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PROPAGANDA DUE LA MASONERÍA FASCISTA
La historia de Michele Sindona y de las finanzas de la Santa Sede no sería la misma de no haber entrado en escena una sociedad secreta, cuyo descubrimiento supuso el mayor golpe para la Italia salida de la Segunda Guerra Mundial. En un país democrático occidental existió un grupo que incluía a ministros, generales y financieros que conspiraba para acabar con la democracia no sólo en Italia, sino en toda Europa.
Licio Gelli se consideraba a sí mismo como el hombre más de derechas de Europa. Nació en Pistola, Toscana, en 1919. Durante la Guerra Civil española había sido voluntario con dieciocho años en un batallón italiano de camisas negras. Luego, durante la Segunda Guerra Mundial, fue oficial de enlace entre el Ejército alemán y el italiano con responsabilidades de inteligencia: su Principal misión era la localización y eliminación de partisanos.[1]
Pero de eso hacía ya mucho tiempo. En los años sesenta, Licio Gelli había prosperado: «Las puertas acorazadas de los bancos se abren todas hacia la derecha», solía decir, y se había convertido en uno de los personajes más relevantes en la vida económica y política de Italia.
Al parecer, buena parte de esa riqueza procedía, precisamente de la guerra. Gelli había estado destinado durante un tiempo en la localidad de Cattaro, Montenegro, a orillas del Adriático, desempeñando labores de inteligencia.[2] Allí estuvo escondida buena parte de los depósitos de oro del Banco de Yugoslavia, miles de lingotes de los que nunca volvió a saberse hasta 1999, cuando la policía italiana encontró ciento cincuenta de estos lingotes en las macetas y parterres del jardín de la lujosa villa de Gelli en Toscana.[3]
Después de la guerra trabajó para ambos bandos. A pesar de que elaboró para los aliados una lista negra de fascistas que debían ser vigilados, también participó en la red de contrabando de criminales de guerra del padre Draganovic, lo cual le reportó importantes beneficios económicos. Posiblemente, el caso más célebre en el que Gelli estuvo involucrado fue la huida de Klaus Barbie, El Carnicero de Lyon, que se refugió durante varios meses en el Vaticano antes de ser puesto en manos de Gelli. El coste de la operación fue sufragado íntegramente por la contrainteligencia estadounidense, que estaba muy interesada en la información que podía proporcionarle el antiguo jefe de la Gestapo.
En 1948 Gelli entró a formar parte de la Democracia Cristiana. Más tarde alcanzó el cargo de director de Permaflex, una de las empresas más importantes de colchones de Italia. Por aquella época, se convirtió en uno de los puntales de la Operación Gladio, un ambicioso plan de la CÍA para impedir la expansión del comunismo en Europa. En 1972, cuando Gelli trabó amistad con el general Alexander Haig, antiguo comandante en jefe de la OTAN, Gladio era una compleja red que contaba con más de 15.000 agentes en toda Europa realizando las más variadas labores. Se sabe que Gelli recibió financiación de Haig por este concepto.
LA ESTRATEGIA DE TENSIÓN
Gladio era otro de los planes que incesantemente surgían de |a fértil mente de James Jesús Angleton: durante los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, Angleton, que trabajaba para la Oficina de Servicios Estratégicos, la antecesora de la CÍA, comenzó a formar un círculo de intereses comunes con varios fascistas (ex fascistas, habría que decir), que compartían sus recelos hacia el Partido Comunista italiano, el más poderoso de Europa, como ya hemos mencionado. Fue entonces cuando comenzaron a pergeñarse las tácticas seudomafiosas que, con la complicidad de la Democracia Cristiana y la Iglesia, dificultaron durante años el éxito electoral de los comunistas.
Cuando Angleton se convirtió en el jefe de contrainteligencia de la CÍA, el plan obtuvo carta de naturaleza y un nombre oficial, Gladio, así como suficientes fondos para convertir la política italiana en un verdadero caos durante décadas. Gladio forjó secretas alianzas entre la mafia y ciertos funcionarios del Vaticano; reclutó a fascistas y mafiosi para perpetrar atentados de los que luego era culpada la izquierda, repartió millones de liras entre partidos políticos y periodistas para adulterar las elecciones e incluso se sospecha que supervisó el secuestro y asesinato del primer ministro Aldo Moro —que había incurrido en la «osadía» de incluir a dirigentes comunistas en su gabinete—,[4] así como el de la magistrada Vittoria Occorsio.
En mayo de 1965, el plan maestro de Gladio estaba perfectamente descrito en un documento titulado «La estrategia de tensión», en el que se proponía escenificar una campaña terrorista de izquierdas que llevase a la población a un nivel de tensión superior al que pudiera soportar, de forma que la situación derivase en un levantamiento popular y el establecimiento de un gobierno de corte neofascista.
El toque de genialidad de Gelli fue recurrir a la masonería para establecer el germen de este nuevo orden italiano. Todo el asunto no está exento de ironía, pues fue precisamente Mussolini quien en su día proscribió la masonería italiana. Sin embargo, la república había restituido sus derechos a los masones y ahora las logias florecían en la península.
