Reconciliación tardía
—Soy una esfinge.
—Ja ja.
—Bueno, parezco una esfinge, y además soy malísima.
—Yo soy el hermanito de alguien que usted no conoce, y es mentira que me llame Guillermo.
—?
—Vengo porque en la otra cuadra dicen que usted no parece una esfinge, y que se pone furiosa cuando alguien se lo dice.
—?
—Y otra cosa: ¿Cuál es el animal que por la mañana anda a cuatro patas, a mediodía en dos y al anochecer en tres?
—Bueno, yo solamente ando en una y eso es un buen argumento para negarme a responder a preguntas tan llenas de patas.
—Usted es simpática. Le voy a decir la verdad: me llamo Guillermo. —Yo soy una esfinge.
—Es increíble cómo nos entendemos, ¿verdad, esfinge?
—Hm.
—No seas mala, vamos a jugar.
—Bueno, pero no me hagas más preguntas, no estoy acostumbrada.