaleza humana, con su conciencia, es un producto de las condiciones sociales y económicas predominantes. Esta es la razón por la que la naturaleza humana ha cambiado a lo largo de la historia, siguiendo el desarrollo de la propia sociedad. Para la sociobiología, las características humanas están biológicamente fijadas a través de nuestros genes, dando una base al mito de que "no se puede cambiar la naturaleza humana".

De hecho, la llamada "naturaleza humana" se ha transformado y retransformado muchas veces a los largo de la historia humana, como explica Dobzhansky:

"Darlington (1953) cree que la adaptabilidad individual es de hecho una de las grandes ilusiones de la observación del sentido común. Es una ilusión responsable de algunos de los principales errores de la administración política y económica de hoy en día. No se puede cambiar de un sitio a otro o a otro trabajo a individuos y poblaciones después de un periodo adecuado de formación, por la conveniencia de algún jefe planificador, de la misma manera que no se puede convertir a un ganadero de las montañas en un pescador de alta mar o convertir delincuentes habituales en buenos ciudadanos".

"A pesar de la incertidumbre y poca precisión de nuestro conocimiento sobre la genética humana, hay numerosas pruebas contrarias al punto de vista de Darlington, y estas pruebas son concluyentes.

"La historia es abundante en pruebas que individuos y poblaciones pueden trasladarse con éxito de un sitio a otro o de un trabajo a otro. La revolución industrial en muchos países en todo el mundo lo ha demostrado ampliamente. Lo antecesores más próximos de millones de obreros industriales han sido mayoritariamente campesinos que habían cultivado la tierra "eternamente". El movimiento del campo a las ciudades industriales todavía está en marcha en muchos países "subdesarrollados".

Los tests de Inteligencia

Un término frecuentemente mal utilizado por los deterministas genéticos es la herencia, especialmente en el campo de los tests de IQ (cociente intelectual). Los psicólogos Hans Eysenck en Gran Bretaña, y Richard Herrnstein y Arthur Jensen en los Estados Unidos, han defendido la idea de que la inteligencia es en gran parte hereditaria. También plantean que la media de IQ de los negros es genéticamente inferior a la de los blancos y que los irlandeses están determinados por genes de "bajo IQ". De hecho se ha demostrado que los tests de IQ son imperfectos en sí mismos. No existe una unidad de medida para la "inteligencia", como la que puede haber para el peso o la altura. El IQ es un concepto imaginario basado en suposiciones arbitrarias.

Los tests de Inteligencia surgieron a principios de siglo cuando Alfred Binet estableció un test sencillo para ayudar a identificar niños con dificultades de aprendizaje. Para Binet era un medio de identificación de dificultades que luego se podrían solucionar con "ortopedia mental". Ciertamente no pensaba que esta fuese una medida de inteligencia "fija", y a los que planteaban este tipo de ideas la respuesta de Binet era contundente: "Tenemos que protestar y reaccionar contra este pesimismo brutal".

La base del test de Binet era bastante simple: los niños mayores deberían ser capaces de llevar a cabo tareas mentales que los niños más pequeños no pueden. Con esa base elaboró toda una serie de tests adecuados a cada grupo de edades; de tal manera que se podía juzgar a los niños que se consideraba eran más listos o menos capaces. Como consecuencia se deberían tomar medidas para remediar los campos en los que se encontrasen dificultades. Sin embargo este sistema, en otras manos, se utilizó para sacar conclusiones totalmente diferentes. Con la muerte de Binet los defensores de la eugenesia vieron su oportunidad de oro para reforzar su mensaje determinista. La inteligencia era considerada como una cosa innata y fijada a través de la herencia y que se correspondía con la clase social y el origen social. Cuando Lewis Terman introdujo los tests Stanford-Binet en los Estados Unidos dejó claro que la baja inteligencia "es muy común entre familias hispano-indias y mexicanas del suroeste y también entre los negros. Su torpeza parece ser racial o por lo menos inherente en la raíz de las familias de las que provienen. Los niños de este grupo deberían ser segregados en clases especiales. No son capaces de dominar las abstracciones, pero a menudo pueden convertirse en trabajadores eficaces. No hay posibilidad por ahora de convencer a la sociedad que no se les debería permitir reproducirse, aunque desde un punto de vista eugenésico constituyen un problema grave debido a su nivel de reproducción inusualmente prolífico".

Este era el tono general de la comunidad educativa de los Estados Unidos en relación a los tests. Se introdujo un nuevo paso para extender su alcance científico: se establecieron estándares para los adultos, y una ratio entre la edad y la edad mental, el "cociente intelectual" o IQ. En Gran Bretaña, fue el psicólogo inglés Sir Cyril Lodovic Burt el que tradujo y defendió, incluso de manera más obsesiva que sus colegas americanos, los tests de Binet. Burt defendía que los hombres eran más inteligentes que las mujeres sobre la base de supuestos estudios. El mismo caballero planteó que tenía pruebas científicas irrefutables de que los cristianos eran más inteligentes que los judíos, los ingleses más que los irlandeses, los ingleses de clase alta más que los de clase baja, etc. ¿Qué casualidad que fuese un hombre inglés cristiano de clase alta! Con estos medios los opresores justifican la opresión, los ricos y poderosos justifican sus privilegios, sobre la base de que sus víctimas son "inferiores". Durante 65 años, hasta su muerte en 1971, Burt continuó su trabajo sobre la eugenesia y los tests de IQ y fue debidamente recompensado con el título de Sir por sus servicios a la humanidad. Ayudó a establecer una selectividad en el sistema educativo a los once años, que dividía los niños en "inteligentes" que iban a las grammar school, y "tontos" que iban a las escuelas "secundarias modernas". Burt explicó: "La capacidad obviamente debe limitar el contenido. Es imposible que una jarra de una pinta contenga más de una pinta de leche; y es igualmente imposible que los logros educativos de un niño se eleven más allá de lo que su capacidad educativa permite".

De esta manera se llevó los tests de Binet más allá de su función de reconocer para reforzar el carácter clasista de la sociedad. Estaban aquellos que habían nacido para picar carbón y los que iban a dirigir la sociedad. Los tests no se utilizaban para solucionar los problemas sino para segregar. Independientemente de las modificaciones que se hayan hecho en los tests de inteligencia, todos tienen la misma raíz: una "inteligencia" preconcebida que es el modelo en base al que se juzga a todo el mundo. Sin embargo estos tests están enormemente influenciados por estereotipos culturales y sociales que determinan los resultados. También están vinculados al funcionamiento de las escuelas y reflejan esos resultados. Sin embargo la idea de que es posible identificar o medir la "inteligencia" de esta manera tan cruda es fundamentalmente falsa. Después de todo, ¿qué es la inteligencia? ¿Cómo se puede cuantificar? No es como el peso o la altura. La inteligencia no es una cosa fija, como planteó Burt, sino elástica. El potencial del cerebro humano no tiene límites. La tarea de la sociedad es que el ser humano pueda realizar este potencial. Los factores del entorno pueden restringir o realzar este potencial. Un niño que crezca en un entorno social desfavorable estará en desventaja en relación a uno que tenga todas las necesidades satisfechas. El origen social es extremadamente importante. Si cambias el entorno, cambias el niño. A pesar de las afirmaciones de los deterministas biológicos, la inteligencia no está predeterminada genéticamente.

