6.
Aumenta tu reserva cognitiva
«No tengo ningún talento especial. Solamente soy apasionadamente curioso.»
ALBERT EINSTEIN
Si hay una estrategia que te puede ayudar a crear una auténtica barrera frente al envejecimiento cerebral y sus enfermedades, esa es aumentar tu reserva cognitiva. Pero, ¿qué es realmente la reserva cognitiva? La reserva cognitiva puede definirse como un factor de protección neuronal que permite al cerebro envejecer mejor, retrasar la aparición de enfermedades cerebrales o conseguir que avancen más despacio. La realidad es que todavía no entendemos por completo cómo se forma o la mejor manera de medirla, pero su efecto protector sobre el cerebro es innegable.
El concepto de «reserva cognitiva» nace de la observación de personas que habían sufrido lesiones cerebrales en el deporte. Mientras que algunos deportistas padecían problemas de memoria severos después de haber sufrido 3 o 4 contusiones, otros parecían ser más resistentes al mismo número de impactos. Después de estudiar a unos y otros, los psicólogos deportivos se dieron cuenta de que aquellos deportistas que habían llegado más lejos en los estudios, o que simplemente mostraban un mayor grado de inteligencia en pruebas de aptitud académica, tenían cierto grado de protección frente a las lesiones neurológicas. Mientras sus compañeros sufrían amnesia y otros síndromes neuropsicológicos, estos deportistas no sufrían ningún tipo de alteración intelectual. Estas observaciones llevaron a los científicos a acuñar el término de reserva cognitiva para designar esa resiliencia del cerebro a padecer problemas cognitivos secundarios al deterioro cerebral. La capacidad protectora de la reserva cognitiva está muy bien documentada y ha sido observada en personas con tumores cerebrales, ictus o enfermedades neurodegenerativas.
El sustrato biológico de la reserva cognitiva se encuentra en la capacidad del cerebro para crear nuevas conexiones entre sus neuronas. De hecho, la reserva cognitiva no se desarrolla, sino que, literalmente, se construye. Cada vez que una persona aprende algo nuevo, bien sea una nueva palabra en otro idioma, un atajo para llegar a su restaurante favorito, el gusto de una fruta que no había probado antes o simplemente el nombre de un nuevo compañero de trabajo, está creando nuevas conexiones neuronales o, lo que es lo mismo, nuevas sinapsis. Sabemos que las personas que más han viajado, que más idiomas hablan, que más lejos han llegado en la escuela o que cultivan aficiones, tienen un mayor número de conexiones cerebrales. Si esta mañana has leído una noticia en el periódico, has conocido a una nueva persona o simplemente has aprendido algo sobre el cerebro leyendo este libro, te puedo asegurar que has añadido varios miles de sinapsis a las que tenías ayer al acostarte. Cada una de esas nuevas sinapsis que construyes cada vez que aprendes algo nuevo tiene un pequeño peso y ocupa un espacio en tu cerebro. En este sentido, la expresión «el saber no ocupa lugar» es poco acertada. Aunque hablamos de cifras microscópicas, la suma de todos los aprendizajes que realices a lo largo de tu vida supone una parte considerable del volumen de tu cerebro y las diferencias de peso cerebral entre personas cultivadas y personas no cultivadas pueden llegar a ser significativas.
Reserva cognitiva y protección intelectual
Al igual que los ahorros que tengas en el banco te pueden ayudar a afrontar una época de escasos ingresos, una buena reserva de conocimientos acumulada en tu cerebro puede ayudarte a resistir durante más tiempo el embate de enfermedades como el Alzheimer. Puede parecerte sorprendente leer unos términos tan materialistas, pero la verdad es que tu cerebro funciona como una reserva bancaria acumulando conocimientos en forma de nuevas conexiones neuronales. Como ya has visto, cada nuevo aprendizaje que hagas (aprender el nombre de una nueva calle, una nueva receta de cocina o la cara de la nueva dependienta de la panadería) se traduce en el cerebro en cientos de conexiones sinápticas nuevas que te permitirán recordar esa nueva experiencia e incorporarla a tu vida. La suma de todas las conexiones que desarrollarás a lo largo tu vida configura lo que conocemos como reserva cognitiva.
