Por lo tanto, no digas más acerca de tu hallazgo. De ahora en adelante, refiérete a él comoAM/LÁTIGO-VESÁNICO.

P. D. Siento lo de Harvey. Lo considero una pérdida irreparable. Repito: Destruye estacomunicación. EEA.

EEA significaba «en el acto». No obedecí. La guardé en mi caja de seguridad de Miami.

Al día siguiente, me llegó una breve carta de Cal por la saca de Tokyo:

Por una vez, Hugh y yo estamos de acuerdo. Nos pondremos en contacto con AM/LÁTIGO. (Un acrónimo muy torpe, aunque nosotros tenemos un agente colateral llamado AM/SANGRE.Hacemos lo mejor que podemos.)

Puede interesarte saber que McCone me ha dicho que me apreste a remplazar al Salvaje Bill, aunque recibiré una versión reducida y altamente discreta del Destacamento Especial W. Mesentiría muy feliz de volver a las trincheras, de no ser por Bill Harvey. Qué trágico error. Pobre hombre.

Tu HALIFAX

22

15 de noviembre de 1962

Querida Kittredge:

Te quejas de haber encontrado mi última carta algo «extraña». Dices que te dejó «trunca». Te recuerdo que el informe prometido sobre el asunto de los misiles sigue sin materializarse. Por mucho que esperes, me temo que con el tiempo no será más que historia.

Mi breve permanencia en Cuba me dejó una intensa animosidad contra Castro. Esperaría lo peor de Kruschov, por más que haya madurado (si es posible que los nabos maduren), pero me siento traicionado por Castro. ¿Cómo pudo aceptar esa aventura sabiendo que ponía en peligro tanto a mi país como al suyo?

La otra noche tuve una pequeña aclaración sobre este asunto que quiero compartir contigo. Desde nuestra expedición, Butler y yo nos llevamos muy bien, al punto que salimos a menudo a comer y beber. Gran parte de la antigua tensión (con la que era tan fácil convivir como con el filode una navaja) ha disminuido. De modo que me atreví a intentar un proyecto de reclamo. Hace unos meses Harvey le asignó a Chevi Fuertes, y puedes estar segura de que no se llevan nada bien. Yo creo que Fuertes es brillante y se supera cuando lo alaban, y trato de que Butler se dé cuenta de ello. La otra noche lo invité a comer con nosotros en un costoso restaurante de Fort Lauderdale donde es poco probable que uno se encuentre con los cubanos que conoce. Supuse que a Chevi le encantaría cenar con su antiguo oficial de caso y con su nuevo oficial, pero para que te des una idea de lo poco sutil que es Butler, te informo que lo primero que le dijo fue:

-Tú pagas tu parte, entiéndelo bien. Con lo que te pagamos, bien puedes hacerlo.

-Os invito a ambos -respondió Chevi, dándose aires, con lo que sólo consiguió que Butler se irritara aún más.

Según Dix, Chevi estaba compitiendo, y Dix es tan competitivo que comprendí su reacción. De lo contrario, uno creería que está loco. Se considera a sí mismo lo suficientemente monumental para ser presidente de los Estados Unidos. Desprecia a Jack Kennedy porque, según él, es un pretendiente rico. Si él participase alguna vez en política, lo haría sin ninguna ayuda.

De todos modos, no fue un buen comienzo. Me interesaba oír el análisis de Fuertes sobre la crisis de los misiles, porque su manera de interpretar las razones de Kruschov y de Castro difiere tanto del punto de vista de la Agencia como del de los exiliados. Pero Dix, en el mejor de los casos, tiene un solo oído. Le enfurece que Fuertes sepa más que él acerca de América Latina. Butler nocarece de agudeza crítica, pero aborrece encontrarse con alguien que lo supere en el tema que sea. Chevi, a su vez, que debe soportar las bravatas de Butler cada vez que trabaja para él, no dejó de aprovechar la ocasión para desplegar sus alas intelectuales. Con mi ayuda, y el interés que leprestaba Butler a regañadientes, logró hacernos una exposición que resumiré, con interrupciones ocasionales de Butler.

La clave de todo el episodio, nos dijo Fuertes, es que, al principio, Castro no quería los misiles. Discutió con Kruschov, aduciendo que militarmente no tenían sentido. Los Estados Unidos siemprecontarían con una superioridad abrumadora. No, dijo Castro. Dennos instructores sofisticados y armas modernas. Que los estadounidenses reconozcan que una guerra terrestre les ocasionaría muchas bajas.

-¿Cómo sabes todo eso? – le preguntó Butler.

-Tú estás al tanto de la naturaleza de mis fuentes.

Fuertes se refería a sus contactos de Miami con el DGI. Butler meneó la cabeza.

-No hay forma de que puedas saber esto de buena fuente.

-La cultura es una fuente fidedigna -replicó Fuertes-. Hace años que vengo estudiando a Castro. Entiendo la psicología comunista. Poseo un poder natural de síntesis.

-Nunca conocí a un hombre con un poder natural de síntesis -dijo Butler, enfatizando sus palabras- que no estuviese dispuesto a abusar de él.

-Digamos -interrumpí- que Chevi nos ofrecerá una hipótesis.

Hubo otras interrupciones de este tipo, pero sirva la anterior como ejemplo. Paso a transmitirte el concepto tal como resultó al final. Según Fuertes, Kruschov convenció a Castro de que aceptaselos misiles, pero sólo apelando a su honor.

-Ése es el secreto para manipular a Fidel -dijo Chevi-. Le gusta imaginarse como una persona excepcionalmente generosa.

Hasta ese momento, sugirió Kruschov, era él quien había estado ayudando a Castro. Ahora, era Fidel quien podía brindarle su ayuda. El Politburó había criticado la política del Premier para con los Estados Unidos por considerarla demasiado tibia. Tal como ellos lo veían, el balance mundial era una parodia, pues los Estados Unidos habían instalado misiles en Turquía, a pocos kilómetros de la frontera con Rusia, mientras que los soviéticos no tenían nada comparable. Por eso, Kruschov quería cambiar radicalmente la forma en que el mundo percibía a las dos superpotencias. Le aseguró a Fidel de que los Estados Unidos jamás irían a la guerra por los misiles de Cuba. Él, Kruschov, losabía. Después de todo, los soviéticos habían visto que una confrontación en Turquía no sería algo práctico. Juntos, Fidel y él, podrían robarle la iniciativa a los imperialistas.

-¿De esto te enteraste por tus fuentes? – le preguntó Butler.

-Es lo que oí. De personas cercanas a Castro.

-A eso yo lo llamo chismorreo.

-No, señor Castle -replicó Fuertes-, son chismes respaldados por un escrutinio cuidadoso. Nadie es más importante para los habaneros que Fidel. Sus comentarios casuales, sus revelacionesprivadas, sus estados de ánimo, todo está abierto al mundo de sus íntimos.

-Y en base a tu profundo entendimiento de Fidel Castro y de la cultura cubana, ¿estás preparado a decirme por qué piensas tú, personalmente, que Castro aceptó los misiles?

-Absolutamente preparado -respondió Fuertes-. En mi opinión, Castro cometió un error,moralmente hablando. Estaba en lo cierto al principio: Cuba no necesita misiles.

-¿Quieres decir que aceptó los misiles sólo por devolverle un favor a Kruschov? – preguntó Butler.

Fuertes tuvo la oportunidad que necesitaba para pronunciar su segunda conferencia. Lo que hay que entender, explicó, es lo enormemente atractivo que resulta poseer armas nucleares. En todo el Tercer Mundo no hay un solo líder que no ambicione tenerlas.

-Es igual que tener una relación sexual con una estrella de cine. Cuando Kruschov estuvo deacuerdo en retirar los misiles ante la promesa de los Estados Unidos de renunciar a una futura invasión a Cuba, Castro se enfureció. Se quedaba sin misiles.

-Había sido engañado -dijo Butler-. Primero, Kruschov le mintió a Kennedy; luego lemintió a Fidel. Todo lo que ese maldito ruso quiere es que saquemos los misiles de Turquía. Sabemos que la Casa Blanca lo complacerá. Tenemos a un marica por presidente.

-Oigo la democracia en acción -dijo Chevi.

-Puedes estar seguro de ello -dijo Dix-. Ahora dime. ¿Por qué tengo la impresión de quesientes afecto por Castro?

-Puedo trabajar para vosotros, pero no tengo por qué absorber vuestros prejuicios. Me gusta Fidel, sí. Es simpático. ¡Sí! Es igual a todos nosotros, los sudamericanos, que querríamos producircambios fundamentales. Pero hay una diferencia. Él es más hombre.

Chevi no estaba cooperando con el objetivo que me había propuesto al organizar la reunión.

-Si admiras a Fidel -interrumpí-, ¿por qué no te unes a él?

-Porque detesto a los soviéticos. A diferencia de Fidel, yo pasé mi juventud en el partidocomunista. Sé exactamente en lo que se ha metido. Y, si me permitís decirlo, es por vuestra culpa.

Butler dio un puñetazo en la mesa con tanta fuerza que muchos de los comensales se dieron vuelta para mirarlo.

-¿No has aprendido, Chevi, cómo hay que hablarle a un estadounidense? Debes poner una gotade aceite en un paño. Luego te limpias el culo con cuidado. Estoy cansado de oír los defectos de este país.

Mi misión había fracasado. Terminamos nuestro café, pagamos, y nos fuimos cada uno en sucoche. Diez minutos más tarde estaba de vuelta en mi apartamento. Tocaron el timbre. Era Chevi.

-¿Es prudente que te vean aquí? – pregunté. Se encogió de hombros.

Serví coñac mientras él hablaba. Se sentía desgraciado con Butler; le tenía miedo; estaba esperando que lo agrediera físicamente.

-No es una situación segura.

-¿Por qué te metes en problemas?

-Porque en caso contrario perdería todo respeto por mí mismo. Miami es peor que Uruguay. Allí, simplemente traicionaba a gente con la que me había criado. Algunos se lo merecían. Aquí, estoy traicionando a hombres valientes.

