HALIFAX

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SERIE: J/39, 354, 824 RUTA: LÍNEA/VAMPIRO-DESVÍO ESPECIAL

A: VAMPIRO-A DE: FIELD 10:11, 20 de diciembre de 1960 TEMA: DESCUIDADO Lamento informar que FIELD ha perdido todo acceso a BARBA AZUL. Factor catalítico:

intrusos budistas.

Puedo informar que el 19 de diciembre BARBA AZUL regresó sola al Fontainebleau despuésde ir de compras con RAPUNZEL. En el vestíbulo había dos hombres con sombreros de fieltro. Un minuto después de que subiera a su habitación, la llamaron a recepción. Unos caballeros llamados Mack y Rouse deseaban verla. Según le informó el empleado, eran del FBI. No tenía que abrir la puerta, le dijo, pero eso ahorraría tiempo. De lo contrario, volverían.

Ella aceptó reunirse con Mack y Rouse. Éstos le informaron que estaban investigando su relación con RAPUNZEL. Ella asegura que no les ha dicho nada. Más tarde describió esta entrevista (a FIELD) como «totalmente desagradable». Desgraciadamente, sus sospechas de FIELD la han llevado a acusarlo de ser cómplice de Mack y Rouse. Sostiene que no lo verá más.

Esos hechos tuvieron lugar ayer por la noche. En opinión de FIELD, la relación ha concluido.

Si la nueva situación se mantiene así durante el próximo mes, ¿requerirá usted un informe final?

FIELD

Harlot no quedaría satisfecho con esta descripción, pero su fastidio por la pérdida de BARBA AZUL sería superior a su irritación por la ausencia de pormenores.

Podría haberle suministrado más detalles. Durante la hora que pasé con ella, Modene repitióliteralmente cada palabra de la conversación que mantuvo con Mack y Rouse. Cuando me llamó a Zenith, no mucho después de que ellos se marcharan, estaba tranquila, tan tranquila que podía sentir cómo se iba poniendo histérica. «Tuve visitas -me dijo-, y probablemente tú los conoces.¿Puedes venir antes de que me emborrache?»

En cuanto llegué, empezó a describir el encuentro.

Primero habló Mack. Era alto y corpulento.

–¿Usted es Modene Murphy?

–Sí.

–¿Es amiga de Sam Giancana?

–¿De quién?

–También se lo conoce como Sam Gold.

–No lo conozco.

–¿Y a Sam Flood?

Modene no respondió.

–¿Ya Sam Flood? – repitió Mack.

–Lo conozco.

–Se trata de Sam Giancana.

–Muy bien. ¿Y qué?

–¿Le interesaría saber cómo se gana la vida Sam Giancana?

–No tengo ni idea.

–Es uno de los diez criminales más buscados de los Estados Unidos.

–¿Por qué no lo arrestan?

–Lo haremos -dijo el hombre del FBI de apellido Rouse. Era de estatura mediana, delgado, con dientes afilados -. Lo haremos cuando estemos listos para hacerlo. Pero entretanto,necesitamos su ayuda.

–No sé nada que pudiera servirles de ayuda -dijo Modene.

Mack hizo una mueca de desprecio.

–¿Acepta usted regalos de Sam? – preguntó.

–Si son apropiados, y no demasiado costosos.

–¿Sabe que tiene una gachí en Las Vegas? – intervino Rouse.

–¿Una gachí?

–Una querida, una amiguita que recibe dinero por sus favores -respondió Mack-. ¿El señorGiancana le dio alguna vez parné?

–¿Qué?

–Dinero. ¿Le ha dado dinero?

–¿Está diciendo que soy una gachí?

–¿Le paga la habitación del hotel?

–No estoy dispuesta a seguir con esto. Por favor, váyanse.

–Asienta con la cabeza -dijo Rouse-. ¿Conoce a Johnny Roselli? ¿A Santos Trafficante? ¿A Tony Accardo, conocido también como el Gran Atún? ¿Ha conocido a tipos llamados Cheety, Ruedas, Bazooka, Tony Tetitas?

–No lo recuerdo. Conozco a mucha gente.

–¿Está segura de no haber visto nunca a Tony Tetitas? – preguntó Rouse-. Es un hombre.

–Me da igual lo que sea. Le estoy pidiendo que se vayan.

–¿Puede decirnos cómo se gana la vida?

–Soy azafata de avión.

Mack consultó un pedazo de papel.

–¿Aquí en el hotel paga ochocientos dólares al mes?

–Sí.

–¿Y el señor Giancana nunca contribuye con nada?

–Les he pedido que se vayan.

–Parece haber muchos paquetes en esta habitación. ¿Son regalos?

–Regalos de Navidad.

–¿De Giancana?

–Algunos.

–¿Le importaría decirme qué son?

–¿Le importaría ocuparse de sus propios asuntos?

–Es asunto mío si recibe dinero o su equivalente de un criminal como Giancana -dijo Mack.

–¿Por qué -preguntó Rouse- una persona como usted, que, según dice, se gana la vidatrabajando, se asociaría con un hampón?

–Llamaré al gerente y pediré que el detective del hotel los eche.

Mack sonrió. Rouse sonrió.

–Les diré que les exijan que salgan de mi habitación. Éste no es su hotel.

–Nos vamos, señorita Murphy -dijo Mack-. Pero le aseguro que volveremos. Mientras tanto, piense qué información tiene para darnos.

–Sí -dijo Rouse-, volveremos a vernos. Hasta entonces, mantenga la nariz limpia.

Apenas se fueron, Modene llamó a Giancana.

–Cuidado -dijo Giancana, cuando ella empezó a explicarle-. Tu teléfono puede estar pinchado.

–¿Puedes venir?

–Eso no te conviene.

–Sam, ¿qué debí decir?

–Dijiste lo correcto. Buscaban lo que pudiesen encontrar. Sólo iban de pesca, y nadie puedesacar mierda a menos que se moje el culo. Digo esto por si acaso esos hijos de puta nos están escuchando.

–Sam…

–Querida, si esos soplapollas aparecen otra vez, diles que pondré a J. Edgar Hoover y a ClydeToisón en un escaparate de Macy's y regalaré entradas para que la gente pueda verlos. ¡Ya verán esos jodidos cabrones! Modene, tú eres una reina, y tan inocente como Blancanieves.

Con eso, colgó.

Modene dijo que Sam le hablaba a ella y al FBI a la vez, y que nunca lo había oído tan excitado.

Cuando terminó su historia, me preguntó:

–¿Eres uno de ellos?

–¿Uno de quiénes?

–Mack y Rouse.

–No puedo creer que me preguntes eso.

–Estás con ellos. Lo sé. Siempre ha habido algo extraño entre nosotros dos.

–Si tan segura estás, ¿por qué me cuentas lo que dijeron?

–Porque no puedo sacármelo de la cabeza.

–Te creo.

–Además, te han informado de todo. – Se echó a reír-. Sé que eres del FBI.

–¿Qué puedo hacer para convencerte de lo contrario?

–Entonces, ¿para quién trabajas, en realidad?

–¿Tan poca imaginación tienes?

Fue un comentario fatal.

–Vete de aquí -me ordenó.

–Lo haré.

–Sabía que lo nuestro acabaría tarde o temprano, pero nunca imaginé que fuese de esta forma.

–Pues has encontrado la manera de hacerlo.

–Eso creo.

–Así es.

Para mi sorpresa, estaba tan enfadado como Modene.

–No intentes llamarme -dijo.

–Jamás lo haría.

–Por Dios, te aborrezco. Eres un gallito pedante.

