Prisa
Stalker eran tan feroz como había pensado que sería, pero también más inteligente. Cuando los tres salimos para enfrentarnos a él, esperó y no parecía sorprendido de verme. Había acertado acerca de la prueba, pero no podía creer que hubiera estado dispuesto a sacrificar a muchos de los suyos con el fin de evaluar mis habilidades. Sin duda era un reto honesto, pero llevaba un precio tan alto que me había dicho mucho sobre su carácter.
Silk lo habría aprobado.
Su pálida mirada se fijó en Tegan y sacudió la cabeza. —Te vas a arrepentir de esto.
Así que no había previsto que me ayudase, seguramente había pesado que yo sería mejor que ella y escaparía por mi cuenta. Era bueno saberlo.
Me lanzó una daga, que esquivé. En lugar de seguir atacando, cuando Fade cargo contra él, agarró al cachorro y ambos salieron corriendo.
Empecé a perseguirlos pero Tegan me detuvo agarrándome del brazo.
—No lo hagas, no es estúpido.
En deferencia a su mayor experiencia en cuanto a Stalker, avisé a Fade.
—¡Espera!
Después de que volviera, Tegan añadió. —Él no volverá hasta que no tenga suficientes Lobos como para derrotarnos. La caza se acabó, ahora es una cuestión de orgullo.
Mi corazón se hundió. —¿Quieres decir que hay más de ellos?
—Esos eran los cachorros que necesitaban su primera sangre. Los más experimentados están cuidando la guarida.
Algo así como el día del nombramiento, supuse, excepto que nosotros no cazábamos personas para conseguir nuestro nombre sino que se reducía a la valentía personal. No me gustaba mucho lo que había visto desde una perspectiva externa.
—Parece que tienes algo de experiencia con esto —dijo él.
—Tenemos una oportunidad de escapar, esta es, —ella afirmó.
Eché un vistazo a Fade. —¿Puedes encontrar el lugar de Pearl desde aquí?
—Eso creo.
Antes de irnos, revisé rápidamente sus heridas y vendé sus brazos, ahora no queríamos dejar un rastro detrás de nosotros. Una vez que encontráramos un lugar seguro donde escondernos, necesitaría un mejor cuidado y algo del ungüento de Banner. Pero como siempre no se quejó en ningún momento.
Gracias a Dios que estaba oscuro otra vez, porque tuvimos que viajar por la ciudad. Encontré el silencio desconcertante. En el enclave, siempre podías oír ruidos humanos. Aquí, los edificios se alzaban como centinelas moribundos, y yo tenía el desconcertante temor que podrían caerse en cualquier momento, enterrándonos bajo polvo y escombros. Allí abajo, tenía la sensación de ser una parte valiosa de la comunidad, en cambio, aquí arriba, me sentía sin valor. El lugar me llenaba de inquietud y encontraba casi imposible de creer que una vez había estado habitado por personas. No podía imaginarlo.
Al atardecer, Fade encontró un refugio. El edificio no conservaba la pintura y las ventanas delanteras estaban destrozadas, esto nos permitía entrar fácilmente. Aunque el lugar olía a almizcle animal, no se veía ninguna señal de presencia humana. Quien quiera que hubiese roto las ventanas en primer lugar, se había marchado hacía mucho tiempo.
—Estamos lo suficientemente lejos de los Lobos como para arriesgarnos a descansar, —dijo Tegan—. Con suerte, habrán perdido nuestro rastro en el tiempo que a Stalker le llevó recoger al resto de ellos.
—¿Cuánto tiempo más tendremos que preocuparnos de que nos alcancen? —Le pregunté.
—Es un buen rastreador, pero hemos cubierto una gran distancia.
Mis pies doloridos podían atestiguarlo. Caminar en la Superficie no se parecía en nada a caminar por los túneles, nuestras zapatillas de piel funcionaban bien abajo, pero aquí, necesitábamos algo más duro.
—Espero que sea suficiente, —dijo Fade.
Después de pasar cuidadosamente sobre los cristales rotos, encontramos una tienda, similar a la que nos refugiamos con anterioridad, pero más grande, con filas y filas de estanterías metálicas. Un enorme cartel azul y rojo colgaba hacia un lado del techo, haciendo que tuvieras que inclinar la cabeza para poder leerlo: MEGAMERCADO DE CAL. Como era de suponer, la mayoría de las estanterías habían sido vaciadas, pero pude encontrar unas cuantas latas que guardé en mi bolsa.
