3 . Materialismo dialéctico
¿Qué es la dialéctica?
"Todo fluye y nada permanece".
(Heráclito)
La dialéctica es un método de pensamiento y de interpretación del mundo, tanto de la naturaleza como de la sociedad. Es una forma de analizar el universo que parte del axioma de que todo se encuentra en un estado de constante cambio y flujo. Pero no sólo eso. La dialéctica explica que el cambio y la moción implican contradicción, y sólo pueden darse a través de contradicciones. Así, que, en lugar de una línea suave e ininterrumpida de progreso, lo que tenemos es un línea interrumpida por períodos explosivos en los que los cambios lentos que se han ido acumulando (cambios cuantitativos) sufren una rápida aceleración y la cantidad se transforma en calidad. La dialéctica es la lógica de la contradicción.
Hegel formuló detalladamente las leyes de la dialéctica en sus escritos, aunque de una forma mística e idealista. Marx y Engels fueron los primeros en dar una base científica, es decir, materialista, a la dialéctica. "Hegel escribió antes que Darwin y antes que Marx", escribió Trotsky. "Gracias al poderoso impulso dado al pensamiento por la Revolución Francesa, Hegel anticipó el movimiento general de la ciencia. Pero porque era solamente una anticipación, aunque hecha por un genio, recibió de Hegel un carácter idealista. Hegel operaba con sombras ideológicas como realidad final. Marx demostró que el movimiento de estas sombras ideológicas no reflejaban otra cosa que el movimiento de cuerpos materiales".
En los escritos de Hegel hay muchos ejemplos de las leyes de la dialéctica extraídos de la historia y de la naturaleza. Pero el idealismo de Hegel, inevitablemente, imprimió a su dialéctica un carácter altamente abstracto, mistificado y, a veces, arbitrario. Para que la dialéctica encajase con la "Idea Absoluta", Hegel se vio forzado a imponer un esquema a la naturaleza y la sociedad, en flagrante contradicción con el método dialéctico, que exige deducir las leyes de un fenómeno determinado a partir de un estudio escrupuloso del sujeto, como Marx hizo en el Capital. Así, el método de Marx, lejos de ser una simple regurgitación de la dialéctica idealista de Hegel, arbitrariamente aplicado a la historia y la sociedad, como sus críticos frecuentemente afirman, fue precisamente el contrario. Como él mismo explica:
"Mi método dialéctico, no sólo difiere en su base del hegeliano, sino que además es todo lo contrario de éste. Para Hegel, el movimiento del pensamiento, que él encarna con el nombre de Idea, es el demiurgo de la realidad, que no es más que la forma fenoménica de la Idea. Para mí, en cambio, el movimiento del pensamiento es la reflexión del movimiento real, trasportado y traspuesto en el cerebro del hombre".
Cuando contemplamos por primera vez el mundo que nos rodea, vemos una inmensa y sorprendente serie de fenómenos complejos; una maraña de cambios aparentemente sin final, causa y efecto, acción y reacción. La fuerza motriz de la investigación científica es el deseo de obtener una visión racional de este confuso laberinto, el deseo de entenderlo para poder conquistarlo. Buscamos leyes que puedan separar lo general de lo particular, lo accidental de lo necesario, y que nos permitan comprender las fuerzas que dan pie a los fenómenos a los que nos enfrentamos. En palabras del físico y filósofo inglés David Bohm:
"En la naturaleza nada permanece constante. Todo se encuentra en un estado perpetuo de transformación, movimiento y cambio. Sin embargo, descubrimos que no hay nada que simplemente surja de la nada sin tener antecedentes que existan previamente. De la misma forma, no hay nada que desaparezca sin dejar rastro, en el sentido de que no dé origen absolutamente a nada que exista posteriormente. Esta característica general del mundo puede ser expresada en términos de un principio que resume un enorme terreno de diferentes tipos de experiencia y que hasta la fecha no ha sido contradicho por ninguna observación o experimento, sea científica o de otro tipo; es decir, todo surge de otras cosas y da origen a otras cosas".
El principio fundamental de la dialéctica es que todo está sometido a un proceso constante de cambio, moción y desarrollo. Incluso cuando nos parece que no está pasando nada, en realidad, la materia siempre está cambiando. Las moléculas, los átomos y las partículas subatómicas están cambiando de lugar constantemente, siempre en movimiento. La dialéctica, por lo tanto, es una interpretación esencialmente dinámica de los fenómenos y procesos a todos los niveles de la materia, orgánica e inorgánica.
"A nuestros ojos, nuestros imperfectos ojos, nada cambia", dice el físico americano Richard P. Feynman, "pero si pudiéramos verlo ampliado mil millones de veces, veríamos que desde su propio punto de vista cambia continuamente: moléculas abandonan la superficie, moléculas regresan".
Esta idea es tan fundamental para la dialéctica, que Marx y Engels consideraron que la moción era la característica más básica de la materia. Como en muchos otros casos, esta concepción dialéctica ya había sido anticipada por Aristóteles, que escribió: "Por lo tanto (é) la significación primaria y correcta de la "naturaleza" es la esencia de las cosas que tienen en sí mismas (é) el principio del movimiento". Esta no es la concepción mecánica de la moción como algo impreso a una masa inerte por una fuerza "externa", sino un concepto totalmente diferente de la materia con movimiento propio. Para ellos, materia y moción (energía) eran la misma cosa, dos maneras de expresar la misma idea. Esta idea fue confirmada brillantemente por la teoría de Einstein de la equivalencia de masa y energía. Así es como lo explica Engels:
"El movimiento, en su sentido más general, concebido como modo de existencia, atributo inherente a la materia, abarca todos los cambios y procesos que se producen en el universo, desde el simple cambio de lugar hasta el pensamiento. La investigación de la naturaleza del movimiento es claro, debía comenzar por las formas inferiores, más simples, y aprender a entenderlas antes de llegar a una explicación de las formas más elevadas y complicadas".
"Todo fluye"
Todo está en un constante estado de moción, desde los neutrinos a los super-cúmulos. La tierra misma se está moviendo constantemente, rotando alrededor del sol una vez al año y girando sobre su propio eje una vez al día. El sol, a su vez, gira sobre su eje cada 26 días y, junto con las demás estrellas de nuestra galaxia, hace un viaje completo alrededor de la galaxia cada 230 millones de años. Es probable que estructuras todavía más amplias (cúmulos de galaxias) también tengan algún tipo de movimiento de rotación sobre sí mismas. Esta parece ser una característica de la materia hasta el nivel atómico, donde los átomos que forman las moléculas giran unos alrededor de otros a diferentes velocidades. Dentro del átomo, los electrones giran alrededor del núcleo a velocidades enormes.
El electrón tiene una cualidad conocida como espin intrínseco. Es como si girase sobre su propio eje a una velocidad determinada, y no se puede parar o cambiar excepto destruyendo el electrón como tal. De hecho, si se incrementa el espin del electrón, sus propiedades cambian tan drásticamente que producen un cambio cualitativo, creando una partícula totalmente diferente. La cantidad conocida como momento angular- la medida combinada de la masa, el tamaño y la velocidad del sistema de rotación- se utiliza para medir el espin de las partículas elementales. El principio de cuantificación del espin es fundamental a nivel subatómico, pero también existe en el mundo macroscópico. Sin embargo, su efecto es tan infinitesimal que se puede ignorar. El mundo de las partículas subatómicas está en un estado de constante movimiento y fermento, en el que nunca nada es igual a sí mismo. Las partículas están constantemente convirtiéndose en su opuesto, de tal manera que, incluso, es imposible establecer su identidad en un momento determinado. Los neutrones se convierten en protones y los protones en neutrones, en un proceso incesante de cambio de identidad.
Engels define la dialéctica como "la ciencia de las leyes generales del movimiento y la evolución de la naturaleza, la sociedad humana y el pensamiento". En el Anti-Dühring y en la Dialéctica de la naturaleza, Engels explica las leyes de la dialéctica, empezando por las tres más fundamentales:
a) La ley de la transformación de la cantidad en calidad y viceversa,
b) La ley de la interpenetración de opuestos, y
c) La ley de la negación de la negación.
A primera vista tal pretensión puede parecer excesivamente ambiciosa. ¿Es posible realmente plantear leyes que tengan una aplicación tan general? ¿Puede haber un modelo subyacente que se repita en los procesos, no sólo de la sociedad y el pensamiento, sino de la propia naturaleza? A pesar de todas estas objeciones, cada vez está más claro que modelos de este tipo existen, y reaparecen constantemente a todo tipo de niveles y en todo tipo de formas. Existe un número creciente de ejemplos, extraídos de diferentes campos, desde las partículas subatómicas hasta los estudios de población, que tienden a confirmar la teoría del materialismo dialéctico.
El punto esencial del pensamiento dialéctico no es que se base en la idea del cambio y la moción, sino que interpreta el cambio y la moción como fenómenos basados en contradicciones. Mientras que la lógica formal intenta desterrar la contradicción, el pensamiento dialéctico se basa precisamente en ella. La contradicción es una característica fundamental del ser. Reside en el corazón de la materia. Es la fuente de todo movimiento, cambio, vida y desarrollo. La ley dialéctica que expresa esta idea es la ley de la unidad e interpenetración de opuestos. La tercera ley de la dialéctica, la negación de la negación, expresa la idea del desarrollo. En lugar de un círculo cerrado, en el que los procesos se repiten continuamente, esta ley plantea que el movimiento a través de contradicciones sucesivas lleva en realidad al desarrollo, de simple a complejo, de inferior a superior. Los procesos no se repiten exactamente de la misma manera, a pesar de que pueda parecer lo contrario. Estas, de una manera muy esquemática son las tres leyes más fundamentales de la dialéctica. De ellas surgen toda una serie de proposiciones adicionales, incluyendo la relación entre el todo y las partes, la forma y el contenido, lo finito y lo infinito, la atracción y la repulsión, etc. Intentaremos explicarlas. Empecemos con la cantidad y la calidad.
Cantidad y calidad
La ley de la transformación de la cantidad en calidad tiene una gama de aplicaciones extremadamente amplia, desde las partículas más pequeñas de la materia a nivel subatómico hasta los mayores fenómenos conocidos por el hombre. Se puede ver en todo tipo de manifestaciones y en muchos niveles diferentes. Esta importante ley aun no ha recibido el reconocimiento que se merece. Esta ley dialéctica nos sale al paso a cada momento. Los griegos megarenses ya conocían la ley de la transformación de la cantidad en calidad, que utilizaban para demostrar ciertas paradojas, a veces en forma de chistes. Por ejemplo, el de la "cabeza calva" y el del "montón de granos": ¿un pelo menos significa que estés calvo, o un grano de trigo hace un montón? La respuesta es no. ¿Y uno más? La respuesta sigue siendo no. Entonces seguimos repitiendo la pregunta hasta que tenemos una cabeza calva y un montón de granos de trigo. Nos enfrentamos a la contradicción de que pequeños cambios individuales que son incapaces de provocar un cambio cualitativo, en un punto determinado provocan precisamente eso: que la cantidad se transforme en calidad.
La idea de que, bajo ciertas condiciones, incluso pequeñas cosas pueden provocar grandes cambios, encuentra su expresión en todo tipo de dichos populares y proverbios. Por ejemplo: "la gota que colma el vaso", "tanto fue el cántaro a la fuente que al final se rompió", y muchos otros. La ley de la transformación de la cantidad en calidad ha penetrado de muchas maneras en la consciencia popular, tal y como Trotsky planteó ingeniosamente:
"Todo individuo es dialéctico en uno u otro sentido, en la mayor parte de los casos, inconscientemente. Una ama de casa sabe que cierta cantidad de sal condimenta agradablemente la sopa, pero que una cantidad mayor hace incomible la sopa. En consecuencia, una campesina ignorante se guía al hacer la sopa, por la ley hegeliana de la transformación de la cantidad en calidad. Podrían citarse infinita cantidad de ejemplos obtenidos de la vida diaria. Hasta los animales, llegan a sus conclusiones prácticas basándose no solamente en el silogismo aristotélico sino también en la dialéctica de Hegel. Así, el zorro sabe que hay aves y cuadrúpedos gustosos y nutritivos. Al acechar a una liebre, a un conejo o a una gallina, el zorro se hace esta reflexión: esta criatura pertenece al tipo nutritivo y gustoso, y salta sobre la presa. Tenemos aquí un silogismo completo, aunque podemos suponer que el zorro no leyó nunca a Aristóteles. Cuando el mismo zorro, sin embargo, encuentra al primer animal que lo excede en tamaño, un lobo, por ejemplo, extrae rápidamente la conclusión de que la cantidad se transforma en calidad y procede a huir. Evidentemente, las patas del zorro están equipadas con tendencias hegelianas, aunque no conscientes.
"Todo esto demuestra, dicho sea de paso, que nuestros métodos de pensamiento, tanto la lógica formal como la dialéctica, no son construcciones arbitrarias de nuestra razón sino más bien, expresiones de las verdaderas interrelaciones que existen en la naturaleza misma. En este sentido, el universo entero está saturado de dialéctica "inconsciente". Pero la naturaleza no se detuvo allí. Se produjo un no pequeño desarrollo antes de que las relaciones internas de la naturaleza pasaran al lenguaje de la conciencia de zorros y hombres, y que el hombre llegara a ser capaz de generalizar esas formas de conciencia transformándolas en categorías lógicas (dialécticas), creando así la posibilidad de conocer más profundamente el mundo que nos rodea".
A pesar del carácter aparentemente trivial de estos ejemplos, en realidad nos revelan una verdad profunda sobre la manera en que funciona el mundo. Tomemos el ejemplo del montón de granos. Algunas de las investigaciones más recientes sobre la teoría del caos se han centrado en el punto crítico en el que una serie de pequeñas variaciones producen un cambio de estado. (En terminología moderna esto se llama "el borde del caos".) El trabajo del físico, danés de nacimiento, Per Bak y otros sobre la "criticalidad auto-organizada" utiliza precisamente el ejemplo de un montón de arena para ilustrar los profundos procesos que tienen lugar a muchos niveles de la naturaleza, y que se corresponden precisamente a la ley de la transformación de la cantidad en calidad.