Cerré la puerta a mis espaldas, y sentí una extraña tranquilidad. Ignoraba si alguna vez volveríaa verla, pero no me importó. Acababa de pasar por lo que Kittredge llamaba «el cambio de la guardia». Si existía un gobierno en la psique, acababa de ser derrocado. Estaba seguro de que Modene y yo no nos veríamos por un largo tiempo. Me había llamado «gallito pedante». Su padredebía de ser un hombre implacable, del tipo de los que sacan a los demás corredores de la pista.

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Por supuesto, los siguientes fueron días de sufrimiento. Una parte de mí no quería seguir soportando su mentalidad limitada, ni tampoco que Modene me pusiera los cuernos periódicamente, pero el deseo de tenerla me asaltaba de improviso. Ya no podría entrar en un restaurante del brazo de aquella hermosa muchacha.

Sin embargo, existía una línea clara de demarcación. No tenía un verdadero deseo de estar con ella. Incluso estaba cansado del orgullo de tenerla, ya que impedía que me dedicase a cualquier otracosa. Nuevamente me parecía importante entregarme a mi trabajo. Los meses venideros serían históricos. Para terminar con cualquier duda al respecto, dos semanas después de que le enviara mi cable, Harlot me envió un mensaje:

SERIE: J/39, 268, 469

RUTA: LÍNEA/ZENITH-ABIERTA

A: ROBERT CHARLES. DE: VISIONARIO 10:23, 3 DE ENERO 1961 TEMA: EFICACIA Al parecer, las muchachas hablan con mayor libertad con sus amigas que con sus amigos. Te

veré luego.

VISIONARIO

Era su manera de decirme que ya no era necesario que me enviase las transcripciones de las conversaciones entre BARBA AZUL y AURAL.

A mediados de enero llegó otra larga carta de mi padre. Su habilidad para encontrar una cura al abatimiento resultaba admirable.

12 de enero de 1961

Hijo:

Ten cuidado con la melancolía, frecuente en los Hubbard. Recibí un fuerte golpe ayer al enterarme de que Dashiell Hammett murió el 10 de enero. Me sentí muy mal. Tocaban en la radioesa horrenda canción nueva Bailemos el twist cuando abrí el diario y leí la noticia. De inmediato llamé a Lillian Hellman para expresarle mis condolencias. Era la primera vez que hablábamos en diez años, y creo que se alegró al oírme. No sé si alguna vez te lo dije, pero Lillian también es una vieja amiga. Debo admitir que es una relación peculiar. En los años en que Hammett y yo nosemborrachábamos juntos, ella se enteró de que yo estaba en el servicio secreto, pero no le molestó en absoluto. No creo exagerar si te digo que la señorita Hellman no me dejaba ni a sol ni a sombra, ¡a mí, que era un saco de huesos diez años menor que ella! Algunos Casanovas que he conocidosolían decir que es una buena señal para la caza: siempre hay que buscar un buen cristiano. Te comunico un secreto que he aprendido después de muchas batallas: no hay nada mejor que una muchacha judía de carácter fuerte e inclinaciones izquierdistas. Para hombres como yo, no existe mujer mejor.

Si te cuento todo esto es para que te des una idea de la naturaleza de mi amistad con Hammett. Estaba enterado de mi relación con Lillian. Creo que incluso la aprobaba. Era el comunista más extraño que he conocido. La verdad es que Lillian seguía adorando a Hammett, pero hacía tiempoque no mantenían relaciones sexuales debido a lo mucho que él bebía. Pues ya que debía haber otros hombres (Lillian era una mujer de apetito imperioso; yo la llamaba Catalina la Grande en su propia cara, cosa que le encantaba), a Dash no le importaba participar en el proceso de selección. Aprobaba nuestra relación. Sin embargo, nunca me hice ilusiones. Era a Dashiell Hammett a quienella amaba. Él parecía inmortal. No un dios, sino más bien un ángel plateado, un madero depositado sobre la playa de la eternidad. Es difícil creer que haya muerto.

No sólo lo admiraba como escritor, sino también como hombre. Nunca intentaba servirse de mi experiencia para obtener material literario. Creo que respetaba el amnios dentro del cual trabajamos. Le bastaba con que bebiésemos juntos para absorber las complejidades de nuestro código de trabajo. ¡Incluso pudo haberme metido en alguno de sus libros! Un caballero con clase, y lo hemos perdido.

Como te dije en la última carta, he sido sometido a un trato frío. Creo que el momento álgido llegó el 18 de diciembre. Por cierto, me arruinó la Navidad. Pero todos estábamos bajo la misma nube. El 18 de diciembre fue el día en que Dulles, el director general adjunto Cabell -el mayor de sus imbéciles-, y yo nos reunimos con Barnes, Bissell y nuestros oficiales principales para echarun vistazo a la situación de Cuba ahora que Kennedy estaba en el gobierno. Allen quería un resumen de lo bueno y de lo malo para poder hacer frente a cualquier posible crítica.

Hubo una serie de informes desalentadores. Hemos recogido demasiadas redes, y elaprovisionamiento por aire ha disminuido. Estamos usando pilotos comerciales que volaban para la Air Cubana y son incapaces de hacer navegación de precisión. Están tan acostumbrados a una supercarretera de radar entre Miami y La Habana que han perdido todo refinamiento de orientación.

Nunca dan en el blanco. De hecho, el mejor resultado obtenido fue una chapuza pergeñada por Su Alteza de Mierda, el general Cabell.

Al parecer, nos preparábamos para enviar unas armas a un grupo, y Cabell quiso saber cuánto espacio de la bodega se había ocupado. La respuesta resultó ser una décima parte de la capacidad. «Eso es un desperdicio -dijo Cabell-. ¡No envíen un avión vacío! Carguen arroz y frijoles, que pueden ser de utilidad para nuestro equipo cubano.»

Se trataba de un lanzamiento preciso en un lugar específico. El grupo que lo recibiría resultabademasiado pequeño para manejar una carga tan grande. «No quiero oír informes como éste – replicó Cabell-. Debemos emplearnos a fondo en esta misión.»

David Phillips, uno de nuestros expertos en América Latina, le dijo a Cabell: «General, de los últimos seis años, he pasado cuatro en Cuba. El arroz con frijoles es el plato nacional. Puedoasegurarle que no hay escasez de eso». Cabell respondió: «¿Nunca ha oído hablar de una comisión de asignación? Yo no pienso ir al Congreso a explicar por qué enviamos un avión vacío en un noventa por ciento de su capacidad. Carguen el arroz y los frijoles».

Ésa fue la única noche, hijo, en que nuestro avión dio en el blanco. El mensaje por radio era tan frenético que volvió en inglés: HIJOS DE PUTA, CASI MORIMOS APLASTADOS POR LOSSACOS DE ARROZ. ¿ESTÁIS LOCOS?

Nos aseguramos de que Allen Dulles recibiera una copia del mensaje. Tiene que tolerar a Cabellcomo su segundo porque el hombre es un general de cuatro estrellas, con lo cual el Pentágono no se muestra tan desagradable con nosotros. Por supuesto, ahora se lo conoce como «Cabell, el general del arroz y los frijoles».

¿Quieres que te cuente alguna otra mala noticia? Las operaciones por mar resultan igual de malas. La guardia costera de Castro se ha apuntado muchas bajas entre los nuestros. El DGI se entera por anticipado de una buena cantidad de los lugares de desembarco elegidos. He hecho todo lo posible para que se equipe un barco nodriza capaz de trabajar más allá del límite de las tres millasde las aguas territoriales cubanas. Podríamos proveerlo de un buen radar. Las embarcaciones más pequeñas serían enviadas sólo cuando el radar nos indicara que no hay moros en la costa. El problema es cómo alistar en poco tiempo una embarcación tan grande.

