CAPÍTULO 11. LA PESADILLA




Es lunes por la mañana, Claudia se levanta temprano para preparar el desayuno para la familia. Enrique le cuenta que ya platicó con el ingeniero Estrada para que se quede a cargo de la empresa mientras la familia está de vacaciones. Claudia le suplica que por favor no vaya a llevar su celular, le recuerda que él siempre anda pendiente de todas las llamadas y mensajes, —Por dos semanas confía en tu gente, en especial confía en el ingeniero Estrada, me parece una buena persona— le suplica mientras tiene sus manos juntas sobre las piernas —, dedícanos tiempo a nosotras—. Claudia muerde sus labios.

Susana pregunta dónde está Karlita, pues se imagina que por estar de vacaciones ha de seguir dormida. Claudia le dice que está en su habitación y que ella bajó a desayunar mucho antes que ellos. Susana se recuesta sobre el respaldo de la silla. —O sea pues, así como, hellooo estás de vacacionesss— menciona Susana con su tono particular.

Claudia no le hace caso a lo que acaba de decir Susana. Se voltea a ver a Enrique recordándole que aún no le ha prometido no llevar su celular o por lo menos no usarlo durante el día. Enrique mueve la cabeza de un lado a otro, Claudia le pide que piense rápido. Enrique accede a su petición, le dice que hablará con el ingeniero Estrada para que, a menos que sea algo muy urgente, lo trate de localizar, pues no tendrá acceso a internet ni a su celular durante el día. Claudia se le tira encima para abrazarlo dándole las gracias por ser comprensivo; Enrique con risas le dice que con cuidado porque lo está desarmando. 

Enrique le dice a Claudia que ya se tienen que retirar. Enrique apura a Susana diciéndole que ya va tarde para la Universidad. Claudia los saca a los dos y les pide que corran. Claudia los ve y suspira pensando en que los dos son tal para cual, después sube a su habitación para darse una ducha para después salir con Karlita. 

Al salir de la ducha se escucha una melodía de piano, Claudia ya sabe que es Karlita quien en la sala, mientras ella va bajando las gradas recibe una llamada a su celular —¿El orfanato?— piensa cuando ve el identificador de llamada ¿Para qué me llamaran hoy?, creí que me llamarían al terminar la semana—. Claudia contesta la llamada, es la hermana Francisca. 

Claudia frunce las cejas y agacha la cabeza con lo que le están diciendo, comienza a subir despacio las gradas, alejándose de donde está Karlita. —No puede ser ¿Cómo sucedió eso?— pregunta Claudia. La hermana Francisca le relata que se dieron cuenta al momento de llevarle su cena, al entrar la encontraron en su silla con los ojos abiertos. —¡Qué descuido el nuestro!, no la habíamos visto durante toda la tarde— le relata la hermana Francisca entre sollozos —. El médico nos dijo que fue un ataque al corazón, y bueno, por indicaciones de él hasta el día martes la enterraremos, doña Claudia— le explica la hermana Francisca.

La hermana Francisca le dice que por favor no le cuente nada a Karlita, se pospuso la entrega de calificaciones una semana, dado que el martes enterrarán a la madre María. —Karlita ganó todos sus cursos. No se vaya a preocupar por eso, doña Claudia— le agrega.

Claudia le da las gracias por la llamada y les da su sentido pésame, al colgar trata de imaginar qué es lo que le pudo haber sucedido a madre María —¿Por qué murió tan de repente?, ¿de un ataque al corazón? Primero Emily a quien no pude conocer, y en pocos días… la madre María… ¿qué habrá ocurrido?— medita Claudia con el celular en la mano.

—¡Claudia!— El celular sale volando y se lleva las manos a la cara. Siente como si tuviera el corazón en la mano, al darse la vuelta ve que es Karlita quien está ahí.

—¡Karlita, no me asustes así!— le pide aún con la mano sobre el pecho.

—¿Con quién hablabas?, ¿verdad que era del orfanato?, ¿qué quería la hermana Francisca?, ¿te dijeron algo sobre la madre María?,¿dijeron algo sobre mis notas?, ¿gané las clases?— le pregunta Karlita como si fuera una ametralladora de preguntas. Claudia la mira queriendo responder, pero está tratando de organizar sus pensamientos. 

