7. La teoría de la relatividad

¿Qué es el tiempo?

Pocas ideas han penetrado tan profundamente la conciencia humana como la del tiempo. La ideas de tiempo y espacio han ocupado el pensamiento humano durante miles de años. Estas cosas parecen simples a primera vista y fáciles de comprender porque forman parte de la experiencia cotidiana. Todo existe en el tiempo y en espacio de tal manera que estos conceptos nos son familiares. No obstante, lo que es familiar no es necesariamente comprendido. Vistos más de cerca no son tan fácilmente explicables. En el siglo V, San Agustín comentó: "¿Entonces qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, se que es el tiempo. Si quiero explicárselo a quien me lo pregunte, no lo se". El diccionario tampoco no nos ayuda mucho. El tiempo se define como un "período", y un período es definido como "tiempo". ¡Esto no nos hace avanzar mucho! En realidad el carácter del tiempo y el espacio es un problema filosófico bastante complejo.

Hombres y mujeres distinguen claramente entre pasado y futuro. El sentido del tiempo, sin embargo, no es exclusivo de los humanos, ni siquiera lo es de los animales. Los organismos muchas veces tienen una especie de "reloj interno", como plantas que giran en una dirección durante el día y en otra durante la noche. El tiempo es una expresión objetiva del estado cambiante de la materia. Esto se revela incluso en la manera en que hablamos sobre ello. Es común decir que el tiempo "fluye". De hecho, solo materiales fluidos pueden fluir. La propia elección de la metáfora demuestra que el tiempo es inseparable de la materia. No es sólo una cosa subjetiva. Es la manera en que expresamos un proceso real que existe en el mundo físico. El tiempo es sólo una expresión del hecho que la materia existe en un estado de cambio constante. El destino y la necesidad de todas las cosas materiales es cambiar para convertirse en algo diferente de lo que eran. "Todo lo que existe merece perecer".

Existe un sentido del ritmo subyacente en todas las cosas: el latido del corazón humano, los ritmos del habla, los movimientos de las estrellas y los planetas, el subir y bajar de las mareas, la alternancia de las estaciones. Todo esto está profundamente marcado en la conciencia humana, no como imaginaciones arbitrarias, sino como fenómenos reales que expresan una verdad profunda sobre el universo. Aquí la intuición humana no se equivoca. El tiempo es una manera de expresar cambio de estado y moción que son características inseparables de la materia en todas sus formas. En el lenguaje tenemos tiempos, presente, pasado y futuro. Esta conquista colosal de la mente permitió al género humano liberarse de la esclavitud del momento, elevarse por encima de las situaciones concretas y estar "presente", no sólo aquí y ahora, sino en el pasado y en el futuro, por lo menos en la mente.

Tiempo y movimiento son conceptos inseparable. Son esenciales para toda la vida y todo el conocimiento, incluyendo cada manifestación del pensamiento y la imaginación. Las mediciones, el pilar básico de toda la ciencia, serían imposibles sin tiempo y espacio. La música y la danza se basan en el tiempo. En propio arte intenta transmitir un sentido de tiempo y movimiento, que está presente no sólo en representaciones de energía física, sino en diseño. Los colores, formas y líneas de una pintura guían el ojo a través de la superficie en un ritmo y tiempo particular. Esto es lo que da lugar a un humor, una idea, una emoción transmitidas por el arte. Intemporal es un palabra que se utiliza frecuentemente para describir obras de arte, pero en realidad expresa lo contrario de lo que se pretende. No podemos concebir la ausencia de tiempo, en la medida en que el tiempo está presente en todas las cosas.

Existe una diferencia entre tiempo y espacio. El espacio también expresa cambio, como cambio de posición. La materia existe y se mueve a través del espacio. Pero la cantidad de maneras en que esto puede suceder es infinita: adelante, atrás, arriba o abajo, en cualquier medida. El movimiento en el espacio es reversible. El movimiento en el tiempo es irreversible. Son dos maneras diferentes (y de hecho contradictorias) de expresar la misma propiedad fundamental de la materia el cambio . Este es el único Absoluto que existe.

El espacio es el "Otro" de la materia, para utilizar la terminología de Hegel, mientras que el tiempo es el proceso por medio del cual la materia (y la energía que es lo mismo) se convierte constantemente en algo diferente de lo que es. El tiempo ó"el fuego en el que todos nos consumimos"ó es visto normalmente como un agente destructivo. Pero es igualmente la expresión de un proceso permanente de auto creación, por medio del cual la materia esta constantemente transformándose en un número infinito de formas. Este proceso se puede ver bastante claramente en la materia inorgánica, sobretodo en el nivel subatómico.

La noción de cambio, expresada en el pasar del tiempo, penetra profundamente la conciencia humana. Es la base del elemento trágico en la literatura, el sentimiento de tristeza por el pasar de la vida, que llega a su expresión más bella en los sonetos de Shakespeare, como este que transmite vívidamente un sentido del movimiento incesante del tiempo:

"Tal como avanzan las olas hacia la pedregosa orilla, así nuestros minutos se apresuran hacia su fin; cada uno intercambiando sitio con aquel que va delante, en afanosa secuela todos tienden a avanzar".

La irreversibilidad del tiempo no sólo existe para los seres humanos. Las estrellas y galaxias también nacen y mueren. El cambio lo afectan todo, pero no sólo en el sentido negativo. Junto a la muerte hay vida, y el orden surge espontáneamente del caos. Las dos caras de la contradicción son inseparables. Sin muerte la propia vida sería imposible. Cada hombre y cada mujer no sólo es consciente de sí mismo, sino también de la negación de sí mismo, de su límites. Venimos de la naturaleza y volvemos a la naturaleza.

Los mortales comprendemos que como seres finitos nuestras vidas tienen que acabar en la muerte. Como el Libro de Job nos recuerda: "El hombre, nacido de mujer, corto de días y harto de tormentos. Como la flor, brota y se marchita, y huye como la sombra sin pararse". Los animales no temen su muerte de la misma manera porque no tienen conocimiento de ella. Los seres humanos han intentado escapar a su destino estableciendo una comunión privilegiada con una existencia sobrenatural imaginaria después de la muerte. La idea de una vida eterna está presente en casi todas las religiones de una u otra manera. Es la fuerza motriz detrás de la búsqueda egoísta de una inmortalidad imaginaria en un Cielo inexistente, que nos tiene que consolar del "Valle de Lágrimas" de esta tierra pecadora. Así, durante incontables siglos se ha enseñado a hombres y mujeres a someterse dócilmente al sufrimiento y las privaciones en la tierra en espera de una vida paradisíaca cuando se mueran.

El hecho de que cada individuo se tiene que morir es bien conocido. En el futuro la vida humana se prolongará más allá de su duración "natural"; pero seguirá teniendo un final. Pero lo que es cierto para los hombres y mujeres concretos, no lo es para la especie. Seguimos vivos a través de nuestros hijos, en las memorias de nuestros amigos, y en la contribución que hacemos al bien de la humanidad. Esta es la única inmortalidad a la que se nos permite aspirar. Las generaciones pasan, pero son sustituidas por nuevas generaciones, que desarrollarán y enriquecerán el alcance de la actividad y conocimiento humanos. La humanidad puede conquistar la tierra y alargar sus brazos hacia el cielo. La auténtica búsqueda de la inmortalidad se realiza en el proceso sin fin de desarrollo y perfección humanos, en la medida en que hombres y mujeres se crean de nuevo a un nivel superior. El máximo objetivo que nos podemos fijar por lo tanto no es un paraíso imaginario en el más allá, sino la lucha para conseguir las auténticas condiciones sociales para construir un paraíso en este mundo.

Desde nuestras experiencias más primitivas, hemos llegado a comprender la importancia del tiempo. Por lo tanto no es sorprendente que algunos hayan pensado que el tiempo era una mera ilusión, una invención de la mente. Esta idea ha persistido hasta el presente. De hecho, la idea de que el tiempo y el cambio son meras ilusiones no es nueva. Está presente en las religiones más antiguas como el Budismo, y también en las filosofías idealistas como la de Pitágoras, Platón y Plotino. La aspiración del budismo era llegar al Nirvana, un estado en el que el tiempo deja de existir. Fue Heráclito, el padre de la dialéctica, el que entendió correctamente el carácter del tiempo y el cambio, cuando escribió que "todo es y no es porque todo fluye" y "nos metemos y no nos metemos en la misma corriente, porque somos y no somos".

La idea del cambio como una cosa cíclica es un producto de una sociedad agrícola totalmente dependiente del cambio de las estaciones. El modo de vida estático enraizado en el modo de producción de las primeras sociedades encontró su expresión en filosofías estáticas. La Iglesia católica no podía tolerar la cosmología de Copérnico y Galileo debido a que desafiaba el punto de vista existente sobre el mundo y la sociedad. Sólo en la sociedad capitalista el desarrollo de la industria destrozó los viejos y lentos ritmos de la vida campesina. No sólo abolió la diferencia entre las estaciones en la producción, sino incluso entre el día y la noche, en la medida en que las máquinas funcionan 24 horas al día, siete días a la semana, cincuenta y dos semanas al año, bajo el brillo de la luz artificial. El capitalismo ha revolucionado los medios de producción, y con ellos las mentes de hombres y mujeres. Sin embargo, el progreso de la mente ha demostrado ser mucho más lento que el de los medios de producción. El conservadurismo de la mente se demuestra en el intento constante de aferrarse a las ideas anticuadas, viejas certidumbres pasadas de moda, y en última instancia a la vieja esperanza de una vida después de la muerte.

La idea de que el universo tiene que tener un principio y un final ha sido revivida en las últimas décadas por la teoría astronómica del big bang. Esto implica inevitablemente un ser sobrenatural que crea el mundo desde la nada según un plan insondable, y lo mantiene en funcionamiento tanto tiempo como él considera necesario. La vieja astronomía religiosa de Moisés, Isaías, Tertullian y del Timeus de Platón; resurge increíblemente en los escritos de algunos de los astrónomos y físicos teóricos modernos. En esto no hay nada nuevo. Cada sistema social que entra en una fase de declive irreversible siempre presenta su propia decadencia como el fin del mundo, o , mejor, el fin del universo. Sin embargo el universo sigue funcionando, indiferente al destino de esta o aquella formación social temporal en la tierra. El género humano continua viviendo, luchando, y, a pesar de todo, desarrollándose y progresando. De tal manera que cada período parte de un nivel superior que el precedente. Y, en principio, este proceso no tiene límite.

Tiempo y filosofía

Los antiguos griegos tenían una comprensión mucho más profunda del significado del tiempo, el espacio y la moción que los modernos. No sólo Heráclito, el gran dialéctico de la antigüedad, sino también los grandes filósofos de Elea (Parménides y Zenón) llegaron a una concepción muy científica de estos fenómenos. Los atomistas griegos ya plantearon una imagen del universo que no necesitaba ningún Creador, ni principio ni final. Generalmente se considera al espacio y la materia como opuestos, como lo expresa la idea de "lleno" y "vacío". En la práctica, sin embargo, el uno no puede existir sin la otra. Se presuponen, determinan, limitan y definen el uno al otro. La unidad del espacio y la materia es la unidad de contrarios más fundamental de todas. Esto ya lo comprendieron los atomistas griegos que se representaban un mundo compuesto sólo de dos elementos: los "átomos" y el "vacío". En esencia, esta visión del universo es correcta.

En la historia de la filosofía el relativismo ha existido en muchas ocasiones. Los sofistas consideraban que "el hombre es la medida de todas las cosas". Ellos fueron los relativistas por excelencia. Negando la posibilidad de la verdad absoluta se inclinaron hacia el subjetivismo extremo. Hoy en día los sofistas tienen un mal nombre, pero en realidad representaron un paso adelante en la historia de la filosofía. Aunque en sus filas había muchos charlatanes, también había un número de dialécticos de talento, como Protágoras. La dialéctica del sofismo se basaba en la idea correcta de que la verdad es multilateral. Una cosa puede tener muchas propiedades. Es necesario ser capaz de ver un fenómeno dado desde diferentes ángulos. Para el pensador no dialéctico, el mundo es un lugar muy sencillo, compuesto de cosas que existen por separado las unas de las otras. Cada "cosa" tiene una existencia sólida en el tiempo y el espacio. Está delante de mí, "aquí" y "ahora". Sin embargo, si lo vemos más de cerca, estas palabras tan familiares no son más que abstracciones unilaterales.

Aristóteles estudió el espacio, el tiempo y la moción con rigor y profundidad, como en muchos otros campos. Escribió que solo hay dos cosas imperecederas: tiempo y cambio, que él considera, correctamente, idénticos:

"Sin embargo es imposible, que la moción se pueda generar o perecer; tiene que haber existido siempre. Tampoco el tiempo puede empezar a existir o cesar; porque no puede haber un "antes" ni un "después" donde no hay tiempo. El movimiento por lo tanto, es también continuo, en el sentido en que lo es el tiempo, porque el tiempo es la misma cosa que la moción o un atributo de esta; por lo tanto la moción tiene que ser continua como lo es el tiempo, y si lo es tiene que ser local y circular". En otra parte afirma: "El movimiento no puede empezar ni cesar: tampoco el tiempo puede empezar, ni cesar". Los filósofos de la Grecia clásica eran mucho más sabios que los que ahora escriben sobre el "principio del tiempo", ¡y sin inmutarse!