Todos tenemos reserva cognitiva, pero, al igual que ocurre con las finanzas, unos son más ricos que otros. ¿Recuerdas a la hermana Bernadette? Te hablé de ella en el capítulo en el que recorrimos juntos el mundo de la salud cerebral. Ella hablaba varios idiomas, había trabajado toda su vida como profesora en institutos, escribía un diario, tenía formación universitaria, había viajado mucho y había mantenido una vida intelectualmente activa después de su jubilación, leyendo mucho y ocupándose de organizar su congregación religiosa. Cuando falleció sin ningún síntoma de padecer problemas de memoria, los investigadores descubrieron placas características del Alzheimer por su cerebro. Aparentemente, su cerebro pudo soportar el embate de la enfermedad durante unos años sin mostrar síntomas. Al igual que le ocurrió a la hermana Bernadette, hay casos muy conocidos, entre ellos políticos, deportistas y escritores que se han mostrado extraordinariamente resistentes frente a la enfermedad. Un ejemplo claro es Ronald Reagan, quien se mantuvo en la presidencia de Estados Unidos cuando el Alzheimer ya había comenzado a provocar problemas cognitivos. En España Pasqual Maragall, ya diagnosticado de esta misma enfermedad, fue capaz de mantener el cargo de expresident de la Generalitat y presidir la fundación que lleva su nombre durante años. En ambos casos, el hecho de que fueran personas muy cultivadas (y el hecho de tener un equipo de profesionales y una familia extraordinaria apoyándoles) les permitió desempeñar sus funciones y resistir a la enfermedad de una manera inusual.
Hoy en día, varias décadas después de que se empezaran a realizar los primeros estudios sobre reserva cognitiva con jugadores de fútbol americano, se ha comenzado a observar que la reserva cognitiva sigue protegiendo el cerebro de algunos de ellos. Si bien recibir repetidos impactos aumenta la vulnerabilidad natural del cerebro a sufrir demencia en la vejez y son muchos los jugadores de este deporte afectados por trastornos neurodegenerativos como el Alzheimer o el Parkinson, los investigadores han encontrado que esta tendencia no alcanza en el mismo grado a los deportistas con mayores niveles de estudios. Dicho en otras palabras, aquellos jugadores que más han cultivado su mente son menos vulnerables al envejecimiento cerebral y sus enfermedades.
Hace poco pude leer un estudio que aseguraba que un incremento del 5% de reserva cognitiva puede reducir en un 30% el riesgo de sufrir Alzheimer. Es un dato realmente esperanzador, ¿verdad? En un tono menos científico he llegado a leer que los jugadores de ajedrez son inmunes a esta enfermedad, o que la cantidad de músicos que la padecen es la mitad que en otras profesiones. A todas luces, parece que estos datos son exagerados, aunque sí hay indicios de que las personas que se dedican a estas actividades tienen un grado extra de protección. La realidad es que todavía no sabemos si la reserva cognitiva puede prevenir totalmente enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Mi opinión personal es que no, y el consenso científico indica que la reserva cognitiva no puede prevenir la enfermedad, aunque sí puede ayudar a retrasar su aparición, paliar sus síntomas y ralentizar su progresión.
