Álvar marcha a Israel.

La visita a Israel se aproxima

Álvar, como era su costumbre, aquel 15 de marzo de 2010, atendió su correspondencia y en eso estaba cuando, apenas leído el mensaje de Abu en el que se hablaba de los tenues indicios de un posible atentado de grandes proporciones en Israel, se temió lo peor. Y eso era lo mejor que podía hacer ya que, si se equivocaba, solo se consumirían recursos que, en el peor de los casos, servirían de entrenamiento. Pero, si estaba en lo cierto, tal vez se habrían evitado la muerte de miles de personas. En consecuencia, tan pronto hubo una oportunidad en la apretada agenda de Segis comentó con ella el mensaje de Abu y, claro está, sus propios temores. Sin entretenerse ni un momento ella tomó contacto con la Yago Mayor y, en consecuencia, quedaron en mantener una reunión de emergencia esa misma tarde.

-¿Qué proponéis vosotros? ¿Os habéis formado opinión? –preguntó Mercedes en cuanto estuvieron todos en la sala de reuniones del Salón del Sótano-.

Segis fue la primera en dar su opinión:

-Si Abu y todos los “frappuccino” han considerado como fidedigna esta información, es que tiene bastantes visos de ser realidad. Por otra parte,  es evidente que no tenemos ningún tipo de prueba que nos avale en esta sospecha, pero la prudencia aconseja avisar a los israelíes y que ellos hagan lo que quieran. No obstante, nos pondremos a su disposición para ayudar en todo lo que necesiten, que poca o ninguna suelen necesitar-.

En tanto, Álvar se había quedado pensativo, como recordando y, cuando Segis concluyó, dijo “¿Qué pasa Al?”

Álvar y el padre de Netanyahu.

-En febrero pasado, hace unos días, acababa yo de comprarme un iPad, el primero o el segundo que se vendía en un Media Mark de Madrid, por eso me acuerdo, iba yo rumbo a la Biblioteca Nacional para ciertas consultas cuando un señor que, en aquel momento debería tener unos ochenta u ochenta y pocos aunque muy bien llevados, me preguntó por el Archivo Histórico Nacional. Me pareció un extranjero muy agradable y yo disponía de tiempo y, además, quería comprobar si el dispositivo de orientación de mi nuevo artilugio informático sería capaz de llevarnos hasta ese lugar. Así que me ofrecí a acompañarle, cosa que hice dando un inmenso rodeo debido a que hay varios lugares que responde a ese nombre genérico. En fin, la historia es que, con tantas vueltas y revueltas, aquel señor, que se llamaba Benzión, y yo hicimos algún grado elemental de amistad: él era académico, de la Universidad de Cornell y yo también, de la de Salamanca; el investigaba sobre la Inquisición y yo, sobre las Organizaciones Humanas. Nuestra conversación era franca y sin compromisos de ningún tipo ya que éramos dos desconocidos. En algún momento, le pregunté:

-La Inquisición en España fue terrible –a lo que él contestó:-

-Sí fue mala, pero donde fue terrible y especialmente malvada fue en Portugal y sus territorios –sorprendido, contesté:-

-Ah, pues no lo sabía –apunté yo-.

-Y usted ¿qué opina sobre Israel, el Estado de Israel? –me preguntó él, a lo que yo le contesté con toda sinceridad:-

-Pues que, como bajen la guardia tan sólo un poco, Israel será destruida. No debemos olvidar que los israelitas suponen un estigma permanente para el mundo islámico al ser, en términos musulmanes, un lunar permanente e insoportable sobre la superficie de cualquier mapa–dije irreflexivamente y añadí-:

-Además yo pienso que poner en edad de producir a un niño judío debe costar, como en España, dependiendo de los estudios, no menos de un millón de euros incluyendo, claro está, todos los complementos esenciales, desde la comida y la residencia hasta internet, libros y revistas. Mientras que llevar a la misma situación a un palestino, sea lo que sea lo que signifique “poner en edad de producir” entre ellos, tiene un coste prácticamente nulo. Si esto fuera así, que no lo sé a ciencia cierta, resultaría que ustedes, cada vez que sueltan un misil han de pagar varios miles de euros, o lo que sea, mientras que ellos mandan bombas a coste cero, portadas por seres humanos, y de eso les sobra. Además, con esa forma de proceder (eliminar personas), contribuyen a disminuir el insoportable aumento demográfico de la zona.

