Músculo
financiero mínimo
Me gusta hablar del concepto del músculo financiero. Es bastante intuitivo. A más músculo, más fuerza, más poder y más cosas que puedes hacer.
Pongamos el paralelismo de alguien que va al gimnasio. Cuanto más músculo tiene, más peso puede levantar. ¡Pero ojo! Lo que no hará esa persona es llegar el primer día y poner todo el peso posible en la barra o la máquina. ¡Se va a hacer daño! O suponiendo que tenga ya cierta preparación, no pondrá un exceso de peso que sólo le permita hacer una única repetición y tener que parar, agotado.
Otra cosa que no hará será cargar la máquina con un peso por encima de sus posibilidades. No sólo no conseguirá hacer ni una repetición, sino que muy probablemente se hará daño y acabará lesionado.
¿Qué es lo que hará? Simplemente colocar un peso óptimo para poder hacer varias repeticiones correctamente. Tiene sentido, ¿verdad?
Pues con el capital disponible pasa lo mismo. He visto en múltiples ocasiones negocios «ahogados» precisamente por intentar levantar demasiado peso.
Un caso muy cercano fue el de una churrería que se instaló en mi calle. Alquilaron un local muy grande, que antes había sido una tienda de muebles, y lo reformaron de punta a punta. Tramitaron los permisos pertinentes para la salida de humos, compraron la mejor maquinaria para el obrador, eligieron los mejores muebles y mesas, una decoración exquisita… En fin, no repararon en gastos. El producto, extraordinario. Muy rico. Y el personal súper agradable. En poco tiempo se ganaron una buena reputación, la gente empezaba a ir y se veía siempre un buen ambiente. Nunca estaba vacío.
Cerraron en seis meses.
¿Por qué? ¡Si tenía todas las cartas a favor! ¡Si lo hizo todo muy bien y empezaba a tener clientela! ¿Qué error cometió? El local era bueno, las reformas también, el producto y el servicio estupendos. ¿Qué falló?
Intentaron levantar demasiado peso.
Con los días tuve la oportunidad de hablar con el propietario. Me contó que para montar el negocio hipotecó su piso y se gastó hasta el último céntimo (y más) en montar el negocio. Craso error.
Craso error por muchos motivos. Para empezar, porque no se puede invertir TODO lo disponible en un negocio. Porque SIEMPRE habrá imprevistos: una partida que suele estar muy infravalorada y en ocasiones ni se contempla. ¡No se puede hacer un presupuesto sin ella! Siempre hay algo. En ocasiones cosas que han surgido y, en ocasiones, cosas que has olvidado. Nadie nace enseñado.
Pero por otro lado, a ese hombre se le olvidó pensar en el «aguante» que es necesario cuanto montas un negocio. A más más estructura, más difícil será empezar a moverlo y más tiempo necesitará.
Pensemos en una locomotora versus un scooter. Sí, seguramente la locomotora podrá llegar más lejos y más rápido. Pero ponerla a velocidad de crucero requiere mucho más tiempo, esfuerzo y dinero que el scooter, que sólo con un poco de gas sale disparado.
No era sólo la inversión inicial, sino también el mantenimiento. Esa cafetería tenía 25 mesas. Eso le obligaba a tener como mínimo dos personas contratadas sirviendo a los clientes. Entre esos sueldos, el alquiler y la hipoteca, estaba obligado a tener una rotación de clientes altísima, ya que el margen de cada cliente era bajo y, en ocasiones, se pasaban «media tarde» con un café con leche.
En resumen: no tenía suficiente músculo financiero para llevar ese negocio. Debería haber empezado con algo más pequeño. Eso le hubiera supuesto un alquiler más bajo. Evidentemente menos mesas, quizás cinco o seis, pero las hubiera podido servir él mismo, ahorrándose también dos sueldos. O incluso podría haber buscado un local ya con salida de humos y permisos, para ahorrarse también ese gasto.
No estoy diciendo que su planteamiento fuera malo. Era bueno. Pero para una persona con el triple de capital disponible.
En la mayoría de ocasiones infravaloramos el dinero que vamos a necesitar. Y eso ES NORMAL porque no nacemos sabiendo. Es como lo que decía del tiro con arco: va a ser muy difícil que le des a la primera. Mucho.
Así pues, cuando estemos considerando la creación de un negocio, deberíamos plantearnos algo muy por debajo de nuestras posibilidades. Si disponemos de 100.000€, es más recomendable pensar en un negocio de 50.000€ que en uno que requiera todo nuestro capital. Estaremos mucho más cómodos trabajando, tendremos margen de maniobra y de tesorería, podremos hacer frente a imprevistos y emergencias y, sobretodo, dormiremos mejor por las noches.
Este error lo veo muchísimo en emprendedores en busca de franquicias. Suelen buscar y filtrar franquicias con los cánones de entrada que se ajustan al 100% de su capital disponible, cuando en realidad deberían buscar algo que exija mucho menos, para poder trabajar a gusto, sin estar sufriendo cada mes.
¡Ojo! Ya tendremos tiempo de crecer, no digo que no. Cuando llenemos esa cafetería cada día a todas horas, cuando estemos recuperando la inversión, cuando estemos generando beneficios, cuando veamos que la única opción es crecer y podamos pagar ese crecimiento, ya buscaremos otro local para trasladar el negocio. ¡O incluso abriremos otro, creando una cadena con la experiencia adquirida! Pero empecemos pequeño. Empecemos lean. Y poco a poco, vayamos creciendo y aprendiendo. Porque por mucho que estudiemos, hasta que no saltemos al terreno de juego tendremos ni idea de lo que nos espera.
Así pues, cuando valoremos empezar cualquier negocio, no nos equivoquemos. Nuestro capital no es lo que podemos gastar. Nuestro capital es lo que no deberíamos permitir que se gaste del todo.