El filósofo idealista alemán, Emmanuel Kant fue el hombre que estudió más completamente la cuestión del tiempo y el espacio después de Aristóteles, aunque sus soluciones, en última instancia fueron insatisfactorias. Toda cosa material es un ensamblaje de diferentes propiedades. Si dejamos de lado todas estas propiedades concretas, sólo nos quedan dos abstracciones: tiempo y espacio. Kant dio una base filosófica a la idea de que tiempo y espacio son entidades metafísicas realmente existentes, planteando que espacio y tiempo eran "fenomenalmente reales", pero no podían ser conocidos "en sí mismos".

El tiempo y el espacio son propiedades de la materia y no se pueden concebir aparte de la materia. En su libro La Critica de la Razón Pura, Kant planteó que tiempo y espacio no eran conceptos objetivos deducidos de observaciones de objetos materiales, sino que eran algo innato. De hecho, todo los conceptos de la geometría se derivan de observaciones de objetos materiales. Uno de los logros de la teoría de la relatividad general de Einstein fue precisamente desarrollar la geometría como una ciencia empírica, cuyos axiomas se deducen de mediciones reales, y difieren de los axiomas de la geometría euclidiana clásica, que se suponía (incorrectamente) que eran puros productos de la razón deducidos únicamente de la lógica.

Kant intentó justificar sus afirmaciones en la famosa sección de La Crítica de la Razón Pura conocida como las Antinomias, que trata de los fenómenos contradictorios del mundo real incluyendo tiempo y espacio. Las cuatro primeras antinomias (cosmológicas) de Kant tratan esta cuestión. Kant tuvo el mérito de plantear la existencia de estas contradicciones pero su explicación era incompleta. Le tocó al gran dialéctico Hegel resolver la contradicción en La Ciencia de la Lógica.

Durante todo el siglo XVIII la ciencia estuvo dominada por las teorías de la mecánica clásica, y un hombre puso su sello a toda esta época. El poeta Alexander Pope resume la actitud aduladora de los contemporáneos de Newton en este verso:

"La naturaleza y sus leyes estaban en la oscuridad: Dios dijo "que sea Newton", y se hizo la luz."

Newton concebía el tiempo fluyendo en una línea continua en todas partes. Incluso si no hubiese materia, habría un entorno de espacio y el tiempo fluiría "a través" de él. El entorno espacial absoluto de Newton se suponía que estaba lleno de un supuesto "éter" a través del que fluían las ondas lumínicas. Newton pensaba que el tiempo era un como un enorme "contenedor" dentro del cual todo existía y cambiaba. En esta idea se concibe el tiempo como si tuviese una existencia separada y aparte del universo natural. El tiempo existiría incluso si no existiese el universo. Esto es característico del método mecánico (e idealista), en el que tiempo, espacio, materia y moción se concebían como cosas absolutamente separadas. En realidad es imposible separarlas.

La física newtoniana estaba condicionada por la mecánica que en el siglo XVIII era la ciencia más avanzada. También era conveniente para la nueva clase dominante porque presentaba una visión del universo esencialmente estática, atemporal, y no cambiante, en el que todas las contradicciones eran suavizadas, sin saltos bruscos, ni revoluciones, sino una armonía perfecta en la que todo volvía a su equilibrio más tarde o más temprano, de la misma manera que el Parlamento británico había alcanzado un equilibrio satisfactorio con la monarquía bajo el reinado de Guillermo de Orange. El siglo XX ha destruido sin piedad esta visión del mundo. El viejo mecanicismo estático y rígido ha sido desplazado. La nueva ciencia se caracteriza por el cambio incesante, la velocidad increíble, y contradicciones y paradojas a todos los niveles.

Newton distinguía entre tiempo absoluto y "tiempo común, aparente y relativo", como el que aparece en los relojes terrenales. Planteó la noción de tiempo absoluto, una escala ideal de tiempo que simplificaba las leyes de la mecánica. Estas abstracciones de tiempo y espacio fueron ideas muy poderosas que han adelantado enormemente nuestra comprensión del universo. Se mantuvieron como absolutas durante un largo período de tiempo. Sin embargo, examinadas más de cerca, las "verdades absolutas" de la mecánica newtoniana clásica resultaron seré relativas. Eran ciertas sólo dentro de ciertos límites.

Newton y Hegel

Las teorías mecanicistas que dominaron la ciencia durante dos siglos después de Newton, fueron seriamente desafiadas en el campo de la biología por los descubrimientos revolucionarios de Charles Darwin. La teoría de la evolución de Darwin demostró que la vida podía originarse y desarrollarse sin necesidad de intervención divina, sobre la base de las leyes de la naturaleza. A finales del siglo XIX, Ludwig Boltzmann desarrolló la idea de la "flecha del tiempo" en la segunda ley de la termodinámica. Esta imagen sorprendente ya no presenta al tiempo como un ciclo sin fin, sino como una flecha que se mueve en una sola dirección. Esta teoría asume que el tiempo es real y que el universo esta en un proceso de cambio continuo, como el viejo Heráclito había predicho.

Casi medio siglo antes de los trabajos de Darwin que marcaron una época, Hegel se había anticipado no sólo a este, sino también a muchos otros descubrimientos de la ciencia moderna. Desafiando decididamente las afirmaciones de la mecánica newtoniana que dominaba por aquel entonces, Hegel adelantó una visión dinámica del mundo, basada en los procesos y en el cambio a través de contradicciones. Las brillantes anticipaciones de Heráclito fueron transformadas por Hegel en un sistema completamente elaborado de pensamiento dialéctico. No hay duda de que si se hubiera tomado más en serio a Hegel, el proceso de la ciencia hubiera avanzado mucho más rápidamente.

La grandeza de Einstein fue ir más allá de estas abstracciones y revelar su carácter relativo. El aspecto relativo del tiempo sin embargo, no es nuevo. Ya Hegel lo analizó profundamente. En su estudio La fenomenología de la mente, explica el contenido relativo de palabras como "aquí" y "ahora". Estas ideas que parecen bastante simples y llanas se vuelven muy complejas y contradictorias. "A la pregunta ¿Qué es el Ahora? respondemos, por ejemplo, el Ahora es la noche. Para probar la veracidad de esta certidumbre de los sentidos, sólo se necesita un simple experimento, escribir esta verdad. Una verdad no puede perder nada por ser escrita, tan poco como lo que pierde por que la preservemos y mantengamos. Si miramos de nuevo a la verdad que hemos escrito, mirémosla ahora, a mediodía, tendremos que decir que se ha hecho vieja y está caducada".

Es muy simple rechazar a Hegel (o a Engels) porque sus escritos sobre ciencia estaban necesariamente limitados por el estado real de la ciencia en su día. Sin embargo lo que es sorprendente es ver lo avanzados que eran en realidad los puntos de vista de Hegel sobre ciencia. En su libro Orden en el Caos, Prigogine y Stengers plantean cómo Hegel rechazó el método mecánico de la física clásica newtoniana en un momento en el que las ideas de Newton eran universalmente sacrosantas:

"La filosofía hegeliana de la naturaleza incorpora sistemáticamente todo lo que la ciencia newtoniana niega. En concreto, se basa en la diferencia cualitativa entre el simple comportamiento descrito por la mecánica y el comportamiento de entidades más complejas, como los seres vivientes. Niega la posibilidad de reducir estos niveles, rechazando la idea de que las diferencias son simplemente aparentes y que la naturaleza es básicamente homogénea y simple. Afirma la existencia de una jerarquía, en la que cada nivel presupone a los que le preceden".

Hegel escribió desdeñosamente sobre las supuestas verdades absolutas de la mecánica newtoniana. Fue el primero en someter el punto de vista mecánico del siglo XVIII a una crítica en profundidad, a pesar de que las limitaciones de la ciencia en su día no le permitieron desarrollar una alternativa acabada. Para Hegel cada cosa infinita era mediata, es decir relativa a otra cosa. Es más, esta relación no era meramente una yuxtaposición formal, sino un proceso vivo: todo estaba limitado, condicionado y determinado por todo lo demás. Así, causa y efecto sólo se pueden mantener en relación a relaciones aisladas (como las de la mecánica clásica), pero no si vemos las cosas como procesos, en los cuales todo es el resultado de interrelaciones e interacciones universales.

El tiempo es el modo de existencia de la materia. La matemática y la lógica formal no pueden tratar realmente el tiempo, más que como una mera relación cuantitativa. No hay duda de la importancia de las relaciones cuantitativas para comprender la realidad, en la medida en que cada cosa finita se puede tratar desde un punto de vista cuantitativo. Sin comprender las relaciones cuantitativas la ciencia sería imposible. Pero por sí mismas no pueden expresar correctamente la complejidad de la vida y del movimiento, el proceso incesante de cambio en el que desarrollos suaves y graduales dan paso súbitamente a transformaciones caóticas.

Las relaciones puramente cuantitativas, utilizando la terminología de Hegel, presenta los procesos reales de la naturaleza "sólo en una forma paralizada arrestada". El universo es un todo infinito con movimiento propio, que se establece a sí mismo y que contiene vida en sí mismo. El movimiento es un fenómeno contradictorio que contiene tanto positivo como negativo. Este es uno de los postulados fundamentales de la dialéctica, que se acerca más a la auténtica naturaleza de las cosas que los axiomas de la matemática clásica.

Sólo en la geometría clásica es posible concebir un espacio completamente vacío. Es otra abstracción matemática, que juega un papel importante, pero que sólo representa la realidad de forma aproximada. La geometría esencialmente compara diferentes magnitudes espaciales. Contrariamente a lo que pensaba Kant las abstracciones de las matemáticas no son "a priori" e innatas, sino que se derivan de observaciones del mundo material. Hegel demuestra que los griegos ya habían comprendido las limitaciones de una descripción puramente cuantitativa de la naturaleza, y comenta:

"Hasta que punto habían progresado mucho más en el pensamiento que aquellos que en nuestro día, cuando algunos ponen en lugar de determinaciones de pensamiento números y determinaciones de números (como potencias), que se acercan a infinitamente grandes e infinitamente pequeños, uno dividido entre infinito, y otras determinaciones de este tipo, que frecuentemente son un formalismo matemático pervertido, vuelven a su infantilismo impotente en busca de algo elogiable e incluso de algo completo y profundo".

Estas líneas son incluso más apropiadas hoy en día que cuando fueron escritas. Es realmente increíble que ciertos astrónomos y matemáticos hagan las afirmaciones más increíbles sobre la naturaleza del universo sin el más mínimo intento de demostrarlas sobre la base de hechos observados, y luego apelen a la supuesta belleza y simplicidad de sus ecuaciones finales como autoridad. El culto a las matemáticas es mayor hoy en día que en cualquier otro momento desde Pitágoras que pensaba que "todas las cosas son Números". Y al igual que con Pitágoras hay insinuaciones místicas. La matemática deja aparte todas las determinaciones cualitativas excepto el número. Ignora el contenido real y aplica sus reglas externamente a las cosas. Ninguna de estas abstracciones tiene una existencia real. Sólo el mundo material existe. Frecuentemente se pasa por alto este hecho, con resultados desastrosos.

Relatividad

Albert Einstein fue indudablemente uno de los grandes genios de nuestro tiempo. Completó una revolución científica entre la edad de 21 y 38 años, con profundas repercusiones a todos los niveles. Los dos grandes avances fueron la Teoría de la Relatividad Especial (1905) y la Teoría de la Relatividad General (1915). La relatividad especial estudia las grandes velocidades y la relatividad general la gravedad.

A pesar de su carácter extremadamente abstracto, las teorías de Einstein se derivaban en última instancia de experimentos, y tuvieron aplicaciones prácticas con éxito, que una y otra vez confirmaron su corrección. Einstein partió del famoso experimento Michelson-Morley, "el mayor experimento negativo de la historia de la ciencia" (Bernal), que dejó al descubierto una contradicción interna de la física del siglo XIX. Este experimento intentaba generalizar la teoría electromagnética de la luz demostrando que la velocidad aparente de la luz dependía de la velocidad a la que viajara el observador a través del "éter" supuestamente fijo. Al final no se encontró ninguna diferencia en la velocidad de la luz, independientemente de la dirección en la que estuviese viajando el observador.

Más tarde, J. J. Thomson demostró que la velocidad de los electrones en campos altamente eléctricos era menor que la predicha por la física newtoniana clásica. La teoría de la relatividad especial resolvió estas contradicciones de la física del siglo XIX. La vieja física era incapaz de explicar el fenómeno de la radioactividad. Einstein la explicó como la liberación de una pequeña parte de la enorme cantidad de energía atrapada en la materia "inerte".