Propaganda Due (P2) era una logia con una dilatada trayectoria. Había sido fundada en Roma en 1877 para servir a los masones italianos que visitaran la capital.[5] Gelli, que se convirtió en masón en noviembre de 1963, fue escalando grados rápidamente hasta alcanzar el necesario para liderar su propia logia. El Gran Maestre Giordano Gamberini le encomendó a Gelli la tarea de crear una gran logia que sirviese para expandir los ideales masónicos por toda Italia. Obtuvo el control definitivo de Propaganda Due en 1976, después de que ésta hubiera sido disuelta y vuelta a fundar por disensiones internas de la propia organización masónica, que comenzaba a darse cuenta de que Licio Gelli tenía ideas muy personales sobre el destino de la logia. Lo cierto es que los ideales de esta nueva Propaganda Due no eran demasiado masónicos, aunque sí muy ambiciosos. Gelli no sólo pretendía realizar el plan de Gladio y culminarlo con el establecimiento de un gobierno fascista en Italia, sino exportarlo a otros países del mundo.
Gelli hizo un magnífico trabajo, ya que incrementó el número de miembros de apenas catorce a más de un millar (algunos autores hablan hasta de 2.500 miembros). Por aquellos días, Gelli declaró en una entrevista televisiva que quería reunir a los mejores de cada campo para materializar sus «planes de renacimiento democrático». Uno de los primeros miembros de la renacida logia era el general Giovanni Alia vena, hombre fuerte del espionaje italiano en cuyas manos había material muy sustancial con el que se podría chantajear a un gran número de personalidades italianas. La oficina D del SID (una especie de combinación del FBI y la CÍA, a la italiana) estuvo en su día investigando estos posibles chantajes.
SASSO IN BOCCA
Gelli era un completo desconocido para la opinión pública y, al mismo tiempo, uno de los grandes actores de los asuntos del país. Obviamente, contó con algo de ayuda para llevar a cabo este «milagro». El periodista italiano Carmine «Mino» Pecorelli, que fue miembro de P2, declaró públicamente que la CÍA estaba sustentando económica y logísticamente a la organización. En 1990 el antiguo agente de la CÍA Richard Brenneke confirmó esta colaboración entre el espionaje estadounidense y la logia italiana. Pecorelli fue encontrado en 1979 con un disparo en la boca, el sasso in bocea que los mafiosos reservan a los chivatos. En su despacho se encontraron algunos papeles de la oficina D del SID, gran parte de ellos relativos a Gelli. Uno de estos documentos era una lista de personas que Gelli había denunciado ante el SID como colaboradores durante la ocupación alemana entre 1943 y 1945; otro era una nota de la inteligencia italiana en la que se expresaban sospechas de que Gelli pudiera estar trabajando en secreto para algún servicio de inteligencia del Pacto de Varsovia.
Según diversos investigadores, las relaciones de P2 iban mucho más allá de la CÍA y se extendían a la extrema derecha italiana, otras sociedades secretas, como los carbonarios, y el mismísimo Ejército italiano. Gelli podía presumir de estar muy bien relacionado. Había sido socio del criminal de guerra Klaus Barbie, a quien ayudó a organizar un escuadrón de la muerte en Bolivia, responsable del asesinato del líder socialista Marcelo Quiroga y, en buena medida, del ascenso al poder del general boliviano Luis García Meza. La junta militar boliviana agradeció los servicios de Gelli y Barbie dándoles concesiones especiales sobre las plantaciones de coca, de cuya comercialización se encargaban los no pocos contactos que Gelli tenía en la mafia siciliana.
Gelli también había contribuido económicamente al régimen de Juan Domingo Perón en Argentina y mantenía relación con Ronaid Reagan, que le invitó a su ceremonia de toma de posesión como presidente de Estados Unidos en 1981. Con quien sí se sabe que trabó amistad fue con Phil Guarino, director de la campaña electoral de Reagan, quien un año antes, el 8 de abril de 1980, recibió una carta de Gelli en los siguientes términos:
Si crees que puede ser útil que algo favorable a tu candidato presidencial sea publicado en Italia, envíame el material y yo haré que salga en alguno de los periódicos de aquí.
Además, Gelli había sido uno de los principales patrocinadores del régimen de Anastasio Somoza en Nicaragua y de los comandos de la Triple A en Argentina, Colombia y Brasil. Afirmaba encontrarse en términos amistosos con el antiguo director de la CÍA y presidente de Estados Unidos George Bush padre, a quien calificaba de «miembro honorario» de P2. Gracias a su logia y a sus contactos creó lo que los tribunales italianos calificaron como «una estructura secreta con la increíble capacidad de controlar las instituciones gubernamentales hasta el punto de convertirse, virtualmente, en un Estado dentro del Estado».
Con toda esta experiencia no es de extrañar que Licio Gelli obtuviera notables éxitos cuando decidió dedicarse al comercio de armas, teniendo como principales clientes las dictaduras de extrema derecha iberoamericanas y un Estado de Israel que no debía de conocer sus tratos con criminales de guerra nazis.