Puede parecer pecata minuta, pero retrasar, paliar y ralentizar una enfermedad como el Alzheimer puede ser muy importante. Los que nos dedicamos a la clínica observamos los efectos protectores de la reserva cognitiva en nuestra práctica cotidiana. Por mi parte, he conocido a muchos pacientes que han sufrido lesiones cerebrales de todo tipo, y mientras que algunos de ellos han quedado devastados, otros se han repuesto y han conseguido llevar una vida relativamente normal. Si bien el tipo de lesión o la severidad de la misma determinan el pronóstico, cuando nos encontramos ante dos personas con lesiones prácticamente iguales, lo que determina en muchos casos la diferencia entre una buena recuperación y otra un poco peor suele ser el grado de reserva cognitiva. Por citar un ejemplo, las lesiones en regiones cerebrales relacionadas con el lenguaje suelen ofrecer escaso margen de recuperación, y en la mayoría de los casos el paciente padece una incapacidad total para hablar. Sin embargo, recuerdo varios casos en los que la recuperación superó todas las expectativas.
Los protagonistas de estos casos que han conseguido una buena recuperación contra todo pronóstico han sido profesores de literatura, filólogos y periodistas. De la misma manera que la hermana Bernadette pudo resistir el fuerte embate del Alzheimer durante más años, estos pacientes se beneficiaron de su reserva cognitiva para recuperarse de sus graves lesiones cerebrales. Igual que todos ellos, tú puedes expandir tu red de sinapsis y fortalecer la muralla de tu reserva cognitiva. Una idea que encuentro especialmente motivadora es que, si bien los recursos materiales y económicos del planeta son limitados, y, por tanto, no todo el mundo puede llegar a ser rico, la información circula libremente y el camino para el enriquecimiento intelectual está libre de obstáculos. En la era de la información resulta muy sencillo acceder a información nutritiva para la mente. Un carnet de biblioteca o una conexión a internet son suficientes para leer o incluso escuchar de primera mano a los grandes pensadores de todas las épocas de la humanidad. En este sentido, con el tiempo y la motivación necesarios tú puedes ser el próximo Rockefeller de la reserva cognitiva.
Son muchos los que me preguntan cómo pueden ejercitar la mente y prevenir la pérdida de memoria. La respuesta es relativamente sencilla y está al alcance de todo el mundo. Lejos de dedicar jornadas maratonianas a jugar al brain training y realizar sudokus, la manera más efectiva de cultivar la mente y construir reserva cognitiva es mantener la mente activa en las actividades cotidianas y aprender cosas nuevas. Con frecuencia las personas se sienten desilusionadas cuando les indico que el tipo de ejercicios que se encuentran en los pasatiempos o juegos de ordenador son poco efectivos para entrenar la mente y fortalecer la reserva cognitiva. La realidad es que, aunque muchos de ellos se anuncian como verdaderos protectores cerebrales, su grado de estimulación es muy limitado y no sabemos el efecto que pueden tener a largo plazo. Los pocos estudios neutrales indican que realizar muchos de estos ejercicios durante años puede suponer una pequeña ayuda. Sin embargo, debo insistir en que la mayor evidencia científica se ha encontrado en actividades más tradicionales como practicar una afición, relacionarse socialmente, aprender cosas nuevas o leer. Un reciente estudio demostró cómo las personas que incluían más actividades estimulantes en su vida cotidiana presentaban en su vejez una menor cantidad de placas Beta amiloide (depósitos de proteína que aparecen en el Alzheimer). De hecho, son varias las investigaciones que señalan que este efecto aumenta en la medida en que estas actividades que estimulan la mente y ayudan a construir reserva son más regulares y precoces. Una fácil lectura de lo que acabamos de ver es que tomarte en serio la estimulación de tu mente a los 30 o 40 años te ofrecerá mayor nivel de protección que comenzar a los 60.
Aprende cosas nuevas
Si hay un punto en el que los teóricos de la reserva cognitiva coinciden es en afirmar que la mejor manera de construir reserva cognitiva es exponer al cerebro a situaciones novedosas y relativamente complejas. Para algunos divulgadores este principio funciona como el dogma central de la salud cerebral. He podido leer libros dedicados por completo a explicarte cómo hacer de cada situación cotidiana una experiencia novedosa: desde ir al trabajo cada día por un camino distinto hasta reorganizar tu mesa de trabajo una vez a la semana.
