por Rev. Richard Dawkins
—Señor, creo que puedo probar que el mundo se fue por una pernera diferente del Pantalón del Tiempo porque Darwin escribió el libro equivocado, y la humanidad no abandonó el planeta antes de la gran helada —dijo Ponder, alejándose.
—¿Por qué lo hizo, entonces? —dijo Ridcully, perplejo.
—No lo sé, señor. Todo lo que sé es que, hasta que hace algunos días, este Charles Darwin escribió un libro que decía que toda la evolución funcionaba naturalmente, sin un dios. Ahora resulta que no. En cambio, escribió un libro que dice que funcionaba porque había un dios involucrado en cada etapa.
—¿Y este otro tipo, Dawkins?
—Dijo que Darwin casi tenía bastante razón excepto la parte del dios. No se necesita uno, dijo.
—¿No necesita un dios? ¡Pero aquí dice que es un sacerdote de alguna clase!
—Er... algo así, señor. En la... historia donde Charles Darwin escribió Teología de las Especies, se había vuelto más o menos obligatorio tomar las órdenes sagradas para asistir a una universidad. Dawkins decía que la evolución ocurrió por sí sola.
Cerró los ojos. Ridcully solo era un público mucho mejor que el profesorado superior, que habría llevado la conversación a temas referentes al estatus de una bella arte, pero su Archicanciller era un hombre práctico y sensato, y por lo tanto encontraba difícil a Mundobola. No era un lugar sensato.
—Me has confundido allí. ¿Cómo puede simplemente ocurrir? —dijo Ridcully—. No tiene sentido si no hay nadie que sepa qué está ocurriendo. Tiene que haber una razón.
—Muy cierto, señor. Pero esto es Mundobola —dijo Ponder—. ¿Lo recuerda?
—¿Pero seguramente este otro tipo, Dawkins, lo puso bien otra vez?
Ridcully vaciló.
—Dijiste que era el libro correcto.
—Pero en el tiempo equivocado. Fue demasiado tarde, señor. No escribió su libro hasta después de cien años más. Causó un jaleo enorme...
—¿Uno a destiempo, sospecho? —dijo Ridcully alegremente, untando la tostada en el huevo.
—Jajaja, señor, sí. Pero aun así fue demasiado tarde. La humanidad estaba en camino a la extinción.
Ridcully levantó Teología y la giró en sus manos, manchándola con mantequilla.
—Parece bastante inocente —dijo—. Dioses haciendo que todo ocurra... bien, eso es sentido común. —Alzó una mano—. ¡Lo sé, lo sé! Esto es Mundobola, lo sé. Pero donde hay algo tan complicado como un reloj, sabes, debe haber un relojero.
—Eso dijo el Darwin que escribió el libro Teología, señor, excepto que afirmó que el relojero permanecía como parte del reloj —dijo Ponder.
—¿Aceitándolo, y cosas así? —dijo Ridcully, alegremente.
—Algo así, señor. Metafóricamente.
—¡Ja! —dijo Ridcully—. No me asombra que hubiera jaleo. A los sacerdotes no les gusta ese tipo de cosas. Siempre se retuercen cuando las cosas se ponen místicas.
—Oh, ¿los sacerdotes? Lo adoraban —dijo Ponder.
—¿Qué? ¡Pensé que dijiste que unos intereses adquiridos estaban en su contra!
—Sí, señor. Quise decir los filósofos y los científicos —dijo Ponder Stibbons—. Los tecnománticos. Pero perdieron.