Sin embargo, en 1981 se vino abajo el entramado de P2 al ser descubierto por las autoridades. Durante un registro en la mansión de Gelli se encontró una copia del documento «La estrategia de tensión» y una lista con los nombres de los principales conspiradores, incluidos tres ministros, cuarenta miembros del Parlamento, cuarenta y tres generales del ejército, entre ellos el poderoso Giovanni Torrisi, jefes de la policía y los servicios secretos, como Giuseppe Santovito, el doctor Joseph Michelle Crimi y Giulio Grassini, el jefe de la policía financiera, Orazio Giannini, el general del SID Vito Milici, el general de la Guardia Financiera Raffaele Giudice, el magistrado del Tribunal Supremo Ugo Zilletti, ocho almirantes, industriales, financieros, artistas, periodistas, dueños de diarios, ejecutivos de televisión, cientos de diplomáticos y altos funcionarios y, por supuesto, Michele Sindona. Muchos de los incluidos en la lista negaron su asociación con la logia, aunque nadie les creyó. Otros, incluido el propio Gelli, fueron inmediatamente detenidos por orden del fiscal de Milán, Pierluigi Del Posso. Gelli escapó de la cárcel sobornando a los guardianes.
Algunos no tuvieron tanta suerte y vieron sus carreras definitivamente arruinadas por culpa de Propaganda Due. Sin duda, el mayor afectado fue el ministro de justicia Adolfo Sarti, que si bien no figuraba en la lista de miembros, sí había solicitado su ingreso en la logia según los documentos encontrados en la casa de Gelli.[6] Sarti tuvo que dimitir mientras las autoridades investigaban su posible implicación en «actividades criminales».[7] La aparición del nombre de Sarti en los documentos de Gelli fue especialmente significativa, ya que el ministro era popularmente conocido por ser uno de los adalides de la lucha antiterrorista. El escándalo hirió de muerte al gobierno de coalición, que sólo siete meses antes había conseguido ensamblar con no poco esfuerzo el primer ministro Arnaldo Forlani. De la noche a la mañana, el semidesconocido Gelli pasó a ocupar las portadas de los diarios de todo el mundo.
EL JURAMENTO ETERNO
Gracias al apoyo de Propaganda Due, Michele Sindona pudo expandir aún más su imperio. En un acto de extrema arrogancia llegó a declarar:
Compré Pachetti, una compañía química, por diez millones y la vendí por treinta; compré Saffa, una compañía constructora, y la vendí con diez millones de dólares de beneficio; vendí Sviluppo, una compañía de desarrollos inmobiliarios, por cinco millones de dólares. Millones, millones, millones durante muchos años.
También comentó en las páginas de Newsweek:
Todo tiene su precio y si creo que es barato lo compro. Si creo que es caro y se me ofrece un buen precio vendo. No tengo principios sobre en qué negocios estar y en cuáles no. Esta es la actitud correcta que debe tener un banquero de inversiones.
Sindona, como todos los miembros de P2, pasó a formar parte de la logia mediante una ceremonia de iniciación. Según el teniente coronel Luciano Rossi, miembro del pelotón de ejecuciones del grupo y que se suicidó seis semanas después de ser entrevistado, esta ceremonia podía presentar alguna variación de una vez para otra. Había una ceremonia normal que era la utilizada en la mayoría de las ocasiones y otra que sólo se empleaba si Gelli quería mostrar su poder o poner a prueba el coraje o la lealtad del nuevo recluta. En la versión más extrema, al nuevo miembro se le vendaban los ojos y sólo se le quitaba la venda para que descubriese que se había soltado una víbora venenosa a un metro escaso de sus pies. El iniciado no tenía ni idea de que esto iba a suceder, aunque en alguna ocasión se le advertía de que su valor sería puesto a prueba. Si le dominaba el pánico, la ceremonia terminaba en ese momento y se hacía saber al candidato que ya no pertenecería nunca a P2. Si el recluta, por el contrario, permanecía quieto durante sesenta segundos, el ofidio era retirado por un hermano masón que le explicaba que aquella bestia simbolizaba todos los males del comunismo y el ateísmo.[8]
El siguiente paso de todas las iniciaciones era el «juramento eterno». Cada discípulo entregaba al maestre un sobre cerrado que contenía una fotografía suya. Después, una gota de sangre era tomada de cada uno de los presentes en la ceremonia. La sangre se mezclaba en un cáliz en el que se introducía la fotografía del candidato. En el caso de Sindona, una vez hecho esto, Gelli, que hacía las veces de maestro de ceremonias, le informó: «Serás conocido como 16-12».[9] «16-12», repetía el iniciado. Entonces se tomaba el juramento.
Juro ante todos los presentes y juro ante cuyas identidades están selladas en las bóvedas de Propaganda Due y, especialmente, juro ante vos, Gran Maestre, que seré leal a nuestros hermanos y a la causa, in il momento di passare all'azione. Juro sobre este acero [en ese momento el Gran Maestre ponía un hacha en las manos del neófito] luchar contra los males del comunismo, golpear duro en la cara del liberalismo y luchar por el establecimiento de un gobierno presidencial.
