17. La teoría del Caos

El materialismo dialéctico, elaborado por Carlos Marx y Federico Engels, abarcaba mucho más que la economía política: era una manera de entender el mundo. La naturaleza, como Engels en especial trató de demostrar en sus escritos, es una prueba de la corrección tanto del materialismo como de la dialéctica. "En toda esta recapitulación mía de la matemática y las ciencias de la naturaleza", escribió, "se trataba, naturalmente, de convencerme también en el detalle (é) de que en la naturaleza rigen las mismas leyes dialécticas del movimiento, en el confuso seno de las innumerables modificaciones, que dominan también en la historia la aparente casualidad de los acontecimientos".

Desde los días de Engels, cada nuevo avance de los descubrimientos científicos ha confirmado el punto de vista marxista, aunque debido a las implicaciones de una vinculación con el marxismo, raramente se reconoce al materialismo dialéctico. Ahora, la aparición de la teoría del caos nos proporciona nuevas pruebas de la corrección de las ideas fundamentales de los fundadores del socialismo científico. Hasta ahora el caos había sido ignorado ampliamente por los científicos, excepto como una molestia o una cosa a evitar. Un grifo a veces gotea regularmente y a veces no; el movimiento de un fluido puede ser o no turbulento; el corazón late regularmente, pero a veces entra en una fibrilación; Puede hacer buen tiempo o mal tiempo. Dónde hay movimiento que parece caótico y nos rodea por todas partes en general hay pocos intentos de llegar a definirlo desde un punto de vista estrictamente científico.

Entonces, ¿cuales son las características principales de los sistemas caóticos? Una vez que los hemos descrito en términos matemáticos, ¿qué aplicación tienen estas matemáticas? Una de las características a las que Gleick y otros han dado importancia es lo que se ha llamado el "efecto mariposa". Lorenz, había descubierto en su tiempo meteorológico simulado por ordenador un desarrollo llamativo. Una de sus simulaciones se basaba en doce variables, incluyendo, como hemos dicho, relaciones no-lineales. Se dio cuenta de que si empezaba su simulación con valores sólo ligeramente diferentes del original siendo la diferencia disminuir un valor en seis puestos decimales y el segundo valor en tres puestos el "tiempo" que se obtenía en el ordenador enseguida empezaba a variar substancialmente respecto al original. Donde quizás se podía haber esperado una pequeña perturbación, después de un período muy breve de similitud reconocible, teníamos un modelo completamente diferente.

Esto significa que en un sistema complejo, no-lineal, un pequeño cambio en los valores de partida puede provocar un cambio enorme en los valores finales. En el mundo por ordenador de Lorenz, era el equivalente a que el batir de alas de una mariposa provocase un huracán en otra parte del mundo; de ahí la expresión. La conclusión que se puede sacar de esto es que, dada la complejidad de las fuerzas y procesos que determinan la meteorología, no se puede predecir con precisión más allá de un determinado período de tiempo. De hecho, el mayor ordenador meteorológico del mundo, en el Centro Europeo de Predicción Meteorológica a media escala, realiza 400 millones de cálculos por segundo. Se le suministran 100 millones de mediciones meteorológicas diferentes de todo el mundo cada día, y procesa información en tres horas de funcionamiento continuo, para crear una previsión a diez días vista. Sin embargo, más allá de dos o tres días sus predicciones son especulativas, y más allá de seis o siete son inservibles. La teoría del caos por lo tanto, pone límites bien precisos a la predictibilidad de los sistemas complejos no-lineales.

Sin embargo, es extraño que Gleick y otros hayan prestado tanta atención al efecto mariposa, como si inyectara alguna extraña mística en la teoría del caos. Seguramente está bien establecido (sino incluso cuidadosamente modelado matemáticamente) que en otros sistemas igualmente complejos, un pequeño cambio en los valores de entrada puede provocar un gran resultado, que una acumulación de "cantidad" se puede transformar en "calidad". Por ejemplo, sólo hay una diferencia de menos del dos por ciento en la composición genética básica entre seres humanos y chimpancés una diferencia que se puede cuantificar en términos de química molecular . Sin embargo, en los procesos complejos y no-lineales implicados en transformar el "código" genético en un animal vivo, esta pequeña diferencia representa la diferencia entre una especie y otra.