-Este razonamiento no lo había oído nunca, sinceramente –observó Benzión-.

En resumen, nos caímos muy bien y, en el momento de separarnos, nos dimos nuestros respectivos teléfonos y direcciones de correo electrónico. Álvar concluyó-:

-Y esta es la razón por la que pienso que puedo tener una reunión con el padre del Primer Ministro de Israel y, así, para hablar con él o, por lo menos, estar seguro de que todo lo que le diga llegará a sus oídos sin intermediarios. Eso es todo, y lo cuento por si sirve de algo –y Álvar se quedó a la espera de las reacciones de los demás-.

-Pues, en ese caso, no se hable más: te vas a Israel –dijo la Yago Mayor-.

Segis, por su parte, movía la cabeza en            señal de conformidad.

Álvar vuela a Tel Aviv

Cuarenta y ocho horas después, Álvar Álvarez Ansar salía rumbo a Israel llevando una carta dirigida al Director del Mossad en estos términos:

“Estimado señor, somos un Centro de Estudios Estratégicos privado del que no hay razón para que usted ni nadie sepa de él. Muy recientemente nos han llegado, de fuentes muy fidedignas, noticias altamente preocupantes que yo le traslado a usted en los mismos términos en que fueron recibidas por nosotros. Simultáneamente al envío a ustedes de esta nota, hacemos entrega de una copia, por los conductos establecidos, al Palacio de Santa Cruz  que, como es lógico, procederá como estime conveniente. Sin otro particular, reciba un respetuoso saludo. Mercedes Alzaga. General de la Guardia Civil y Yago Mayor. P.s.: proceder de otra forma por nuestra parte, podría resultar dolorosamente pusilánime.”

Previamente, Álvar había enviado un email a Benzión en el que decía:

“Estimado amigo Benzión, tras nuestro breve encuentro –pero divertido- en Madrid, buscando el Archivo Histórico Nacional tuve la sensación de que nunca volveríamos a vernos. Estaba equivocado. Ahora,  por razones tan graves que no alcanzo a ponderarte lo suficiente, te solicito una entrevista a la mayor brevedad posible. Tan pronto me confirmes que podrás atenderme y dónde, partiré en un vuelo privado hacia el lugar que me indiques. Esto es todo y debes saber que deseo que las noticias de las que soy portador estén equivocadas y, en consecuencia, hacer el ridículo ante ti. Por el bien de todos, te ruego una respuesta inmediata. Gracias, Dr. Prof. Álvar Álvarez Ansar.

A los pocos minutos, Álvar recibía contestación:

“Hola mi amigo español sin usar –nunca ninguno de los dos había solicitado favor de ningún tipo al otro-. Ven cuando quieras. Estoy en mi casa de Tel Aviv. Mi teléfono ya lo conoces. Tan pronto estés viniendo, me lo haces saber junto con las referencias del vuelo. De lo demás me encargo yo. Para tu tranquilidad te hago saber que disfruto viendo a mis amigos hacer el ridículo, por lo que, de antemano, te garantizo una suculenta y tradicional comida judía. Benzión Netanyahu.

Esto sucedía el 17 de diciembre de 2010 y tres días después, el 20 de diciembre, Álvar Álvarez Ansar volaba hacia la capital de Israel.

Álvar. Las Bombas. Y la Ley de Secretos Oficiales

Nunca antes había usado los servicios de El Al, la compañía aérea israelí. La cosa tenía su punto de emoción. Aunque no sé la razón ya que el riesgo de encontrarte con un loco asesino era igual en cualquier compañía, incluso en un vuelo en globo. Pensándolo bien, por muy loco que esté un terrorista parece más cómodo hacer alguna locura en un avión de cualquier bandera antes que en una gestionada por israelitas. Al menos a mí me parece que hacen pocas concesiones a la galería en pro de la comodidad del pasajero si, con ello, disminuyen la seguridad. Y, ahora, cuando ya estoy volando en El Al rumbo a Tel Aviv confirmo que sí, que no se andan con tonterías. Y yo lo agradezco. El vuelo duró algo menos de cinco horas. Me dormí. Una vez en tierra y antes de levantarme de mi asiento, un auxiliar me indicó que me quedara en mi sitio. Y así lo hice. Cuando todo el pasaje abandonó el avión un funcionario me vino a buscar, me hizo identificarme y me rogó que le acompañara. Un coche nos esperaba a pie de escalerilla y, sin más, salimos del aeropuerto. Nada pregunté. Al poco, ya en el tráfico de la ciudad, el funcionario dijo:

-El señor Netanyahu padre le espera. En un cuarto de hora habremos llegado.

