capítulo diecisiete

Encuentro interesante que Taun We nunca haya tenido nada contra Fett por atacar Kamino. O él es su proyecto inacabado favorito, o hay algo más que no sabemos.

—Jaing Skirata, pensando en los motivos de los kaminoanos

APARTAMENTO DE LON SHEVU, CUADRANTE DEL PUERTO, CORUSCANT

—Es realmente amable de su parte dejar que me quede, señor.

Ben intentaba ocupar tan poco espacio como fuera posible en el sofá del capitán Shevu. No sólo era incomodidad por entrometerse en la privacidad de alguien. Ben descubrió que estaba intentando ocultarse, no en la Fuerza, sino de ella. Idealmente, habría ido a casa con mamá, pero eso significaba también con papá, y simplemente todavía no podía enfrentarse a él.

—Realmente no tienes miedo de tu padre, ¿verdad? —Shevu le dio un plato de palitos de pan con confituras de frutas, lo que era una combinación extraña pero parecía dejarle la auténtica cocina a su novia—. Parece un buen tío.

—Lo es —dijo Ben—. ¿Pero alguna vez pensó que sus padres sabían todo lo que estaba pensando y todo lo que había hecho mal, sólo con mirarle?

—Todo el tiempo.

—Los padres Jedi realmente pueden… bueno, casi.

La opinión de Jacen que tenía Shevu se mostró en su cara ahora que no estaba de servicio.

—Creo que el Maestro Skywalker se enfadaría con la persona que te hizo hacerlo, no contigo.

—Oh, está bastante enfadado con Jacen.

—Perdona, no debería ponerte en un compromiso con tu familia. No es justo. Olvida lo que dije.

—Creo que hice lo correcto por las razones equivocadas.

—Bueno, es mejor que hacer lo equivocado por las razones correctas… esa es una excusa clásica. Yo era policía. Lo sé…

—¿Quiere estar en la GAG?

—En realidad echo de menos la FSC. Echo de menos coger a criminales auténticos y mostrarles a los turistas el camino a la Rotonda. —Deambuló hasta la cocina y se oyó el retumbar y entrechocar de los platos. Volvió con un vaso de zumo y se lo bebió de dos tragos—. ¿Estás seguro de que estás bien?

—Oh, sí. Mire, saldré de su camino tan pronto como pueda.

—No hay prisa. Shula piensa que es genial que laves los platos.

La novia de Shevu decía que era un «buen chico educado». Ben pensaba que proporcionarle un lugar seguro bien valía ayudar con los quehaceres diarios, por lo menos.

—También puedo secarlos con la Fuerza.

Shevu se rió y le dio el mando a distancia de las luces. Ben tuvo la sensación de que Shevu era más feliz echándole un ojo después del asesinato porque no aprobaba la costumbre Jedi de dejar que los «niños» llevaran armas y lucharan. Hasta donde a él le concernía, Ben no debería haber servido en primera línea antes de que tuviera al menos dieciocho.

Simplemente era demasiado educado para decir que pensaba que los Jedi eran malos padres.

Pobre mamá.

Ben se durmió. Tuvo unos cuantos sueños extraños sobre Lekauf que le despertaron y la pena cuando despertó completamente y recordó que su compañero estaba muerto era dolorosa. Se quedó tendido preguntándose por la familia de Lekauf y cómo lo estaban asumiendo, y entonces pensó que se había quedado dormido otra vez porque podía oír… no, podía sentir una voz en su cabeza preguntándole dónde estaba.

Se sentó. Sabía que estaba completamente despierto, porque podía ver la luz del control de ambiente en la pared, parpadeando débilmente en rojo cada diez segundos. Le llevó algún tiempo descubrir porqué conocía la voz pero no podía ponerle una cara cuando volvía a cerrar los ojos.

Era la nave Sith. No sabía dónde estaba, pero le estaba llamando. Quería saber dónde estaba él.

Esfera Sith, color naranja, ningún número de matrícula, último propietario conocido y registrado: Lumiya. Ben decidió tratarlo como un deslizador robado, de la manera en que lo haría Shevu. Le debo esto a Jacen. Él nunca habría hecho estas cosas sin que Lumiya retorciese su mente. Esto demuestra que él no es ni la mitad de listo de lo que él cree que es.

Mamá probablemente intentaría convencerle de que lo dejase. Pero ahora habían llegado al acuerdo de que él tenía que hacer las cosas a su propio modo, porque ella no podía esperar nada menos de él, dado su pedigrí.

Ben se puso la ropa, dejó una nota garabateada en un trozo de plastifino para Shevu y se dirigió al complejo de la GAG para liberar un deslizador de largo alcance sin marcas.

Lo bueno de ser de la policía secreta era que estipulaba que cuando firmabas para retirar el equipo, nadie preguntaba qué planeabas hacer con él. Era el deber de la legítima policía coger criminales.

