ADVERTENCIA AL LECTOR
En Hitchhiker’s Guide to the Galaxy, de Douglas Adams, se diseña un superordenador que debe encontrar la última respuesta, la respuesta absoluta, la respuesta que explicaría por completo a «Dios, la vida, el universo y la totalidad de las cosas». Pero el ordenador tarda siete millones y medio de años en llevar a cabo su tarea, y cuando finalmente responde «42» nadie recuerda ya cuál era la pregunta original.
¡Realmente sorprendente! ¡Por fin se ha descubierto la respuesta última! Y ésa respuesta es tan extraordinaria que inmediatamente se lleva a cabo una encuesta para ver si alguien termina por descubrir cuál era la pregunta original. Muchas son las profundas preguntas que se proponen, pero la finalmente ganadora —aquella cuya respuesta última es «42»— es: ¿cuántos caminos debe un hombre andar[*]?
Este libro trata precisamente de «Dios, de la vida, del universo y de la totalidad de las cosas», aunque la respuesta, obviamente, es algo más compleja que «42». Este libro reflexiona sobre la materia, la vida, la mente, el Espíritu y el proceso evolutivo que parece unificar a todos esos elementos dispersos en una misma pauta conectiva.
He escrito este libro en forma de diálogo, en forma de preguntas y de respuestas, muchas de las cuales han tenido lugar realmente mientras que otras han sido específicamente elaboradas para esta ocasión. Las preguntas son absolutamente reales, son las preguntas que la gente ha solido hacerme sobre mis libros, en general, y sobre mi último libro, Sexo Ecología, Espiritualidad, en particular. Pero el lector no tiene la menor necesidad de haber leído ése ni tampoco ninguno de mis otros libros porque, en mi opinión, los tópicos desarrollados aquí son interesantes en sí mismos y no requieren ningún conocimiento previo especializado en estos dominios. (En todo caso, aquellos eruditos que estén interesados en referencias, bibliografía, notas y argumentos más detallados siempre pueden consultar Sexo Ecología, Espiritualidad).
Los primeros capítulos tienen que ver con el cosmos material y con la aparición de la vida. ¿Qué fue lo que impuso orden en el caos? ¿De qué forma la materia dio lugar a la vida? ¿Qué fuerzas son las que están urdiendo el milagroso tejido de la evolución? ¿Existe acaso un «Espíritu» de la ecología? ¿Fue ese Espíritu el que creó la materia?
Los capítulos intermedios investigan la emergencia de la mente, o conciencia, y en ellos rastrearemos la evolución de la conciencia a lo largo de los cinco o seis estadios principales del desarrollo humano (el estadio de los cazadores-recolectores, el estadio hortícola, el agrario, el industrial y el informático). ¿Cuál era el estatus de los hombres y de las mujeres en cada uno de esos estadios? ¿Por qué algunos de ellos subrayaron la importancia del género masculino y otros hicieron lo propio con el femenino? ¿Arroja esto alguna luz sobre la guerra de géneros de nuestros días? ¿Acaso las fuerzas que operan en la evolución del ser humano son las mismas que lo hacen en la evolución del cosmos? ¿Qué relación existe entre el pasado desarrollo del ser humano y los problemas que aquejan a la humanidad actual? ¿Es cierto que si no recordamos nuestro pasado estamos condenados a repetirlo?
Luego prestaremos atención al dominio de lo divino y a la forma en que puede estar relacionado con las fuerzas creativas de la materia, de la vida y de la mente. ¿Cómo, y por qué, la religión ha dado lugar históricamente a la psicología? En la antigüedad, si usted se hallaba confuso o buscaba la respuesta a sus problemas internos acudía a un sacerdote, mientras que hoy en día, sin embargo, busca la ayuda de un psiquiatra. Y lo cierto es que los sacerdotes y los psiquiatras rara vez están de acuerdo. ¿Por qué? ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Es que acaso ambos tienen cosas importantes que decirnos? ¿Tal vez no sean rivales sino primos hermanos?
¿A quién nos dirigimos cuando buscamos la respuesta a nuestras preguntas? ¿Le preguntamos al superordenador de Adams o tal vez buscamos la respuesta en la religión, la política, la ciencia, la psicología… o quizás nos dirigimos a un gurú o a un amigo vidente? ¿A quién confiamos, en última instancia, las cuestiones que realmente nos importan? ¿En dónde depositamos nuestra confianza? ¿Existe algún tipo de relación entre las verdades procedentes de todas estas fuentes o acaso cada una de ellas tiene su propia verdad? ¿Existe acaso alguna respuesta equilibrada y armónica en un mundo tan fragmentado como el nuestro?
Los últimos capítulos del libro tratan del colapso de un kosmos ricamente texturado que ha terminado convirtiéndose en un mundo chato [flatland], un mundo unidimensional plano y desvaído, el mundo desolado y monocromo de la modernidad y de la postmodernidad. Pero no es nuestra intención la de mirar con ojo acusatorio al mundo moderno —un mundo aparentemente olvidado de la mano de Dios— sino, por el contrario, tratar de descubrir en él la impronta del resplandeciente Espíritu. ¿Dónde está Dios y dónde está la Divinidad en las aguas cenagosas en las que nos movemos?
¿Cuántos caminos nos quedan todavía por recorrer? Después de todo, debe haber una respuesta a esta pregunta porque la perplejidad sigue anidando en nosotros y la alegría sale a la superficie en el reconocimiento y la liberación del despertar. Y todos nosotros sabemos de ese asombro que nos habla en el lenguaje del Dios interior y que, de un modo inexplicable, nos señala el camino de regreso al hogar.
KEN WILBER
Boulder, Colorado
Primavera, 1995.