El marxismo se aplica al que quizás es el sistema más complejo de todos los sistemas no-lineales: la sociedad humana. La colosal interacción de incontables individuos, política y economía forma un sistema tan complejo que a su lado la meteorología del planeta parece un mecanismo de relojería. Sin embargo, al igual que otros sistemas "caóticos", se puede estudiar científicamente la sociedad siempre y cuando se comprendan los límites, al igual que en meteorología . Desgraciadamente el libro de Gleick no es claro sobre la aplicación de la teoría del caos a la política y la economía. Cita un ejercicio de Mandelbrot, que alimentó su ordenador en la IBM con los precios del algodón en la Bolsa de Nueva York durante cien años. "Cada cambio particular del precio era azaroso e impredecible", escribe. "Pero la secuencia de los cambios no dependía de la escala: se hermanaban perfectamente las curvas de los cambios diarios y las de los mensuales (é) El grado de variación había permanecido constante durante un período de sesenta años tumultuosos, que presenció las dos guerras mundiales y una depresión económica".

Este pasaje no se puede tomar al pie de la letra. Puede ser verdad que dentro de ciertos límites, sea posible observar los mismos modelos matemáticos que han sido identificados en otros sistemas caóticos. Pero dada la complejidad casi infinita de la sociedad y economía humanas, es inconcebible que acontecimientos importantes como las guerras no alteren estos modelos. Los marxistas argumentaríamos que la sociedad se presta en sí misma al estudio científico. En contraste con los que no ven ningún tipo de formas, los marxistas vemos el desarrollo humano desde el punto de partida de las fuerzas materiales, y una descripción científica de categorías sociales como clases sociales, etc. Si el desarrollo de la ciencia del caos conduce a la aceptación de la validez del método científico en política y economía, entonces tendrá un valioso efecto positivo. Sin embargo, como Marx y Engels siempre entendieron, la suya es una ciencia inexacta, en el sentido de que se pueden trazar rasgos y desarrollos generales, pero no es posible un conocimiento detallado y preciso de todas las influencias y condiciones.

Dejando de lado los precios del algodón, el libro no da ninguna prueba que contradiga el método marxista. De hecho, no hay ninguna explicación de porqué Mandelbrot observó un modelo sólo en los precios de 60 años cuando tenía hasta cien años de datos a su disposición. Además, en otra parte del libro, Gleick añade que "los economistas han estado buscando atractores extraños en las tendencias del mercado de valores, pero hasta ahora no los han encontrado". Sin embargo a pesar de las limitaciones aparentes en el campo de la economía y la política, está claro que "domesticar" lo que se creía que eran sistemas caóticos o casuales ha tenido profundas implicaciones para la ciencia en su conjunto. Abre muchas posibilidades para el estudio de procesos que estaban más allá de nuestros límites en el pasado.

División del trabajo

Una de las principales características de los grandes científicos del Renacimiento era que eran seres humanos completos. Tuvieron un desarrollo completo que permitió, por ejemplo, a Leonardo da Vinci ser un gran ingeniero, matemático y mecánico, y al mismo tiempo un gran artista y un genio. Lo mismo con Durero, Maquiavelo, Lutero y muchos otros, de los que Engels escribió:

"Los héroes de esos tiempos no se encontraban aherrojados todavía por la división del trabajo, cuyos efectos limitativos, con su producción de unilateralidad, vemos tan a menudo en sus sucesores". La división del trabajo, por supuesto, juega un papel necesario en el desarrollo de las fuerzas productivas. Sin embargo, bajo el capitalismo, ha sido llevada hasta tal extremo que se empieza a convertir en su contrario.

