CAPÍTULO 19. EL CUARTO BLANCO




Han pasado cuatro semanas desde el entierro de Enrique, doña Leonor y don Jorge se mudaron a la casa de su hija para hacerle compañía. Mientras están en el sillón de la sala del primer nivel. Doña Leonor le habla sobre la preocupación que siente por su hija, no solo por la muerte de Enrique y por el estado de Susana quien sigue en coma, sino porque cada vez ve peor a su hija. Don Jorge la toma de la mano y la mira a los ojos, doña Leonor le continúa diciendo que siente que también a ella la están perdiendo.

Don Jorge se pone en pie y se dirige al estante. Le dice que él también está preocupado por su hija. La ha visto discutiendo sola, diciendo que escucha que la llaman y lo que más le preocupa es que el doctor Aroldo ya la examinó, le realizaron un sinfín de exámenes y al parecer todo está bien—creo que todo está en su cabeza— le dice don Jorge mientras se quita los anteojos para limpiarlos.

Mientras ellos conversan en la sala, Karlita llega para tocar el piano; mientras comienza a ejecutar, Claudia, comienza a gritar desde el segundo piso que paren esa música. Don Jorge se acerca con Karlita y le pide que deje de tocar por salud de su mamá, ella asienta con la cabeza y cierra la tapa de las teclas con suavidad. Karlita le susurra que irá al segundo nivel a leer un rato.

La preocupación de doña Leonor se hace más intensa cuando al subir ve a su hija recostada en la cama, lleva ya varios días sin tomar una ducha y no se ha cambiado de ropa en los últimos cinco días. Doña Leonor se acerca a ella para alentarla a levantarse, bañarse, comer un poco y platicar con ellos. Claudia se queda con la mirada a la pared, diciendo que una pequeña voz la está llamando. —Es el ángel de la muerte— le dice.

Doña Leonor suspira. Recuerda cuando el doctor José les dijo que deberían visitar a un especialista, pero su esposo no quisiera llevarla a un loquero porque sentiría que su hija está loca.

Claudia escucha una risa infantil que rebota en su mente, la llama con insistencia. —Deja de cantar, por favor— dice Claudia en su interior para que su mamá no la escuche, toma la sábana para secarse los ojos.

El teléfono de la sala suena, don Jorge se apresura para responder, es del hospital para indicar que no ha habido cambios en Susana; la señorita le dice a don Jorge que lamenta darle la noticia, pero que necesitan hablar con Claudia porque el vitalicio del seguro se les está acabando y es cuestión de una o dos semanas para que ya no les cubra.

Don Jorge conversa con el personal de administración a cargo del caso de Susana por un largo tiempo, trata de encontrar alguna alternativa, pero no es solo el seguro, Susana ya no está en su mente. Doña Leonor al ver la expresión de su marido entiende lo que está pasando, pero la única persona que puede tomar una decisión es Claudia y ella no está en capacidad hacerlo.

—¿Qué te dijeron del hospital?— pregunta doña Leonor, haciendo creer que no sospecha nada.

Han dictaminado que Susana tiene muerte cerebral, los aparatos sólo la mantienen con vida, pero ella ya no está ahí— le responde —. Quieren que Claudia autorice la desconexión porque el seguro ya no cubrirá más los gastos—. Doña Leonor se quita sus gafas para secarse los ojos. —Hemos perdido a nuestra nietecita— le dice don Jorge.

Ambos se abrazan en oración para pedir por Susana y Claudia: «Dios necesitamos un milagro. Virgencita santa haz un milagro para nuestra nieta, tú puedes hacerlo. Ayuda a nuestra hija también. Te lo suplicamos por favor».

 Karlita pasa frente a ellos para ir a la cocina. Mientras camina les dice que sus oraciones son innecesarias, ellos se ven sin prestar mayor atención. Doña Leonor le pregunta a su esposo si cree que debieran contarle todo lo que está pasando a Karlita. Don Jorge le dice que aún no, porque ella es muy pequeña, además él le dice que Karlita y Susana no tuvieron tiempo para construir una relación de hermanas, y por eso Karlita no le presta mucha atención.

Don Jorge le dice a su esposa que subirá para ver que su hija este bien. A escondidas, doña Leonor llama al psiquiatra Armando que le había recomendado el doctor José. 

Ella consigue una cita para Claudia ese mismo día a las tres de la tarde, ella está agradecida porque le dijeron que podría hasta el miércoles, y para ella dos días más de espera es mucho, en especial para Claudia.

Doña Leonor va al segundo nivel para pedirle a su esposo que vayan con Karlita a ver una película al centro comercial, así aprovechan a platicar y forjar más la relación. Don Jorge le dice que es una buena idea, así también Karlita puede distraerse un poco con todo lo que está pasando. 

Doña Leonor va con Karlita para contarle que su abuelo la invitará a ver una película al centro comercial. Karlita cierra su libro y da un pequeño salto para bajar del sillón. Le dice que irá a arreglarse antes de salir. Treinta minutos después ambos salen para el cine.


