Los Cebolletas suben al completo a bordo del Cebojet para disputar su primer encuentro a domicilio de la fase de vuelta.
Gaston Champignon se acerca a Tomi y Rafa, sentados juntos, y les pregunta:
—¿Estáis listos para llenar de balones la portería de los Velocirráptores?
—¡Pues claro, míster! —responden a coro los dos delanteros.
—En el partido de ida no nos dejaron pasar del empate a cero. ¿Os acordáis de lo duros que son en defensa? —inquiere el cocinero-entrenador.
—Yo recuerdo sobre todo que la liga pasada me rompieron un pie… —masculla Tomi.
—Tranquilo, capitán —le anima el Niño—. El carnicero de Vlado juega ahora con los Zetas. ¡Al menos hasta el próximo derbi no tienes nada que temer!
Champignon se aleja para hablar con los demás Cebolletas y dar las últimas recomendaciones tácticas para el partido.
Tomi y Rafa se miran con una sonrisa satisfecha.
—¡Al fin volveremos a jugar juntos! —exclama el italiano.
—Ya era hora… —comenta Tomi—. ¡Tenemos que adelantarnos a los Tiburones y poner puntos por medio!
—Con Issa de delantero era casi imposible marcar —observa Rafa.
—Seguramente el míster se habrá dado cuenta por fin —conviene el capitán—. Issa es de lo más simpático y se ha convertido en uno de los nuestros, pero es mejor que espere un poco antes de entrar en el equipo. Si comete demasiados errores, se siente mal, culpable.
—Tienes razón —aprueba Rafa—. Con nosotros puede jugar durante los entrenamientos semanales. Y estoy seguro de que, si sigue así, el próximo año nos podrá echar una mano, porque tiene mucho entusiasmo y aprende deprisa.
Pero también esta vez Gaston Champignon sorprende a todos con el anuncio de su formación.
—Hoy en la delantera jugaremos con nuestra pareja de cañoneros, Tomi y Rafa —explica el cocinero-entrenador—. Los Velocirráptores tienen una defensa muy fuerte y tenemos que intentar doblegarla enseguida, durante el primer tiempo.
Los Cebolletas intercambian miradas satisfechas: cuando la consigna es atacar siempre les parece bien…
Champignon prosigue:
—Para surtir de balones a nuestros delanteros hoy estará Issa, que se colocará al borde del área, como hizo el otro día en el ejercicio de los chalecos numerados. Nico entrará en el segundo tiempo.
Esta vez, las miradas que se intercambian los chicos son de preocupación.
—El domingo pasado, Issa demostró que no se le daba demasiado bien marcar —explica el cocinero-entrenador—. Creo que es mucho mejor dando pases. No por casualidad dio a Sara el balón que le permitió marcar el gol decisivo.
—Pero ¡¿qué pase?! —susurra Aquiles—. La pelota le rebotó en el cuerpo y le llegó a Sara por casualidad. ¡Ese pase lo habría dado igual de bien el parachoques del Cebojet!
Nico da un codazo al antiguo matón en el costado.
—Cállate, que el míster te va a oír…
Aquiles no es el único en lamentarse. Durante los ejercicios de calentamiento, João no para de refunfuñar:
—¿Cómo vamos a alejarnos de los Tiburones Azzules jugando siempre con diez? Ellos se han reforzado con Ángel, David, Diouff, Tamara… Los mejores jugadores de la liga. En cambio, nosotros ponemos de titular a un chico que no ha jugado nunca a pelota.
—Si así lo ha decidido Champignon, será por algún motivo —contesta Tomi, mientras corre a su lado.
—Pues claro: ¡es su padre! —rebate el brasileño.
—¿Crees que el míster quiere que perdamos? —pregunta el capitán.
—No, no era eso lo que quería decir… —intenta explicarse João—. ¡Lo único que digo es que con Issa en el equipo es mucho más difícil ganar!
—El domingo pasado lo logramos y hoy también lo lograremos —concluye Tomi—. Es lo único que nos debe preocupar. Cuando decidimos jugar en los Cebolletas, aceptamos respetar todas las decisiones de nuestro entrenador, ¡y yo voy a seguir haciéndolo!
El capitán acelera y se va tras un sprint hasta la línea de fondo. João lo imita. Luego el árbitro silba para agrupar a los equipos. Está listo para dar inicio al partido.
Los Velocirráptores se quedan sorprendidos por la salida en tromba de los Cebolletas, que hoy juegan con una alineación muy ofensiva: 3-4-1-2. Gaston Champignon ha sacado a un jugador de la defensa, Elvira, y ha añadido a un delantero, Rafa.
