CAPÍTULO 18
—¿Se puede perder el don? ¿Le ha ocurrido alguna vez a alguien?
Hader tiene la vista clavada en las aguas de la piscina. Es el quinto ejercicio de hoy, y he vuelto a fallar. El agua no responde ya a mi voluntad; es como si hubiese perdido la conexión con ella. En los últimos cuatro días lo hemos intentado todo: rutinas de respiración, inmersiones en el lago, pruebas con piedras preciosas, con música y con toda clase de objetos de la vida cotidiana… No ha funcionado.
Hader no dice nada, pero noto en su expresión que está empezando a perder la paciencia. Él también se juega mucho en esto. Quedan solo tres días para la fiesta de la séptima luna, y pese a todos mis esfuerzos la dama Ilse va a terminar acertando en sus pronósticos: seré el hazmerreír de la corte… y todo el mundo comprenderá después de mi actuación que no voy a servirles de mucha ayuda en su guerra contra Decia.
—El don no puede perderse. No obstante…, sí he conocido casos en los que una persona perdía la capacidad de utilizarlo —me contesta Hader.
—No. El don sigue ahí. Es culpa tuya si no puedes acceder a él. La barrera está en tu interior… Ojalá supiera dónde.
Es injusto conmigo. Hader me ha visto intentarlo una y otra vez en los últimos días. No me he quejado nunca, he repetido los ejercicios sin descanso, a pesar de los fracasos. ¿Qué más se puede hacer?
—Yo quiero que salga bien —replico en voz baja—. No es culpa mía si no lo consigo, Hader.
Por fin me mira.
—Está dentro de ti. Sé que tú no te das cuenta, pero algo dentro de ti te impide progresar. No me resigno a aceptarlo, después de lo deslumbrante que estuviste aquella tarde. Lograste un nivel de control casi perfecto. Era tan prometedor… ¿Qué te ha pasado, Kira?
Ojalá lo supiera yo también. Si Edan no hubiese aparecido en mi casa aquella noche… No puedo dejar de pensar que fue eso lo que lo cambió todo. Desde entonces, no me ha salido bien ni un ejercicio. Es como si me hubiese echado una maldición. Cada vez que recuerdo su expresión herida, el rencor con que me miraba…
—Tiene que haber algo que pueda intentar —insisto—. Si crees que la barrera está dentro de mí, ayúdame a encontrarla. Ayúdame a romperla… Tiene que existir alguna manera de hacerlo.
—Quizá haya algo —murmura Hader—. Ode me lo sugirió ayer. Al principio pensé que era absurdo y peligroso, pero ¿qué perdemos con probar? Las cosas ya no pueden ir peor.
—¿De qué se trata?
Hader ladea la cabeza, y vuelve a fijar la vista en la piscina.
—Como sabes, los poderes de Ode son mixtos, al igual que los míos. En alguna que otra ocasión ha manifestado el don de la videncia… Es algo que le ocurre muy raramente, pero ayer le pasó. ¿Y sabes lo que vio cuando estaba en el agua, Kira? Te vio a ti. Te vio en el túnel de coral.
—¿Y eso es bueno?
—No es ni bueno ni malo. Es solamente… extraño. La videncia es un don que permite captar imágenes lejanas en el espacio o en el tiempo. El porqué de que esas imágenes se manifiesten es algo que solo los más experimentados pueden llegar a interpretar. Ode piensa que en este caso se trata de una señal: él cree que deberías ir allí.
—¿Al túnel de coral? ¿Y dónde está eso?
—Bueno… —Hader vacila—. Ese es precisamente uno de los problemas. Se supone que su ubicación exacta es uno de los secretos mejor guardados de Hydra. Pero después de la visión de ayer, Ode cree que tal vez pueda encontrar el camino. Ayer, cuando me lo propuso, le dije que no le permitiría intentarlo. Es demasiado peligroso, si el Consejo le descubriera podrían condenarlo a muerte. Le dije que no le permitiría arriesgar su vida por este asunto, y sin embargo… No sé, Kira. Estoy desesperado, y puede que la idea de Ode sea nuestra última salida.