Uno de los ejemplos de esto es el del montón de arena -una analogía del montón de granos de los megarenses. Dejamos caer granos de arena uno a uno sobre una superficie llana. El experimento se ha llevado a cabo muchas veces, tanto con montones de arena reales sobre mesas, como en simulaciones informáticas. Durante un tiempo se irán apilando uno encima de otro hasta formar una pequeña pirámide. Una vez que se llegue a este punto, cualquier otro grano de arena adicional o bien encontrará un sitio en la pila, o desequilibrará uno de sus lados justo lo suficiente para provocar que otros granos caigan en avalancha. Dependiendo de cómo estén situados los otros granos, la avalancha puede ser muy pequeña o devastadora, llevándose gran cantidad de granos. Cuando el montón llega a este punto crítico, incluso un solo grano puede afectar dramáticamente todos los demás a su alrededor. Este ejemplo aparentemente trivial es un excelente "modelo al borde-del-caos", con una amplio espectro de aplicaciones, desde los terremotos a la evolución; desde las crisis de la bolsa a las guerras.
El montón de arena se va haciendo más y más grande, con el exceso de arena deslizándose por los lados. Cuando todo el exceso de arena ha caído, el montón de arena resultante se dice que está "auto-organizado". En otras palabras, nadie le ha dado conscientemente esa forma. Se "organiza a sí mismo", de acuerdo con sus leyes inherentes, hasta que llega a un estado crítico, en el que los granos de arena de su superficie son a duras penas estables. En este estado crítico, incluso añadir un solo grano de arena puede provocar resultados imprevisibles. Puede causar un pequeño cambio más, o puede desencadenar una reacción en cadena que provoque una avalancha catastrófica que destruya el montón.
Según Per Bak, se puede dar una expresión matemática a este fenómeno, según la cual la frecuencia media de una avalancha de determinado tamaño es inversamente proporcional a una potencia de su tamaño. También plantea que este comportamiento ("power-law") es extremadamente común en la naturaleza, como en la masa crítica del plutonio, en el que la reacción en cadena se da en el punto en que provoca una explosión nuclear. Por debajo del nivel crítico, la reacción en cadena dentro de la masa del plutonio se desvanecerá, mientras que por encima del nivel crítico la masa explotará. Se puede ver un fenómeno similar en los terremotos, donde las rocas de ambos lados de una falla, en un punto de la tierra en el que están a punto de deslizarse, se superponen. La falla sufre una serie de pequeños y grandes deslizamientos, que mantienen la tensión en el punto crítico durante un tiempo hasta que al final colapsa en un terremoto.
Aunque los que abogan por la teoría del caos parecen no saberlo, todos estos son ejemplos de la ley de la transformación de la cantidad en calidad. Hegel inventó la línea nodal de relaciones de medida, en la cual pequeños cambios cuantitativos en un momento dado dan lugar a un salto cualitativo. A menudo se utiliza el ejemplo del agua, que hierve a 100Cº en condiciones normales de presión atmosférica. A medida que la temperatura se acerca al punto de ebullición, el incremento de calor no provoca inmediatamente que las moléculas de agua se separen. Hasta que no llega al punto de ebullición, el agua mantiene su volumen. Sigue siendo agua, debido a la atracción que las moléculas ejercen unas sobre otras. Sin embargo, el cambio constante de temperatura tiene como efecto un aumento en la velocidad de las moléculas. El volumen entre los átomos aumenta gradualmente, hasta el punto en que la fuerza de atracción es insuficiente para mantener juntas las moléculas. Precisamente a 100°C, cualquier incremento en la energía calórica hará que las moléculas se separen, produciendo vapor.
El mismo proceso también se puede ver al revés. Cuando el agua se enfría desde 100°C a 0°C, no se congela gradualmente, convirtiéndose en una gelatina y luego en un sólido. El movimiento de los átomos se ralentiza gradualmente en la medida en que disminuye la energía calórica hasta que, a 0°C, se llega a un punto crítico, en el cual las moléculas se organizan de acuerdo con cierto modelo, es decir, el hielo. Todo el mundo puede comprender la diferencia cualitativa entre un sólido y un líquido. El agua se puede utilizar para determinados fines, como lavar o saciar la sed, para los cuales el hielo no sirve. Técnicamente hablando, la diferencia es que, en un sólido, los átomos están organizados en un orden cristalino. No tienen una posición azarosa a grandes distancias, es decir, que la posición de los átomos en un lado del cristal está determinado por los átomos en el otro lado. Por eso podemos mover la mano libremente a través del agua mientras que el hielo es rígido y ofrece resistencia. De esta manera, estamos describiendo un cambio cualitativo, un cambio de estado, que surge de una acumulación de cambios cuantitativos. Una molécula de agua es una cuestión relativamente sencilla: un átomo de oxígeno unido a dos átomos de hidrógeno gobernados por ecuaciones de física atómica bien comprendidas. Sin embargo, cuando combinamos un gran número de moléculas, adquieren propiedades que ninguna de ellas tienen aisladamente “liquidez”. Este tipo de propiedad no está implícita en las ecuaciones. En el lenguaje de la complejidad, liquidez es un fenómeno "emergente".
"Por ejemplo, si enfriamos estas moléculas líquidas de agua un poco, a 32ºF dejarán de dar volteretas azarosas de una forma repentina. Por el contrario, experimentarán una "transición de fase", encerrándose en una formación cristalina ordenada llamada hielo. Si vamos al sentido contrario, calentando el líquido, las mismas moléculas de agua volteantes repentinamente se separarán, experimentando una transición de fase al convertirse en vapor. Ninguna de las dos transiciones de fase tendría significación en el caso de una molécula aislada".
La frase "transición de fase" no es ni más ni menos que un salto cualitativo. Se pueden observar procesos similares en fenómenos tan variados como el tiempo, las moléculas de ADN y en la propia mente. Esta propiedad de liquidez es bien conocida en base a nuestra experiencia diaria. También en la física, el comportamiento de los líquidos es bien comprendido y perfectamente predecible hasta cierto punto. Las leyes del movimiento de los fluidos (gases y líquidos) distinguen claramente entre el flujo laminar suave, que es predecible y bien definido, y el flujo turbulento que sólo se puede expresar, en el mejor de los casos, aproximadamente. Se puede predecir exactamente el movimiento del agua alrededor de un embarcadero en un río en base a las ecuaciones normales de los fluidos, siempre y cuando se mueva lentamente. Incluso si incrementamos la velocidad del flujo, provocando remolinos, todavía podemos predecir su comportamiento. Pero si incrementamos la velocidad del flujo más allá de cierto punto, se hace imposible predecir dónde se van a formar los remolinos e, incluso, decir algo sobre el comportamiento del agua en su conjunto. Ha pasado a ser caótico.
La tabla periódica de Mendeleyev
La existencia de cambios cualitativos en la materia era conocida bastante antes de que los seres humanos empezasen a pensar en la ciencia, pero no fue comprendida realmente hasta la llegada de la teoría atómica. Previamente, los físicos consideraban los cambios de estado de sólido a líquido y a gas como algo que sucedía sin que nadie supiese exactamente por qué. Sólo ahora empezamos a comprender correctamente estos fenómenos.
La ciencia de la química hizo enormes progresos durante el siglo XIX. Se descubrieron gran cantidad de elementos. Pero, de una forma bastante parecida a la situación de la física de partículas hoy en día, reina el caos. El gran científico ruso Dimitri Ivanovich Mendeleyev fue el que puso la casa en orden cuando, en 1869, en colaboración con el químico alemán Julius Meyer, elaboró la tabla periódica de los elementos, que mostraba la repetición periódica de propiedades químicas similares.
La existencia del peso atómico fue descubierta en 1862 por Cannizzaro. Pero el genio de Mendeleyev consistió en que no trató los elementos desde un punto de vista meramente cuantitativo, es decir, no consideró la relación entre los diferentes átomos simplemente en términos de peso. Si lo hubiese hecho, no hubiera sido posible la ruptura que realizó. Desde un punto de vista puramente cuantitativo, por ejemplo, el elemento telurio (peso atómico = 127,61) debería de venir después del yodo (peso atómico = 126,91) en la tabla periódica, sin embargo, Mendeleyev lo colocó justo delante del yodo, debajo del selenio, al que se parece más, y colocó el yodo debajo del elemento relacionado, el bromo. El método de Mendeleyev fue confirmado en el siglo XX cuando la investigación de rayos X demostró que está colocación era correcta. El nuevo número atómico para el telurio fue el 52, mientras que el del yodo es 53.
Toda la tabla periódica de Mendeleyev está basada en la ley de la cantidad en calidad, deduciendo diferencias cualitativas en los elementos a partir de diferencias cualitativas en sus pesos atómicos. Engels en su día ya lo reconoció:
"Por último, la ley hegeliana vale, no sólo para las sustancias compuestas, sino también para los propios elementos químicos. Sabemos que "las propiedades químicas de los elementos son una función periódica de sus pesos atómicos" (...) y que, por consiguiente, su calidad la determina la cantidad de su peso atómico. Y la demostración de esto es brillante. Mendeleyev probó que las distintas brechas que ocurren en las series de elementos emparentados, ordenados según los pesos atómicos, indicaban que en ellas había nuevos elementos que descubrir. Describió por anticipado las propiedades químicas generales de uno de esos elementos desconocidos, que llamó eka-aluminio, porque sigue al aluminio en la serie que se inicia con éste, y predijo su peso atómico y específico aproximados, así como su volumen atómico. Unos años después, Lecoq de Boisbaudran descubrió ese elemento, y las predicciones de Mendeleyev coincidían, con muy leves discrepancias. El eka-aluminio fue, a partir de entonces, el galio (...) Por medio de la aplicación “inconsciente” de la ley de Hegel, de transformación de la cantidad en calidad, Mendeleyev realizó una hazaña científica que no es excesiva audacia equiparar con la de Leverrier, cuando calculó la órbita del planeta Neptuno, hasta entonces desconocido".
Punto de ebullición
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La química implica cambios tanto cualitativos como cuantitativos, cambios de grado y de estado. Esto se puede ver claramente en el cambio de estado de gas a líquido o a sólido, que en general está relacionado con cambios de temperatura y presión. En Anti-Dühring, Engels da una serie de ejemplos de cómo, en química, la simple adición cuantitativa de elementos crea cuerpos totalmente diferentes. Desde los tiempos de Engels, el sistema químico de denominaciones ha cambiado, pero este ejemplo expresa exactamente el cambio de cantidad en calidad y así sucesivamente hasta C30H6002, el ácido melísico, que no se funde hasta los 80º y no tiene punto de ebullición, porque no se puede pasar al estado de vapor sin descomponerlo".
El estudio de los gases y vapores constituye una rama especial de la química. El pionero de la química inglesa, Faraday, creía que era imposible licuar seis gases, a los que denominó gases permanentes -hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, monóxido de carbono, óxido nítrico y metano-. Pero en 1877, el químico suizo R. Pictet consiguió licuar el oxígeno a -140 °C bajo una presión de 500 atmósferas. Más tarde, también el nitrógeno, el oxígeno y el monóxido de carbono fueron licuados a temperaturas todavía más bajas. En 1900, se licuó el hidrógeno a -240 °C, y a temperaturas todavía más bajas se consiguió incluso solidificarlo. Finalmente, el desafío más difícil de todos, la licuefacción del helio, se consiguió a -255 °C. Estos descubrimientos tuvieron importantes aplicaciones prácticas. Hoy en día, el hidrógeno y el oxígeno líquidos se utilizan en grandes cantidades en cohetes. La transformación de cantidad en calidad se demuestra por el hecho de que cambios de temperatura provocan importantes cambios de propiedades. Esta es la clave del fenómeno de la superconductividad. A temperaturas enormemente bajas, ciertas substancias, empezando con el mercurio, no ofrecen ninguna resistencia a las corrientes eléctricas.
El estudio de temperaturas extremadamente bajas fue desarrollado a mediados del siglo XIX por el inglés William Kelvin (más tarde Lord), estableciendo el concepto del cero absoluto (la temperatura más baja posible) que calculó en -273 °C. A esta temperatura, creía, la energía de las moléculas se hundiría a cero. Esta temperatura se llama el cero Kelvin y se utiliza como base para la escala de medidas de temperaturas muy bajas. Sin embargo, incluso al cero absoluto, el movimiento no desaparece del todo. Todavía hay algo de energía, que no se puede hacer desaparecer. A efectos prácticos, se puede decir que la energía es cero, pero en realidad no es así. Materia y moción, como Engels planteó, son absolutamente inseparables, incluso al "cero absoluto".
Hoy en día se consiguen temperaturas increíblemente bajas de forma rutinaria, y juegan un papel importante en la producción de superconductores. El mercurio se convierte en superconductor a exactamente 4,12° Kelvin (K); el plomo a 7,22° K; el estaño a 3,73° K; el aluminio a 1,2° K; el uranio a 0,8° K; el titanio a 0,53° K. Unos 1.400 elementos y aleaciones tienen esta cualidad. El punto de ebullición del nitrógeno líquido es 20,4° K. El helio es el único elemento conocido que no se puede congelar, incluso al cero absoluto. Es la única sustancia que posee la propiedad conocida como superfluidez. Sin embargo, también en este caso, cambios de temperatura provocan saltos cualitativos. A 2,2° K, el comportamiento del helio sufre un cambio tan fundamental que se conoce como helio-2, para diferenciarlo del helio líquido por encima de esa temperatura (helio-1). Utilizando nuevas técnicas se han conseguido temperaturas de 0,000001° K, aunque se cree que no puede llegar al cero absoluto.