Aunque creo que el cerebro va a encontrar estos métodos poco eficaces y algo ridículos, la realidad es que la base teórica sobre la que se sustentan tiene mucho sentido. Son tres los principios que considero importantes para crear reserva cognitiva a través del aprendizaje. En primer lugar, la novedad de lo que aprendemos es crucial porque obliga a tu cerebro a crear nuevas conexiones que permitan asimilar estos nuevos conceptos. En este sentido, cuanto más novedoso sea lo que aprendas, mejor. Cambiar tu pan favorito por otro de la misma panadería no supone mucha novedad en tu vida, y, sin embargo, aprender a hacer pan en tu casa puede ser una actividad mucho más novedosa, ya que tus ojos, manos y lengua van a aprender las cantidades de cada ingrediente, descubrir la sensación de amasar y degustar el sabor de pan recién hecho con tus propias manos. En segundo lugar, tenemos la importancia o significación que tenga para tu vida. El hecho de que lo que aprendas sea importante para ti (bien porque lo puedas aplicar en tu día a día o porque despierte tu interés) asegura que lo recuerdes mejor y que llegue a formar parte de tu red permanente de neuronas. Para que puedas recordar este segundo punto y lo incorpores a esta red de neuronas te daré un ejemplo que puedas asociar a tu vida: es posible que aprendieras la lista de los reyes godos o las declinaciones latinas. Fueron difíciles de aprender y fáciles de olvidar porque no significaban nada especial para ti ni despertaban tu interés. Sin embargo, la receta de tu plato favorito o la alineación de tu equipo de fútbol fácilmente hacen un hueco en tu cerebro y se anclan a tus recuerdos de una manera eficaz porque es información que tú consideras importante o, al menos, interesante. Finalmente, cuanto más difícil o compleja sea la tarea, mayor número de neuronas se verán implicadas en su aprendizaje y mayor número de sinapsis deberán ser construidas para edificar su recuerdo. Con estos datos en la mano, cuando me preguntan sobre la eficacia de hacer sudokus y crucigramas suelo ofrecer la siguiente respuesta: «No lo sé. ¿Hacer esos crucigramas es algo novedoso, complejo e importante para ti?». Solo estas tres condiciones aseguran que estimules conexiones en la corteza cerebral, la región de tu cerebro en la que se construye la reserva cognitiva. Por lo tanto, si quieres una buena recomendación para construir reserva cognitiva, es que busques actividades que reúnan esas tres características. Puede ser aprender un nuevo idioma, desarrollar una afición que suponga nuevos y estimulantes desafíos, aprender un nuevo deporte, comenzar una nueva colección o aprender a tocar un instrumento. Sea lo que sea lo que te motive, llévalo al terreno del aprendizaje y vívelo como un reto en el que superarte día a día. Además de llenar tu cerebro de nuevas conexiones, darás un mayor sentido a tu vida.
Desarrolla el lenguaje
Desde la más tierna infancia el desarrollo del lenguaje está relacionado con un mayor desarrollo intelectual en general y un mayor nivel de protección cerebral. Desde hace tiempo sabemos que los niños bilingües o que desarrollan el lenguaje de signos en paralelo al lenguaje hablado tienen un cociente intelectual más alto. Reafirmando la teoría de que a mayor desarrollo intelectual mayor reserva cognitiva, hace poco pude leer un estudio que encontraba menores índices de Alzheimer entre personas mayores que habían tenido una infancia bilingüe.
Otros datos que apoyan el desarrollo del lenguaje en la lucha contra el envejecimiento cerebral son aquellos que aseguran que entre las personas analfabetas el Alzheimer se presenta a edades más tempranas, o los que indican que las personas con hábitos férreos de lectura, las que redactan un diario o las que escriben poemas parecen alejar la pérdida de memoria asociada al envejecimiento y sus enfermedades.