Ahora una noticia bomba. La invasión principal (esto es absolutamente confidencial) tendrá lugar en Trinidad. Esa pequeña ciudad está en la costa sur, entre Cienfuegos y Sancti Spiritu. El lugar ideal. Cerca hay montañas donde esconderse, en caso de que las cosas se compliquen, pero existen dos capitales provinciales igualmente próximas que pueden ser tomadas en los dos primerosdías, si la invasión sale bien. Lo mejor de todo es que en ese punto Cuba es angosta, apenas cien kilómetros de ancho. En poco tiempo podríamos cortar el país en dos.

He aquí otro rumor que no debe ser repetido. Tenemos una nueva operación en marcha. Sellama ZR/RIFLE, y ojalá la hubiéramos desarrollado antes que todos nuestros proyectos con Maheu. Bissell le ha pedido a Helms que comience cuanto antes, y Helms consultó a tu padrino de inmediato. ¿Y a quién propone Hugh para que lo supervise, sino a Bill Harvey? Sorprendente, si se considera su antigua rivalidad.

Termino aquí por el momento. Aunque no me apetece, esta noche debo salir, pero continuaré mañana.

Viernes 13

Anoche fue una gran noche. A Allen (que es un tío sensacional cuando está de buen humor) nose le ocurrió mejor idea que invitar a todos los Kennedy, nuestros nuevos potentados, y a un grupo de los nuestros, a una velada en el club Alibi. Quería crear un espíritu de cooperación entre la Agencia y los flamantes miembros del gobierno, para facilitar la operación sobre Cuba. Creo que lo consiguió. Debo decir que el club Alibi resultó el lugar perfecto, al ser por dentro tan apropiadamente rancio como el club Somerset de Boston, por ejemplo. Los viejos menús sobre las paredes daban la nota: «Sopa de tortuga, veinticinco centavos». Los martinis son buenos. Los Kennedy se sintieron a gusto. Algunos son muy jóvenes e inteligentes, y parecen equipados con un sistema de alarma permanente que les avisa hacia dónde hay que mirar. Caballeros despiertos, de gran prosapia, aunque no carecen de instinto. Aun así, no están preparados para la situación actual. Con todo respeto por la antigua sangre de tu madre, me recuerdan un poco a esos judíos que asisten por primera vez a una reunión de la asociación de antiguos alumnos sobresalientes de suuniversidad. También había un contingente de mañosos irlandeses, más desconfiados que agentes del FBI, e igualmente robustos, duros, listos a usar los puños en defensa de una causa. Y tan ignorantes que su nueva posición los supera. De modo que la reunión fue una buena idea. Bissell pronunció un discurso óptimo, con ese estilo barroco de arzobispo tan propio de él. Se presentócomo el carapálida de los carapálidas. Extendió uno de sus largos dedos, se señaló el pecho, y dijo: «Miradme bien. Este atuendo no impide que me coma los tiburones». Eso causó impacto. Un clérigo distinguido diciendo esas cosas. Era nuestra manera de declarar: «Encomendadnos cualquiermisión, hermanos, y la cumpliremos. No tememos a la responsabilidad. Sabemos arriesgarnos. Si queréis mover montañas, no tenéis más que llamarnos». Era notorio que los Kennedy valoraban los antecedentes de Bissell, su educación en Groton y Yale, un doctorado en economía, y el hecho de que estuviese listo para comer tiburones. Además, ha enseñado en el MIT.

Debo decirte que les contamos algunas buenas historias. Cómo conquistar un país con trescientos hombres, a la Guatemala. El espionaje es la segunda profesión más antigua de la Humanidad, les dijo Allen. Continuamente se intercambiaban brindis. Después, Allen me pidió quehablase. El brillo de sus gafas me ordenaba de manera inequívoca que relatase mis hazañas, ya añejas, con las secretarias. En caso de que no lo sepas, allá por 1947 obtuve gran cantidad de información acerca de lo que planeaba el gabinete de Truman porque conocía (en el sentido bíblico) a algunas de las secretarias más importantes. Anoche acabé diciendo: «Por supuesto, ya no hacemosestas cosas». A los Kennedy les encantó. Creo que Allen quería dejar claro que somos la organización indicada para nuestro presidente electo.

Yo no iba a permitir que me encasillaran en el Departamento de las Leyendas como a un ex reyde proezas, de modo que también hice una referencia razonablemente ingeniosa al exitoso futuro que podemos compartir la Casa Blanca y la CIA, ya que a ambos nos gusta la obra de Ian Fleming. «Brindemos por el bueno de Ian Fleming», dije, levantando en alto la copa. Alguien dijo por lo bajo que la obra de Fleming es una porquería (me parece oírte decir lo mismo), y le respondí que IanFleming es un gran estilista de nuestra época. Algunos de nosotros, supongo que Dulles, Bissell, Montague, Barnes, Helms y yo, pensamos en los juguetitos propios de Ian Fleming que han salido de Servicios Técnicos, como el depilatorio para sacarle la barba a Fidelito allá por 1959 cuando visitó las Naciones Unidas. En cuanto a efectividad, no fue más que una tontería propia de Dartmouth, pero algunos de los allí presentes sabíamos que me estaba refiriendo a algo más, y logré sugerir la idea. Deben de haber entendido que contamos con tantos recursos como ellos. Comunicamos el concepto de que si un asunto particularmente delicado exige una respuesta rápida,hay que acudir a la CIA, y no, repítase, no al Departamento de Estado.

La cara de Dean Rusk se ponía cada vez más larga a medida que la noche transcurría. Creo que fue el primero en percatarse del talento verdaderamente teatral que tiene Allen para hacer nuevos amigos en tiempos de transición. Rusk parece constipado. Debe de perder media hora cada mañanaen el proceso de evacuación.

De todas formas, estoy otra vez en movimiento. Al menos, interiormente. Así es la moral.

Tu buen padre,

el gran HALIFAX

P.D. No me he olvidado de REENCAUCHADO. Me preocupa. BONANZA debería ser capaz de seguir el rastro del dinero de REENCAUCHADO en los bancos de Miami, si es tan sinvergüenza como imagino.

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En Montevideo, después de que Kittredge suspendiera nuestra correspondencia, solía ver a Hunt más a menudo, y ahora, distanciado de Modene, volví a comer con él un par de noches por semana. La historia se repetía. El estado de ánimo de Howard no era muy distinto al mío. Dorothy estaba en Washington, y cada noche lo llamaba para hablarle de su madre, que estaba en el hospital a causa deun cáncer inoperable. Además, su vida social, tan importante para él, prácticamente no existía. Por los periódicos, estaba al tanto de lo que sucedía en la sociedad de Palm Beach, pero no asistía a sus fiestas. Lejos estaban las palmeras reales y las poincianas en las grandes fincas, y también las fuentes de azulejos, las urnas de piedra y las balaustradas de los palacios de Palm Beach. No caminaba entre las gardenias y las buganvillas, ni bailaba luciendo su impecable esmoquin sobre suelos de mármol. Tampoco pasaba la tarde en Hialeah contemplando los rosados flamencos que cruzaban el verde césped. No, Howard estaba en Miami para trabajar, y el perfume de las adelfas ylas azaleas no llegaba hasta los cubículos de Zenith. Se hallaba en ese momento de su carrera en que el éxito podía encumbrarlo al cargo de oficial mayor o el fracaso poner un obstáculo prácticamente insalvable a sus ambiciones.

Ciertamente, se esforzaba. Si, como aseguraba, políticamente estaba «a la derecha de Richard Nixon», se tragaba la afrenta de tener que vérselas con cubanos cuyas opiniones quedaban a su izquierda. Cuando Bárbaro o Aranjo le preguntaban por su posición ideológica, respondía: «Estoy aquí para engrasar las palancas».

