XXI

LO MEJOR QUE HICIERON los españoles fue enseñarnos a los indios a conocer a Cristo.

Algunos de ellos eran buenos católicos y edificaron iglesias y trajeron sacerdotes.

Entre los sacerdotes estaba el obispo Villarroel que quedó herido en el terremoto.

A pesar de estar herido se dedicó a cuidar a los enfermos, y ayudar a los moribundos.

Poco a poco otra vez hicieron casas y aunque eran todas de adobe, de un piso y con grandes murallas, había algunas bastante encachadas. Todas tenían patios, las de los más ricos los tenían de mármol y las otras de piedra de río. Todavía quedan algunas, pero pocas.

En el último patio estaban los pollos, la cocina y la caballeriza con caballos, guano y todo.

También tenían una casucha que se llamaba la "estiladora" donde goteaba el agua desde una gran piedra a una olla de greda. Esto era para que el agua se limpiara del barro que traía.

En ese tiempo inventaron las escuelas, pero por suerte había pocas.

En lugar de reloj, daban la hora cantando: "Las tres han dado y lloviendo", etc., etc., igual que la Radio.

A mí no me gusta soñar en la Colonia, pero si soñara sería por una sola noche, y para ir a alguna fiesta.

Sería una fiesta en casa del gobernador don Ambrosio O'Higgins, que era el papá de don Bernardo ídem. Era el representante del Rey de España en Chile, algo así como Presidente. Su hijo Bernardo no vivía con él.

Para esta fiesta todas las tías y otras pasaron una semana haciendo dulcecitos de pasta de almendras, niditos, palomitas, corderitos de mazapán. Y muchas tortas ricas.

Los salones estaban alumbrados con mil velas en candelabros lindos y la mesa estaba puesta con ochenta asientos.

Las señoras llevaban vestidos de crinolinas, llenos de sedas, terciopelos y encajes y unas tremendas enaguas con cintas.

Usaban corsé con barbas tan apretado que apenitas podían respirar. Y los señores vestían pantalón corto, trajes de seda, medias largas, zapatos con hebillas grandes y pelucas…

Creo que tenían como treinta guisos distintos que seguramente les cabían bajo la crinolina.

Después de la comida que duró mucho rato, se fueron al salón a bailar polca y rigodón. Eran bailes reverenciosos y muy lentos, sin tocadiscos, sino que con una pura piaña que tocaba otra tía.

No se aburrían porque era la única fiesta de esos tiempos.