Media hora después llega el taxi que había solicitado doña Leonor. Mientras van de camino Claudia va con la mirada hacia la calle, en su mente ve la imagen de dos círculos negros, los ve como un reflejo, el chofer del taxi observa como Claudia se tapa los oídos murmurando —Cállate, cállate… por favor.

Al llegar a la clínica, doña Leonor le pide al señor del taxi que por favor la espere y que le pagara el tiempo, él le dice que no se preocupe que las esperará. Al dirigirse a la recepción, la secretaria del doctor Armando les dice que tiene suerte y que podrá atender a Claudia porque cancelaron la cita de esa hora. Le pide que por favor espere afuera para que primero entreviste a Claudia y de ser necesario el doctor la llamará a ella también.

Después de media hora de hablar con Claudia, el doctor llama a doña Leonor. Le pide a Claudia que espere afuera mientras habla con su mamá. Dentro de la clínica, el doctor Armando le comenta a doña Leonor que es muy pronto para dar un diagnóstico, pero que si tiene signos claros de delirios y de estrés post traumático, algo que pudo desencadenar lo que está viviendo. Le recomienda unas pastillas para relajarla y que durante la próxima semana debe estar bajo observación. El doctor Armando también le dice que si nota que ella comienza a hablar cosas sin sentido o que diga que ve algo que no está allí, que lo llame de inmediato. El doctor le extiende su tarjeta.


Doña Leonor llama a su esposo al salir de la clínica para comentarle lo que el doctor Armando le dijo sobre su hija, a pesar de que él no estaba de acuerdo desde el inicio, se preocupa al escuchar lo que le dice su esposa. Mientras continúan hablando, don Jorge voltea a ver a Karlita quien está sentada comiendo un poco de fruta que compraron en el patio de comida.

Doña Leonor cuelga. Piensa en Claudia y Susana. Lleva su mano al corazón y da un pequeño quejido. Doña Leonor comienza a respirar con lentitud. Lleva su mano a la frente al pensar que será responsabilidad de ella con su esposo sobre tomar la decisión de desconectar a Susana —¿Y qué haremos con Karlita?, mi hija la quiere mucho, no podemos dejarla sin hogar—. Doña Leonor va con su hija quien la espera en la sala de la clínica. 

Doña Leonor le dice que tendrá que tomar unas pastillas por algún tiempo para sentirse mejor. Claudia está con la mirada fija en la pared. Doña Leonor la toma por el brazo. —Ven, hija. El taxi nos espera—. Mientras van camino a casa, Claudia se queda dormida.

Mamá… Mamá…, ayúdame pls…. Pues, es que es así como que… No me gusta este horrendo lugar.

—¿Susana?, hija, ¿dónde estás?

—No sé mamá. O sea, creo que me morí. 

—No digas eso, te vas a poner bien, los doctores te están cuidando, hija. 

—No mamá, ya es demasiado tarde. Cuídate por favor, cuídate de… ¡No por favor déjame en paz, ya no sigas con eso…! ¡No me veas así!

—Hija, despierta, hija

Al abrir los ojos Claudia está bañada en sudor, la risa vuelve a escucharse y como eco vuelve a tener en su mente la voz de Susana. Claudia comienza a gritar pidiendo que se callen, comienza a preguntar por Susana con insistencia. Doña Leonor corre a la casa por un vaso de agua, le da a su hija la pastilla para que se la tome, ella se niega, pero doña Leonor le dice que así ayudará a Susana a sentirse mejor.

Doña Leonor le agradece al taxista por su paciencia. Saca su bolso para pagarle. A los pocos minutos Claudia comienza a sentir mucho sueño, su mamá la lleva hacia su cama. Doña Leonor arropa a su hija, le quita los zapatos, la acomoda en la cama y le da un beso en la cabeza. Doña Leonor da un ligero suspiro y toma la cruz de su cadena pidiéndole a Dios que los ayude.


Casi una hora después, llegan don Jorge y Karlita; él pregunta por su hija y doña Leonor le comienza a contar lo sucedido cuando recién regresaron a la casa.

Karlita les pregunta si puede ir a ver a Claudia, doña Leonor le dice que ella está dormida, don Jorge la ve y le dice que la deje ir, pero le pide a Karlita que no vaya a despertarla. Karlita sube al segundo nivel y va al cuarto. Karlita mira la foto de la familia que está tirada con el vidrio roto en una de las esquinas, y a otra foto donde Enrique y Claudia están abrazados, está en el suelo cerca de la cama, tiene escrito «¿Por qué te fuiste?».

Claudia abre un poco los ojos y ve a Karlita parada frente a ella con la sonrisa que la hizo encariñarse de ella. Claudia trata de hablar, pero no puede. Karlita le dice que vuelva a dormir porque las penas se terminarán muy pronto.

