1
Esta historia que voy a contar a continuación está basada en la vida real, vivida todo en mi propio ser, sin añadir cosas fantásticas ni ilusiones, por lo cual a mis treinta y dos años de edad me siento casi obligado a contar los pormenores de mi vida.
Quiero dar a entender que no soy un asesino ni nada parecido, voy a contar lo equivocada que está la Sociedad y al mismo tiempo la Justicia, llevándonos a una vida sin sentido ni comprensión ni entendimiento por nadie.
Estamos en una Sociedad de ignorancia, falsedad, envidias, críticas, venganzas, odios, rencores, amenazas de muerte, etc.
No saben qué significa la palabra Libertad y destrucción al mismo tiempo. Sólo se dan cuenta cuando se la quitan y luego se lamentan después de haber criticado y hundido a los demás, que podía haber sido su amigo más íntimo conocido, etc. sólo sabemos criticar al vecino por sus fallos por muy pequeños que sean sin mirar los nuestros. Nos interesamos más por la vida del vecino que por la nuestra, sin saber comprender el fallo de cada uno.
Lo único que saben es: muerte al asesino, a la cárcel con el que roba. Tomándose venganzas al instante sin pararse a pensar por qué esto o aquello.
No se dan cuenta que muchos de los que critican a los demás pasan por ese mismo camino y luego piden perdón por ser un ignorante de que todo ser humano cometemos nuestro primer fallo. Antes de destruir a una persona, un compañero nuestro, un hermano, o un amigo, lo que hay que hacer es ayudarle moralmente. Psicológicamente para que no vuelva a repetir lo mismo o algo similar. Dándonos una oportunidad en nuestra vida para no ser destruidos y hundidos para la marginación. Porque una vez destruidos es tarde para llegar a comprender cómo cayó esa persona por segunda, tercera vez, etc.
¿Qué libertad pide la Sociedad sin saber lo que es? ¿Por qué el hecho de presumir unos más que otros, de querer ser unos más que otros? Si al fin y al cabo somos todos iguales cualesquiera la raza que sea, todos somos seres humanos y todos vamos a parar al mismo sitio que es la muerte.
Por eso cuando nos damos cuenta de lo que son las cosas ya es demasiado tarde para comprender. Me pregunto: ¿Qué es lo que se adelanta el criticamos y hundirnos unos a otros? En vez de ayudarnos, llegar a comprender los fallos que se nos cruzan en nuestras mentes por duros que sean.
Ayudemos a la persona para que no vuelva a pecar en lo mismo, y no cerrarlo en su propia carne, en su propia persona, en su Mundo entre rejas como un animal criticándole y amenazándole. Ayudémosle para que esa persona no llegue a su autodestrucción, para que no llegue a convertirse en algo que no quiso ser ni hacer y no retirarlo de la vida para la marginación y el desprecio total.
Por eso mismo narro mi vida, grabado todo en mi propia persona, como experiencia que he pasado con sólo treinta y dos años de edad.
Yo era un chico tranquilo, tímido, de pocas palabras, trabajador, honrado, me gustaba la soledad, compartir con los demás las cosas, muy hogareño, sentimental y romántico.
Mi vida era del trabajo a casa y viceversa, no me preocupaba de otra cosa, nada más que del trabajo. La verdad no se me pasaba otra cosa por la imaginación. Fui una persona con muchos sentimientos, por nada lloraba, admirador de las cosas de la vida y sin tenerme más o mejor que otro, nunca le di importancia a esas cosas. Nunca me gustó que me dieran las cosas hechas, sino ganarlas con mi propio sudor y ganarme la vida honradamente como todo ser humano sin perjudicar a nadie.
Doy paso a mi versión, para que unos lleguen a comprenderlo y otros no porque no quieren acatar la realidad de la vida y todos sus problemas.
Me llamo José Fernando Ruiz Muñoz, de treinta y dos años de edad, en la actualidad Separado, con un hijo de doce años de edad, de profesión Albañil y Fontanero, natural de la ciudad de Santander. Cantabria. Nací el día tres de diciembre de 1957.