En 1905 Einstein desarrolló su teoría de la relatividad especial en su tiempo libre, mientras trabajaba de escribiente en una oficina suiza de patentes. Partiendo de los descubrimientos de la nueva mecánica cuántica, demostró que la luz viaja a través del espacio de manera cuántica (en paquetes de energía). Esto entraba claramente en contradicción con la teoría ondular de la luz previamente aceptada. De hecho Einstein revivió la antigua teoría corpuscular de la luz pero de una manera totalmente nueva. Aquí la luz era vista como un nuevo tipo de partícula, con un carácter contradictorio, mostrando a la vez propiedades de una partícula y de una onda. Esta teoría sorprendente hizo posible retener todos los grandes descubrimientos de la óptica del siglo XIX, incluyendo los espectroscopios, y la ecuación de Maxwell. Pero acabó de una vez por todas con la idea de que la luz necesita un vehículo especial, el "éter", para viajar a través del espacio.

La relatividad especial parte de la base de que la velocidad de la luz en el vacío siempre será medida con el mismo valor, independientemente de la velocidad de la fuente de luz relativa al observador. De esto se deduce que la velocidad de la luz representa la velocidad límite de cualquier cosa en el universo. Además, la relatividad especial plantea que masa y energía en realidad son equivalentes. Esto es una impresionante confirmación del postulado filosófico fundamental del materialismo dialéctico, el carácter inseparable de materia y energía, la idea de que la moción ("energía") es el modo de existencia de la materia.

El descubrimiento de la ley de la equivalencia de masa y energía se expresa en su famosa ecuación E = mc2, que expresa la enorme cantidad de energía encerrada en el átomo. Esta es la fuente de toda la energía concentrada en el universo. El símbolo e representa la energía (en ergs), m representa la masa (en gramos) y c es la velocidad de la luz (en centímetros por segundo). El valor real de c2 es 900 millones de billones. Es decir que la conversión de un gramo de energía encerrada en la materia produciría la asombrosa cantidad de 900 millones de billones de ergs. Para dar un ejemplo concreto de lo que esto representa, la energía contenida en un sólo gramo de materia es equivalente a la energía producida al quemar 2.000 toneladas de petróleo.

Masa y energía no son simplemente "intercambiables", de la misma manera que cambiamos pesetas en dólares, son la misma sustancia, que Einstein caracterizó como "masa-energía". Esta idea es mucho más profunda y va mucho más allá del viejo concepto mecánico en el que, por ejemplo, la fricción se transforma en calor. Aquí la materia es simplemente una forma concreta de energía "congelada", mientras que toda otra forma de energía (incluyendo la luz) tiene una masa asociada. Por esto es totalmente incorrecto decir que la materia "desaparece" cuando se transforma en energía.

Las leyes de Einstein desplazaron la vieja ley de la conservación de la masa elaborada por Lavoissier, que dice que la materia, entendida como masa, no se puede crear ni destruir. De hecho, toda reacción química que libera energía convierte una pequeña cantidad de masa en energía. Esto no podía ser medido en el tipo de reacción química conocida en el siglo XIX, como quemar carbón. Pero las reacciones nucleares liberan suficiente energía como para revelar una pérdida de masa que se puede medir. Toda la materia, incluso en "descanso", contiene asombrosas cantidades de energía. Sin embargo en la medida en que esto no se puede observar, no fue comprendido hasta que Einstein lo explicó.

Lejos de derrocar el materialismo, la teoría de Einstein lo establece sobre bases más firmes. En lugar de la vieja ley mecánica de la "conservación de la masa", tenemos las leyes mucho más científicas y generales de la conservación de la masa-energía, que expresan la primera ley de la termodinámica de una manera universal e inquebrantable. La masa no desaparece, sino que se convierte en energía. La cantidad total de masa-energía sigue siendo la misma. No se puede crear ni destruir un sólo átomo de materia. La segunda idea el carácter especial limitador de la velocidad de la luz: la afirmación de que ninguna partícula puede viajar más rápido que la velocidad de la luz, en la medida en que en cuanto se acerca a esta velocidad crítica, su masa se acerca al infinito, de tal manera que cada vez es más difícil ir a más velocidad. Estas ideas parecen extrañas y difíciles de comprender. Desafían las asunciones del "profundo sentido común". La relación entre el "sentido común" y la ciencia fue resumida por el científico soviético profesor L. D. Landau en las siguientes líneas:

"El llamado sentido común no representa más que una simple generalización de las nociones y hábitos que han surgido de nuestra vida diaria. Es un nivel determinado de comprensión que refleja un nivel concreto de experimento". Y añade: "La ciencia no tiene miedo de chocar con el llamado sentido común. Sólo tiene miedo del desacuerdo entre las ideas existentes y hechos experimentales nuevos y si ocurre un desacuerdo de este tipo la ciencia destroza implacablemente la idea que había creado previamente y eleva nuestro conocimiento a un nivel superior". ¿Cómo puede ser que un objeto en movimiento aumente su masa? Esta noción contradice nuestra experiencia diaria. Una peonza no gana masa visiblemente mientras gira. De hecho sí que la gana, pero en una cantidad tan infinitesimal que se puede descartar a todos los efectos prácticos. Los efectos de la relatividad especial no se pueden observar a nivel de los fenómenos de cada día. Sin embargo, en condiciones extremas, por ejemplo a velocidades muy altas, acercándose a la velocidad de la luz, los efectos relativísticos empiezan a entrar en juego.

Einstein predijo que la masa de un objeto en movimiento se incrementaría a velocidades muy altas. Esta ley se puede ignorar cuando se trata de velocidades normales. Sin embargo, las partículas subatómicas se mueven a velocidades de casi 10.000 millas por segundo o más, y a estas velocidades aparecen los efectos relativísticos. Los descubrimientos de la mecánica cuántica demostraron la corrección de la teoría de la relatividad especial, no sólo cuantitativamente sino también cualitativamente. Un electrón gana masa cuando se mueve a 9/10 de la velocidad de la luz; es más, la ganancia de masa es 3 1/6 veces, exactamente la predicha por la teoría de Einstein. Desde entonces, la relatividad especial ha sido comprobada muchas veces, y hasta el momento siempre ha dado resultados correctos. Los electrones surgen de un poderoso acelerador de partículas 40.000 veces más pesados que al principio, la masa extra representa la energía de la moción.

A este tipo de velocidades el incremento de masa se hace notar. Y la física moderna trata precisamente con velocidades extremadamente altas, como la velocidad de las partículas subatómicas, que se acercan a la velocidad de la luz. Aquí ya no se pueden aplicar las leyes de la mecánica clásica, que describen adecuadamente los fenómenos de la vida diaria. Para el sentido común, la masa de un objeto nunca cambia. Por lo tanto una peonza girando tiene el mismo peso que una que esté quieta. De esta manera se inventó una ley que plantea que la masa es constante independientemente de la velocidad.

Más tarde se demostró que esta ley era incorrecta. Se descubrió que la masa aumenta con la velocidad. Pero en la medida en que el aumento sólo es apreciable a velocidades cercanas a la de la luz, la consideramos constante. La ley correcta sería: "Si un objeto se mueve con una velocidad menor a 100 millas por segundo, la masa es consistente dentro de un margen de una millonésima parte". Para observaciones diarias podemos asumir que la masa es constante independientemente de la velocidad. Pero a altas velocidades esto es falso, y cuanto más alta sea la velocidad, más falsa es la afirmación. Como el pensamiento basado en la lógica formal se acepta como válido a efectos prácticos. Feynman plantea que:

"Filosóficamente estamos completamente equivocados con la ley aproximada. Nuestra imagen completa del mundo debe alterarse incluso si la masa cambia solamente un poco. Esto es un asunto muy peculiar de la filosofía o de las ideas que hay detrás de las leyes. Incluso un efecto muy pequeño requiere a veces profundos cambios en nuestras ideas".

Las predicciones de la relatividad especial han demostrado corresponderse con hechos observados. Los científicos descubrieron en un experimento que los rayos gamma podían producir partículas atómicas, transformando la energía de la luz en materia. También se descubrió que la energía mínima necesaria para crear una partícula depende de su energía en descanso, tal y como había predicho Einstein. De hecho, no se producía una sino dos partículas: una partícula y su opuesto, la "antipartícula". En el experimento de los rayos gamma, tenemos un electrón y un antielectrón (positrón). También se produce el proceso contrario: cuando un positrón se encuentra con un electrón, se aniquilan el uno al otro produciendo rayos gamma. De esta manera, la energía se transforma en materia y la materia en energía. El descubrimiento de Einstein proporcionó la base para una comprensión mucho más profunda del funcionamiento del universo. Proporcionó una explicación de la fuente de energía del sol, que había sido un misterio durante siglos. La inmensa reserva de energía resultó seré la propia materia. El imponente poder de la energía encerrada en la materia se reveló al mundo en agosto de 1945 en Hiroshima y Nagasaki. Todo esto está encerrado en la decebedoramente simple formula E = mc2.

La teoría de la relatividad general

La relatividad especial es plenamente adecuada cuando tratamos con un objeto que se mueve a una velocidad constante y en una dirección constante en relación al observador. Sin embargo, en la práctica, la moción nunca es constante. Siempre hay fuerzas que provocan variaciones en la velocidad y la dirección de los objetos en movimiento. En la medida en que las partículas subatómicas se mueven a velocidades enormes en distancias muy cortas, no tienen tiempo para acelerarse mucho, y la relatividad especial se puede aplicar. Sin embargo, en el movimiento de los planetas y las estrellas la relatividad especial es insuficiente. Aquí se trata de grandes aceleraciones provocadas por inmensos campos gravitatorios. Una vez más es un caso de cantidad y calidad. A nivel subatómico la gravedad es insignificante en comparación con otras fuerzas, y puede ser ignorada. En el mundo de cada día, por el contrario, se pueden ignorar todas las demás fuerzas excepto la gravedad.

Einstein intentó aplicar la relatividad a la moción en general, no sólo a la moción constante. Así llegó a la teoría de la relatividad general, que trata de la gravedad. Marca una ruptura, no sólo con la física clásica de Newton, con su universo absoluto, sino también con la igualmente absoluta geometría clásica de Euclides. Einstein demostró que la geometría euclidiana sólo se aplicaba al "espacio vacío", una abstracción idealmente concebida. En realidad, el espacio no es "vacío". El espacio es inseparable de la materia. Einstein mantuvo que el propio espacio está condicionado por la presencia de cuerpos materiales. En su teoría general, esta idea se expresa por la afirmación aparentemente paradójica de que cerca de cuerpos muy pesados, "el espacio se curva".

El universo real, es decir material, no es como el mundo de la geometría euclidiana, con círculos perfectos, líneas absolutamente rectas, etc. El mundo real está lleno de irregularidades. No es recto, sino precisamente "torcido". Por otra parte, el espacio no es algo que existe aparte y separado de la materia. La curvatura del espacio es sólo otra manera de expresar la curvatura de la materia que "llena" el espacio. Por ejemplo, se ha demostrado que los rayos de luz se doblan bajo la influencia de los campos gravitatorios de los cuerpos del espacio.

La teoría de la relatividad general tiene un carácter esencialmente geométrico, pero esta geometría es de un tipo totalmente diferente respecto a la geometría clásica euclidiana. Por ejemplo, en la geometría euclidiana las líneas paralelas nunca se encuentran ni divergen, y los ángulos de un triángulo siempre suman 180. El espacio-tiempo de Einstein (desarrollado en primer lugar por el matemático ruso-alemán Hermann Minkowski, uno de los maestros de Einstein en 1907) representa una síntesis del espacio tridimensional (altura, anchura y profundidad) con el tiempo. Esta geometría cuatridimensional trata con superficies curvadas (el espacio-tiempo curvo). Aquí, los ángulos de un triángulo pueden no sumar 180, y las líneas paralelas pueden cruzarse o divergir.

En la geometría euclidiana, tal como plantea Engels, nos encontramos con toda una serie de abstracciones que no se corresponden en absoluto con el mundo real: un punto adimensional que se convierte en una línea recta, que a su vez se convierte en una superficie perfectamente llana, y demás. Entre todas estas abstracciones tenemos la más vacía de las abstracciones, la del "espacio vacío". El espacio, a pesar de lo que pensase Kant, no puede existir sin algo que lo llene, y este algo es precisamente la materia (y energía que es lo mismo). La geometría del espacio está determinada por la materia que contiene. Este es el auténtico significado del "espacio curvo". Es simplemente una manera de expresar las propiedades reales de la materia. Las metáforas inadecuadas de las popularizaciones de Einstein sólo confunden el tema: "Piensa en el espacio como una hoja de goma", o "piensa en el espacio como cristal", y demás. En realidad la idea que siempre tenemos que tener en mente es la unidad indisoluble de tiempo, espacio, materia y moción. En el momento en que nos olvidamos de esta unidad, inmediatamente nos deslizamos hacia la idealización mística.