Hubiera querido preguntar, por curiosidad “¿A dónde vamos?” pero me pareció de todo punto innecesario.

Al cabo de unos quince minutos nos aproximábamos a un edificio que conocía por fotos y vídeos: la sede central del Mossad. Rabiaba por preguntar pero, aun así, me mantuve imperturbable. El coche bordeo el edificio y, cuando lo habíamos sobrepasado uno cincuenta metros, giramos hacia la derecha y enfilamos un angosto camino que nos llevaba a una rampa ascendente que parecía llevarnos a un parking en la primera planta de un aparcamiento pero, al llegar a un cierto punto, la rampa se tornó descendente cosa que hicimos durante dos niveles. Allí paramos. Esperé hasta ver qué sucedía. El funcionario se bajó y me abrió la puerta. Salí y la cerró. Yo me quedé de pie, quieto. El funcionario me precedió con un escueto “Sígame, por favor”. Yo le seguí hasta un ascensor. Entramos en él y subimos hasta la octava planta. Yo sabía que en esa planta estaba el despacho del memuneh[25]. El funcionario que me guiaba, amable pero imperturbable –siempre me he imaginado a un mayordomo inglés con ese talante- se detuvo ante una puerta de doble hoja. Golpeó a modo de llamada. Alguien desde dentro abrió. El funcionario que me había servido de guía me franqueó el paso y despareció. Dentro, un confortable salón. Ni grande ni pequeño. Y allí, entre media docena de cómodos, usados y lustrosos sillones de orejas con varias mesitas bajas situadas aquí y allá, estaba Benzión Netanyahu, el padre del Primer Ministro de Israel.

En la sede del Mossad

-Mi querido amigo español ¿Qué tal todo por el mundo? –preguntó Benzión, con una amplia sonrisa en la cara-.

Yo, desde la puerta, según me dirigía hacia él, contesté:

-Desquiciado. Todo está desquiciado. Ya nadie puede tomarse una cerveza en paz.

-La verdad es que España es, de momento, un remanso de paz. Aún puedes pasear con un amigo y charlar con él –dijo, en clara referencia al largo paseo que permitió que ambos establecieran aquella relación-. Tal vez, sea esa una de las razones, no la menor, por la que él turismo crece y crece sin parar en tú país ¿No crees?- dijo el judío-.

Yo saqué del interior de mi chaqueta un sobre que mantenía en la mano mientras le contestaba.

-Sí. Probablemente sea así, Aunque, con el trasfondo cultural que une a todas las regiones españolas y, a la vez, nos desune estamos deseando estropear todo lo que hemos conseguido. Ya veremos.

Benzión observaba mí intranquilidad y, mirando el sobre, dijo:

-Ya veo que te preocupa más entregarme ese sobre que cualquier conversación que podamos tener. Pues, entonces, veamos su contenido. Dámelo, pues.

Y se lo di. Y lo leyó. Y me dijo:

-De este jaez, lamentablemente, tenemos muchos avisos y amenazas –y, con dejadez, soltaba la nota sobre una de las mesas-.

-Me apena oír eso, aunque lo suponía –dije-. No obstante, la persona que nos ha hecho llegar ese mensaje es alguien que conozco y que sólo habla si algo le parece tan grave que no puede ser callado. Le digo más, él está tan convencido que, en estos momentos, con los riesgos que conlleva, va rumbo a Afganistán para introducirse en los ambientes que, al parecer, son los que están detrás de todo esto y, así, aproximarse más al asunto.

-Comprendo. Espera un momento, por favor. Voy a presentarte a una persona que, mejor que yo, sabrá ponerte en situación –se acercó a una puerta, la entreabrió y, dirigiéndose a alguien, dijo:- “Cuando quiera”.