-¿El DGI?

Asintió.

-Sus vidas peligran día a día. Los exiliados los despedazan cuando los descubren.

-¿Vienes a visitarme para que los del DGI puedan matarte?

Volvió a encogerse de hombros. Ahora entendí el gesto. Era el más triste que podía haber hecho. Hay un papel en la calle, movido por el viento. ¿Para qué molestarse en recogerlo?

Le serví más coñac y habló durante un par de horas más. Yo estaba cansado, pero debo decir, Kittredge, que empecé a preguntarme si nuestro buen agente doble no estaría trabajando con mayor devoción para el DGI que para nosotros. El hecho de que hubiera ido a mi apartamento meperturbaba. Podía significar que era indiferente a su propia seguridad, o -igualmente posible- el DGI estaba bien informado acerca del trabajo que hacía para nosotros. Me deprimía pensar que debía transmitirle esta sospecha a Butler.

Aun así, presté atención a lo que Fuertes decía. Tenía que hacerlo. La manera en que comprendelas cosas me resulta intrigante. Bajo los efectos del coñac, el ánimo de Chevi mejoró. Habló mucho acerca de Cuba. Por momentos me parecía estar oyendo a tu marido, lo cual, obviamente, me sorprendió.

-¿Qué puede decirse de un país -observó Fuertes- que basó su economía en la esclavitud africana y el azúcar? Considera sus demás productos: ron, tabaco, burdeles. Actos sexuales especiales. Santería. Cuando vives en una tierra donde todos los días tienes que preguntarte si eres tan malo como tus raíces económicas, entonces, como si de una especie de compensación se tratase,desarrollas un orgullo sobrehumano. Es por eso que Fidel siempre busca lo que no se puede conseguir, la gema oculta en la historia.

-¿La gema oculta en la historia? – tuve que preguntarle.

-Algunos buscamos una visión que está más allá de los límites del peligro.

-No comprendo -dije, aunque por supuesto comprendía perfectamente bien.

-Fidel busca lo que no se puede conseguir. – Chevi eructó delicadamente sobre su copa de coñac. Hizo un extraño sonido siseante. Quizá su demonio había ventoseado por el orificioequivocado-. Sí, vosotros tratáis de matar a Fidel, pero yo soy el único que sabe cómo hacerlo.

-¿Por qué habrías de matarlo si lo aprecias?

-Soy operístico por naturaleza. Dostoyevskiano. Lo mataría para acercarme un poco más almonstruo que mora en mi interior. Después, lloraría por él. Entretanto, me río de todos vosotros. De vuestros intentos y de vuestros fracasos.

-¿Qué te hace pensar que lo intentamos?

-Todos en el DGI lo saben, Robert Charles, o como quiera que te llames este año. – Rió desagradablemente-. No sé por qué lo seguís intentando. Yo podría hacerlo mejor.

-¿Sí? ¿Cómo lo harías?

-Repito: apelando a lo mejor que hay en él.

-Eso es un principio, no un plan.

-Ya veo -dijo -. Buscas un procedimiento. Puedes encontrar una conchilla marina de belleza excepcional. A Fidel le gusta practicar submarinismo.

-Entiendo -dije.

-No, no entiendes. Llenarías esa conchilla de explosivo plástico y la pondrías en un arrecife al que Fidel va a pescar con arpón. Te procurarías un cómplice para que llevase a Fidel al lugar preciso. Luego esperarías a que él la cogiese. Se acercaría, pero sin cigarro. Su sistema interior de alarma, que es absolutamente notable, le avisaría para que vacilara. Fidel Castro, gran racionalista del materialismo, que patea una pared, se quiebra un dedo del pie y hace añicos un espejo cuando se entera de que los rusos retirarán los misiles, es tan sensible a los complots estadounidenses que hasta cuando extiende la mano para coger una conchilla marina excepcional, lo hace con cuidado. Se necesita más que belleza para atrapar a ese tipo.

-Ojalá siguieras hablando -dije-. Cada vez que abres la boca, creas películas.

Me sentía algo borracho. Fuertes me resultaba cada vez más desagradable. Era demasiado corrupto; demasiado seguro de sí.

-Eso es, películas. ¡Excelente! Es una idea para una película. No sólo colocaría la conchilla en una cueva de coral, y usaría a un sirviente pagado por la CIA para que condujera a Fidel hasta ella, sino que procuraría que un mayombero hechizase a una mantarraya. La criatura se enamoraría de la conchilla y no se apartaría de ella. Se quedaría a su lado para cuidarla. Entonces, Castro podría nodarse cuenta de que se trataba de una provocación. Buscaría matar al oponente para obtener la recompensa. – Fuertes se echó a reír-. Sí, todo lo que tenéis que hacer es encontrar un mayombero en Miami, o alguien que sepa amaestrar animales marinos en Langley.

Dejé que terminara su copa, luego lo conduje hasta la puerta.

Por favor, escribe pronto, y con generosidad. ¿Te sucede algo?

Con toda devoción,

HARRY

El asunto de la mantarraya es lo más disparatado que he oído, pero debo admitir que siento ahora un interés personal por arrancarle hasta el último pelo de la barba a ese cubano. ¿Cómo seatreve a vivir consigo mismo? Lo atraparemos, tú y yo. Pronto.

HLFX

23

28 de noviembre de 1962

Queridísimo Harry:

Sí, he sido remisa a la hora de relatarte los pormenores de las negociaciones de Jack y Bobby con Kruschov y Dobrynin, pero me temo que ya es demasiado tarde. Tenías razón. Me aburro sólo de pensar en reconstruir los distintos pasos. Lo que permanece vivo en mí es la inmutabilidad de Jack cuando los cargueros rusos se iban acercando a la línea de bloqueo. Hay momentos en que los grandes líderes políticos no sólo reciben los favores de los dioses, sino también sus terrores. ¿Es esto demasiado grandioso? No me importa. Amo a Jack Kennedy por haber encontrado su equilibrio entre dos horrores, el sometimiento o la exterminación, y por mantener ese equilibrio apesar de todas las tretas que intentó Kruschov después de que los cargueros volviesen por donde habían venido. Te confieso, Harry, que hasta que no sucedió esto, dudaba del valor prístino de Jack Kennedy como presidente. Sentía devoción por él porque no estaba muerto por dentro, como la mayoría de los políticos importantes, pero, quizá por esa misma razón, secretamente sospechabaque no podría hacer frente a esos monstruosos soviéticos que acceden al poder con cubos llenos de sangre en el vestíbulo. Y otro tanto con Bobby. ¿Cómo era posible que dos estadounidenses, educados en las mejores universidades, inocentes como todos los ricos, lograsen evitar el pánico? ¡Cuánto coraje demostraron poseer, para mantenerse tanto tiempo al borde del abismo! Hasta Hugh, que piensa que Kruschov perdió el juego de una forma menos desastrosa de lo que merecía, respeta a Jack un poco más. A diferencia de él, yo estoy profundamente conmovida. Dos hermanos que se quieren valen más, en el balance de la historia, que un bruto astuto e inmundo.

Tal vez te decepciones, pero sólo te ofreceré un resumen de las negociaciones. Nosotros,naturalmente, queríamos que sacaran los misiles, además de cincuenta bombarderos Iliushin que Kruschov le había «vendido» a Cuba. También solicitamos que se autorizase a una delegación de las Naciones Unidas a inspeccionar el terreno. En compensación, nos comprometíamos a no invadir Cuba, siempre y cuando Castro no intentase subvertir el orden en América Latina. En teoría, estabatodo muy claro, pero cada propuesta exigía una sincronización perfecta. Jack debía abrirse paso entre sus propios halcones, quienes no querían que se hiciese ningún trato a menos que todas nuestras condiciones fuesen aceptadas, y entre sus palomas -Adlai Stevenson, por ejemplo-, paraquienes bastaba con que Kruschov hubiera retirado sus naves. Además, Castro no aceptaba nada. No quería devolver sus bombarderos Iliushin; no quería permitir la inspección de las bases; ni siquiera aceptaba renunciar a los misiles.

Harry, no seguiré con esto. Según he descubierto, la clave de este asunto radica en separar loesencial. Lo esencial era que se quitaran los misiles cubanos. Al no insistir Jack en que se devolviesen los cincuenta bombarderos (que no son más que un pequeño peso sobre la balanza), y al aceptar la negativa de Castro a los observadores de las Naciones Unidas (ya que nuestros U-2 nos eximen de la necesidad de una inspección sobre el terreno), se logró que Kruschov retirara los misiles nucleares de Cuba a pesar de la rabieta de Castro.

Basta. Si no me hubiera restringido a este breve resumen, tendría que haberte enviado una carta de diez páginas. Y no es eso lo que me propongo. Preferiría contarte acerca de Bobby Kennedy. Elocupa mis pensamientos estos días. Desde el verano, Bobby nos ha estado invitando regularmente a Hickory Hill, aun cuando está claro que no gozamos de la simpatía de Ethel. Es una buena persona, estoy segura de ello; un alma generosa, llena de compasión por las heridas que ve en la gente que larodea, aunque un poco impetuosa y dispuesta a ignorar otras heridas. Por supuesto, es muy católica, y tiene una verdadera colección de hijos. Si yo estuviera en su lugar, acabaría como una borracha.