Si concebimos el espacio como una Cosa-en-Sí, espacio vacío, como en Euclides, claramente no se puede curvar. Es "nada". Pero como planteó Hegel, no hay nada en el universo que no contenga a la vez ser y no ser. El espacio y la materia no son fenómenos diametralmente opuestos y mutuamente excluyentes. El espacio contiene materia y la materia contiene espacio. Son completamente inseparables. El universo es precisamente la unidad dialéctica de la materia y el espacio. En el sentido más profundo la teoría de la relatividad general transmite esta idea dialéctica de la unidad de espacio y materia. De la misma manera en matemática el propio cero no es "nada", sino que expresa una cantidad real y juega un papel determinante.

Einstein presenta la gravedad como una propiedad del espacio más que como una "fuerza" que actúa sobre los cuerpos. Según este punto de vista el propio espacio se curva en presencia de materia. Esta es una manera bastante singular de expresar la unidad de materia y espacio y está abierta a serias mal interpretaciones. El propio espacio, por supuesto no se puede curvar si lo entendemos como "espacio vacío". La cuestión es que es imposible concebir el espacio sin materia. Es una unidad inseparable. Lo que estamos considerando es una relación determinada del espacio con la materia. Los atomistas griegas plantearon, ya hace mucho tiempo que los átomos existían en el "vacío". La materia sin el espacio es lo mismo que el espacio sin materia. El uno no puede existir sin el otro. Un vacío total es precisamente nada. Pero lo mismo es la materia sin fronteras. Por lo tanto, espacio y materia son opuestos que se presuponen, definen y limitan el uno al otro y que no pueden existir el uno sin el otro.

La teoría general de la relatividad sirvió por lo menos para explicar un fenómeno que la mecánica newtoniana clásica no podía explicar. En la medida en que el planeta Mercurio se acerca a su punto más cercano al sol, sus revoluciones muestran una irregularidad peculiar, que anteriormente se había atribuido a perturbaciones provocadas por la gravedad de otros planetas. Sin embargo, incluso teniéndolas en cuenta, no se podía explicar el fenómeno. La desviación de la órbita de Mercurio alrededor del sol ("perihelio") era muy pequeña, pero lo suficiente como para poner patas arriba los cálculos de los astrónomos. La teoría de la relatividad general de Einstein predijo que el perihelio de cualquier cuerpo rotatorio tendría una moción más allá de la prescrita por las leyes de Newton. Esto se demostró que era cierto para Mercurio y más tarde también para Venus.

También predijo que un campo gravitatorio doblaría los rayos de luz. De esta manera, un rayo de luz que pasase cerca de la superficie del sol estaría curvado fuera de una línea recta en 1,75 segundos de arco. En 1919 una observación astronómica de un eclipse de sol demostró que esto era correcto. La brillante teoría de Einstein se había comprobado en la práctica. Fue capaz de explicar el desplazamiento aparente en la posición de las estrellas cerca del sol por la curvatura de sus rayos.

Newton desarrolló las leyes que rigen el movimiento de los objetos, según las cuales la fuerza de la atracción de la gravedad depende de la masa. También planteó que cualquier fuerza ejercida sobre un objeto produce un aceleración inversamente proporcional a la masa del objeto. La resistencia a la aceleración se llama inercia. Todas las masas se miden o bien a través de los efectos gravitatorios o de los efectos de la inercia. La observación directa ha demostrado que la masa inercial y la masa gravitatoria, de hecho son idénticas dentro de un margen de una billonésima parte. Einstein empezó su teoría de la relatividad general asumiendo que las masas inercial y gravitatoria eran exactamente iguales, porque son esencialmente la misma cosa.

Las estrellas, aparentemente inmóviles, se mueven a velocidades enormes. Las ecuaciones cósmicas de Einstein de 1917 implicaban que el universo no era fijo todo el tiempo sino que se podía estar expandiendo. Las galaxias se alejan de nosotros a velocidades de unas 700 millas por segundo. Las estrellas y galaxias están cambiando constantemente, apareciendo y desapareciendo. Todo el universo es el vasto escenario en que se representa el drama de la muerte y el nacimiento de estrellas y galaxias por toda la eternidad. ¡Esto sí que son acontecimientos revolucionarios! Galaxias que explotan, supernovas, choques catastróficos entre estrellas, agujeros negros con una densidad miles de millones más grande que la de nuestro sol devorando golosamente cúmulos enteros de estrellas. Estas cosas sobrepasan con creces las creaciones más imaginativas de la poesía.

Relaciones entre cosas

Muchas nociones son de carácter puramente relativo. Por ejemplo si se nos pregunta si una calle está a la derecha o a la izquierda de una casa, es imposible responder. Depende de en qué dirección nos estemos moviendo en relación a la casa. Por otra parte, es posible hablar de la orilla derecha de un río, porque la corriente determina la dirección del río. De igual manera se puede decir que los coches van por la derecha (¡excepto en Gran Bretaña!) porque el movimiento de un coche separa una de las dos posibles direcciones en una calle. Sin embargo, en todos estos ejemplo, las nociones de "derecha" e "izquierda" son relativas, en la medida en que sólo adquieren significado después de indicar la dirección que las define.

De la misma manera si preguntamos "¿Es de día o de noche?" la repuesta dependerá de dónde estemos. En Madrid es de día, pero en Ciudad de México es de noche. Noche y día son nociones relativas determinadas por nuestra posición en el globo. Un objeto parecerá más grande o más pequeño dependiendo de su distancia respecto a un punto de observación dado. "Arriba" y "abajo" también son nociones relativas, que cambiaron cuando se descubrió que la tierra es redonda y no llana. Incluso hoy en día es difícil de aceptar para el "sentido común" que la gente en Australia puedan caminar "boca abajo". Sin embargo no hay contradicción si entendemos que la noción de verticalidad es relativa. A todos lo efectos prácticos podemos considerar que la superficie de la tierra es "llana" y por lo tanto todas las verticales son paralelas, si nos referimos por ejemplo a dos casas en una ciudad. Pero cuando nos referimos a distancias mucho más grandes, que impliquen toda la superficie de la tierra, nos encontramos con que el intento de utilizar verticales absolutas nos lleva a absurdos y contradicciones.

Por extensión la posición de un cuerpo planetario es necesariamente relativa a la posición de los demás. Es imposible fijar la posición de un objeto sin hacer referencia a otros objetos. La noción de "desplazamiento" de un cuerpo en el espacio significa que ha cambiado su posición en relación a otros objetos. Una serie de leyes importantes de la naturaleza son de carácter relativista, por el ejemplo el principio de la relatividad de la moción y la ley de la inercia. Esta última afirma que un objeto en el que no actúen fuerzas externas sólo puede estar, no sólo en un estado de descanso sino también en un estado de movimiento uniforme en línea recta. Esta ley fundamental de la física fue descubierta por Galileo.

En la práctica sabemos que los objetos sobre los que no se aplica ninguna fuerza externa tienden a estar en reposo, por lo menos en la vida diaria. En el mundo real, las condiciones para la aplicación de la ley de la inercia, es decir la ausencia total de fuerzas externas actuando sobre un cuerpo, no pueden existir. Fuerzas como la fricción actúan sobre un cuerpo hasta detenerlo. Sin embargo, mejorando constantemente las condiciones del experimento, es posible acercarse cada vez más a las condiciones ideales planteadas por la ley de la inercia, y de esta manera, demostrar que es válida incluso para las mociones que observamos en la vida diaria. Las teorías de Einstein expresan perfectamente el aspecto relativo (cuantitativo) del tiempo, y lo transmiten mucho más profundamente que las teorías clásicas de Newton.

La gravedad no es una "fuerza" sino una relación entre objetos reales. A un hombre que cae de un edificio muy alto, le parece que la tierra "se le echa encima". Desde el punto de vista de la relatividad, esta observación no es incorrecta. Sólo si adoptamos el concepto mecánico y unilateral de "fuerza" veremos este proceso como la gravedad de la tierra atrayendo al hombre hacia abajo en lugar de ver que es precisamente la interacción de dos cuerpos entre ellos. Para condiciones "normales", la teoría de la gravedad de Newton está de acuerdo con Einstein. Pero en condiciones extremas, están en completo desacuerdo. La teoría general de la relatividad contradice la teoría de Newton de la misma manera que la dialéctica contradice la lógica formal. Y, hasta la fecha, la evidencia demuestra que tanto la relatividad como la dialéctica son correctas.

Como explicó Hegel toda medida es en realidad la descripción de una ratio. Sin embargo en la medida en que cada medición es realmente una comparación, tiene que existir un estándar que no se pueda comparar con nada sino consigo mismo. En general sólo podemos entender las cosas comparándolas a otras cosas. Esto expresa el concepto dialéctico de interrelaciones universales. Analizar las cosas en su movimiento, desarrollo y relaciones es precisamente la esencia del método dialéctico. Es justamente la antítesis del modo de pensamiento mecánico (el método "metafísico" en el sentido en que Marx y Engels utilizaron esta palabra) que observa las cosas como estáticas y absolutas. Este era precisamente el defecto del viejo punto de vista newtoniano del universo, que a pesar de todos sus logros, nunca escapó a la unilateralidad que caracteriza la visión mecánica del mundo.

Las propiedades de una cosa no son el resultado de relaciones con otras cosas, pero sólo se pueden manifestar en relaciones con otras cosas. Hegel se refiere a estas relaciones en general como "categorías reflejas". El concepto de relatividad es un concepto importante y ya había sido desarrollado completamente por Hegel en el primer volumen de su obra maestra La ciencia de la lógica.

Lo podemos ver, por ejemplo en instituciones sociales, como la realeza:

"Las mentes ingenuas", observó Trotsky, "piensan que el cargo de rey reside en el propio rey, en su capa de erminio y en su corona, en su carne y en sus huesos. De hecho, el cargo de rey es una interrelación entre personas. El rey es solo rey porque los intereses y prejuicios de millones de personas se refractan a través de su persona. Cuando el flujo del desarrollo barre estas interrelaciones, entonces el rey aparece sólo como un hombre descolorido con el labio inferior colgando. El que una vez fue Alfonso XIII nos los podría explicar por experiencia propia "El dirigente por voluntad popular se diferencia del dirigente por voluntad divina en que el primero se ve obligado a abrirse camino por sí mismo o, en cualquier grado, a ayudar a la coyuntura de los acontecimientos a descubrirle. Sin embargo, el dirigente es siempre una relación entre gente, el suministro individual que satisface la demanda colectiva. La controversia sobre la personalidad de Hitler se hace más aguda cuanto más se busca el secreto de su éxito en sí mismo. Mientras tanto sería difícil encontrar otra figura política que fuese el foco de fuerzas históricas anónimas en la misma medida. Cualquier pequeño burgués exasperado no puede convertirse en Hitler, pero una partícula de Hitler reside en cada pequeño burgués exasperado".

En El Capital, Marx muestra como el trabajo humano concreto se convierte en el medio para expresar el trabajo humano abstracto. Es la forma bajo la cual se manifiesta su opuesto, el trabajo humano abstracto. El valor no es una cosa material que se pueda derivar de las propiedades físicas de una mercancía. De hecho es una abstracción de la mente. No por ello es una invención arbitraria. De hecho es una expresión de un proceso objetivo, y está determinado por la cantidad de fuerza de trabajo socialmente necesaria gastada en su producción. De la misma manera, el tiempo es una abstracción que, aunque no se puede ver, ni oír, ni tocar, y sólo se puede expresar en términos relativos como medidas, sin embargo denota un proceso físico objetivo.

Espacio y tiempo son abstracciones que nos permiten medir y comprender el mundo material. Toda medición está relacionada al espacio y el tiempo. La gravedad, las propiedades químicas, el sonido, la luz, todo lo analizamos desde estos dos puntos de vista. De esta manera la velocidad de la luz es 300.000 kilómetros por segundo, y el sonido se determina por el número de vibraciones por segundo. El sonido de un instrumento de cuerda, por ejemplo, se determina por el tiempo en que ocurren un determinado número de vibraciones y los elementos espaciales (longitud y grosor) del cuerpo vibrante. La armonía que apela a los sentimientos estéticos de la mente es también otra manifestación de una ratio, medición y por lo tanto tiempo.

El tiempo no se puede expresar más que de manera relativa. Igualmente la magnitud de valor de una mercancía sólo se puede expresar en relación a otros bienes. Sin embargo el valor es intrínseco a las mercancías, y el tiempo es una característica objetiva de la materia en general. La idea de que el propio tiempo es simplemente subjetivo, es decir una ilusión de la mente humana, es reminiscente del prejuicio de que el dinero es meramente un símbolo, sin significado objetivo. Cada vez que se intentó poner en práctica la idea de "desmonetarizar" el oro, que partía de esta premisa falsa, se provocó inflación. En el Imperio Romano, el valor del dinero se fijaba por un decreto imperial y estaba prohibido tratar el dinero como una mercancía. El resultado fue una constante depreciación de la moneda. Un fenómeno similar ha tenido lugar en el capitalismo moderno, especialmente desde la Segunda Guerra Mundial. En la economía, como en la cosmología, la confusión de la medición con la naturaleza de la cosa en sí lleva al desastre en la práctica.

