Criaturas milagrosas

EN los Bosques Encantados hay martas y tejones y zorros, pero sin duda hay criaturas más poderosas, y el lago esconde aquello que ni la red ni el sedal se pueden llevar. Estas criaturas son de la raza del venado blanco que entra y sale con ligereza de las leyendas de Arturo, y del cerdo maligno que mató a Diarmuid ahí donde el Ben Bulben¹ se funde con el viento del mar. Son las criaturas hechiceras de la esperanza y el miedo; las hay que vuelan y las hay que vigilan entre los matorrales que están alrededor de las Puertas de la Muerte. Un hombre que conozco recuerda que, una noche, su padre estaba en el bosque de Inchy, «donde los muchachos de Gort solían robar cañas. Estaba sentado junto al muro, y el perro a su lado, cuando oyó algo que venía corriendo desde Owbawn Weir. No conseguía ver nada, pero el sonido de las patas en el suelo era como el de un venado. Y cuando pasó delante de él, el perro se puso entre el muro y mi padre, y comenzó a arañarlo como si tuviera miedo, pero aun así, él no pudo ver nada, tan sólo oír el ruido de las pezuñas. De modo que, cuando hubo pasado, su padre se dio media vuelta y regresó a casa»; «En otra ocasión», dice el hombre, «mi padre me contó que se encontraba en una barca en el lago con dos o tres hombres de Gort, y uno de ellos tenía un arpón para anguilas y lo lanzó al agua y le dio a algo, y el hombre se; desmayó y tuvieron que sacarlo de la barca y llevarlo a tierra. Cuando volvió en sí, dijo que aquello a lo que le había dado era como un becerro. Pero fuese lo que fuese, no era un pez!». Un amigo mío está convencido de que estas terribles criaturas, tan corrientes en los lagos, fueron puestas ahí en la antigüedad por unos encantadores astutos para vigilar las puertas de la sabiduría. El cree que, si enviásemos a nuestros espíritus al interior de las aguas, haríamos que fuesen de una sustancia con extraños caprichos de éxtasis y poder, y quizá saldríamos a conquistar el mundo. No obstante, cree que primero tendríamos que desafiar y quizá derrocar a unas extrañas imágenes con una vida más poderosa que si realmente estuvieran vivas. Es posible que, cuando hayamos experimentado la última aventura, es decir, la muerte, las contemplemos sin miedo.

1902