Alekséi Nikoláievich Apujtin. (Boljov, 1840-San Petersburgo, 1893) nació en el seno de una familia noble, pero con una posición económica no muy elevada. Durante sus estudios de Derecho trabó amistad con Chaikovski, y juntos trabajarían más tarde en el Ministerio de Justicia, llevando un modo de vida un tanto «alegre» y no exento de escándalos sexuales. Como estudiante fue un alumno destacado con excelentes calificaciones. Su pluma juvenil ya dejaba ver su calidad literaria, con un fino sentido del humor y una ingeniosa sátira, si bien se dedicó principalmente a la poesía. Desde 1862 vivió en su región natal de Orlov, como funcionario de la administración de esa gobernación y más tarde lo sería del Ministerio del Interior en San Petersburgo. Continuó su estrecha e íntima relación con Chaikovski, se visitaban con frecuencia e hicieron juntos algunos viajes. Alejado de la política y declinando la carrera militar, vivió entregado a las musas y a los placeres de la vida. En 1886 se publica una recopilación de su obra poética bajo el título Poemas. En prosa destacaron El archivo del conde D. (1890) y El diario de Pávlik Donskói (1891). Murió en San Petersburgo, tras sufrir largas enfermedades en sus últimos años.

Su relato «Entre la vida y la muerte» (1892) es atípico y singular dentro de su producción literaria. Quizá se inspiró en alguna experiencia personal o de alguien cercano, pero también pudo ser simplemente fruto de las reflexiones de un hombre que intuye la proximidad de la muerte. Fue publicado en San Petersburgo, como parte de un volumen recopilatorio de sus obras, en 1905.

Porfiri Pávlovich Infántiev. (Varnakovo, 1860-Nóvgorod, 1913) nació en una pequeña aldea de los Urales, hijo de un sacerdote de la Iglesia ortodoxa. Estudió Derecho en Kazán y San Petersburgo. Participó en los movimientos estudiantiles revolucionarios, elaborando índices bibliográficos y viajando al extranjero para importar literatura «prohibida». Fue encarcelado en 1889 en la tristemente famosa prisión de Kriesti como sospechoso de actividad político-terrorista. Una vez liberado por falta de pruebas, volvió a su tierra natal y se dedicó al periodismo. Tras el verano de 1892 empezó a interesarse por la etnografía, gracias a diversas expediciones que le llevaron a establecer contacto con distintos pueblos de los Urales y Siberia; publicó esos años muchas obras de carácter etnográfico y en algunas de ellas afloró su fantasía por influencia de las leyendas populares que recopilaba.

En 1896 viajó a Suiza, donde escribió ese mismo año su mejor obra, Los habitantes de Marte, que no sería publicada hasta 1901 en la ciudad de Nóvgorod bajo el título de En otro planeta y tras sufrir el rigor de la censura. Anticipándose en el género de la ciencia ficción «marciana» al que era considerado pionero en tierras rusas (La Estrella Roja, de Aleksandr Bogdánov, 1908), este relato no solo constituye una fábula optimista y utópica de la sociedad futura, sino que también articula una vía de escape, a través de la imaginación, de una realidad convulsa, difícil e incierta, como la que se vivió en las dos décadas que precedieron a la revolución bolchevique. Repleto de premoniciones del futuro, se adelanta en décadas y hasta siglos a algunas de ellas: las proyecciones holográficas y de diapositivas; nuestros actuales CD, DVD y GPS; la grabación musical en estudio y el uso del playback; la elaboración de comida artificial cultivada y su distribución con un sistema inverso al de nuestra recogida neumática de basuras; la aplicación de placas solares en las bombas de extracción de agua; la telepatía y la sugestopedia; y otras muchas, incluida la crionización completa de seres humanos, aún no alcanzada por el hombre. Estamos sin duda ante una obra que podemos calificar de «inspirada» y curiosamente la única de este género en el haber del autor, que continuó ocupado en su labor periodística hasta su muerte en 1913.

Serguéi Rúdolfovich Mintslov (Riazán, 1870-Riga, 1933) vino al mundo en el seno de una culta familia de origen lituano. Sus padres deseaban para él un puesto notable como militar o funcionario en San Petersburgo; él, sin embargo, decidió cumplir el servicio militar en Lituania. Se interesó por la historia y cultura de ese país, se aficionó a realizar experimentos científicos en ruinosas mansiones y coleccionó toda clase de rarezas. Completó su formación en Moscú y después ingresó en el Instituto de Arqueología de Nizhegorodsk. Desde ahí emprendió expediciones bibliográficas por toda Rusia para reunir ejemplares para su magnífica biblioteca. En la década de 1890 ocupó puestos burocráticos, al tiempo que desarrollaba su actividad literaria. En 1904 se publicaría su obra más conocida, Tras las almas de los muertos. Al término de la Primera Guerra Mundial, se instaló entre la diáspora rusa de Riga, donde viviría tranquilo y dedicado a la literatura hasta su muerte. En su obra encontramos relatos autobiográficos, aunque destacan las novelas históricas: En la oscuridad (1908), En los bosques de Lituania (1911), Los fugitivos (1912), Zar de zares (1912)… Sus estudios científico-técnicos, sobre los que experimentó de forma autónoma, y sus expediciones arqueológicas propiciaron la creación de relatos más cercanos a la ciencia ficción, como «El misterio de las paredes», escrito en 1906 pero publicado por primera vez en Trebisonda (Turquía) en 1917.

Valeri Yákovlevich Briúsov (Moscú, 1873-1924) nació en una familia de comerciantes de ideas revolucionarias, se crió alejado de la religión e influido por el materialismo y darwinismo de sus padres, cuya falta de atención no les impidió proporcionarle una selecta educación en los principales centros de enseñanza moscovitas, enriquecida por Briúsov de forma auto­didacta. Desde joven sintió inclinación por la poesía y empezó a componer versos y escribir relatos. Desde la década de 1890 se sintió atraído por los simbolistas franceses y más tarde por los futuristas. En la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Moscú estudió historia, filosofía, literatura, arte, idiomas… Tras su licenciatura, coincidiendo con el cambio de siglo, se dedicó de pleno a la actividad literaria. Experimentó continuamente con su poesía y frecuentó los ambientes e instituciones culturales más prestigiosos de Moscú. Fue un hombre prolífico y versátil, de precoz despertar literario: poeta, novelista, dramaturgo, crítico literario, traductor, historiador, y considerado uno de los fundadores del simbolismo ruso.

En su obra se oponen principios antagónicos: la lucha por la supervivencia y la esperanza vital, frente al pesimismo más trágico y las situaciones caóticas y catastróficas. Caída y renacimiento, luz y tinieblas; ruptura apocalíptica y refundación de la sociedad, reflejadas en una prosa de corte futurista plasmada a la perfección en «La Montaña de la Estrella» (1899), relato que no vio la luz hasta 1975 (editorial Molodaia Gvardia, Moscú).

Entre 1900 y 1916 formó parte del equipo directivo de la editorial moscovita Scorpión, en la que publicó sus principales relatos fantásticos agrupados en la colección El eje de la Tierra (1907). En ella se incluía «La República de la Cruz del Sur» (1905), que representa al mismo tiempo una certera visión futura de la dictadura soviética del proletariado y la que podría ser primera historia de zombis del siglo XX. Le seguirían La rebelión de los automóviles (1908), Viaje nocturno (1913), El mundo de siete generaciones (1923)… Su novela histórica El ángel de fuego (1908) sirvió de inspiración a la ópera homónima de Prokófiev.