XIV

Fenómenos de la respiración psíquica

Excepto las instrucciones sobre la respiración rítmica, la mayo— iría de los ejercicios descritos hasta ahora se relacionan con el esfuerzo en el plano físico, que además de su gran importancia propia lo consideran también los yoguis a propósito para dar una base sustancial a los esfuerzos en los planos psíquico y espiritual.

Sin embargo, no se debe prescindir del aspecto físico del asunto o juzgarlo de poco valor, sino recordar que el cuerpo sano es indispensable requisito de la mente sana, y también que el cuerpo es el templo del Ego, la lámpara en que arde la luz del Espíritu. Todo conviene en su lugar y todas las cosas tienen su lugar.

Hombre completamente evolucionado es d conocedor del cuerpo, la mente y el espíritu, y les da el lugar correspondiente

Descuidar alguno de ellos es un error que debe rectificarse tarde o temprano, una deuda que debe pagarse con crecidos intereses.

Trataremos ahora del aspecto psíquico de la ciencia yogui de la respiración, en forma de una serie de ejercidos, con su correspondiente explicación.

Notaréis que cada ejercido de respiración rítmica va acompañado de la recomendación de dirigir el pensamiento hada d apetecido resultado.

Esta actitud mental abre a la voluntad un camino libre de obstáculos sobre el que ejerce su fuerza.

No podemos en esta obra profundizar el tema del poder de la voluntad y además debemos presumir que d lector tiene de do algún conocimiento.

Si así no fuera, la misma práctica de los ejercidos le dará un conocimiento mucho más claro que cualquier suma de enseñanzas teóricas, pues como dice el antiguo proverbio indo: «El que prueba un grano de semilla de mostaza conoce mejor su sabor que quien ve un elefante cargado de ella.»

I. Instrucciones generales para la respiración psíquica

La base de la respiración psíquica es la respiración rítmica, sobre la que hemos dado instrucciones en el último capítulo.

En los ejercicios que siguen, a fin de evitar repeticiones inútiles, diremos simplemente respirar rítmicamente y añadiremos la instrucción para el ejercicio de la fuerza psíquica o poder de la voluntad dirigido y operante de conformidad con las vibraciones de la respiración rítmica.

Después de algo de práctica se notará que no hay necesidad de contar después de la primera respiración rítmica, pues la mente habrá adquirido la idea del tiempo y del ritmo y se podrá respirar rítmicamente, casi automáticamente.

Así quedará la mente despejada para la proyección de las vibraciones psíquicas bajo la dirección de la voluntad.

En el ejercicio siguiente daremos instrucciones respecto a la actuación de la voluntad.

II. Distribución del prana

Acostado, tendido en el suelo o en la cama, sin tensión muscular, descansando ligeramente las manos sobre el plexo solar (sobre la boca del estómago, donde principian a separarse las costillas) respirar rítmicamente.

Después de completamente establecido el ritmo, querer que cada inhalación extraiga mayor cantidad de prana o energía vital del depósito universal la que recibirá el sistema nervioso y alma' cenará el plexo solar.

A cada inhalación, quiérase que el prana o energía vital se distribuya por todo el cuerpo, y llegue a los órganos, músculos, nervios, arterias, venas, células y átomos, desde lo alto de la cabeza hasta la planta de los pies para que vigorice, fortalezca y estimule el sistema nervioso, enviando energía, fuerza y vigor a todo el organismo.

Mientras se ejerce la voluntad, procúrese formar una imagen mental de la corriente precipitada de prana que se interna por los pulmones, que instantáneamente la recibe el plexo solar, para que el esfuerzo de la inspiración la lleve a todas las partes del sistema hasta las puntas de los dedos de manos y pies.

No es necesario esforzar la voluntad.

Basta la simple orden de lo que se desea producir y la representación mental de ello. La orden severa con la imagen mental es mucho más eficaz que el deseo violento, que disipa inútilmente la energía.

El mencionado ejercido es utilísimo, pues restaura y vigoriza el sistema nervioso y produce una sensación de tranquilidad en todo el cuerpo.