Fue sólo cuando se metió la mano en el bolsillo torpemente en busca de su ID cuando se dio cuenta de que había dejado su vibrocuchilla en casa de Shevu.

Esperaba no necesitar la suerte de su madre esta noche.

APARTAMENTO DE LOS SKYWALKER, CORUSCANT

Luke estaba dormido cuando Mara volvió y ella estaba aliviada. Le ahorraba muchas preguntas extrañas. Echó una ojeada a través de las puertas, contando los segundos entre los ásperos ronquidos y decidió que él estaba como un tronco.

Bien.

Ella se deslizó más allá de la cama y seleccionó su ropa de trabajo favorita: su uniforme de faena gris oscuro con muchos bolsillos para guardar pequeñas armas y munición. No tenía ni idea de cuánto le llevaría acabar con Jacen, así que optó por preparar el equipaje para una misión: tanto como pudiera cargar sobre su espalda.

Tengo que pegarme a su cola ahora. Tengo que golpear cuando puedo.

Podía seguir a Lumiya y él todavía estaba en contacto con ella. Si ella revoloteaba alrededor de Lumiya, entonces eventualmente cogería a Jacen donde le quería: lejos de la manera suave y constitucional de hacer las cosas en Coruscant. Jacen había dicho que él también tenía una cita y mientras que podría haber sido otra de sus mentiras, había posibilidades de que quisiera decirle a Lumiya que Mara estaba sobre ellos.

Te ahorrare los problemas.

Hizo un esfuerzo consciente para no ver la cara de Leia en el ojo de su mente y de algún modo borró al pobre Han de esto completamente. No era que los sentimientos de un padre no importaran, pero tenía una mejor idea del dolor por el que pasaría Leia.

No importaba lo mayores que se hicieran los hijos, el recuerdo de ellos como recién nacidos nunca se desvanecía.

También podría ser verdad para los papás. Pero Mara sólo conocía lo que una madre sentía y eso era bastante malo.

Comprobó su cuaderno de datos para seguir el rastro del transpondedor. El de Ben mostraba que todavía estaba en casa de Shevu y de ese modo era un factor menos del que tenía que preocuparse. El transpondedor de Lumiya indicaba que se estaba dirigiendo por el nodo de la Permeliana justo fuera de Coruscant. Si Jacen no estaba con ella, pensó Mara, ella podría llevarle a una de sus madrigueras. En el negocio de los asesinatos, cada retal de datos sobre los hábitos y los movimientos de un objetivo era valioso. Merecería la pena el viaje y el técnico de la base estaba acostumbrado a que los Jedi salieran a hacer horas de vuelo en los InvisiblesX. No tendría que rellenar ningún formulario que dijera que su misión era matar al Jefe de Estado conjunto.

Mara cerró las puertas interiores para evitar que la luz del pasillo despertara a Luke y se detuvo en la entrada principal del apartamento. Vale, me arriesgaré a ello. Aunque si se despierta… será otra discusión.

Bajó su mochila y volvió de puntillas hasta el dormitorio, inclinándose sobre Luke, que todavía roncaba como una turbosierra, y le besó la frente tan ligeramente como pudo. Él gruñó.

—Siento no haberlo visto —murmuró silenciosamente—. Pero más vale tarde que nunca.

Luke gruñó de nuevo y sus párpados se movieron. Mara se debatió entre si darle o no un pequeño toque con la Fuerza en lo más hondo de su mente y ver si podía hacer que sonriera dormido, pero decidió que estaba tentando a su suerte y Jacen probablemente le llevaba una cabeza de ventaja. Lumiya definitivamente se la llevaba.

Mara se detuvo en las puertas y dejó una nota de plastifino sujeta entre ellas.

Me he ido de caza unos cuantos días. No te enfades conmigo, granjero…

No había necesidad de decir quién era la presa.

Lo tendría suficientemente difícil explicándolo cuando volviera.

ESFERA DE MEDITACIÓN SITH, RUTA DE COMERCIO PERLEMIANA

—Silencio —dijo Lumiya en alto—. No tengo ni idea de si él puede oírte.

La esfera de meditación había desarrollado la molesta costumbre de hacerle preguntas. Quería saber porqué había tan pocos. Lumiya no estaba segura de dónde empezar con una cuestión tan vaga. La nave había estado enterrada en Ziost durante más tiempo del que quería recordar, según le había dicho, y ahora sentía curiosidad por saber dónde habían ido todos los oscuros.

—Es una larga historia —dijo Lumiya—. No hemos estado ascendiendo al poder desde hace mucho tiempo. Jacen Solo cambiará eso.

¿Qué hay de los otros?

—Oh, ¿Alema?

Ella viene y va, rota, pero a veces muy feliz.