—¿Cómo sabes que era del orfanato y que era la hermana Francisca?—le pregunta. Karlita sonríe y le da un abrazo —¿Vamos a salir?— pregunta Karlita sin responder a la pregunta. Claudia le dice que sí, que van a ir a hacer unas diligencias al centro comercial antes de salir de vacaciones el próximo lunesEn serio Karlita, no vuelvas a asustarme así— le recalca.

Claudia le dice que vaya a preparar sus cosas para ir al centro comercial mientras ella va a sacar la camioneta del garaje. Karlita sube a su habitación para colocarse un sombrerito y baja saltando grada por grada hasta llegar al primer nivel, luego se va a la camioneta.


Al llegar al Centro Comercial ambas caminan y buscan en diferentes tiendas algo de ropa adicional para utilizar durante sus vacaciones. Al caminar por el centro comercial, Karlita se detiene a observar algo que le llama la atención en un aparador de instrumentos musicales que está en la tienda contigua a la que se dirigen. Karlita se aproxima y lee en la descripción que es una pequeña estatua de Mozart que el dueño de la tienda ganó como trofeo.

 Claudia no se percata de que Karlita se ha quedado detrás, y entra en la tienda de ropa, toma un vestido y unos zapatos especiales para andar en la playa que había visto con anterioridad.

Karlita aún está en el aparador de la tienda de música, viendo cada uno de los diferentes instrumentos que ahí venden. —¡Hola, nena! ¿Cómo te llamas?— le pregunta un hombre de voz suave, que lleva una playera que parece falda por el sobrepeso que tiene. Karlita lo ve de reojo de pies a cabeza, no le presta atención, y continúa con su mirada hacia al frente. El hombre se acerca más a ella, colocándose a la par, con la mano sobre la barbilla la mira sin pestañear. Karlita lo mira a través del reflejo del aparador.

Mientras Claudia se prueba el vestido que había elegido, sale del probador —¿Qué te parece, Karlita?… ¡¿Karlita?!— El corazón de Claudia comienza a latir a prisa al no verla cerca, sale corriendo con uno de los vendedores para preguntarle por ella, Claudia le dice que es una pequeña niña de cabello largo y liso, de tez blanca y ojos negros; el vendedor le pide que se calme, él llamará a seguridad para que la localicen. 

—¡Apúrese por favor! Es sólo una niña— le suplica mientras piensa en lo descuidada que ha sido al no darse cuenta de que Karlita no está con ella. El vendedor llama a seguridad para dar el aviso que una niña de ocho años de edad se extravió, —Lleva puesto un pantalón de lona color celeste, blusa blanca y lleva un sombrerito. Su nombre es Karla González, pero responde al nombre de Karlita— termina de explicar el vendedor. 

El oficial de seguridad le responde que está enterado y que iniciarán a buscarla, también le pide que le digan a la señora que se quede ahí. Claudia va a quitarse el vestido, con mucha dificultad logra cambiarse, su mente es un mar de escenas de lo que le podría estar pasando a Karlita. Al salir le dicen que aún no les han reportado nada. Claudia comienza a caminar de un lado para otro sin saber qué hacer —¡Peor si algo le sucedió! o ¡¿y si la secuestraron?!— piensa mientras está tratando de calmarse. Muchos son los pensamientos que vienen a su mente, lo único que hace es tronarse los nudillos en la eterna espera.

Señor, ¡¿qué hago?! Mejor voy a buscarla— le dice desesperada al vendedor. Él le responde que lo recomendable es que ella espere en ese lugar, ya que vigilancia la está buscando a través de las cámaras. Claudia comienza a sentir como si el tiempo transcurriera con mucha lentitud. Claudia le pregunta al vendedor que desde hace cuánto tiempo llamó a seguridad, él le responde que fue hace diez minutos.

—¡Ahhhhhh! ¡Qué alguien llame a una ambulancia!— Claudia se detiene al escuchar varios gritos que provienen de afuera de la tienda. Una multitud se comienza a aglomerar en la baranda, las personas están viendo hacia abajo. 