A Hugh lo invitan, supongo, porque juega bien al tenis: de manera precisa, elegante, despiadada. Todos lo buscan como compañero (hasta que los reprende severamente porque han hecho algo mal).Yo, que en mis tiempos de Radcliffe solía ser una excelente jugadora de hockey, juego ahora de una manera tan decidida como mal intencionada. Por supuesto, no le gusta a nadie, pero pierdo muy pocas veces cuando me enfrento a mujeres, y me granjeo algunas amigas cuando gano. Christopher,que a sus seis años es terriblemente tímido, no se divierte mucho con los hijos de Bobby, que vencen su negativa crónica a jugar a lo que sea. No me hace feliz la manera en que sufre los domingos que vamos a Hickory Hill, pero Hugh dice que «es su ritual iniciático» desde que dejó mis «auspicios prenatales». Según él, lo he malcriado terriblemente. Pensándolo bien, en HickoryHill me divierto menos de lo que debería, pero como adoro a Bobby y a él le encanta conversar conmigo, no lo pasamos del todo mal. Todo es muy casto. Creo que Bobby se muere por tener una relación más íntima conmigo, pero, ¿qué sucedería? Time lo nombró padre del año, de modo que ante señoras como yo se limita a disfrutar de una comunión cerebral. Hemos llegado a discutirciertas cuestiones por teléfono. Permite que uno entre en esa mente superior que tiene, al mismo tiempo inocente y abiertamente lógica. Su energía es, ciertamente, impresionante. Nadie, con la posible excepción de Hugh, posee el poder de ocuparse de tantas cosas a la vez. Aparte de losderechos civiles y del alboroto de la universidad de Mississippi, la crisis de los misiles y la persecución interminable de Hoffa y la Mafia, además de las tareas de rutina en el Departamento de Justicia, más los Boinas Verdes, más tu Mangosta (que debe de ser la empresa menos exitosa en la que se ha embarcado), ocasionalmente ocurre algo extraordinario que lo trastoca todo. Este último mes fue la atención y el cuidado que dedicó a rescatar a la Brigada. Finalmente se convirtió en una obra notable. ¿Recuerdas cuando te escribí acerca de Harry Ruiz-Williams, ese cubano maravilloso de los pies destrozados, que ha estado trabajando todos estos meses para hacer que los estadounidenses y los cubanos residentes reúnan los dólares necesarios para el rescate? No sé si prestaste atención a esto, pero en ese momento muchos republicanos atacaron a los Kennedy por considerar la posibilidad de intercambiar prisioneros por tractores. Feo. Todos esos cubanos pudriéndose en la cárcel mientras nuestros políticos sacaban crédito del anticomunismo más baratoy desagradable. Bien, hace más de un año y medio que esa Brigada está en prisión. Bobby me cuenta que un exiliado adinerado de Miami, que solía tener posesiones en Cuba, fue allá como emisario y quedó horrorizado por la situación de los hombres. Le dijo a Bobby que el ganado a punto de morir adquiere un aspecto enfermizo en el lomo, y que eso mismo le ocurre a los prisioneros en la nuca. «Es algo en lo que no puedo dejar de pensar -me dijo Bobby-. ¡La nuca!» El ex hacendado cubano le dijo: «Si van a rescatar a esos hombres, señor Fiscal General, éste es el momento. Si esperan, serán cadáveres lo que pongan en libertad». «Tiene razón -dijo Bobby-, nosotros los pusimos allí, y nosotros los sacaremos para Navidad.»

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Creo que sólo Bobby podría haber ideado la operación. Castro quería sesenta y dos millones de rescate por unos mil ciento cincuenta hombres. Aducía que el ataque había causado grandes daños,y que miles de soldados cubanos habían muerto como resultado de la batalla. Un año y medio después, cincuenta mil dólares por hombre no resultaba una indemnización excesiva. Si no le daban sesenta y dos millones en efectivo, aceptaba mercaderías. Si no eran tractores, podían ser medicinas

o alimentos para bebé.

Originariamente, el rescate sería obtenido por el Comité de Familias Cubanas, compuesto por un grupo de madres de Miami y La Habana, cuyos hijos eran prisioneros. Por recomendación de Bobby, eligieron como negociador a James Donovan, un abogado moderado que se había llevadobien con Castro. Al parecer, Donovan tiene un estilo áspero e irritante, muy propio de Nueva York. Según Bobby, en su primera visita de La Habana le dijo a Castro que no tenía alternativa: debía liberar a los prisioneros.

-Si quiere deshacerse de ellos, tiene que venderlos. Eso significa que tiene que vendérmelos a mí. No hay un mercado mundial para los prisioneros.

Al parecer, a Castro le gusta esa manera de encarar las conversaciones.

-Sí -respondió-, pero ¿cómo reunirá el dinero el Comité de Familias Cubanas? Hace más deun año que trabajan y ni siquiera han visto el primer millón. Han descubierto lo que yo podría haberles dicho desde el principio. Los cubanos ricos son los peores ricos del mundo. Ésa es la razón por la que yo estoy aquí y los cubanos ricos en Miami.

-Quizá no consigamos el dinero -dijo Donovan-, pero conseguiremos suministros médicos.

Ahora le llegó el turno a Bobby. Tenía que convencer a la industria médica de que donase sus productos. Una verdadera hazaña. Antes de empezar siquiera, me dijo por teléfono: «No sé cómo lo conseguiremos, Kittredge, pero lo haremos». Tenía el siguiente problema: la industria médica estásiendo investigada por el Congreso, la Justicia y la Comisión de Comercio Federal por violar la ley antitrust. Algunos de los jerarcas quizás estaban infringiendo la ley. Naturalmente, como todos los corporativos semideshonestos, se creen muy justos y buenos, ni por un momento piensan que pueden haber hecho algo malo, y sienten lástima de sí mismos. Aborrecen el gobierno de Kennedy;para ellos, está en contra del mundo de las altas finanzas. Por un reflejo patriótico, odian todavía más a Castro, pero consideran que los prisioneros de la Brigada son unos fracasados.

Sin embargo, Bobby reunió a los líderes de la industria en Washington y pronunció un discursoconmovedor. (Según pude enterarme por distintas fuentes.) Dijo que la Brigada estaba compuesta por hombres valientes que, a pesar del dolor de la derrota, jamás se volvieron en contra de los Estados Unidos. ¿No era nuestra responsabilidad rescatar a estos buenos hombres, los primeros en luchar contra el comunismo en nuestro hemisferio, antes de que perecieran debido a las condiciones desesperantes de las cárceles de Castro?

Bien, estos grandes industriales se conmovieron lo suficiente para iniciar negociaciones con Bobby. Cuando le pregunté si su discurso fue la causa de todo, se rió y dijo: «A estos tipos hay que alimentarles, no sólo el corazón, sino el estómago también». El Departamento de Hacienda encontró la manera de reducir sus impuestos con las donaciones de productos médicos.

Algunas de las compañías terminaron ganando con su caridad. Por supuesto, estamparon una pequeña bandera estadounidense en cada paquete que enviaron, a pesar de que algunos aprovecharon para deshacerse de sus medicinas obsoletas o caducadas. De una manera u otra, Bobby consiguió su propósito, gracias a su sagacidad. Mientras escribo, todavía no es seguro que la Brigada llegue a Miami antes de Navidad, pero no tengo dudas de que vendrán. Tal vez surjandificultades de última hora, pero Bobby traerá a esos prisioneros. Puedes estar seguro de que tendrás una semana atareada pero feliz en el Sur.

Tu prima que te quiere,

KITTREDGE

La víspera de Navidad, la Brigada viajó de La Habana a Miami, y el 29 de diciembre, el presidente Kennedy les dirigió la palabra en el Orange Bowl. Me encontraba entre las cuarenta milpersonas del público.

Me sentía desorientado. Estaba sentado en la línea correspondiente a las veinte yardas, bastante lejos del podio, y Jack Kennedy parecía una figura pequeña en un valle cavernoso, un hombre quehablaba a una hilera de micrófonos no más grandes que las patas de un cangrejo ermitaño asomando del caparazón. Si he escogido una imagen tan surrealista, es porque la situación era grotesca. Yo estaba contemplando al ex amante de Modene. El que no la había querido lo suficiente. Del mismo modo que un poco antes ella no me había querido a mí. Me pregunté si yo sería el único en eseestadio que tenía una visión tan triste e íntima de la presidencia.

Tampoco estaba preparado para la multitud. Había trabajado esos dos últimos meses en las deprimentes oficinas de Zenith, y ahora no estaba listo para el impacto de un estadio lleno decubanos jubilosos que saludaban el regreso de los perdidos y condenados. Oleadas de pena conmemoraban la pérdida de un país al que mientras vivían en él nunca habían amado tanto.

Recuerdo el pandemonio. Desde la iniciación de la ceremonia, cuando los mil ciento cincuenta hombres de la Brigada entraron marchando en el campo y tomaron posición de descanso en filasordenadas con precisión, el tumulto de padres, madres, esposas e hijos, sobrinas, sobrinos, tíos, tías y primos en primero, segundo, tercer o cuarto grado, constituyó el sonido más fuerte jamás oído en un estadio, que se duplicó cuando entraron el presidente y Jacqueline Kennedy en un Cadillacblanco descapotable. Miles de banderas estadounidenses y cubanas empezaron a agitarse cuando el presidente y la primera dama descendieron y se cuadraron junto a Pepe San Román, Manuel Artime y Tony Oliva. Se tocó primero el himno cubano, luego el estadounidense. La emoción de las familias reunidas allí podía soportar cualquier ceremonia, por prolongada que fuese. El presidentepasó revista a la Brigada, estrechando la mano de todo soldado que le llamaba la atención, mientras los aplausos iban en aumento. Estábamos en medio de la ceremonia de graduación más grande e importante que jamás se hubiera llevado a cabo. Cada mano que el presidente Kennedy estrechaba significaba la culminación de una saga familiar.

Pepe San Román fue el primero en hablar:

-Nos presentamos ante Dios y el mundo libre como guerreros en la batalla contra el comunismo. – Luego se volvió a Jack Kennedy-. Señor presidente, los hombres de la Brigada2506 depositan su estandarte ante usted, para su custodia.

Los diarios locales habían contado cómo la bandera de la Brigada había sido llevada de la bahía de Cochinos por una de las lanchas disponibles; Kennedy la desplegó provocando una ovación operística, se volvió hacia los soldados, los invitó a que se sentaran en el césped, y respondió:

-Quiero expresar mi agradecimiento a la Brigada. Esta bandera les será devuelta en una Habana libre.