Juro ayudar a mis hermanos y nunca traicionarlos. Y si fallo, si cometiera perjurio [en ese momento el Gran Maestre rompía la fotografía en cuatro partes], que mi cuerpo sea cortado en pedazos [momento en que los trozos de la fotografía eran lanzados a las llamas previamente encendidas], y éstos reducidos a cenizas al igual que las cenizas de esta fotografía.
Este peculiar ritual no era el único mecanismo que tenía Gelli para asegurarse la lealtad de los nuevos miembros. Como paso previo a la iniciación, Gelli solicitaba al candidato cuanta información comprometedora pudiera aportar sobre sí mismo y sobre otros. Sólo si esta «confesión» resultaba satisfactoria para el Gran Maestre se pasaba a la ceremonia.
Otro de los personajes notables que se sometieron a la teatral iniciación de Gelli y su grupo fue Carmelo Spagnuolo. Spagnuolo fue jefe del turno de oficio en Milán y más tarde presidente del Tribunal Supremo italiano. Su presencia, así como la de otros magistrados, aseguraba a Gelli verse razonablemente libre de la acción de la justicia.
EL PODER DEL MIEDO
Gelli no era especialmente inteligente, aunque sus conocidos le definían como un hombre muy astuto. Tenía dinero, posición e influencia, pero pronto comprendió que todo eso significaba bien poco si no se contaba con el arma más poderosa de todas: el miedo. Estaba convencido de que era el instrumento del verdadero poder y creía igualmente que era tanto más efectivo cuanto más secreta e intangible fuese su fuente. Así pues, Gelli dividió P2 en diversas células autónomas, prohibiendo a sus miembros revelar su pertenencia ni siquiera a otros integrantes. De esta forma, un miembro de P2 nunca estaba seguro de con quién estaba hablando y se guardaría de cualquier tipo de indiscreción.
Las sociedades secretas eran y son ilegales en Italia. La masonería era tolerada tan sólo porque cada logia tenía la obligación de entregar a las autoridades un listado completo de sus integrantes. Gelli, evidentemente, no lo hizo. Sus contactos estaban a un nivel tan elevado que no había ningún riesgo de que la oscura existencia de Propaganda Due quedara al descubierto. Se las había ingeniado para que, en última instancia, él y sólo él tuviera en su mano la identidad de todos y cada uno de los miembros del grupo.
Gelli empleaba una amplia variedad de técnicas a la hora de conseguir nuevos discípulos para la causa. Lo normal era que el proceso se hiciera por cooptación, es decir, los propios miembros existentes eran los encargados de evaluar a los posibles candidatos que pudieran conocer en su entorno, tantearlos y, si se consideraba oportuno, proponerles que formaran parte de la logia. Otros eran chantajeados gracias a la información que habían aportado otros miembros del grupo con anterioridad a su ceremonia de iniciación, y de esta forma eran «convencidos» para que entraran en la logia. Esto fue lo que le sucedió a Giorgio Mazzanti, presidente del Ente Nazionali Idrocaburi, la compañía petrolífera italiana. Al parecer, Mazzanti había recibido importantes sobornos de las autoridades saudíes, según pruebas y documentos aportados por uno de los miembros de la logia, así que el presidente de la petrolera no tuvo más remedio que acceder a las pretensiones de Gelli y, a su vez, aportar la información que precipitaría la caída de otros.
Gracias a esta táctica, entre otras muchas. Propaganda Due pronto se extendió por diferentes países de Hispanoamérica, Europa e incluso Estados Unidos, donde no hizo falta demasiado esfuerzo para que reconocidos personajes de la mafia, como los Gambino y los Luchesi, abrazaran el plan megalómano de Licio Gelli. Esto permitió a P2 obtener cierto control sobre algunos de los negocios tradicionalmente manejados por la mafia, tanto ilegales como incluso algunos servicios públicos de determinadas ciudades: los portuarios o los de recogida de basuras.
TERRORISMO Y CONFUSIÓN
La CÍA y otros servicios secretos occidentales estaban al tanto de la existencia de P2, pero no se implicaban en el asunto porque la logia cumplía con su misión: impedir la llegada al poder de los comunistas en Italia a través de unas elecciones democráticas. Para ello, Propaganda Due se embarcó en una serie de importantes acciones terroristas, como el atentado contra el expreso Roma-Múnich —el Italicus— en 1969, que se saldó con la muerte de 12 personas y 48 heridos; la bomba en la Piazza Fontana de Milán, que aquel mismo año mató a 16 personas e hirió a 88, y el más famoso de todos, el atentado en 1980 contra la estación de Bolonia, que segó la vida de 85 personas e hirió a 182.[10] Son muchos los activistas de aquella época que, como Mario Ferrandi, un conocido terrorista de extrema izquierda, la recuerdan con especial amargura:
Lo peor es que caímos en la trampa que nos tendieron los dirigentes de P2: las masacres de Piazza Fontana y el Italicus fueron planeadas ad hoc para empujar a cierta facción del movimiento de izquierda hacia el terrorismo y movilizar a la opinión pública contra ellos. Picamos… El Partido Comunista tiene una grave responsabilidad en ello, ya que nos enseñaba a ignorar la ética, en el sentido de que debíamos aplicar una doble moral, lo que nos llevó a consecuencias muy graves. Bajo este principio de doble moral, o mejor, este no principio moral, creímos que era justificable el asesinato de aquellos que detentaban grandes responsabilidades.[11]
La estrategia de terror de Propaganda Due fue un éxito. El prestigio de la izquierda italiana, ganado tan duramente luchando como partisanos contra nazis y fascistas, quedó dilapidado en medio de un reguero de sangre.