Trabajaba. A pesar de que Manuel Anime era el único miembro del Frente con quien Hunt podía compartir cierto parentesco filosófico, eso no impedía que se esforzase por mantener el Frente unido. Viendo cómo se empleaba, llegué a comprender que la política no es ideología, sino territorio. El Frente estaba en su cartera, y eso, como pronto descubrí, era de especial significación. Descubrí también que Howard no sólo había aprendido a soportar a Toto Bárbaro, sino que estaba dispuesto a protegerlo. Debo decir que yo no necesitaba el aguijón de mi padre para hacer que Chevi Fuertes se ocupase de las cuentas bancarias de Bárbaro. Estaba produciendo resultados.Chevi había logrado rastrear grandes movimientos de dinero en las distintas cuentas de Toto, lo cual confirmaba la sospecha de Cal: la huella de depósitos y retiros de fondos empezaba a apuntar a la lotería de Miami, cuyos números ganadores estaban vinculados con las cifras de circulación del peso cubano. Según un rumor que corría entre los miembros de la comunidad de exiliados, estas cifras eran arregladas por La Habana para que Trafficante supiese por adelantado los números ganadores, y una parte de sus ganancias se destinaban a financiar las actividades del DGI en Florida. En caso de que eso fuese verdad, entonces Trafficante no era sólo el hombre más importante para la Agencia en relación con el asesinato de Fidel Castro, sino que podía ser el agente más importante de Castro en los Estados Unidos, y Toto, a su vez, podía estar actuando para Trafficante como el pagador del DGI en Miami. Cuanto más dinero pedía para liberar Cuba, más estaba trabajando para Castro.

Provisto de lo que apenas parecía la mitad de un caso, llamé a Cal por el teléfono seguro. Me remitió a Hunt: «Podría actuar desde arriba -dijo-, pero no lo haré. No esta vez. Howard ha estado sosteniendo una situación imposible, y yo no intervendré para contrarrestar su esfuerzo. Comunícale a él lo que sabes».

Para mi sorpresa, Hunt no reaccionó. Se encargaría de ver los resúmenes de las cuentas bancarias de Bárbaro, dijo. Como durante días no pareció hacer nada, insistí, pero se mostró evasivo.

–No creo que tengamos suficientes pruebas para colgarlo -dijo por fin.

–¿Está Bernie Barker de acuerdo con usted? Según él, Toto es una mierda.

–Hay una diferencia entre una mierda y un doble agente.

A Fuertes no le sorprendió la actitud de Hunt.

–El próximo acto está comenzando -fue su conclusión-. Para que nadie pueda acusar a los exiliados que derroquen a Castro de estar relacionados con Batista, tu nuevo presidente Kennedy insistirá en que los nuevos grupos de izquierdistas sean absorbidos. Por supuesto, se trata de unacomedia. Bárbaro, un político totalmente corrupto, alguna vez representó para tu Frente cierta especie de camuflaje de izquierdas. Pero ahora que Kennedy incorpora figuras serias, como Manuel Ray, que está mucho más a la izquierda que Bárbaro, Toto se ha convertido en el nuevo centro, y nadie se desprende del centro de una coalición. ¿Crees que sin Bárbaro Manuel Anime podríahablar con Manuel Ray? No, Toto es imprescindible. Puede darle la mano al Manuel de la izquierda y llevarle mensajes al Manuel de la derecha.

–Pero ¿y si Bárbaro trabaja para Castro? – pregunté.

–Toto -dijo Fuertes- no sabría cómo funcionar si no tuviese un dedo en cada agujero. Por supuesto, sus dedos están sucios, pero Toto sólo ve visiones. – Fuertes me miró con una expresión que revelaba algo así como una profunda antipatía-. Es un sentimiento común en nuestro trabajo.

Pensé en escribirle una carta anónima a Mario García Kohly denunciando a Bárbaro como agente castrista. Pronto supe, nuevamente por Fuertes, que Trafficante, maestro de ceremonias de todas las intrigas, también estaba en estrecho contacto con Kohly.

Entonces, ¿cómo podían decidir Kohly y Masferrer si convenía eliminar a Toto o hacer negocioscon él? Estraperlistas, asesinos, patriotas, renegados, informantes, traficantes de drogas y agentes dobles bogaban todos en la misma sopa. Una vez más, no pude por menos que deprimirme ante mi incapacidad para tratar con esa gente.

De pronto recibimos desde TRAX la noticia de que en la Brigada se había declarado unconflicto abierto entre facciones. Pepe San Román, el comandante, se había graduado en la academia militar de Cuba cuando el país estaba bajo el régimen de Batista, y más tarde se había distinguido en el Ejército de los Estados Unidos. Probablemente ésa era la razón por la cual elCuartel del Ojo lo había elegido. Sin embargo, los hombres que habían actuado a las órdenes de Batista no eran vistos con buenos ojos por aquellos que habían peleado con Castro en Sierra Maestra; a su vez, ninguno de los dos grupos era del agrado de los reclutas más jóvenes. Dada la existencia de estas facciones, en la Brigada se produjo una huelga; el adiestramiento había cesado;Pepe San Román había renunciado. Aseguraba que no podía conducir a la batalla a hombres que no confiaban en él. A pesar de ello, el oficial estadounidense que servía de enlace con la Brigada lo restituyó en el cargo. Las tropas en huelga amenazaron con amotinarse. Antes de que recomenzase el adiestramiento, sesenta hombres fueron dados de baja. Los demás descontentos sólo estarían deacuerdo en reintegrarse a sus tareas si se permitía a Faustino Bárbaro a que visitase el campamento. Empezaba a darme cuenta de por qué mi padre no tenía ninguna prisa en librarse de Toto.

Finalmente, el Cuartel del Ojo aceptó la petición del Frente, de visitar TRAX. Artime volaríahasta allí con Bárbaro; Hunt los acompañaría, y también yo, «por orden de Halifax», según explicó Hunt.

«Bien -le dije a Howard-, un poco de habilidad y un montón de nepotismo sirven de mucho.»Creo que el comentario le gustó. Yo estaba excitadísimo. Al diablo con el nepotismo. Ésa era la primera excursión seria en que intervenía para la Agencia, y llegaba en buen momento, pues contribuía a destacar las ventajas de vivir sin una mujer. Modene seguramente no habría creído mis falsas explicaciones. No tenía que sufrir por estar en un lugar desde donde no podría telefonearle. Debía preparar mi equipaje, comprar repelente de mosquitos, buscar un par de botas, y partir.

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GUATEMALA

TRAX, 17 DE FEBRERO, 1961

HALIFAX SÓLO OJOS

Mañana, al alba, el avión correo parte desde Retalhuleu, a veinticinco kilómetros de aquí, y, según se nos asegura, la saca llegará al Cuartel del Ojo en cuarenta y ocho horas. Sin embargo, siento que un planeta entero me separa de los Estados Unidos. TRAX (al que los cubanos afectuosamente llaman Vaquero) ha sido instalado en un claro abierto en la selva y descansa sobre un suelo volcánico que, debido a las lluvias casi constantes, es una sustancia negra y pegajosa. Los pantanos cubanos no pueden ser más incómodos. Te aseguro que está muy lejos de parecerse a Nueva Inglaterra en otoño.

Partimos de Opa-Locka en un avión de carga C-46. Volamos en medio de la más absoluta oscuridad. Sé que has volado en estas condiciones más de una vez, pero para mí fue la primera experiencia. A riesgo de que pierdas la paciencia, te diré que me sentía como en el vientre de una ballena. El avión estaba cargado de provisiones, y Hunt, Anime, Bárbaro y yo dormimos sobre cajas envueltos en mantas para protegernos del frío. De tanto en tanto nos daban café y bocadillos, cortesía del piloto y el copiloto.