Leer y escribir ayuda enormemente al desarrollo del lenguaje, te traslada a otros países o realidades, te expone a nuevas ideas y potencia la imaginación. Por todo ello parece lógico que las actividades descritas contribuyan al arsenal de conocimientos de tu mente y la construcción de una sólida reserva cognitiva. Esta es la razón por la que, de todos los pasatiempos para la mente, los crucigramas sean los que más recomiendo. Por esto y porque mi abuela, que completó un crucigrama al día durante toda su vida adulta, falleció con 99 años con la mente más lúcida que yo he visto en una persona de su edad.
Ejercita la memoria
La memoria se encuentra en primera línea de ataque del envejecimiento del cerebro y de muchos trastornos neurodegenerativos. Casi cualquier condición neurológica lleva asociada una pérdida de memoria, y precisamente por ello ejercitar tu memoria con sencillas estrategias puede ayudarte a reforzar tu reserva cognitiva y hacer frente al envejecimiento y sus enfermedades.
Anteriormente he hecho referencia a que escribir un diario puede alejar la pérdida de memoria. Se ha demostrado en diversos estudios que tomar notas sobre algo que hemos experimentado puede ayudar a mejorar la memoria de una manera muy significativa. En estudiantes de universidad, el uso de apuntes y diarios aumenta claramente las posibilidades de aprobar, y casi duplica la probabilidad de sacar una nota elevada. Por su parte, el uso de diarios en la vida adulta puede ayudarte a aumentar tu capacidad para recordar los eventos cotidianos de tu día a día, incluidas actividades de ocio, conversaciones o futuras citas médicas. Cuando hablo de diarios no limito la acepción a los cuadernos escritos a mano. Cada vez son más las personas que relatan su día a día a través de Facebook y otras redes sociales. La doctora Alloway, del Centro de Memoria y Aprendizaje Vital de la Universidad de Stirling (Escocia), ha sido pionera en estudiar el efecto de las redes sociales en la memoria. De acuerdo con sus investigaciones, Facebook y otras redes sociales basadas en componer y compartir episodios de tu vida desarrollando textos y subiendo fotos ayuda a mejorar tu capacidad para aprender y compartir información. Por si esto fuera poco, al igual que ocurre con los diarios, el mero hecho de redactar una entrada sobre tu vida puede hacer que esa experiencia esté más accesible al recuerdo años después de que ocurra. He podido comprobar esta realidad cuando mis amigos pioneros en el uso de Facebook han hecho referencias a eventos que yo no recuerdo pero que ellos tienen bien documentados en sus redes sociales. Efectivamente, el fácil acceso que tienen a sus cuentas les permitió demostrar lo que yo había olvidado, como, por ejemplo, que había estado comiendo en un pueblo que yo hubiera jurado que nunca había pisado. La realidad es que todos recordamos mejor lo que queda documentado para la posteridad, como aquella visita de la infancia al zoo de la que guardamos fotografías o la función de Navidad que grabamos en vídeo por primera vez. Conservar estos documentos te ha permitido refrescar su recuerdo una y otra vez. Aunque te pueda parecer una obviedad, la realidad es que escribir un diario, llevar al día los álbumes de fotos familiares o contar tu propia historia a través de las redes sociales se encuentran entre las técnicas más eficaces para fortalecer tu memoria y afrontar con éxito el envejecimiento cerebral.
Despierta tu curiosidad
Como reza la cita al principio de este capítulo, Einstein no se consideraba inteligente, sino apasionadamente curioso. Junto con la imaginación, la curiosidad era un tema de reflexión constante para este genio, que llegó a considerarla sagrada y el vehículo de transporte para llegar al conocimiento.
La curiosidad es como un barco que te puede llevar a cualquier puerto. La capacidad para sorprenderte e imaginar lo que puede estar detrás de un fenómeno es lo que motiva el desarrollo científico, político o filosófico, al igual que puede hacerlo con tu desarrollo intelectual.