Fue en ese momento de máximo poder personal cuando Licio Gelli se acercó a la Iglesia católica, y lo hizo a través del cardenal Paolo Bertoli, un antiguo amigo de Toscana. Por él conoció a los cardenales Sebastiano Baggio, Agostino Casaroli, Ugo Poletti y Jean Villot. No sabemos si por ellos, por Michele Sindona o por su propia influencia, el caso es que pronto tuvo acceso a Pablo VI, que le concedió una serie de audiencias. Para añadir mayor respetabilidad a su figura de cara al papa, Gelli se las ingenió para ser nombrado caballero de la Orden de Malta y caballero del Santo Sepulcro. (Lo que no sabía el pontífice era la condición de masón de Gelli).
La masonería y el catolicismo son incompatibles, y esto es algo que los papas de los últimos cien años han puesto especial esmero en subrayar. El código de derecho canónico de 1917 es claro y no deja lugar a la duda cuando castiga la pertenencia a la masonería con la excomunión. El código de 1983 mantuvo esta medida: «La posición negativa de la Iglesia católica respecto a las asociaciones masónicas permanece inalterada desde que sus principios han sido siempre considerados como irreconciliables con la doctrina de la Iglesia […]. Los católicos integrados en asociaciones masónicas están cometiendo pecado mortal y no podrán acercarse a la Sagrada Comunión». Llama la atención que, a pesar de esta advertencia tan clara, la mayor parte de los miembros de P2 se consideraran a sí mismos como buenos católicos que compartían con la Santa Madre Iglesia un visceral anticomunismo.
Sin embargo, la implicación de clérigos de todo calibre y condición en las filas de P2 era el menor de los problemas de un fenómeno que llevaba años siendo denunciado desde diversos sectores católicos: la infiltración de la masonería en el seno de la Iglesia católica. La lista de masones que se reproduce a continuación fue reimpresa con algunas actualizaciones en el Bulletin de 1'Occident Chrétien, núm. 12, de julio de 1976. Todos los hombres de esta lista fueron en su día altos cargos de la Iglesia y, de ser masones, estarían excomulgados por la Ley canónica 2338. Tras cada nombre está su presunta fecha de iniciación, su número de identificación y su nombre en clave.
- Abrech, Pió. Sagrada Congregación de Obispos. Iniciado: 11-27-67; identificación: 63-143.
- Acquaviva, Sabino. Profesor de religión en la Universidad de Padua, Italia. 12-3-69; 275-69.
- Albondi, Alberto. Obispo de Livorno, Italia. 8-5-58; 7-2431.
- Alessandro, padre Gottardi. Presidente de los hermanos maristas. 6-14-59.
- Angelini, Fiorenzo. Obispo de Messenel, Grecia. 10-14-57; 14-005.
- Argentieri, Benedetto. Patriarca de la Santa Sede. 3-11-70; 298-A.
- Baggio, Sebastiano. Cardenal. Prefecto de la Sagrada Congregación de Obispos. Secretario de Estado con el papa Juan Pablo II desde 1989 a 1992. 8-14-57; 85-1640. Nombre en clave masónica «SEBA». Tenía un gran poder en la consagración de obispos.
- Balboni, Dante. Ayudante pontificio en el Vaticano. Comisión para estudios bíblicos. 7-23-68; 79-14; «BALDA».
- Baldassarri, Salvatore. Obispo de Rávena, Italia. 2-19-58; 4315-19; «BALSA».
- Balducci, Ernesto. Artista religioso. 5-16-66; 1452-3.
- Basadonna, Ernesto. Prelado de Milán, 9-14-63; 9-243; «BASE».
- Battelli, Giulio. Miembro seglar de numerosas academias científicas. 8-24-59; 29-A; «GIBA».
- Bea, Augustin. Cardenal. Secretario de Estado con los papas Juan XXIII y Pablo VI.
- Bedeschi, Lorenzo. 2-19-59; 24-041; «BELO».
- Belloli, Luigi. Rector del seminario de Lombardía, Italia. 4-6-58; 22-04; «BELLU».
- Belluchi, Cleto. Obispo coadjutor de Fermo, Italia. 6-4-68; 12-217.
- Bettazzi, Luigi. Obispo de Ivera, Italia. 5-11-66; 1347-45; «LUBE».