La obsesión por determinar estadísticamente la inteligencia, a través de un gráfico en forma de campana, es un intento de reforzar el conformismo social. Los que están fuera de la norma son "anormales" y necesitan tratamiento. O bien es genético y determina nuestra clase social, raza y vida. Pero en realidad, mientras que nuestro genotipo es fijo, nuestro fenotipo cambia constantemente. La pérdida de un brazo o una pierna es irreversible pero no hereditaria. La enfermedad de Wilson es hereditaria pero con tratamiento no es irreversible. "Tampoco, por supuesto", dicen Rose, Kamin, y Lewotin, "el fenotipo se desarrolla linealmente del genotipo desde el nacimiento a la madurez. La "inteligencia" de un niño no es solamente un cierto porcentaje pequeño de la del adulto en que se convertirá, como si la "jarra de una pinta" se fuese llenando constantemente".

Los frenéticos intentos de Burt para demostrar la base genética del IQ le llevó a falsificar sistemáticamente sus datos y registros. Su famoso estudio sobre el cociente intelectual de gemelos idénticos separados le llevó a la increíble afirmación de que los entornos separados de los gemelos no tenían ninguna influencia. Para él todo estaba determinado por los genes de los gemelos. Era el ídolo de los deterministas genéticos, y sus estudios les dieron los argumentos necesarios para reforzar su posición. En 1978, D. D. Dorfman, un psicólogo americano, demostró claramente que este gentleman inglés simplemente había falsificado sus resultados. Después de que se demostrase que era un fraude, sus seguidores se vieron obligados a cambiar de discurso, simplemente criticando a Burt por su falta de precisión científica. Los estudios de Burt fueron el Hombre de Piltdown (supuesto "eslabón perdido" entre el hombre y el simio que resultó ser un fraude de un arqueólogo inglés) del IQ. Sin embargo, en su día a pesar de quince años de inconsistencias sus investigaciones fueron aplaudidas por la comunidad científica como prueba de que el IQ era hereditario. Pero a pesar de la caída en desgracia de Burt, el establishment siguió agarrándose a su filosofía reaccionaria como sostén de su punto de vista de clase.

Los estudios más recientes en relación a gemelos idénticos separados en Gran Bretaña, Estados Unidos y Dinamarca, no demuestran en absoluto que el cociente intelectual sea hereditario. Estos estudios han sido respondidos convincentemente por Rose, Kamin y Lewotin. ¿Su conclusión? "No sabemos qué es realmente la heredabilidad del IQ. Todos los datos simplemente no nos permiten calcular una estimación razonable de la variación genética del IQ en cualquier población. Por todo lo que sabemos, la heredabilidad podría ser cero o 50%. De hecho, a pesar de que se han dedicado enormes esfuerzos de investigación a estudiar esta cuestión, la heredabilidad del IQ es irrelevante por lo que se refiere a este asunto. La enorme importancia que dan los deterministas a la demostración de la heredabilidad es una consecuencia de su creencia errónea que la heredabilidad significa inmutabilidad".

"Ni para el IQ ni para ningún otro rasgo se puede decir que los genes determinan el organismo", continúan. "No existe una correspondencia uno-a-uno entre los genes heredados de tus padres y tu altura, peso, tasa de metabolismo, enfermedad, salud, o cualquier otra característica no trivial del organismo, cada organismo es un producto único de la interacción entre genes y entorno en cada etapa de la vida".

Eugenesia

Eugenesia es una palabra acuñada en 1883 por Francis Galton, que era primo de Darwin. El deseo de "mejorar" el capital humano se relaciona frecuentemente con las teorías seudo-científicas por aquellos que intentan demostrar la "superioridad" de un grupo en concreto, raza, nación, clase social, o sexo, en términos de sangre y "buen linaje". Normalmente se le da un aire "científico" a este tipo de sinsentido reaccionario para dar la impresión de respetabilidad intelectual a los prejuicios más irracionales y aborrecibles. En Estados Unidos, la "tierra de la libertad", el movimiento del eugenismo triunfó, aprobando leyes de esterilización obligatoria de los "biológicamente inferiores". El Estado de Indiana aprobó la primera ley en 1907. Esta esterilización se podía aplicar a los que fueran considerados locos o imbéciles, o subnormales con la recomendación de una comisión de expertos. Hace setenta años, John Scopes enseñó evolución utilizando un libro titulado A Civic Biology, de G. W. Hunter, que contenía el tristemente famoso caso de Jukes y Kallikaks. Bajo el título de Parasitism and Its Cost to Societyóthe Remedy (El parasitismo social y su coste para la sociedad, la solución), dice:

"Cientos de familias como las que hemos descrito más arriba existen hoy en día, extendiendo enfermedades, inmoralidad y crimen a todas partes de este país. El coste para la sociedad de estas familias es muy severo. De la misma manera que ciertos animales y plantas se hacen parásitos de otras plantas y animales, estas familias se han convertido en parásitos de la sociedad. No solamente son dañinas para los demás corrompiendo, robando o extendiendo enfermedades, sino que en realidad son protegidas y cuidadas por el estado con dinero de todos. Las casas para pobres y asilos existen principalmente para ellos. Son auténticos parásitos.

"Si esta gente fuesen animales inferiores, seguramente se les mataría para impedir que se extendiesen. La humanidad no permitirá esto, pero tenemos la solución de separar los sexos en los asilos u otros sitios y prevenir de varias maneras el matrimonio entre ellos y las posibilidades de perpetuar esta raza tan baja y degenerada".

Hacia los años 30, más de 30 estados habían aprobado leyes de esterilización, ampliando su posible aplicación a alcohólicos y droga adictos, e incluso a ciegos y sordos entre otros. La campaña llegó a su punto álgido en 1927, cuando la Corte Suprema, por 8 votos a 1 suspendió la ley de esterilización de Virginia en el caso de Buck contra Bell. Este caso implicaba a una chica blanca de dieciocho años llamada Carrie Buck, que había sido encarcelada en la colonia estatal para epilépticos y débiles mentales, y que fue la primera persona en ser esterilizado en aplicación de esta ley. Según Harry Laughlin, el superintendente de la Oficina del Registro de Eugenesia (que pretendía eliminar al "diez por ciento más inútil de nuestra sociedad"), fue elegida porque ella, su madre y su hermana eran genéticamente subnormales. Esta información se obtuvo en gran medida en base al test Stanfor-Binet de IQ, que más tarde se demostró que era totalmente erróneo. El juez del caso, O. W. Holmes, declaró que "con tres generaciones de imbéciles ya basta"! El hijo de Carrie, Vivian, murió en 1932 de enfermedad. Su maestros le describían como "muy inteligente".

