(I). 1983: Pulgas y pirámides
El año, 1983. No controles, de Olé Olé, lo partía en los albores de la movida madrileña. Millones de personas abarrotaban salas y salas de cine, con su consiguiente legión de palomitas y bebidas burbujeantes, para presenciar el fin del Imperio galáctico en El Retorno del Jedi. La selección española de fútbol se recuperaba del fracaso (uno más) del Mundial 82. España comenzaba a sacudirse de encima el recuerdo de la dictadura con el PSOE en el gobierno y con un madrileño, de apellido Garci, que se había ganado el respeto de Hollywood con Volver a Empezar. En este caldo de cultivo, algo se movía en tres lugares diferentes de la geografía española.
Antes de entrar en materia es necesario sacar a relucir un nombre que ayude a contextualizar el presente tecnológico de la época: ZX81[1]. Dos letras, y dos números, que hoy en día se han perdido en el olvido, pero que a principios de la década de los ochenta fueron una revolución para el videojuego. La revolución de la informática de consumo estaba en marcha y los microordenadores comenzaban a ser una realidad. De las computadoras gigantes que ocupaban habitaciones enteras se había pasado a máquinas manejables[2] que podían coexistir con el resto del mobiliario de los salones. Se había pasado de la ciencia-ficción distópica a la informática amable que amenazaba con caber en la palma de una mano.
En este contexto apareció un inglés, de nombre Sir Clive Sinclair, que se empeñó en introducir la informática personal dentro de todos los hogares del mundo desarrollado. Sinclair, un inventor a la antigua usanza, hombre delgado de recortada barba y gafas del tamaño de un velódromo, tenía una obsesión entre ceja y ceja: abaratar costes y poner ordenadores al alcance de las clases medias. El resultado: a lo largo de tres años consecutivos Sinclair lanzó el ZX80[3] (1980), el ZX81 (1981) y el ZX Spectrum[4] (1982). Sobra decir que cada lanzamiento superó en éxito a su antecesor siendo el ZX Spectrum el verdadero bombazo que popularizó los microordenadores en la sociedad y su vertiente lúdica: el videojuego.
Pero no adelantemos acontecimientos. Si bien, como veremos más adelante, algunos de los protagonistas de esta historia flirtearon con el ZX80, fue su sucesor, el ZX81, la piedra angular sobre la que se cimentaron sus primeros trabajos. Los primeros programadores del momento tenían entre manos una máquina con la que podían escribir sus propios títulos y jugar, al mismo tiempo, a creaciones de terceros. Un escenario idílico hasta que se toparon con la primera piedra del camino: la oferta de videojuegos era casi nula.
Todos ellos contaban con una gran ventaja. Como he dicho, tanto los ordenadores de Sinclair como otros micros permitían programar desde el terminal que se utilizaba para jugar de la misma manera que el cinematógrafo de los hermanos Lumière permitía grabar y reproducir imágenes en movimiento desde el mismo aparato. Gracias a esta característica, a las circunstancias personales de cada uno y al empeño que pusieron para conseguir información en una era en la que Internet era una noción más propia de la ciencia ficción que de la realidad cotidiana, todos llegaron al mismo destino: crear sus propios juegos.
Así, a lo largo de 1983, se produjeron una serie de explosiones de talento que iban a desembocar en la aparición de los dos primeros títulos del software español y que crearon el caldo de cultivo ideal para que todo aquel con ganas, cierto talento y un microordenador entre manos se lanzara a la programación.
Porque no debemos olvidar que, aunque de manera escasa, España ya había aportado su granito de arena en la cultura del entretenimiento global. Toca remontarse a los años de la Guerra Civil[5], cuando Alexandre de Fisterra patentara el futbolín de dos piernas —diferente al modelo europeo, en el que los jugadores tienen las piernas unidas—, dando lugar a todo un clásico de las horas muertas de los universitarios españoles. Unas horas muertas que a partir de ese año también se iban a pasar en casa gracias, en cierta medida, a la Edad de Oro del software español que estaba a punto de comenzar.