Era una buena descripción de los humores casi bipolares de Alema: asesina, una amarga obsesión puntuada por picos de… obsesión triunfante asesina. La esfera estaba muy en consonancia con los sentimientos, según parecía. Quizás podía sentir la oscuridad en todas partes, como una baliza, de manera que pudiera ir en ayuda de los Sith en dificultades.

—Le dije que siguiera a Jacen, pero debí haber sabido que era mejor no depender de un caso psiquiátrico. ¿Pero quién más está ahí? Aparte de mí, claro está.

Muchos oscuros pequeños . Los dos con mi llama.

Lumiya lo repitió para sí misma. Llama.

—Ahh… ¿el pelo rojo? Mara Jade Skywalker. Era la Mano del Emperador, una agente para el lado oscuro, justo igual que yo. El chico es su hijo.

Vosotros, los oscuros, nunca deberíais luchar.

Hay tan pocos de vosotros. Yo evité que ella luchara.

—Desde luego que lo hiciste. —Era fascinante que la nave todavía pudiera sentir el lado oscuro en Mara, incluso aunque ella había abandonado sus raíces. Pero también lo saboreaba en Ben… podría haber estado en sus genes o quizás la nave estaba reaccionando a su nueva carrera como asesino de estado. De tal madre, tal hijo. Lumiya casi pensó que había descartado a Ben demasiado pronto—. ¿Sientes a oscuros cerca?

La rota está buscando al futuro Señor.

—Si parece como si fuera a interferir, elimínala… oscura o no. —Lumiya le había dicho a Alema que siguiera a Jacen, pero ahora no era el mejor momento para que Alema interfiriera—. Jacen Solo es nuestra prioridad.

La nave se quedó quieta. Era imposible conseguir una sensación exacta de la velocidad en el hiperespacio en una nave que no tenía instrumentos, pero podía medir la duración del viaje en su crono y la nave podía decirle dónde estaba su localización equivalente en el espacio real.

Pasado Arkania. Pasado Chazwa.

¿Adónde iba Jacen? No era a Ziost, a menos que estuviera tomando una ruta extraordinaria. Pasaría rozando el sector Roche, si salía del hiperespacio, y durante un momento ella se preguntó si simplemente él se había rendido al pánico sobre la posibilidad de que el trato armamentístico Roche-Mandaloriano se convirtiera en una guerra a favor de la Confederación y estuviera yendo a ver a los verpines para socavar el pacto. Pero eso era trabajo de rutina para los secuaces, para sus almirantes y sus agentes y ella se enfadaría si él estuviera malgastando sus energías en eso.

Él deja el hiperespacio, dijo al fin la nave.

—¿Dónde está?

En el Cúmulo de Hapes.

—Síguele.

Tal vez iba a reclutar la ayuda de la Reina Madre.

Los verpines parecían preocuparle. Eso significaba que Lumiya no había oído la historia completa sobre el trato armamentístico.

—Esto está por debajo de ti, Jacen. —Ella suspiró—. Prioridades. Realmente no puedes delegar, ¿verdad? Eso es algo que tu abuelo podía hacer.

Jacen se dirigía hacia el mismo Hapes. Lumiya animó a la esfera Sith a dejar más distancia entre ellos al imaginar un cordel estirándose hasta ser tan ancho como un cabello. Finalmente Jacen llegó al borde del área de seguridad hapana y lo atravesó.

Aterriza. Tiene un código de entrada.

Lumiya debatió si utilizar el código para seguirle más de cerca y entonces decidió lo contrario. No sabía si eso atraería la atención.

—Mantén la posición hasta que él se vaya.

Ella decidió sentarse a esperar y esperó no estar juzgando mal la situación y que Niathal y G’Sil no estuvieran ahora declarando la Gloriosa Tercera República o alguna tontería como esa. El problema con la gente insignificante era que a menudo dejaban poco en la Fuerza para que ella los sintiera en la distancia y los ciudadanos de Coruscant eran tan pasivos y tan obedientes que no habría una gran perturbación para que ella la detectara incluso si Niathal declaraba la ley marcial en ausencia de Jacen. No era nada que no se pudiera arreglar cuando ella regresara, pero tendría que explicar porqué había escurrido el bulto como podría llamarlo Ben y Jacen se volvería petulante y poco cooperador.

Jacen es como un adolescente caprichoso en este momento. Cuando haga su transición a Señor Sith, sentará la cabeza rápidamente.

Y ella ya no le sería de utilidad después de que le encontrara un reemplazo para Ben Skywalker. Lumiya aceptaba que sus días estaban contados.

Ella se perdió en la meditación, preguntándose quién sería el aprendiz de Jacen que estaba por venir, cuando una explosión de sentimientos la sacudió como si la hubiesen agarrado por los hombros y la hubiese besado un extraño total. La esfera Sith también reaccionó, una gran excitación creciente que parecía rebotar entre ella y los mamparos de la nave.