Pensé que había comenzado otra guerra. «¡Guerra! ¡Guerra! ¡Guerra!» exclamaban todos con el júbilo que les otorgaba la bendición de compartir un solo pensamiento: «¡Volvamos a la guerra!».

Y yo, un oficial de Inteligencia, tuve una revelación. En ese instante todos se sentían liberados de la continua fatiga de mi alma dividida que, hacía nada más que un día, también había sido su alma dividida. ¡Guerra! La guerra era el momento en que Alfa y Omega se unían en un todo.

No pude por menos que admirar a Jack Kennedy ante lo que dijo a continuación.

-¿Quiere el señor Facundo Miranda, que fue quien preservó esta bandera durante los últimos veinte meses, acercarse al podio para que lo conozcamos? – El señor Miranda y Kennedy se dieron la mano -. Quería conocerlo -le dijo el presidente-, para saber a quién debía devolverle labandera.

Parecía que la ovación no terminaría nunca. En medio de tanta emoción, pronunció su discurso.

-Aunque Castro y otros dictadores como él gobiernen las naciones, no gobiernan a los pueblos;pueden encarcelar el cuerpo, pero jamás el espíritu; pueden destruir el ejercicio de la libertad, pero no pueden eliminar la decisión que tiene la Humanidad de ser libre.

Mi experiencia patriótica se vio interrumpida cuando vi a Toto Bárbaro. Se estaba dirigiendo hacia el podio, acercándose cada vez más. Finalmente, conseguiría estrechar la mano del presidente.

-Puedo asegurarles -continuó Kennedy-, que el deseo mayor del pueblo de este país, así como del pueblo de este hemisferio, es que algún día Cuba pueda volver a ser libre. Entonces, esta Brigada marchará al frente de la columna de la libertad.

Me pregunté qué pasaría con las negociaciones (que tanto impresionaban a Kittredge) entre Kennedy y Kruschov. Quizá la sangre caliente del político había agobiado las serenas arterias del presidente. ¿O estaba yo presenciando una nueva declaración de guerra contra Cuba?

A la mañana siguiente, mi padre me llamó desde Washington. «Espero -me dijo- queconsigamos una transfusión de todo esto.»

24

15 de enero de 1963

Querida Kittredge:

Debo anunciarte el regreso de Howard Hunt. Hacía quince meses que no sabía nada de él, pero la otra noche comimos juntos. La última vez que lo vi estaba sepultado en la División de Operaciones Domésticas bajo la dirección de Tracy Barnes, ya sea escribiendo novelas de espionaje para la Nueva Biblioteca de los Estados Unidos, o envuelto en otros asuntos de capa y espada. Nome dio ninguna información.

Sospecho que avanzaba por un carril paralelo al de Bill Harvey, y aunque no puedo asegurarlo,probablemente tratase con cubanos ultraderechistas. Él no dice nada al respecto. Sólo lo vi esa noche. Me llamó para invitarme a comer con él y Manuel Anime. Esta carta es para transmitirte loque Anime me contó sobre la experiencia de la Brigada en las cárceles cubanas.

Fue una buena velada. Es curioso, ingresé en la Agencia en busca de aventuras, y ahora, después de un día sentado ante el escritorio, la mayor parte de la excitación que experimento proviene de comer fuera. Mi vida en la Central de Inteligencia, o Las Cien Cenas Más Memorables.

Bien, ésta fue una de esas cenas. Howard, que sigue destinado en Washington, ha conseguido, para su uso exclusivo, una de nuestras mejores casas francas, una verdadera joya en Key Biscayne, denominada La Nevisca. Yo solía utilizarla en el período pre-Cochinos, pero ahora la ocupa Howard, y me demuestra que la vida en la Agencia a veces puede ser divertida. Tuvimos unacomida digna de los dioses, regada con Château Yquem, servida por dos proveedores -contratados por la Agencia para ocasiones especiales-, especializados en haute cuisine, y que incluso hacen las veces de camareros.

Una comida de cinco tenedores. Es evidente que Howard ha recobrado su autoestima. Por lo quesé, su máxima pasión es tener una noche como ésa.

De todos modos, yo me sentía como un intruso. Si Howard y Artime no se aprecian, son un par de excelentes actores. Creo que nunca había visto a Howard tan cordial. Conocí la ilimitadahipérbole de los verdaderos brindis cubanos. Me enteré de que el arte consiste en levantar la copa como si uno se dirigiese a cien personas.

-Bebo a la salud de un hombre notable -dijo Howard-, un caballero cubano cuya reserva de patriotismo es inagotable. Bebo a la salud de un hombre a quien estimo tanto que, sin saber si lovolvería a ver, lo escogí, in absentia, como padrino de mi hijo David.

Artime respondió con una expresión altisonante. Defendería a su ahijado, si se presentaba la ocasión, con su vida misma. ¿Sabes, Kittredge? Nunca un hombre me pareció más sincero. Artime,a pesar de lo delgado que está por los veinte meses transcurridos en prisión, ha adquirido un carácter imponente. Antes era encantador, pero un tanto adolescente, y demasiado emocional para mi gusto. Ahora está más emocional que nunca, pero ha adquirido un gran carisma. Es imposible sacarle los ojos de encima. Uno no sabe si está mirando a un asesino o a un santo. Parece dotado deuna dedicación interior que ninguna fuerza humana sería capaz de vencer. No es del todo atractivo. Mi abuela, la madre de Cal, tenía la misma dedicación para las obras de la Iglesia (¡no exagero!) y murió a los ochenta años de un cáncer de intestino. Es ante personas como éstas cuando uno sientela bestia inflexible de la ideología. No obstante, después de una velada con Artime, me dieron ganas de luchar contra Castro a mano limpia.

Te daré una versión completa de la respuesta de Artime al brindis de Howard.

-En la prisión -dijo-, había horas en que la única emoción posible era la desesperación. Sinembargo, en lo más hondo de nuestro cautiverio, esa desesperación era bienvenida, porque es una emoción fuerte, y todos los sentimientos, ya sean nobles o mezquinos, son ríos, arroyos y riachuelos, esa fue la palabra que usó, que fluyen hacia ese medio universal que es el amor. Era elamor a lo que queríamos regresar. El amor hacia nuestro prójimo, por malvado que sea. Yo quería erguirme bajo la luz de Dios para recobrar mis fuerzas y volver algún otro día a luchar. Estaba agradecido por el poder de mi desesperación. Me permitía sobreponerme a la apatía.

»Pero la desesperación es un peligro espiritual. Uno tiene que salir de ella si no quiere perdersepara siempre. Del mismo modo en que se necesitan piedras para avanzar sobre el agua, senderos para ascender, peldaños en una escalera, cuando uno se sume en la corriente negra del sufrimiento ilimitado, el recuerdo de los amigos puede llegar a ser el único puente que conduce de regreso a las emociones superiores. Mientras estaba en prisión, ninguno de mis amigos americanos aparecía antemi mente con una presencia más hermosa, capaz de elevar mi torturado espíritu, que la de usted, don Eduardo, caballero espléndido a quien saludo esta noche con todo el honor de sentirme bendecido por la alta obligación moral de ser el padrino de su hijo David.

Y en ese tono siguieron. Me di cuenta de que la primera razón por la que había sido invitado aquella noche era mi buen dominio del español: dos hombres adultos no pueden hablar de esa manera tan elevada sin tener, por lo menos, a otro como audiencia.

Artime empezó a hablar de la prisión, que era, por cierto, lo que yo quería oír. Gran parte de lo que dijo, sin embargo, fue contradictorio. Si la comida era decente en una cárcel, era terrible en otra; si a los líderes de la Brigada los confinaban en celdas aisladas durante un tiempo, luego los llevaban a celdas compartidas; si bien el tratamiento era cortés durante un tiempo, pronto se volvía desagradable. Las condiciones de una prisión no guardaban relación con las de la siguiente. Y eran trasladados de una a otra con frecuencia.

Esta exposición me dio un sentido del tumulto más allá de los muros. En ese momento, en Cubalas teorías y los acontecimientos debían de estar chocando, porque no parecía existir ninguna intención consistente detrás de la encarcelación.

Por lo que nos contó, las primeras horas de reclusión de Artime fueron las peores. Tras el calamitoso final de la invasión, mientras trataban de evitar ser capturados, él y otros hombres seinternaron en un pantano sin caminos llamado Zapata. Dijo que tenía cierta idea de cómo llegar a la sierra Escambray, distante ciento veinte kilómetros, donde iniciaría un movimiento guerrillero. Dos semanas después, su grupo fue cercado.

Artime era el más importante líder de la Brigada que hasta el momento había capturado la Contrainteligencia de Castro. Como supongo que no estás demasiado familiarizada con sus antecedentes, te haré un breve resumen. No recuerdo si fue Samuel Johnson quien dijo: «Sólo un infeliz sin talento intenta un bosquejo». Artime, que estudió psiquiatría con los jesuitas, no habíacumplido los veintiocho años cuando se unió a Castro en Sierra Maestra. Sin embargo, un año después de la victoria intentó iniciar un movimiento clandestino, pues, según sus propias palabras, se sentía «un demócrata infiltrado en un gobierno comunista». No tardó mucho en convertirse en unfugitivo de la Policía. Vestido con la sotana de un cura, y con un arma dentro de un misal hueco, Anime subió por la escalinata de la Embajada estadounidense en La Habana, y poco después fue llevado clandestinamente a Tampa en un carguero hondureño. Con el tiempo, se convirtió en uno de los líderes del Frente y más tarde de la Brigada, lo cual no le impidió mantener su grupo clandestinoen Cuba. Con estas tres credenciales, puedes estar segura de que una vez capturado no fue interrogado de manera rutinaria.

Por supuesto, no era la suya una situación cómoda. El pantano estaba cubierto de arbustosespinosos. El agua potable escaseaba. Al cabo de catorce días de sed, nadie podía hablar, ni siquiera mover la lengua.