La extrema división, por un lado, entre trabajo manual e intelectual significa que millones de hombres y mujeres se ven reducidos a una vida de esclavización no pensante en la línea de producción, sin ninguna posibilidad de desplegar la creatividad e ingenio latente en todo ser humano. En el otro extremo, tenemos el desarrollo de una especie de casta de sacerdotes intelectuales que se ha arrogado a sí misma el derecho exclusivo al título de "guardianes de la ciencia y la cultura". En la medida en que esta gente se aleja de la vida real de la sociedad, esto tiene un efecto negativo sobre su conciencia. Se desarrollan de una manera estrecha y unilateral. No sólo existe un abismo que separa a los "artistas" de los científicos, sino que la propia comunidad científica esta surcada por divisiones crecientes entre las diferentes especializaciones cada vez más estrechas. Es irónico que, precisamente cuando las "líneas de demarcación" entre la física, la química y la biología se están rompiendo, el abismo que divide las diferentes ramas de, por ejemplo, la física, se ha hecho prácticamente insuperable.

James Gleick así describe la situación:

"Escasos legos comprendieron con cuánta rigidez se he encasillado la comunidad científica en especialidades, trocándose en un acorazado con tabiques herméticos contra las filtraciones. Los biólogos tenían sobradas cosas que leer para mantenerse al corriente de la bibliografía matemática; o, más aún, los biólogos moleculares disponían de demasiada literatura para estar al corriente de lo que escribían los biólogos de la población. Los físicos poseían mejores modos de invertir su tiempo que el de hojear las revistas meteorológicas".

En los últimos años, el surgimiento de la teoría del caos es una de las indicaciones de que algo está empezando a cambiar en la comunidad científica. Cada vez más, científicos de diferentes campos se dan cuenta de que de alguna manera han llegado a un callejón sin salida. Es necesario encontrar una salida. Por lo tanto, el nacimiento de las matemáticas del caos, es una prueba, como lo hubiera dicho Engels, del carácter dialéctico de la naturaleza, un recordatorio de que la realidad se compone de toda una serie de sistemas dinámicos, o incluso un sistema global, y no de modelos (por útiles que sean) abstraídos de esta realidad. ¿Cuales son las principales características de la teoría del caos? Gleick las describe así:

"Algunos físicos interpretan el caos como ciencia del proceso antes que del estado, del devenir antes que del ser".

"Sienten que interrumpen cierta tendencia de lo científico al reduccionismo, al análisis de los sistemas en términos de sus partes constitutivas: quarks, cromosomas o neuronas. Creen buscar la totalidad".

El método del materialismo dialéctico es precisamente mirar al "proceso antes que al estado, al devenir antes que el ser". "Cada vez más en el transcurso de la última década había empezado a sentir que los viejos métodos reduccionistas estaban llegando a un callejón sin salida, y que incluso algunos de los científicos físicos del núcleo duro estaban empezando a cansarse de las abstracciones matemáticas que ignoraban las complejidades reales del mundo. Parecían estar agrupándose, medio conscientemente, hacía un nuevo método en el proceso, pensaba, estaban cortando con las fronteras tradicionales de una manera que no se había hecho en años. Quizás siglos."

Debido a que el caos es una ciencia de sistemas totales dinámicos, más que de partes por separado, representa de hecho una reivindicación del punto de vista dialéctico. Hasta ahora, la investigación científica ha estado en gran medida aislada en su partes constituyentes. Buscando las "partes" el especialista científico se ha especializado demasiado, las más de las veces perdiendo de vista el "todo". De esta manera la experimentación y las racionalizaciones teóricas cada vez se alejan más de la realidad. Hace más de un siglo, Engels criticó la estrechez del método metafísico, que consiste en observar las cosas de manera aislada, con lo cual se pierde de vista el todo. El punto de partida de los defensores de la teoría del caos fue una reacción precisamente contra este método, al que llaman "reduccionismo". Engels explicó que la "reducción" del estudio de la naturaleza a disciplinas separadas es hasta cierto punto necesaria e inevitable.