Es especialmente beneficioso cuando uno está cansado o falto de energía.

III. Alivio del dolor

Acostado o sentado y erguido, respirar rítmicamente, manteniendo el pensamiento de que se inhala prana.

Luego, al espirar, envíese el prana a la parte dolorida, para restablecer la circulación y la corriente nerviosa.

En seguida inhálese más prana, con el propósito de expulsar la condición penosa, y al exhalar, sosténgase el pensamiento de que desaparece el dolor.

Alternar los dos mencionados mandatos mentales.

Una exhalación estimula la parte dolorida y la otra expulsa el dolor.

Obsérvese esto durante siete respiraciones, practíquese en seguida la respiración purificadora y tómese luego un momento de descanso.

Continúese practicando hasta notar alivio, que no tardará mucho.

Se echará de ver que muchos dolores se calman antes de terminar las siete respiraciones.

Si se coloca la mano sobre la parte dolorida, se pueden obtener más rápidos resultados.

En este caso, enviar la corriente de prana a lo largo del brazo hasta la parte enferma.

IV. Régimen de la circulación

Acostado o sentado, con el busto erguido, respirar rítmicamente y con las espiraciones dirigir la circulación hacia la parte que se desee y que puede estar afectada por deficiente riego sanguíneo.

Es eficaz en los casos de frío en los pies y en los de dolor de cabeza.

En el primer caso la sangre enviada hacia abajo calienta los pies, y en el segundo alivia el cerebro de excesiva presión.

En el caso de dolor de cabeza, procúrese primero calmar el dolor y después envíese la sangre hacia abajo.

Con frecuencia se nota sensación de calor en las piernas a medida que la sangre desdende.

La circulación está en gran parte bajo el dominio de la voluntad, y la respiración rítmica facilita la tarea.

V. Autocuración

Acostado, en posición de abandono y relajados los músculos, respirar rítmicamente y querer inhalar gran cantidad de prana.

Luego con la exhalación envíese el prana a la parte afectada, con el propósito de estimularla.

Variar ocasionalmente la exhalación con la orden mental de que desaparezca la morbosidad. Empléense las manos en este ejercicio, pasándolas por el cuerpo hacia abajo, desde la cabeza hasta la parte enferma.

Al usar las manos para la curación, manténgase siempre la imagen mental de que el prana fluye a lo largo del brazo, y por la punta de los dedos penetra en el cuerpo hasta la parte afectada y la cura.

Naturalmente, sólo podemos dar instrucciones generales sin tratar en pormenores sobre las diversas enfermedades. Sin embargo, con un poco de práctica de este ejercido, ligeramente modificado para adaptarlo a las condiciones del caso, producirá sorprendentes resultados.

Algunos yoguis siguen el procedimiento de colocar ambas manos sobre la parte afectada y entonces respiran rítmicamente, manteniendo la imagen mental de que realmente están acumulando prana en el órgano y parte enferma, estimulándola y desalojando las condiciones morbosas, lo mismo que sí de un balde se bombeara agua sucia para expulsarla y llenarlo de agua clara.

Este método es muy eficaz si la imagen mental del bombeo se mantiene con claridad, representando la inhalación la elevación de la manija y la espiración el bombeo.

VI. Curando a otros

No podemos ocuparnos detalladamente de en este libro del tratamiento psíquico de las enfermedades por medio del prana pues sería ajeno a su propósito, pero podemos dar instrucciones claras y sencillas que capaciten para curar a los demás. El principio esencial que debe tenerse en cuenta es que mediante la respiración rítmica y el pensamiento gobernado se puede absorber considerable cantidad de prana y transmitirla al organismo de otra persona, estimulando los órganos debilitados, para eliminar su morbosa condición y restituirles la salud.

Se debe aprender primero a forjar con claridad la imagen mental de la condición deseada, de manera que se note el influjo del prana que circula a lo largo de los brazos y por las puntas de los dedos hasta llegar al cuerpo del paciente.