-Siempre pensé -dijo Anime- que yo era uno de los llamados a liberar Cuba. Dios me usaría como su espada. Pero después de ser capturado creí que Dios debía de necesitar mi sangre, y teníaque estar preparado para morir en caso de que mi país no fuese liberado.

»Sin embargo, una vez en Girón, y después de que hubiesen leído mi Diario y conocido mi verdadera identidad, uno de la Contrainteligencia me dijo: «Anime, tienes algo que pagar por todolo que nos has hecho. ¿Quieres morir como un héroe, rápidamente, con un disparo? ¿Sí? Pues entonces coopera. Declara que los estadounidenses traicionaron a la Brigada. Si no nos ayudas, tendrás una muerte lenta y dolorosa».

Anime se negó a firmar tal declaración, de modo que sus captores lo llevaron a La Habana,donde lo encerraron en una celda subterránea cuyas paredes estaban cubiertas de colchones. Allí le quitaron la camisa, lo sujetaron por los brazos y las piernas a una silla, y con un foco permanentemente encendido dirigido hacia sus ojos, lo interrogaron durante tres días.

No todas las voces eran airadas. A veces, alguien le decía que la Revolución estaba dispuesta aperdonarlo por sus errores; luego venían otros que lo amenazaban. Obligado a mirar el foco, no vio la cara de ninguno de ellos. Alguna voz furiosa decía: «Muchos cubanos inocentes murieron por la vanidad de este hombre». Uno de los interrogadores le puso una fotografía delante de los ojos. Vioun campo cubierto de cadáveres que lo miraban fijamente.

«Te voy a matar, soplapollas», dijo la voz furiosa. Artime sintió el cañón de una pistola contra los labios. Nos miró a Howard y a mí.

-Conservé la calma. No podía creerlo. Me dije: «Así se sienten los caballos salvajes cuando les ponen la brida en la boca. Sí, la brida es el ejercicio de la voluntad de Dios». Luego, un hombre se dirigió al que me amenazaba y con voz suave le dijo: «Vete de aquí. Estás empeorando las cosas». El hombre, furioso, replicó: «No me iré. La Revolución me da tanto derecho a estar aquí como a ti». Siguieron discutiendo, hasta que finalmente el malo se marchó. Entonces, el bueno dijo: «Está muy perturbado porque a su hermano lo mataron en Girón».

-¿Se sintió en algún momento a punto de desmoronarse? – preguntó Hunt.

-Nunca -respondió Artime-. Yo no creía que fuese a salir vivo de allí, de modo que no había razón para desmoronarse. – Asintió con la cabeza-. Al tercer día me metieron en una celda, y allí me visitó un hombre llamado Ramiro Valdés, el jefe de Castro de G-2.

A Valdés pareció preocuparle el aspecto de Artime, sobre todo las quemaduras de cigarrillos enel cuerpo. «¿Quiénes fueron sus interrogadores? – preguntó -. Los castigaremos. La Revolución quiere revolucionarios, no fanáticos. Por favor, Manuel, descríbalos.» «Comandante -dijo Artime-, nunca les vi la cara. Olvidémoslo.»

-Me habría gustado localizar a esos hijos de puta -dijo Hunt, con voz ronca.

-No -dijo Artime-. Por supuesto, no creí una sola palabra de lo que Valdés decía. Sabía que quería establecer una buena relación conmigo. Luego empezaría a conversar. Pero yo no era la persona indicada para esas intenciones. Mi situación como prisionero me parecía menos real que mipropia psicología. Sentía que Dios estaba poniendo a prueba a Manuel Artime. Si pasaba la prueba, Cuba sería digna de ser liberada.

-¿Cuál fue la prueba más difícil a la que tuvo que enfrentarse? – pregunté.

Asintió, como si le gustara la pregunta.

-Valdés ordenó que me llevasen una buena cena a la celda. Pollo con arroz y frijoles negros. Me había olvidado cuánto me gusta comer. Jamás nada me pareció tan sabroso, y por un momento no me sentí preparado para morir. Comencé a pensar en lo hermosa que es la vida. En la vidasimple y bella de los pollos en el corral, de esos mismos pollos a uno de los cuales me estaba comiendo. Pero entonces me dije: «No, me están poniendo a prueba», y ya no sentí tanta ternura por la carne blanca del pollo. De repente, pensé: «Tengo un alma inmortal, y este pollo no. No debosucumbir a la tentación».

Pero después de haber pasado un año en prisión, Anime tendría que hacer frente a una prueba aún más dura. Estaba aguardando el veredicto de la corte; ya se había acostumbrado a estar vivo, de modo que se le ocurrió que su negativa a colaborar en el juicio iba a traer como consecuencia su sentencia de muerte.

-En ese momento me di cuenta de que nunca tendría un hijo. Para un cubano, eso es muy triste. Cuando un hombre se siente insatisfecho, no está preparado para el fin. Por lo tanto, pedí a unguardia lápiz y papel. Quería escribir lo que iba a decir cuando me fusilaran. Pensé que concentrarme en aquello me ayudaría a resistir la tentación de desear seguir con vida. Decidí que las palabras que les diría a mis verdugos serían las siguientes: «Los perdono. Y les recuerdo que Dios existe. Su presencia me permite morir amándolos. Viva Cristo Rey. Viva Cuba libre». Eso me libróde la tentación.

Poco después, fue a visitarlo Fidel Castro. Según el relato de Artime, seis días después del juicio, Castro llegó a la prisión a las dos de la madrugada y despertó a Pepe San Román, quien se puso de pie en ropa interior no sin antes bostezarle en la cara.

-¿Qué clase de gente son ustedes? – preguntó Castro-. No lo entiendo. Confían en los norteamericanos. Ellos convierten a nuestras mujeres en putas y a nuestros políticos en gángsters. ¿Qué habría pasado si hubiesen vencido? Los americanos estarían aquí. Tendríamosque vivir con la esperanza de que, si visitasen Cuba lo bastante a menudo, les enseñaríamos a follar.

-Prefiero tratar con un norteamericano antes que con un ruso -respondió San Román.

-Les pido que no desperdicien su vida. La Revolución los necesita. Hemos luchado contra ustedes, de modo que sabemos que en la Brigada hay muchos hombres valientes.

-¿Por qué no dijo usted eso en el juicio? – preguntó Pepe San Román-. Nos llamó gusanos. Ahora me despierta para decirme que somos valientes. Déjenos dormir tranquilos. Ya hemos tenido bastante.

-¿Ya han tenido bastante? Por Dios, hombre, me pregunto si tienen ganas de vivir.

-Estamos de acuerdo en algo. Yo no quiero vivir. Los Estados Unidos han jugado conmigo, yahora usted juega conmigo. Mátennos, pero deje de jugar.

Castro se marchó. Luego fue a la celda de Anime. Cuando lo vio en la puerta, Artime pensó que el Líder Máximo lo visitaba para ordenar su ejecución.

-¿Viene para avergonzarme ante sus hombres? – le preguntó Artime.

-No -respondió Castro-. La única razón por la que no lo visité antes es que sabía que estaba débil a consecuencia del tiempo que pasó en los pantanos. No deseo que piense que quiero burlarme de usted. En realidad, he venido para preguntarle cómo se encuentra.

-Muy bien. Aunque no tanto como usted. Se lo ve más gordo que cuando estaba en las montañas.

Castro sonrió.

-En nuestra Revolución no todos comemos igual, todavía. He venido a preguntarle qué espera.

-La muerte.

-¿La muerte? ¿Así interpreta la Revolución? Si estoy aquí es porque queremos sacar lo mejor de cada uno. Su bando busca mejorar la condición de aquellos que ya han obtenido mucho. Mibando espera mejorar la suerte de quienes no tienen nada. En ese sentido, yo diría que mi bando es más cristiano que el suyo. Qué lástima que no sea usted comunista.

-Qué lástima que usted no sea demócrata.

-Artime, le demostraré que está equivocado. Verá, no vamos a matarlo. Si consideramos las circunstancias, eso es muy democrático. Aceptamos la existencia de una corriente de opinión que busca destruirnos. ¿No le parece eso generoso? La Revolución les perdona la vida. Han sido condenados a treinta años de cárcel, pero ni siquiera tendrán que cumplir la sentencia. Ya que parael gobierno de los Estados Unidos son ustedes tan valiosos, estamos dispuestos a cobrar un rescate. En cuatro meses, todos se habrán ido.

Bien, como todos sabemos, tardamos ocho.

Hacia el fin de la velada, Artime cambió de tema de conversación.

-La verdadera lucha todavía está por comenzar -dijo.

-No creo que esté en condiciones de volver a la acción tan rápido -replicó Hunt.

-Físicamente, aún debemos reponernos. Pero pronto estaremos preparados. Siento lástima poraquel que cree que podrá detenernos.

-Jack Kennedy puede detenerlos -dijo Hunt-. Según él, es obsceno no negociar con dos direcciones a la vez. Le advierto, Manuel, que he oído rumores de que la Casa Blanca está lista para hacer un trato con Castro.

-El diablo -dijo Artime- es un hombre que tiene la cabeza puesta al revés.

Hunt asintió.

-Jack, el sonriente -dijo.

Hunt ha cambiado, Kittredge. Está cargado de odio, por una parte hacia los comunistas, y porotra porque sus logros no han sido debidamente reconocidos. Ahora su odio atraviesa la piel de lo que antes era cortesía y urbanidad. Cuando aflora lo desagradable, huele mal. Hunt no es la clase de persona que debería revelar esa faceta de su personalidad.

-Muchos de nosotros -dijo Artime- no tenemos una idea clara de los Kennedy. Por ejemplo, Bobby, el hermano, me invitó en una ocasión a esquiar. No puedo decir que no sienta simpatía por él. Cuando advirtió que yo no sabía esquiar, pero estaba dispuesto a precipitarme montaña abajo hasta caerme, se echó a reír con ganas. «Ahora he visto el fuego sobre el hielo», me dijo.