La medición del tiempo

Mientras que definir qué es el tiempo presenta una dificultad, medirlo no. Los propios científicos no explican qué es el tiempo, sino que se limitan a la medición del tiempo. De la mezcla de estos dos conceptos surge una confusión sin fin. Así Feynmann dice:

"A lo mejor tenemos que enfrentarnos al hecho de que el tiempo es una de las cosas que no podemos definir (en el sentido del diccionario), y sólo decir que es lo que ya sabemos que es: ¡es cuánto esperamos! De todos modos, lo que realmente importa no es como definir el tiempo, sino cómo medirlo".

La medición del tiempo implica necesariamente unos puntos de referencia, y cualquier fenómeno que vincule cambio y tiempo, por ejemplo la rotación de la tierra o el movimiento de un péndulo. La rotación diaria de la tierra sobre su eje nos da una escala de tiempo. La decadencia de los elementos radioactivos se puede utilizar para medir intervalos de tiempo largos. La medida del tiempo implica un elemento subjetivo. Los egipcios dividían el día y la noche en doce partes. Los sumerios tenían un sistema numérico basado en 60, y por lo tanto dividían la hora en 60 minutos y el minuto en 60 segundos. El metro se definió como la diez millonésima parte de la distancia del polo al ecuador terrestre (aunque esto no es estrictamente exacto). El centímetro es la centésima parte de un metro, y sucesivamente. A principios de este siglo, la investigación del mundo subatómico llevó al descubrimiento de dos unidades de medida naturales, la velocidad de la luz, c, y la constante de Plank, h. Estas no son directamente masa, longitud o tiempo sino una unidad de todas ellas.

Existe un acuerdo internacional por el que el metro se define como la distancia entre dos marcas en una barra que se guarda en un laboratorio en Francia. Más recientemente se vio que esta definición no era tan precisa como sería necesario, ni tan permanente y universal como sería de desear. Actualmente se ha adoptado una nueva definición, un número arbitrario de longitudes de onda de una línea del espectro en concreto. Por otra parte la medición del tiempo varia según la escala y la extensión de la vida de los objetos en estudio.

Esta claro que el concepto de tiempo variará según el marco de referencia. Un año en la tierra no es lo mismo que un año en Júpiter. Ni tampoco la idea de tiempo y espacio es la misma para un ser humano que para un mosquito con una vida de unos pocos días, o que para una partícula subatómica con una vida de una billonésima parte de segundo (asumiendo por supuesto que estas entidades pudieran tener cualquier tipo de concepto). A lo que nos estamos refiriendo es a la manera en que el tiempo se percibe en diferentes contextos. Si aceptamos un marco de referencia dado la manera en que veremos el tiempo será diferente. Incluso esto se puede ver en cierta medida en la práctica.

Por ejemplo los métodos normales de medición del tiempo no se pueden aplicar a la medición de la duración de la vida de las partículas subatómicas, y hay que utilizar diferentes estándares para medir el "tiempo geológico".

Desde este punto de vista, se puede decir que el tiempo es relativo. La medición implica necesariamente relaciones. El pensamiento humano contiene conceptos que son esencialmente relativos, por ejemplo magnitudes relativas, como "grande" y "pequeño". Un hombre es pequeño comparado con un elefante, pero grande en comparación con una hormiga. Pequeño y grande en sí mismos no tienen ningún significado. Una millonésima de segundo, en términos ordinarios parece una cantidad de tiempo muy corta, pero a nivel subatómico es extremadamente larga. En el otro extremo, un millón de años es una cantidad de tiempo muy corta a nivel astronómico.

Todas las ideas sobre espacio, tiempo y moción dependen de nuestras observaciones de las relaciones y cambios en el mundo material. Sin embargo, la medición del tiempo varia substancialmente cuando consideramos diferentes tipos de materia. La medida del espacio y el tiempo es inevitablemente relativa a algún marco de referencias la tierra, el sol, o cualquier otro punto estático con el que se puedan relacionar los acontecimientos del universo. Ahora bien, está claro que la materia del universo sufre todo tipo de cambios diferentes: cambio de posición, que a su vez implica diferentes velocidades, cambio de estado, que implica diferentes estados de energía, nacimiento, decadencia y muerte, organización y desorganización, y muchas otras transformaciones, todas ellas expresables y medibles en términos de tiempo.

En Einstein, tiempo y espacio no son considerados como aislados, y de hecho es imposible considerarlos "cosas en si". Einstein defendió el punto de vista de que el tiempo depende del movimiento de un sistema y que los intervalos de tiempo cambian de tal manera que la velocidad de la luz dentro del sistema dado no varía según con el movimiento. Las escalas espaciales también están sujetas a cambios. Las viejas teorías newtonianas clásicas siguen siendo válidas a efectos de la vida diaria, e incluso como una buena aproximación al funcionamiento general del universo. La mecánica newtoniana se aplica a una amplia gama de ciencias, no sólo la astronomía, sino también ciencias prácticas como la ingeniería. A bajas velocidades se puede ignorar los efectos de la relatividad especial. Por ejemplo el error que implicaría al considerar el movimiento de un avión a 250 millas por hora sería del orden de la diez mil millonésima parte de un uno por ciento. Sin embargo más allá de ciertos límites ya no se pueden aplicar. Al tipo de velocidades que nos encontramos en los aceleradores de partículas, por ejemplo, hay que tener en cuenta las predicciones de Einstein de que la masa no es constante sino que aumenta con la velocidad.

La vida extremadamente corta de ciertas partículas subatómicas no se puede expresar adecuadamente desde el punto de vista de nuestra noción de cada día de la medición del tiempo. Un pi-mesón por ejemplo tiene una vida de solo 10ñ16 segundos, antes de que se desintegre. De igual manera el período de una vibración nuclear o la vida de una extraña partícula de resonancia son de 10ñ24 segundos, aproximadamente el tiempo que tarda la luz en cruzar el núcleo de un átomo de hidrógeno. Los períodos de tiempo muy cortos, por ejemplo 10ñ12 segundos se miden con un osciloscopio de rayo de electrón. Tiempos incluso más cortos se pueden medir con técnicas de rayo láser. Al otro extremo de la escala, largos períodos de tiempo se pueden medir con un "reloj" radioactivo.

En cierto sentido cada átomo del universo es un reloj, debido a que absorbe y emite luz (es decir, ondas electromagnéticas) con una frecuencia precisamente definida. Desde 1967, el estándar de tiempo reconocido oficialmente se basa en un reloj atómico (de cesio). Un segundo se define como 9.192.631.770 vibraciones de radiación de microondas de los átomos de cesio-133 en una determinada ordenación atómica. Incluso este reloj altamente preciso no es absolutamente perfecto. Se toman diferentes lecturas de relojes atómicos en unos 80 países diferentes, y se llega a un acuerdo, dando más peso a los relojes más regulares. De esta manera es posible llegar a una medida precisa del tiempo de hasta una millonésima de segundo al día, o incluso menos.

A todos los efectos de la vida diaria, la medición "normal" del tiempo, basada en la rotación de la tierra y el movimiento aparente del sol y las estrellas es suficiente. Pero para toda una serie de operaciones en el campo de la alta tecnología, como ciertas ayudas de navegación por radio en barcos y aviones, deja de ser adecuada, provocando serios errores. Es a este tipo de niveles que se empiezan a dejar sentir los efectos de la relatividad. Se ha demostrado que los relojes atómicos van más lentos a nivel de tierra que a grandes alturas, donde el efecto de la gravedad es menor. Un reloj atómico volando a 30.000 pies de altura ganó tres mil millonésimas de segundo en una hora. Esto confirma la predicción de Einstein con un margen de error del uno por ciento.

Problema no resuelto

La teoría especial de la relatividad fue uno de los grandes avances de la ciencia. Ha revolucionado la manera en que observamos el universo hasta tal punto que ha sido comparada con el descubrimiento que la tierra es redonda. Se han podido dar avances gigantescos debido al hecho de que la relatividad estableció un método de medición mucho más preciso que las viejas leyes newtonianas a las que desplazó parcialmente. Sin embargo la cuestión filosófica del tiempo no ha sido eliminada por la teoría de la relatividad de Einstein. De hecho es hoy más aguda que nunca. Como ya hemos comentado existe un elemento subjetivo e incluso arbitrario en la medición del tiempo. Pero esto no lleva a la conclusión de que el tiempo es una cosa puramente subjetiva. Einstein dedicó toda su vida a la búsqueda de las leyes objetivas de la naturaleza. La cuestión es si las leyes de la naturaleza, incluyendo el tiempo, son las mismas para todos, independientemente de la posición en que estemos y la velocidad a la que nos movamos. Sobre esta cuestión Einstein vaciló. En algunos momentos parecía aceptarlo, pero en otra parte lo rechazaba.

Los procesos objetivos de la naturaleza no están determinados por el hecho de que los observemos o no. Existen en y por sí mismos. El universo, y por lo tanto el tiempo, existía antes de que los seres humanos lo observaran, y continuará existiendo mucho tiempo después de que no haya humanos para preocuparse de él. El universo material es infinito, eterno y está en constante cambio. Sin embargo para que la mente humana pueda comprender el universo infinito es necesario trasladarlo a términos finitos, analizarlo y cuantificarlo, de tal manera que pase a ser una realidad para nosotros. La manera en que observamos el universo no lo cambia (a no ser que implique procesos físicos que interfieran con lo que se está observando). Pero la manera en que se nos aparece a nosotros puede cambiar. Desde nuestro punto de vista la tierra parece en descanso. Pero para un astronauta en órbita le parece que está viajando a gran velocidad. Se dice que Einstein, que por lo visto tenía un sentido del humor muy seco, una vez sorprendió a un revisor preguntándole: "A qué hora para Oxford en este tren?".

Einstein estaba decidido a reescribir las leyes de la física de tal manera que las predicciones siempre fuesen correctas, independientemente de las mociones de los diferentes cuerpos, o los "puntos de vista" que de ellas se derivan. Desde el punto de vista de la relatividad, la moción constante en línea recta es indistinguible del estado de reposo. Cuando dos objetos se cruzan a una velocidad constante, es tan posible decir que A pasa a B, como que B pasa a A. De esta manera llegamos a la contradicción aparente de que la tierra está en reposo y se mueve al mismo tiempo. En el ejemplo del astronauta, "tiene que ser simultáneamente correcto decir que la tierra tiene gran energía de moción y que no tiene energía ni moción; el punto de vista del astronauta es tan válido como el punto de vista de sabios en la tierra".

Aunque parece una cosa sencilla, la medición del tiempo presenta un problema, debido a que el grado de cambio del tiempo tiene que ser comparado a alguna otra cosa. Si existe un tiempo absoluto, entonces este tiene que fluir, y por lo tanto tiene que ser medido en relación a algún otro tiempo, y así hasta el infinito. Sin embargo es importante que nos demos cuenta de que este problema solamente se presenta en relación a la medición del tiempo. La cuestión filosófica de la naturaleza del tiempo no entra en esto. Para efectos prácticos de medición y cálculo, es esencial que se defina un marco de referencia específico. Debemos conocer la posición del observador relativo y del fenómeno observado. La teoría de la relatividad demuestra que afirmaciones del tipo de "en un mismo lugar" y "al mismo tiempo" de hecho, no tienen ningún significado.

La teoría de la relatividad implica una contradicción. Presupone que la simultaneidad es relativa a un marco de ejes. Si un marco de ejes se está moviendo en relación a otro, entonces los acontecimientos que son simultáneos en el primero no lo son en el segundo, y viceversa. Este hecho que no encaja con el sentido común, ha sido demostrado experimentalmente. Desgraciadamente puede tender a una interpretación idealista del tiempo, por ejemplo la afirmación de que puede haber una variedad de "presentes". Es más se puede considerar el futuro como cosas y procesos que "pasan a ser", como sólidos cuatridimensionales que tienen un "segmento temporal".

A no ser que se resuelva esta cuestión se pueden cometer todo tipo de errores: por ejemplo la idea de que el futuro ya existe, y que se materializa repentinamente en el "ahora", de la misma manera que una roca sumergida aparece de repente cuando una ola rompe contra ella. De hecho tanto pasado como futuro se combinan en el presente, El futuro es ser-en-potencia. El pasado es lo que ya ha sido. El "ahora" es la unidad de ambos. Es el ser real en oposición al ser potencial. Precisamente por esta razón sentimos pesar del pasado y miedo del futuro y no al revés. El sentimiento de pesar surge de darse cuenta, y lo corrobora toda la experiencia humana, que el pasado está perdido para siempre, mientras que el futuro es incierto, y está formado por una gran cantidad de estados potenciales.

