Jérôme se vuelve hacia Tomi y exclama con tono de enfado:

—¿Has visto? ¡En los entrenamientos jugáis a darle al poste y luego hacéis lo mismo en los partidos!

El primer tiempo acaba con un empate a cero.

Los hinchas de los Cebolletas comentan el encuentro sin demasiado entusiasmo.

—No consigo comprender las ideas de este entrenador… —se lamenta el padre de Nico.

—Las raciones de diversión que da son mínimas, como las de sus platos en el Poco pero Bueno —dice Armando.

—Jérôme obliga a correr a Becan como hace conmigo entre las mesas del Pétalos a la Cazuela —comenta Elvis—, ¡pero el fútbol no es una disciplina atlética! Tendría que dejarles hacer algún regate y divertirse.

En cambio, Jérôme está más que satisfecho con el primer tiempo de sus pupilos.

—Sigamos así, chicos —declara—. No han tirado una sola vez a puerta.

—Sí, pero nosotros solo lo hemos hecho media vez, míster… —se lamenta Aquiles—. Yo soy un tipo valiente y no me gusta que mi equipo parezca asustado.

—¡Eso no es miedo, Aquiles, sino táctica! —replica Jérôme—. Ya llegarán los goles, lo importante es no encajarlos. En cuanto se acerque el esférico: a barrer, barrer y barrer sin parar. ¡Bravo, Becan, has disputado un primer tiempo estupendo!

En la segunda parte Tomi ocupa el puesto de Rafa, João sustituye a Nico, que está agotado, y Aquiles entra en lugar de Julio.

Carlos aporrea el tambor con fuerzas renovadas.

—¡Al fin ha cambiado la partitura!

Los Cebolletas atacan ahora con más convicción, a pesar de los aullidos de Jérôme.

—¡No abráis huecos! ¡Cuidado con la defensa! ¡Prudencia!