-Los Kennedy son expertos en deslumbrar a quienes quieren tener de su lado -comentó Hunt.

-Con todo respeto, don Eduardo, le diré que creo que el hermano del presidente se toma a Cuba muy en serio. Dice que tiene nuevos planes, y quiere que yo los dirija.

-Le aconsejo que planee sus propias operaciones -dijo Hunt-. Si consigue financiación privada, y se libra del gobierno, conozco gente cuya ayuda le sería de más utilidad que la de Kennedy.

-Detesto las cosas complicadas -dijo Artime -. El presidente ha dicho: «La bandera será devuelta un día a una Habana libre». Para mí, eso significa un compromiso total con nuestra causa.

Hunt sonrió y bebió un sorbo de su coñac.

-Repito sus palabras: el diablo es un hombre con la cabeza puesta al revés.

Anime volvió a suspirar.

-No puedo ocultar el hecho de que mi gente está dividida con respecto a los Kennedy.

-¿Es verdad que algunos no querían entregarle la bandera de la Brigada a Kennedy?

-Estábamos divididos. Esa es la verdad. Yo mismo tenía dudas. Debo admitir que después de que Bobby me llevó a esquiar, los Kennedy me gustan más.

-¿Está usted seguro? – preguntó Hunt-. La bandera que le dieron a Jack, ¿era la original, o un duplicado?

Anime pareció apesadumbrado.

Me miró de reojo, pero Hunt hizo un ademán con la mano, como diciéndole: «Hable con tranquilidad; es uno de los nuestros». Me sorprendió. Hunt no es la clase de entusiasta que depositasu confianza en alguien tan marginal a sus propósitos como yo.

-¿Era una copia? – insistió. Anime inclinó la cabeza.

-Llegamos a un compromiso. Hicimos un duplicado de la bandera. Al presidente Kennedy se le entregó la falsa. No me hace feliz haberlo engañado. Parte de la fuerza que pusimos en esa bandera puede perderse.

Hunt pareció curiosamente satisfecho. Ahora que lo escribo, creo saber por qué. Como la historia no fue una confidencia, sino que yo estaba presente, creo que ahora se siente libre de divulgarla. Kittredge, no tengo hacia Jack Kennedy unos sentimientos definidos, pero la animosidad de Hunt me preocupa mucho.

Más tarde, esa misma noche, tuve un sueño extraordinario en el que Fidel Castro y Manuel Anime tenían un debate.

-Usted, Castro -le decía Artime-, no comprende la naturaleza de la fe. No estoy aquí para defender a los ricos. Pero debo tener compasión por ellos, pues Dios no se muestra caritativo con su codicia. Dios ahorra su misericordia especial para los pobres. En el cielo, todainjusticia se revierte. Usted, Fidel, dice que trabaja para los pobres, pero comete asesinatos en su nombre. Usted sella su revolución con sangre. Ciega a los pobres con su materialismo, y de esa manera no les permite ver a Dios.

-Manuel -le respondía Castro-, evidentemente, nuestros puntos de vista son opuestos. Unode los dos tiene que estar equivocado. Por lo tanto, permítame tratar su proposición sobre esa base. Si estoy equivocado, entonces todas las personas a quienes he perjudicado en esta vida serán recompensadas en el cielo. Si, por otra parte, no hay un Dios para castigar a los ricos y a los injustos en la otra vida, ¿que puede decir usted acerca de todos los pobres campesinos nuestros asesinadospor sus soldados? Ustedes los mataron porque temían que el comunismo pudiese triunfar en Cuba. En ese caso, sus fuerzas no sólo habrán desperdiciado sus vidas, sino también las nuestras.

»Por eso, Manuel -proseguía Castro-, elija mi camino. Desde un punto de vista lógico, sinimportar cuál de los dos esté en lo cierto, usted sale mejor parado.

Kittredge, ese sueño terminaba de una manera muy curiosa. La voz de Bill Harvey rugía de repente interrumpiendo el diálogo:

-Los dos están equivocados -gritaba-. La justicia no existe. Sólo existe El Juego.

Esas dos últimas palabras reverberaron en mi mente hasta que finalmente desperté. ¿Has sabido algo del Salvaje Bill? Aquí circula el rumor de que ha sido transferido -¿o degradado?– a Italia como jefe de estación. Tuyo, siempre, HARRY

25

15 de febrero de 1963

Queridísimo Harry:

No me sorprende que hayas soñado con Bill Harvey, porque se ha estado hablando mucho de su situación. Como sabrás, el director McCone estaba dispuesto a echarlo de la Agencia, hasta que Dick Helms acudió en su ayuda. Helms puede ser el hombre más frío que conozco, pero es leal con los suyos, y en la práctica eso remplaza a la compasión. De todos modos, intentó impedir de variasmaneras que McCone despidiese a Harvey en el acto: le habló de lo contentos que se sentirían el KGB y el DGI si Harvey tuviera que renunciar, además del descorazonamiento de los oficiales jóvenes y sus efectos sobre el espíritu de iniciativa. Para satisfacer no sólo la mente de McCone, sino también su corazón, Helms se refirió también a las tensiones internas que acumulan los oficiales superiores a lo largo de una carrera de crisis continuas y sacrificio económico personal. McCone, que después de los años que pasó en la Corporación Bechtel debe de ser más rico que Midas, redujo finalmente la sentencia a un permiso para ausentarse. Dick le dijo entonces a Harvey que se tomase un mes de descanso, con la seguridad de que le será adjudicado un cargo apropiado apenas McCone salga del país. A nuestro nuevo director de Inteligencia le encanta hacer largos viajes con su flamante esposa a estaciones lejanas. Allí es recibido como un maharajá. Se hospeda en una suite del mejor hotel, disfruta de siete días de golf, oye lo que quiere oír de los empleados de la estación (ahora que goza de los laureles ganados con el asunto de los misiles), y deja los pequeños detalles a Helms. Me recuerda a un zorro en el gallinero. Helms dirige la Agencia (con la maravillosa ayuda de Hugh), pero tan calladamente que estoy segura de que tú y los demás oficialesjóvenes no os habéis enterado de lo de Harvey. Helms cumplió su promesa, con lo que el Salvaje Bill estuvo de regreso en Langley antes de Navidad, cómodamente instalado en un rincón oscuro del departamento de Italia. Allí se quedará el tiempo suficiente para aprender los rudimentos de su nuevo destino, que será el de jefe de estación en Roma. (Asumirá tan pronto como McCone haga unnuevo viaje a África, Asia o Australia.) Es muy distinto de ser jefe de la división de la Rusia soviética, pero, dadas las circunstancias, no debería haber quejas.

Hugh, no obstante, está trastornado por lo de Harvey. Peco de indiscreción, pero tengo unaprimicia que no puedo por menos que transmitirte. Desde la crisis de los misiles, he intentado averiguar por qué Hugh estaba tan ansioso por defender a Harvey. A Hugh siempre le había resultado difícil soportar al Salvaje Bill. Por ejemplo, en las reuniones, el Gordo insiste en llamar «Monty» a Hugh, lo que no es más que un modesto indicio de la manera en que se molestanmutuamente. Desconozco los detalles; sólo sé que Hugh ejerce algún tipo de poder sobre Harvey. El factor radical seguirá siendo un secreto para mí, pero hace poco me enteré de que el Salvaje Bill le resulta de un valor incalculable. Como parte del plan acordado entre mi esposo y yo, que exige la divulgación de algo nuevo y especial a la pobre Kittredge una vez al año (así como otras mujeres reciben un abrigo de piel para su aniversario de bodas), Hugh me regala de vez en cuando alguna golosina. La última fue excepcional. Harry, ¿sabes que quien le proporcionó a Hugh todas esas transcripciones extraordinarias del FBI sobre Modene y compañía no fue otro que Bill Harvey? Al parecer, un antiguo conocido del FBI estaba dispuesto a entregarle material de primera al Gordo,quien de inmediato se lo pasó a Hugh en exclusiva. Por supuesto, la noticia de que el Salvaje Bill se va a Roma puso muy nervioso a Hugh, pero, conociendo a mi marido, estoy segura de que ya ha abierto una nueva ruta para su tren subterráneo.

¿No te parece sensacional? Durante años Bill le ha estado pasando a Hugh productos especialesdel FBI. Reconoce la importancia de esto, Harry. Tiemblo sólo de escribirlo, pero no puedo dejar de preguntarme por qué revelo secretos de Hugh. La respuesta no puede ser otra que para no actuar de un modo todavía más traicionero. Me siento pariente del asesino convicto que reveló la razón por laque mató a dos simpáticas viejecitas que vivían junto a su casa: «No quería liquidar a las tres niñitas que vivían al otro lado». ¿No estás de acuerdo en que muchas veces se hace algo horrible para no cometer algo peor? «Mi religión prohibe el suicidio -dice el alcohólico-, de modo que esta noche sólo beberé un litro.» Aun así, siento que mi acción alienta la ira en lugares que no puedo nombrar.

Ahora que Harvey se va a Roma (¿puedes creerlo?) se desmandó. Tuvo una cena de despedida con Johnny Roselli en un lugar público, y el FBI grabó la conversación. ¿Cómo lo sabemos? Porque la transcripción llegó de inmediato a manos del Salvaje Bill, enviada por su fuente del FBI, aúnactiva. El Gordo estaba tan agitado que se la llevó a Hugh para pedirle consejo. Debe de haber odiado tener que hacerlo. Hugh le dijo que se reuniera cuanto antes con su fuente de información. Por lo tanto, en el lapso de las siguientes veinticuatro horas Harvey viajó a la costa Este de Maryland para reunirse con su hombre del FBI en una cabana distante; cogieron una canoa y sealejaron hasta asegurarse de que no serían escuchados.