Nos separamos de mutuo acuerdo para explorar el lugar a fondo. Unos minutos más tarde, cuando Tegan empezó a gritar, cogí mis dagas y corrí en su dirección. Me detuve en seco cuando me di cuenta de que estaba emocionada, no asustada y rodeada de ropa. Los estilos y colores eran brillantes y desconocidos, los tejidos se sentían fríos y resbaladizos.
Algunos se desgarraron cuando los agarré, pero había otros que estaban en perfecto estado.
—No había tenido nada que fuera mío desde que los Lobos me tomaron, —dijo Tegan con la voz rota de emoción.
—Encuentra algo que te quede, —le sugerí—. Si estos comerciantes tenían comida y ropa, probablemente también tengan una bolsa para ti.
Aunque la vida en el enclave me había enseñado que uno no necesitaba más de lo que podía trasportar fácilmente, no me gustaba no tener nada para cambiarme cuando lo que vestía se ensuciaba tanto como para llevarlo puesto, por tanto yo también necesitaba ropa de repuesto.
Rebusqué entre las prendas hasta que vi una combinación verde de camisa y pantalón. La camiseta tenía una tira de metal que recorría el centro, tiré de ella hacia arriba y abajo antes de decidir que estaba destinada a hacer más fácil vestirse. Los pantalones eran tan simples como los que estaba acostumbrada a utilizar y tenían una correa para ajustar en la cintura. Estos me servirían, eran ligeros, suaves y debía ser cómodo, aunque el material estaba un poco polvoriento. Lo sacudí contra la pared y el resbaladizo y brillante material se limpió a diferencia de cualquier otra tela que jamás hubiese visto. Sería útil.
Dejé a Tegan buscando una bolsa para sus cosas. En el siguiente conjunto de estanterías, vi un montón de botellas que parecían contener agua y maravillada por nuestra suerte, cogí un par de ellas. Debe haber una sala de desechos por aquí, pensé. Lo encontré en la parte trasera de la tienda, escondido en un pasillo oscuro. Las sombras no me molestaban, mi audición era buena y habría escuchado cualquier movimiento.
El interior estaba sucio, pero no tan desagradable como el que encontramos la última vez, además este espejo no me tomó por sorpresa.
Ignoré a la muchacha que iba a lo suyo, a pesar de que con mi cerebro sabía que era yo, no sentía ninguna conexión con ella, y de vez en cuando, levantaba la vista para ver si continuaba con lo que estaba haciendo o paraba y se quedaba mirando, como yo hacía. Cada vez, sus movimientos coincidían haciendo que mi sensación de incomodidad se mantuviera.
Era como un portal, pensé.
Abrí una botella, no olía como el agua que nosotros hervimos. En lugar de beberla, la utilicé para limpiar la sangre después de haberme puesto la ropa limpia, la cual era más caliente y ligera de lo que esperaba.
Cuando hube hecho lo que puede para remover las manchas de sangre, me sentí un poco mejor.
—Deuce —Fade me llamó—. Ven aquí.
Esperaba que fuera más ropa, pero él había encontrado otra habitación escondida detrás de una pesada puerta de metal en la que se leía SOLO EMPLEADOS. Esta estaba llena de cajas y más cajas, más allá de estas, otro espacio, este más pequeño, con mesas, sillas, altos módulos de almacenamiento y dos polvorientos sofás. Los sacudimos hasta que parecían lo suficientemente limpios como para utilizarlos.
—Podemos cerrar la puerta, —dije—. Y escondernos aquí mientras fuera está tan luminoso.
—No era eso lo que quería que vieras.
Me senté a su lado mientras él abría la tapa de una lata, esta contenía una roja sustancia que me hizo recular. Seguramente no podía ser — entonces la acercó a mi nariz para que pudiera olerla. Era la mejor cosa que alguna vez hubiese olido y consiguiendo que mi boca se hiciera agua.
—¿Qué es?
—Pruébalo. —Fade sumergió su dedo en la lata y me lo ofreció.
Aunque sabía que no debía dejar que me alimentara como a una niña, no me pude resistir. Dulzor explotó en mi lengua contrastando con la calidez de su piel. Sorprendida y complacida, me retiré y metí dos dedos en la lata, cogiendo algo más aparte de la salsa. Una cosa redonda, roja y pequeña permanecía en la curva de la punta de mis dedos, me la comí sin dudarlo. Lo repetí dos, tres veces más hasta que estaba segura que tenía todos los labios rojos, pero no me importaba. Fade me observaba con diversión.