Hasta ahora nos hemos concentrado en cambios químicos en el laboratorio y en la industria. Pero no deberíamos olvidar que estos cambios se producen a una escala mucho más grande en la naturaleza. La composición química del carbón, dejando de lado las impurezas, y la de los diamantes es la misma "carbono". La diferencia es el resultado de una presión colosal que, en un punto determinado, transforma los contenidos de un saco de carbón en el collar de una duquesa. Para convertir grafito común en diamante se necesitaría una presión de por lo menos 10.000 atmósferas durante un largo período de tiempo. Este proceso se da de forma natural bajo la superficie de la tierra. En 1955, el monopolio GEC consiguió convertir grafito en diamante a una temperatura de 2.500 °C y a una presión de 100.000 atmósferas. En 1962 se consiguió el mismo resultado a una temperatura de 5.000 °C y a una presión de 200.000 atmósferas, convirtiendo el grafito directamente en diamante, sin la ayuda de un catalizador. Estos son diamantes sintéticos, que no se utilizan para adornar los cuellos de las duquesas, sino con fines mucho más productivos, como herramientas de corte en la industria.
Transiciones de fase
Un importante campo de investigación es el que se refiere a lo que se conoce como transiciones de fase: el punto crítico en el que la materia cambia de sólido a líquido, o de líquido a vapor; o el cambio de no magnético a magnético; o de conductor a superconductor. Todos estos procesos son diferentes, pero se ha demostrado sin lugar a dudas que son similares, tanto que las matemáticas que se aplican a uno de estos experimentos se pueden utilizar a muchos otros. Este es un ejemplo muy claro de un salto cualitativo, como demuestra esta cita de James Gleick:
"Como tantas otras cosas del caos, las transiciones de fase incluyen un comportamiento macroscópico, difícil de predecir con el estudio de los detalles microscópicos. Las moléculas de un sólido calentado vibran con la energía adicional. Fuerzan sus límites hacia el exterior y hacen que la sustancia se expanda. Cuanto más alto sea el calor, tanto más intensa será la expansión. Pero, a temperatura y presión determinadas, el cambio se vuelve repentino y discontinuo. Se ha tirado de una cuerda y se rompe. La forma cristalina se deshace y las moléculas se apartan unas de otras. Obedecen a leyes de los fluidos que hubieran sido imposibles de inferir de cualquier aspecto del sólido. El promedio de energía atómica casi no ha cambiado, pero la materia "ahora líquida, o un imán, o un superconductor ha entrado en un reino nuevo".
La dinámica de Newton era suficiente para explicar fenómenos a gran escala, pero se hizo inservible para sistemas de dimensiones atómicas. De hecho, la mecánica clásica es válida para la mayoría de operaciones que no implican grandes velocidades o procesos que se dan en el nivel subatómico. Trataremos en detalle sobre la mecánica cuántica en otra sección. Esta representa un salto cualitativo en la ciencia. Su relación con la mecánica clásica es similar a la que existe entre las matemáticas superiores y clásicas, y entre la dialéctica y la lógica formal. Puede explicar hechos que la mecánica clásica no puede explicar, como la transformación radioactiva, la transformación de materia en energía. Da lugar a nuevas ramas de la ciencia "la química teórica, capaz de resolver problemas que eran insolubles". La teoría del magnetismo metálico provocó un cambio fundamental, haciendo posible brillantes descubrimientos en el flujo de electricidad a través de metales. Una vez que se aceptó el nuevo punto de vista, toda una serie de dificultades teóricas quedaron eliminadas. Pero durante un largo período de tiempo se encontró con una feroz resistencia, precisamente porque sus resultados chocaban de frente con el método de pensamiento tradicional y las leyes de la lógica formal.
El espectro electromagnético | ||
Frecuencia en oscilaciones/seg. | Nombre | Comportamiento aproximado |
10² | Perturbación eléctrica | Campo |
5 X 105- 106 | Radiodifusión | }Ondas |
108 | FM - TV | |
1010 | Radar | |
5 X 1014ñ 1015 | Luz | |
——— | ||
1018 | Rayos X | } Partícula |
10²¹ | Rayos y nucleares | |
1024 | Rayos y artificial | |
1027 | Rayos y en rayos cósmicos | |
Fuente: R. P. Feynman, Lectures on Physics, capítulo 2, p. 7, tabla 2-1. |
La física moderna nos da una gran cantidad de ejemplos de las leyes de la dialéctica, empezando por la cantidad y calidad. Tomemos, por ejemplo, la relación entre los diferentes tipos de ondas electromagnéticas y sus frecuencias, es decir, su velocidad de pulsación. El trabajo de Maxwell, en el que Engels estaba muy interesado, demostró que las ondas electromagnéticas y las ondas lumínicas eran del mismo tipo. La mecánica cuántica demostró más tarde que la situación es mucho más compleja. Pero a bajas frecuencias, la teoría de las ondas se puede aplicar bastante bien.
Las propiedades de las ondas están determinadas por el número de oscilaciones por segundo. La diferencia es en la frecuencia de las ondas, la velocidad de pulsación, el número de vibraciones por segundo. Es decir, cambios cuantitativos dan lugar a diferentes tipos de señales de onda. Trasladado a colores, el rojo indica ondas lumínicas de baja frecuencia. Un aumento de la frecuencia de vibración convierte el color en naranja-amarillo, luego violeta, después en invisibles rayos ultravioleta y rayos X, y finalmente en rayos gamma. Si vamos al otro extremo del proceso pasamos de infrarrojos y rayos calóricos a radio ondas. Es decir, el mismo fenómeno se manifiesta de maneras diferentes según sea la frecuencia mayor o menor. Cambios cuantitativos que pasan a ser cualitativos.
Orgánico e inorgánico
La ley de la cantidad y calidad también sirve para aclarar uno de los aspectos más controvertidos de la física moderna, el llamado "principio de indeterminación", que examinaremos más en detalle en otra sección. Aunque es imposible conocer la posición y velocidad exactas de una partícula subatómica en concreto, es posible predecir bastante exactamente el comportamiento de un gran número de partículas. Un ejemplo más: los átomos radioactivos decaen de tal manera que hacen imposible una predicción detallada. Sin embargo, un gran número de átomos decae con una frecuencia tan estadísticamente fiable que los científicos los utilizan como "relojes" para calcular la edad de la tierra, el sol y las estrellas. El mero hecho de que las leyes que gobiernan el comportamiento de las partículas subatómicas sean tan diferentes de las que se aplican en el mundo "normal" es en sí mismo un ejemplo de la transformación de la cantidad en calidad. El punto exacto en el que las leyes de los fenómenos a pequeña escala dejan de aplicarse fue definido por la acción cuántica planteada por Max Planck en 1900.
En un punto determinado, la concatenación de circunstancias provoca un salto cualitativo en el que la materia orgánica surge de la materia inorgánica. La diferencia entre materia orgánica e inorgánica es sólo relativa. La ciencia moderna ha avanzado bastante en el proceso de conocer exactamente cómo surge la una de la otra. La vida en sí misma consiste en átomos organizados de determinada manera. Todos nosotros somos un conjunto de átomos, pero no "simplemente" un conjunto de átomos. En la increíblemente complicada organización de nuestros genes tenemos un número de posibilidades infinito. La tarea de permitir que cada individuo las desarrolle hasta su máxima expresión es la auténtica tarea del socialismo.
Los biólogos moleculares conocen ahora la secuencia completa del ADN de un organismo, pero no pueden deducir de esto cómo se organiza el organismo durante su desarrollo, de la misma manera que el conocimiento de la estructura del H20 no nos da una comprensión de las cualidades de la liquidez. Un análisis de los componentes químicos y células del cuerpo no nos da una fórmula de la vida. Lo mismo se aplica a la mente. Los neurocientíficos tienen una gran cantidad de información de lo que hace el cerebro. El cerebro humano se compone de 10.000 millones de neuronas, cada una de las cuales tiene una media de mil conexiones con otras neuronas. El ordenador más veloz es capaz de realizar alrededor de mil millones de operaciones por segundo. El cerebro de una mosca posada en una pared realiza 100.000 millones de operaciones en ese mismo tiempo. Esta comparación nos da una idea de la enorme diferencia entre el cerebro humano y el ordenador más avanzado.
La enorme complejidad del cerebro humano es una de las razones por las que los idealistas han intentado rodear el fenómeno de la mente con una aura mística. El conocimiento de los detalles de las neuronas, axones y sinapsis individuales no es suficiente para explicar los fenómenos del pensamiento y las emociones. Sin embargo, no hay en ello nada místico. En el lenguaje de la teoría de la complejidad, tanto mente como vida son fenómenos emergentes. En el lenguaje de la dialéctica el salto de cantidad a calidad significa que el todo posee cualidades que no pueden ser deducidas de la suma de las partes ni reducidas a ellas. Ninguna de las neuronas es consciente en sí misma. Pero sí lo son la suma de las neuronas y sus interconexiones. Las redes neuronales son sistemas no lineales. Es la actividad compleja y las interacciones entre las neuronas lo que produce el fenómeno que llamamos consciencia.
Podemos ver el mismo tipo de fenómeno en grandes cantidades o sistemas multicomponentes en las esferas más variadas. Los estudios de colonias de hormigas en la Universidad de Bath han demostrado cómo comportamientos que no se ven en hormigas individuales aparecen en una colonia. Una hormiga sola, dejada a su suerte, dará vueltas sin rumbo, buscando comida y descansando a intervalos irregulares. Sin embargo, cuando pasamos a observar la colonia en su conjunto inmediatamente se hace claro que son activas en intervalos completamente regulares. Se cree que esto maximiza la efectividad de su trabajo: si trabajan todas a la vez es improbable que una hormiga repita la tarea que acaba de realizar otra. El grado de coordinación de una colonia de hormigas es tal que algunos las consideran como un sólo animal, más que como una colonia. Esto también es una representación mística de un fenómeno que existe a muchos niveles de la naturaleza y en la sociedad humana y animal, y que sólo se puede entender en términos de la relación dialéctica entre el todo y la parte.
Podemos ver la aplicación de la transformación de la cantidad en calidad cuando consideramos la evolución de las especies. En términos biológicos "especie" o "raza" animal se define por su capacidad de entrecruzarse. Pero en la medida en que las modificaciones evolutivas alejan a un grupo del otro, llega un punto en que ya no pueden entrecruzarse. En este punto se ha formado una nueva especie. Los paleontólogos Steven J. Gould y Niles Eldridge han demostrado que estos procesos a veces son lentos y prolongados, y otras veces extremadamente rápidos. De cualquier manera, demuestran cómo una acumulación gradual de pequeños cambios en un momento dado provoca un cambio cualitativo. El equilibrio puntuado es el término utilizado por estos biólogos para describir largos períodos de estabilidad interrumpidos por explosiones repentinas de cambio. Cuando Gould y Eldridge, del Museo Americano de Historia Natural, propusieron esta idea en 1972, provocaron un agrio debate entre biólogos, para los cuales, hasta entonces, la evolución darwiniana era sinónimo de gradualismo.
Durante mucho tiempo se creyó que la evolución excluía este tipo de cambios drásticos. Se había planteado como un cambio lento y gradual. Sin embargo, el registro fósil, aunque incompleto, presenta una imagen totalmente diferente, con largos períodos de evolución gradual puntuados por explosiones violentas, acompañadas de extinciones masivas de algunas especies y el rápido surgimiento de otras. Sea cierto o no que los dinosaurios se extinguieran debido a la colisión de un meteorito con la tierra, es bastante improbable que la mayoría de las grandes extinciones hayan tenido esta misma causa. Los fenómenos externos, incluyendo impactos de meteoritos o cometas, pueden jugar un papel como "accidentes" en el proceso evolutivo, pero es necesario buscar una explicación a la evolución como resultado de sus propias leyes internas. La teoría del "equilibrio puntuado", que hoy en día cuenta con el apoyo de la mayoría de los paleontólogos, representa una ruptura decisiva con la vieja interpretación gradualista del darwinismo, y presenta una visión dialéctica de la evolución, en la que largos períodos de estabilidad se ven interrumpidos por saltos bruscos y cambios catastróficos de todo tipo.
Hay un número inacabable de ejemplos de la ley de la transformación de la cantidad en calidad, abarcando un amplio espectro. ¿Es posible seguir dudando de la validez de esta ley extremadamente importante sobre bases científicas? ¿Está justificado continuar ignorándola, o descartarla como una invención subjetiva, que ha sido aplicada arbitrariamente a diferentes fenómenos sin ninguna relación entre sí? Vemos como en la física el estudio de transiciones de fase ha llevado a la conclusión de que cambios aparentemente sin relación entre ellos, de la ebullición de los líquidos y la magnetización de metales, todos se rigen por las mismas reglas. Es sólo una cuestión de tiempo el que se encuentren conexiones similares que revelarán sin lugar a dudas que la ley de la transformación de la cantidad en calidad es, efectivamente, una de las leyes más fundamentales de la naturaleza.
El todo y las partes
Según la lógica formal, el todo es igual a la suma de las partes. Sin embargo, si lo examinamos más atentamente veremos que esto no es cierto. En el caso de los organismos vivos claramente no lo es. Un conejo troceado en un laboratorio y reducido a sus partes constituyentes, ¡deja de ser un conejo! Los defensores de la teoría del caos y la complejidad han comprendido este hecho. Mientras que la física clásica con sus sistemas lineales, aceptaba que el todo era exactamente la suma de sus partes constituyentes, la lógica no lineal de la complejidad mantiene la afirmación contraria, completamente de acuerdo con la dialéctica:
"El todo casi siempre equivale a bastante más que la suma de sus partes constituyentes", dice Waldrop. "Y la expresión matemática de dicha propiedad ¾ en la medida en que semejantes sistemas pueden ser descritos por las matemáticas en general"es una ecuación no lineal: una cuyo gráfico es curvo".
Ya hemos citado ejemplos de cambios cualitativos en química utilizados por Engels en el Anti-Dühring. Aunque esos ejemplos siguen siendo válidos, no nos dan una visión completa del fenómeno. Engels estaba limitado por el conocimiento científico de su tiempo. Hoy en día es posible llegar mucho más lejos. La teoría atómica clásica de la química parte de la idea de que cualquier combinación de átomos en una unidad más grande sólo puede ser un agregado de esos átomos, es decir, una relación puramente cuantitativa. La unión de átomos en moléculas era vista como una simple yuxtaposición. Fórmulas químicas como H2O, H2SO4, etc., presuponen que cada uno de esos átomos sigue siendo básicamente el mismo, incluso cuando entra en una nueva combinación para formar una molécula.