Señor, ¿Qué está pasando?, ¿por qué todo ese relajo ahí afuera?, ¿qué pasó?— pregunta Claudia. Varias personas dejan lo que están viendo en el local para salir a ver qué está pasado.

 —¡Alguien saltó la baranda!, ¡alguien saltó la baranda!— grita un señor que viene entrando de regreso a la tienda. Los oficiales de seguridad corren al lugar con sus silbatos para dispersar a las personas. 

—¡Llama a una ambulancia!, ¡y a algún doctor de las clínicas!— le ordena uno de los oficiales a su compañero. Claudia se lleva ambas manos a la boca al escuchar todo el griterío, piensa en que algo le ha pasado a Karlita.

—¿Qué pasó, Claudia?— Claudia voltea a ver y ve a Karlita parada a su lado izquierdo —¡Niña!, que me has tenido con el alma en la mano— le dice con lágrimas en los ojos. Se agacha para poder abrazarla con fuerza para no dejarla ir.

No te preocupes por mí, sé cuidarme. ¿Nos vamos?— Karlita le sonríe y le extiende la mano. Claudia la ve como diciendo «qué traviesa», se seca los ojos y respira aliviada por haberla encontrado. Claudia le pide que se quede ahí, por curiosidad quiere ir a ver qué ocurrió.

Al asomarse un poco a la baranda, Claudia ve que fue un hombre quien se lanzó —Pobre hombre— piensa Claudia con la mano sobre la boca. Varias personas murmuran que el hombre de pronto comenzó a gritar —¡Aléjate! ¡No me mires!—, y después salió corriendo hacia la baranda y saltó. 

Claudia prefiere no seguir viendo la escena. Al darse la vuelta, ve que unos médicos de las clínicas del centro comercial, están llegando a la tienda de instrumentos —¡Aquí!, ¡Aquí!— les dice una de las vendedoras. Claudia ve que hay una mujer arrodillada meciéndose de forma circular y balbuceando. 

Claudia siente una pequeña mano que la sujeta, es Karlita. Claudia le dice que le había pedido que la esperara en la tienda, pero que es mejor que se retiren. Al pasar por la tienda, Karlita ve hacia adentro, sonríe y dice adiós con su mano. Los médicos comienzan a gritar que necesitan un desfibrilador. Claudia voltea la mirada y tapa con su mano los ojos de Karlita, le dice que es mejor que se apresuren a retirarse.


Esa noche al llegar Enrique a la casa, Claudia le cuenta lo ocurrido en el centro comercial, las penas que pasó al darse cuenta de que Karlita no estaba con ella; pero lo que más la angustia es que Karlita haya tenido que ver algo tan horrible como ese incidente. —No sé si hablarle algo sobre la muerte… ese hombre pudo haber estado loco o a la mejor quería suicidarse— le dice mientras ella recuesta su cabeza sobre el hombro de Enrique. 

Enrique calma a Claudia diciéndole que si Karlita llega a realizar preguntas sobre lo sucedido en el centro comercial entonces le explicarán de acuerdo con su edad, de lo contrario no debe preocuparse. 

Claudia se siente más calmada después de contar lo sucedido. Para cambiar de tema, Enrique le comenta que ya compró las maletas que se llevarán en el viaje para que empiecen a empacar ya que solo les falta una semana para salir. Enrique no le dice pero piensa que las mujeres necesitan mucho tiempo para decidir que llevar, por eso se las dará con una semana de anticipación.


Cinco días después del incidente en el centro comercial, Karlita ha estado muy tranquila durante toda la semana. Todos los días se despierta muy temprano para tocar el piano. Susana ha aprendido a no molestarla desde la vez en la que se quedó encerrada en la recamara. 

Susana le tiene un poco de temor a Karlita, muy dentro de ella piensa en que es absurdo temerle a una niña pequeña, después de todo, qué le podría hacer; aun así, Susana prefiere tomar sus precauciones para no molestar a Karlita.

Cada vez que Susana pasa frente a la habitación donde se encuentra el piano, se limita a decirle buenos días, mientras Karlita le responde de regreso con un —Buenos días, Susana— y continúa tocando la melodía que está en las partituras que le compró Claudia hacía un par de semanas.