En enero de 1935, se habían llevado a cabo 20.000 esterilizaciones forzadas con fines eugenésicos en los Estados Unidos. Laughlin quería ampliar el tratamiento para incluir a "gente sin casa, indigentes y vagabundos" y fue adoptado fervientemente en la Alemania nazi, donde el Erbgesundheitsrecht llevó a la esterilización de 375.000 personas, incluyendo 4.000 por ceguera y sordera. En los Estados Unidos, al final se llevaron a cabo 30.000 esterilizaciones. Aunque la eugenesia clásica ha quedado desacreditada, han surgido nuevas versiones como la psicocirugía. Esta defiende la idea de que la cirugía cerebral puede aliviar problemas sociales, especialmente violencia. Dos psicocirujanos americanos, Vernon Mark y Frank Ervin, llegaron hasta el punto de plantear que los disturbios en las ciudades de los Estados Unidos están causados por problemas mentales (deranged amygdalas), y se podrían evitar con cirugía cerebral de ciertos dirigentes de los guetos. Las investigaciones en este sector de la biología están siendo financiadas por los diferentes departamentos de justicia de los Estados Unidos.

La correspondencia que mantuvieron en 1971 el Director de Correcciones de la Agencia de Relaciones Humanas de Sacramento, y el Director de Clínicas y Hospitales del Centro Medico de la Universidad de California, demuestra el tipo de mentalidad de determinados sectores de la comunidad "científica". El Director pide candidatos adecuados para la cirugía cerebral entre los internos "que hayan demostrado comportamiento agresivo, destructivo, posiblemente como resultado de enfermedad neurológica severa" para llevar a cabo "procedimientos quirúrgicos y de diagnóstico, para localizar centros del cerebro que pudieran haber sido dañados previamente y que pudieran servir como focos para episodios de comportamiento violento", para eliminarlos quirúrgicamente.

La respuesta sugiere un candidato que "fue transferido, por incremento en la militancia, capacidad de liderazgo y odio declarado hacia la sociedad blanca, ha sido identificado como uno de los dirigentes de la huelga de trabajo de 1971. También se detectó al mismo tiempo una avalancha de literatura revolucionaria". Estas ideologías lunáticas son el telón de fondo de la reacción política. En 1980 el Dr. K. Nelson, entonces director del Hospital de Lynchburg, en el que Carrie Buck fue esterilizada, descubrió que se habían realizado 4.000 operaciones, la última en 1972. Los tests de inteligencia utilizados en el caso Buck ya habían sido desacreditados hacía tiempo. Estas ideas reaccionarias de la esterilización forzosa no están simplemente confinadas a las "edades oscuras" del pasado, sino que siguen vivas hoy en día, sostenidas por teorías seudo científicas, especialmente en los Estados Unidos. Incluso ahora siguen existiendo leyes de esterilización en los libros de reglas de 22 estados.

Crimen y genética

Desde principios de la década de los años setenta la proporción de americanos en prisión se ha triplicado. En Gran Bretaña el número de personas entre rejas alcanza niveles récord. La prisiones están tan masificadas que algunos internos están encarcelados en celdas policiales. "El Reino Unido en 1991 tenía un porcentaje de población encarcelada mayor que cualquier país del Consejo de Europa excepto Hungría" según el Financial Times (10 de marzo 1994). A pesar de esto los niveles de criminalidad y violencia siguen siendo altos en ambos países. Esta crisis ha provocado el florecimiento de ideas reaccionarias que intentan vincular el comportamiento criminal a factores biológicos. "Por cada 1% que reducimos la violencia le ahorramos al país 1.200 millones de dólares", dice el psicólogo americano Adrian Raine. Como resultado, el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos ha incrementado su presupuesto para investigación relacionada con la violencia en 58 millones de dólares. En diciembre de 1994, la Fundación Nacional Científica propuso la creación de un consorcio de investigación para cinco años, dotado con 12 millones de dólares. "Con los avances que esperamos, seremos capaces de diagnosticar a mucha gente que tienen una disposición mental biológica a la violencia" asegura Stuart Yudofsky, presidente del departamento de Psiquiatría Baylor College of Medicine". (Scientific American, marzo 1995)

En ciertos círculos se ha puesto de moda atribuir todo tipo de cosas a desajustes biológicos o genéticos, en lugar de reconocer que los problemas sociales surgen de las condiciones sociales. La escuela del determinismo genético ha llegado a todo tipo de conclusiones reaccionarias, reduciendo todos los problemas sociales al nivel de la genética. No hace tanto tiempo, las investigaciones aparentemente demostraron que muchos criminales violentos tenían un cromosoma Y de más, pero estudios más recientes han demostrado que la conexión entre ambos factores es irrelevante. Ahora la atención a la hora de buscar el vínculo entre biología y violencia, está centrada en menor actividad en el córtex frontal en el cerebro de los asesinos. Hay una propuesta en los Estados Unidos para que se cree una Iniciativa Federal de la Violencia para identificar por lo menos 100.000 niños de los barrios obreros "cuyos supuestos defectos genéticos y bioquímicos les harán propensos a la violencia en su vida adulta".

Los peligros de este tipo de investigaciones para encontrar los vínculos genéticos entre raza y comportamiento antisocial o criminal son obvios. Se pueden sacar conclusiones fraudulentas de las estadísticas que demuestran que en Estados Unidos aunque los negros son el 12,4% de la población, representan el 44,8% de los arrestos por crímenes violentos. Como explicaba un reciente artículo en el Scientific American: "existe motivo de preocupación por el hecho de que estudios biológicamente superficialmente objetivos, ignorando ciegamente las diferencias sociales y culturales, puedan reforzar equivocadamente estereotipos raciales" (Marzo 1995). Debido a este peligro se han llevado a cabo boicots de los análisis de orina y sangre en las minorías étnicas. Según Raine "todos los estudios genéticos y biológicos que se han llevado a cabo hasta el momento se han hecho sobre blancos".

Raine continua diciendo: "Imagínate que eres el padre de un niño de ocho años. El dilema ético es este: te podría decir, "Mire, hemos hecho una serie de análisis y podemos predecir con un 80% de certeza que su hijo será muy violento dentro de veinte años. Le podemos ofrecer una serie de programas de intervención biológica, social y cognitiva que reducirán en gran medida la posibilidad de que se convierta en un adulto violento".

"¿Qué harías? Meter a tu hijo en esos programas corriendo el riesgo de estigmatizarlo como un criminal violento incluso sabiendo que hay una posibilidad real de que sea inocente? O dices que no al tratamiento y tienes un 80% de posibilidades de que tu niño se haga mayor y (a) destruya su vida, (b) destruya tu vida, y (c) destruya las vidas de sus hermanos y hermanas y, más importante, (d) destruya las vidas de víctimas inocentes que sufran en sus manos?" (Citado en Scientific American, Marzo de 1995)

En primer lugar no es posible predecir el comportamiento criminal futuro de un niño, y menos con un 80% de precisión. Y en segundo lugar aquí se culpa del crimen al individuo. Este argumento reaccionario ignora el hecho de que la violencia, y otros males sociales son el producto de la sociedad en la que vivimos. Una sociedad basada en la explotación humana y el máximo beneficio que provoca paro masivo, pobreza, gente sin casa, y un deterioro general de la vida. Estas condiciones sociales, a su vez, son las que provocan crimen, violencia, y brutalidad. No tienen nada que ver con los genes o la biología, y sí con la barbarie de la sociedad capitalista.