Esto reflejaba precisamente la manera de pensar de la lógica formal, que plantea que el todo es sólo la suma de las partes. En la medida en que el peso molecular es igual a la suma de los pesos de los átomos respectivos, se daba por supuesto que los átomos seguían siendo los mismos, habiendo entrado en una relación puramente cuantitativa. Sin embargo, muchas de las propiedades del compuesto no se podían determinar de esta manera. De hecho, muchas de las propiedades químicas de los compuestos difieren considerablemente de las de los elementos de que se componen. El llamado "principio de yuxtaposición" no explica estos cambios. Es unilateral, inadecuado, en una palabra, incorrecto.
La teoría atómica moderna ha demostrado la incorrección de esta idea. Aunque aquella acepta que las estructuras complejas se pueden explicar en términos de agregados de factores más elementales, ha demostrado que las relaciones entre estos elementos no son simplemente indiferentes y cuantitativas, sino dinámicas y dialécticas. Las partículas elementales que forman los átomos están en constante interacción, pasando de ser una cosa a otra. No son constantes fijas, sino que a cada momento son ellas mismas y otra cosa al mismo tiempo. Estas relaciones dinámicas son precisamente lo que da a las moléculas resultantes su naturaleza particular, propiedades e identidad específica.
En esta nueva combinación, los átomos son y no son ellos mismos. Se combinan de forma dinámica produciendo una entidad totalmente diferente, una relación diferente que, a su vez, determina el comportamiento de las partes componentes. No estamos tratando simplemente con una "yuxtaposición" inanimada, un agregado mecánico, sino con un proceso. Por lo tanto, para comprender la naturaleza de una entidad, es totalmente insuficiente reducirla a sus componentes atómicos individuales. Es necesario entender sus interrelaciones dinámicas, es decir, llegar a un análisis dialéctico, no formal.
David Bohm fue uno de los pocos que dio una alternativa teórica elaborada a la subjetivista "interpretación de Copenhague" de la mecánica cuántica. El análisis de Bohm, claramente influenciado por el método dialéctico, defiende un replanteamiento radical de la mecánica cuántica y un nuevo punto de vista de la relación entre el todo y las partes. Plantea que la interpretación corriente de la mecánica cuántica no da una idea precisa del alcance de la revolución que supuso en la física moderna.
"De hecho", dice Bohm, "cuando se extiende esta interpretación a las teorías de los campos, no sólo las interrelaciones de las partes, sino hasta su existencia surge de la ley del conjunto. Por lo tanto, no queda nada del esquema clásico en el que el todo se deriva de las partes preexistentes relacionadas de maneras predeterminadas. Más bien, lo que tenemos es algo similar a la relación del todo y las partes de un organismo, en el que cada órgano crece y se sostiene de una manera que depende crucialmente del conjunto".
Una molécula de azúcar se puede dividir en los átomos individuales que la constituyen, pero entonces deja de ser azúcar. Una molécula no se puede reducir a sus partes componentes sin perder su identidad. Este es precisamente el problema cuando intentamos tratar un fenómeno complejo desde un punto de vista puramente cuantitativo. La super simplificación resultante nos lleva a una visión unilateral y distorsionada del mundo natural, en la medida en que no tenemos en cuenta el aspecto cualitativo. Es precisamente a través de la calidad que podemos distinguir una cosa de otra. La calidad es la base de toda nuestra comprensión del mundo, porque expresa la realidad fundamental de todas las cosas, mostrando las fronteras críticas que existen en el nivel de la realidad material. El punto exacto en el que pequeños cambios de grado dan lugar a cambios de estado es uno de los problemas más fundamentales de la ciencia. Es una cuestión que ocupa un lugar central en el materialismo dialéctico.
El todo y las partes
Según la lógica formal, el todo es igual a la suma de las partes. Sin embargo, si lo examinamos más atentamente veremos que esto no es cierto. En el caso de los organismos vivos claramente no lo es. Un conejo troceado en un laboratorio y reducido a sus partes constituyentes, ¡deja de ser un conejo! Los defensores de la teoría del caos y la complejidad han comprendido este hecho. Mientras que la física clásica con sus sistemas lineales, aceptaba que el todo era exactamente la suma de sus partes constituyentes, la lógica no lineal de la complejidad mantiene la afirmación contraria, completamente de acuerdo con la dialéctica:
"El todo casi siempre equivale a bastante más que la suma de sus partes constituyentes", dice Waldrop. "Y la expresión matemática de dicha propiedad -n la medida en que semejantes sistemas pueden ser descritos por las matemáticas en generales una ecuación no lineal: una cuyo gráfico es curvo".
Ya hemos citado ejemplos de cambios cualitativos en química utilizados por Engels en el Anti-Dühring. Aunque esos ejemplos siguen siendo válidos, no nos dan una visión completa del fenómeno. Engels estaba limitado por el conocimiento científico de su tiempo. Hoy en día es posible llegar mucho más lejos. La teoría atómica clásica de la química parte de la idea de que cualquier combinación de átomos en una unidad más grande sólo puede ser un agregado de esos átomos, es decir, una relación puramente cuantitativa. La unión de átomos en moléculas era vista como una simple yuxtaposición. Fórmulas químicas como H20, H2S04, etc., presuponen que cada uno de esos átomos sigue siendo básicamente el mismo, incluso cuando entra en una nueva combinación para formar una molécula.
Esto reflejaba precisamente la manera de pensar de la lógica formal, que plantea que el todo es sólo la suma de las partes. En la medida en que el peso molecular es igual a la suma de los pesos de los átomos respectivos, se daba por supuesto que los átomos seguían siendo los mismos, habiendo entrado en una relación puramente cuantitativa. Sin embargo, muchas de las propiedades del compuesto no se podían determinar de esta manera. De hecho, muchas de las propiedades químicas de los compuestos difieren considerablemente de las de los elementos de que se componen. El llamado "principio de yuxtaposición" no explica estos cambios. Es unilateral, inadecuado, en una palabra, incorrecto.
La teoría atómica moderna ha demostrado la incorrección de esta idea. Aunque aquella acepta que las estructuras complejas se pueden explicar en términos de agregados de factores más elementales, ha demostrado que las relaciones entre estos elementos no son simplemente indiferentes y cuantitativas, sino dinámicas y dialécticas. Las partículas elementales que forman los átomos están en constante interacción, pasando de ser una cosa a otra. No son constantes fijas, sino que a cada momento son ellas mismas y otra cosa al mismo tiempo. Estas relaciones dinámicas son precisamente lo que da a las moléculas resultantes su naturaleza particular, propiedades e identidad específica.
En esta nueva combinación, los átomos son y no son ellos mismos. Se combinan de forma dinámica produciendo una entidad totalmente diferente, una relación diferente que, a su vez, determina el comportamiento de las partes componentes. No estamos tratando simplemente con una "yuxtaposición" inanimada, un agregado mecánico, sino con un proceso. Por lo tanto, para comprender la naturaleza de una entidad, es totalmente insuficiente reducirla a sus componentes atómicos individuales. Es necesario entender sus interrelaciones dinámicas, es decir, llegar a un análisis dialéctico, no formal.
David Bohm fue uno de los pocos que dio una alternativa teórica elaborada a la subjetivista "interpretación de Copenhague" de la mecánica cuántica. El análisis de Bohm, claramente influenciado por el método dialéctico, defiende un replanteamiento radical de la mecánica cuántica y un nuevo punto de vista de la relación entre el todo y las partes. Plantea que la interpretación corriente de la mecánica cuántica no da una idea precisa del alcance de la revolución que supuso en la física moderna.
"De hecho", dice Bohm, "cuando se extiende esta interpretación a las teorías de los campos, no sólo las interrelaciones de las partes, sino hasta su existencia surge de la ley del conjunto. Por lo tanto, no queda nada del esquema clásico en el que el todo se deriva de las partes preexistentes relacionadas de maneras predeterminadas. Más bien, lo que tenemos es algo similar a la relación del todo y las partes de un organismo, en el que cada órgano crece y se sostiene de una manera que depende crucialmente del conjunto".
Una molécula de azúcar se puede dividir en los átomos individuales que la constituyen, pero entonces deja de ser azúcar. Una molécula no se puede reducir a sus partes componentes sin perder su identidad. Este es precisamente el problema cuando intentamos tratar un fenómeno complejo desde un punto de vista puramente cuantitativo. La super simplificación resultante nos lleva a una visión unilateral y distorsionada del mundo natural, en la medida en que no tenemos en cuenta el aspecto cualitativo. Es precisamente a través de la calidad que podemos distinguir una cosa de otra. La calidad es la base de toda nuestra comprensión del mundo, porque expresa la realidad fundamental de todas las cosas, mostrando las fronteras críticas que existen en el nivel de la realidad material. El punto exacto en el que pequeños cambios de grado dan lugar a cambios de estado es uno de los problemas más fundamentales de la ciencia. Es una cuestión que ocupa un lugar central en el materialismo dialéctico.
Organismos complejos
La vida misma surge de un salto cualitativo de materia inorgánica a materia orgánica. La explicación de los procesos mediante los cuales se produce este salto constituye uno de los problemas más emocionantes e importantes de la ciencia de hoy en día. Los avances de la química, analizando detalladamente las estructuras de moléculas complejas, prediciendo con gran precisión su comportamiento, e identificando el papel de moléculas concretas en sistemas vivos, prepararon el camino para el surgimiento de nuevas ciencias, la bioquímica y la biofísica, que se ocupan respectivamente de las reacciones químicas en los organismos vivos y las implicaciones de los fenómenos físicos en los procesos vivos. Estas a su vez se han unido en la biología molecular, que ha experimentado sus avances más sorprendentes en los últimos años.
De esta manera, las viejas divisiones fijas que separaban la materia orgánica de la inorgánica han sido completamente abolidas. En otros tiempos los químicos establecieron una distinción rígida entre las dos. Gradualmente se fue comprendiendo que las mismas leyes químicas se aplican a moléculas orgánicas e inorgánicas. Todas las sustancias que contienen carbono (con la posible excepción de unos pocos compuestos simples como el dióxido de carbono) se definen como orgánicas. El resto son inorgánicas. Sólo los átomos de carbono pueden formar largas cadenas, posibilitando de esta manera una infinita variedad de moléculas complejas.
Los químicos del siglo XIX analizaron las propiedades de las sustancias "albuminosas" (de la palabra latina que significa clara de huevo). A partir de eso se descubrió que la vida dependía de proteínas, moléculas grandes compuestas de aminoácidos. A principios del siglo XX, cuando Planck estaba revolucionando la física, Emil Fischer estaba intentando unir aminoácidos en cadenas, de tal manera que el grupo carboxílico de un aminoácido siempre estaba vinculado al grupo amino del siguiente. Hacia 1907 ya había conseguido sintetizar una cadena de dieciocho aminoácidos. Fischer llamó estas cadenas péptidos, de la palabra griega "digerir", ya que pensaba que las proteínas se rompían en cadenas de este tipo en el proceso de la digestión. Esta teoría fue finalmente demostrada por Max Bergmann en 1932.
Estas cadenas todavía eran demasiado simples como para producir las complejas cadenas polipéptidas necesarias para crear proteínas. Es más, la tarea de descifrar la estructura de una molécula proteínica era increíblemente difícil. Las propiedades de cada proteína dependen de la relación exacta de aminoácidos en la cadena molecular. También aquí, la cantidad determina la calidad. Esto planteaba un problema aparentemente insuperable para los bioquímicos, en la medida en que el número de combinaciones posibles para diecinueve aminoácidos en una cadena se acerca a 120.000 billones. Por lo tanto, una proteína del tamaño del serum albúmina, compuesta de más de 500 aminoácidos tiene un número de combinaciones posibles de 10600, es decir, un 1 seguido de 600 ceros. La estructura completa de una proteína clave, la insulina, fue establecida por primera vez por el bioquímico británico Fredrich Sanger en 1953. Utilizando el mismo método, otros científicos consiguieron descifrar la estructura de toda una serie de proteínas. Más adelante, consiguieron sintetizar proteínas en un laboratorio. Actualmente es posible sintetizar gran cantidad de proteínas, incluyendo algunas tan complejas como la hormona del crecimiento humano, lo que implica una cadena de 188 aminoácidos.
La vida es un sistema complejo de interacciones, que implica una gran cantidad de reacciones químicas que se producen continua y rápidamente. Cada reacción en el corazón, la sangre, el sistema nervioso, los huesos y el cerebro interacciona con todas las demás partes del cuerpo. El funcionamiento del organismo vivo más pequeño es mucho más complicado que el ordenador más avanzado, permitiendo movimientos rápidos, reacciones inmediatas al más mínimo cambio en el entorno, ajustes constantes a las condiciones cambiantes, internas y externas. Aquí, incluso con más énfasis, el todo es más que la suma de las partes. Cada parte del cuerpo, cada reacción muscular y nerviosa, depende de todo lo demás. Aquí tenemos una relación dinámica y compleja, en otras palabras, dialéctica, que por sí sola es capaz de crear y mantener el fenómeno que conocemos con el nombre de vida.
El proceso del metabolismo significa que en cada momento determinado, el organismo vivo está constantemente cambiando, absorbiendo oxígeno, agua, comida (hidratos de carbono, grasas, proteínas, minerales y otras materias primas), negándolos y transformándolos en materiales necesarios para mantener y desarrollar la vida, y excretando los productos desechables. La relación dialéctica entre el todo y las partes se manifiesta en los diferentes niveles de complejidad de la naturaleza, que tienen su reflejo en las diferentes ramas de la ciencia.
a) Las interacciones atómicas y las leyes de la química determinan las leyes de la bioquímica, pero la vida en sí es cualitativamente diferente.
b) Las leyes de la bioquímica "explican" todos los procesos de la interacción humana con el entorno. Sin embargo, la actividad humana y el pensamiento son cualitativamente diferentes a los procesos biológicos que la constituyen.
c) Cada persona individual a su vez, es el producto de su desarrollo físico y ambiental. Sin embargo, las interacciones complejas de la suma total de individuos que conforman la sociedad también son cualitativamente diferentes. En cada uno de estos casos, el todo es mayor que la suma de las partes y obedece leyes diferentes.