A lo mejor no debería aferrarme a esta posibilidad. Hader únicamente la ha mencionado porque ya no sabe qué más intentar conmigo, pero se nota que la encuentra demasiado arriesgada.
Aun así, quiero intentarlo.
—Si Ode está dispuesto a buscar ese túnel, yo estoy dispuesta a entrar en él.
—Corren muchas leyendas sobre el túnel de coral. Dicen que al atravesarlo uno recorre el camino desde su mente a su corazón. Es un viaje muy duro para algunas personas. Si existe alguna barrera dentro de ti que te está impidiendo progresar, allí la descubrirás. Y tendremos que hacerlo en secreto, Kira. El túnel solo puede usarse bajo la protección del Gran Consejo y en ocasiones especiales. Que yo sepa, no se ha utilizado nunca oficialmente desde el último asedio. Gracias a él pudimos salvar la isla, y quizá también nos salve la próxima vez.
—¿Y por qué se mantiene en secreto? ¿Corre algún peligro?
—Lo correríamos nosotros si se conociera su ubicación. Los decios matarían por saber dónde está… Es nuestra única vía de escape: un túnel que conecta el lago sagrado de Argasi con el mar exterior.
* * *
Nunca había visto a Ode tan concentrado. Está a punto de amanecer, y la superficie del lago tiene un color grisáceo, ceniciento. Muy pronto, ese gris se llenará de reflejos cálidos, y poco a poco se irá volviendo azul… Pero para eso falta aún más de una hora.
La barca en la que me lleva es similar a la de mi padre: los mismos colores alegres, los mismos ojos pintados a ambos lados de la proa. Nadie al verla diría que es una barca mágica, pero lo es. Una vez que Ode encuentre el túnel, dejará de remar y saltará al agua. Se supone que este frágil cascarón sabrá guiarse solo a través del túnel hasta el mar exterior. Más vale que así sea… porque yo estaré dentro.
No hablamos. Ode no puede permitirse la más mínima distracción en este momento. Necesita invocar la visión para volver a sumergirse en ella y guiarme hasta el túnel de coral. Tiene los ojos fijos en el agua, y hace largo tiempo que no rema. Parece estar esperando… El barco se mece a la deriva, a escasa distancia de la orilla.
Desde aquí casi se puede ver todo el anillo del palacio a nuestro alrededor. Los árboles ocultan buena parte del edificio, pero incluso donde lo tapan completamente, se puede adivinar su silueta más allá de las sombras. Si no sucede algo pronto, alguien podría descubrirnos. Quizá no les llame la atención nuestra barca, no es algo tan infrecuente, según me explicó Hader. Pero si a alguien le diese por hacer indagaciones… En fin, confiemos en que eso no suceda.
De pronto, Ode se pone de pie. Tiene los ojos cerrados, y su expresión es de sufrimiento. No me atrevo a preguntar qué le pasa. Todo su cuerpo está tenso, los músculos claramente definidos de sus brazos tiemblan levemente.
—Lo tengo —murmura—. Prepárate, Kira… A partir de este momento, estarás sola.
Antes de que yo pueda reaccionar, se lanza al agua. La metamorfosis es casi instantánea. Un grito de estupor escapa de mis labios al ver la extraña cola de escamas de oro serpenteando un instante junto a la barca antes de hundirse. Nunca había visto la transformación de otra persona desde tan de cerca. Es aterrador.
Casi al mismo tiempo, una fuerza desconocida hace virar la barca hacia el oeste. Navegamos en esa dirección como si una poderosa corriente nos estuviese arrastrando. Pero las aguas parecen tranquilas… Los reflejos de oro detrás de la popa me hacen comprender que es Ode quien nos está impulsando.
Tengo la impresión de que vamos a estrellarnos contra la orilla cuando descubro una ramificación del lago que se cuela en el interior del bosque. La barca se dirige hacia allí… Ya estamos navegando entre los árboles. Aquí el lago debe de volverse muy profundo, porque a pesar de la transparencia del agua no consigo llegar a ver el fondo. Frente a nosotros, al final del canal, se yergue una muralla de rocas. ¿Forman parte del castillo? No lo sé. Nunca antes había estado en este lugar.