Los deterministas biológicos son utilizados para reforzar las ideas sociales reaccionarias. No hay que culpar a la sociedad del crimen, la pobreza, el paro, etc., sino que es culpa del individuo, a través de sus deficiencias biológicas o genéticas. La solución por lo tanto es la cirugía cerebral o genética. Otros buscan la explicación de la violencia humana en niveles anormales de testosterona, o en bajo ritmo cardíaco. Algunos científicos han apuntado a los bajos niveles de serotonín, un componente químico que en el cuerpo afecta, entre otras cosas, al funcionamiento del cerebro. Así, C. R. Jeffery escribió en el Journal of Criminal Justice Education que: "incrementando los niveles de serotonín en el cerebro podemos reducir el nivel de violencia" .Así se administran intensificadores de serotonín, como el antidepresivo Prozac, a pacientes para curar su agresividad. La falsedad de este argumento se demuestra en el hecho de que los niveles de serotonín pueden aumentar o disminuir en diferentes partes del cerebro en diferentes momentos, con diferentes efectos. El entorno también puede afectar los niveles. Sin embargo estos hechos no impiden que esta gente siga haciendo sus afirmaciones para apoyar los puntos de vista reaccionarios.

Jefferey plantea que "la ciencia tiene que decirnos qué individuos serán o no criminales, qué individuos serán o no víctimas, y qué estrategias para mantener la ley funcionarán y cuales no". Yudofsky refuerza el entusiasmo de Jeffrey con esta afirmación: "estamos al borde de una revolución en la medicina genética. El futuro será entender la base genética de los desordenes agresivos e identificar a aquellos que tienen mayores posibilidades de convertirse en violentos". Yudofsky cree que habría que hacer pruebas a los niños hiperactivos y darles, si fuese necesario, beta bloqueadores, anticonvulsivos o litio. Según Yudofsky estas drogas tendrían "un coste efectivo" y serían "una tremenda oportunidad para la industria farmacéutica". A este señor, pese a sus aires científicos, se le ve claramente el plumero.

"Hay sectores a los que podemos empezar a aplicar un punto de vista biológico" dice Fishbein. "Hay que valorar individualmente a los delincuentes". Para seguidamente plantear tratamientos obligatorios para los reclusos, pero si estos no dan resultado "deberían seguir en prisión indefinidamente". Masters piensa que "tenemos suficientes conocimientos sobre el sistema serotonergico como para saber que si vemos que un niño tiene malos resultados escolares, tenemos que mirar sus niveles de serotonín".

Racismo y genética

En una intervención en el senado de los Estados Unidos en 1899 se planteó que "Dios no ha estado preparando a los pueblos teutones y anglo parlantes durante mil años simplemente para una vana y ociosa auto admiración. Ya que nos ha hecho aptos para el gobierno debemos administrar gobierno sobre los pueblos salvajes y seniles".

B. Shockley, el co-inventor del transistor, argumentó que ya que los negros eran genéticamente menos inteligentes que los blancos, no debería dárseles las mismas oportunidades, un punto de vista que comparte el conocido psicólogo Hans J. Eysenck. Se ve la naturaleza humana como la fuente y explicación de todos los males sociales, sacando determinados paralelismos distorsionados con los modos de vida de otros animales. La sociobiología en general, plantea que el racismo y el nacionalismo son extensiones naturales del tribalismo que a su vez es producto de la "selección de parentesco". "Nacionalismo y racismo", plantea E. O. Wilson, "son brotes culturalmente nutridos del simple tribalismo". Esta idea ha sido sugerida incluso por Richard Dawkins: "Es concebible que los prejuicios raciales se puedan interpretar como una generalización irracional de una tendencia de selección de parentesco a identificarse con individuos que se parecen a uno físicamente y a ser desagradable con individuos de aspecto diferente".

Según el padre de la sociobiología, E. O. Wilson, "en las sociedades de cazadores recolectores, los hombres cazaban y las mujeres se quedaban en casa. Este fuerte prejuicio persiste en la mayoría de sociedades agrícolas e industriales de hoy en día y sólo sobre esta base parece tener un origen genético". Plantea que los hombres son polígamos "por naturaleza", mientras que las mujeres son monógamas "por naturaleza". La característica de la sociobiología es la comparación de las relaciones sociales humanas con el mundo animal, como justificación de la dominación masculina y la estructura de clase. "El peso del factor genético genético", dice Wilson, "es lo suficientemente fuerte como para provocar una división del trabajo sustancial incluso en las más libres e igualitarias de las sociedades futuras". Este es el planteamiento, basado en el mundo natural, que el zoólogo Desmond Morris intenta popularizar.

Los intentos recientes de demostrar que la inteligencia es hereditaria se han centrado en los tests de inteligencia. The Bell Curve de Charles Murray, vuelve a recuperar el viejo argumento de que la genética explica la diferencia entre el IQ medio de blancos y negros en Estados Unidos. El argumento fundamental de este libro ha sido demolido una y otra vez. Según el psiquiatra Peter Breggin, es un intento de "resucitar la imagen King Kong de los afroamericanos como violentos y estúpidos" (The Guardian, 13 de Marzo de 1995). Pero la evidencia más demoledora contra las teorías del determinismo genético viene de un libro reciente titulado The History and Geography of Human Genes (Historia y geografía de los genes humanos) por los genetistas de la población Luca Cavalli-Sforza, Paolo Menozzi y Alberto Piazza. Este libro es un resumen de 50 años de investigaciones sobre genética de población. Es la explicación más prestigiosa de cómo los seres humanos varían a nivel de sus cromosomas. La conclusión de este libro es que, si descontamos los genes que determinan rasgos superficiales como la coloración y estatura, las "razas" humanas son enormemente parecidas debajo de la piel. La variación entre individuos es mucho más grande que entre grupos raciales. Según la revista Time, "de hecho, la diversidad entre individuos es tan grande que el concepto de raza no tienen ningún significado a nivel genético. Los autores afirman que no hay ninguna "base científica" para las teorías que plantean la superioridad genética de una población sobre otra" (16 de Enero de 1995)

Haciendo una crítica del libro, el artículo del Time dice: "A pesar de las dificultades, los científicos han hecho algunos descubrimientos que rompen mitos. Uno de ellos salta a la vista en la portada: un mapa en color de la variación genética a nivel mundial en el que África está en un extremo del espectro y Australia en el otro. Puesto que los aborígenes australianos y los africanos sub-saharianos tienen rasgos superficiales comunes como el color de la piel y la forma del cuerpo, se suponía en general que estaban estrechamente relacionados. Pero sus genes nos cuentan una historia bien diferente. De todos los humanos, los australianos son los más alejados de los africanos y son muy cercanos a sus vecinos, los sudeste asiáticos". La crítica acaba: "lo que el ojo ve como diferencias raciales entre europeos y africanos por ejemplo son principalmente adaptaciones al clima en la medida en que los humanos se trasladaron de un continente a otro". El libro también confirma que el lugar de nacimiento de la humanidad y por lo tanto el punto de partida de las primeras migraciones fue África, demostrando por lo tanto que la escisión de la rama africana es la más antigua del árbol genealógico humano.