En última instancia toda la existencia y actividad humana se basa en las leyes del movimiento de los átomos. Nosotros somos parte del universo material, que es un todo continuo, que se rige por sus propias leyes inherentes. Sin embargo, cuando pasamos de a) a c), realizamos toda una serie de saltos cualitativos, y debemos operar con leyes diferentes a "niveles" diferentes; c) se basa en b) y b) se basa en a). Pero nadie en su sano juicio intentaría explicar los complejos movimientos de la sociedad humana en términos de fuerzas atómicas. Por la misma razón, es absolutamente fútil reducir el problema del crimen a las leyes de la genética.
Un ejército no es simplemente la suma total de sus soldados individuales. El mero hecho de combinarse en una fuerza masiva, organizada en líneas militares, transforma al soldado individual, tanto física como moralmente. Mientras se mantenga la cohesión de un ejército, este representa una fuerza formidable. Esto no es sólo una cuestión numérica. Napoleón era plenamente consciente de la importancia de la moral en la guerra. Como parte de una fuerza combatiente numerosa y disciplinada, el soldado individual se transforma, siendo capaz de llevar a cabo actos de heroísmo y sacrificio en situaciones de extremo peligro, que, en condiciones normales, como individuo aislado, ni siquiera podría imaginar. Y, sin embargo, es la misma persona que antes. En el momento en que la cohesión del ejército se rompe bajo el impacto de una derrota, el todo se disuelve en sus "átomos" individuales, y el ejército se convierte en una chusma desmoralizada.
Engels estaba muy interesado en táctica militar, por lo cual las hijas de Marx le sacaron el mote de "el General". Siguió de cerca el desarrollo de la Guerra Civil Americana y de la Guerra de Crimea, sobre las cuales escribió muchos artículos. En el Anti-Dühring, demuestra cómo la ley de la cantidad y calidad tiene su aplicación en la táctica militar, por ejemplo, en relación a la capacidad combativa de los altamente disciplinados soldados de Napoleón y la caballería egipcia (mamelucos):
"Para terminar, vamos a apelar a otro testimonio más de la mutación de cantidad en calidad, a saber, Napoleón. este describe el combate de la caballería francesa, de jinetes malos, pero disciplinados, contra los mamelucos, indiscutiblemente la mejor caballería de la época en el combate individual, pero también indisciplinada:
"Dos mamelucos eran sin discusión superiores a tres franceses; 100 mamelucos equivalían a 100 franceses; 300 franceses eran en general superiores a 300 mamelucos, y 1.000 franceses aplastaban siempre a 1.500 mamelucos".
"Igual que en Marx una determinada magnitud mínima variable de la suma de valor de cambio era necesaria para posibilitar su transformación en capital, así también es, según Napoleón, necesaria una determinada dimensión mínima de la sección de caballería para permitir a la fuerza de la disciplina, que reside en el orden cerrado y la aplicación según un plan, manifestarse y llegar hasta la superioridad incluso sobre masas mayores de caballería irregular, mejor montadas y de mejores jinetes y guerreros, y por lo menos del mismo valor personal".
El proceso molecular de la revolución
El proceso de una reacción química implica cruzar una barrera decisiva, conocida como estado de transición. En este punto, antes de que los reactantes se conviertan en productos, no son ni una cosa ni la otra. Algunos de los viejos vínculos se están rompiendo y se están formando otros nuevos. La energía necesaria para sobrepasar este punto crítico se conoce como la energía Gibbs. Para que una molécula pueda reaccionar, necesita una cierta cantidad de energía, que en un punto determinado le lleva a un estado de transición. A temperaturas normales, sólo una pequeña fracción de las moléculas reactantes tiene suficiente energía. A temperaturas mayores una proporción más grande de las moléculas tendrá esta energía. Por esto, el calor es una de las maneras de acelerar una reacción química. Se puede facilitar el proceso con la utilización de catalizadores, ampliamente utilizados en la industria. Sin catalizadores, muchos procesos, aunque seguirían dándose, lo harían tan lentamente que serían antieconómicos. El catalizador no puede cambiar ni la composición de las substancias implicadas, ni alterar la energía Gibbs de los reactantes, pero puede facilitar el camino entre ambos.
Hay ciertas analogías entre este fenómeno y el papel del individuo en la historia. Es una distorsión bastante común el pensar que el marxismo no deja lugar para el papel del individuo a la hora de moldear su propio destino. Según esta caricatura, la concepción materialista de la historia lo reduce todo a "las fuerzas productivas". Los seres humanos son vistos como meros agentes ciegos de las fuerzas económicas, o marionetas danzando al son de la inevitabilidad histórica. Este punto de vista mecánico del proceso histórico (determinismo económico) no tiene nada que ver con la filosofía dialéctica del marxismo.
El materialismo histórico parte de la proposición elemental que los hombres y las mujeres hacen su propia historia. Pero, al contrario que la concepción idealista de los seres humanos como agentes absolutamente libres, el marxismo explica que están limitados por las condiciones materiales reales de la sociedad en la que han nacido. Estas condiciones están moldeadas fundamentalmente por el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, que es en última instancia la base en que descansa toda la cultura, política y religión humanas. Sin embargo, estas cosas no están directamente determinadas por el desarrollo económico, sino que pueden tener, y de hecho tienen, una vida propia. Las relaciones extremadamente complejas entre todos estos factores tienen un carácter dialéctico, no mecánico. Los individuos no escogen las condiciones en las que nacen. Les vienen "dadas". Tampoco es posible, como se imaginan los idealistas, que los individuos impongan su voluntad sobre la sociedad, simplemente debido a la grandeza de su intelecto o la fuerza de su carácter. La teoría según la cual la historia la hacen los "grandes hombres" es un cuento de hadas para entretener a niños de cinco años. Tiene más o menos el mismo valor científico que la "teoría conspiratoria" de la historia, que atribuye las revoluciones a la maligna influencia de "agitadores".
Todo obrero sabe que las huelgas no las provocan los agitadores, sino las malas condiciones laborales y saláriales. Las huelgas, contrariamente a la impresión que quieren transmitir algunos periódicos sensacionalistas, no son hechos normales. Una fábrica puede estar durante años en un estado de calma aparente. Puede ser que los trabajadores no reaccionen, incluso cuando sus condiciones saláriales y de trabajo son atacadas. Esto es especialmente verdad en condiciones de paro masivo o cuando los dirigentes sindicales no se ponen al frente de la lucha. Esta indiferencia aparente de la mayoría frecuentemente desmoraliza a la minoría de activistas. Sacan la conclusión equivocada de que el resto de los trabajadores son "atrasados" y nunca van a hacer nada. Pero por debajo de la superficie de tranquilidad aparente, se están produciendo cambios. Mil pequeños incidentes, injusticias, agravios, ofensas, gradualmente van dejando su marca en la conciencia de los trabajadores. Trotsky describió apropiadamente este proceso como el "el proceso molecular de la revolución". Es el equivalente a la energía Gibbs en una reacción química.
Tanto en la vida real como en la química, los procesos moleculares tardan su tiempo. Ningún químico se quejaría nunca de que la reacción esperada estuviese tardando demasiado, especialmente si no se dan las condiciones para una reacción rápida (alta temperatura, etc.). Pero en un momento determinado se alcanza el estado de transición químico. Llegado a este punto, la presencia de un catalizador es de gran ayuda a la hora de llevar el proceso a un desenlace exitoso, del modo más rápido y económico. De la misma manera, en un momento dado, el descontento acumulado en la fábrica explota. La situación cambia radicalmente en el espacio de 24 horas. Si los activistas no están preparados, si se han dejado decepcionar por el ambiente superficial, el movimiento les pillará con la guardia baja.
En la dialéctica, más pronto o más tarde, las cosas se transforman en su contrario. En las palabras de la Biblia, "los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros". Lo hemos visto muchas veces, especialmente en la historia de las grandes revoluciones. Secciones previamente atrasadas y pasivas pueden ponerse al día de golpe. La conciencia se desarrolla mediante saltos bruscos. Esto se puede ver en cualquier huelga. Y en cada huelga podemos ver elementos de una revolución, aunque en un estado embrionario, no desarrollado. En este tipo de situaciones, la presencia de una minoría consciente y audaz puede jugar un papel similar al de un catalizador en una reacción química. En algunos casos, incluso un solo individuo puede jugar un papel absolutamente decisivo.
En noviembre de 1917, el destino de la Revolución Rusa estuvo determinado en última instancia por el papel de dos hombres - Lenin y Trotsky- . No hay duda de que sin ellos la revolución hubiese sido derrotada. Los demás dirigentes, Zinoviev, Kámenev y Stalin capitularon bajo la presión de otras clases. Aquí no se trata de "fuerzas históricas" en abstracto, sino el grado concreto de preparación, previsión, coraje personal y habilidad de los dirigentes. Después de todo, estamos hablando de una lucha de fuerzas vivas, no de una simple ecuación matemática.
¿Quiere esto decir que la interpretación idealista de la historia es correcta? ¿Lo deciden todo los grandes hombres? Dejemos que los hechos hablen por sí mismos. Durante un cuarto de siglo antes de 1917, Lenin y Trotsky habían pasado la mayor parte de sus vidas más o menos aislados de las masas, las más de las veces trabajando con grupos de gente muy pequeños. ¿Por qué no pudieron tener el mismo papel decisivo, por ejemplo, en 1916? ¿O en 1890? Porque no se daban las condiciones objetivas. De la misma manera, un activista sindical que estuviese llamando continuamente a la huelga cuando no hubiera un ambiente para la lucha, acabaría por ser el hazmerreír de la fábrica. Igualmente, cuando la revolución quedó aislada en condiciones de atraso económico extremo y el balance de fuerzas entre las clases había cambiado, ni Lenin ni Trotsky pudieron evitar el auge de la contrarrevolución burocrática, encabezada por un hombre Stalin que era, en todos los sentidos, inferior a ellos. Aquí podemos ver la relación dialéctica entre los factores subjetivo y objetivo en la historia.
Unidad y lucha de contrarios
Miremos donde miremos en la naturaleza, podemos ver la coexistencia dinámica de tendencias opuestas. Esta tensión creativa es la que da vida y movimiento. Heráclito comprendió esto hace 2.500 años. Incluso, está presente de forma embrionaria en ciertas religiones orientales, como la idea del yin y el yang en China, y en el budismo. Aquí la dialéctica aparece de una forma mistificada, que sin embargo representa una intuición del funcionamiento de la naturaleza. La religión hindú contiene el germen de una idea dialéctica cuando plantea tres fases: de creación (Brahma), mantenimiento u orden (Vishnu) y destrucción o desorden (Shiva). En su interesante libro sobre las matemáticas del caos, lan Stewart señala que la diferencia entre los dioses Shiva "el Indómito" y Vishnu no es el antagonismo entre el bien y el mal, sino que los dos principios de armonía y discordia juntos son la base de toda existencia.
"De la misma forma", escribe, "los matemáticos empiezan a ver el orden y el caos como dos manifestaciones diferentes de un determinismo subyacente. Y ninguna de las dos cosas existe en aislamiento. El sistema típico puede existir en una variedad de estados, algunos ordenados, algunos caóticos. En vez de dos polos opuestos hay un espectro continuo, de la misma manera que la armonía y la discordia se combinan en la belleza de la música, el orden y el caos se combinan en la belleza matemática".
En Heráclito todo esto estaba en forma de intuición inspirada. Ahora esta hipótesis ha sido confirmada por una enorme cantidad de ejemplos. La unidad de contrarios está presente en el corazón del átomo, y todo el universo está formado por moléculas, átomos y partículas subatómicas. La cuestión fue claramente planteada por el físico americano R. P. Feynman: "Todas las cosas, aun nosotros mismos, están hechas de partes positivas y negativas finamente granuladas que interactúan de manera enormemente fuerte, todas perfectamente compensadas".
La pregunta es: ¿cómo puede ser que un más y un menos estén "perfectamente compensados"? ¡Esta es una idea contradictoria! En matemáticas elementales, un más y un menos no se "compensan". Se anulan el uno al otro. La física moderna ha sacado a la luz las tremendas fuerzas que residen en el interior del átomo. ¿Por qué las fuerzas contradictorias de electrones y protones no se cancelan unas a otras? ¿Por qué el átomo no se desintegra? La explicación actual se refiere a la "fuerza fuerte" que mantiene el átomo unido. Pero el hecho es que la unidad de contrarios sigue estando en la base de toda realidad.
Dentro del núcleo de un átomo hay dos fuerzas opuestas, atracción y repulsión. Por un lado, hay repulsiones eléctricas que, si no fuesen frenadas, harían pedazos el núcleo. Por otra parte, hay fuerzas de atracción muy potentes que mantienen unidas las partículas nucleares. Sin embargo, esta fuerza de atracción tiene sus límites, más allá de los cuales es incapaz de mantenerlas unidas. Las fuerzas de atracción, a diferencia de las de repulsión, son de corto alcance. En un núcleo pequeño pueden controlar las fuerzas disgregadoras. Pero en un núcleo mayor, no se pueden dominar tan fácilmente las fuerzas de repulsión.
Más allá de cierto punto crítico, los lazos se rompen y tiene lugar un salto cualitativo. Al igual que una gota de agua demasiado grande, está al borde de la ruptura. Cuando se añade un neutrón de más al núcleo, la tendencia a romperse aumenta rápidamente. El núcleo se rompe, formando dos núcleos más pequeños, que se separan violentamente liberando una enorme cantidad de energía. Esto es lo que sucede en la fisión nuclear. Podemos ver efectos similares a muchos niveles de la naturaleza. Tomemos por ejemplo la caída de gotas de agua sobre una superficie lisa. Se romperán en un complejo esquema de gotitas. Esto es porque entran en juego dos fuerzas opuestas: la gravedad, que intenta extender el agua en una fina película sobre toda la superficie, y la tensión superficial, la atracción de una gota de agua sobre otra, que intenta mantener el líquido unido, formando glóbulos compactos.