Benjamin Franklin dijo en una ocasión que sólo hay dos cosas seguras en esta vida: la muerte y los impuestos; y los alemanes tienen un proverbio: "Man muss nur sterben" ("uno sólo ha de morir") queriendo decir que todo lo demás es opcional. Por supuesto que esto no es realmente cierto. Hay muchas más cosas que son inevitables aparte de la muerte, o incluso los impuestos. De un número infinitamente grande de estados potenciales, en la práctica sabemos que sólo un cierto número son realmente posibles. De estos, incluso menos son probables en un momento dado. Y de estos, al final, sólo uno surgirá en realidad. La tarea de las diferentes ciencias es descubrir la manera exacta en que se despliega este proceso. Pero esta tarea será imposible sino aceptamos que los acontecimientos y procesos se desarrollan en el tiempo, y que el tiempo es un fenómeno objetivo que expresa el hecho más fundamental de todas las formas de la materia y la energía, el cambio.

El mundo material está en un estado de cambio constante, y por lo tanto "es y no es". Esta es la proposición fundamental de la dialéctica. Filósofos como el anglo-americano Alfred North Whitehead y el intuicionista francés Henri Begson creían que el flujo del tiempo era un hecho metafísico que solo podía ser comprendido con intuición no-científica. "Filósofos de los procesos" como estos, a pesar de sus insinuaciones místicas, por lo menos tenían razón al afirmar que el futuro es indeterminado mientras que el pasado es incambiable, fijo y determinado. Es "tiempo congelado". Por otra parte tenemos los "filósofos de la multiplicidad" que mantienen que los acontecimientos futuros pueden existir pero que no están suficientemente conectados por leyes con los acontecimientos del pasado. Siguiendo un punto de vista filosófico sobre el tiempo incorrecto acabamos con misticismo puro, como en la noción de "multiverso", un número infinito de universos (si esta es la palabra correcta, ya que no existen en el espacio "tal como lo conocemos") paralelos que existen simultáneamente (si esa es la palabra correcta, ya que no existen en el tiempo "tal como lo conocemos"). Este tipo de confusión es la que surge de la interpretación idealista de la relatividad.

Interpretaciones idealistas

""Había una jovencita llamada Bright cuya velocidad era más rápida que la luz;

partió algún día de forma relativa y volvió a casa la noche anterior".

(A. Buller, Punch, 19 diciembre 1923)

De la misma manera que con la mecánica cuántica, la relatividad ha sido utilizada por los que quieren introducir el misticismo en la ciencia. Se utiliza "relatividad" en el sentido de que no podemos conocer realmente el mundo. Como explica J. D. Bernal:

"Sin embargo, es igualmente cierto que el efecto del trabajo de Einstein, fuera de los estrechos campos especialistas a los que se puede aplicar, fue de mistificación general. Se aferraron a él ardientemente los intelectuales desilusionados después de la Primera Guerra Mundial para ayudarse a no enfrentarse a la realidad. Sólo tenían que utilizar la palabra "relatividad" y decir "Todo es relativo", o "Depende de lo que quieras decir".

Esta es una mala interpretación de las ideas de Einstein. De hecho la misma palabra "relatividad" es un nombre inapropiado. El propio Einstein prefería llamarla teoría de la invariancia que da una idea mucho mejor de lo que quería decir la idea exactamente opuesta a la idea vulgar de la teoría de la relatividad. Es totalmente falso que para Einstein "todo es relativo". Para empezar, la energía en reposo (es decir la unidad de materia y energía) es uno de los absolutos de la teoría de la relatividad. El límite de la velocidad de la luz es otro. Lejos de una interpretación arbitraria y subjetiva de la realidad, en la que una opinión es tan buena como otra, y "todo depende de como lo mires", Einstein "descubrió lo que era absoluto y fiable a pesar de la confusión aparente, ilusiones y contradicciones producidas por las mociones relativas o la acción de la gravedad".

El universo existe en un estado de cambio constante. En ese sentido nada es "absoluto" o eterno. Lo único absoluto es la moción y el cambio, el modo básico de existencia de la materia algo que Einstein demostró de manera concluyente en 1905 . Tiempo y espacio, como modos de existencia de la materia son fenómenos objetivos. No son simplemente abstracciones o nociones arbitrarias inventadas por humanos (o dioses) para su propia conveniencia, sino propiedades fundamentales de la materia, que expresan su universalidad.

El espacio es tridimensional pero el tiempo sólo tiene una dimensión. Con perdón a los que hacen películas en las que se puede "regresar al futuro", sólo es posible viajar en una dirección en el tiempo, del pasado al futuro. Hay tantas posibilidades de que un astronauta vuelva a la tierra antes de nacer, o de que un hombre se case con su bisabuela, como de que sean ciertas cualquiera de las otras entretenidas pero ridículas fantasías de Hollywood. El tiempo es irreversible, lo que quiere decir que todos los procesos materiales se desarrollan en una sola dirección del pasado al futuro . El tiempo es simplemente una manera de expresar el movimiento real y el estado cambiante de la materia. Materia, moción, tiempo y espacio son inseparables.

La limitación de la teoría de Newton era el considerar espacio y tiempo como dos entidades separadas, una al lado de la otra, independientes de la materia y la moción. Hasta el siglo XX los científicos identificaban el espacio con el vacío ("nada") que era visto como algo absoluto, es decir una cosa incambiable, siempre y en todas partes. Estas abstracciones vacías han sido desacreditadas por la física moderna, que ha demostrado la relación profunda entre tiempo, espacio, materia y moción. La teoría de la relatividad de Einstein establece firmemente que el tiempo y el espacio no existen en y por sí mismos, aislados de la materia, sino que son parte de una interrelación universal de fenómenos. Esto se transmite con el concepto de un espacio-tiempo integral e indivisible, respecto al cual el espacio y el tiempo son vistos como aspectos relativos. Una idea controvertida es la predicción de que un reloj en movimiento marcaría el tiempo más lentamente que uno estacionario. Sin embargo es importante entender que este efecto sólo es apreciable a velocidades increíblemente grandes que se acerquen a la de la luz.

Si la teoría general de la relatividad de Einstein es correcta, entonces existiría la posibilidad teórica de viajar distancias inimaginables a través del espacio. Teóricamente sería posible que el ser humano sobreviviese miles de años en el futuro. Toda la cuestión gira alrededor de si los cambios observados en la velocidad de los relojes atómicos se aplican también a la velocidad de la propia vida. Bajo el efecto de una fuerte gravedad, los relojes atómicos corren más de prisa que en el espacio vacío. La cuestión es si las complejas interrelaciones de las moléculas que constituyen la vida se pueden comportar de la misma manera. Isaac Asimov, que sabe algo de ciencia ficción escribió: "Si el tiempo realmente se ralentiza con la moción, uno podría hacer un viaje incluso a una estrella distante durante su propia vida. Pero por supuesto uno tendría que despedirse de su propia generación y volver al mundo del futuro".

El argumento para esto es que la velocidad de los procesos vivos está determinada por la velocidad de la acción atómica. Así, bajo el efecto de una fuerte gravedad el corazón latiría más lentamente, y los impulsos cerebrales también se ralentizarían. De hecho toda energía disminuye en presencia de la gravedad. Si los procesos se ralentizan también se prolongan más en el tiempo. Si una nave espacial fuese capaz de viajar a velocidades cercanas a la de la luz, se vería el universo pasando como una exhalación, mientras que para los que estuvieran dentro, el tiempo continuaría "normal", es decir a una velocidad mucho menor. La impresión sería que el tiempo de fuera se habría acelerado. ¿Es esto correcto? ¿Estaría en realidad viviendo en el futuro, en relación a la gente de la tierra, o no? Einstein parece responder a esta pregunta afirmativamente.

De este tipo de especulaciones surgen todo tipo de ideas místicas como por ejemplo saltar a un agujero negro y aparecer en otro universo . Si existen los agujeros negros, y esto no está definitivamente demostrado, todo lo que habría en el centro serían los restos colapsados de una estrella gigante, no otro universo. Cualquier persona real que entrase sería hecha añicos inmediatamente y convertida en energía pura. Si esto es lo que se considera pasar a otro universo, entonces que los defensores de estas ideas hagan la primera excursión. En realidad esto es pura especulación del tipo más infantil, por entretenido que pueda ser. Toda la idea del "viaje en el tiempo" inevitablemente acaba en una masa de contradicciones, no dialécticas sino absurdas. Einstein estaría sorprendido de las interpretaciones místicas que se hacen de sus teorías, implicando nociones como viajes de ida y vuelta adelante y atrás en el tiempo, alterando el futuro, y otros sin sentidos por el estilo. Pero él mismo tiene una parte de responsabilidad por esta situación debido al elemento idealista en su punto de vista, especialmente en la cuestión del tiempo.

Demos por supuesto que un reloj atómico va más rápido a grandes alturas que a nivel del suelo, debido al efecto de la gravedad. Supongamos que este reloj, cuando vuelve a la tierra es una 50 mil millonésima más viejo que los relojes equivalentes que se han quedado en la tierra. ¿Significa esto que un hombre que viajase en el mismo vuelo ha envejecido igualmente? El proceso de envejecimiento depende de la tasa de metabolismo. Esta está parcialmente influenciada por la gravedad, pero también por muchos otros factores. Es un proceso biológico complejo, y no es fácil ver como podría ser afectado fundamentalmente por la velocidad o por la gravedad, excepto que condiciones extremas de ambas pueden causar daños materiales en organismos vivos.

Si fuera posible ralentizar la tasa de metabolismo de la forma prevista de manera que, por ejemplo, el latido del corazón se reduciría a uno cada veinte minutos, el proceso de envejecimiento sería supuestamente correspondientemente más lento. De hecho es posible ralentizar el metabolismo por ejemplo con la congelación. Que este sea el efecto de viajar a grandes velocidades sin matar el organismo es una cosa que se puede poner en duda. Según la teoría bien conocida, este hombre del espacio, si consiguiese volver a la tierra, volvería al cabo de, digamos 10.000 años, y siguiendo con la analogía habitual presumiblemente estaría en condiciones de casarse con sus propios descendientes remotos. Pero nunca sería capaz de volver a su "propio" tiempo.

Se han hecho experimentos con partículas subatómicas (muones) que indican que partículas que viajan a 99,94 por cien de la velocidad de la luz prolongan su vida unas 30 veces, precisamente lo que predijo Einstein. Sin embargo está por ver si estas conclusiones se pueden aplicar a la materia a gran escala, y en concreto a la materia viva. Se han cometido muchos errores serios intentando aplicar resultados derivados de una esfera a otra área totalmente diferente. En el futuro pueden ser posibles viajes espaciales a grandes velocidades, quizás una décima parte de la velocidad de la luz. A esta velocidad, un viaje de cinco años luz tardaría cincuenta años (aunque según Einstein serían tres meses menos para aquellos que viajasen). ¿Será posible viajar a la velocidad de la luz, permitiendo así que los humanos lleguen a las estrellas? Ahora mismo esto parece una perspectiva remota. Pero hace cien años, un mero guiño en la historia, la idea de viajar a la luna se limitaba a las novelas de Julio Verne.

Mach y el positivismo

"El objeto sin embargo, es la auténtica verdad, es la realidad esencial; es, independientemente de si es conocido o no; sigue siendo incluso si no es conocido, mientras que el conocimiento no existe si el objeto no está allí". (Hegel)

La existencia de pasado, presente y futuro está profundamente gravada en la conciencia humana. Vivimos ahora, pero podemos recordar acontecimientos pasados, y hasta cierto punto prever acontecimientos futuros. Hay un "antes" y un "después". Sin embargo algunos filósofos lo ponen en duda. Lo consideran como un producto de la mente, una ilusión. Desde su punto de vista, en ausencia de observadores humanos, no existe el tiempo, ni pasado, ni presente, ni futuro. Este es el punto de vista del idealismo subjetivo, una visión totalmente irracional y acientífica que sin embargo ha intentado basarse durante los últimos cien años en los descubrimientos de la física para dar respetabilidad a lo que fundamentalmente es una visión mística del mundo. Parece irónico que la escuela de filosofía que ha tenido un mayor impacto en la ciencia del siglo XX, el positivismo lógico, es precisamente una rama del idealismo subjetivo.

El positivismo es una visión estrecha que plantea que la ciencia se tendría que limitar a los "hechos observados". Los fundadores de esta escuela eran reacios a referirse a las teorías como verdaderas o falsas, sino que preferían describirlas como más o menos "útiles". Es interesante hacer notar que Ernst Mach, el auténtico padre espiritual del neo-positivismo, se oponía a la teoría atomista de la física y la química. Esta era la consecuencia natural del empiricismo estrecho de la visión positivista. En la medida en que el átomo no se puede ver ¿cómo puede ser que exista? Lo consideraban en el mejor de los casos como una ficción conveniente, y en el peor como una hipótesis inaceptable ad hoc. Uno de los copensadores de Mach, Wihem Ostwald, ¡intentó derivar las leyes básicas de la química sin la ayuda de la hipótesis atómica!