La utilización de las teorías biológicas y genéticas para justificar políticas reaccionarias no es un fenómeno nuevo, aunque en la última década ha revivido debido a la tendencia general de los gobiernos occidentales de atacar el estado del bienestar, y todas las demás conquistas de la clase obrera. Las leyes del mercado es decir la ley de la selva vuelven a estar de moda. Eso incluye, por supuesto, las universidades, donde siempre hay bastante gente dispuesta a nadar a favor de la corriente general, lo cual resulta provechoso para su carreras.

Hay gran cantidad de académicos que estudian su terreno de manera desapasionada, pero sería ingenuo pensar que el hecho de que una persona tenga una lista de títulos detrás de su nombre le inmuniza contra las presiones de la sociedad en que vive, sea o no consciente de ello. En 1949, N. Pastore llevó a cabo un estudio sobre las opiniones de veinticuatro psicólogos, biólogos y sociólogos en relación al llamado problema del peso relativo de los genes y el entorno. De doce "liberales o radicales" once dijeron que el ambiente era más importante que la herencia, y uno lo contrario. En el campo conservador, el resultado fue exactamente el contrario, once hereditarios y solo un ambientalista. Dobzhansky encontró estos resultados "desconcertantes". Por nuestra parte, los encontramos bastante predecibles.

Roger Scruton saca las lecciones sociales: "La bioeconomía plantea que los programas gubernamentales que obligan a los individuos a ser menos competitivos y egoístas que lo que están genéticamente programados están condenados de antemano a fracasar". Esto encaja perfectamente con el resurgimiento del determinismo genético en Estados Unidos, y sus pruebas de que los negros son inferiores que los blancos, y que la clase obrera es inferior a las capas medias y superiores. El apoyo científico a este tipo de falacias se utiliza para darles un aura de respetabilidad y "objetividad".

El gen egoísta

Richard Dawkins, que saltó a la fama con su controvertido libro The Selfih Gene (El gen egoísta), ha estado en el centro de una acalorada polémica sobre genética. Los biólogos moleculares han determinado la importancia del ADN a la hora de replicar copias de moléculas de ADN. Poseen las instrucciones codificadas que producen los ladrillos constituyentes de la vida, los aminoácidos. Estos fabrican las proteínas que modelan las células y órganos. Debido a esto algunos biólogos moleculares y también sociobiólogos han planteado que toda la selección natural actúa en última instancia a nivel del ADN. Esto ha llevado a una serie de científicos a obsesionarse hasta tal punto con el carácter maravilloso del gen, que pocos son capaces de ver el bosque más allá de los árboles. Algunos han dado al gen ciertas calidades místicas de las que se deducen ideas reaccionarias. La idea de que las características físicas, morales y mentales de una persona se transmiten inalteradas e inalterables a través de los genes no tiene ninguna base genética científica. Y sin embrago ha aparecido una y otra vez en la literatura científica y ha tenido serias consecuencias, por no decir desastrosas, en la política social en todo el siglo XX.

El gen transmite su influencia de los padres a sus descendientes. Sólo se puede definir como una diferencia entre un número diferente de genes (llamados aleles) que influencian la misma característica (por ejemplo aleles azules/marrones para el color de los ojos). La diferencia se identifica por medio de observación y pruebas bioquímicas, fisiológicas, estructurales o de comportamiento (una vez que se han excluido otras fuentes de variación, como el ambiente).

Desgraciadamente, muchos científicos y no científicos utilizan una versión distorsionada de esta definición. Especialmente cuando un gen que contribuye a que un determinado animal se comporte de forma diferente se convierte en el gen que determina ese comportamiento particular. Dawkins no es el único científico que cae en esta trampa. En los años 70 muchos hablaban de una codificación genética para características físicas y de comportamiento. También un gen debe ser comparado con otro para el mismo rasgo. no es una entidad que va por su cuenta. Como J. B. S. Haldane señala correctamente la genética es la ciencia de las diferencias no de los similitudes. Simplemente, tu y yo podemos ser los dos egoístas, las diferencias entre nosotros no pueden. No puedes aplicar características personales a una comparación. En su libro The Selfish Gene, Dawkins salta de una definición a la otra, planteando que son intercambiables, cuando no lo son. El resultado ha sido dar fuerzas al determinismo genético. Una generación entera de científicos americanos y de otros países han sido educados en esta confusión.

La investigación científica en el campo de la genética demuestra las posibilidades para la medicina. Enfermedades genéticas como la corea de Huntington, la distrofia muscular de Duchenne, entre otras ya han sido identificadas. Pero parece ser una cosa generalmente aceptada el que existen genes responsables de todo tipo de cosas, como la homosexualidad y la criminalidad. El determinismo genético ha llevado a conclusiones reaccionarias, reduciendo todos los problemas sociales al nivel de la genética. En febrero de 1995 se celebró en Londres una conferencia sobre Genética del comportamiento criminal y antisocial. Diez de los trece ponentes eran de los Estados Unidos donde una conferencia similar en 1992, con un marcado trasfondo racista, no se llegó a celebrar por la presión de la opinión pública en contra. Aunque el presidente, Sir Michael Rutter del London Institute of Psychiatry declaró que "no existe tal cosa como un gen del crimen", otros participantes, como el Dr. Gregory Carey del Institute of Behavioural

Genetics, University of Colorado, mantuvo que los factores genéticos en su conjunto eran responsables del 40/50% de la violencia criminal. Aunque dijo que no sería práctico "tratar" la criminalidad a través de la ingeniería genética, otros participantes declararon que había buenas perspectivas para el desarrollo de medicamentos que controlasen la excesiva agresividad, una vez que se encontrasen los genes responsables. Sin embargo sugirió que se debería considerar la posibilidad del aborto cuando las pruebas prenatales indicasen la probabilidad de que un niño naciese con genes que le predispusieran para el comportamiento violento o antisocial. Su punto de vista fue respaldado por el Dr. David Goldman del Laboratorio de Neurogenética del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos. "Se debería dar a las familias la información y se les debería permitir que decidiesen por su cuenta como utilizarla" (The Independent, 14 de febrero 1995).

Según el profesor Hans Brunner del Nijmegen Hospital en Holanda, los hombres de una familia que heredaban una anormalidad genética en el cromosoma X que les provocaba una deficiencia en un enzima relacionada con mensajes en el cerebro, habían mostrado "agresión impulsiva" incluyendo incendio premeditado e intento de violación. El Dr. David Goldman del Laboratorio de Neurogenética del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, y el profesor Matti Virkkunen de la Universidad de Helsinki dijeron que estaban descubriendo variaciones genéticas vinculadas a la agresividad en la manera en que la gente procesa los componentes químicos en el cerebro. "Hay compañías farmacéuticas que ya están interesadas en nuestros descubrimientos", dijo Virkkunen. (The Financial Times, 14 de febrero de 1995).