Incluso en medio de aquella oscuridad, Bárbaro se sentía con ánimos de soltarnos una arenga.Nunca lo he visto tan ansioso como en estos últimos días. He llegado a la conclusión de que mantener una discusión constituye para él una manera de aliviar sus estrechas arterias, como esas píldoras de nitroglicerina que toma. Durante toda la noche no hizo más que repetir que los problemas de TRAX se suscitaron debido a que no se lo invitó a visitar Guatemala; ahora su misión era librar a TRAX de partidarios de Batista.

No era agradable escucharlo repetir sus obsesiones («Dadme dinero y conquistaré Cuba»), pero al menos sirvió para que Hunt demostrara sus habilidades como jinete. Supo controlar al viejolatoso; de vez en cuando interpolaba un pequeño argumento para convencer a Bárbaro de que nos interesaba lo que decía. Yo trataba de dormir, pero estaba furioso. Si no le dije que era un viejo mentiroso y alcahuete de Trafficante, fue por respeto a Hunt, y a ti.

Llegamos a la ciudad de Guatemala al amanecer y después del desayuno, transferimos nuestras cosas a un Aero Commander propiedad del presidente de Guatemala.

Entonces vi el país. Volábamos sorprendentemente cerca de la selva, entre las formas cónicas de inmensos y cenicientos volcanes extinguidos. Este guía de turismo debe decir que nunca vio follajetan esencialmente esmeralda como en esa luz verdosa que emanaba de la jungla. Aterrizamos sobre una mera franja de tierra abierta en el flanco de una montaña, lo que habría hecho las delicias de un acróbata. Zigzagueamos hasta detenernos a unos treinta metros de la jungla. Como buen hijo de Cal Hubbard, no sentí temor alguno.

Este lugar está tan lejos de todo, que no logro explicarme cómo el mundo puede enterarse de lo que pasa en él. Para ir a Vaquero hay que ascender varios cientos de metros por senderos fangosos, con curvas tan estrechas como el ancho de nuestro vehículo. Me asomé a abismos que caían verticalmente; a la distancia, la pista de aterrizaje apenas si se divisaba. Empecé a considerar la posibilidad de un honorable funeral, aunque ultrasecreto y reservado.

Según me enteré al día siguiente, antes de comenzar cualquier instrucción es imprescindible construir el campamento; los primeros miembros de la Brigada y su cuadro de oficiales tuvieronque trabajar como zapadores, carpinteros y constructores de caminos; secaron los pantanos, vaciaron cemento y levantaron una planta eléctrica. Naturalmente, la flora y la fauna reaccionaron, víctimas del ultraje. Apareció una multitud de víboras venenosas y escorpiones. Nadie se atrevía a acostarse sin dar vuelta a los sacos de dormir. Las garrapatas eran tan grandes que parecían bellotas.Los cubanos se quejaban del ataque furioso de los insectos. Esa zona es un verdadero infierno.

Afortunadamente, estamos alojados en el edificio principal de la plantación de café, que hace las veces de base de TRAX. Dormimos en una estructura de techo de hojalata rodeada por una galería.Mi catre tiene mosquitero. Por las ventanas se ven las fértiles tierras de nuestro anfitrión, Roberto Alejo. Sus arbustos de café (en realidad no sé si llamarlos árboles o arbustos) están dispuestos sobre las colinas desmontadas de manera tal que recuerdan un tablero de ajedrez. De nuestro lado, sobre el terreno llano hay una pista para desfiles, un comedor, cuarteles y un mástil en el que flamea labandera cubana: una estrella blanca en un campo rojo, blanco y azul.

En cuanto terminamos de asearnos nos reunimos en el salón. Toto empezó a denunciar a PepeSan Román y a Tony Oliva por la manera en que conducen la Brigada. Éstos abandonaron el salónde inmediato. No son hombres con quienes se pueda jugar. Mis sentimientos hacia los militares son contradictorios (supongo que a ti te ocurre lo mismo), pero estos dos caballeros me impresionaron muy bien. San Román es delgado, ágil, de expresión desagradable; tiene una dedicación plena a su misión. Creo que no se lo pensaría dos veces si fuese necesario morir por la causa. Es un hombreextremadamente serio y posee el sentido cubano del honor, que parece mucho mayor que el de los españoles. Oliva, que es negro, luchó junto a Castro, pero luego se separó de él. Me pareció más complejo que San Román, aunque igualmente consagrado a la causa. Quizá sea más duro. Teaseguro que los observé atentamente. De todos modos, la abrupta partida de San Román y Oliva produjo un enfrentamiento entre Hunt y el comandante estadounidense que nos representa, el coronel Frank, un oficial del cuerpo de marines gordo y con aspecto de toro, que ganó medallas en Iwo Jima y parece capaz de sacar un jeep atascado en el barro con una sola mano. No obstante, encuestiones importantes puede ser fatalmente remiso. No hace mucho envió a doce «descontentos» de la Brigada en una misión río arriba, en canoas, a un lugar inaccesible llamado «campamento de readoctrinamiento». No parece darse cuenta de que ha herido el orgullo nacional de los demás integrantes de la Brigada. Quieren ser ellos quienes castiguen a su gente, y no los estadounidenses. El coronel Frank nos llevó a un lado a Hunt y a mí y procedió a reprendernos.

–¿Cómo se les ha ocurrido traer aquí a Bárbaro? Si no sacan de TRAX a ese hijo de puta, mi Brigada volará por los aires.

Howard no cedió un palmo. No fue algo automático, ya que es mucho más pequeño que el coronel Frank, y ése siempre es un factor importante, aunque algunos lo nieguen.

–Yo me encargaré de Toto Bárbaro -dijo Howard con una voz que, dadas las circunstancias, resultó apropiada- si usted tranquiliza a San Román y a Oliva.

Se fulminaron mutuamente con la mirada, hasta que por fin Frank dijo:

–Usted cuide el bando que le toca.

Más tarde, ese mismo día, Bárbaro se dirigió a las tropas de manera moderada. Les dijo que nosería honesto ni responsable fingir que el mensaje que traía no era serio: el Frente era el futuro gobierno de Cuba, por más que otros (miró fijamente a Artime) hubieran dicho otras cosas a los soldados allí reunidos. Por eso, la Brigada no debía tomar ninguna decisión importante sin consultar primero al Frente.

Los hombres estaban descansando después del desfile; conté más de seiscientos. Una tercera parte de ellos vitoreó a Bárbaro, y otra tercera parte demostró su disconformidad con silbidos y abucheos. Sin embargo, desde un punto de vista moral, más inquietante resultó un tercer grupo, que permaneció en silencio, aunque mostrando un evidente desagrado.

Me di cuenta entonces de lo que Hunt es capaz de hacer. De pie, a mi lado, pálido y decidido, me dijo: «Haré que ese hijo de puta se calle».

Después, en el edificio principal, San Román lanzó un ultimátum. Si Bárbaro no le brindaba unapoyo total frente a las tropas, renunciaría.

Howard le dijo entonces a Toto que quería hablar a solas con él.

Lo que ocurrió a continuación ha sido llamado «el milagro de La Helvetia». Cuando regresaron, Howard seguía pálido y con la misma expresión decidida; Bárbaro, por su parte, parecía abatido.Nos habló a todos, a San Román, Oliva, Alejos, Artime, el coronel Frank, Howard y a mí. Nos dijo que había llegado a la conclusión de que, antes de tomar una decisión política, debía estudiar cuidadosamente las condiciones prevalecientes en Vaquero. Esa misma tarde y al día siguiente porla mañana observaría las maniobras en el campo.