"Cuando sometemos a la consideración del pensamiento la naturaleza o la historia humana, o nuestra propia actividad espiritual, se nos ofrece por de pronto la estampa de un infinito entrelazamiento de conexiones e interacciones, en el cual nada permanece siendo lo que era, ni como era ni donde era, sino que todo se mueve, se transforma, deviene y perece (é) Pero esta concepción, por correctamente que capte el carácter general del cuadro de conjunto de los fenómenos, no basta para explicar las particularidades de que se compone aquel cuadro total, y mientras no podamos hacer esto no podremos tampoco estar en claro sobre el cuadro de conjunto. Para conocer esas particularidades tenemos que arrancarlas de su conexión natural o histórica y estudiar cada una de ellas desde el punto de vista de su constitución, de sus particulares causas y efectos, etc.".

Pero como advirtió Engels, una retirada demasiado grande hacia el "reduccionismo" puede llevar a un punto de vista no dialéctico o una deriva a ideas metafísicas.

"La descomposición de la naturaleza en sus partes particulares, el aislamiento de los diversos procesos y objetos naturales en determinadas clases especiales, la investigación del interior de los cuerpos orgánicos según sus muy diversas conformaciones anatómicas, fue la condición fundamental de los progresos gigantescos que nos han aportado los últimos cuatrocientos años al conocimiento de la naturaleza. Pero todo ello nos ha legado también la costumbre de concebir las cosas y los procesos naturales en su aislamiento, fuera de la gran conexión de conjunto. No en su movimiento, por tanto, sino en su reposo; no como entidades esencialmente cambiantes, sino como subsistencias firmes; no en su vida, sino en su muerte".

Ahora comparémoslo con el siguiente pasaje del libro de Gleick:

"Los científicos descomponen las cosas y examinan sus componentes uno tras otro, por turno. Y si desean reconocer la interacción de las partículas subatómicas, reúnen dos o tres. Con ello hay suficiente complicación. Sin embargo, la fuerza de la autosemejanza empieza a niveles mucho más grandes de complejidad. Es cuestión de mirar el conjunto".

Si sustituimos la palabra "reduccionismo" por "el método de pensamiento metafísico", podemos ver que la idea central es idéntica. Ahora veamos las conclusiones que sacó Engels de su crítica del reduccionismo ("el método metafísico"):

"Para la dialéctica, en cambio, que concibe las cosas y sus reflejos conceptuales esencialmente en su conexión, en su encadenamiento, su movimiento, su origen y su perecer, hechos como los indicados son otras tantas confirmaciones de sus propios procedimientos. La naturaleza es la piedra de toque de la dialéctica, y tenemos que reconocer que la ciencia moderna ha suministrado para esa prueba un material sumamente rico y en constante acumulación, mostrando así que, en última instancia, la naturaleza procede dialéctica y no metafísicamente. Pero como hasta ahora pueden contarse con los dedos los científicos de la naturaleza que han aprendido a pensar dialécticamente, puede explicarse por este conflicto entre los resultados descubiertos y el modo tradicional de pensar la confusión ilimitada que reina hoy día en la ciencia natural, para desesperación de maestros y discípulos, escritores y lectores".

Hace más de cien años, el viejo Engels describió cuidadosamente el estado de la ciencia hoy en día. Ilya Prigogine (premio Nóbel de química en 1977) e Isabel Stengers en su libro Order out of Chaos, Manís New Dialogue with Nature lo reconocen con las siguientes palabras:

"Hasta cierto punto existe una analogía entre este conflicto (entre la física newtoniana y las nuevas ideas científicas) y el que dio lugar al materialismo dialéctico (é) La idea de una historia de la naturaleza como parte integral del materialismo fue planteada por Marx y, más detalladamente por Engels. Los desarrollos contemporáneos en la física, el descubrimiento del papel constructivo jugado por la irreversibilidad, han planteado en las ciencias naturales una pregunta que ya se habían hecho los materialistas hace tiempo. Para ellos, comprender la naturaleza significaba comprenderla como capaz de producir al hombre y sus sociedades.