Respirar rítmicamente unas cuantas veces hasta que el ritmo esté perfectamente establecido; se colocan entonces las manos sobre el cuerpo del paciente dejándolas descansar ligeramente sobre la parte afectada siguiendo el procedimiento de bombear descrito en el ejercicio precedente, se llena completamente de prana al enfermo hasta eliminar la condición morbosa.

A cortos intervalos se deben levantar las manos y sacudir los dedos, como si se estuviese arrojando la enfermedad.

Conviene hacer este ademán de cuando en cuando así como también lavarse las manos después del tratamiento, pues sin esta precaución podrían adquirirse vestigios de la enfermedad del paciente

Practíquese también la respiración purificadora varias veces.

Mientras se opere, déjese que una corriente continua de prana bañe al paciente.

El operador es simplemente la bomba aspirante e impelente que relaciona al enfermo con la provisión universal de prana, permitiéndole fluir por su intermedio.

No hay necesidad de obrar vigorosamente con las manos sino lo necesario para que el prana llegue libremente a las partes afectadas y restablezca la normalidad.

La respiración rítmica debe practicarse frecuentemente durante el tratamiento, con objeto de mantener el ritmo normal y permitir el libre paso del prana.

Es mejor colocar las manos sobre la piel desnuda, pero cuando esto no sea conveniente o posible, se pondrán sobre la ropa.

El método indicado puede variarse oportunamente por el de golpear suave y blandamente con las puntas de los dedos, ligeramente separados. Será como un calmante para el paciente

En casos crónicos conviene expresar las órdenes mentales por medio de palabras, tales como salid, salid, o sé fuerte, sé fuerte según los casos, pues las palabras ayudarán a ejercer la voluntad más eficaz y directamente.

Varíense estas instrucciones según requieran las necesidades de cada caso, con intervención del discernimiento e inventiva del operador.

Exponemos los principios generales que pueden aplicarse de cien modos diferentes.

Si las anteriores instrucciones, aunque aparentemente sencillas, se estudian y observan cuidadosamente, capacitarán a quien las practique para realizar cuanto los magnetizadores de mayor fama pueden llevar a cabo, aunque sus sistemas sean más o menos embarazosos y complicados.

Usan ignorantemente el prana y le llaman magnetismo.

Si combinarán la respiración rítmica con su tratamiento magnético, duplicarían su eficacia.

VII. Curación a distancia

El prana coloreado con el pensamiento del emisor puede proyectarse a personas ausentes que deseen recibirlo, efectuándose de este modo la acción curativa que dependerá de la intensidad del pensamiento. Tal es el secreto de la curación a distancia, de la que se ha hablado tanto estos últimos años en el mundo occidental.

El pensamiento del magnetizador emite y colorea el prana, lo proyecta con la velocidad del rayo hasta llegar al organismo psíquico del paciente.

Es invisible, y como las ondas hertzianas atraviesa cuantos obstáculos se le interponen y busca a la persona que está en armonía para recibirlo.

Para curar a distancia se ha de forjar una imagen mental del enfermo hasta notar que se está en relación con él. Este proceso psíquico depende de la facultad que de formar imágenes mentales tenga el magnetizador.

Puede darse cuenta de que está establecida la relación cuando note una sensación de proximidad.

Es difícil explicar esto con mayor claridad, pero puede adquirirse con un poco de práctica y algunos lo consiguen al primer ensayo.

Cuando la relación está establecida, dígase mentalmente al ausente: Estoy enviando una provisión de energía vital que os vigorizará y curará.

Entonces imaginad que el prana sale de la mente a cada exhalación de la respiración rítmica, y que instantáneamente se proyecta por el espacio y llega al paciente y lo cura.

No hay necesidad de fijar hora para el tratamiento, aunque se puede señalar si se desea.

El estado receptivo del paciente, determinado por su expectativa de la fuerza psíquica emitida, le pone en condición de recibir las vibraciones transmitidas en cualquier momento que las envíe el operador.

Si se establecen horas previamente convenidas debe colocarse el paciente en actitud de abandono y en estado receptivo.

Tal es el gran principio fundamental del tratamiento a distancia que emplean los occidentales.

Con un poco de práctica se pueden realizar estas cosas tan bien como los más reputados magnetizadores.