Allí, en algún rincón del Chesapeake, Harvey trató de convencer a su colega del FBI de que destruyera la transcripción. Finalmente, la fuente estuvo de acuerdo en no entregar la cinta al FBI,algo potencialmente peligroso para él, pero de no haberlo hecho, el destino de Bill Harvey habría estado a merced de McCone. Esto, suponiendo que J. Edgar decidiera jugar la carta en lugar de guardársela. ¿Quién puede dormir cuando el Buda tiene una carta así?

¿Sientes curiosidad por conocer la transcripción? La satisfaré pronto. La cena con Roselli tuvolugar en Miami, en un restaurante llamado Joe's. La cinta es confusa, no sólo por el ruido del restaurante sino también por una interferencia electrónica en la segunda mitad. Hay fragmentos críticos que no son claros. Conoces tan bien a Bill que te pediré que trates de reconstruir loscomentarios faltantes. Según Hugh, Harvey y Roselli están ventilando secretos de interés mutuo, pero al Oberhofmeister le gustaría tener un sentido mejor de la totalidad, y te diré francamente que yo no se lo puedo dar.

No me envíes todo un tratado. Nada de notas al pie con posibles alternativas. Eso lo puedo haceryo. En cambio, completa lo que tú creas que puedan haber dicho. Sólo quiero asegurarme de que no es más que un intercambio de quejas entre dos ebrios, y no el plan de una operación canallesca. Hay un cincuenta por ciento de probabilidades de que Harvey se haya pasado de la raya.

Helms, mientras tanto, lo está preparando para Roma. «Ha dejado de ser una estación crítica», leha dicho a Hugh. Sí, al diablo con la sensibilidad de los italianos. Hugh, aunque a desgana, respaldará a Harvey, pero envíame pronto la versión reconstruida.

Cariños,

KITTREDGE

2 de marzo de 1963

Queridísima Kittredge:

Dejé fuera lo menos importante, como el pedido de la bebida, charla insulsa, divagaciones de ebrios. Agregué corchetes en esos fragmentos que fue necesario completar en la transcripción. Casi todos tienen lugar hacia el final. Creo que la mayor parte de mis añadidos deben de aproximarse mucho a lo dicho. De hecho, me sorprende lo familiar que me resulta la sintaxis del Salvaje Bill.

ROSELLI: ¿Nos puede grabar el FBI en este lugar?

HARVEY: Si tienen un micrófono de largo alcance, sí.

ROSELLI: ¿Cómo sabe que no lo tienen?

HARVEY: Que se vayan a la mierda. Estoy bebiendo y relajándome.

ROSELLI: Es entonces cuando sucede.

HARVEY: ¿Quién puede grabar nada con este ruido? Si tiene algo que decir, dígalo.

ROSELLI: Usted es un policía. Podría estar tendiéndome una trampa.

HARVEY: ¿Quiere que le limpien los dientes?

ROSELLI: ¿Sabe?, usted me cae simpático. Podría llegar a estimarlo, Bill O'Brien, si tuviera una personalidad agradable. Pensemos un instante en ello. Usted no está en condiciones de limpiarme los dientes.

HARVEY: Podría dispararle entre los dos ojos.

ROSELLI: Bien, estamos deseando que le dispare a alguien.

HARVEY: Y yo esperando que llegue el momento propicio. ¿Sabe cuánto llevo en la cabeza?

ROSELLI: No.

HARVEY: Meyer Lansky. Llevo tanto como Meyer Lansky.

ROSELLI: No. Ni Einstein tiene una cabeza como la de Meyer.

HARVEY: Mierda. Yo llevo la mitad del gobierno de los Estados Unidos en la cabeza.

ROSELLI: Sí. La mitad donde está sentado el Tío Sam.

HARVEY: Por una vez, está en lo cierto.

ROSELLI: Gracias.

HARVEY: Usted tiene cojones.

ROSELLI: Me sobran.

HARVEY: ¿SÍ, eh? ¿Por qué no llevó a cabo nuestra pequeña misión?

ROSELLI: Si se lo digo, no me creerá.

HARVEY: NO me gustaría pensar [que se acobardó.

ROSELLI: ¿Usted me lo dice? Retráctese, o no [comeremos] juntos.

HARVEY: Vamos hombre, pidamos algo.

ROSELLI: Tendré que aceptar eso como su jodida manera de retractarse.

HARVEY: ¿Cómo está Sammy G.?

ROSELLI: Se acuesta con una distinguida damita llamada Modene Murphy, y también con Phyllis McGuire, a quien le ha pedido que se case con él.

HARVEY: Esa tal Murphy, ¿está involucrada de alguna otra manera con Sam?

ROSELLI: No, sólo que se está volviendo loca.

HARVEY: ¿ESO es todo lo que sabe de Giancana?

ROSELLI: Aparte de algunos otros detalles.

HARVEY: ¿Detalles?

ROSELLI: Últimamente está bastante deprimido.

HARVEY: ¿Deprimido?

ROSELLI: Bien, el FBI quiere acabar con él. En el campo de golf. Admito que les sobra habilidad. Son unos hijos de puta de lo más malignos. [Pusieron un partido de dos contra dos] delante de él y otro de dos contra dos detrás. Le contaré un secreto que no es tal. Sammy G. no tiene idea de jugar al golf. Se lleva a un par de gorilas que por mal que juegue perderán siempre. [Nunca juega con adversarios verdaderos.] De modo que a menudo Sammy se olvida de que no sabe jugar. Ayer, los del FBI se pusieron alrededor del green esperando que le pegase a la pelota. No hacía más que errar el hoyo. Los tipos se partían de risa. Le decían: «Eh, Sammy, nos han contado que los de la CIA te dieron una placa. Muéstranos tu placa, y nosotros te mostraremos la nuestra. Vamos, Momo, muéstranos la placa de la CIA. Nos cuadraremos ante ti». Sam está a punto de perder la cabeza. Creo que de un momento a otro le dará un ataque.

HARVEY: ¿Cómo sabe usted que pasó eso?

ROSELLI: ¿Acaso cree que los gorilas no hablan?

HARVEY: ¿Me está tratando de decir que ni siquiera sus secuaces lo quieren?

ROSELLI: Es un corruptor. Un jodido enfermo. En un casino de Las Vegas había un jugador que siempre que jugaba contra Sam hacía trampas. Alguien que debería haber sabido con quién semetía. Hacerle eso a Sam significa una condena a muerte segura. Pero Sammy dijo: «Que sea un ejemplo que nadie olvide. Maten al hijo de puta y a su mujer». Y eso hicieron. Sam es malvado, traicionero. Estoy seguro de que en ese asunto del teléfono pinchado fue él quien le avisó aldetective del hotel.

HARVEY: NO puede probarlo.

ROSELLI: Le diré algo. Yo quería que ganase Nixon. Sam apoyaba a Kennedy. Si en lugar de ser egoísta hubiera tenido sesos, habría apoyado a Nixon. Pero no. Sam quería en realidad que losKennedy lo jodierAn.

HARVEY: Siempre creí que [en eso de Las Vegas] usted y Sam estaban juntos.

ROSELLI: ¿Para qué podría querer yo que me cortasen la pija? [¿Sabe lo que] perdí yo ese día enLas Vegas? La ciudadanía estadounidense. Desde que tengo nueve años mi identidad no ha sido legítima ni por un instante.

HARVEY: Faltan los violines.

ROSELLI: Usted no sabe nada de sentimientos decentes y nobles. Me ve como un gángster, y noentiende nada. Yo soy un hombre dispuesto a morir por su patria. Soy un patriota.

HARVEY: Tranquilícese. [No me importa] lo que pueda ser. [Yo mismo podría tener] instintos criminales.

ROSELLI: Usted está loco. Usted es incorrompible.

HARVEY: ESO mismo. No me arriesgué ni una sola vez. Ni siquiera por dinero. Por una razón. Entiéndalo bien. Podría haber estado de su lado. Sólo que no lo permití. Si lo hubiese hecho, ahora sería un hombre enormemente rico. Más incluso que Meyer Lansky.

ROSELLI: Nunca es demasiado tarde para subir a bordo.

HARVEY: Usted no es [lo suficientemente inteligente] para captar mi idea.

ROSELLI: Me gusta la gente que dice gilipolleces.

HARVEY: Aguarde a que nos [emborrachemos. Entonces] se lo contaré.

ROSELLI: Ya estamos borrachos.

HARVEY: Salud.

ROSELLI: Veamos, ¿cuál es esa idea? Cuénteme en qué consistiría el trabajito, tío Bill.

HARVEY: Las Vegas. Un robo a mano armada en Las Vegas.

ROSELLI: Lo matarían. Nómbreme un solo lugar en la ciudad que no sea inexpugnable.

HARVEY: Inexpugnable para un par de rateros. Para tres cowboys. Nadie ha planeado nada con inteligencia. No me refiero a robar [un casino. Estoy hablando de] tomar la ciudad. No hay nadacomo el desierto para mí. Se va [con un pequeño ejército]. Cinco aviones. Transportan trescientos [hombres. Un par de] carros blindados. Artillería ligera.

ROSELLI: Es usted un maravilloso y jodido poli. ¡Está loco!

HARVEY: Se toma el aeropuerto. Se pone a un hombre en la torre de control. Se desvía el tráfico aéreo a Prescott, a Phoenix. Se requisan los coches aparcados [que sean necesarios.] Se infiltra [la ciudad, se cortan] los teléfonos, la televisión, la radio. Se rodean las comisarías. [Las Vegas es como] un corazón artificial sobre una mesa. Todo lo que hay que hacer es [apoderarse] de los tubos

que lo alimentan.

ROSELLI: Su imaginación no es más que mierda. ¿Quién forma parte de su maldito ejército?

HARVEY: LOS cubanos. Se buscan quinientos de los que ahora mismo están en Nicaragua, se los adiestra para dar un golpe contra Castro y luego, el último día, se les dice que su misión [ha sido cambiada]. Se necesitan voluntarios para otra cosa. Trescientos voluntarios. [Se les dice que Castro] se ha apoderado de la Mafia. Ahora es Las Vegas quien lo apoya económicamente. [De modo quevamos a robar] el dinero de Castro en Las Vegas. Todo lo que se necesita es saber disparar una bazuka. Un cubano cree cualquier cosa que se le diga.