El reloj despertador se queda detenido a las seis de la tarde. Karlita sale del cuarto cerrando con suavidad. Doña Leonor le pregunta qué tal vio a Claudia, ella le responde que está dormida. Karlita se dirige al piano.

Dos horas transcurrieron, doña Leonor preparó la cena, y le pide a su esposo que suba por Claudia. Al subir don Jorge se da cuenta de que Claudia está sentada acuclillada en la esquina del cuarto, murmurando —esos ojos, esos ojos, ¿los ves, papá?, esa canción, ¿la escuchas, papá?— don Jorge le grita a su esposa que suba.

Al ver a su hija, doña Leonor llama al doctor Armando para contarle lo que está ocurriendo, él le pide que le dé su dirección y que llegará en cuestión de minutos con una ambulancia. Don Jorge trata de acercarse a su hija pero ella lo aleja, les pide que no se acerquen porque la oscuridad la envolverá otra vez en sus alas.

Doña Leonor se acerca a su hija, poco a poco la abraza, hasta que Claudia comienza a llorar.

A los veinte minutos llega la ambulancia con el doctor Armando, al verla de lejos les dice que la deben internar. El doctor se aproxima a Claudia y ella comienza a decirles que una pequeña la está persiguiendo todo el tiempo y que el ángel de la muerte mató a Enrique con sus ojos negros.

Doña Leonor y don Jorge se abrazan llorando al oír lo que está diciendo su hija. El doctor Armando les dice que necesita su autorización para poder sedarla, ellos la aprueban. A los diez minutos el medicamento hace efecto, la llevan a la ambulancia, don Jorge y doña Leonor se suben también para ir directo al hospital psiquiátrico. Karlita observa desde la ventana del segundo nivel, al ver la ambulancia doblar la esquina, cierra la cortina.

Al llegar al hospital el doctor le pide a una de las enfermeras que acompañe a los papás de la paciente a su oficina mientras ellos le dan ingreso siendo el lunes veinticuatro de noviembre a las veintiún treinta horas. 

Claudia es llevada a una habitación de color blanco acolchada, sin ventanas, solo una lámpara, un lugar para dormir y un retrete de plástico. El doctor Armando pide que le den el medicamento para que pueda dormir toda la noche.

Después de una hora, el doctor Armando llega con los padres de Claudia. Les pregunta quién es Karlita, ellos le explican que es su hija adoptiva, recién la habían adoptado en septiembre. El doctor les explica que ella ha estado delirando y la menciona mucho. Doña Leonor le explica que su hija está muy encariñada con Karlita, quizá eso tenga algo que ver. El doctor Armando le dice que es probable, también les informa que es necesario se quede internada hasta que se pueda restablecer. Doña Leonor se recuesta en el pecho de su esposo llorando.

Antes de retirarse ven a Claudia través de una pequeña ventana, ella está recostada con la mirada perdida en el techo. No voltea a ver a ningún lado, ni siquiera cuando su mamá le hace señas desde afuera. Don Jorge le dice que se deben ir porque dejaron sola a Karlita. El doctor les ofrece llamarles un taxi. 

Mientras van de regreso, don Jorge se da cuenta de un mensaje del hospital donde está Susana, en el cual le dicen que ya no hay nada que puedan hacer por ella, y que necesitan desconectarla, también le explican que si Claudia está incapacitada para tomar la decisión, entonces debe llegar el pariente más cercano para firmar los documentos. Don Jorge guarda su teléfono y ve a doña Leonor, ella se tapa la boca diciéndole que no puede ser, el afirma con su cabeza. 

El desconsuelo se ha apoderado de ellos por la pérdida de su yerno, y el estado mental de su hija ha venido a ser una carga para ellos. Ahora se deben enfrentar ante la cruda realidad de tener que dejar ir a Susana.


En un cuarto blanco yace Claudia, despierta, con la mirada perdida en la pared, escucha la voz de Susana quien le pide que vaya con ella porque se siente sola en el lugar donde ahora se encuentra. La risa y la canción que la ha llevado hasta donde se encuentra no se puede apartar de su mente. El doctor Armando observa desde la ventana mientras le habla al doctor José quien había llegado al enterarse de que Claudia fue internada en el psiquíatrico.

El doctor José le dice que no entiende porque le ha tocado a Claudia y su familia atravesar por esta experiencia tan difícil —¡Quién no se volvería loco!— le dice mientras el doctor Armando cierra la ventanilla que da hacia el interior del cuarto blanco. 

—¿Cuál es su pronóstico Armando?, imagino que no se lo has dicho a la familia— le pregunta el doctor José.

—No lo sé, José. Pareciera que por momentos está lúcida pero la mayor parte del tiempo no lo está. Tengo miedo de que ella jamás regrese a ser ella misma, José. Puede ser que sea un lapsus por todo el estrés que está viviendo… pero no lo sé José—. Ambos van a la cafetería, el doctor José le cuenta la historia completa de la familia al doctor Armando.

Hacia la esquina del cuarto blanco Claudia dirige su mirada…