Steven Rose describió la conferencia como "provocadora, inquietante y desequilibrada". 15 científicos atacaron la atacaron en una carta. El Dr. Zacari Erzincliogu, director del Centro de Ciencia Forense de la Universidad de Durham, la calificó de "muy inquietante, para mentes simples y maliciosa". Los argumentos de estos deterministas genéticos son utilizados para reforzar ideas sociales reaccionarias. Ashley Montague planteó que "no son los "genes criminales" los que hacen a los criminales, sino en la mayoría de los casos "las condiciones sociales criminales".

The Selfish Gene, de Richard Dawkins, editado por primera vez en 1976, hace algunas afirmaciones de partida que llevan a conclusiones políticas reaccionarias. "Nacemos egoístas", dice Dawkins. Lo que aparentemente surge de nuestros genes "egoístas". A pesar de que "los genes no tienen previsión. No planifican por adelantado," aquí Dawkins atribuye a los genes una conciencia y una identidad "egoísta". Se esfuerzan para replicarse, como si estuvieran planificando conscientemente cómo podrían conseguirlo.

"Ciertamente en principio, y también de hecho, el gen sale a través de la pared del cuerpo individual y manipula objetos en el mundo exterior, algunos de ellos son inanimados, algunos de ellos son otros seres vivos, algunos de ellos bastante alejados. Con un poco de imaginación podemos ver al gen sentado en el centro de una tela de araña de potencia fenotípica extendida. Y un objeto en el mundo es el centro de influencias de telas de araña convergentes de muchos genes sentados en muchos organismos. El largo alcance del gen no conoce fronteras obvias". Debido a que para Dawkins los organismos individuales no sobreviven de una generación a otra, mientras que los genes sí, se deduce que la selección natural actúa sobre lo que sobrevive, es decir, los genes. Para Dawkins la selección actúa en última instancia a nivel del ADN. Al mismo tiempo cada gen compite con los demás para reproducirse en la siguiente generación. "Después de todo, ¿qué es tan especial en los genes? La respuesta es que son replicadores".

Para él, el replicador de la vida es el gen; así el organismo es simplemente el vehículo de los genes ("máquinas de supervivencia, robots vehículos ciegamente programados para preservar las moléculas egoístas conocidas como genes"é"hormiguean en gigantescas colonias, a salvo en el interior de enormes y pesados robots"). Es simplemente una revisión del famoso aforismo de Butler de que la gallina es simplemente la forma que tiene el huevo de hacer otro huevo. Un animal, para Dawkins, es solamente la manera que tiene el ADN de crear más ADN. Imbuye a los genes con ciertas calidades místicas lo que en esencia es teleológico.

"Sospecho", dice Dawkins en su defensa, "que tanto Rose como Gould son deterministas ya que creen en una base física, materialista para todas nuestras acciones. También yo, cualquiera que sea el punto de vista que uno tome sobre la cuestión del determinismo, la inserción de la palabra "genético no va a provocar ningún cambio". Y añade: "si eres un determinista completo crees que todas tus acciones están determinadas por causas físicas en el pasado. ¿Cuál es la diferencia en que algunas de estas causas sean genéticas? ¿Por que se cree que los deterministas genéticos tienen que ser más ineluctables, o más culpables, que los "medioambientales?".

Todo en la naturaleza tiene una causa y un efecto, y el efecto se convierte en causa. Dawkins mezcla determinismo y fatalismo. "Un organismo es una herramienta del ADN". El determinismo genético tiene un significado preciso, en el que se dice que los genes "determinan" la naturaleza exacta del fenotipo. No hay duda de que los genes tienen un poderosos efecto en la forma del organismo, pero su identidad será determinada decisivamente por el entorno. Por ejemplo, dos gemelos idénticos en dos ambientes totalmente diferentes serán dos caracteres totalmente diferentes. Como explica Rose, "En realidad, sin embrago, la selección debe actuar a gran cantidad de niveles. Trozos individuales de ADN del tamaño de un gen pueden o no estar seleccionados por derecho propio, pero el ADN se expresa en el marco de un genotipo completo; por lo tanto agrupaciones concretas de genes o genotipos enteros tienen que representar en sí mismos otro nivel de selección. Además, el genotipo existe en un fenotipo, y el hecho de que ese fenotipo sobreviva o no depende de su interacción con otros. De ahí que sólo será seleccionado en el marco de la población en la que está encajado".

Dawkins se vio obligado a retroceder hasta cierto punto, modificando sus argumentos en las versiones más recientes de The Selfish Gene (1989) y en el The Extended Phenotype (1982). Plantea que su lenguaje rimbombante le dejó abierto a mal interpretaciones: "Es demasiado fácil dejarse llevar, y permitir que los genes hipotéticos tengan juicio consciente y anticipación en la planificación de su "estrategia". Sin embargo defiende su argumento fundamental y ve la vida "en términos de replicadores genéticos preservándose a sí mismos por medio de sus fenotipos extendidos". Y que la "selección natural es supervivencia diferencial de genes". Dawkins ahora dice que "los genes pueden modificar los efectos de otros genes, y pueden modificar los efectos del entorno. Los acontecimientos en el entorno, tanto interno como externo, pueden modificar el efecto de los genes y pueden modificar el efecto de otros acontecimientos en el entorno". Pero aparte de esta concesión secundaria, la tesis fundamental de Dawkins se mantiene.

Por ejemplo dice: "A veces se atacan los anticonceptivos como "antinaturales". Y lo son, muy antinaturales. El problema es el estado del bienestar. Creo que la mayoría de nosotros pensamos que el estado del bienestar es altamente deseable. Pero no puedes tener un estado del bienestar antinatural, a no ser que también tengas un control de natalidad antinatural, de otra manera el resultado final será miseria incluso mayor que la que obtienes en la naturaleza". Y continua, "el estado del bienestar es quizás el sistema más altruista que el mundo animal nunca haya conocido. Pero todo sistema altruista es inherentemente inestable, porque está a merced del abuso por parte de individuos egoístas, dispuestos a explotarlo. Los seres humanos individuales que tienen más hijos de los que son capaces de criar, en la mayoría de los casos son demasiado ignorantes como para que se les pueda acusar de explotación consciente con mala fe".

Según Dawkins la adopción de niños está en contra de los instintos e intereses de nuestros "genes egoístas". "En la mayoría de los casos probablemente deberíamos considerar la adopción, aunque pueda parecer enternecedora, como un tiro equivocado en una regla dada", dice Dawkins. "Esto es así porque la generosa hembra no les está haciendo ningún bien a sus propios genes cuidando al huérfano. Está desperdiciando tiempo y energía que podría estar invirtiendo en las vidas de su propio parentesco, especialmente sus propios futuros hijos. Probablemente es un error que resulta ser demasiado raro como para que la selección natural se haya "preocupado" de cambiar la regla haciendo el instinto maternal más selectivo".

