II

Ocasionalmente, escribo un relato de fantasía heroica, cuyo protagonista no lleva un arma de fuego sino una espada, y no se enfrenta con la tecnología científica o inteligencias extraterrestres sino con hechiceros y duendes, o dioses. Algunos lectores opinan que esto es lo mejor que he hecho. Hasta ahora, en este género tengo tres novelas: La espada rota, Tres corazones y tres leones, y La saga de Hrolf Kraki, además de dos que quizá puedan incluirse en esta clasificación: Operación Caos y Una tempestad veraniega. También hay algunos cuentos cortos, pero ninguno que pueda encajar aquí, excepto esta pequeña burla de todo el género.

Desde que se publicó, un caballero que responde al nombre de Walter Cronkite ha obtenido una cierta notoriedad. Por lo tanto, pensé cambiar el nombre de mi personaje central, pero finalmente decidí no hacerlo. Al fin y al cabo, la alusión se refiere a esa figura arquetípica que es Conan el Cimerio. Sepa usted, señor Cronkite, que no estoy de acuerdo con todas sus opiniones, pero por sus maravillosos reportajes sobre las misiones Apolo, ¡le adoro!