En sus observaciones había una nota concluyente, como si ya hubiera decidido lo que le diría a las tropas. Howard nos dio a entender que le había advertido a Toto que si no cooperaba lo enviaría de regreso a Miami con camisa de fuerza, aunque esa historia no me pareció creíble, pues desuceder algo así, el Frente se desmembraría. Puedes negarlo si quieres, pero ahora creo saber por qué ni tú ni Howard reaccionaríais si yo descubriese la verdad acerca de la manipulación de la lotería por parte de Trafficante, y la conexión de Bárbaro con esto. ¡No tiene sentido jugar tu mejorcarta si no puedes ganar la partida! Creo que he aprendido algo de gran valor.

El resto de la tarde resultó interesante. Pudimos comprobar la impresionante competencia de las tropas en el manejo de los fusiles automáticos, ametralladoras y morteros. Bárbaro parecía extrañamente divertido. Por ejemplo, tenía un aspecto de maniático excitado cuando lo invitaron adisparar una ametralladora de 50 mm. El arma se le trabó y él se echó a reír. Se probó un casco, se echó un fusil al hombro, arrojó un par de granadas desactivadas y luego una cargada. Al cabo de un rato, me di cuenta de que estaba actuando como un hombre que disfruta al retirarse. Entretanto, Howard asentía complacido y sacaba fotos de los oficiales, las tropas, el terreno, sonriendo todo el tiempo sin sacarse la pipa de la boca.

A la mañana siguiente, Anime y Bárbaro dirigieron una arenga a la Brigada. Artime tiene un estilo cósmicamente poético y cargado de nociones sentimentales, aunque debo admitir que paranuestro anglosajón resulta algo desconcertante. «Es por voluntad del cielo que estamos aquí reunidos, lejos del hogar… Es el deseo de Dios que sudemos y vivamos sumidos en el temor, y dominemos ese temor, y que nuestra hermandad prospere hasta que llevemos la bandera de laBrigada de regreso a Cuba, de regreso a La Habana, de regreso a un país en donde los cubanos podamos amarnos nuevamente los unos a los otros.» Predominaban los verbos como vencer, triunfar y prevalecer. «Venceremos, triunfaremos, prevaleceremos. No podemos fracasar en esta guerra contra los endurecidos corazones de los comunistas, pero aunque seamos masacrados en lacabeza de playa -en este momento surgió un sonido sorprendente de la Brigada, producido por la idea de morir; era un grito extático, emocionado, como si en el momento en que el cuerpo se desplomase herido, vislumbraría el cielo -, aunque perdamos la vida, no seremos derrotados. Porque los estadounidenses, ese pueblo orgulloso que nos apoya, jamás aceptarán la derrota, y nosseguirán, ola tras ola.»

Ola tras ola de apasionados aplausos acompañaban sus palabras. Artime es una extraña clase de líder. Cuando habla es el espíritu mismo del carisma; cuando termina de hablar, es simplemente unhombre de modales educados. Sin duda tiene dos personalidades, la más joven de las cuales no parece muy segura de sí misma. Surge a la superficie cuando se ve obligado a decir esas chorradas,

o cuando presenta a Bárbaro con términos lisonjeros: «Un hombre sin el cual la historia cubana de los últimos veinte años no sería como es». Antes de que Toto abriese la boca, las tropas deben de haber presentido que había algún tipo de arreglo, porque aplaudieron y silbaron a la vez, y cuando Bárbaro empezó a decirles que regresaba a Miami llevando con él un altísimo concepto de la Brigada, opinión que haría que la comunidad de exiliados cubanos de Miami se sintiese orgullosa de sus héroes, recibió una mezcla de aprobación y escarnio. Parecía que todos los hombres que el día anterior lo habían aplaudido se hubieran vuelto en su contra, mientras que los que apoyaban a San Román y Tony Oliva ahora lo ovacionaban.

Toto concluyó con una celebración de la disciplina, el sacrificio y la esperanza del triunfo: «Losactos heroicos de la Brigada se convertirán en leyenda».

Me sentí nostálgico, ¿sabes? La oratoria es un consuelo magnífico si uno se deja apoderar por ella. Mañana nos iremos de TRAX con la impresión generalizada, compartida ahora por San Román, Anime, Alejos, e incluso el coronel Frank, de que nuestro viaje ha sido un éxito.

Al menos eso creo. He visitado las barracas y he hablado y escuchado a los soldados. Estoy seguro de que estos hombres se encuentran emocionalmente dispuestos a dar la vida. Su convicción es casi religiosa. Me resulta difícil comunicar la clase de emoción que se apodera de mí cuando losoigo decir que están listos para entregarlo «todo». Espero que esta carta te haya dado una idea de la situación en TRAX.

ROBERT CHARLES

El mensaje que realmente quería darle habría sido más extravagante. La última noche, hablando con los cubanos, me sentí abrumado por su disposición a morir. Sentado en medio de ellos, experimenté una exaltación sagrada, escalofriante, como si en esas montañas y valles se oyera eleco apagado de un estruendo de címbalos y voces, y me sentí cerca de Cal, porque sabía, aunque no sé decir por qué, que se trataba de los sonidos de los hombres entregados a la guerra. Esa noche, al quedarme dormido con el sonido de un fuerte chaparrón tropical, me pregunté si los cruzados y los conquistadores de Cortés también habrían oído ese eco lejano, bello y siniestro. Los australianos,cuando abandonaban las trincheras en Gallípoli, y el Ejército rojo, cuando marchaba a la batalla contra los blancos, ¿oiría la misma música? Los blancos, ¿oirían la misma sirena llamándolos desde la roca cuando peleaban contra los rojos? Mi padre, por cierto, había oído esas notas cuando searrojaba en paracaídas sobre una tierra extraña.

Fue entonces cuando me di cuenta de que, si yo hubiera sido un miembro de la Brigada, habría estado dispuesto a entrar con ellos en cualquier clase de purgatorio. Comprendí el odio que sentían hacia Castro. Odiar a Castro ofrecía un estado de exaltación al que no se podía acceder de ningunaotra forma, y no pude por menos que conmoverme ante el futuro que le aguardaba a nuestra Brigada. La enormidad de atacar a Cuba con una fuerza tan pequeña me abrumó; quería ser capaz de odiar a Castro con intensidad suficiente para ayudar a que su empresa fuese posible.

38

No me había dolido perder a Modene, pero a fuerza de recibir golpes, el cuerpo ya no siente las heridas. Regresar de Guatemala resultó más difícil. No pasó mucho tiempo antes de que llamara al Fontainebleau. Estaba decidido a no hablar con ella, pero al menos podía enterarme de si seguía en Miami. El recepcionista me informó de que su base había sido trasladada a Washington. ¿Quería una dirección donde escribirle? No, gracias. Me costó decirlo, porque era como si me volviese a separar de ella.

A Hunt y a mí nos aguardaban nuevas dificultades con el Frente. La posible alianza entre el Frente y las fuerzas de Manuel Ray estaba dividiendo las filas. La mitad de los exiliados de Miami pensaba que Ray era un agente de Castro.

Por otra parte, Manuel Ray aseguraba poseer la red clandestina más grande de La Habana y, además, los presidentes Betancourt, de Venezuela, y Muñoz Marín, de Puerto Rico, parecían biendispuestos hacia él. Se decía que Kennedy prestaba mucha atención a sus opiniones.

Hunt trabajaba tanto que acabé sintiendo lástima por él. Se había esforzado por ayudar en un programa político que en su fuero interno le resultaba aborrecible. La posibilidad de que se viese obligado a aceptar a un cubano a quien consideraba prácticamente un bolchevique parecía cada vezmás cercana. «Fíjate en el programa de Ray -decía, con voz airada-. Conservar la nacionalización castrista de bancos y empresas públicas; mantener la medicina socializada; no devolver a sus legítimos dueños las propiedades confiscadas. Mantener estrechas relaciones con lospaíses del bloque comunista. Manuel Ray es el castrismo sin Castro.»