Plantea que "si a una hembra se le dan datos fiables de que se espera una época de hambruna, está en su propio interés egoísta reducir su propia tasa de natalidad". Dawkins también piensa que la selección natural favorecería que los niños timasen, mintiesen, engañasen y explotasen y que "cuando observamos poblaciones salvajes esperamos ver mentiras y egoísmo dentro de las familias. La frase "el niño debería engañar" significa que los genes que tienden a hacer que los niños engañen tienen una ventaja en la combinación genética". Y llega a la conclusión que el organismo es una herramienta del ADN, más que al revés.

Estos comentarios son interesantes, no tanto por lo que nos dicen sobre los genes, sino por lo que revelan sobre el estado de la sociedad en la última década del siglo XX. En ciertas sociedades el tener unos músculos potentes o la capacidad de correr más rápido pueden dar una ventaja genética. Si se atribuye una ventaja semejante a la propensión a mentir, explotar y timar, debe de significar que estas características son las calidades más necesarias para triunfar en la sociedad moderna, y esto es totalmente correcto desde el punto de vista de los defensores de "valores del mercado". Aunque es bastante cuestionable que este tipo de cualidades puedan de hecho transmitirse a través del mecanismo genético, lo que es un hecho es que son las cualidades fundamentales del egoísmo de la burguesía. La "guerra de todos contra todos" como el viejo Hobbes la definió, es el pilar fundamental de la sociedad capitalista.

¿Es cierto que este tipo de mentalidad es una parte genéticamente condicionada de la "naturaleza humana"? No deberíamos perder de vista que el capitalismo y sus valores solo han existido, a lo sumo, durante los últimos 200 años de los aproximadamente 5.000 de historia humana registrada y los 100.000 años de desarrollo humano. La sociedad humana, durante la mayor parte de su existencia se ha basado en el principio de la cooperación. De hecho los seres humano nunca se hubieran elevado por encima del nivel de los animales sin eso. Lejos de ser un componente esencial de la psicología humana, la competencia es un fenómeno relativamente reciente, un reflejo de la sociedad basada en la producción de bienes, que pervierte y cambia la naturaleza humana hacia modelos de comportamiento que hubieran sido considerados aberrantes y antinaturales en el pasado.

Es muy fácil culpar a algún fenómeno misterioso como por ejemplo "nuestros genes" por la moralidad avariciosa y egocéntrica del mercado. Además, esta no es una cuestión de zoología sino de clase social. Los capitalistas individuales compiten unos contra los otros y no dudan en utilizar todo tipo de métodos para arruinar a sus rivales mentiras, estafas, espionaje industrial, OPAs hostiles que se consideran como prácticas comerciales normales. Desde el punto de vista de la clase obrera las cosas son muy diferentes. No es una cuestión de moral individual, sino precisamente de supervivencia social (el equivalente sociológico de la "supervivencia de los más fuertes"). La única fuerza que tiene la clase obrera contra los empresarios es la fuerza de la unión, precisamente la cooperación.

Sin organización, empezando a nivel sindical, la clase obrera es sólo materia prima para la explotación. La necesidad de los trabajadores de unirse en defensa de sus intereses es una lección que tiene que aprenderse una y otra vez. El egoísmo y el "individualismo" (en el sentido burgués de la palabra) es una autodestructiva para la clase obrera. La prensa burguesa presenta a los esquiroles como defensores de la "libertad individual" porque a los empresarios les interesa que la clase obrera quede reducida a sus partes componentes, completamente a merced del Capital. También en este caso se aplica la ley dialéctica de que el todo es mayor que la suma de las partes. Consciente o inconscientemente los que presentan el egoísmo como un ideal, o por lo menos como componente de la "naturaleza humana", han tomado una posición definida en relación a la lucha entre el trabajo asalariado y el Capital, y no se pueden quejar si se les acusa de proveer grano al molino de la reacción.

Dawkins ve la evolución no como el resultado de una lucha de organismos, sino como una lucha entre genes intentado copiarse a sí mismos. Los cuerpos en los que habitan son secundarios. Descarta el principio darwiniano de que los individuos son las unidades de selección. Esta es una idea fundamentalmente falsa. La selección natural actúa sobre organismos, cuerpos. Favorece a algunos organismos porque se adaptan mejor a su entorno. El gen es un trozo de ADN encerrado en el núcleo de la célula, cientos de los cuales contribuyen al desarrollo de la mayoría de las partes del cuerpo. Esto a su vez se ve afectado por toda una serie de factores del entorno, interna y externamente. La selección no actúa directamente sobre las partes. La selección natural actúa sobre organismos porque de alguna manera son más "fuertes", es decir, más cálidos, más fieros, más robustos, más ágiles, etc. Si hubiese un gen particular para la calidez u otras cualidades específicas, entonces podría ser que Dawkins tuviese razón. Pero no es el caso. No existe un gen para cada parte de la anatomía. Por ejemplo, las instrucciones para la construcción de la oreja se localizan en toda una serie de genes separados, la mitad de los cuales viene de cada uno de los padres.

Como Stephen Gould explicó: "(La selección natural) acepta o rechaza organismos enteros porque juegos de partes, interaccionando de maneras complejas, les dan ventajas. Los organismos son mucho más que una amalgama de genes. Tienen una historia que cuenta; sus partes interaccionan de maneras complejas. Los organismos están formados por genes que actúan en concierto, influenciados por entornos, trasladados a partes que la selección ve y partes que son invisibles a la selección. Las moléculas que determinan las propiedades del agua son analogías pobres para genes y cuerpos".

Los métodos de Dawkins le llevan a sumergirse en el idealismo, cuando intenta argumentar que la cultura humana se puede reducir a unidades que él llama memes, que aparentemente, al igual que los genes, se auto reproducen y compiten por la supervivencia. Esto es claramente incorrecto. La cultura humana se transmite de generación en generación, no a través de memes, sino a través de la educación en su sentido más amplio. No se hereda biológicamente sino que se tiene que reaprender a cuidadosamente y desarrollar en cada generación. La diversidad cultural no está vinculada a los genes, sino a la historia social. El punto de vista de Dawkins es esencialmente reduccionista.

Las sociedades se componen de organismos, los organismos de células, las células de moléculas, y las moléculas de átomos. Para Dawkins, la naturaleza humana y sus motivaciones se pueden entender analizando el ADN humano. Lo mismo es cierto en el caso de James Watson (el descubridor de la doble hélice, junto con Crick y Franklin) que dijo "¿Qué más hay aparte de átomos?". No se plantean la existencia de o bien múltiples niveles de análisis o de modos de determinación complejos. Ignoran las relaciones esenciales entre las células y el organismo en su conjunto. Este método empírico, que surgió con la revolución científica en la época del nacimiento del capitalismo, fue progresista en su día, pero ahora se ha convertido en un freno para el avance de la ciencia y la comprensión de la naturaleza.

