CAPÍTULO 7. UNA NUEVA FAMILIA
A la mañana siguiente, al despertarse, Enrique se sienta y se rasca la cabeza, da un bostezo y voltea a ver para ambos lados, se pregunta por qué Claudia se habrá levantado tan temprano.
Enrique se levanta y al caminar para el baño escucha sonidos que vienen del cuarto de huéspedes —Ay Claudia, ¿Estarás arreglando el cuarto desde ya?, ¿Tan temprano?— se pregunta Enrique al ver el reloj despertador, da un suspiro y entra al baño.
Susana sale de su cuarto arrastrando los pies, va con los ojos casi cerrados y el pelo alborotado. —Pues… ¿Quién está haciendo tanto ruido?— bosteza. Enrique sale de su habitación y se encuentra con ella en el pasillo.
Susana le pregunta a su papá qué es lo que está haciendo su mamá, pues se escucha mucho ruido. Enrique le responde que no tiene la menor idea, pero cree que está limpiando el cuarto, el padre Gabriel le dijo que quizá ese mismo día le permitiría a Karlita ir a vivir con ellos. Susana mueve sus ojos hacia un lado, Enrique con risas le pide que no se ponga celosa.
—Papá, pero… no iba a venir tu empleado a arreglar el cuarto— le pregunta Susana. Enrique la mira levantando los hombros como diciéndole «¿Qué puedo hacer?».
Claudia se despertó a las cuatro y media con la decisión que ese día dará un salto de fe. Se dijo a sí misma que limpiaría el cuarto de huéspedes y arreglarlo con las cosas que compró para Karlita. En una esquina están todos los adornos que Claudia solicitó a la tienda «Somos Niñas».
Enrique y Susana colocan su oído sobre la puerta para intentar escuchar qué es lo que está haciendo. Un taladro se escucha, luego un martillo, Enrique y Susana se ven como diciendo «no lo puedo creer».
Enrique toca la puerta con sigilo. Claudia les dice que aún tardará, que sería mejor que se bañen y que salgan a comer algo fuera de casa, pues ella está muy ocupada como para prepararles el desayuno. Susana le dice a su papá que mejor se irá a bañar; Enrique decide hacer lo mismo.
Después de algunos minutos, Enrique regresa al cuarto de huéspedes, desde afuera le pregunta a Claudia si necesita ayuda. Ella le dice que no se preocupe que mejor vaya con Susana a desayunar afuera, pero es muy clara en decirle que tiene que ser comida sana. Enrique ve al cielo pidiéndole a Dios le dé un poco de paciencia para con su esposa.
Susana sale de su habitación escuchando música, va colocándose un gancho en el pelo. Enrique sube sus hombros al verla como diciéndole «No sé qué pasa». Susana se quita los audífonos y le pregunta con señas si aún no ha salido su mamá de la habitación de huéspedes, Enrique le dice que no. Susana se acerca y toca la puerta para decirle que se quiere despedir —pues... quiero ver qué está haciendo— le susurra a su papá. Claudia abre la puerta, Enrique y Susana se quedan boquiabiertos al ver todo lo que ha hecho.
—Sé que a Karlita le gusta el color celeste y por eso lo pinté de ese color— les dice mientras muestra con sus manos toda la habitación —, vean la cama también—. Claudia se sienta mientras con sus palmas les muestra la sobrecama. Enrique y Susana se ven el uno al otro, ninguno de los dos la había visto actuar así antes.
—Ah, y también ayer mandé a afinar el piano mientras tú trabajabas y Susana estaba en la universidad, le tuvieron que cambiar varias cosas pero ya está funcionando—. Susana se quita el otro audífono y mira a su mamá, —O sea… pero… A la madre… ¿Por qué?, o sea pues, mamá, cómo así que… le afinaste ¡MI! Piano— dice Susana en una rabieta como de niña de cinco años. —Tú nunca lo usaste Susana— le responde Claudia sin prestarle mayor atención. Susana se cruza de brazos y se coloca sus audífonos.
Enrique se acerca con su esposa, le da un abrazo y un beso, le dice que el cuarto está precioso y que sabe que a Karlita le encantará porque ella lo está haciendo con mucho amor.
