Capítulo 27

La secretaria del despacho del doctor Huff les salió al encuentro cuando abandonaban el almacén. El mensaje era del despacho de Chee en Crownpoint. Le decía que llamara a Martin al cuartel general del FBI en Albuquerque.

- Pensaba que nadie sabía que estábamos aquí -dijo Mary, frunciendo el ceño-. ¿Acaso no era ése el medio para estar a salvo?

- Sólo lo saben en mi despacho -contestó Chee.

- Pero, si lo saben en su despacho, ¿no podría alguien…?

- ¿Cómo?

Mary lo pensó sin dejar de fruncir el ceño y después se encogió de hombros.

- Creo que tiene razón -dijo-. Pero ya sabe usted cómo es la gente.

Martin quería recordarle a Chee la necesidad de pasarse por allí y echar un vistazo a las fotografías.

- Puede que vaya dentro de un par de días -le dijo Chee-. A decir verdad, prefiero no acercarme a lugares donde ese tipo me pueda estar esperando.

- Creo que ahora puede tranquilizarse un poco. Ya se ha ido.

- ¿Cómo lo sabe?

- Hemos efectuado un reconocimiento exhaustivo -contestó Martin-. Hemos comprobado todos los moteles, todos los hoteles y todos los lugares donde pudiera alojarse. Incluso hemos examinado los más recientes alquileres de apartamentos.

- Mucho trabajo me parece -comentó Chee.

- No está por aquí -dijo Martin-. Y ya hemos encontrado el Plymouth blanco y verde. Estaba en un pequeño garaje de Gallup. El hijo de puta lo dejó allí y le dijo al mecánico que le revisara la caja de distribución, pero que no tenía prisa. Por eso no lo encontramos abandonado por ahí.

- Fue muy hábil. ¿Sabe usted cómo consiguió salir de Albuquerque esta vez?

- Estamos casi seguros de que robó un automóvil. Debió de dirigirse a algún sitio como El Paso o Denver. Un sitio lo suficientemente lejano como para escapar a nuestra vigilancia. Después debió de tomar un avión hacia dondequiera que se dirija.

- ¿O sea que no está en Albuquerque?

- No, a menos que se aloje en casa de algunos parientes -contestó Martin.

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