Al día siguiente, Howard fue convocado a Washington. Volvió a Miami con la noticia de que, por decisión del Cuartel del Ojo, el doctor José Miró Cardona lideraría el Frente. Cardona había sido presidente de Cuba durante algunas semanas después de que Castro hiciera su entrada triunfalen La Habana, pero pronto renunció y se marchó a Argentina. La CIA lo había llevado a Miami. Hunt me dijo que era una figura prestigiosa, capaz de unir al Frente mucho mejor que Toto Bárbaro.

–Sólo hay una cosa mala -dijo Hunt -. Hasta ahora, cada vez que el Cuartel del Ojo le hapedido a Ray que se una al Frente, Ray ha tenido la arrogancia de responder que sería más lógico pedirle al Frente que se una a él. Sin embargo, ahora que el doctor Miró Cardona sube a bordo, creo que Ray también lo hará.

–¿Dónde lo deja eso a usted?

–No lo he decidido.

La segunda semana de marzo, Hunt fue llamado otra vez a Washington, donde Bissell le informó que Manuel Ray se unía a las filas.

–Esto equivale a liquidar al Frente -dijo Hunt.

Mi padre, que había sido invitado a asistir a la reunión, le preguntó si no había modo de obligar a su gente a que aceptase a Ray.

–Sí -respondió Hunt-. Podría obligarlos, pero preferiría que no se me pidiera intentarlo.

–¿Por qué no?

Hunt dio una respuesta completa. Más tarde, Cal dijo que no la recordaba. «Hunt está siendo difícil. A mí tampoco me gusta Manuel Ray, pero es obvio que Hunt debía subirse o bajarse deltren. En lugar de eso, prefirió discutir», fueron sus palabras.

Cuando me lo contó, Hunt repitió su respuesta. Entonces supe por qué mi padre no lo había escuchado. Lo que dijo Hunt había sido ensayado con demasiado cuidado para el gusto de Cal.

–Hemos pisoteado el orgullo de hombres que, en su propio país, eran ciudadanos distinguidosy respetados -dijo Hunt-. Durante un período, estos hombres del Frente han terminado por darse cuenta de que en Miami no son más que títeres. A pesar de ello, siguen haciendo lo que les pido porque saben que no hay otro modo de liberar a su país. Dependen totalmente de nosotros. Sin embargo, no puedo ir con la propuesta de que acepten a Manuel Ray en pie de igualdad. Antes de transigir, prefiero retirarme.

–¿Cuál fue la reacción en el despacho de Bissell? – pregunté.

–Un silencio prolongado.

Comprendí el mensaje. Por lo tanto, les dije que prefería regresar a Washington. Podía trabajar con Phillips en los mensajes por radio para la invasión. Te aseguro que se sintieron aliviados.

–El viaje de regreso a Miami debe de haberle parecido largo -dije.

–Tuve tiempo suficiente para cambiar mi manera de pensar acerca de unas cuantas cosas.

Invité a Howard a comer, pero había arreglado con Bernard Barker para que lo acompañase a despedirse de unos cuantos cubanos. Por la mañana partiría rumbo al Cuartel del Ojo. Esa noche, mientras me dirigía a casa en el coche, pensé que Howard Hunt había perdido algo más que su trabajo. No pretendía llegar a entender a la Agencia, pero se me ocurrió que había tocado el techo de su carrera. Ningún trabajo era demasiado oneroso para no aceptarlo.

Aun así, a la mañana siguiente, durante el desayuno, acepté la propuesta de Hunt de trabajar con él en el Cuartel del Ojo. Si me quedaba en Zenith, también podía acabar sin futuro. Quienquiera quefuese el sucesor de Howard, no tendría predilección por su antiguo asistente. Por el contrario, según estimaba Hunt, como oficiales de propaganda participaríamos con el Frente de la invasión. Un flujo de adrenalina, tan puro como el temor de saltar a un abismo de agua helada, confirmó mi decisión. Después de todo, volvería a luchar contra los insensibles corazones de los comunistas.

De modo que se libró la solicitud, y una semana después llegó la orden. Subalquilé mi apartamento de Miami y me dispuse a compartir con Cal su vivienda de Washington.

Poco antes de que me uniera al Cuartel del Ojo, el Frente fue reorganizado, pasando adenominarse Consejo Revolucionario Cubano. El doctor José Miró Cardona fue designado su presidente, y se propuso el ingreso del grupo de Manuel Ray. En una reunión llevada a cabo en el hotel Miami Skyway, un par de oficiales de la Agencia que se hacían llamar Will y Jim y a los que nunca había visto, declararon ante un grupo de exiliados bastante díscolos que si no se aceptaba elcambio propuesto, no habría más ayuda. La sabiduría ejecutiva de la Agencia acababa de ponerse de manifiesto. Cuando se trataba de promulgar medidas severas, el remedio es enviar a un par de desconocidos.

39

Mi padre vivía pobremente. En la oficina de alquileres de la Compañía le habían ofrecido una casa franca decomisada y la había aceptado por ser económica. Creo que le resultaba placentero ahorrar de esa manera, puesto que así disponía de más dinero para comida y bebidas. Para celebrar mi llegada, me llevó a Sans Souci.

Era sábado por la noche, y comimos espléndidamente. El restaurante estaba tan lleno, y había una atmósfera tan festiva, que hablamos con total libertad. Debido al bullicio, ningún micrófono habría sido capaz de captar nuestra conversación, y yo, una semana después de haber cerrado elescritorio de Hunt y de haber actuado como enlace del equipo ejecutivo de Will y Jim, me sentía tan feliz como quien disfruta de su primer día de vacaciones.

–Tal vez te interese saber lo que ocurrió con la última remesa de píldoras -dijo Cal.

–¿Las que le entregaron a la muchacha? – pregunté.

Asintió. Se echó a reír.

–Bien, ¿qué pasó? – pregunté.

–Al parecer -dijo Cal-, la muchacha puso la píldora en su pote de crema para cutis a fin depasar sin problemas la aduana cubana. Al cabo de un par de noches, acostada junto a Fidel Castro, que roncaba profundamente, se levantó para sacar la píldora y echarla en un vaso de agua que había en la mesa de noche del caudillo. Pero la píldora no estaba. O bien se había derretido en medio de la crema, o bien los guardias de Castro la habían encontrado.

–¿Me estás diciendo que la habían descubierto?

–Eso cree la muchacha. Al parecer, esa noche Castro fue un amante sensacional, una especie de Supermán, algo al parecer poco común en él. Este hecho despertó las sospechas de la muchacha, para quien Castro es la clase de hombre que sentiría placer al enterarse de que su amante intenta matarlo, siempre que, por supuesto, no lo haga. De hecho, podría divertirlo hasta el punto de mostrarse generoso. Ella ha regresado a Miami y le ha dicho a su amigo, Florini, que Castro asegura que nadie podrá matarlo jamás porque los que practican la santería lo protegen día y noche con su magia. «A pesar de ser marxista, soy partidario de la magia», habrían sido las palabras de Castro.

–¿De todo esto te has enterado por Maheu?

–Diablos, no -respondió Cal-. Los detalles generales que me proporcionó hicieron que me apeteciera conversar personalmente con la muchacha.

–¿Cómo es?

–Muy atractiva, pero terriblemente nerviosa. Es tan paranoica, que cree que el DGI ha puesto a un hombre para que la busque y la mate.

–Y ¿cómo es el novio? ¿El tal Florini?

–Un aventurero. Bronceado por el sol. Se vería feliz con la cabeza sangrienta de un tiburón sobre la cubierta de su yate.

–¿No está relacionado con Masferrer?

–Supongo que sí.

