PARA RECLUTAS VOLUNTARIOS.
1. Yo, Warren Peace; Ciudadano de la Tierra,
me comprometo a servir en la Legión Espacial en calidad de soldado
raso durante treinta años, y aceptar todas las condiciones del
servicio.
2. Suscribo este contrato voluntariamente, y
sin coacción, a cambio de recibir un tratamiento psicológico (a
saber, borradura de engrama psicológico) por parte de un oficial
médico debidamente capacitado de la Legión Espacial.
3. Acepto también, en interés de la
eficiencia, ser sometido al condicionamiento para respuesta
electropsíquica normal.
(firma) Warren Peace. Fecha: 10 de noviembre
de 2386.
Peace dejó el contrato en la mesa mientras
experimentaba una lacerante sensación de desánimo.
—Esto es una indecencia —se limitó a decir—.
Es el sueño de un vendedor de coches usados.
—Usted lo ha firmado —comentó Widget,
indiferente.
—¿En qué estaría pensando?
—Eso sólo le compete a usted y a su
conciencia —contestó estrictamente el capitán—. La cuestión es que
lo ha firmado.
—Usted no podría sostenerlo ante un tribunal
—retó Peace, haciendo acopio de la poca fuerza mental que le
quedaba—. ¡Caramba, ese contrato ni siquiera especifica si se trata
de años terráqueos! Y no hay...
Widget levantó una de sus rollizas
manos.
—Olvídese de esas cosas, Warren. Usted no
emprenderá ninguna acción legal.
—¿Quién lo ha dicho?
—Lo dice la tercera cláusula.
Peace se inclinó y examinó la frase
pertinente —
—¿Qué es todo esto de "condicionamiento para
respuesta electropsíquica normal"?
—Creí que no lo preguntaría nunca —el aire
de maliciosa diversión apareció de nuevo en el redondeado rostro de
Widget, quien daba golpecitos a una pequeña protuberancia en su
cuello, justo por encima del borde de la camisa—. ¿Sabe qué es
esto?
—Parece un quiste. A mi no me
preocuparía.
—No es un quiste, y no me preocupa, porque
prácticamente todos los oficiales de la Legión Espacial lo
tienen.
Peace se echó hacia atrás.
—¿Hay una epidemia?
—¡No sea tan rematadamente imbécil, hombre!
—Widget hizo una pausa para recomponer su sonrisa—. Se trata de un
impositor de órdenes Mark Tres, un aparato implantado por cirugía.
Añade a mi voz determinadas frecuencias armónicas. Cualquier
legionario, de suboficial para abajo, está condicionado para
responder a estas frecuencias armónicas con una obediencia
absoluta, por instinto. ¿Se hace una idea?.
—No lo creo —murmuró Peace, estupefacto—. Ni
siquiera la Legión tendría autorización para llegar tan
lejos.
Widget suspiró y consultó su reloj de
pulsera.
—Vuelva a hacer la imitación del gallo... Y
por Dios, haga un esfuerzo para que los movimientos del cuello sean
correctos. Antes se parecía más a un dromedario.
—Me niego —dijo Peace al tiempo que se
levantaba y re-corría alocadamente la oficina levantando y bajando
los codos y lanzando rápidamente su cabeza hacia diversos puntos en
busca de gusanos.
Widget cruzó los brazos y se puso
cómodo.
—Cuando se canse, hágamelo saber.
—No dejan que un hombre conserve excesiva
dignidad —cacareó Peace en señal de protesta. Ensayó un breve vuelo
que finalizó desastrosamente en un grupo de plantas chispeantes
procedentes de Siria.
—¿Desea dignidad? Suerte tiene de que yo sea
un hombre educado —los ojos de Widget fluctuaron ominosamente—.
Esto no es nada comparado con...
—De acuerdo, me rindo —dijo Peace—. Me he
convencido.
—En ese caso, vuelva a sentarse mientras le
explico las condiciones básicas del servicio —Widget miró el techo
hasta que Peace ocupó de nuevo su asiento—. ¿Un cigarrillo?
Peace aceptó, complacido.
—Me encantaría fumar.
—Hablo de sus cigarrillos, Warren.
Sáquelos.
Peace extrajo un paquete de cigarrillos de
su chaqueta y los ofreció al capitán.
—Le haré el favor de hacerlos desaparecer
—dijo Widget, cogiendo el paquete entero—. Los reclutas no pueden
fumar durante la instrucción básica —el capitán sacó un cigarrillo,
sopló para encenderlo y dejó el paquete en un cajón.