Boltzmann criticó duramente a Mach y los positivistas, al igual que Max Plank, el padre de la mecánica cuántica. Lenin sometió los puntos de vista de Mach y Richard Avenarius, el fundador de la escuela del empiriocriticismo, a una crítica demoledora en su libro Materialismo y Empiriocriticismo (1908). Sin embargo las ideas de Mach tuvieron un gran impacto y, entre otros, impresionaron al joven Albert Einstein. Partiendo de la idea de que todas las ideas tienen que sacarse de "lo dado", es decir, de la información proporcionada inmediatamente por nuestros sentidos, pasaron a negar la existencia del mundo material independientemente de la percepción sensorial humana. Mach y

Avenarius se referían a los objetos físicos como "complejos de sensaciones". Así, por ejemplo, esta mesa no es más que un conjunto de impresiones sensoriales como dureza, color, masa, etc. Sin estas, planteaban, no sería nada. Por lo tanto la idea de la materia (en el sentido filosófico, es decir, el mundo objetivo trasladado a nosotros en forma de percepciones sensoriales) fue declarada sin sentido.

Como ya hemos planteado, estas ideas llevan directamente al solipsismo la idea de que sólo "yo" existo . Si cierro los ojos, el mundo deja de existir. Mach atacó la idea de Newton de que tiempo y espacio son entidades absolutas y reales, pero lo hizo desde la posición del idealismo subjetivo. Increíblemente la escuela más influyente de la filosofía moderna (y la que ha tenido una mayor influencia sobre los científicos) se deriva del idealismo subjetivo de Mach y Avenarius.

La obsesión con "el observador" que es el hilo que recorre toda la física teórica del siglo XX se deriva de la filosofía del idealismo subjetivo de Ernst Mach. Tomando como punto de partida el argumento empírico de que "todo nuestro conocimiento se deriva de la percepción sensorial inmediata", Mach planteó que los objetos no pueden existir independientemente de nuestra consciencia. Llevado a su conclusión lógica, esto quiere decir, por ejemplo, que el mundo no podría haber existido antes de que hubiera gente presente para observarlo. De hecho no podría haber existido antes de que yo estuviese presente, ya que sólo puedo conocer mis propias sensaciones, y por lo tanto no puedo estar seguro de que exista otra consciencia.

Lo importante es que en un principio el propio Einstein fue impresionado por estos argumentos, que dejaron su marca en sus primeros escritos sobre la relatividad. Sin ninguna duda esto ha ejercido una influencia dañina sobre la ciencia moderna. Mientras que Einstein fue capaz de darse cuenta de su error e intentó corregirlo, los que han seguido servilmente a su maestro, han sido incapaces de separar la paja del grano. Como sucede a menudo los discípulos demasiado fervientes se convierten en dogmáticos. ¡Son más papistas que el Papa! En su autobiografía, Karl Popper demuestra claramente que en sus últimos años, Einstein se arrepintió de su idealismo subjetivo, u "operacionalismo", de sus primeros escritos que requería la presencia de un observador para determinar los procesos naturales:

"Es un hecho interesante el que el propio Einstein fue durante años un positivista y operacionalista dogmático. Más tarde rechazó esta interpretación: en 1950 me dijo que de todos los errores que había cometido del que más se lamentaba era de ese. El error asumía un forma realmente seria en su popular libro, Relatividad: la teoría especial y general. Allí dice "pediría al lector que no siguiese adelante hasta estar convencido de este punto". El punto es, brevemente, que se tiene que definir la simultaneidad y definirla de manera operacional y que de otra manera "me permitiría estar decepcionado cuando me imagino que soy capaz de dar un significado a la afirmación de simultaneidad". O en otras palabras, un término tiene que ser definido operacionalmente o si no no tiene sentido. (Aquí tenemos en pocas palabras el positivismo más tarde desarrollado por el Círculo de Viena bajo la influencia del Tracatus de Wittgenstein, y de una manera muy dogmática)".

Esto es importante porque demuestra que Einstein al final rechazó la interpretación subjetivista de la teoría de la relatividad. Todo las sandeces sobre "el observador" como factor determinante no eran una parte esencial de la teoría, sino meramente un reflejo de un error filosófico como Einstein confirmó francamente. Desgraciadamente, esto no impidió a los seguidores de Einstein basarse en ese error, y ampliarlo hasta el punto en que parecía ser uno de los pilares básicos de la relatividad. Aquí encontramos el auténtico origen del idealismo subjetivo de Heisenberg:

"Pero muchos físicos excelentes", continua Popper, "estaban enormemente impresionados por el operacionalismo de Einstein, que consideraban (como hizo el propio Einstein durante mucho tiempo) parte integrante de la relatividad. Y de esta manera fue como el operacionalismo se convirtió en la inspiración de la comunicación de Heisenberg de 1925, y de su sugerencia ampliamente aceptada de que el concepto del rastro del electrón, o de su clásica posición- cum-momentum, no tenía sentido".

El hecho de que el tiempo sea un fenómeno subjetivo, que refleja procesos reales en la naturaleza fue demostrado en primer lugar por las leyes de la termodinámica, elaboradas en el siglo XIX y que siguen jugando un papel fundamental en la física moderna. Estas leyes, especialmente tal y como las desarrollo Boltzmann, establecieron firmemente la idea no sólo de que el tiempo existe objetivamente, sino de que fluye en una sola dirección, del pasado al futuro. No se le puede dar la vuelta al tiempo, ni tampoco depende de ningún observador.

Boltzmann y el tiempo

La cuestión fundamental a la que hay que responder es: ¿Es el tiempo una característica objetiva del universo? O es sólo algo puramente subjetivo, una ilusión de la mente, o simplemente una manera conveniente de describir cosas con las cuales no tiene ninguna relación? Esta última posición ha sido defendida, en mayor o menor grado, por toda una serie de escuelas de pensamiento, todas ellas estrechamente relacionadas con la filosofía del idealismo subjetivo. Mach, como hemos visto, introdujo este subjetivismo en la ciencia. El pionero de la ciencia de la termodinámica, Ludwig Boltzmann, le respondió decisivamente hacia finales del siglo XIX.

Einstein, bajo la influencia de Ernst Mach, trató el tiempo como algo subjetivo, que dependía del observador, por lo menos al principio, antes de darse cuenta de las dañinas consecuencias de este punto de vista. En 1905 en su comunicación sobre la teoría de la relatividad especial introdujo la noción de "tiempo local" asociado a cada observador separado. Aquí el concepto de tiempo contiene una idea tomada de la física clásica, la de que el tiempo es reversible. Esta es una noción bastante extraordinaria, y que contradice toda la experiencia. Los directores cinematográficos a veces recurren a un truco fotográfico en el que se pone a funcionar la cámara al revés, en el que ocurren las cosas más sorprendentes: la leche que fluye del vaso a la botella, coches y autobuses que van al revés, huevos que vuelven a su cáscara, etc. Nuestra reacción a todo esto es reírnos, que es precisamente lo que se pretendía. Nos reímos porque lo que vemos no sólo es imposible sino también absurdo. Sabemos que los procesos que estamos viendo no pueden ser invertidos.

Boltzmann entendió esta idea, y el concepto de el tiempo irreversible reside en el centro de su famosa teoría de la flecha del tiempo. Las leyes de la termodinámica representaron un ruptura importante en la ciencia, pero fueron objeto de controversia. Estas leyes no se podían reconciliar con las leyes de la física existentes a finales del siglo XIX. La segunda ley no se podía derivar de las leyes de la mecánica, ni de la mecánica cuántica, y de hecho representó una ruptura decisiva con las teorías anteriores de ciencia física. Plantea que la entropía se incrementa en la dirección del futuro, no del pasado. Denota cambio de estado en el tiempo que es irreversible. La noción de una tendencia a la disipación chocaba con la idea aceptada de que la tarea esencial de la física era reducir la complejidad de la naturaleza a leyes simples de la moción.

La idea de entropía, que en general se entiende como la tendencia de las cosas hacia una mayor desorganización y decadencia con el paso del tiempo, apoya totalmente lo que la gente siempre ha pensado: que el tiempo existe objetivamente y que es un proceso en una sola dirección. Las dos leyes de la termodinámica implican la existencia de un fenómeno conocido como entropía que se conserva en todos los fenómenos irreversibles. Su definición se basa en otra propiedad conocida como energía disponible. La entropía de un sistema aislado puede permanecer constante o incrementar, pero no disminuir. Uno de los resultados de esto es la imposibilidad de una "máquina de moción perpetua".

Einstein consideraba la idea del tiempo irreversible como una ilusión que no tenía cabida en la física. En palabras de Max Plank la segunda ley de la termodinámica expresa la idea de que en la naturaleza existe una cantidad que cambia siempre en el mismo sentido en todos los procesos naturales. Esto no depende del observador, sino que es un proceso objetivo. Pero el punto de vista de Plank estaba en franca minoría. La inmensa mayoría de los científicos, como Einstein, lo atribuían a factores subjetivos. La posición de Einstein sobre esta cuestión demuestra una de las debilidades centrales de su punto de vista al hacer depender procesos objetivos de un "observador" no existente. Este sin duda era el punto más débil de toda su visión, y por esa razón, es la parte que ha sido más popular para sus sucesores, que no parecen darse cuenta del hecho de que el propio Einstein cambió de idea hacia el final de su vida.

En física y matemática, la expresión del tiempo es reversible. Una "variante reversible en el tiempo" implica que las mismas leyes de la física se aplican igualmente en ambas situaciones. El segundo acontecimiento es indistinguible del primero y el flujo del tiempo no tiene preferencia por ninguna dirección en el caso de interacciones fundamentales. Por ejemplo, un película en la que dos bolas de billar chocan se puede pasar hacia adelante o hacia atrás, sin dar ninguna idea de la secuencia de tiempo real del acontecimiento. Se asumió que lo mismo era cierto para las interacciones a nivel subatómico, pero en 1964 se encontraron pruebas de lo contrario en interacciones nucleares débiles. Durante mucho tiempo se pensó que las leyes fundamentales de la naturaleza eran "simétricas en carga". Por ejemplo un antiprotón y un positrón se comportan igual que un protón y un electrón. Los experimentos han demostrado que las leyes de la naturaleza son simétricas si se combinan las tres características básicas tiempo, carga y paridad . Esto se conoce como el "espejo CPT".

En dinámica, la dirección de una trayectoria dada es irrelevante. Por ejemplo una bola botando en el suelo volvería a su posición inicial. Por lo tanto cualquier sistema puede ir "hacia atrás en el tiempo", si todos los puntos implicados en él son invertidos. Todos los estados por los que ha pasado anteriormente simplemente se volverían a repetir. En la dinámica clásica, los cambios como la inversión del tiempo (t-t) y la inversión de la velocidad (v-v) simplemente son tratados como equivalentes matemáticos. Este tipo de cálculos funcionan bien en sistemas simples cerrados, en los que no hay interacciones. En realidad, sin embargo, todo sistema está sujeto a muchas interacciones. Uno de los problemas más importantes de la física es el problema de los "tres cuerpos", por ejemplo, la moción de la luna está influenciada por el sol y la tierra. En la dinámica clásica, un sistema cambia según una trayectoria que está dada de una vez por todas, de la que nunca se olvida el punto de partida. La condiciones iniciales determinan la trayectoria en todo momento. Las trayectorias de la física clásica eran simples y determinísticas. Pero hay otras trayectorias que no son tan fáciles de trazar, por ejemplo, un péndulo rígido en el que un trastorno infinitesimal sería suficiente para que lo hiciese rotar u oscilar.

La importancia del trabajo de Boltzmann fue que estudió la física de los procesos, más que la física de las cosas. Su mayor logro fue demostrar como las propiedades de los átomos (masa, carga, estructura) determinan las propiedades visibles de la materia (viscosidad, conductividad termal, difusión, etc.). Sus ideas fueron atacadas duramente durante su vida, pero reivindicadas por los descubrimientos de la física atómica poco después de 1900, y el descubrimiento de que los movimientos azarosos de las partículas microscópicas suspendidas en un fluido (la moción de Brown) sólo se podían explicar en términos de la mecánica estadística inventada por Boltzmann.

La curva en forma de campana de Gauss describe la moción azarosa de las moléculas en un gas. Un aumento de la temperatura lleva a un incremento de la velocidad media de las moléculas y la energía asociada a su moción. Mientras que Clausius y Maxwell estudiaron esta cuestión desde el punto de vista de las trayectorias de las moléculas individuales, Boltzmann consideró la población de moléculas. Sus ecuaciones cinéticas juegan un papel importante en la física de los gases. Fue un avance importante en la física de los procesos. Boltzmann fue un gran pionero que fue tratado como un loco por el establishment científico. Al final fue empujado al suicidio en 1906, habiendo sido previamente obligado a retractarse de su intento de establecer el carácter irreversible del tiempo como una característica objetiva de la naturaleza.