"Es más, en el tiempo en que Engels escribió su Dialéctica de la Naturaleza, la ciencia física parecía haber rechazado el punto de vista mecánico del mundo y se había acercado a la idea de un desarrollo histórico de la naturaleza. Engels menciona tres descubrimientos fundamentales: la energía y las leyes que rigen sus transformaciones cualitativas, la célula como componente básico de la vida, y el descubrimiento de Darwin de la evolución de las especies. A la vista de estos grandes descubrimientos, Engels llegó a la conclusión de que el punto de vista mecánico del mundo había muerto".

A pesar de los maravillosos avances de la ciencia y la tecnología, existe un sentimiento profundamente asentado de malestar. Un número creciente de científicos está empezando a rebelarse contra las ortodoxias dominantes y buscando nuevas soluciones a los problemas a los que se enfrentan. Más tarde o más temprano esto provocará una nueva revolución en la ciencia similar a la que llevaron a cabo Einstein y Planck hace casi un siglo. Es significativo que el propio Einstein estuviese muy lejos de ser un miembro de la comunidad científica.

"La corriente principal, durante la mayor parte de este siglo", señala Gleick, "ha estado representada por la [física] de las partículas, que explora los bloques constructivos de la materia, según energías cada vez más altas, escalas cada vez más pequeñas y tiempos cada vez más fugaces. De ella han nacido teorías sobre las fuerzas básicas de la naturaleza y sobre el origen del universo. No obstante, hubo jóvenes especialistas que sintieron descontento creciente ante la orientación de la más prestigiosa de las ciencias. Empezaron a creer que los progresos eran lentos, fútil la especificación de nuevas partículas y confusa la masa teórica. Al presentarse el caos, vieron en él un cambio de dirección de toda la física. Las rutilantes abstracciones de las partículas de alta energía y la mecánica cuántica habíanse impuesto más de lo conveniente, en su opinión".

Caos y dialéctica

Todavía es pronto para hacerse una idea completa de la teoría del caos. Sin embargo, lo que está claro es que estos científicos se están orientando en la dirección de una visión dialéctica de la naturaleza. Por ejemplo, la ley dialéctica de la transformación de la cantidad en calidad (y viceversa) juega un papel destacado en la teoría del caos: "Reconoció (von Neumann) que un complicado sistema dinámico podía albergar puntos de inestabilidad, puntos críticos, en que un débil empujón llegaría a tener amplias consecuencias, como, por ejemplo, el propinado a una pelota balanceada en la cima de un monte".

Y de nuevo:

"Tanto en la ciencia como en la vida, es harto conocido que una cadena de sucesos puede encaramarse a un punto crítico que abultará los cambios insignificantes. Pero el caos denotaba que tales puntos se hallaban por doquier. Se difundían".

Estas y muchas otras citas revelan un sorprendente parecido entre ciertos aspectos de la teoría del caos y la dialéctica. Sin embargo, lo más sorprendente es que los pioneros del "caos" parecen no tener ni el más mínimo conocimiento de los escritos de Marx y Engels, ¡y ni siquiera de los de Hegel! En cierto sentido, esto nos da una confirmación todavía más firme de la corrección del materialismo dialéctico. Pero por otro lado, es frustrante pensar que se ha negado innecesariamente a la ciencia, durante tanto tiempo, un marco filosófico y metodológico adecuado.