La formación es la siguiente: el Gato en la puerta; Sara, Dani y Lara en defensa; Becan, Bruno, Aquiles y João en el centro del campo; Issa de media punta; y Tomi y Rafa en la delantera.
Carlos no ha tenido tiempo de tocar su tambor cuando los Cebolletas empiezan a atacar.
Como ves, es una jugada envolvente: los chicos de Champignon atacan por las dos bandas, rodeando al adversario, encerrado en su área.
Esta vez, Becan hace un pase raso desde el borde del área en dirección a Tomi, desmarcado, que pide una pared a Issa, como en el ejercicio de los chalecos numerados. Pero el pequeño africano no acierta a dar al balón, que sigue su trayectoria y acaba entre los pies de Rafa.
El error de Issa ha despistado a toda la defensa de los Velocirráptores, y el italiano, solo ante el portero, marca sin problemas por el ángulo inferior: ¡0-1!
—Superbe! —exclama Champignon, atusándose el bigote por el extremo derecho—. ¡Estupenda finta, Issa, bravó! —añade, acentuando la o a la francesa.
—¡¿Qué finta ni qué ocho cuartos?! —comenta Julio en el banquillo—. Issa ha fallado.
Nico lo manda callar con una mirada de través.
—¡Habla en voz baja! ¿Quieres que te oiga el míster?
Los Cebolletas abrazan al Niño, que celebra su gol con el pulgar metido en la boca.
Tomi felicita a Issa.
—Pero si he equivocado balón… —confiesa el número 0 con su español todavía un poco inseguro.
—Justamente —explica el capitán—. Lo mejor que podías hacer era evitar darle al balón y dejar que le llegara a Rafa. ¡Por eso precisamente hemos marcado!
Convencido por las palabras de Tomi, Issa vuelve al centro del campo satisfecho.
El entrenador de los Velocirráptores corrige inmediatamente su esquema: hace bajar a un mediocampista a la defensa y a un delantero al centro del campo. Con la nueva alineación 4-5-1, el equipo es más defensivo y puede cubrir mejor las bandas para detener a João y Becan, que están desatados.
El encuentro se vuelve un poco más equilibrado, aunque los Cebolletas no dejan de atacar.
En las gradas, los hinchas se muestran entusiasmados por las proezas de los pupilos de Champignon.
—¡Así se juega! —salta Armando—. Cuando pienso en los partidos de la fase de ida, con ese Jérôme que quería a todos en la defensa, me mareo… Al fútbol se juega atacando, apretando siempre el acelerador, ¡como hago yo cuando conduzco el autobús 54!
—Sí, y el mareo se lo provocas tú a tus pasajeros —comenta su mujer Lucía. Y todos sueltan el trapo.
João está a punto de marcar el 0-2 con un centrochut que supera al portero, se estrella contra un poste y es alejado por un defensor.
Los Cebolletas siguen a la carga; quieren dejar echada la suerte del encuentro en el primer tiempo.
Aquiles se lanza hacia el área de los Velocirráptores con la pelota al pie. Le pide una triangulación a Issa, detenido al borde del área. El hijo de Champignon se concentra para no fallar el pase, pero está demasiado nervioso y, en lugar de tocar suavemente la pelota, hace una especie de despeje que la devuelve casi al centro del campo…
Los Velocirráptores lo aprovechan para lanzarse al contraataque.
—¡Bajad! —aúlla el Gato, preocupado—. ¡Somos dos contra tres!
En efecto, Sara se ha quedado en la delantera.
Dani y Lara tratan de detener a los tres atacantes, que logran dejar desmarcado al delantero centro. Su disparo acaba al fondo de la red: 1-1.
Con ese resultado concluye el primer tiempo. Un resultado injusto, porque los Cebolletas han jugado a lo grande, siempre al ataque, y han pagado caro su único error.
En el descanso, Lara suelta una regañina a su gemela:
—Querida, después de subir al ataque, ¿sería mucha molestia que bajaras a defender?
—Cariño, te recuerdo que sin mi doblete de la semana pasada no habríamos ganado el partido —le contradice Sara.
—Claro, amor mío, pero si no te hubieras quedado a hacer de delantera, hoy estaríamos ganando otra vez —precisa Lara.
—No sé si te has fijado, tesoro, en que el error en la jugada del gol de los Velocirráptores no lo he cometido yo —estalla Sara.