—¿Qué está pasando? ¿Nave? ¿Qué ocurre?

Pero ella ya lo sabía: era Jacen, saliendo de su estado de represión permanente en la Fuerza y permitiéndose una emoción intensa y abrumadora por primera vez en mucho tiempo. La imagen que la nave lanzó a la mente de Lumiya era la de beber de un sorbo un vaso de agua helada después de semanas de ardiente desierto. La sensación era lo bastante intensa para llevar a Lumiya hasta el punto de jadear.

Él tiene amor, dijo la nave. Él tiene amores allí.

Así que Jacen Solo tenía una amante.

Niño estúpido.

Podría haber tenido cualquier número de amantes… después de que consiguiera el poder absoluto.

La pasión estaba bien, el apego podía aumentar la fortaleza, pero correr por la galaxia para una cita secreta de amantes daba la sensación de la rendición total de un adolescente a una crisis hormonal.

Jacen, tienes treinta y un años o treinta y dos, y un hombre adulto no tiene que escabullirse a años luz de distancia para tener un pequeño romance, ni siquiera un hombre en tu posición.

A menos que…

Lumiya ahora podía pensar como Jacen, incluso si el lado humano más vulnerable de él podía cogerle con el pie cambiado.

Hapes. Esto era Hapes. Y estaba relacionado con algo que él había mantenido en secreto incluso para ella.

Entonces su amante era parte de la Corte Real, el epicentro de la paranoia cuando se refería a alianzas de alguna clase, porque la indiscreción a menudo significaba una hoja entre las costillas o un poco de veneno en el vino. Eso explicaría lo de correr en secreto por el hiperespacio a intervalos esporádicos.

Y la Reina Madre Tenel Ka era una Jedi de quien Jacen había sido amigo íntimo durante años. Era una conjetura, pero Jacen no sería el consorte de una sirvienta de palacio. Él era consciente de su elevada situación en la vida. Se sentiría atraído por una reina Jedi.

Lumiya se arriesgó a buscarle más de cerca en la Fuerza para intentar conseguir una impresión de dónde estaba él exactamente. La esfera dijo que él estaba en el propio palacio y aunque la alta oleada de emoción que había estallado había disminuido, todavía era lo bastante poderosa para concentrarse.

Ella desconectó todo lo demás, incluso su constante obsesión, el destino de Jacen, y simplemente abrió su mente a las impresiones más simples. La presencia en la Fuerza de él podía ser lo bastante fuerte como para ahogar a las de todo el mundo a su alrededor.

Ahora que él pensaba que no le veían ni le detectaban, su presencia era tan ensordecedora como un disparo.

Lumiya ni siquiera podía sentir a la nave a su alrededor.

La sensación que la envolvía ahora no era un sabor o una visión o un sonido, sino… tacto.

Había algo suave, sedoso y peludo en sus manos, en las manos de Jacen, y gritaba cuando él cerraba sus dedos. Aquello no significaba nada para él y entonces… entonces ella lo comprendió.

—Nave, dijiste amores.

Dos, dijo la nave. Sí, dos.

La nave podía detectar a usuarios de la Fuerza y sentía que había dos más en Hapes, dos más cuyo vínculo con Jacen Solo tenía que mantenerse en secreto a toda costa y que tendrían a un emocionalmente abrumado Jacen agarrando algo suave y cubierto de pelo sedoso…

Un juguete. Un juguete sedoso. Jacen había vuelto al apartamento con un simple paquete sujeto con fuerza bajo su brazo y se había ido con él. Había comprado un juguete blandito para un niño al que quería con todo su ser.

Lumiya abandonó de golpe la conexión y se las arregló para detener de golpe el aporrear con los puños la sobria cubierta roja de la esfera en completa frustración. La nave podría habérselo tomado de manera equivocada.

Oh, Jacen, tuviste un hijo con Tenel Ka.

Lumiya entendía ahora el miedo y la desesperación de él. Ella pensó en toda la conversación que había tenido con él sobre inmortalizar su amor y de repente se dio cuenta de a quién tenía él en mente cuando parecía tan completamente torturado y desesperado mientras ella le explicaba que tenía que destruir lo que más amaba.

Eso lo explicaba todo. Lumiya nunca pensó que volvería a sentir suficiente pena por alguien como para llorar, pero descubrió que su visión estaba empañada por lágrimas que amenazaban por rodar por sus mejillas.

Ella se preparó para una larga espera en un estado de silencio mental, sin querer ni siquiera ocuparse con ponerse a conocer esta nave extraordinaria. Necesitaría estar allí para Jacen después de esto. Parecía insultantemente banal matar el tiempo cuando él estaba a punto de hacer un sacrificio que casi ningún ser mundano, o Jedi, comprendería o perdonaría.

Sí, era realmente un precio muy alto.