Y Masferrer, me dije, estaba relacionado con Mario García Kohly, quien estaba dispuesto a asesinar al comité ejecutivo del Frente -¿ahora el Comité Revolucionario Cubano?– apenas pusiesen pie en Cuba. Todas estas conexiones me volvían paranoico.

–La muchacha -pregunté-, ¿tiene un pelo negro fabuloso?

–Sí -respondió mi padre-, y ojos verdes. Una hermosa combinación.

–¿Tienes una foto de ella?

–Lamentablemente, no he traído ninguna -Bebió un sorbo de su bourbon Grommes y Ulrich.Sans Souci, según me dijo, siempre tenía una botella de esa marca lista para él-. Por cierto, he estado haciendo averiguaciones acerca de la santería. No podrías creer la clase de ungüentos que hacen estos mayomberos. Obtuve una receta para confundir los malos propósitos de tus enemigos.Se hierve la cabeza de un asesino ejecutado junto con siete colas de escorpión, desde la medianoche hasta las dos de la madrugada. Se agrega un poco de sangre del brazo del mayombero, se desmenuza una colilla de cigarro, se disuelve una gota de mercurio, se sazona la carne del cadáver con pimienta, se agregan corteza de árbol, jengibre, ajo, canela, diez hormigas vivas y veintegusanos vivos, se pronuncian varios conjuros cuidadosamente seleccionados, se agrega una lagartija muerta, un ciempiés aplastado, un litro de ron, dos murciélagos muertos enterrados la noche anterior y exhumados esa misma noche, tres ranas muertas, un tronco pequeño lleno de termitas ylos huesos de un perro negro. Por último (y esto es crucial para la sopa) un litro de agua de Florida. Eso sí que es cocinar. – Rió, feliz-. Supongo que juntar todas esas cosas no consume más tiempo que cualquier transacción comercial.

De pronto dejó de reír y su rostro perdió toda expresión, lo cual me indicaba que estaba dudandosi decirme más.

–Estamos a un par de semanas de la cabeza de playa -continuó al cabo de unos segundos en voz tan baja que prácticamente tuve que leerle los labios-. Pidamos Hennesey con el café. – E hizo una seña al camarero-. Ahora que trabajas pasillo abajo quiero que tengas una idea más clarade lo que sucedió el mes pasado. No es necesario que te recomiende que lo uses como medicina homeopática. Una gota por vez, y sólo cuando es estrictamente necesario.

–Sí, señor.

–Trinidad era el lugar del desembarco -dijo apenas el camarero que nos trajo el coñac se hubo retirado-, pero Dean Rusk hizo que el Departamento de Estado bloqueara esa opción. No confío en la buena voluntad de Rusk. Cuando estaba al frente de la Fundación Rockefeller, se negó a que Allen echara un vistazo a la agenda cuando regresó de un viaje en que visitó a varias prominentes figuras internacionales. Rusk se opuso argumentando que no podía «poner en peligro» la integridad de la Fundación. Allen siguió adelante y logró ver los informes gracias a una operación organizada nada menos que por Hugh. Ignoro cómo fue, pero Rusk se enteró, y ahora no confía en Allen. Puedes apostarlo. Por lo tanto, todo lo que nos dice es que el presidente no quiere que la operación sobre Cuba ponga en peligro los intereses superiores de los Estados Unidos. Maldita sea, Harry, no hay nada más importante que Cuba en estos momentos. Cuba es el ojo del huracán, y lo estamos arruinando. Trinidad era el mejor lugar. Buenas playas para desembarcar, y todo lo demás. PeroRusk tuvo que desbaratarlo. Demasiado ruido, dijo. ¿Y si resultan muertos niños y mujeres? De modo que el Departamento de Estado nos derrotó. Trinidad quedó descartada. El nuevo lugar de desembarco está ubicado en un área llamada bahía de los Cochinos. Recuerda ese nombre.

–¿Tiene alguna ventaja?

–Es inaccesible. Estableceremos una cabeza de playa sin mayores dificultades. Cómo nos desplegaremos desde ese perímetro es otro asunto. La cabeza de playa está rodeada de pantanos. A Castro le resultará muy difícil llegar hasta nosotros, pero para nosotros tampoco será fácil salir deallí. Por supuesto, no habrá ruido. Sólo nuestros cubanos y los peces. Atención de Dean Rusk.

–¿No le estará enviando señales negativas a Kennedy?

–Sin duda -respondió Cal-. La tendencia de Kennedy es posponer la invasión. La primera fecha había sido fijada para marzo, ahora ha sido trasladada a abril. De hecho, no creo quetuviésemos fecha alguna de no ser por Allen. Presiona al presidente todo lo que se atreve. Le informa que los soviéticos están aprovisionando a Castro de tal manera que para mayo ya será tarde. Le dice que los jefes conjuntos han descrito a la Brigada como la fuerza mejor adiestrada deAmérica Latina. «Señor presidente -le dice Allen-, será difícil disolver la Brigada si no se la emplea en algún momento. Piense en esa fuerza, increíblemente motivada, recorriendo el sur de Florida sin nada que hacer.» «Bien -responde Kennedy-, la invasión debe parecer cosa de los cubanos. Como para todo el mundo nosotros seremos quienes estemos detrás, las vendas debenestar limpias.» «No se verá nada -le asegura Dulles -. Me siento más tranquilo con este asunto del Caribe que con el de Guatemala.»

–Estoy impaciente por que empiece -dije yo.

–Tú participarás -dijo mi padre-. Irás a la cabeza de playa con Howard Hunt.

–¿Decidido?

–Absolutamente.

Sentí que un leve estremecimiento de temor, casi tan sensual como el deseo sexual, recorría mi cuerpo desde el corazón a los pulmones, al hígado, a todas las ciudades capitales del alma.

–Sigue mi consejo -dijo Cal-. Durante estas próximas semanas lleva un Diario. Yo no lo hice durante la guerra, y ahora me arrepiento.

–Quizá lo haga.

–La seguridad siempre es un problema, pero puedes meter las páginas por la ranura de mi caja fuerte. Nadie se acerca a ella.

Guardé silencio. El que mi padre me aconsejase que llevara un Diario producía en mí unaamalgama de pánico y orgullo que me esforzaba por disimular.

Mientras salíamos del Sans Souci, Cal me dijo:

–Olvidé decirte que mientras estuve en Miami para hablar con la amiga de Fiorini, fui a ver la pelea entre Patterson y Johansson.

–No sabía que hubieses estado en Miami.

–He estado en Miami varias veces, sin avisarte -dijo con un tono de voz tan perentorio que no sentí deseos de seguir con el tema.

–¿Qué tal la pelea?

–Mediocre. ¡Y se supone que son campeones! Pero si te lo menciono es porque me encontré una vez más con Sam Giancana. Estaba radiante. Con una muchacha muy atractiva colgada del brazo. Una belleza. De esas por las que uno podría llegar a matar. Una magnífica combinación de

cabello negro y ojos verdes.

–¿Te enteraste de su nombre?

–Algo así como McMurphy, o quizá Mo Murphy. El nombre no me pareció apropiado.

–¿Se trata de la misma que estuvo con Castro?

–Por supuesto que no. ¿De dónde sacas esa idea?

–Dijiste que la amiga de Fiorini tiene pelo negro y ojos verdes.

–No. – Pareció preocupado-. ¿Me equivoqué, o acaso oíste mal? La amiga de Fiorini es una rubia de ojos verdes.

–En ese caso, creo que fuiste tú quien se equivocó.

–Qué raro. – Me golpeó en el bíceps lo bastante fuerte como para que me doliera-. ¿Noestaré bajo el hechizo de un mayombero?

–Nunca.

–Hazme caso, lleva un Diario.

–Sí, señor.

–Desde el comienzo, dirígeselo a alguien. Eso dará más coherencia a tus anotaciones.

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