—¿Cómo sabías que esto estaba tan bueno? —Le pregunté.
—Una vez lo probé con mi padre, —me dijo, su sonrisa desvaneciéndose.
Giré la lata, que estaba cubierta con cosas rojas, y tenía una banda azul con letras blancas en ella. Se leía, COMSTOCK, y debajo de esto, CON CEREZAS. Más palabras nuevas, estábamos comiendo cerezas, algo que nunca había probado antes, y me hacían la boca agua. Dejé de comer porque quería que Tegan lo probara también.
—¿Le echas de menos?
Fade asintió con la cabeza y bajó la lata. Vacilante, puse la mano en su hombro. No era una Criadora, por lo que el contacto no era natural para mí, y si lo fuera, supongo que sabría cómo confortarlo. Quizás tendría las palabras adecuadas que decirle y no una garganta llena de silencio. Era la primera vez que había pensado que ser un Criadora podía ser útil.
Era la primera vez que al mirarlo no veía reflejos, músculos o un luchador potencial, sino solamente un chico que me había seguido desde los túneles, que había sido un amigo sin importar los obstáculos que enfrentáramos y que, incluso, mientras los Lobos le habían cazado, él pensaba en salvarme. Mi corazón se movió un poco en mi pecho, parecía hincharse y golpear contra mis huesos hasta que no pude oír.
—Tenías razón, sabes, —dijo finalmente.
—¿Sobre qué?
—Sobre por qué me quedé. No tenía nada mejor esperándome, el enclave era mejor que estar solo.
—No estás solo, —le dije—. Y nunca lo estarás, ahora somos compañeros.
Fade sonrió y yo no sabía por qué hasta que dijo. —Mi padre tenía una compañera pero no la recuerdo.
—¿Ah? —Me preguntaba si su padre también había sido un Cazador en la Superficie, de alguna clase diferente que no conocía. Todo el mundo no podía estar habitado por personas como Stalker.
—Ella era mi madre.
Las palabras me parecieron una pregunta pero yo no tenía una respuesta. —Vamos. En las estanterías he encontrado agua que necesitábamos para limpiar tus brazos.
—Los cortes no son tan profundos, —protestó él.
—Y si se infectan…
—Lo sé. —Me siguió devuelta al interior de la tienda, donde encontramos más objetos que nos podrían ser útiles. Algunos de ellos parecían adecuados para atender las heridas.
Fade hizo una mueca cuando desenvolví las tiras de tela, intenté ser cuidadosa pero la sangre seca había hecho que se pegara a su piel. Me quedé mirando la manera en que le habían hecho los cortes, paralelos a las marcas de Cazador. Ahora tenía doce y una parte de mí deseaba poder cerrarlas adecuadamente, así sus brazos le dirían a cualquiera Soy el doble de Cazador de lo que tú jamás serás. Pero en la Superficie, tales símbolos no significaban nada, solamente eran cicatrices y nadie iba a admirarlo por tener más.
Con la cabeza inclinada, lavé las heridas y apliqué el ungüento que Banner me había dado. La parte primitiva en mí no creía que debiera utilizarlo, cualquier poder que le hubiese dado en su elaboración, desaparecería con su muerte. Pero era todo lo que teníamos y quería que él se curara.
No mostró ningún otro signo de disconformidad. Corté una de las camisas en vendas, colocando la parte suave y blanca en sus cortes. El exterior era resbaladizo como la ropa que yo llevaba y debía mantenerlo libre de agua las heridas. Parecía una tela de gran utilidad, lástima que la fabricación de este se hubiese perdido. Pero entonces, me di cuenta que todo lo que conocía se había perdido también y sentí que debía aprender todo de nuevo, como un pequeño, o atenerme a las consecuencias.
Cuando acabé de atar las tiras, le miré para decirle que ya podía irse, solo para encontrar una expresión acerada, fija en su rostro. Él no apartó la mirada. Sus manos se alzaron para enmarcar mi cara, calentando mis mejillas y antes de que inclinara la cabeza ya sabía lo que iba a hacer.
Tocar mis labios con los suyos. Oh, y yo quería que lo hiciera. Aunque me dio la oportunidad de retroceder y romper su agarre, me quedé inmóvil, sin atreverme apenas a respirar. El viejo estribillo de no puedes y no debes se fue a pique bajo el peso de nuevas palabras como, por favor y sí.