—Gracias —Peace contempló anhelante el humo
que ascendía y se preguntó cuánto tiempo haría que era adicto al
tabaco. La fuerza de sus ansias indicaba que hacía bastante tiempo,
pero su memoria no conservaba detalles. Resultaba desconcertante
encontrar un completo vacío en lugar de la experiencia acumulada
durante toda una vida. Pero si el capitán Widget no estaba
equivocado en sus afirmaciones, era mejor desconocer qué tipo de
persona había sido en realidad. Su mejor plan sería renunciar al
pasado y aceptar todo lo que aportara su nueva vida en la Legión.
Al fin y al cabo, era forzoso que se presentaran aventuras y viajes
sin límite.
Las condiciones del servicio son
absolutamente normales —estaba diciendo Widget—. La paga es de diez
monits diarios y usted...
—Por hora —corrigió Peace—. Usted quiere
decir diez monits por hora.
—Quiero decir lo que he dicho, no más ni
menos. No discuta con un oficial.
—Perdón —replicó tristemente Peace—. Debe
ser una jugarreta de mi falta de memoria. Pensaba que la esclavitud
había sido abolida hace siglos.
—Indudablemente, usted es un caso muy
difícil, ¿verdad?
—Widget lo miró con creciente disgusto—.
Mire, si no fuera porque es totalmente imposible, le devolvería la
memoria y lo dejaría a merced de la policía. Usted no merece estar
en la Legión.
—Lo único que he dicho es que...
—¡Recluta Peace! —los labios de Widget se
retorcieron en un gesto de cólera—. Creo que me veré forzado a
castigarle.
Peace lo miró fijamente, alarmado.
—¿Está autorizado a golpear a un
recluta?
—CA significa Castigo Autoadministrado
—explicó Widget con un vengativo fulgor en sus ojos—. Y creo que
vamos a empezar con la excelente y muy conocida Compresión y
Torsión Mamilar Bilateral, también conocida como Pellizco
Retorcido.
—Espere un momento —dijo recelosamente
Peace—. Quizá me haya pasado un poco de la raya. Quizá...
—Agárrese las tetillas entre los índices y
los pulgares ordenó Widget.
—Escuche, ¿no podemos comportamos como
adultos sensatos? —mientras hablaba. Peace se desabrochó la
chaqueta y asió sus tetillas por encima del ligero tejido de su
camisa.
—A la orden de 'pellizco', apriete tan
fuerte como pueda y al mismo tiempo haga girar las tetillas un
ángulo aproximado a los dos radianes —dijo Widget, con el rostro
muy serio—. Si no era familiarizado con la medida en radianes,
noventa grados bastarán
—Capitán, estoy seguro de que usted no desea
que ambos nos degrademos con este...
—¡Pellizco!
Peace dio un alarido de agonía mientras sus
manos, obedientes al condicionamiento electropsíquico, ejecutaron
la orden con un vigor que el castigado creyó innecesario.
—Lo ha conseguido —reprochó al capitán en
cuanto pudo confiar en sus cuerdas vocales—. Nos ha degradado a los
dos.
—Podré soportarlo —dijo sosegadamente
Widget—. Bien, creo que estábamos discutiendo de dinero... ¿Cuánto
lleva encima?
Peace metió la mano en el bolsillo y extrajo
un delgado fajo de billetes.
—Parece que hay unos doscientos
monits.
—Préstemelos, Warren —Widget extendió la
mano—. Se los devolveré la próxima vez que nos veamos.
Incapaz de negarse, Peace entregó el delgado
fajo.
—¿Por favor, capitán, no piense que es una
indirecta pero..., ¿existe alguna posibilidad de que nos volvamos a
ver?
—Es muy difícil, pero nunca se sabe cuál
será la suerte de uno. La galaxia es muy pequeña, al fin y al
cabo.
Peace pensó hacer un amargo comentario, pero
desistió ante el doloroso hormigueo que seguía sintiendo a ambos
lados de su pecho. Escuchó en silencio el resto de un breve
discurso de incorporación, y a continuación, despojado de
cigarrillos, dinero, dignidad y todos los conocimientos de su vida
anterior, salió obedientemente de la oficina del capitán Widget
para iniciar sus treinta, cuarenta o cincuenta años como miembro de
la legión Espacial.