- Bianchi, Giovanni. 10-23-69; 2215-11; «BIGI».
- Bicarella, Mario. Prelado de Vicenza, Italia. 9-23-64; 21014; «BIMA».
- Biffi, Franco. Monseñor. Rector de la Universidad Pontificia de la Iglesia de San Juan de Letrán. Confesaba a Pablo VI. 8-15-59; «BIFRA».
- Bonicelli, Gaetano. Obispo de Albano, Italia. 5-12-59; 631428; «BOGA».
- Boretti, Giancarlo. 3-21-65; 0-241; «BORGI».
- Bovone, Alberto. Secretario sustituto de la oficina sagrada. 3-30-67; 254-3; «ALBO».
- Brini, Mario. Arzobispo. Secretario para China, Oriente y los paganos. Miembro de la Comisión Pontificia para Rusia. 7-7-68; 15670; «MABRI».
- Bugnini, Annibale. Arzobispo. Autor del Novus ordo missae (reforma litúrgica). Desterrado a la nunciatura de Irán por Pablo VI. 4-23-63; 1365-75; «BUAN».
- Buró, Michele. Obispo. Prelado de la Comisión Pontificia para Sudamérica. 3-21-69; 140-2; «BUMI».
- Cacciavíllan, Agostino. Secretaría de Estado. 11-6-60; 13-154.
- Cameli, Umberto. Director de la oficina de asuntos eclesiásticos de Italia en el cuidado de la educación de la doctrina católica. 11-17-60; 9-1436.
- Caprile, Giovanni. Director de los asuntos civiles católicos. 9-5-57; 21-014; «GICA».
- Caputo, Giuseppe. 11-15-71; 6125-63; «GICAP».
- Casaroli, Agostino. Cardenal. Secretario de Estado con el papa Juan Pablo II desde el 1 de julio de 1979 hasta su retiro en 1989. 9-28-57; 41-076; «CASA».
- Cerruti, Flaminio. Jefe de la oficina de la Universidad para el estudio de las congregaciones. 4-2-60; 76-2154; «CEFLA».
- Chiavacci, Enrico. Profesor de Teología Moral, Universidad de Florencia, Italia. 7-2-70; 121-34; «CHIE».
- Ciarrocchi, Mario. Obispo. 8-23-62; 123-A; «CIMA».
- Conté, Carmelo. 9-16-67; 43-096; «CONCA».
- Csele, Alessandro. 3-25-60; 1354-09; «ALCSE».
- D'Antonio, Enzio. Arzobispo de Trivento, Italia. 6-21-69; 214-53.
- Dadagio, Luigi. Nuncio del papa en España durante los últimos años de Franco. Arzobispo de Lero. 9-8-67; 43-B; «LUDA».
- De Bous, Dónate. Obispo. 6-24-68; 321-02; «DEBO».
- Del Gallo Reoccagiovane, Luigi. Obispo.
- Del Monte, Aldo. Obispo de Novara, Italia. 8-25-69; 32012; «ADELMO».
- Faltin, Danielle. 6-4-70; 9-1207; «FADA».
- Ferraioli, Giuseppe. Miembro de la Sagrada Congregación para Asuntos Públicos. 11-24-69; 004-125; «GIFE».
- Fiorenzo, Angelinin. Obispo. Título de comendador del Espíritu Santo. Vicario general de los hospitales de Roma. Consagrado obispo el 7-19-56; iniciación masónica el 1014-57.
- Franzoni, Giovanni. 3-2-65; 2246-47; «FRAGI».
- Gemmiti, Vito. Sagrada Congregación de Obispos. 3-2568; 54-13; «VIGE».
- Girardi, Giulio. Teólogo proponente de la teología de la liberación. 9-8-70; 1471-52; «GIG».
- Giustetti, Massimo. 4-12-70; 13-065; «GIUMA».
- Gottardi, Alessandro. Procurador y postulador general de los hermanos maristas. Arzobispo de Trento, Italia. 6-1359; 2437-14; «ALGO».
- Gozzini, Mario. 5-14-70; 31-11; «MAGO».
- Grazinai, Cario. Rector del seminario menor del Vaticano. 7-23-61; 156-3; «GRACA».
- Gregagnin, Antonio. Tribuno de las primeras causas de beatificación. 10-19-67; 8-45; «GREA».
- Gualdrini, Franco. Rector de Capranica, Italia. 5-22-61; 21-352; «GUFRA».
- Ilari, Annibale. Abad. 3-16-69; 43-86; «ILA».
- Laghi, Pió. Nuncio; delegado apostólico en Argentina y después en Estados Unidos hasta 1995. 8-24-69; 0-538; «LAPI».
- Lajolo, Giovanni. Miembro del Concilio de Asuntos Públicos de la Iglesia. 7-27-70; 21-1397; «LAGI».
- Lanzoni, Angelo. Jefe de la oficina de la secretaría de Estado. 9-24-56; 6-324; «LANA».
- Levi, Virgillio (alias Levine). Monseñor. Director asistente del periódico oficial del Vaticano UOsservatore Romano. 7-4-58:241-3; «VILE».