Susana se ríe a escondidas de Karlita, ella va con sus papás para decirles que es una niña bien rara y muy seria que se cree más grande. Aunque Susana en realidad le tiene envidia a Karlita por la forma en la que ejecuta el piano. Susana recuerda lo mucho que intentó aprender, pero nunca pudo; también les oculta el temor que siente cuando Karlita la observa. Enrique ríe al escuchar a Susana diciéndole eso, le recuerda que ella es la mayor y por eso debe poner de su parte para llevarse bien con Karlita.

Conforme pasan los días de la semana, Enrique se percata de que Karlita es una virtuosa del piano, y que también devora libros. Durante el tiempo que Karlita lleva con ellos ha leído por lo menos diez libros de los que él tiene en el estante de la sala del segundo nivel, algo que desde el inicio lo tenía con la boca abierta.

Enrique creyó que por el hecho que Karlita estaría de vacaciones, se enfocaría en ver televisión o en hacer amistad y salir a jugar con Anna y Nancy, unas niñas que viven enfrente de ellos, pero al llegar en las noches siempre la ve en la sala leyendo o tocando el piano. Enrique le ha preguntado varias veces a Claudia si ha intentado que Karlita haga amistad con las niñas de enfrente, pero ella le dice que quiso presentarlas, pero al parecer a Karlita le gusta mucho estar sola.

El día viernes de esa semana, Enrique llega temprano a la casa con las maletas de viaje, una color rosa para Susana, una azul para Claudia, una negra para él y una de color celeste para Karlita. 

—Para mañana tenemos que tener todo listo para empacar— les dijo a todas —, porque las mujeres necesitan mucho tiempo para escoger lo que quieren llevar—. Claudia y Susana le avientan unos papeles que tienen en la mano al escuchar lo que acaba de decir. Enrique comienza a reír porque creyó que no se le escaparía lo que pensaba.

Karlita les dice que ella ya tiene lista su ropa y que la tiene doblada esperando poder guardarla. Enrique les dice que aprendan de Karlita. Claudia y Susana toman unas servilletas, las hacen una bola y se la lanzan.

—Por poco lo olvidaba— pronuncia Enrique —, ten Karlita. Aquí está lo que pediste—. Enrique le pasa una mochila de hombros que Karlita le pidió a Claudia hace unos días.

—Gracias. Así podré llevar unos libros para leer— le responde Karlita. Susana frunce el ceño y levanta las manos —¡¿Qué… te pasa?! A la… madre… pues o sea, son va-ca-cio-nes—. Karlita la mira con indiferencia. Enrique le pregunta a Susana con una risa de burla si ella ya tiene apartados los libros que llevará para leer durante el camino. Susana le responde con un —ash— mientras cruza los brazos.

Esa misma tarde, Enrique aprovecha para llamar a la agencia de vehículos para confirmar la reserva de la camioneta que rentó y así, cuando arriben, los estén esperando al salir del aeropuerto para entregársela. La señorita que le está atendiendo le informa que todo está listo y que no debe de preocuparse, cuando salgan de migración estará una persona con un letrero que dirá: «Familia González. RDV Alec», Enrique le pregunta qué significa RDV a lo cual la señorita le dice que son las siglas de Renta de Vehículos Alec. 

Después Enrique llama al hotel para confirmar la reservación del apartamento con dos habitaciones, una para él y Claudia, y la otra para Susana y Karlita; el representante del hotel le confirma las habitaciones y le recuerda que podrá registrarse a partir de las dos de la tarde.

Enrique reúne a la familia para decirles que todo está preparado, el vehículo y el hotel están confirmados para que el día domingo que salgan estén tranquilos. Susana lleva su mano al pecho… —O sea… pues… Voy a tener que dormir en el mismo cuarto con… ¿Karlita?— Susana le pide a su mamá que le den una habitación para ella sola, pero Claudia le dice que es una buena oportunidad para que ella y Karlita se conozcan mejor, y que recuerde que —Ella es solo una niña— dicen las dos al mismo tiempo.