El futuro de la genética

"Hasta hace muy poco, el único acceso a los genes que modelan el mundo natural era a través del cambio en el entorno. Ahora se puede manipular los genes directamente. eso hace que el cambio sea fácil, inmediato y comprensible; la tecnología que permite la manipulación genética directa también abre a la inspección la actividad de los genes. Pero al mismo tiempo hace que el cambio sea arbitrario, porque hace posible genes que ningún animal desarrollaría espontáneamente. Estas nuevas técnicas dan a la humanidad poderes sin precedente para cambiar el mundo, y también para cambiarse a sí misma" (The Economist, 25 de febrero de 1995).

En el curso de las últimas tres décadas se han producido avances colosales en el campo de la genética molecular. En 1972 se aisló y reprodujo el primer gen ("clonado" en un laboratorio). Las consecuencias de esto eran tan inquietantes que los científicos consideraron una moratoria voluntaria de la recombinación de genes clonados en el ADN de otros organismos. Pero ahora la introducción de genes clonados en humanos se ha convertido casi en una rutina. Para la primera década del próximo siglo los científicos conocerán los nombres de todas las proteínas del cuerpo humano. Este conocimiento tiene tremendas implicaciones para el futuro, para bien o para mal.

Hasta el momento el gen ha estado rodeado de misterio, como la Cosa-en-Sí de Kant. El gen era el mascarón de proa del destino humano, implacable, inalterable e insondable. Hablar de los genes no era sólo hablar de nuestra herencia, sino de nuestro destino. Y el destino es una corte ante la que no se puede apelar. Hasta ahora. Pero ahora, por primera vez en la historia de la vida en nuestro planeta, existe la posibilidad de que los seres humanos controlen su propio destino a los niveles más profundos. Al contrario de las sandeces de los genetistas reaccionarios, nunca fue cierto que los genes determinasen completamente la evolución humana. A pesar de que juegan un papel importante en la vida humana, los genes no la controlan. A lo sumo, establecen ciertos parámetros que limitan o permiten. Pero ahora, por primera vez, se está llevando bajo control al propio genotipo. Este es un desarrollo revolucionario, preñado de consecuencias para el futuro de la humanidad.

El surgimiento de la vida a partir de la materia inorgánica fue un salto evolutivo de gigante. Después de toda una serie de transformaciones, el desarrollo del cerebro pensante como producto de la vida social y el trabajo colectivo, fue otro paso de gigante. La materia adquirió consciencia de sí misma. Ahora por primera vez en 4.000 millones de años los seres humanos están en el proceso de adueñarse de los secretos de su propia evolución. La selección natural deja de ser una fuerza ciega y misteriosa. Se puede llevar al genotipo todo poderoso bajo el control del fenotipo. El género humano tiene el potencial de determinar su propio destino, y modificar los duros dictados de la selección natural.

"De la misma manera que los organismos son interpretaciones de la información genética en un entorno específico", escribe Oliver Morton, "la utilización de estos conocimientos genéticos dependerá de los entornos económicos, éticos, personales y políticos, en los que se utilicen. Pero para bien o para mal se utilizarán. Los genes que limitan y permiten imperiosamente serán controlados por la voluntad humana; se podrán mover los límites, se podrán ampliar los permisos. Los genes nunca han sido los dueños absolutos de la naturaleza humana, pero tampoco han estado al servicio de la humanidad. Hasta ahora." (The Economist, 25 de febrero de 1995).

Es tan inútil lamentarse de estos descubrimientos como lo era para los grupos de obreros desesperados romper las máquinas al principio de la revolución industrial. Los descubrimientos de la ciencia y la tecnología son una parte vital del desarrollo de la sociedad, permitiendo a la humanidad tener un control mayor sobre las límites impuestos por la naturaleza. Sólo de esta manera la humanidad puede llegar a ser auténticamente libre. El problema no es lo que la mente humana descubra. El problema es cómo se utilizan estos descubrimientos. Los avances de la ciencia abren un nuevo horizonte ilimitado de desarrollo humano. Pero hay una cara oscura en todo esto. El siglo XX contiene un terrible mensaje de los horrores que puede crear el sistema capitalista en su época de declive histórico. Las técnicas de la ingeniería genética en manos de los monopolios sin ningún control, interesados solamente en sacar el máximo beneficio plantea una amenaza terrible.

Todo el desarrollo de la tecnología, que está constantemente rompiendo barreras, y uniendo el mundo de una manera que nunca antes se había visto, es un argumento en favor de una economía planificada a nivel mundial. No la monstruosa caricatura del estalinismo, sino una sociedad dirigida democráticamente, en la que hombres y mujeres adquieran un control consciente sobre sus vidas y destinos. Sobre la base de una economía armoniosamente planificada, uniendo todos los recursos del planeta, se abre una perspectiva de desarrollo ilimitado. Por un lado, tenemos la tarea de cuidar nuestro propio mundo, de hacerlo habitable para los seres humanos, de reparar los destrozos provocados por la avidez irresponsable de beneficios de las multinacionales. Y por otro, tenemos delante nuestro el mayor desafío que nunca se le haya presentado a nuestra especie, la exploración del espacio, vinculada a la supervivencia futura de la humanidad. La ciencia de la ingeniería genética, ahora en su infancia, puede vincularse en el futuro a las necesidades de los largos viajes espaciales. Ahora esto está en el terreno de la especulación. Pero la historia de los últimos cien años nos ha demostrado lo rápidamente que ideas que parecían fantásticas se convierten en realidad.

Lo que podemos ver en este momento es un potencial colosal. En el contexto de una economía planificada democráticamente, en la que hombres y mujeres determinen libre y conscientemente sus destinos, la ciencia de la genética dejará de ser un estorbo el progreso humano y ocupará el lugar que le corresponde en el estudio y transformación de la propia vida. Esto no es fantasía sino que se corresponde a las posibilidades reales. En palabras de Oliver Morton:

"Las posibilidades de esta biología son casi infinitas. El mundo natural, incluyendo el cuerpo y la mente humanos, serán maleables. órganos implantados podrían remodelar el cerebro, virus diseñadores reconstruir tejidos viejos. Los órganos humanos que crecen en animales para ser trasplantados ya se están diseñados. Pueden aparecer nuevos tipos de criaturas, criaturas que nos maravillen. Si la humanidad no puede encontrar seres parecidos en las estrellas, podría crear nuevas inteligencias en la tierra. La diferencia genética entre el hombre y el chimpancé es pequeña; nuevas especies pensantes no son inconcebibles.

"Todo esto puede ser posible a través de la genética. Pero al mismo tiempo, la preeminencia de las genes se desvanecerá. Los genes han perdido su posición privilegiada como portadores de información. la información biológica se almacenará en las mentes y en las computadoras al mismo tiempo que en los genes, y los genes serán simplemente uno de los medios de manipular el mundo, apropiados para algunas cosas, pero no para otras, como proteínas terapéuticas

"Lo que era único de los genes ahora está al alcance de la humanidad. Este control en poco tiempo puede llegar a tener el poder que se atribuía a los genes y más. La misma inteligencia será capaz de modelar el gen y el entorno, que son los que hacen al organismo tal como es. El control biológico de la información a esta escala de la materia prima y la manera en que se procesa significa el control de la biología, de la propia vida" (The Economist, 25 de febrero 1995)