El control de las finanzas y del poder de los mercados

En primer lugar, hay que reformar el sector bancario y someterlo a mucho mayor control para garantizar que funcione únicamente supeditado a las necesidades de la economía real, garantizando la presencia, como se ha dicho, de amplios espacios financieros públicos con la adecuada coordinación internacional.

En segundo lugar, hay que regular concienzudamente los mercados financieros, haciendo absolutamente transparentes las transferencias y prohibiendo las especulaciones irracionales. Es verdad que una tasa como la que en su día propuso Tobin no afecta seguramente a la lógica central del sistema y que éste podría seguir funcionando incluso con ella. Pero, antes que nada, reivindicarla moviliza y conciencia y, además, si se estableciera permitiría disponer de recursos verdaderamente cuantiosos para, antes que nada, evitar la muerte injusta de millones de seres humanos inocentes y para poner en marcha programas contra la destrucción de nuestro medio ambiente, es decir, para lograr algo que hoy día sería una verdadera revolución para la supervivencia planetaria. ¿Acaso es poco?

Además, y como dijo Tobin, comenzaría a echar arena sobre las vías de las finanzas, algo por lo que sin duda hay que empezar para poder domeñarlas del todo cuanto antes.

Y por supuesto también son imprescindibles otras medidas con carácter estructural y global. Sobre todo, nuevas normas que regulen y disciplinen las actividades financieras y garanticen la financiación para la actividad productiva. Entre ellas, control de los movimientos de capital, eliminación total de los paraísos fiscales, establecimiento de Impuestos internacionales, y creación de instituciones internacionales democráticas....

Hasta gobernantes incluso conservadores han tenido que hacer oír su voz, en ocasiones puntuales eso sí, frente a un Banco Central con orejeras que hoy día es un obstáculo crucial para salir de la crisis y poder adoptar medidas que pudieran relanzar la estabilidad y el crecimiento.

En fin, frente a una crisis compleja y que en realidad está poniendo sobre la mesa lo inadecuado del no sistema monetario internacional, de la regulación actual de los flujos financieros y del papel que vienen desempeñando bancos más preocupados de sus operaciones especulativas que de la financiación de la economía, los bancos centrales se limitan a gestionar los tipos de interés a favor de los grandes poseedores de dinero y a pedir moderación salarial para los trabajadores. Es lo único que parece que saben decir.

Por eso los ciudadanos deberían empezar a ser conscientes de que no les conviene este régimen bancario y de que hay que poner fin a un privilegio de independencia que se ejerce contra la mayoría de la población. Que ni tiene fundamento científico ni en la práctica ha demostrado que contribuya a resolver mejor los problemas económicos. Todo lo contrario, es pura ideología concebida para justificar las políticas que solo terminan por distribuir la renta y la riqueza más favorablemente para los ricos.

En tercer lugar, hay que poner sobre la mesa el cuestionable papel del dólar como moneda dominante en la economía mundial.

La economía mundial no puede seguir funcionando sobre un principio que no responde a otra lógica que la del imperio y que, por tanto, es intrínsecamente contraria con cualquier propósito de coordinación internacional, de democratización de las instituciones y, por supuesto, de desarrollo efectivo de los pueblos y naciones empobrecidos.

Y en cuarto lugar es necesario crear un gobierno mundial plenamente democrático, alejado de los lobbies y los grupos de poder actuales, que sea el encargado de tomar las medidas acordadas.