¿QUÉ FUE DE ELLOS?

Los legatarios de William Petty: ni los campesinos de Westmorland, ni los pobres de Soulby, ni los fellows de Cambridge recibieron nunca la herencia que William Petty les había destinado. En el mes de mayo de 1640, los profesores del Jesus presentaron una denuncia e intentaron recuperar las doscientas libras esterlinas pertenecientes al colegio. Inútilmente. ¿A quién entablar un proceso, si no a los ejecutores testamentarios del difunto y quizá a Lord Arundel, al que la ruina y los desastres de la guerra civil forzaron a la huida?

En 1642, cuando el conde estaba en el exilio, el registro de sus deudas revela que debía todavía al difunto William Petty quinientas diez libras, cuatro chelines y dos peniques. Incluso con la mejor voluntad, Lord Arundel no podría haber pagado esta suma a los derechohabientes del difunto servidor.

Lord y Lady Arundel: las últimas adquisiciones de William Petty en Venecia, la exportación del fabuloso "gabinete de Daniel Nys", costaron la friolera de diez mil libras esterlinas. Aquel colosal gasto significó el ocaso de la magnificencia de los condes.

Los descendientes de Lord Arundel tardarían varias generaciones en enjugar el déficit.

El conde terminó sus días lejos de sus colecciones, en el suelo Italiano que tanto había amado, en un palacio de Padua. Murió solo, en septiembre de 1646, siete años después que William Petty, día más, día menos.

El corazón y las vísceras del conde están enterrados en el claustro de la Magnolia de la basílica de San Antonio en Padua. La inscripción latina de la lápida es perfectamente legible.

El padre del conde, Philip Howard, muerto en 1595, fue canonizado por el Papa Pablo VI en 1970.

Lady Arundel, que habría gozado al enterarse de esta noticia, no compartió los últimos años de su esposo. Escogió vivir lejos de él, exiliada, ella también, pero en los Países Bajos. Consiguió evitar la guerra civil y sacar de su casa de Londres todos los objetos transportables -cuando William Petty murió, ya no vivía con su marido-, y conservó cerca, en el continente, el "gabinete de Daniel Nys" y las obras de arte que le pertenecían.

A pesar de sus desacuerdos, Lord Arundel la convertiría en su legataria. Un gesto desgraciado, probablemente. El testamento sería impugnado por Lord Maltravers, su primogénito, que no reconocería a su madre el derecho a aquella herencia.

A la muerte de Lady Arundel en Ámsterdam en 1654, las disputas entre los supervivientes condujeron a la fragmentación de la familia, lo que provocó el reparto y la dispersión de los tesoros. La "colección Arundel", que el conde consideraba como un todo, una entidad indisociable de su nombre y de su casa, se esparció por toda Europa. Las obras acabarían diseminadas entre los curiosos del Gran Siglo. Numerosos dibujos, cuadros y estatuas enriquecerían las colecciones de Mazarino y de Luis XIV.

A los ojos de la posteridad, Lord Arundel está considerado uno de los coleccionistas más sensibles y audaces de todos los tiempos.

El patriarca de Constantinopla: diez años después de la partida de sir Thomas Roe, en junio de 1638, Cyril Lucaris murió asesinado a causa de las calumnias de los jesuitas, que, de regreso a Constantinopla, lo acusaron nuevamente de traición. Esta vez, el sultán Murat IV no se preocupó por él. Los jenízaros arrestaron al patriarca, lo estrangularon y arrojaron su cuerpo al mar.

Sir Thomas Roe: William Petty había tenido razón al declinar la invitación del embajador para embarcarse con él: el regreso a Inglaterra constituyó una auténtica epopeya. Los Caballeros de Malta, considerando que cualquier carga procedente del Imperio otomano les pertenecía, atacaron la nave. Siguió una batalla naval que duró siete horas. Sir Thomas Roe y su esposa salieron indemnes. Pero el papagayo de Lady Roe perdió la vida.

Por lo demás, sir Thomas proseguiría su carrera en aguas más tranquilas.

Los dos Sanson: después de haber negociado, con enorme éxito, un tratado de paz entre Francia y los berberiscos, Sanson Napollon pereció en el curso de una escaramuza, intentando defender el bastión de Francia en Argel. Sanson Le Page lo sucedería en el puesto y se convertiría en el segundo gobernador del fuerte.

Las obras de arte de la Antigüedad del conde de Arundel: El visitante verá expuesto, en las galerías del Ashmolean Museum de Oxford, el Felix Gem, una piedra preciosa romana grabada en hueco del siglo I después de Cristo, uno de los tesoros de gabinete de Daniel Nys. Admirará también lo que queda de la crónica de Paros y numerosas esculturas adquiridas en Roma y en Asia Menor, en particular el frontón del almacén de pesos y medidas procedente de Samos, actualmente titulado The Metrological Relief, las Musas y algunos vestigios recientemente descubiertos en el subsuelo y en los muros de Inglaterra.

El friso con las cabezas de las Gorgonas no se encuentra en Oxford, sino en el London Museum. Algunos altares, exhumados en el Strand, han sido transferidos a Arundel Castle, en el West Sussex.

La denominación Arundel Marbles sólo se aplica a las inscripciones que el erudito John Selden publicó en 1628 en Marmora Arundelliana. Este corpus de inscripciones, donado a la Universidad de Oxford en 1667 por el nieto del conde, también se conserva devotamente en el Ashmolean Museum. La colección resulta tan valiosa para el conocimiento de Grecia que los "Mármoles de Arundel" son mencionados en la mayoría de los diccionarios. Pero según la leyenda, referida hasta 1972 en Francia por las sucesivas ediciones del Larousse, estos mármoles habrían sido transportados del Levante por el conde de Arundel en persona. En cuanto al Dictionary of National Biography, monumental suma de conocimientos, biblia de las grandes figuras británicas en varias decenas de volúmenes, no dedica ni una sola línea al primer hombre que intentó trasplantar Atenas a orillas del Támesis.

El reverendo William Petty sigue siendo uno de los grandes olvidados de la historia.

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02/08/2011