Durante 300 años la física se basó en sistemas lineales. El nombre lineal se refiere de que si pones una ecuación de este tipo en un gráfico, lo que tienes es una línea continua. De hecho, gran parte de la naturaleza parece funcionar de esta manera. Por eso la mecánica clásica es capaz de describirla tan bien. Sin embargo gran parte de la naturaleza no funciona de manera lineal, y no puede ser entendida en base a sistemas lineales. El cerebro, ciertamente, no funciona de manera lineal, ni tampoco la economía, con su ciclo caótico de auges y recesiones. Una ecuación no-lineal no se expresa en una línea continua, sino que tiene en cuenta el carácter irregular, contradictorio y frecuentemente caótico de la realidad.

"Todo esto", dice Ian Steward en Does God Play Dice? (¿Juega Dios a los dados?), "me hace sentirme bastante descontento con los astrónomos que nos dicen que tienen los orígenes del universo bastante bien controlados, excepto el primer milisegundo más o menos del big bang. Y con los políticos que nos aseguran no sólo que una buena dosis de monetarismo será positiva para nosotros, sino que están seguros que unos cuantos millones de parados tienen que ser sólo un pequeño hipo. El ecologista matemático Robert May planteó opiniones parecidas en 1976. "No sólo en la investigación, sino en el mundo cotidiano de la política y la economía, nos iría mucho mejor si la gente se diese cuenta que los sistemas simples no poseen necesariamente propiedades dinámicas simples".

Sólo se pueden superar los problemas de la ciencia moderna adoptando un método dialéctico consciente (en oposición a inconsciente, empírico, accidental). Está claro que las implicaciones filosóficas generales de la teoría del caos están en discusión por sus científicos. Gleick cita a Ford, "un autoproclamado evangelista del caos" diciendo que el caos significa "sistemas liberados a la exploración casual de sus propias posibilidades dinámicas..." Otros se refieren a sistemas aparentemente casuales. Quizás la mejor definición la da Jensen, un físico teórico en Yale, que define el "caos" como "el comportamiento irregular e impredecible de sistemas dinámicos, no-lineales, determinísticos".

Más que elevar la casualidad a un principio de la naturaleza, como parece ser que hace Ford, la nueva ciencia hace completamente lo contrario: demuestra irrefutablemente que procesos que eran considerados casuales (y que pueden seguir considerándose como tales para propósitos de la vida diaria) sin embargo están dominados por un determinismo subyacente, el crudo determinismo mecánico del siglo XVIII, sino determinismo dialéctico.

Algunas de las afirmaciones que se hacen respecto a la nueva ciencia son grandiosas, y con un desarrollo y afinamiento de técnicas y métodos, puede ser que se hagan realidad. Algunos de sus exponentes van tan lejos como para decir que el siglo XX será recordado por tres cosas: la relatividad, la mecánica cuántica y el caos. Albert Einstein, a pesar de ser uno de los fundadores de la teoría cuántica, nunca se reconcilió con la idea de un universo no-determinista. En una carta al físico Neils Bohr, insistía en que "Dios no juega a los dados". La teoría del caos no sólo ha demostrado que Einstein tenía razón en este punto, sino que incluso en su infancia, es una brillante confirmación de la visión fundamental del mundo planteada por Marx y Engels hace más de cien años.

Es realmente sorprendente que los pioneros de la teoría del caos, que están intentando romper con la desacreditada metodología "lineal" y elaborar unas nuevas matemáticas "no-lineales", que estén más de acuerdo con la realidad turbulenta de la naturaleza en cambio constante, parecen no estar en absoluto al corriente de la única auténtica revolución en la lógica en dos mil años la lógica dialéctica elaborada por Hegel, y posteriormente perfeccionada sobre bases científicas y materialistas por Marx y Engels . ¿Cuantos errores, callejones sin salida y crisis en la ciencia no se podrían haber evitado si los científicos hubieran estado armados con una metodología que reflejase auténticamente la realidad dinámica de la naturaleza, en lugar de entrar en conflicto con ella a cada paso!