Enrique le expresa que lo único que le preocupa es que el padre Gabriel se niegue a dejar ir a Karlita a vivir con ellos, pero Claudia le dice que ella se encargó de eso, sabe que Karlita quiere una familia y que eso la ayudará para que la dejen ir a vivir con ellos. Claudia también le dice que ese mismo día tiene una llamada programada con el padre Gabriel a las diez de la mañana, ahí espera que le den la buena noticia. Enrique le sonríe y le desea que le vaya muy bien, aunque por dentro, él espera que el padre Gabriel no autorice la salida de Karlita.
Claudia se despide de ellos y les dice que ya le falta poco, solo las cortinas el librero y un par de cosas más; se voltea con Enrique para recordarle que no se le olvide pasar a desayunar con Susana y que sea a un restaurante formal, no a uno de comida rápida. Enrique se pone firmes y le hace la seña militar, con el mismo tono militar le dice a Susana que se retiren, ella se quita sus audífonos para poder despedirse de su mamá.
Mientras Enrique y Susana van en la camioneta, Susana le dice a su papá que hace tiempo no veía a su mamá así —Pareciera que mi mamá, está bajo algo así como, no sé, pues, o sea, cómo te digo… está como en una clase de hechizo o algo por el estilo, pues… no sé—. Enrique sólo ríe.
Enrique le dice que mejor aproveche que tienen carta libre para comer afuera y que le diga a dónde le gustaría ir a desayunar, Susana le dice que entonces vayan al restaurante «Rapiditos». Enrique y Susana se ven como dos niños que están a punto de hacer una travesura y se empiezan a reír.
En la casa, Claudia continúa limpiando la habitación. Al ver el reloj de la pared piensa que debe apresurarse, aunque aún tiene la duda si llamar o mejor llegar al orfanato, pero al final decide llamar después de ir a darse una ducha y comer algo. —Espero que estos dos no se hayan ido a comer a «Rapiditos», fui clara con Enrique que nada de comida rápida— piensa Claudia mientras saca las bolsas de basura.
En el orfanato, la hermana Francisca se aproxima con el padre Gabriel, quien está en su escritorio, llega para preguntarle si tiene alguna noticia sobre la madre María. Después de que se la llevaron el día anterior no han sabido nada sobre ella y la preocupación es tal que ni ella ni la hermana Verónica pudieron dormir bien anoche.
—Por fortuna no fue un derrame cerebral— le comenta el padre Gabriel, pero no le quiere decir la consternación de los médicos al no saber qué fue lo que le pasó en realidad.
La hermana Francisca suspira de alivio al saber que no había sido el derrame que tanto creía el doctor José. Le da las gracias al Padre por contarle, toma su crucifijo para darle las gracias a la Virgencita y a Jesús. Antes de que ella se retire, el padre Gabriel le pide que llame a Karlita, quiere aprovechar que están en su tiempo de receso para poder hablar unos minutos con ella. La hermana hace un gesto con la cabeza y se retira de la oficina.
La hermana Francisca ve a Karlita sentada en una de las bancas tomando su merienda mientras balancea sus pies, está viendo al cielo y tarareando una canción. La hermana Francisca se acerca con Karlita y le dice que el padre Gabriel le quiere hablar. —Gracias, hermana Francisca— le dice con seriedad. Ella guarda sus cosas en su pequeña lonchera y se la coloca cruzada para llevarla en la espalda.
Al llegar Karlita a la oficina del padre Gabriel, toca a la puerta.
—Puedes pasar adelante, Karlita— contesta el padre Gabriel.
—Padre Gabriel, la hermana Francisca me dijo que quería hablarme. ¿Es por la madre María?—. Él la mira por encima de sus anteojos.
—La verdad, te quiero hablar de algo diferente, hija, siéntate— Karlita va al sofá —pero ya que mencionas a la madre María, vi que te acercaste a ella antes de que se la llevaran. ¿Qué le dijiste cuando la despediste con un beso ayer?—. Karlita lo ve a los ojos —Ah. Entonces me quiere hablar de Claudia. ¿Verdad?— le responde. El padre Gabriel se levanta de la silla en su escritorio y va al sillón para quedar frente a ella.
—Sí, Karlita. La razón por la que te llamé es para hablarte sobre la familia González—. Karlita lo escucha sin mostrar ninguna expresión, pero puede verse un ligero brillo en sus ojos.
—¿Es sobre que Claudia me quiere adoptar?— El padre Gabriel vuelve a verla sobre sus anteojos.
—¿Por qué dices que te quieren adoptar?— le pregunta con cierta consternación.
—Porque por eso ella quería pasar más tiempo conmigo, ¿No es así?, para conocerme mejor—. El padre Gabriel se queda con los ojos abiertos, pasa su mano por la barbilla.