Esta vez, envolví su cuello con mis brazos y me fundí contra él, respirando su aliento y probando su esencia. Él era el calor del fuego y la dulzura de la luna que acababa de conocer. No es de extrañar que los Criadores fueran tan alegres, pensé sin aliento.
—Nunca pertenecí a ningún lugar hasta que te conocí, —dijo, descansando su mejilla contra mi cabello.
—Yo pensé que lo hacía.
Recordar el enclave me apenó porque siempre extrañaría a Stone y Thimble, me preocuparía por Twist y desearía que los pequeños lo estuvieran haciendo bien, especialmente la Chica26, pero no era mi lugar. Lo sabía ahora, había una razón, además de la pena, por la que me había sacrificado por Stone.
—¿Y ahora?
No le podía mentir. —Nací allí y esperaba morir allí, además si nunca me hubiese marchado, pienso que habría estado contenta. Creía todo lo que nos han contado sobre la superficie y cuando empezamos a subir ese día, pensé que moriría de miedo.
—Tú no, —dijo—. Nunca te he visto darte por vencida. Estabas decidida a demostrarle a todos que merecías ser una Cazadora, cuando nadie lo cuestionaba excepto tú.
Eso me sorprendió. —¿Qué quieres decir?
—Estabas entre los mejores y si no hubiese sido por la fuerza física de Crane, te habrías enfrentado a mí en las finales. Pero creo que lo dudabas porque desde el principio no tuviste la misma frialdad que el resto de Cazadores. No es sencillo para ti.
—No, —dije suavemente, pensando en el niño ciega que habíamos fallado en salvar.
—Y es por eso que yo…
Antes de que pudiera terminar su pensamiento, Tegan nos encontró. — Así que aquí es donde se estaban escondiendo.
Ya que el momento se había roto por la interrupción, lideré el camino de regreso a la habitación con los sofás, donde habíamos dejado la lata de cerezas. Le tendí la lata abierta. —Pruébalo.
—Parece… oh. —Después de un cauteloso paladeo, metió los dedos en forma de gancho como yo hice antes.
Ahora entendía porque Fade se había divertido viéndome comer. Su placer era contagioso, encontrando su camino a mi rostro en forma de una tranquila sonrisa. La dejamos terminar el resto, pensé que se merecía algo dulce.
—Tengo un par más aquí. ¿Por qué no echas el pestillo para pasar la noche? —Mientras Fade cerraba la puerta, yo rebusqué en mi bolsa—. Veamos que más tenemos para cenar.
La primera lata que abrimos olía a pescado, pero no rancio. A lo largo de los años, me he convertido en una experta en detectar si era sano consumir dichos alimentos y a juzgar por el color y la textura, realmente era pescado. Nos lo dividimos entre los tres. Sabía que necesitaríamos la energía porque a saber cuándo volveríamos a tener una comida tan buena. También tenía una lata en la que se leía, VEGETALES VARIOS.
Las cosas multicolores que había dentro estaban blandas y no sabían muy bien, pero llenaron nuestros estómagos.
—Gracias por traerme con ustedes, —dijo Tegan.
Fade suspiró. —No nos des las gracias todavía porque nos dirigimos al norte y en el momento en el que el viaje esté hecho, podrías haber deseado quedarte con los Lobos. No sabemos lo que nos espera allí fuera.
—Me gustaría averiguarlo. —Su mirada tenía una especie de dulce hambre, un anhelo que no consumía, sino solo de necesidad por la verdad.
Entendía esa mirada porque desde que había dejado de lado la posibilidad de poder hacer algo por los pequeños, había comenzado a vibrar con el deseo de entender por qué ocurrían las cosas, por qué algunas personas viven bajo tierra, al igual que nuestro enclave, los Freaks y los Excavadores, y otros en cambio se quedaban en la Superficie y se convertían en los peores monstruos posibles.
—¿Todavía tienes ese libro? —Fade me preguntó.
Sin palabras, lo saqué de mi bolsa y se lo tendí. La luz que se colaba por la ventana era suficiente para ver las páginas y sin preguntar si estábamos interesadas, lo abrió y empezó a leer. Escuché hasta que mis ojos se volvieron pesados y me dejé caer sobre sus piernas. Soñé con chicos que brillaban en rojo y dorado, y chicas con sombras en su piel.