Mientras que en la teoría de la mecánica clásica, los acontecimientos de la película descrita anteriormente son perfectamente posibles, en la práctica, no lo son. En la teoría de la dinámica, por ejemplo, tenemos un mundo ideal en el que cosas como la fricción y el choque no existen. En este mundo ideal, todas las variables implicadas en una moción dada están fijas al principio. No puede suceder nada que altere su curso. De esta manera llegamos a un punto de vista totalmente estático del universo, en el que todo se reduce a ecuaciones lineales uniformes. A pesar de los avances revolucionarios que la teoría de la relatividad posibilitó, Einstein, en el fondo, permaneció atado a la idea de un universo estático y armonioso lo mismo que Newton.

Las ecuaciones de la moción de Newton o para el caso las de la mecánica cuántica no llevan incluida la irreversibilidad. Es posible pasar la película adelante o atrás. Pero eso no es cierto en la naturaleza en general. La segunda ley de la termodinámica predice una tendencia irreversible hacia el desorden. Plantea que la desorganización siempre se incrementa con el paso del tiempo. Hasta hace poco se pensaba que las leyes fundamentales de la naturaleza eran simétricas en el tiempo. El tiempo es asimétrico y se mueve en una sola dirección, del pasado hacia el futuro. Podemos ver fósiles, huellas digitales, fotografías, o escuchar grabaciones de cosas del pasado, pero nunca del futuro. Batir los huevos para hacer una tortilla o añadir azúcar y leche a una taza de café es relativamente fácil, pero no darles la vuelta a estos procesos.. El agua del baño transmite su calor al aire que la rodea, pero no viceversa.

La segunda ley de la termodinámica es la "flecha del tiempo". Los subjetivistas plantearon que procesos irreversibles como la afinidad química, la conducción de calor, la viscosidad, etc., dependerían del "observador". En realidad, son procesos objetivos, que tienen lugar en la naturaleza, y esto está claro para todo el mundo en relación a la vida y la muerte. Un péndulo (por lo menos en un estado ideal) puede volver a su posición inicial. Pero todo el mundo sabe que la vida de cada uno sólo se mueve en una dirección, de la cuna a la tumba. Es un proceso irreversible. Ilya Prigogine, uno de los principales teóricos de la teoría del caos, ha prestado mucha atención a la cuestión del tiempo. Cuando empezó a estudiar física en Bruselas, Prigogine recuerda que "estaba sorprendido por el hecho de que la ciencia tuviese tan poco a decir respecto al tiempo, especialmente en la medida en que su educación anterior se había centrado principalmente alrededor de la historia y la arqueología". En relación al conflicto entre la mecánica clásica (dinámica) y la termodinámica, Prigogine y Stengers escriben:

"Hasta cierto punto, existe una analogía entre este conflicto, y el que dio lugar la materialismo dialéctico. Hemos descrito una naturaleza que podría ser llamada "histórica", es decir, capaz de desarrollo e innovación. La idea de una historia de la naturaleza como una parte integral del materialismo fue planteada por Marx y, más detalladamente, por Engels. Los desarrollos contemporáneos en física, el descubrimiento del papel constructivo que juega la irreversibilidad, han planteado en las ciencias naturales una cuestión que los materialistas han planteado durante largo tiempo. Para ellos, la comprensión de la naturaleza significa comprenderla como capaz de producir al hombre y sus sociedades.

"Es más, en el momento en que Engels escribió la Dialéctica de la naturaleza, las ciencias físicas parecían haber rechazado el punto de vista mecánico del mundo y haberse acercado a la idea de un desarrollo histórico de la naturaleza. Engels menciona tres descubrimientos fundamentales: la energía y las leyes que rigen sus transformaciones cualitativas, la célula como componente básico de la vida, y el descubrimiento de Darwin de la evolución de las especies. Engels llegó a la conclusión de que la visión mecánica del mundo había muerto".

Contra la interpretación subjetiva del tiempo, los autores concluyen: "El tiempo fluye en una sola dirección, del pasado al futuro. No podemos manipular el tiempo, no podemos viajar al pasado".

Relatividad y agujeros negros

El punto de vista de Einstein, a diferencia del de Newton, es que la gravedad afecta al tiempo porque afecta a la luz. Si nos podemos imaginar una partícula de luz en equilibrio al borde de un agujero negro, se quedaría suspendida indefinidamente, sin avanzar ni retroceder, sin perder ni ganar energía. En un estado como este, es posible argumentar que "el tiempo se detiene". Este es el argumento de los relativistas que proponen el agujero negro y sus propiedades. Esto se reduce a la idea de que si cesara toda la moción, entonces tampoco existiría el cambio de estado o de posición, y por lo tanto no habría tiempo en ningún sentido comprensible de la palabra. Una situación de este tipo supuestamente existe al borde de un agujero negro. Sin embargo esto parece una interpretación altamente especulativa y mística de un fenómeno, la existencia del cual, en sí misma, no está demostrada.

Toda la materia existe en un estado constante de moción y cambio, y por lo tanto, todo lo que se ha dicho aquí es que si la materia y la moción se eliminan, tampoco existe el tiempo, lo que es una completa tautología. Es lo mismo que decir: si no hay materia, no hay materia, o si no hay tiempo, no hay tiempo. Porque ambas afirmaciones significan precisamente lo mismo. Lo que es bastante extraño es que en la teoría de la relatividad no se puede encontrar una definición de lo que son el tiempo y el espacio. Einstein ciertamente se encontró con que eran difíciles de explicar. Sin embargo se acercó bastante cuando explicó la diferencia entre su geometría y la geometría clásica euclidiana. Dijo que nos podríamos imaginar un universo en el que el espacio no estuviese curvado, pero que estaría completamente desprovisto de materia. Esto claramente apunta en la dirección correcta. Después de todo el alboroto en relación a los agujeros negros es sorprendente ver como este asunto ni siquiera fue mencionado por Einstein. Se basó en un método riguroso, principalmente basado en matemáticas muy complejas, e hizo predicciones que podían ser verificadas mediante la observación y el experimento. La física de los agujeros negros, ante la ausencia de datos empíricos claramente establecidos tiene un carácter extremadamente especulativo.

A pesar de sus éxitos, todavía existe la posibilidad que la teoría general de la relatividad sea incorrecta. A diferencia de la teoría de la relatividad especial, no se han hecho muchas pruebas experimentales. No existen pruebas concluyentes, a pesar de que hasta el momento no ha entrado en contradicción con los hechos observados. Incluso no está descartado que en el futuro se demuestre que la afirmación de la relatividad especial de que nada puede viajar más rápido que la velocidad de la luz, sea falsa.*

Se han planteado teorías alternativas a la de la relatividad, por ejemplo la de Robert Dicke. La teoría de Dicke predice una deflección de la órbita de la luna de varios metros hacia el sol. Utilizando tecnología láser bastante avanzada, el observatorio McDonald en Tejas no encontró ningún rastro de este desplazamiento. Pero no hay razón para pensar que ya se ha dicho la última palabra. Hasta ahora las teorías de Einstein han sido demostradas por diferentes experimentos. Pero la prueba constante de condiciones extremas más pronto o más tarde revelará un conjunto de condiciones no cubiertas por las ecuaciones, preparando el camino para nuevos descubrimientos que marquen una nueva época. La teoría de la relatividad no puede ser el final de la línea, como no lo fueron la mecánica newtoniana, la teoría del electromagnetismo de Maxwell, ni ninguna teoría anterior.

Durante doscientos años, las teorías de Newton se tuvieron por absolutamente válidas. Su autoridad no se podía desafiar. Después de su muerte, Laplace y otros llevaron esas teorías hasta un extremo en que se convirtieron en absurdas. La ruptura radical con los viejos Absolutos mecanicistas era una condición necesaria para el avance de la física en el siglo XX. La nueva física estaba orgullosa de haber matado el ogro de lo Absoluto. De repente el pensamiento era libre de ir a reinos de los que hasta entonces no se había oído hablar. ¡Que tiempos aquellos! Sin embargo tanta felicidad no podía durar para siempre. En las palabras de Robert Burns:

"Pero los placeres son como amapolas: agarras la flor, y se caen los pétalos".

La nueva física resolvió muchos problemas, pero sólo a costa de crear nuevas contradicciones, muchas de las cuales siguen sin resolverse hasta nuestros días. Durante la mayor parte del siglo, la física ha estado dominada por dos teorías imponentes: la relatividad y la mecánica cuántica. Lo que en general no se comprende es que estas dos teorías están en desacuerdo. De hecho son incompatibles. La teoría general de la relatividad no tiene en cuenta para nada el principio de incertidumbre. Einstein pasó la mayor parte de los últimos años de su vida intentando resolver esta contradicción pero no lo consiguió.

La teoría de la relatividad fue una gran teoría revolucionaria. También lo fue la mecánica newtoniana en su día. Sin embargo el destino de todas esta teorías es convertirse en ortodoxias, sufrir una especie de endurecimiento en las arterias, hasta que ya no son capaces de contestar las preguntas que surgen de la marcha de la ciencia. Durante mucho tiempo, los físicos teóricos se han contentado con basarse en los descubrimientos de Einstein, de la misma manera que la generación anterior se contentaba con poner toda su confianza en Newton. Y de la misma manera, son culpables de la pérdida de reputación de la relatividad general por leer en ella las nociones más absurdas y fantásticas, con las que su autor nunca había soñado.

Singularidades, agujeros negros en los que el tiempo se detiene, multiversos, un tiempo antes de que empiece el tiempo, sobre el que no se deben hacer preguntas, ¡Einstein se debe de estar revolviendo en su tumba! Todo esto se supone que se deduce de la relatividad general, y cualquiera que plantee la más mínima duda se enfrenta inmediatamente con la autoridad del gran Einstein. Esto no es mucho mejor que la situación que existía antes de la relatividad, cuando se utilizaba la autoridad de Newton en defensa de la ortodoxia existente. La única diferencia es que las nociones fantásticas de Laplace parecen extremadamente sensatas si las comparamos con la maraña incomprensible que escriben algunos físicos hoy en día. No se puede responsabilizar a Einstein, incluso menos que a Newton, por que a sus sucesores les guste tanto irse por las ramas, llegando a la reductio ad absurdem de la teoría original.

Estas especulaciones arbitrarias y sin sentido son la mejor prueba de la necesidad de una revisión profunda del marco filosófico de la física moderna. Porque aquí el problema es de método. No solamente se trata de que no sean capaces de dar respuestas. El problema es que ni siquiera saben cómo hacerse las preguntas correctas. Esta es una cuestión filosófica más que científica. Si todo es posible, entonces una teoría arbitraria (o más correctamente una suposición) es tan correcta como la siguiente. Se ha llevado todo el sistema hasta el borde de un punto de ruptura. Y para encubrir este hecho recurren a un tipo de lenguaje místico, en el que la oscuridad de la expresión no puede disfrazar la falta total de cualquier contenido real.

Esta situación es claramente intolerable, y ha llevado a un sector de científicos a empezar a cuestionarse las afirmaciones básicas sobre las que está funcionando la ciencia. Las investigaciones de David Bohm sobre la teoría de la mecánica cuántica, la nueva interpretación de Ilya Prigogine de la segunda ley de la termodinámica, el intento de Hannes Alfvén de desarrollar una alternativa a la astronomía ortodoxa del big bang, y sobretodo, el auge espectacular de la teoría del caos y la complejidad todo esto indica la existencia de un fermento en la ciencia . Aunque es demasiado temprano para predecir el resultado de todo esto, parece lo más probable que estemos entrando en uno de esos períodos emocionantes en la historia de la ciencia, en los que surge un punto de vista totalmente nuevo.

Todo parece indicar que en un momento dado las teorías de Einstein serán sobrepasadas por una teoría más amplia que, conservando todo lo que sea viable en la relatividad, la corregirá y ampliará. En el proceso llegaremos ciertamente a una comprensión más equilibrada y verdadera de las cuestiones relacionadas con la naturaleza de tiempo, espacio y causalidad. Esto no significa una vuelta a la vieja física mecanicista, de la misma manera que el hecho de que ahora podamos conseguir la transformación de los elementos no significa una vuelta a las ideas de la alquimia. Como hemos visto, la historia de la ciencia muchas veces implica un retorno aparente a posiciones anteriores, pero a un nivel cualitativamente superior.

Una cosa sí podemos predecir con absoluta confianza: cuando finalmente surja la nueva física de entre el caos actual no habrá lugar para los viajes en el tiempo, multiversos, o singularidades que comprendan todo el universo en un sólo punto, sobre el que no se pueden hacer preguntas. Desgraciadamente esto hará mucho más difícil ganar grandes premios en dinero por dar credenciales científicas al Todopoderoso, un hecho que será de lamentar para algunos, pero que a largo plazo puede no ser una cosa negativa para el progreso de la ciencia.