Susana se encuentra con mucho miedo al saber que compartirá la habitación con Karlita, no puede olvidar lo sucedido el día en el que Karlita estaba tocando el piano y el día del incidente en la recamara.

 Susana se sienta en la esquina de su cama, su mente imagina muchas cosas. Un ligero temblor le recorre el cuerpo —¿Por qué estoy tan nerviosa?— se pregunta —, ella tan solo es una niña, no veo por qué me deba sentir así… pues—. Susana trata de afirmarse esas palabras mientras se acomoda en la cama, a los pocos minutos se queda dormida y sueña que va con su papá en un auto:

—Enrique… Susana… ji, ji, ji— una voz se escucha en el asiento trasero. Susana voltea a ver, Enrique mira a través del espejo retrovisor. 

—¿Oíste eso papá?— le pregunta Susana. Él le pregunta qué es lo que oyó, ya que él no oyó nada. 

—Susanaaaaa… Susanaaaaa—. Es una voz infantil. Susana grita preguntando quién la está llamando. 

—¡Papá!, me estoy volviendo loca, papá— grita Susana. Enrique no le presta atención, tan solo sigue conduciendo. La voz que la llama se va haciendo poco a poco cada vez más fuerte. Susana ve a su papá, pero él no la voltea a ver. Susana se abraza y comienza a temblar, un vapor surge de su aliento.

—¡SUSANA!— le dice una voz tajante, y luego con suavidad —¿Conoces la oscuridad?— Un fuerte sonido y una luz brillante atrae la atención de Susana. Es un cabezal que se aproxima hacia ellos, ella trata de gritarle lo más fuerte que puede a su papá.

—¡Papá!, ¡Papá!— Enrique no le presta atención…


—¡Susana! ¡Abre la puerta, Susana!— Enrique tira de un golpe la puerta de la habitación de Susana. Él y Claudia escucharon gritos que provenían dentro del cuarto, los dos se acercan a Susana quien está cubierta de sudor.

—Calma hija sólo fue un sueño—. Enrique la abraza para calmarla. Susana casi no puede respirar, con lágrimas y dificultad les comienza a contar el sueño que acaba de tener, le pide a su papá que retrasen el viaje porque tiene miedo de que se vuelva una realidad. Susana abraza a su papá y le dice que sintió mucho miedo porque creyó que sería el último día en el que estarían con vida. 

En la puerta está Karlita, Susana la mira y Karlita le sonríe y se retira. Susana le dice a su papá que tiene miedo de que Karlita esté tramando algo, ella es muy rara y puede ser que tenga algún espíritu y que mejor le echen agua bendita. Enrique mira a Claudia y regresa la mirada a Susana, le pide que se calme y que descanse un poco más.

Enrique le pide a Claudia que llame al doctor José para contarle lo sucedido, quizá Susana tenga algún tipo de fiebre o infección que la pueda estar haciendo alucinar. Claudia le dice que irá a llamarlo en ese instante, y que mientras tanto él se quede otro rato más con ella.

Claudia se dirige a la sala, Karlita está recostada en el sillón leyendo.

—¿Qué le pasó a Susana?— pregunta Karlita con tranquilidad pasando una página, mientras Claudia busca su celular.

Creo que se siente mal— le responde —. ¿Has visto mi celular?— le pregunta mientras mueve los cojines del sofá.

Está ahí— le señala a una esquina del mueble de libros. Claudia le da las gracias —Susana se comporta como una niña pequeña— le dice Karlita dando un suspiro profundo mientras retoma su lectura. 

Claudia llama al doctor José para contarle lo sucedido con Susana, él le dice que sería bueno darle unos calmantes para que pueda relajarse y si sigue sintiéndose mal entonces que él la examinaría. El doctor José también le comenta que puede ser por el cambio que está atravesando la familia con la llegada de Karlita, ya que puede estarle ocasionando estrés y un poco de ansiedad.

Enrique se aproxima a la sala, al escuchar lo que dijo el doctor se queda tranquilo. Enrique le dice a Claudia que Susana está dormida.

Mientras tanto, Susana vuelve a quedarse atrapada en sus sueños… 

Suuusaaanaaa…