Hace poco pude leer una investigación bien desarrollada que señalaba cómo los niños que tenían altos niveles de curiosidad se convertían en adultos con un mayor desarrollo intelectual. En concreto, este interesantísimo estudio encontró diferencias de 12 puntos en el cociente intelectual entre aquellos adultos que de niños mostraron altos niveles de curiosidad en comparación con aquellos que mostraron una baja tendencia hacia el asombro. Todos los seres humanos tenemos la facultad de sentir curiosidad. Algunas personas la cultivan en el vil arte del cotilleo, que no es otra cosa que sentir curiosidad por la vida de los demás y utilizar luego esa información para despellejar a sus vecinos (una de las actividades preferidas por el ser humano). Otras personas sienten un interés más noble por los demás y proyectan su curiosidad hacia las relaciones sociales; son grandes oyentes y conversadores y tienen una vida rica en amistades y eventos sociales. Otros expresan mejor sus sentimientos a través de la pintura, la escultura, la escritura o la danza y dan rienda suelta a su curiosidad a través de la pura creatividad. Finalmente, los más introvertidos sienten fascinación por lo que se esconde detrás de las cosas y son incansables lectores o investigadores de la forma en la que el mundo funciona. Estos últimos son los que obtienen más beneficios intelectuales de su curiosidad, ya que les lleva a tener áreas de interés muy diversas en las que llegan a profundizar, hasta el punto de adquirir a lo largo de su vida un sinfín de conocimientos que incorporan a su reserva cognitiva. Son varios los estudios que indican que cuanto mayores sean tus niveles de curiosidad, mayor será tu desarrollo intelectual. Esta norma se cumple desde la infancia y nos acompaña durante toda la vida. En este sentido, la capacidad para sentir asombro es una fuente de nuevos aprendizajes y de construcción de la reserva cognitiva.
Si te has sentido identificado con el grupo de niños poco curiosos, la buena noticia es que la curiosidad se puede cultivar, o más bien despertar a cualquier edad. Los estudiosos de la curiosidad saben que las acciones sencillas pueden desperezarla. Un buen primer paso es no apagar la llama de la curiosidad. Para ello es importante satisfacer tus deseos de saber y conocer siempre que surja la necesidad. Mi madre siempre nos pedía que buscáramos en la enciclopedia las respuestas a nuestras preguntas; así nos acostumbró a que satisficiéramos nuestra curiosidad por nuestros propios medios. Conozco a muchas personas que pueden preguntarte si sabes el nombre de un actor o un restaurante y, ante una respuesta negativa, cesan en su empeño de conocer la respuesta. En un mundo donde el acceso a Internet es fácil, responder casi a cualquier pregunta o contactar con la persona que conoce la respuesta es cuestión de segundos, y mientras que no hacer este pequeño esfuerzo puede contribuir a apagar la llama de la curiosidad, dar con la respuesta te llenará de satisfacción y ayudará a mantener viva tu curiosidad.
