III
Una guardia más.
1971 fue declarado Año Internacional de la Lucha contra el Racismo y la Discriminación Racial por la ONU.
Trabajé varias guardias sin coincidir con el doctor Vicente Cillo, ello era debido a aquella diferencia en la carencia de las guardias entre médicos y Practicantes de urgencias. En una de las guardias que realicé en el ínterin se comentó una actuación de Cillo, una de sus originalidades dijeron. Resultaba que Cillo efectuaba la guardia tras el doctor Segovia, hombre diestro como ninguno con las manos, cirujano de minucioso trabajo, el único auténtico ortopeda del centro, hombre de ciento veinte kilos del que nadie dijera que, con aquellas manos redondas de dedos abultados, podía ligar nervios, tendones y hacerlo con precisión microscópica. La cama del cuarto de médicos era compartida por todos los de la guardia y el colchón, tras las guardias del doctor Segovia, quedaba hundido en su centro. El colchón de lana adoptaba la forma del cirujano y la mantenía en la guardia siguiente, la de Cillo. Durante el último año, don Vicente, había reivindicado el cambio de colchón sin obtener éxito en sus peticiones. Aquella noche, a las tres de la madrugada había telefoneado al decano del hospital preguntándole:
- ¿Estás cómodo, duermes bien? ¡Pues yo no! Y pienso llamarte cada guardia, a esta hora hasta que te salga de los cojones ordenar que cambien el colchón de la cama de puertas de urgencias.
Tuvo éxito en aquella ocasión. En la siguiente guardia del doctor Cillo el colchón había sido cambiado por uno de muelles.
Aquel miércoles me incorporé a la guardia con la convicción de que me encontraría con don Vicente Cillo, pero no fue así. Su lugar lo ocupaba el doctor Segovia, había hecho doblete uniendo su guardia con la de Cillo.
- Hola doctor Segovia ¿le pasa algo a don Vicente.? Hoy era su día de guardia ¿no?. – Pregunté
- Sí, pero le hemos cambiado. Se ha ido a Alicante. A los actos.
- A los actos, ¿a qué actos?
- A los de la memoria de José Antonio. Va todos los años. Allí se concentran todos los Falangistas a conmemorar la muerte del creador de la Falange. ¿No lo sabias?
- Bueno sabia lo de los actos en memoria... pero no que don Vicente fuera allí cada año.
- Pues sí, todos los años se va a Alicante, junto a los falangistas de Hedilla. Dice que va allí con su pistola por si algún rojo se mete por medio. Es un bocazas incapaz de hacerle daño a una mosca y sin embargo le gusta dárselas de duro.
Posteriormente me explicó Cillo que acudía todos los años a Alicante a una conmemoración a José Antonio y que si llevaba pistola era más “para defenderse de los grises” (antigua policía nacional de la época de Franco) que de los rojos. Me contó que Hedilla, el segundo de la Falange después de José Antonio, nunca estuvo con Franco y que cuando se publicó el Decreto de Unificación con los tradicionalistas, el 19 de abril de 1937, no lo admitió, así como tampoco admitió la jefatura de la Junta Política de FET y de las JONS (efectuada por decreto de 25 de abril) que le otorgó Franco. Por esa negativa, Hedilla, fue arrestado bajo la acusación de traición, de conspiración contra Franco, y fue condenado a dos penas de muerte. Nunca se ejecutaron pues tanto Franco como Serrano Súñer y jefes militares entendieron necesario para el régimen contar con el apoyo de la Falange, que ofrecía un ideario político del que carecía el movimiento. Ello supuso una ruptura de los falangistas ya que Franco designó como sucesor de Hedilla y con ello de José Antonio, a Raimundo Fernández-Cuesta, creándose las dos fracciones de la falange: los seguidores de Hedilla y los de la Falange oficial, la de Fernández-Cuesta, bajo cuyo mandato siguió adelante la "unificación" ordenada por Franco. Tras contarme la historia, Cillo, me mostró un recorte de prensa del The Times, fechado en Londres el 17 de junio de 1937, en él se decía “...Don Manuel Hedilla, líder de la Falange Española, ha sido condenado a muerte por el Consejo Nacionalista de Guerra, por “conspirar” contra la seguridad del Estado. De los ochenta juzgados, catorce han sido condenados a muerte y veinte a cadena perpetua... El juicio se interpreta como una victoria para otros elementos insurgentes, que han mantenido una vigorosa lucha contra la Falange, cuyos ideales políticos y sociales consideran demasiado revolucionarios...”
La guardia resultó anodina, sin nada que merezca ser destacado.
Quedé algo frustrado, esperando escuchar la continuación del relato, continuación que ya no se produjo ese año pues no volví a coincidir nuevamente con don Vicente Cillo hasta enero de 1.972.