La naturaleza parece funcionar por pares. Tenemos las fuerzas "fuerte" y "débil" a nivel subatómico; atracción y repulsión; norte y sur en el magnetismo; positivo y negativo en electricidad; materia y antimateria; masculino y femenino en biología; pares y nones en matemáticas; incluso el concepto de "hacia la derecha y hacia la izquierda" en el espín de las partículas subatómicas. Hay una cierta simetría en la que tendencias contradictorias, para citar a Feynman, "están compensadas", o, para utilizar la expresión más poética de Heráclito, "están de acuerdo en la diferencia, como las tensiones opuestas de las cuerdas y el arco de un instrumento musical". Hay dos tipos de materia, que se pueden llamar positiva y negativa. Los iguales se repelen y los contrarios se atraen.
Positivo y negativo
En realidad, el positivo no tiene sentido sin el negativo. Son necesariamente inseparables. Hegel explicó hace tiempo que el "ser puro" (sin ningún tipo de contradicción) es lo mismo que la nada pura, es decir, una abstracción vacía. De la misma manera, si todo fuese blanco, para nosotros sería lo mismo que si todo fuera negro. En el mundo real todo contiene positivo y negativo, ser y no ser, porque todo está en un estado de movimiento y cambio constante. Por cierto, las matemáticas demuestran que cero no es igual a nada.
"El cero", escribe Engels, "no carece de contenido porque sea la negación de una cantidad definida. Por el contrario, posee un contenido muy definido. Como línea divisoria entre todas las magnitudes positivas y negativas, como único número en verdad neutral, que no puede ser negativo ni positivo, no sólo es un número muy definido, sino, además, por sí mismo, tiene más importancia que todos los otros números unidos por él. En verdad, el cero es más rico en contenido que cualquier otro número. Colocado a la derecha de cualquier otro, otorga a éste, en nuestro sistema de números, un valor décuple. En lugar de cero puede usarse aquí cualquier otro signo, pero sólo a condición de que dicho signo, tomado por sí mismo, signifique cero, = 0. De ahí que forme parte de la naturaleza del cero mismo el hecho de que encuentre esta aplicación, y que sólo él pueda aplicarse de esa manera. El cero anula todos los otros números con los cuales se lo multiplica; unido a cualquier otro número como divisor o dividendo, en el primer caso lo vuelve infinitamente grande, en el segundo infinitamente pequeño; es el único número que se encuentra en relación de infinito con cualquier otro número. 0/0 puede expresar cualquier número entre - ° y en cada caso representa una magnitud real."
Las magnitudes negativas en álgebra sólo tienen significado en relación a las magnitudes positivas, sin las cuales no tienen ningún tipo de realidad. La relación dialéctica entre el ser y el no ser es especialmente clara en el cálculo diferencial. Hegel trata a fondo este aspecto en su Ciencia de la Lógica. Se divertía bastante acerca de la perplejidad de los matemáticos tradicionales, que estaban escandalizados por la utilización de cantidades infinites i mal mente pequeñas y "no pueden sobrevivir sin la sugerencia que una cierta cantidad no equivale a cero pero es tan inconsiderable que podría ser ignorada." Y que no obstante siempre consigue un resultado exacto.
Es más, todo está en constante relación con otras cosas. Incluso a través de grandes distancias, estamos afectados por la luz, radiación, gravedad. Aunque nuestros sentidos no lo detecten, existe un proceso constante de interacción que causa una serie de cambios continuos. La luz ultravioleta puede "evaporar" electrones de superficies metálicas de manera parecida a como los rayos solares evaporan agua de la superficie del océano. Banesh Hoffmann escribe: "Es un pensamiento extraño y sorprendente que de esta manera tú y yo estamos involucrados en un proceso de intercambio rítmico de partículas los unos con los otros, y con la tierra y con los animales de la tierra, con el sol, la luna y las estrellas, hasta la galaxia más remota".
La ecuación de Dirac para la energía de un electrón individual implica dos respuestas, una positiva y una negativa. Es similar a la raíz cuadrada de un número, que puede ser tanto positiva como negativa. Aquí sin embargo la respuesta negativa implica una idea contradictoria: energía negativa. Esto parece ser un concepto absurdo desde el punto de vista de la lógica formal. En la medida en que masa y energía son equivalentes, energía negativa implica masa negativa. El propio Dirac estaba inquieto con las implicaciones de su teoría. Se vio obligado a predecir la existencia de partículas que serían idénticas al electrón, pero con carga eléctrica positiva, algo de lo que no se había oído hablar previamente.
El 2 de Agosto de 1932, Robert Millikan y Carl D. Anderson del California Institute of Technology descubrieron una partícula cuya masa era claramente la de un electrón pero que se movía en dirección contraria. No era ni un electrón, ni un protón, ni un neutrón. Anderson la describió como "electrón positivo" o positrón. Este era el nuevo tipo de materia "antimateria" predicha por las ecuaciones de Dirac. Más adelante se descubrió que los electrones y positrones, cuando se encuentran, se eliminan mutuamente, produciendo dos fotones (dos estallidos de luz). De la misma manera, cuando un fotón atraviesa materia puede dividirse formando un electrón virtual y un positrón.
Este fenómeno de oposición existe en física, donde, por ejemplo, cada partícula tiene su antipartícula (electrón y positrón, protón y anti-protón, etc.). No son meramente diferentes, sino opuestos en el sentido más literal de la palabra ya que son idénticos en todo, excepto en una cosa: tienen cargas eléctricas opuestas -positiva y negativa-. Por cierto, no importa cuál es positiva y cuál es negativa, lo importante es la relación entre ambas.
Cada partícula tiene una cualidad denominada espín, expresada con un más o un menos, dependiendo de su dirección. Aunque pueda parecer extraño, el fenómeno opuesto de "hacia la derecha" o "hacia la izquierda", que juega un papel decisivo en biología, también tiene su equivalente en el nivel subatómico. Las partículas y las ondas se contradicen unas a otras. No hay duda de esto. Bohr se refirió a ello, bastante confusamente, como "conceptos complementarios", con lo cual quería decir que se excluían mutuamente.
Las investigaciones más recientes sobre física de partículas están clarificando el nivel más profundo de la materia descubierto hasta el momento "los quarks". Estas partículas también tienen "cualidades" opuestas que no son comparables con las formas normales, obligando a los físicos a crear nuevas cualidades artificiales para poder describirlas. Así tenemos up-quarks (quarks-arriba), down-quarks (quarks-abajo), charm-quarks (quarks-encantados), strange-quarks (quarks-extraños), y demás. Aunque todavía hay que explorar a fondo las cualidades de los quarks, una cosa es clara: que la propiedad de la oposición existe a los niveles más fundamentales conocidos por la ciencia hasta el momento.
En realidad, este concepto universal de la unidad de contrarios es la fuerza motriz de todo desarrollo y moción en la naturaleza. Es la razón por la cual no es necesario introducir el concepto de impulso externo para explicar el movimiento y el cambio la debilidad fundamental de todas las teorías mecanicistas. El movimiento, que en sí mismo implica una contradicción, sólo es posible como resultado de las tendencias en conflicto y las tensiones internas que residen en el corazón de todas las formas de la materia.
Pueden existir tendencias opuestas en un estado de equilibrio inestable durante largos períodos de tiempo, hasta que algún cambio, incluso un pequeño cambio cuantitativo, destruye el equilibrio, dando paso a un estado crítico, que puede provocar una transformación cualitativa. En 1936, el físico danés Niels Bohr, comparó la estructura del núcleo a la de una gota de un líquido, por ejemplo, una gota de lluvia balanceándose en una hoja. Aquí la fuerza de la gravedad lucha contra la tensión superficial, que mantiene unidas las moléculas de agua. La adición de sólo unas pocas moléculas más al líquido lo hace inestable. La gota, de mayor tamaño, empieza a estremecerse, la tensión superficial ya no puede mantener la masa en la hoja, y todo se precipita.
Fisión nuclear
Se puede trazar una analogía bastante exacta entre este ejemplo, aparentemente simple, que se puede observar miles de veces en la vida cotidiana, con los procesos de la fisión nuclear. El propio núcleo no está en descanso, sino en un estado de cambio constante. En una mil billonésima fracción de segundo, se producen miles de millones de colisiones de partículas al azar. Constantemente están entrando y saliendo partículas del núcleo. Sin embargo, el núcleo se mantiene unido por lo que a menudo se describe como la fuerza "fuerte". Se mantiene en un estado de equilibrio inestable, "al borde del caos", en palabras de la teoría del caos.
Como en una gota de líquido que se estremece en la medida en que las moléculas se mueven en su interior, las partículas están constantemente moviéndose, transformándose, intercambiando energía. Y como en una gota que ha aumentado de tamaño, en un núcleo más grande, el vínculo entre las partículas es menos estable, y es más probable que se rompa. La constante liberación de partículas alfa de la superficie del átomo reduce su tamaño y lo hace más firme. Como resultado puede pasar a ser estable. Pero se descubrió que bombardeando un núcleo grande con neutrones se puede provocar su estallido, liberando parte de la enorme cantidad de energía encerrada en el átomo. Este es el proceso de fisión nuclear. Este proceso puede tener lugar incluso sin la introducción de partículas del exterior. El proceso de fisión espontánea (descomposición radio activa) está en funcionamiento en todo momento. En un segundo en una libra de uranio se producen cuatro fisiones espontáneas, y unos ocho millones de núcleos emiten partículas alfa. Cuanto más pesado es el núcleo, más probable es el proceso de fisión.
En el mismo corazón de la vida se encuentra la unidad de contrarios. Cuando se descubrieron los espermatozoos, se creía que eran "homunculae", seres humanos perfectamente formados en miniatura, que cómo Flopsy en La cabaña del Tío Tom simplemente crecían. En realidad, el proceso es mucho más complejo y dialéctico. La reproducción sexual depende de la combinación de un solo espermatozoo y un óvulo, en un proceso en el que ambos son destruidos y preservados al mismo tiempo, transmitiendo toda la información genética necesaria para la creación de un embrión. Después de pasar por toda una serie de transformaciones, que guardan una sorprendente similitud con la evolución de toda la vida desde la división de la célula, al final tiene como resultado un individuo totalmente nuevo. Es más, el resultado de esta unión contiene los genes de ambos progenitores, pero de tal forma que es diferente de ambos. Lo que tenemos aquí no es una simple reproducción, sino un desarrollo real. La creciente variedad que esto permite es una de las grandes ventajas de la reproducción sexual.
Encontramos contradicciones a todos los niveles de la naturaleza, y presagian infortunio para aquellos que traten de negarlas. Un electrón no sólo puede estar en dos o más sitios a la vez, sino que también se puede mover simultáneamente en diferentes direcciones. Así que por desgracia no nos queda más remedio que afirmar con Hegel: son y no son. Las cosas se transforman en su contrario. Electrones con carga negativa se transforman en positrones de carga positiva. Un electrón que se une a un protón no se destruye, como cabría esperar, sino que produce una nueva partícula, un neutrón, con carga neutra.
Las leyes de la lógica formal han sufrido una derrota aplastante en el campo de la física moderna, en el que han demostrado ser totalmente incapaces de tratar los procesos dialécticos que se dan a nivel subatómico. Partículas que se desintegran tan rápidamente que es difícil decir si existen o no, plantean un problema insoluble para un sistema que intenta prohibir toda contradicción de la naturaleza y del pensamiento. Esto lleva inmediatamente a nuevas contradicciones de carácter insoluble. El pensamiento se encuentra en oposición a hechos establecidos y repetidamente confirmados mediante experimentos y observación. La unidad de un protón y un electrón es un neutrón. Pero si un positrón se uniese con un neutrón, el resultado sería el desprendimiento de un electrón y el neutrón cambiaría en un protón. El universo, por medio de este proceso incesante, se hace y rehace una y otra vez. No hay, pues, necesidad de ninguna fuerza externa, ni "primer impulso", como en la física clásica. No hay necesidad de nada en absoluto, excepto el movimiento infinito e incesante de la materia según sus propias leyes objetivas.
¿Polos opuestos?
La polaridad es una característica recurrente en la naturaleza. No sólo existe en los polos Norte y Sur de la tierra (que, aunque son polos opuestos, a veces cambian de posición, como han demostrado los geólogos, el Norte convirtiéndose en Sur y viceversa). También podemos encontrar la polaridad en el sol y la luna, y en todos los planetas. También existe en el nivel subatómico donde los núcleos se comportan precisamente como si tuvieran no uno, sino dos pares de polos magnéticos.
"La dialéctica", escribió Engels, "demostró, con los resultados obtenidos hasta ahora de nuestra experiencia de la naturaleza, que todas las fuerzas polares en general las determinan la acción mutua de los dos polos opuestos; que la separación y oposición de éstos existen sólo dentro de su conexión y unión mutuas, y, a la inversa, que su unión sólo existe en su separación, y su conexión sólo en su oposición. Una vez establecido esto, ya no es posible hablar de una anulación final de la repulsión y la atracción, o de una división final entre una forma de movimiento en una mitad de la materia y la otra forma en la otra mitad; en consecuencia, no puede hablarse de penetración mutua o de separación absoluta de los dos polos. Ello equivaldría a exigir, en el primer caso, que los polos norte y sur de un imán se anularan entre sí, o, en el segundo, que la división de un imán por el medio entre los dos polos, produzca por un lado una mitad norte sin polo sur, y por el otro una mitad sur sin polo norte".