Además de intentar conseguir siempre la respuesta que ha surgido en tu mente, hay otros trucos que pueden ayudar a despertar tu curiosidad:
• | Rodéate de libros: La lectura es una fuente de descubrimientos fascinantes y, si es suficientemente interesante, va a suscitar en ti el interés por mucho de lo tratado en el libro, hasta el punto de llevarte a investigar más a fondo ciertos temas. Cuando termines de leer este libro encontrarás unas lecturas sobre cada uno de los capítulos dedicados a las 6 áreas clave de la salud cerebral. Espero que te ayuden a satisfacer la curiosidad que este libro haya podido despertar en ti y ayudarte a seguir cultivándola. |
• | Déjate sorprender: La juventud, con su fascinación por la novedad, da paso a una etapa de madurez en la que tendemos a construir una burbuja de seguridad que nos permite movernos en un terreno conocido y aporta tranquilidad a la vida. El que con 18 años se acomodaba en un catre en casa de cualquier conocido para participar en las fiestas regionales del pueblo de su amigo difícilmente se conforma con una habitación destartalada y expuesta a una calle ruidosa con 50. Es tan solo un ejemplo y, sin embargo, muchos se habrán identificado con él. Todos nos volvemos más rígidos con la edad, pero perder esa capacidad para la improvisación resta oportunidades para que salgas de tu rutina y te vuelvas a asombrar. Por el contrario, entregarte a la aventura y probar cosas nuevas puede aportarte experiencias únicas, novedosas y muy enriquecedoras para tu cerebro. |
• | Conversa con personas con otro punto de vista: Al igual que ocurre con nuestra burbuja de actividades, a medida que nos hacemos mayores tendemos a reducir el círculo de amistades y perder contacto con personas que piensan distinto que nosotros. A todos nos ha pasado que en algún momento de la vida hemos perdido el contacto con personas cuya situación vital, ideas políticas, intereses culturales o de ocio eran distintos a los nuestros. Es natural que si tienes hijos te resulte más cómodo asociarte con otros padres en la dura tarea de la crianza, o que si eres un apasionado de la música y no puedes permanecer despierto en una sesión de cine cultives amistades entre los habituales de las salas de conciertos y te acabes distanciando de los cinéfilos. Sin embargo, de lo que poca gente se da cuenta es del empobrecimiento que para su cerebro puede suponer perder el contacto con personas con otro punto de vista. Ser capaces de ver la vida con otro prisma, aunque finalmente nos quedemos con el propio, es tremendamente enriquecedor desde la perspectiva de la estimulación cognitiva, y estar en contacto con personas variopintas y de ideología diversa puede ser la mejor manera de conseguirlo. |
Otras ventajas de la reserva cognitiva
Además de los beneficios que puedes obtener en la lucha contra el envejecimiento y sus enfermedades, una mayor reserva cognitiva ofrece otra serie de ventajas. Es posible que hayas observado cómo a algunas personas se les ocurren siempre las ideas más brillantes, resuelven situaciones cotidianas sin apenas esfuerzo y a la vez son capaces de cosechar el éxito una y otra vez donde otros han fracasado. La reserva cognitiva puede estar detrás del éxito de estas personas que a todos nos suscita tanta envidia como admiración.
Intenta pensar en la forma en la que te has vestido esta mañana. Seguramente no lo recuerdes porque lo has hecho con el piloto automático mientras pensabas en la agenda de actividades que tenías programada para el día de hoy. A pesar de que tareas como abrochar botones, lazar cordones o ajustar calcetines requieren una compleja coordinación de movimientos, vestirte es un acto tan entrenado que no te supone apenas algún esfuerzo. A lo largo de tu vida has llevado cientos de pantalones, calcetines, camisas o faldas y tu cerebro está programado para ponerte casi cualquier variedad de estas prendas con un bajo coste de atención. De una manera similar, una mente muy cultivada puede ayudarte a realizar operaciones relativamente complejas de una forma casi automática. Las personas con mayor reserva cognitiva obtienen un doble beneficio de toda la experiencia que acumulan sus redes neuronales. Por una parte, son capaces de enfrentarse a tareas cotidianas con menor esfuerzo. En el caso de encontrarse ante un problema relativamente sencillo, sus circuitos neurales se enfrían y la persona puede enfrentarse a la tarea en modo piloto automático con un bajo coste de energía. Sin embargo, cuando se encuentran frente a tareas muy complejas o desafiantes, su cerebro es capaz de desplegar y coordinar más circuitos cerebrales de lo normal, lo que se traduce en una mayor probabilidad de éxito. Si las tareas relativamente sencillas te aburren y los desafíos te estimulan y despiertan todas tus habilidades, es muy posible que estés disfrutando de una buena reserva cognitiva. Si, por el contrario, los desafíos te abruman y prefieres tareas sencillas y cotidianas, puede que te convenga fortalecer tu reserva cognitiva.
