OTRO día en que no estaba el tío Chaparro, a quien la relación anterior había impresionado de una manera profunda y desagradable, Aviraneta contó la historia del joven Miguel Rocaforte, su compañero de cárcel.

Una vez los dos granujas de la Gallinería, el Gacetilla y el Mambrú, que Candelas había recomendado a don Eugenio, y a quienes este utilizaba como criados y como instrumentos de espionaje contra el alcaide, entraron en el cuarto de Miguel y le robaron un cuaderno en el cual el joven escribía el diario de su vida, y se lo dieron a Aviraneta. Don Eugenio lo leyó rápidamente, y, después de enterarse de lo que le interesaba, mandó a los raterillos que volvieran a dejar el cuaderno en el cuarto del preso. Miguel no notó el escamoteo.

Esta historia que me contó don Eugenio está hecha sobre los datos autobiográficos que escribió Miguel y sobre indicios, no del todo claros ni completamente seguros, que he variado un tanto para dar a la relación cierta unidad.