- Lienart, Achille. Cardenal. Obispo de Lille, Francia. Fue uno de los más destacados progresistas durante el II Concilio Vaticano.
- Lozza, Lino. Canciller de la academia romana de Santo Tomás de Aquino para la religión católica. 7-23-69; 12768; «LOLI».
- Macchi, Pasquale. Cardenal. Prelado de honor y secretario privado de Pablo VI hasta que fue excomulgado por herejía. Fue reintegrado por el secretario de Estado Jean Villot y hecho cardenal. 4-23-58; 5463-2; «MAPA».
- Mancini, ítalo. 3-18-68; 1551-142; «MANÍ».
- Manfrini, Enrico. Consultor agregado de la comisión pontificia de Arte Sagrado. 2-21-68; 968-C; «MANE».
- Marchisano, Francesco. Prelado de honor del papa. Secretario de la congregación para los estudios en seminarios y universidades. 2-4-61; 4536-3; «FRAMA».
- Marcinkus, Paul. 8-21-67; 43-649; «MARPA».
- Marsili, Salvatore. Abad de la Orden de San Benedicto de Finalpia, cerca de Módena, Italia. 7-2-63; 1278-49; «SALMA».
- Maverna, Luigi. Obispo de Chiavari, Génova, Italia. Asistente general de la Acción Católica italiana. 6-3-68; 441C; «LUMA».
- Mazza, Antonio. Obispo titular de Velia. Secretario general del Año Santo 1975. 4-14-71; 054-329; «MANU».
- Mazzi, Venerio. Miembro del Concilio de Asuntos Públicos de la Iglesia. 10-13-66; 052-S; «MAVE».
- Mazzoni, Pier Luigi. Sagrada Congregación de Obispos. 9-14-59; 59-2; «PILUM».
- Mensa, Albino. Arzobispo de Vercelli, Piamonte, Italia. 7-23-59; 5323; «MENA».
- Messina, Cario. 3-21-70; 21-045; «MECA».
- Messina, Zanon (Adele). 9-25-68; 045-329; «AMEZ».
- Monduzzi, Diño. Regente para la prefectura de la casa pontificia. 3-11-67; 190-2; «MONDI».
- Mongillo, Daimazio. Profesor dominico de Teología Moral, Instituto de los Santos Ángeles de Roma. 2-16-69;2145-22; «MONDA».
- Morgante, Marcello. Obispo de Ascoli Piceno, en Italia oriental. 7-22-55; 78-3601; «MORMA».
- Natalini, Teuzo. Vicepresidente de los archivos de la secretaría del Vaticano. 6-17-67; 21-44D; «NATE».
- Nigro, Carmelo. Rector del seminario pontificio de Estudios Mayores. 12-21-70; 23-154; «CARNI».
- Noe, Virgillio. Cabeza de la Sagrada Congregación del Culto Divino. 4-3-61; 43652-21; «VINO».
- Palestra, Vittorio. Consejero legal de la Sagrada Rota del Vaticano. 5 6-43; 1965; «PAVI».
- Pappalardo, Salvatore. Cardenal. Arzobispo de Palermo, Sicilia. 4-15-68; 234-07; «SALPA».
- Pasqualetti, Gottardo. 6-15-60; 4-231; «COPA».
- Pasquinelli, Dante. Consejo del nuncio en Madrid. 1-1269; 32-124; «PADA».
- Pellegrino, Michele. Cardenal. Llamado «Protector de la Iglesia», arzobispo de Turín. 5-2-60; 352-36; «PALMI».
- Piaña, Giannino. 9-2-70; 314-52; «GIPI».
- Pimpo, Mario. Vicario de la oficina de asuntos generales. 3-15-70; 793-43; «PIMA».
- Pinto, monseñor Pío Vito. Adjunto de la secretaría de Estado y notario de la segunda sección del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica. 4-2-70; 3317-42; «PIPIVI».
- Poletti, Ugo. Cardenal. Vicario de la diócesis de Roma. Miembro de la Sagrada Congregación de los Sacramentos y del Culto Divino. Presidente de los Trabajos Pontificios y de la preservación de la Fe. Presidente de la academia de Liturgia. 2-17-69; 32-1425; «UPO».
- Rizzi, monseñor Mario. Sagrada Congregación de Ritos Orientales. 9-16-69; 43-179; «MARI» y «MONMARI».
- Rogger, Igine. Funcionario de la Santa Sede. 4-16-68; 31913; «IGRO».
- Romita, Florenzo. Estaba en la Sagrada Congregación del Clero. 4-21-56; 52-142; «FIRO».
- Rossano, Pietro. Sagrada Congregación de Religiones no cristianas. 2-12-68; 3421-A; «PIRO».
- Rovela, Virgillio. 6-12-64; 32-14; «ROVI».
- Sabbatani, Aurelio. Arzobispo de lustiniana. Primer secretario de la Signatura Superior Apostólica. 6-22-69; 87-43; «ASA».
- Sacchetti, Giulio. Delegado del gobernador Márchese. 823-59; 0991-B; «SAGI».
