Introducción
El Pséudolo se cuenta sin duda entre las mejores comedias de Plauto —según el testimonio de Cicerón[20], era, junto con el Truculento, una obra muy del gusto de su autor—, siendo para algunos la que de entre todas se lleva la palma. Y no sin motivo: en el Pséudolo no sobra nada; las escenas se suceden unas a otras sin retardamientos inútiles, sirviendo sólo al fluido desarrollo de la acción, en diálogos de una espontaneidad y una comicidad insuperables. Los tipos, las figuras, son más o menos los mismos que en otras comedias; pero parece que en ésta se ven llevadas al máximo de sus posibilidades dramáticas: el rufián Balión es la sublimación negativa de ese tipo tan odiado en la Antigüedad; el cocinero es, sin duda ninguna, el número uno de los cocineros plautinos; y, sobre todo, el esclavo[21], que, como otras veces, es aquí también el personaje central de la obra, el héroe de la pieza, el «bueno» a pesar de los pesares, que aun reconociendo que el fin no justifica los medios, suele siempre actuar de manera altruista, no en provecho propio. En todo caso, él es quien por lo general se lleva tras sí irremediablemente las simpatías del público. Pséudolo es el rey de los esclavos plautinos, un prototipo de sabiduría y habilidad humanas, un hombre flexible, capaz de dejarse guiar por los hechos y de salir así victorioso en cualquier situación de la vida; su confianza en sí mismo y la superioridad con que sabe darse son prendas de su seguro éxito. Una circunstancia especial, que no se da en los engaños llevados a cabo por el esclavo de otras comedias y que aumenta la calidad de su empresa, es el hecho de que aquí están todos avisados (v. 517 , praedico ut caveas. Dico, inquam, ut caveas. Cave). El Pseudolus es la obra más plautina de Plauto, su obra maestra se diría, y con ello cuenta entre las magistrales de toda la dramaturgia de la literatura occidental. Eo sum genere natus: magna me facinora decet efficere quae post mihi clara et diu clueant (590). El poeta habla aquí se sí mismo se diría, no su personaje. Claro está que no le han frustrado sus presentimientos.
También en el caso del Pséudolo se ha hablado de contaminación y similares, algo, después de todo, secundario: aparte modelos griegos o retractadores, es evidente que se le ha logrado al poeta latino una creación literaria de arte incomparable, y eso es en último término lo que cuenta. A veces los eruditos dan la impresión de haber olvidado que es una obra literaria, una comedia, lo que tienen entre las manos, y no un tratado de lógica o un manual de Derecho.
El manuscrito Ambrosiano conserva restos de una didascalia por la que conocernos la fecha de representación: los festivales en honor de la Magna Máter del año 191 antes de nuestra era.
El Pséudolo ha inspirado diversas obras dramáticas en la literatura francesa, italiana y alemana.