Aunque creo sinceramente que la inteligencia está sobrevalorada por una sociedad excesivamente competitiva y que deberíamos potenciar otras cualidades como la solidaridad, la intuición o la empatía, la realidad es que los conocimientos ofrecen ventajas a quienes los acumulan. Son muchos los estudios que indican que unos mayores niveles de inteligencia o cociente intelectual facilitan la vida en algunos aspectos. A grandes rasgos, podríamos decir que a las personas del montón nos va mejor la vida si tenemos un mayor nivel de conocimientos, tal y como indican estudios que relacionan cocientes intelectuales elevados con mayores niveles de éxito académico, empleabilidad, ingresos, promoción laboral o mayor adaptabilidad a cambios en la vida.
La estimulación cognitiva es una piedra angular de la salud cerebral. Estimular tu mente participando de manera activa en las responsabilidades diarias es para muchas personas una manera efectiva de mantener su cerebro en forma. Si además quieres ofrecer un grado de protección extra a tus neuronas frente al envejecimiento y sus enfermedades o quieres potenciar tu inteligencia y recursos intelectuales, la mejor forma de hacerlo es aumentar tu reserva cognitiva. La importancia de la construcción de reserva cognitiva es tal que algunas comunidades de mayores del más alto nivel han añadido a sus clubs sociales y campos de golf aulas de formación donde sus miembros pueden participar en cursos y seminarios dirigidos a estimular su mente a través del aprendizaje. Para fortalecer esta barrera natural frente al deterioro cerebral puedes utilizar tu curiosidad innata e involucrarte en aprendizajes que despierten tu interés, supongan un descubrimiento y un desafío a la vez. Elegir actividades que cumplan estos tres requisitos es la mejor manera de garantizar que tu cerebro desarrolle nuevas conexiones, refuerce las ya existentes y te permita alcanzar todo tu potencial cerebral.
CONSEJOS PRÁCTICOS
Estimular la mente y desarrollar reserva cognitiva puede ser una excelente barrera frente al deterioro cognitivo y un potenciador de tus facultades mentales. A continuación puedes leer unos consejos prácticos que te ayudarán a lograrlo:
• | Aprende una cosa nueva todos los años. Busca entre tus intereses abandonados aquello que siempre quisiste saber hacer y nunca aprendiste. Puede ser un curso de pintura, una nueva profesión, un idioma o un deporte. No tiene que tener una aplicabilidad práctica, simplemente desarrollar tu interés y tus ganas de aprender. Con esta sencilla fórmula llenarás tu mente de nuevos estímulos y tu espíritu de motivación. |
• | Mantente activo en tantos aspectos de la vida como te sea posible. |
• | Intenta innovar en tu día a día. Probar nuevas recetas de cocina, cambiar el tipo de libro que lees, variar el restaurante que visitas en el trabajo o la cafetería en la que quedas con tus amigas aportará nuevas conexiones neuronales a tu vida. |
• | Invierte más tiempo en la realización de tus actividades cotidianas, responsabilidades y aficiones, y menos en sudokus y crucigramas. |
• | En el ámbito laboral, busca actividades novedosas o que te supongan nuevos retos. |
• | Cultiva nuevos intereses. Abre los ojos al mundo que te rodea, a los intereses de tus amigos, a las cosas que no entiendes y profundiza en todos esos campos tanto como puedas. |
• | Aprende a tocar un instrumento. Desarrollar esta habilidad parece ser uno de los aprendizajes que más puede proteger tu cerebro del deterioro cognitivo. |
• | Lee muchos libros. La lectura es una excelente manera de desarrollar el lenguaje, la imaginación y vivir nuevas experiencias a través de sus personajes. |
• | Escribe. Bien sea poesía, tus memorias o una novela, escribir implica un complejo juego de ordenar palabras y echar mano de viejos recuerdos que pueden ayudarte a conservar tu memoria viva y ágil durante más años. |