La gente considera que hay algunas cosas que son contrarios absolutos e inmutables. Por ejemplo, cuando queremos expresar la noción de extrema incompatibilidad, utilizamos el término de "polos opuestos" -tomamos el norte y el sur como fenómenos totalmente fijos y opuestos- . Durante más de mil años, los marineros han depositado su fe en el compás, que les ha guiado a través de océanos desconocidos, siempre señalando a ese punto misterioso llamado el polo norte. Pero si lo analizamos más de cerca veremos que el polo norte no es ni fijo ni estable. La tierra está rodeada por un poderoso campo magnético (un eje bipolar geocéntrico), como si un enorme imán estuviese situado en el centro de la tierra, alineado paralelamente al eje terrestre. Esto está relacionado con la composición metálica del núcleo terrestre, que está formado principalmente de hierro. En los 4.600 millones de años que han pasado desde que se formó el sistema solar, las rocas de la tierra se han formado y vuelto a formar muchas veces. Y no sólo las rocas sino todo lo demás. Se ha comprobado más allá de toda duda mediante investigaciones y mediciones cuidadosas, que los polos magnéticos están cambiando continuamente. Actualmente se mueven muy lentamente 0.3 grados cada millón de años. Este fenómeno es el reflejo de los cambios complejos que se dan en la tierra, la atmósfera y el campo magnético solar.
Esta variación es tan pequeña que durante siglos no se detecta. Sin embargo, incluso este proceso imperceptible de cambio da lugar a un salto brusco y espectacular, en el que el polo norte pasa a ser el polo sur y el sur pasa a ser el norte. Los cambios en la posición de los polos van acompañados de fluctuaciones en la potencia del propio campo magnético. Este proceso gradual, que se caracteriza por un debilitamiento del campo magnético, culmina en un salto cualitativo en el que los polos se dan la vuelta. Cambian sus posiciones, convirtiéndose literalmente el uno en el otro. Después de esto, el campo empieza a recuperarse y a acumular fuerza de nuevo.
Este cambio revolucionario ha tenido lugar muchas veces durante nuestra historia en la tierra. Se ha calculado que se han producido más de 200 cambios polares de este tipo en los últimos 65 millones de años; y por lo menos unos cuatro en los últimos cuatro millones de años. De hecho, hace 700.000 años, el polo norte magnético estaba situado en algún lugar de la Antártida, el actual polo sur geográfico. Actualmente, estamos en un proceso de debilitamiento del campo magnético de la tierra, que inevitablemente culminará en una nueva inversión. El estudio de la historia magnética de la tierra es el campo especial de una rama totalmente nueva de la ciencia -el paleomagnetismo- que trata de construir mapas de todas las inversiones de los polos en la historia de nuestro planeta.
Los descubrimientos del paleomagnetismo nos han dado pruebas concluyentes de la teoría de la deriva continental. Cuando las rocas (especialmente rocas volcánicas) crean minerales ricos en hierro, estos responden al campo magnético terrestre existente en ese momento, de la misma manera que trozos de hierro reaccionan ante un imán, de tal manera que sus átomos se orientan alineándose en relación al eje del campo. En realidad se comportan como un compás. Comparando las orientaciones de los minerales en rocas de la misma era en diferentes continentes, es posible trazar los movimientos de los continentes, incluyendo los que ya no existen, o de los que sólo quedan unos pocos restos.
En la inversión de los polos podemos ver uno de los ejemplos más gráficos de la ley dialéctica de la unidad y lucha de contrarios. Norte y sur polos opuestos en el sentido más literal de la palabrano sólo están inseparablemente unidos, sino que están determinados el uno por el otro mediante un proceso complejo y dinámico, que culmina en un salto repentino en el que fenómenos supuestamente fijos e inmutables se convierten en su contrario. Y este proceso dialéctico no es la invención arbitraria y caprichosa de Hegel y Engels, sino que está concluyentemente demostrado por los más recientes descubrimientos del paleomagnetismo. Cierto es que "cuando los hombres callan, las rocas gritan".
Atracción y repulsión es una extensión de la ley de unidad y lucha de contrarios. Es una ley que se puede encontrar en toda la naturaleza, desde los fenómenos más pequeños a los más grandes. En el átomo existen enormes fuerzas de atracción y repulsión. El átomo de hidrógeno, por ejemplo, se compone de un protón y un electrón unidos por la atracción eléctrica. La carga de la partícula puede ser positiva o negativa. Cargas iguales se repelen, mientras que cargas opuestas se atraen. Así, dentro del núcleo, los protones se repelen, pero el núcleo se mantiene unido por la fuerza nuclear. Sin embargo, en un núcleo muy pesado, la fuerza de repulsión eléctrica puede alcanzar un punto en el que sobrepase la fuerza nuclear, desintegrando el núcleo.
Engels hace hincapié en el papel universal de la atracción y repulsión en el siguiente pasaje:
"Todo movimiento consiste en el juego recíproco de atracción y repulsión. Pero el movimiento sólo es posible cuando cada una de las atracciones queda compensada por una repulsión correspondiente en algún otro lugar. De lo contrario, con el tiempo predominaría un lado sobre el otro y al cabo terminaría todo movimiento. De ahí que todas las atracciones y repulsiones del universo tengan que equilibrarse entre sí. Así, la ley de la indestructibilidad e increabilidad del movimiento se expresa en la forma de que cada movimiento de atracción del universo debe tener como complemento uno equivalente de repulsión, y viceversa. O, como lo expresaba la filosofía antigua -mucho antes de la formulación, por las ciencias naturales, de la ley de conservación de la fuerza o la energía- : la suma de todas las atracciones del universo es igual a la suma de todas las repulsiones".
En los tiempos de Engels la idea predominante de la moción se derivaba de la mecánica clásica, en la que la moción es imprimida por una fuerza externa que sobrepasa la inercia. Engels criticaba bastante severamente la expresión "fuerza", ya que la consideraba unilateral e insuficiente para describir los procesos reales en la naturaleza. "Todos los procesos naturales," escribió, "son bilaterales, se basan por lo menos en la relación de dos partes actuantes, la acción y la reacción. Pero la idea de fuerza, debido a que tiene su origen en la acción del organismo humano sobre el mundo exterior, y más aun en la mecánica terrestre, implica que sólo una parte es activa, actuante, en tanto que la otra es pasiva, receptiva".
Engels estaba muy por delante de su tiempo al criticar este concepto, que ya Hegel había atacado. En su Historia de la Filosofía, Hegel señala que "Es mejor [decir] que un imán tiene alma [como lo expresa Tales], y no que posee fuerza de atracción. La fuerza es una especie de propiedad que, separable de la materia, se postula como predicado, en tanto que el alma, por otro lado, es ese movimiento mismo, idéntico a la naturaleza de la materia". Este comentario de Hegel, citado favorablemente por Engels, contiene una idea profunda que la moción y la energía son inherentes a la materia. La materia se mueve por sí misma y se autoorganiza.
Incluso la palabra "energía" no era, en opinión de Engels, totalmente acertada, aunque preferible a "fuerza". Su objeción era que "Todavía hace parecer como si la "energía" fuese algo exterior a la materia, algo implantado en ella. Pero en cualquier circunstancia es preferible a la expresión "fuerza". La relación real ha sido demostrada por la teoría de la equivalencia de la masa y la energía de Einstein, que demuestra que la materia y la energía son la misma cosa. Este era precisamente el punto de vista del materialismo dialéctico, como lo expresó Engels e, incluso, como lo anticipó Hegel, según demuestra la cita anterior.
Negación de la negación
Toda ciencia tiene su propio vocabulario, palabras que frecuentemente no coinciden con su uso en la vida cotidiana. Esto puede llevar a dificultades y malentendidos. La palabra "negación" normalmente se entiende que significa simplemente destrucción, o aniquilación. Es importante entender que en la dialéctica tiene un contenido totalmente diferente. Significa negar y preservar al mismo tiempo. Se puede negar una semilla simplemente pisándola. La semilla es negada, ¡pero no en el sentido dialéctico de la palabra! Sin embargo, si dejamos esa semilla, en condiciones favorables germinará. De esa manera se habrá negado como semilla, y se desarrollará en una planta, que más adelante morirá, produciendo nuevas semillas.
Aparentemente esto representa una vuelta al punto de partida. Pero, como los jardineros profesionales saben, semillas aparentemente iguales varían de generación en generación, dando lugar a nuevas especies. Los jardineros también saben que se pueden provocar ciertas tendencias mediante reproducción selectiva. Precisamente esta selección artificial dio a Darwin la clave del proceso de la selección natural que tiene lugar espontáneamente en la naturaleza, y que es la clave para entender el desarrollo de todas las plantas y animales. Lo que tenemos aquí no es simplemente cambio, sino desarrollo real, que normalmente pasa de formas simples a más complejas, incluyendo las moléculas complejas de la vida, que en un momento determinado surge de la materia inorgánica.
Consideremos el siguiente ejemplo de negación en la mecánica cuántica. ¿Qué sucede cuando un electrón se une a un fotón? El electrón sufre un "salto cualitativo" y el fotón desaparece. El resultado no es ningún tipo de unidad mecánica o compuesto. Es el mismo electrón que antes, pero en un nuevo estado de energía. Lo mismo cuando un electrón se une a un protón. El electrón se desvanece y hay un salto en el estado de la energía y de la carga del protón. El protón es el mismo que antes, pero en un nuevo estado de energía y carga. Ahora es eléctricamente neutro, y se convierte en un neutrón. Dialécticamente hablando, el electrón se ha negado y preservado al mismo tiempo. Ha desaparecido pero no se ha aniquilado. Entra en una nueva partícula y se expresa como un cambio de energía y carga.
Los antiguos griegos estaban familiarizados con la discusión dialéctica. En un debate llevado correctamente, se plantea una idea (la Tesis), y entonces se la contrapone al punto de vista contrario (la Antítesis) que la niega. Finalmente, a través de un proceso completo de discusión, que explora el asunto en cuestión desde todos los puntos de vista, descubriendo todas las contradicciones ocultas, llegamos a una conclusión (la Síntesis). Podemos llegar o no a un acuerdo, pero en el mismo proceso de discusión, hemos profundizado nuestro conocimiento y comprensión, y hemos elevado toda la discusión a un plano superior.
Es bastante evidente que casi ninguno de los críticos del marxismo se ha tomado la molestia de leer a Marx y Engels. Frecuentemente se supone que la dialéctica consiste en "Tesis-Antítesis-Síntesis", que Marx supuestamente habría copiado de Hegel (que a su vez lo habría copiado de la Santísima Trinidad), y aplicado a la sociedad. De hecho, el materialismo dialéctico de Marx, no sólo es lo contrario de la dialéctica idealista de Hegel, sino que la dialéctica de Hegel es bastante diferente de la de los filósofos de la Grecia clásica.
Plejanov, correctamente, criticó el intento de reducir el imponente edificio de la dialéctica hegeliana a la "simple tríada" de Tesis-Antítesis-Síntesis. La avanzada dialéctica de Hegel guarda aproximadamente la misma relación con la de los griegos, que la química moderna con las primitivas investigaciones de los alquimistas. Es cierto que la de los griegos preparó el camino para la dialéctica hegeliana, pero de ahí a decir que son "básicamente lo mismo" es simplemente ridículo. Hegel volvió a Heráclito, pero a un nivel cualitativamente superior, enriquecido por 2.500 años de avances científicos y filosóficos. De esta manera el desarrollo de la dialéctica es en sí mismo un proceso dialéctico. Hoy en día la palabra "alquimia" se utiliza como sinónimo de charlatanería. Conjura todo tipo de imágenes de maleficios y magia negra. Estos elementos estaban presentes en la historia de la alquimia, pero sus actividades no se limitaban de ninguna manera a esto. En la historia de la ciencia, la alquimia jugó un papel muy importante. Alquimia es una palabra árabe, que se utiliza para cualquier ciencia de los materiales. Había charlatanes, ¡pero también muy buenos científicos! Y química es la palabra occidental para la misma cosa. De hecho, muchos términos químicos son de origen árabe: ácido, alcalino, alcoholé y muchos más.
Los alquimistas partían de la idea de que era posible la transmutación de los elementos. Durante siglos trataron de descubrir la "piedra filosofal", que les iba a permitir transformar metal base (plomo) en oro. Si lo hubiesen conseguido, no habrían ganado mucho, ya que el precio del oro se hubiera desplomado rápidamente hasta alcanzar el precio del plomo. Pero eso es otra historia. Dado el nivel de desarrollo de la técnica en ese tiempo, los alquimistas estaban tratando de hacer lo imposible. Al final se vieron obligados a llegar a la conclusión de que la transmutación de los elementos era imposible. Sin embargo, sus esfuerzos no fueron en vano. En su búsqueda de una hipótesis acientífica (la piedra filosofal) hicieron un trabajo pionero muy valioso, desarrollando el arte de la experimentación, inventando instrumentos que todavía se utilizan en los laboratorios de hoy en día, y describiendo y analizando una amplia gama de reacciones químicas. De esta manera, la alquimia preparó el terreno para el desarrollo de la química.
La química moderna solamente pudo desarrollarse repudiando la hipótesis básica de los alquimistas la transmutación de los elementos. Desde finales del siglo XVIII en adelante, la química se desarrolló sobre bases científicas. Dejando atrás las intenciones grandiosas del pasado, hizo enormes pasos adelante. Entonces, en 1919, el científico inglés Rutheford llevó a cabo un experimento que implicaba bombardear el núcleo del nitrógeno con partículas alfa. Esto llevó a la ruptura del núcleo atómico por primera vez. De esta manera había conseguido transmutar un elemento (nitrógeno) en otro (oxígeno). La larga búsqueda de los alquimistas se había resuelto, ¡pero de una manera totalmente diferente a lo que ninguno de ellos podía haber previsto!
Veamos este proceso un poco más de cerca. Empezamos con la tesis: a) la transmutación de los elementos; esta es negada por la antítesis b) es imposible la transmutación de los elementos; esta a su vez es superada por una segunda negación c) la transmutación de los elementos. Aquí debemos resaltar tres cosas. En primer lugar, cada negación marca un avance definido, y, de hecho, un salto cualitativo. En segundo lugar, cada avance niega el estadio anterior, reacciona en su contra, pero al mismo tiempo preserva todo lo que de útil y necesario hay en él. Y por último, el estadio final la negación de la negaciónno significa una vuelta a la idea original (en este caso, la alquimia), sino la reaparición de las formas primitivas a un nivel cualitativamente superior. Por cierto, sería posible convertir plomo en oro, pero sería tan caro que no vale la pena.