Issa se entromete en el altercado entre las gemelas y admite con la cabeza gacha:
—Sara dice verdad. Pido perdón. Yo hecho error…
—Los partidos están llenos de errores, si no acabarían siempre en empate a cero —tercia Champignon—. No tenemos que lamentarnos, sino estar orgullosos del maravilloso primer tiempo que hemos disputado. Y tú también, Issa, que le has dado un pase de oro a Rafa. ¡Jugando así, solo podemos ganar! Y en la segunda parte contaremos además con la clase de Nico.
«Menos mal», piensan todos los Cebolletas, convencidos de que el número 10 entrará por Issa para jugar en su puesto de media punta, a la manera de Ronaldinho.
Pero una vez más, el cocinero-entrenador sorprende a todos al dejar a su hijo y sacar a Aquiles.
Sin la fuerza física del antiguo matón, el centro del campo se debilita y el equipo está demasiado desequilibrado hacia delante. En la práctica, además de los tres defensas, el único que se ocupa de cortar las jugadas de los adversarios es Bruno, mientras los demás se dedican únicamente a atacar.
En las gradas también se advierten miradas de preocupación.
—Soy brasileño, así que adoro jugar al ataque —observa Carlos—, pero me temo que esta vez Gaston está exagerando.
—Yo también me lo temo —coincide Elvis, el padre de Becan—. Nos hemos destapado demasiado, y no me gustaría que los defensas se resfriaran.
De hecho, el partido cambia de cariz con respecto al primer tiempo.
Ahora los Velocirráptores logran llegar con mayor facilidad a la puerta del Gato, porque la oposición de los Cebolletas en el centro del campo no es tan sólida.
Los jugadores de casa atacan, animados por su público, mientras el equipo de Champignon tiene que recurrir a los contraataques.
Pero entre tantas dificultades hay un aspecto positivo. Nico juega en una posición más retrasada de lo habitual, porque Issa ocupa su puesto de número 10 y desde ahí, delante de su defensa, puede dar pases largos y precisos a los delanteros, que los están esperando para salir como balas contra la portería contraria.
Mira qué hace ahora…
Ha recogido un balón despejado del área por Dani.
El capitán agradece a Rafa su asistencia perfecta.
—No creía que me la fueras a pasar, porque somos adversarios para el pichichi…
—Tienes razón, quería marcar —admite Rafa—, pero supongo que si llego a fallar contigo solo delante de la puerta, ¡me habrías hecho volver a casa a pie!
—Supones bien —contesta el capitán sonriendo—. Pero no te preocupes: en cuanto pueda te recompensaré con otro pase de la muerte. ¡Nuestro concurso de goleadores no tiene que ser un obstáculo para el equipo, sino un incentivo!
Los dos delanteros se «chocan la cebolla».
—Y ahora a remangarse y echar una mano a la defensa —propone Tomi—. Tengo la impresión de que nos tocará sudar para llevarnos la victoria a casa.
—Sí —coincide el italiano—. Con Issa en el campo y sin Aquiles lo veo mal…
En efecto, después del gol a contrapié de Tomi, el asedio de los Velocirráptores se intensifica, mientras los hinchas de casa animan sin parar a los suyos.
Gaston Champignon trata de reforzar la defensa colocando a Elvira en el puesto de João, pero solo gracias a dos paradas acrobáticas del Gato sus pupilos mantienen el resultado.
—¡Ánimo, Cebolletas, aguantad! —grita el padre de Nico en las gradas.
El entrenador de los Velocirráptores hace subir al ataque al defensa número 4, que juega muy bien de cabeza. Rafa se le pega como una lapa.
Issa ve a todos trabajar en defensa y decide correr a echar una mano a sus compañeros. Llega al área en el preciso momento en que el balón cae del cielo. Se dispone a despejarlo con la cabeza, pero, al ver esa sombra oscura que se le viene encima a toda velocidad, se asusta y acaba protegiéndose con los brazos. La pelota le rebota en la espalda y se acerca a saltitos hacia la línea de meta.
—¿Por qué no te has tirado también tú en plancha? —grita Lara a su gemela.
—Se me ha adelantado… —se excusa Sara.
—Si te hubieras lanzado, no habría marcado —insiste Lara.
—¿Y por qué no te has tirado tú? —replica su gemela.
—¡Porque la que estaba a su lado eras tú! —contesta Lara con una mirada furibunda—. ¡Yo marcaba al número 11!
Los ruidosos hinchas de los Velocirráptores celebran el empate agitando sus banderolas.
El resultado no cambia: Velocirráptores 2 – Cebolletas 2.
João sale del banquillo enfurecido y propone a Aquiles que se reúnan por la tarde en la parroquia para hablar del problema llamado Issa.