Al poco, un hombre alto y enjuto entró en la sala y mirando a Álvar dijo:

-Hola Benzión. Supongo que este es el amigo del que me has hablado –y simultáneamente, le tedió la mano mientras recitaba:-

-Álvar Álvarez Ansar, profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca, experto en Inteligencia Artificial y especializado en el área de conocimiento donde inteserccionan las organizaciones humanas y las tecnologías de la información. Y, también, subdirector del Centro de Estudios Estratégicos, después de un tiempo como agente de campo. Intervino en las labores de contraterrorismo dirigidas a impedir los atentados de Madrid –cuando terminó de estrecharle la mano, aquel hombre le indicó uno de los sillones orejeros donde sentarse, el que estaba a la derecha del ocupado por el Sr. Netanyahu. Él por su parte, se sentó en el de la izquierda-. Le he dicho todo lo que ha oído con la intención de que se sienta libre y hable con toda tranquilidad. En otras palabras, sabemos casi todo del Club.

-¿Quiere decir que tiene gente dentro de nuestra casa? –preguntó Álvar, un tanto desconcertado-.

-Y ustedes tiene aquí varios agentes entrenándose desde hace meses ¿Quiere decir que no lo sabía? –aquel hombre, con el fin de descartar el ambiente, dijo:-

-La Guardia Civil mantiene agentes formándose en todos los lugares significativos del mundo. También, desde hace tiempo, se incorporan yagos. Yo mantengo correspondencia fluida con el Yago Mayor –concluyó-

-Ah, por cierto. Me llamo Mike Harari y, actualmente, soy Director de Operaciones Especiales –Álvar sabía que ese título significaba que era el responsable de los asesinatos selectivos, así que, sin duda, era una persona con la que había que hablar claro-.

-El señor Netanyahu me ha indicado que usted tiene cierta simpatía por Israel e, incluso, que ha expresado ciertos interesantes puntos de vista con respecto a algunos aspectos estratégicos que se han tenido muy en cuenta –comentó el Sr. Harari-.

-Debo aclararle que la labor de mi organización es luchar contra el terror, provenga desde donde provenga –balbucee-

-Sí. Claro, claro –contestó condescendientemente-. Lo comprendo. Pero, ahora, considerando que ha hecho unos miles de kilómetros por venir hasta aquí y avisarnos personalmente, cosa que podría haber hecho por internet, creo que estoy en condiciones de no cometer una descortesía si le pido la razón última por la que ha venido hasta aquí.

-A ver si le he entendido bien: usted, maestro de espías, me pide a mí, un ratón de biblioteca, que le dé mi opinión de lo que supone el mensaje que les he hecho llegar –Álvar hizo ver la oportunidad o la ausencia de ella respecto a lo que se le pedía-.

-Sí. Eso es. Le pido que nos dé su opinión sobre las implicaciones del mensaje –replicó Mike-.

Álvar pasó un par de minutos pensando tiempo en el que Benzión y Harari se preparan unas infusiones.

-Es menester que entiendan mi confusión: me encuentro como si, en el Vaticano, se me pidiera que enseñara al Papa a rezar. No encuentro sentido a su petición.

-Con sentido o sin él ¿Qué mal ves en satisfacernos? –preguntó Benzión-.

Álvar, tras una breve reflexión, dijo:

-Bien, de acuerdo –una breve pausa y empezó:- Ya sabemos de la obsesión del islam por eliminar un estado no musulmán de la geografía dominada por esa religión. Por tanto, cualquier intento de obtener el control de la zona no nos resultaría extraño. Pero, en esta ocasión, el argumento es otro: el propósito es “hacer desaparecer” el Estado de Israel. Y dada la fuente de donde procede la información, nos resulta muy respetable. Si esto fuera así, cosa que lamentablemente creemos, la única forma de conseguir semejante objetivo sería mediante bombas termonucleares, no una sino varias. Las suficientes como para que Israel no se reponga, especialmente si, tras las explosiones, se sigue una invasión terrestre. Cosa que sería especialmente fácil si se desestabiliza todo Oriente Medio, eliminando la autoridad, cualquier tipo de autoridad, de los países que rodean Israel. A esto habría que unirle el estado de necesidad en que se encuentran todos ellos debido a la falta de puestos de trabajo y a la superpoblación. Por otro lado, ya sabemos de la incapacidad  por parte de sus enemigos potenciales de usar proyectiles tierra-tierra, aire-tierra o mar-tierra. Sin embargo, vemos factible introducir bombas nucleares durmientes en los lugares adecuados para dejar al Estado con las estructuras de mando desarticuladas y sin capacidad operativa. Y esto pensando que los potenciales enemigos no disponen del dinero suficiente como para fabricar bombas de californio, cuyo tamaño las haría indetectables y con un poder destructivo inimaginable –aquí Álvar paró su discurso y dijo:- Eso es, en resumen, lo que pensamos. Y lo que es peor: no sabríamos cómo detener semejante ataque.