La dialéctica considera los procesos fundamentales del universo, la sociedad y la historia de las ideas, no como un círculo cerrado, en el que los mismos procesos simplemente se repiten en un ciclo mecánico sin final, sino como una especie de espiral abierta de desarrollo, en la que nada se repite nunca de la misma manera. Este proceso lo podemos ver claramente en la historia de la filosofía y de la ciencia. Toda la historia del pensamiento consiste en un proceso inacabable de desarrollo mediante contradicciones.
Para explicar cierto fenómeno se plantea una teoría. Esta va ganando aceptación gradualmente, tanto a través de la acumulación de evidencia que la apoya, como por la ausencia de una alternativa satisfactoria. Llega un punto en el que aparecen ciertas discrepancias, que al principio habían sido consideradas como excepciones sin mayor importancia. Entonces surge una nueva teoría que contradice a la vieja y que parece explicar mejor los hechos observados. Después de un período de lucha la nueva teoría sustituye la ortodoxia existente. Pero de esta surgen nuevas preguntas a las que hay que dar respuesta. En muchos casos parece que se vuelve a las ideas que habían quedado desacreditadas. Pero eso no significa volver al punto de partida. Lo que tenemos es un proceso dialéctico, que implica un conocimiento cada vez más profundo del funcionamiento de la naturaleza, la sociedad y de nosotros mismos. Esta es la dialéctica de la historia, de la filosofía y de la ciencia.
Joseph Dietzgen dijo una vez que un hombre viejo que eche un vistazo atrás puede ver su vida como una serie inacabable de errores, que, si pudiese volver atrás, sin duda trataría de eliminar. Pero entonces se encuentra con la contradicción dialéctica de que sólo a través de esos errores ha podido llegar a la sabiduría que le ha permitido juzgarlos como tales errores. Así, tal y como Hegel observó profundamente, las mismas afirmaciones en los labios de un joven no tienen el mismo peso que cuando son pronunciadas por un hombre al que la experiencia de la vida ha llenado de conocimientos. Son las mismas, pero no son lo mismo. Lo que al principio era un pensamiento abstracto, con poco o ningún contenido, ahora es el producto de una reflexión madura.
Fue el genio de Hegel el que comprendió que la historia de las diferentes escuelas filosóficas era en sí misma un proceso dialéctico. Lo compara con la vida de una planta, que pasa por diferentes etapas, que se niegan las unas a las otras, pero que en su totalidad representan la vida de la planta:
"La mente normal, cuanto más toma como fija la oposición entre verdadero y falso, más se acostumbra a esperar acuerdo o contradicción con un determinado sistema filosófico, y a ver razón sólo en uno u otro en cualquier declaración explicativa en relación a tal sistema. No concibe la diversidad de sistemas filosóficos como la evolución progresiva de la verdad; en lugar de eso sólo ve contradicción en esa variedad. El capullo desaparece cuando sale la flor, y podríamos decir que el primero es refutado por la segunda; de la misma manera cuando surge la fruta, se puede explicar la flor como una forma falsa de la existencia de la planta, ya que la fruta parece ser su existencia real en lugar de la flor. Estos estadios no son meramente diferentes; se suplantan el uno al otro en la medida en que son incompatibles entre sí. Pero la actividad incesante de su propia naturaleza inherente les convierte al mismo tiempo en momentos de una unidad orgánica, donde no se contradicen simplemente los unos a los otros, sino que uno es tan necesario como el otro; y esta necesidad igual de todos los momentos constituye por sí solo y de esa manera la vida del conjunto".
La dialéctica de El Capital
En los tres volúmenes de El capital, Marx nos da un ejemplo brillante de cómo se puede utilizar el método dialéctico para analizar los procesos más fundamentales de la sociedad. De esta manera revolucionó la ciencia de la economía política, un hecho reconocido por los economistas actuales, incluso los que se oponen totalmente al punto de vista de Marx. El método dialéctico de la obra de Marx es tan importante, que Lenin llegó a decir que era imposible comprender El Capital, especialmente el primer capítulo, sin haberse leído toda la Lógica de Hegel. Esto es sin duda una exageración. Pero lo que Lenin quería resaltar era el hecho de que El Capital de Marx es en sí mismo una lección monumental de cómo debería aplicarse la dialéctica.
"Si Marx no dejó detrás suyo una "Lógica" (con mayúsculas), dejó la lógica de El Capital, y esta tiene que ser utilizada plenamente en esta cuestión. En El Capital, Marx aplicó a una sola ciencia la lógica, la dialéctica, y la teoría del conocimiento del materialismo (no son necesarias tres palabras: son la misma cosa) que ha tomado todo lo que de valor había en Hegel y lo ha desarrollado más allá".
¿Que método utilizó Marx en El Capital? No impuso las leyes de la dialéctica a la economía, sino que las derivó de un largo y riguroso estudio de todos los aspectos del proceso económico. No planteó un esquema arbitrario, y después intentó encajar lo hechos en él, sino que partió de sacar a la luz las leyes del movimiento de la producción capitalista a través de un análisis cuidadoso del propio fenómeno. En su Introducción a la Crítica de la Economía Política, Marx explica su método:
"Aunque había esbozado una introducción general, prescindo de ella, pues, bien pensada la cosa, creo que el adelantar los resultados que han de demostrarse, más bien sería un estorbo, y el lector que quiera realmente seguirme deberá estar dispuesto a remontarse de lo particular a lo general".
El Capital representa una ruptura no sólo en el terreno de la economía, sino en el de las ciencias sociales en general. Tiene una relevancia clara para el tipo de discusiones que están teniendo lugar entre los científicos hoy en día. Estas discusiones ya habían empezado en vida de Marx. En ese momento, los científicos estaban obsesionados con la idea de separar las cosas y examinarlas en detalle. Este método se conoce como "reduccionismo", aunque Marx y Engels, que eran muy críticos de él, lo denominaron "método metafísico". Los mecanicistas dominaron la física durante 150 años. Sólo ahora está empezando a tomar cuerpo la reacción contra el reduccionismo. Una nueva generación de científicos se está planteando la tarea de superar esta herencia y avanzar hacia una nueva formulación de principios, en lugar de las viejas aproximaciones.
Gracias a Marx la tendencia reduccionista en la economía se hundió a mediados del siglo pasado. Después de El Capital, un punto de vista de ese tipo era impensable. El método de "Robinson Crusoe" de explicar la economía política ("imaginémonos dos hombres en una isla desierta") resurge de vez en cuando en malos libros de texto o intentos de vulgarización, pero no se pueden tomar en serio. ¡Las crisis económicas y las revoluciones no se producen entre dos individuos en una isla desierta! Marx analiza la economía capitalista, no como la suma total de los actos individuales de intercambio, sino como un sistema complejo, dominado por sus propias leyes tan poderosas como las leyes de la naturaleza. De la misma manera, los físicos están discutiendo ahora la idea de la complejidad, en el sentido de un sistema en que el todo no es sólo una colección de partes elementales. Por supuesto que es útil saber qué leyes rigen cada parte individual, pero el sistema complejo se regirá por leyes que no son simplemente una extensión de estas. Este es precisamente el método de Marx en El Capital: el método del materialismo dialéctico.
Marx empieza su obra con un análisis de la célula básica de la economía capitalista, la mercancía. A partir de aquí explica cómo surgen todas las contradicciones de la sociedad capitalista. El reduccionismo trata como mutuamente incompatibles y excluyentes cosas como el todo y las partes, lo particular y lo universal, cuando en realidad son completamente inseparables y se determinan unas a otras. En el primer volumen de El Capital, Marx explica el carácter dual de las mercancías, como valores de uso y como valores de cambio. La mayor parte de la gente ve las mercancías exclusivamente como valores de uso, objetos concretos y útiles para la satisfacción de los deseos humanos. En todo tipo de sociedad humana siempre se han producido valores de uso.
Sin embargo, la sociedad capitalista hace cosas extrañas con los valores de uso. Los convierte en valores de cambio bienes que se producen no para el consumo directo sino para su venta. Cada mercancía por lo tanto tiene dos caras: la cara familiar y casera de valor de uso y la cara misteriosa y oculta de valor de cambio. El primero está vinculado directamente a las propiedades físicas de una mercancía en concreto (llevamos una camiseta, bebemos café, conducimos un coche, etc.). Pero el valor de cambio no se puede ver, llevar, ni comer. No tiene ningún tipo de entidad material. Y, sin embargo, es la característica esencial de una mercancía bajo el capitalismo. La expresión última del valor de cambio es el dinero, el equivalente universal a través del cual todas las mercancías expresan su valor. Estos pequeños trozos de papel verde no tienen ningún tipo de relación con las camisetas, café o coches como tales. No se pueden comer, llevar ni conducir. Sin embargo, tal es el poder que contienen y éste está tan universalmente reconocido, que la gente mata por ellos.
El carácter dual de la mercancía expresa la contradicción central de la sociedad capitalista el conflicto entre el trabajo asalariado y el capital. El obrero piensa que vende su trabajo al empresario, pero en realidad le vende su fuerza de trabajo, que el capitalista utiliza como mejor le parece. La plusvalía que se extrae de esta manera es el trabajo no pagado de la clase obrera, la fuente de la acumulación de capital. Es este trabajo no pagado el que mantiene a todos los miembros de la sociedad que no trabajan, a través de la renta, el interés, el beneficio y los impuestos. La lucha de clases es realmente la lucha por la apropiación de la plusvalía.
Marx no inventó la idea de la plusvalía, que ya era conocida por economistas anteriores como Adam Smith y Ricardo. Pero, al descubrir la contradicción central que implica, revolucionó completamente la economía política. Este descubrimiento se puede comparar a un proceso similar que tuvo lugar en la historia de la química. Hasta finales del siglo XVIII se asumía que la esencia de la combustión consistía en la separación de las sustancias que se quemaban de una cosa hipotética llamada flogisto. Esta teoría servía para explicar la mayor parte de los fenómenos químicos conocidos en ese momento. Entonces, en 1774, el científico inglés Joseph Priestley descubrió algo que llamó "aire desflogistado", que más tarde se descubrió que desaparecía cuando una sustancia se quemaba en él.
De hecho, Priestley había descubierto el oxígeno. Pero él y otros científicos fueron incapaces de comprender las implicaciones revolucionarias de estos descubrimientos. Hasta mucho tiempo después continuaron pensando de la vieja manera. Más tarde, el químico francés Lavoisier descubrió que este nuevo tipo de aire era en realidad un producto químico, que no desaparecía en el proceso de la combustión, sino que se combinaba con la sustancia que se quemaba. Aunque otros habían descubierto el oxígeno, no saben qué habían descubierto. Este fue el gran descubrimiento de Lavoisier. Marx jugó un papel similar en la economía política.
Los predecesores de Marx habían descubierto la existencia de la plusvalía, pero su auténtico carácter seguía en la oscuridad. Sometiendo todas las teorías anteriores, empezando por Ricardo, a un análisis profundo, Marx descubrió el carácter real y contradictorio del valor. Examinó todas las relaciones de la sociedad capitalista, empezando por la forma más simple de producción e intercambio de mercancías, y continuando el proceso a través de todas sus múltiples transformaciones, siguiendo un método estrictamente dialéctico.
Marx demostró la relación entre la mercancía y el dinero, y fue el primero a plantear un análisis exhaustivo del dinero. Demostró cómo el dinero se transformaba en capital, demostrando cómo este cambio se produce a través de la compra y venta de la fuerza de trabajo. Esta distinción fundamental entre trabajo y fuerza de trabajo era la clave para descifrar los misterios de la plusvalía, un problema que Ricardo había sido capaz de resolver. Estableciendo la diferencia entre capital constante y variable, Marx trazó todo el proceso de formación del capital en detalle, y de esta manera lo explicó, lo que ninguno de sus predecesores había sido capaz de ser.
El método de Marx es de arriba a bajo rigurosamente dialéctico, y sigue bastante de cerca las líneas principales trazadas por la Lógica de Hegel. Esto se reconoce explícitamente en el epílogo a la segunda edición alemana, en el que Marx rinde tributo a Hegel:
"Cuando define con tanta exactitud lo que llama mi método de investigación, y con tanta benevolencia lo que se refiere a la aplicación que hago de éste, ¿qué ha definido el autor, sino el método dialéctico? Por cierto que el procedimiento de exposición debe distinguirse formalmente del de investigación. A ésta le corresponde apropiarse de la materia en todos sus detalles, analizar sus distintas formas de desarrollo y descubrir sus vínculos íntimos. Una vez cumplida esta tarea pero sólo entoncespuede exponerse el movimiento real en su conjunto. Si esto se logra, de modo que la ida de la materia se refleje en su reproducción ideal, ese espejismo puede hacer creer en una construcción a priori (é) "Yo critiqué el aspecto místico de la dialéctica hegeliana hace casi treinta años, en una época en que todavía estaba de moda. [Pero en el momento mismo en que redactaba el primer volumen de Das Kapital, los epígonos [Epígono] gruñones, presuntuosos y mediocres, que hoy dictan la ley en la Alemania culta, se complacían en tratar a Hegel, como el bueno de Moses Mendelssohn, en tiempos de Lessing, había tratado a Spinoza, es decir, como "perro muerto". Por consiguiente, me declaré abiertamente discípulo de ese gran pensador, y en el capítulo sobre la teoría del valor llegué inclusive a coquetear con su manera peculiar de expresarse.] Pero si bien, debido a su confusión, Hegel desfigura a la dialéctica por medio del misticismo, es, sin embargo, el primero que expone su movimiento de conjunto. En él se encuentra cabeza abajo; basta con ponerla sobre sus pies para encontrarle su fisonomía en todo sentido racional.
"En su aspecto místico, la dialéctica se convirtió en una moda en Alemania, porque parecía glorificar las cosas existentes. En su aspecto racional es un escándalo y una abominación para las clases dirigentes y sus ideólogos doctrinarios, porque en la comprensión positiva de las cosas existentes incluye a la vez el conocimiento de su negación fatal, de su destrucción necesaria; porque el captar el movimiento mismo, del cual todas las formas acabadas son apenas una configuración transitoria, nada puede detenerla; porque en esencia es crítica y revolucionaria".