ROSELLI: Gallos de riña. Sólo hay que tirarles de la cola.

HARVEY: Está todo estudiado. En noventa [minutos] se transporta el dinero [de la ciudad] alaeropuerto, junto con los heridos, se cargan los aviones, y al Pacífico, [de regreso a la base] en Nicaragua.

ROSELLI: Tendrían a las Fuerzas Aéreas oliéndoles el culo quince minutos después de queaterrizaran.

HARVEY: NO lo crea. Las Fuerzas Aéreas son del gobierno, y el gobierno [cuando hay un estado de] confusión, necesita veinticuatro horas. Mil culos [que tienen que cubrirse antes de] desabrochar una sola bragueta.

ROSELLI: Es una suerte que usted sea incorruptible.

HARVEY: ¿Verdad?

ROSELLI: Está loco. ¿Dónde conseguiría el dinero para financiar semejante operación?

HARVEY: [Se necesita a un] Carlos Marcello, a un Santos Trafficante.

ROSELLI: Increíble. ¿Qué haría con el botín?

HARVEY: Adoptaría a un niño prodigio. Lo criaría para ser presidente.

ROSELLI: Insisto, está usted como una regadera. Tengo muchos buenos amigos en Las Vegas.

HARVEY: [Dígale a sus amigos que la] seguridad de sus [tugurios no es más que una broma].

ROSELLI: Ya se lo he dicho. La clase de seguridad [que necesitamos es gente] que piense como usted. Que se anticipe a los hechos. Que prevea operaciones importantes [contra su propiedad].Malditos incorruptibles. Salidos de West Point. [Yo contrataría] a toda una promoción. Para proteger la cantidad [de dinero] que hay allí, noche tras noche.

HARVEY: Arriba.

ROSELLI: Tengo un incendio en la cabeza.

HARVEY: Vaya a visitar al monje budista.

ROSELLI: ¿Al monje qué?

HARVEY: Al tipo que la semana pasada se echó gasolina encima.

ROSELLI: ¿El tipo ese que se prendió fuego? ¿En Asia?

HARVEY: En Saigón.

ROSELLI: Correcto. Se convirtió en una antorcha. Qué locura. No me lo puedo sacar [de la cabeza].

HARVEY: Piense. Eso es patriotismo.

ROSELLI: Una broqueta quemada.

HARVEY: Usted es un patriota de mierda.

ROSELLI: Ésta es una fiesta de despedida. De manera que trato de amenizar la velada. Brindo porsu nuevo destino.

HARVEY: Gracias.

ROSELLI: ¿Adonde va?

HARVEY: Olvídelo.

ROSELLI: Muy bien. Capa y espada. Muy bien.

HARVEY: A Roma. O'Brien será el nuevo rey de esos jodidos italianos.

ROSELLI: No tiene necesidad de hablar así delante de mí.

HARVEY: A menudo olvido que es usted italiano.

ROSELLI: Como quiera. Llevaré la cuenta.

HARVEY: Me mandan a un lugar de segunda, amigo.

ROSELLI: Seguro. Comprendo. Llama jodidos italianos a las personas, pero tiene que cuidarse el culo. Quiere tomar Las Vegas por asalto. Cuidado: terminará siendo un vagabundo. Hágame un favor.

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Aprenda a hablar a los italianos antes de partir. No intente herir su honor.

HARVEY: El mundo está lleno de mierda. ¿Lo sabía? De mierda. Bebamos.

Kittredge, el resto de la transcripción no interesa. Espero que te guste lo que hice. Dejo lasinterpretaciones para ti. HARRY (con prisa)

P. D. Confieso que me molestaron los comentarios de Roselli referidos a Modene. ¿No tienes nada que agregar en ese sentido?

26

8 de marzo de 1963

Querido Harry:

Has hecho un trabajo excelente, aunque la conversación no sea más que el chorro de la ballena. Ya temía esas referencias a Modene. Sabía que no te harían feliz pero, por otra parte, tú eres el único que has oído hablar a ambos hombres en otras ocasiones.

Te confieso que he estado pensando en Modene. Hace varias semanas, Hugh me entregó una serie de transcripciones AURAL-BARBA AZUL con este comentario: «Estoy prácticamente seguro de que estas damas ya no tienen importancia. No obstante, échales un vistazo».

Una nunca sabe qué piensa Hugh. Siempre puede poner una trampa. Por lo tanto, estudié unas cien páginas de cháchara entre Modene y Willie. Como Modene hizo las llamadas desde un teléfonopúblico, puedes estar seguro de que gran parte de la conversación no hace más que referirse a lo molesto que es hablar desde una cabina. Harry, si insistes te enviaré las transcripciones, pero no diferirán del resumen que te hago. Antes de seguir leyendo te aconsejo que te tomes una copa.

Modene no ha entrado en contacto con Jack en muchos meses. Como habrás adivinado por el comentario de Roselli, no es feliz. Está bebiendo mucho. Obedeciendo la sugerencia de Sam, dejó de trabajar para Eastern, y ahora vive en Chicago. Giancana se ocupa de sus gastos, y ella no hace mucho más que esperarlo. Se queja constantemente de que está engordando, pero luego le dice aWillie que Sam ya no habla de casarse con ella. Busca el nombre de Phyllis McGuire en las columnas de sociedad, y se pelea con Sam. Le pregunta a Willie: «¿Te gustaría ser la número dos?». «¿Lo dejarás?», le pregunta Willie. La respuesta de Modene es: «No sé cómo». Está embarazada. Ella y Sam están de acuerdo en que debe abortar. Hay complicaciones. Necesita una segundaoperación. Está convencida de que Sam ordenó a los médicos que hicieran un mal trabajo.

Por otra parte, el FBI no ha dejado de molestarla. Hay días en que no quiere ir a la esquina a comprar crema para el café porque cree que la están esperando. ¿Por qué piensa eso? Porque esa mañana sonó el timbre de la puerta de calle, y ella no contestó. De hecho, no abre la puerta a menos que esté esperando a alguien. Incluso la devota Willie empieza a cansarse de Modene. Comparan lo que han aumentado de peso. Como sospechaba, Willie es gordita. De estatura normal, pesa setenta y ocho kilos. Modene, algo más alta, pesa setenta y dos. Las conversaciones sugieren que, en efecto, Modene le está consumiendo demasiado tiempo a Willie.

Ahora que lo pienso mejor, incluiré la transcripción de una conversación entre Modene y Sam. Cómo lograron obtener esta joya los acólitos del Buda sigue siendo un misterio. Sabemos cuánto revisa Giancana el apartamento de Modene en busca de micrófonos, pero puede haber sucedido que el secuaz encargado del trabajo se hallara bajo los efectos de una borrachera, o que estuvieraimplicado en algún asunto criminal y se viera obligado a satisfacer al FBI.

MODENE: Tengo ganas de ir a San Francisco. ¿Por qué no me llevas?

GIANCANA: Te aburrirías. Se trata de un viaje de negocios.

MODENE: Vas a ver a Phyllis.

GIANCANA: McGuire está de gira por Europa. En Madrid. Te mostraré los recortes de Prensa.

MODENE: Por lo que veo, estás tan interesado por ella que recortas las noticias de ella y lasllevas en el bolsillo.

GIANCANA: Tengo que hacerlo. Es la única forma de que creas que no está conmigo.

MODENE: Ella es la número uno. ¿Sabes lo que soy yo?

GIANCANA: No te pongas vulgar.

MODENE: Me vaciaron. No soy más que una bolsa vacía.

GIANCANA: No hables así.

MODENE: Soy un envase quirúrgico.

GIANCANA: ¿Quieres bajar la voz?

MODENE: ¿Por qué no llevas a tu número dos a San Francisco ahora que la número uno no está?

GIANCANA: No puedo, cariño.

MODENE: Porque no quieres.

GIANCANA: Es debido a tus estipulaciones.

MODENE: ¿De qué estás hablando?

GIANCANA: De la noche en que te llevé a Denver. Estipulaste la clase de habitación que querías.Nada de suite. Sólo una habitación. No puedo estar en una habitación. Necesito espacio.

MODENE: Deberías saber que no me siento tranquila en una suite. Te lo dije. Oigo cosas en el cuarto contiguo. Si viajamos por un fin de semana, estás ausente durante horas. Quiero tener la seguridad de una habitación con dos vueltas de llave.

GIANCANA: ¿Cómo podemos ir a ninguna parte, Modene? No estás bien. ¿Y si el FBI nos espera en el aeropuerto?

MODENE: No me lleves.

GIANCANA: Deja que consiga una suite en el St. Francis, y te llevaré.

MODENE: Tiene que ser una habitación.

GIANCANA: Reservaré una suite para mí y una habitación para ti. Cuando yo tenga que salir para encontrarme con alguien, tú te quedarás en la habitación. Pero dormiremos en la suite.

MODENE: No dormiré en una suite. Te repito que durante la noche oigo ruidos en el cuarto contiguo.

GIANCANA: Entonces, quédate aquí y emborráchate.

MODENE: Ya que me dejas elegir, prefiero quedarme aquí. Pero necesito dinero para movilizarme.

GIANCANA: ¿Adonde piensas movilizarte?

MODENE: Me quedo en Chicago. Pero me mudaré a un estudio. (15 de noviembre de 1962.)

Harry, no sé si quieres ponerte en contacto con Modene, pero después de pensarlo he incluido su nueva dirección y número telefónico. Están en el sobre pequeño cerrado que he puesto dentro de este otro de papel manila. Espero que lo medites bien antes de llamarla.

Te echo de menos. ¡Si sólo encontráramos un modo de vernos sin poner en peligro nuestra disciplina interior!

K.

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