- Salerno, Francesco. Obispo. 5-4-62; 0437-1; «SAFRA».
- Santangelo, Franceso. Sustituto general del consejo de defensa legal. 11-12-70; 32-096; «FRASA».
- Santini, Pietro. Viceoficial de la vicaría. 8-23-64; 326-11; «SAPI».
- Savorelli, Fernando. 1-14-69; 004-51; «SAFE».
- Savorelli, Renzo. 6-12-65; 34-692; «RESA».
- Scanagatta, Gaetano. Sagrada Congregación del Clero. Miembro de la comisión de Pomei y Loreto, Italia. 9-2371; 42-023; «GASCA».
- Schasching, Giovanni. 3-18-65; 6374-23; «GISCHA» y «GESUITA».
- Schierano, Mario. Obispo titular de Acrida, Italia. Capellán militar jefe de las Fuerzas Armadas italianas. 7-3-59; 14-3641; «MASCHI».
- Semproni, Domenico. Tribunal de la vicaría del Vaticano. 4-16-60; 00-12; «DOSE».
- Sensi, Giuseppe Mario. Arzobispo titular de Sardi (Asia Menor, cerca de Esmirna) y nuncio del papa en Portugal. 11-2-67; 18911-47; «GÍMASE».
- Sposito, Luigi. Comisión de los archivos pontificios para los archivos de la Iglesia en Italia. Administrador jefe de la sede apostólica del Vaticano.
- Suenens, Leo. Cardenal. Protector de la iglesia de San Pedro Encadenado. Trabajó en tres sagradas congregaciones: Propagación de la Fe; Ritos y ceremonias litúrgicos; Seminarios. 6-15-67; 21-64; «LESU».
- Trabalzini, Diño. Obispo de Rieti, Perugia, Italia. Obispo auxiliar del sur de Roma. 2-6-65; 61-956; «TRADI».
- Travia, Antonio. Arzobispo titular de Termini Imerese, Italia. Encargado de las escuelas católicas. 9-15-67; 16-141; «ATRA».
- Trocchi, Vittorio. Secretario para seglares católicos en el consistorio del Vaticano. 7-12-62; 3-896; «TROVI».
- Tucci, Roberto. Director general de Radio Vaticana. 6-2157; 42-58; «TURO».
- Turoldo, David. 6-9-67; 191-44; «DATU».
- Vale, Georgio. Sacerdote. Funcionario de la diócesis de Roma. 2-21-71; 21-328; «VAGI».
- Vergari, Piero. Jefe de la oficina de protocolo de la Signatura Vaticana. 12-14-70; 3241-6; «PIVE».
- Villot, Jean. Cardenal. Secretario de Estado de Pablo VI y Juan Pablo I. Fue camarlengo. «JEANNI» y «ZURIGO».
- Zanini, Lino. Arzobispo titular de Adrianopoli, en Adrianópolis, Turquía. Nuncio apostólico.
La infiltración masónica en el Vaticano ya había sido denunciada con anterioridad, pero ésta era la primera vez que una de esas acusaciones se publicaba en un medio de comunicación, incluyendo nombres y apellidos. Después ha habido otras igualmente precisas, como la que reproducimos a continuación:
El hecho de que el clan masónico esté tan envuelto en el secreto como su adversario opusdeísta hace que la identificación de sus miembros resulte tan difícil como la de los de este último. En el Vaticano se rumorea que, aparte del cardenal José Rosalío Castillo Lara, pertenecen al clan masónico el cardenal Achille Silvestrini (prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, señalado como uno de los jefes del clan), el cardenal Pío Lagui (prefecto de la Congregación para la Educación Católica), el cardenal Gamillo Ruini (vicario general de Roma), monseñor Celestino Migliore (subsecretario para las relaciones con los estados)…[12]
En lo referente a P2, parece que uno de los hechos más trascendentes para la Iglesia que sucedieron dentro de la logia fue la posibilidad de que allí trabaran conocimiento Michele Sindona y Paul Marcinkus, un clérigo de Chicago que había hecho carrera en el Vaticano. Marcinkus fue adscrito a la secretaría de Estado en 1959. Su elevada altura fue, al parecer, clave en su ascenso en la Santa Sede. En 1964 una multitud enfervorecida puso en peligro la integridad física de Pablo VI, que fue oportunamente rescatado por el gigantesco Marcinkus. A partir de ese momento pasó a ser asesor del papa y su guardaespaldas oficioso. Ese día se gestó el apodo que Marcinkus arrastraría de por vida en la Santa Sede: El Gorila.
La cercanía entre el papa y Marcinkus se fue haciendo mayor, en especial después de que este último volviera a rescatar al pontífice durante un viaje a Filipinas. Tanta amistad culminó en el nombramiento de Marcinkus como presidente del Instituto para las Obras de Religión en 1969, un nombramiento que Sindona no pudo por menos que aplaudir, ya que la aparente falta de experiencia financiera de Marcinkus le dejaba las manos aún más libres para manejar las finanzas del Vaticano.