Benzión dejó su taza sobre la mesita más próxima mientras Mike se servía un güisqui y decía:

-Le agradezco muy sinceramente que nos haya dado su opinión pero, como usted suponía, nosotros ya lo hemos pensado, y lo hemos hechos mucho y muy profundamente. Y, como tan bien supondrá, hemos preparado nuestra respuesta. Pero esa repuesta no impedirá la destrucción de Israel pero, antes de exhalar el último suspiro, enviaremos la Piedra Negra  de nuevo al espacio y nos aseguraremos que el islam tenga que arrastrarse por las arenas de los desiertos de los que surgieron.

-No quiero ni imaginarme cual sería la respuesta de ustedes –dijo Álvar-.

-Sí, probablemente la respuesta que se imagina es aproximadamente la correcta sólo que, tal vez, muy corregida y extraordinariamente aumentada –Mikel cambió de tema encendiendo el aparato de TV- ¿Está usted al corriente de los acontecimientos en Túnez? El día 17 de este mes, como sabe, un joven desesperado se prendió fuego a lo bonzo y, desde entonces, como un reguero de pólvora, las manifestaciones populares espontáneas se suceden. En el mismo orden de cosas nuestros servicios de información nos avisan que las redes sociales están que echan humo y dentro de poco ese reguero de pólvora va a llegar a un polvorín social que explotará. Y para nosotros está claro que el gobierno de Ben Alí tendrá que dimitir. Además, es probable que, como consecuencia de lo que suceda en Túnez, todos los gobiernos de la zona, incluido Egipto, tendrán muy serias dificultades –en este punto, el Director de Operaciones Especiales del Mossad miró con intención a Álvar y dijo:-

-Permítame que le recuerde, aproximadamente, unas palabras proféticas que usted ha pronunciado –se detuvo y dijo:- “[una invasión terrestre] sería especialmente fácil si se desestabiliza todo Oriente Medio, desvaneciendo la autoridad, cualquier tipo de autoridad, de los países que rodean Israel” –al terminar de decir esto, se sentó y ya sentado dijo- En nuestra opinión, se están dando todas las circunstancias para que el Evento Final se dé –sin moverse del sillón esperó a que Álvar reaccionara y cuando notó que tal sucedía, dijo:-

-Israel necesita, en estos momentos, a todos sus amigos. Por esto ahora me atrevo a pedirle un favor: un gran favor.

Benzión que apenas había intervenido lo hizo en estos términos:

-Si fuera tan amable, le ofrezco la casa de invitados de mi residencia en la playa, para que espere acontecimientos ¿Qué le parece?

-No sé, Benzión, amigo mío, adonde nos llevará esto pero, si puedo ayudar a evitar un desastre, cuenta conmigo sin dudar.

Esto sucedía el 20 de diciembre de 2010.

Nota bene: La narración completa de este epígrafe está escrita, revisada y lista para ser colocada en el volumen Anexario de “El Islam y los Yagos”[26] pero, de momento, tal vez hasta el 2035, quizá más, la Ley de Secretos Oficiales y el compromiso de confidencialidad firmado con la autoridades israelitas me impiden divulgarlo. Tal vez, en un próximo volumen me sienta libre para describir todo lo acontecido. En este sentido, puedo anticipar que penetré subrepticiamente en Turquía, con documentación en la que no aparecía que yo hubiera estado jamás en Israel, todo ello gracias al Mossad, y, de allí, en vuelo regular entré en Irán. Y aquí comienza una historia que, si no hubiera tenido un final feliz, habría transformado toda la ribera sur del Mediterráneo en un erial intransitable. Toda, menos Marruecos. Último residuo del Islam.