—Eh, sí, en parte por eso fue que ella te invitó a salir, hija. El caso es Karlita, que te quería preguntar si te gustaría ir a vivir con ellos, aún no serías su hija legal, pero ellos comenzarían a trabajar en los tramites. Cosas de adultos—. El sonido del timbre anuncia que deben iniciar las clases, Karlita se levanta y le dice al padre Gabriel que le encantaría ir a vivir con la familia González. Le da un abrazo y después un beso en la mejilla, luego se dirige a la puerta.
—Padre Gabriel— Karlita se detiene en la puerta y se da la vuelta para verlo —. Lo que le dije a la madre María, fue «Cuídese de no enfermarse»— Karlita le dice adiós con su mano y sale corriendo a su salón de clases.
El padre Gabriel se queda con la mirada fija en la puerta pensando en lo que le acaba de decir Karlita. Su celular comienza a sonar, al ver el reloj se percata que son las diez de la mañana, y al ver el número se da cuenta de que es Claudia quien lo está llamando —vaya si es puntual— piensa.
—Señora Claudia, ¿qué tal está?— le contesta el padre Gabriel.
—Bien, padre. Lo llamaba como habíamos quedado, me gustaría que Karlita venga a vivir con nosotros. Ya le tengo preparado su cuarto, si lo viera, está muy bonito, ella se va a sentir muy bien aquí, así que espero que lo haya considerado bien— Él escucha con atención y la interrumpe para decirle que está de acuerdo con que Karlita pueda ir a vivir con ellos. Le comenta que justo hace unos minutos acababa de hablar con ella, quien también está de acuerdo con la idea. Claudia se alegra y le pregunta si puede pasar a recoger a la pequeña ese mismo día.
El padre Gabriel suspira hondo, piensa en la madre María y en cómo no quiere más estrés, él accede y le dice que espere a que terminen las clases. —Recuerde que el trato es que Karlita debe terminar el año en la escuela del orfanato y faltan casi dos meses para terminar el ciclo— le enfatiza. Claudia le dice muchas gracias, el padre Gabriel aleja un poco el teléfono, ella se despide y cuelga.
El padre Gabriel coloca el teléfono de vuelta en el cajón, con su mano sobre su frente piensa en que espera no estar cometiendo un error al recordar las palabras de la madre María cuando le decía que Karlita no debe ser adoptada.
Al segundo de haber colgado, Claudia llama a Enrique para contarle que el padre Gabriel autorizó que Karlita pudiera llegar a la casa a vivir con ellos —¡Estoy tan feliz!— le expresa una y otra vez. Enrique le dice que le alegra la noticia y que por esa razón pasará comprando algo para que preparen de cena para darle la bienvenida, también le dice que tratará de salir temprano para que cuando Karlita llegue, él ya esté allí. Claudia da un leve brinco y con los brazos extendidos, grita un —¡Sí!—
Claudia busca unos maletines para tenerlos listos para llevarlos al orfanato, y así tener donde guardar las pertenencias de Karlita. —¡Qué emoción!— exclama Claudia, pero —no he pensado en el colegio— Claudia muerde su labio —, lo buscaré ahorita que tengo tiempo—. Claudia busca en internet algunos colegios que estén cerca de la casa, aunque también ha considerado con seriedad dejar que Karlita continúe estudiando en el orfanato el próximo año, pero algo la mueve a buscar otro colegio.
Un colegio que le llama la atención es el Liceo Monte María, se introdujo al sitio y llamó para averiguar sobre las clases del próximo año, en especial qué documentos necesitaría para poder inscribir a Karlita dado que los documentos de adopción estarían aún en trámite.
En el liceo le dan toda la información que ella necesita, de la cual toma nota para consultarla con el licenciado Ramírez. Al darse cuenta de que eran casi las once, sale para el orfanato calculando llegar ahí al mediodía.
Al llegar al orfanato la recibe la hermana Francisca; el padre Gabriel ya le había comentado sobre su llegada y que se llevaría a Karlita con ella. La hermana le ayuda a bajar las maletas y le dice que las clases aún no han terminado, pero que pueden empezar a empacar las cosas de Karlita. Claudia le dice que no hay inconveniente. La hermana Francisca chasquea los dedos al recordar que después necesita que ella firme una carta de responsabilidad que el abogado del orfanato acaba de preparar.
