Uno detrás de otro

A partir de la primavera de 2008 los bancos y otras entidades comienzan a quebrar como consecuencia del fin de la burbuja inmobiliaria y sus efectos.

Primero cayeron los grandes bancos hipotecarios como American Home Mortgage, y luego uno de los grandes bancos de inversión citados anteriormente, Bear Stearns, le siguió en su destino. En este caso, se trataba del quinto banco de inversión más grande de Estados Unidos. En Marzo del 2008 su falta de liquidez obligó a la Reserva Federal a acudir a su rescate prestándole dinero, siendo esta la primera vez en la historia que dicho organismo oficial tomaba una decisión similar. Sin embargo, resultó insuficiente y las acciones se desplomaron. Más tarde el banco JP Morgan realizó una oferta de compra a 2 dólares por acción, que la Reserva Federal dio por buena. La oferta resultaba irrisoria teniendo presente que un mes antes las acciones cotizaban a 93 dólares la unidad. Algunos accionistas rechazaron la propuesta y obligaron a JP Morgan a incrementar su oferta hasta los 10 dólares, cifra que finalmente fue aceptada.

Tras la caída de Bear Stearns, y tras otras caídas de bancos hipotecarios y algunas quiebras más al otro lado del Atlántico, las siguientes grandes víctimas de la crisis subprime fueron las agencias públicas Fannie Mae y Freddy Mac. Estas agencias públicas avalaban gran cantidad de los préstamos hipotecarios suscritos por otras entidades, en teoría una vez comprobada su calidad, y con la depreciación de activos sus pérdidas fueron en rápido aumento y sus cotizaciones bursátiles en rápido descenso.

Aunque tanto Fannie como Freddie son empresas patrocinadas por el gobierno de los Estados Unidos, ambas son entidades privadas que cotizan en bolsa. Sus beneficios surgen de la diferencia entre los intereses que pagan a los inversores (más bajos) y los que reciben por los préstamos comprados (más altos).

Fannie y Freddie también pueden conceder préstamos, aunque tienen que respetar unas condiciones legales que impiden que éstos no sean de la más alta calidad, es decir, prime. Sin embargo, sí pueden comprar préstamos subprime e incorporarlos a sus carteras43. A pesar de ello, siguen siendo las empresas que más préstamos hipotecarios conceden en Estados Unidos, y en el último trimestre de 2007 concedieron el 75% de las hipotecas44.

Que estén patrocinadas permite a los inversores confiar especialmente en ellas, puesto que en caso de pérdidas está garantizado que el gobierno intervendrá para rescatarlas.

Como ha comentado el economista Paul Krugman al respecto, “los beneficios están privatizados pero las pérdidas están socializadas. Si a Fannie y Freddie les va bien, sus accionistas cobran sus beneficios, pero si las cosas les van mal, Washigton paga la factura. Cara, ganan ellos, cruz, perdemos nosotros”45.

Tras la caída de estas grandes agencias, y las impresionantes pérdidas anunciadas por los grandes bancos comerciales y el resto de bancos de inversión, entre otras entidades, el temor se propagó con mayor velocidad. También afectó a las grandes aseguradoras, muy implicadas en la concesión de seguros para los títulos financieros que ya carecían de valor.

Los siguientes en caer fueron otros dos de los grandes bancos de inversión que habíamos citado previamente. Lehman Brothers, que cayó en manos de Goldman Sachs después de una sangrienta lucha entre capitales, y Merril Lynch, que fue absorbido por Bank of America.

Y de los cincos grandes bancos de inversión que habían cosechado multimillonarios beneficios a costa de las “subprimes”, sólo quedaban ya dos: Goldman Sachs y Morgan Stanley. Pero su situación era también dramática, y por su status jurídico no podían acceder a los mecanismos que el gobierno estadounidense había puesto a disposición de los bancos comerciales para rescatarlos. Por esa razón, ambas entidades solicitaron con urgencia un cambio de status jurídico, ante el temor de ser las siguientes víctimas de la crisis.