La barca sigue avanzando hasta llegar a unos rápidos que nos envuelven en espumas. Podríamos volcar… Pero Ode no permitirá que suceda. Sigue conmigo, lo noto en los reflejos del agua, a pesar de que no pueda verlo. Otra región de rápidos: sacudida tras sacudida, bajamos descendiendo los peldaños de agua de esta extraña escalera. Y entonces, por fin, veo la grieta abierta en la base de la muralla. Ahí está… Es el principio del túnel.
Aún tardamos un rato en llegar hasta él. Me quedo maravillada al contemplar la transparencia de la corriente, que se ha poblado de mil reflejos de oro. Reflejos similares danzan sobre la bóveda y las paredes de piedra. Nunca he visto un azul más claro que el de estas aguas. Más allá del azul, al fondo, se distingue un bosque de corales blancos.
Recuerdo las palabras de Hader: «al atravesar el túnel de coral, uno recorre el camino desde su mente hasta su corazón». ¿Qué quería decir?
Creo que ahora lo sé: hablaba de esto. Cuanto más nos internamos en el túnel, más sola y vulnerable me siento. No puedo pensar con claridad: las ideas se me escapan como si tuviesen alas. ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué he venido a hacer? Ah, ya lo recuerdo. El don. He perdido la capacidad de conectar con él. Ya no oigo la llamada de las aguas. Ya no entiendo su lenguaje.
Y, sin embargo, hay algo en lo más profundo de mi ser que está escrito en ese mismo lenguaje. Un sentimiento desconocido… Ojalá pudiera seguir ignorándolo, pero está ahí. Lo he visto allá al fondo, con tanta claridad como veo los corales bajo el agua. Podría entenderlo con un poco de esfuerzo, pero si llego a descifrarlo, ya no podré huir nunca de él. Tendré que vivir el resto de mis días con ese sentimiento. Y no quiero.
La barca sigue avanzando. El agua se ilumina a nuestro alrededor, pero más allá todo es oscuridad. No tengo elección; está dentro de mí y fuera de mí a la vez: el agua me lo está mostrando para que no pueda huir de él…
Se trata de Edan. No puedo vivir con lo que le he hecho. No quería perjudicarle, me dejé llevar por el miedo, pero en realidad no quería hacerle daño. Confiaba en mí, y yo le traicioné. Es ese dolor el que me he negado a ver todo este tiempo: la barrera de la que hablaba Hader. Desde el día en que le denuncié he vivido huyendo de mí misma. No podía…, no puedo soportar la idea de haberle perdido para siempre.
Algo estalla a la vez dentro del agua y en las paredes de roca. Un rugido de olas furiosas rueda por el interior del túnel, ensordeciéndome. Y un instante después todo se ilumina con un fulgor azulado que procede del fondo del agua, como si ardieran llamas azules dentro de ella. Es de una belleza casi insoportable. Y lo he provocado yo…, lo he provocado yo con mis sentimientos.
No quería verlo, pero ahora que lo he visto ya no hay vuelta atrás. Es… Es amor lo que siento por Edan. Da lo mismo que sea un enemigo de Hydra: yo le quiero. Y él siente lo mismo por mí, aunque probablemente ni él mismo se dé cuenta. Eso es lo que me asustó tanto, lo que me hizo querer huir de él por el medio que fuese. Lo vi en sus ojos con tanta claridad como ahora lo estoy viendo bajo el agua, en este mágico bosque de corales: sus sentimientos hacia mí no son ninguna farsa; son reales.
Me dejo arrastrar por la corriente del túnel mientras las lágrimas corren libremente por mis mejillas. Puedo intentar engañar a los demás, pero a mí misma no volveré a engañarme. Le he hecho daño a la única persona que me ha inspirado verdadero amor. Y al herirle a él, me he herido a mí misma. Me he herido tanto a mí misma que he estado a punto de destruir mi don, o de perder mi conexión con él para siempre.
Supongo que este dolor significa que las barreras se han roto. Vuelvo a oír la llamada: es más poderosa que nunca, y suena como una música salvaje a la que todo mi cuerpo desea responder.
Estoy recuperando mi don…
Pero supongo que nunca recuperaré a Edan.