Claudia le da las gracias y suben a guardar las cosas de Karlita. En su cajón está la ropa que Claudia le compró, todo está en un orden impecable, la hermana Francisca le dice que ella la ha tratado poco, pero que la madre María le contó que Karlita es una niña diferente, siempre muy ordenada, muy seria y que a veces le daba miedo.
Claudia suelta una ligera carcajada —¿Cómo puede dar miedo una niña?— le comenta —Al menos eso es lo que me dijo ella— le responde riendo también —. Aunque si le soy sincera lo que sí me ha dado miedo es que a Karlita a veces le gusta escuchar música pesada, uyyy— la hermana se sacude un poco —Esa sí que da miedo.
Al terminar de empacar las cosas de Karlita, Claudia se da cuenta de que con una maleta hubiese sido suficiente, Karlita no tiene muchas pertenencias, tan solo un poco de ropa, unos libros y su muñeca que está peinada al igual que lo hace con ella. Claudia advierte que a Karlita le gusta tener siempre su ropa bien planchada y que le gustan mucho los vestidos.
La hermana Verónica llega al cuarto de las niñas para decirles que el abogado del orfanato está en la oficina del padre Gabriel. La hermana Francisca le dice a Claudia que deben bajar y firmar los documentos de responsabilidad. Claudia le da las gracias y baja en compañía de la hermana Francisca llevando las maletas.
En la oficina del padre Gabriel, el abogado le explica a Claudia que esos son solo los documentos de responsabilidad, y que no representan que ella ya sea su hija adoptiva de forma legal. El abogado le hace ver que es un protocolo que hay que llenar para efectos legales y administrativos. En el documento se específica que Claudia se hará cargo de Karlita durante un período indefinido de tiempo, que se compromete a darle un lugar seguro donde vivir, alimentación, diversión y por sobre todo estudio.
Claudia le pregunta si el próximo año la puede inscribir en otro colegio, ya que tiene el deseo que estudie en el liceo que está cerca de su casa, él le dice que no hay inconveniente sólo que el presente año lo tiene que terminar en el orfanato, lo que significa que tendrá que viajar todos los días para dejarla y también para recogerla.
Claudia llama al licenciado Ramírez para contarle los puntos del documento, él le indica que no se preocupe, que como le había dicho el abogado del orfanato es un protocolo y que puede firmarlo con tranquilidad.
Los tres: Claudia, el padre Gabriel y la hermana Francisca firman como testigo; con lo cual Claudia es la responsable de Karlita a partir de ese momento. El padre Gabriel le pide a Claudia que espere a que terminen las clases del día y enviará por Karlita.
El padre Gabriel da un ligero brinco al ver que Claudia ya tiene las pertenencias de Karlita guardadas en las maletas. Él espera que Karlita acceda a irse de una vez sin haberle avisado.
El sonido de la campana anuncia que las clases concluyeron por ese día. Todos los niños salen corriendo y gritando por un día menos de clases. La hermana Verónica espera a Karlita a la salida de su salón de clase, al salir le pide que la acompañe a la oficina del padre Gabriel.
Al ver Karlita a Claudia, sale corriendo y le da un abrazo, ella se agacha para abrazarla también y le dice que pueden irse a casa. Karlita ve al padre Gabriel y él asiente con su cabeza.
Karlita la abraza de nuevo, luego le pregunta por sus cosas y Claudia le muestra la maleta donde está todo guardado. Le dice que las colocaron con el mismo orden que ella las tenía en su cajón. Karlita sonríe.
Claudia y Karlita se despiden diciéndoles que los verán al día siguiente. Ambas suben a la camioneta y se retiran. La hermana Francisca le pregunta al padre Gabriel cómo se siente por la partida de Karlita, él sólo le dice que espera haber tomado la decisión correcta y que no se cumpla lo que tanto teme la madre María —¿Y qué es a lo que ella teme?— le pregunta. El padre Gabriel le responde que eso es otra cosa que a él le preocupa porque no lo sabe con certeza.
Entre tanto, Claudia llama a Enrique para contarle que Karlita está con ella, pasarán a buscar a Susana para ir a comer algo antes de llegar a la casa. Él le dice que dejará al ingeniero Estrada a cargo de la obra en la que están trabajando, de modo que puedan estar todos juntos por la noche para dar la bienvenida a Karlita. Enrique le pregunta si estará bien que lleve pescado para prepararlo, Claudia le dice que le parece la idea.
Claudia guarda su teléfono y mira a Karlita —Bienvenida a tu nueva familia, hija.