Notas

[1] Y hasta su muerte. <<

[2] Tal desavenencia fue una de las principales razones por las que en anteriores convocatorias alternaron sus ausencias, tanto para aducir luego su ignorancia del plan que los de Madrid deseaban poner sobre la mesa, cuanto para mediante reuniones semiclan destinas a espaldas de ellos elaborar a uña de caballo unas propuestas que sirvieran para aglomerar su propia unanimidad y dar oportuna réplica a las proposiciones madrileñas. Cuando creyeron haberlas desarrollado —en la madrugada del domingo 6 de febrero, en casa de Mazón, entre éste, Julián Fernández, como portavoz de Constantino, Enrique Ruán y Estanis— decidieron su asistencia en pleno a la reunión del martes para verse a la postre engañados por una falsa confianza que pronto se había de volver contra ellos. <<

[3] Fue una conducta bastante extendida entre ambos beligerantes que, desde sus más altas esferas, suministraron abundantes indicios de que no habría amnistía para aquel vencido que no hubiera colaborado con el vencedor. <<

[4] Sin embargo se llegó a dar una explicación bastante consistente de su desaparición; se dijo que durante la espera preparó con esmero la función y la escenografía más idóneas —las oraciones, la mesa como altar, el archivero como tabernáculo, la silla como obstáculo— para atraer de inmediato la atención de los entrantes y cuando en su precipitación formaron de espaldas un corro salió de detrás de la puerta y, con unos toques a su cara, un afeitado y unos remiendos a su uniforme, se sumó a ellos (pues, ¿quién repara entre un grupo de hombres uniformados en que sólo están los que deben estar?, ¿quién cuenta?, ¿quién observa a su vecino?) para salir luego corriendo al pasillo presa de la misma turbación que se apoderó de todos. <<

[5] El mismo muchacho del marlo, un poco más hecho y con una camisa azul, fue uno de los primeros en entrar en Región con las tropas de Gamallo, encaramado a la ca bina de un camión, con el brazo en alto y dando vivas. <<

[6] Fue uno de tantos crímenes que nunca había de quedar esclarecido. Tras los sucesos de Borques y la desaparición de Anastasio Agulló sería imputado a su cuadrilla, sin ninguna clase de prueba, y muy posiblemente para cancelar cualquier investigación. <<

[7] Si así pensaba, bien equivocado estaba. <<

[8] Al término de la cual las tropas de Gamallo le encontraron en su despacho del colegio poniendo en orden los papeles que no había quemado. Sólo una enérgica intervención de uno de los propietarios de La Forestal le libró del paredón para arrojarlo a una celda de la cárcel de Macerta, donde falleció en 1946. <<

[9] Son numerosos los testimonios que avalan la veracidad de la historia; al parecer cuando el buen párroco, apocado y tímido, pronunció la indecible blasfemia recibió una inmediata descarga y un tiro de gracia del propio Agulló, orgulloso de despacharlo hacia el infierno de manera tan expedita. <<

[10] A la semana de terminar la guerra en Región, Tertuliano Herencia fue detenido y conducido a Valladolid donde fue juzgado por apoyo a la sedición. En el juicio se aireó su conducta como dirigente republicano y le cayeron dos penas de muerte que le fueron conmutadas por veinte años de prisión. De Valladolid fue trasladado a Cuéllar en cuyo castillo, convertido en prisión, cumplió su condena hasta el año 1947 en que por motivos de salud y gracias a su buena conducta y a ciertas influencias, le fue concedida la libertad vigilada, con prohibición expresa de volver a Región y con obligación de presentarse cada viernes en el cuartel de la Guardia Civil de Macerta, lugar que escogió como punto de residencia. Al fin, en 1953, volvió a Región con la salud acabada y donde murió en 1955.

En el juicio de Valladolid tuvo que oír que la principal acusación se basaba en el testimonio de Serafín Yarza, industrial y adicto a la Causa Nacional, que para despejar cualquier sospecha sobre su comportamiento en la zona republicana adujo su estancia en la cheka de La Forestal, dirigida según él por Agulló a las órdenes de Herencia pues —arguyó— solamente un hombre de la máxima influencia y autoridad pudo salvar la vida —a cambio de numerosas e irregulares exacciones— a quien tan sañudamente había sido perseguido por los enemigos de España. <<

[11] Alguno, con mala sombra, vendría a decir que fue el penúltimo intento de don Tertuliano para deshacerse de su criado a quien no podía sufrir. <<

[12] Tan sólo a principios del otoño volvió a su casa, requerido por su padre, Emilio Beltrán de Rodas, que en los primeros años de la República era tan sólo un adolescente.

Su hermano, siete u ocho años mayor que él, amigo de la infancia de Eugenio Mazón, se había convertido en un cabecilla de la juventud tradicionalista, en tanto que Emilio hizo una brillante carrera en el Ejército de la República. <<

[13] La fotografía fue uno de tantos documentos que no pudo quemar Juan de Tomé al final de la guerra. Pero emergió del olvido para aparecer en manos del oficial auditor, en el Tribunal de Valladolid, quien lejos de aceptarla como una prueba de la oposición de Herencia a la gente de La Forestal la exhibió como testimonio irrefutable de su criminal actividad. <<

[14] A unos veinte kilómetros de Región abandonaron los coches y se echaron al monte para cruzar las líneas, con la pretensión de presentarse a las autoridades nacionales como ex-reclusos de La Forestal, adictos a su causa, que hubieran aprovechado la con fusión reinante para darse a la fuga. Uno de los desertores se llevó consigo en un hatillo, y entre otras cosas, una camisa azul que había pertenecido a un joven falangista que murió con ella, fusilado en los aciagos días de septiembre, y de la que fue despojado su cadáver, quién sabe si en previsión de su utilización para un caso más de transmutación. Se dijo que el hombre que la llevaba no era ni mucho menos un secuaz de Agulló, sino un pariente del fusilado que, tras recuperar su camisa, se había infiltrado entre la gente de La Forestal para cobrarse un día venganza en el mismo Agulló, ignorante de la existencia de aquella prenda cuando se echó al monte. Se dijo que cuando se hallaban próximos a los puestos nacionales surgió una discordia entre ellos y al ser descubierta la camisa Barroso o Agulló se apropió de ella para presentarse de esa guisa al jefe enemigo; pero, también según otra versión, es posible que se le cediera voluntariamente en su calidad de jefe para que hiciera el mejor uso de aquel singular salvoconducto. Como quiera que fuera, el artificio surtió el efecto deseado hasta que en la conducción a Macerta, en un momento propicio aquel ambiguo personaje vertió unas palabras al oído del jefe de la expedición que ordenó el inmediato cacheo de Agulló. En el bolsillo izquierdo de la camisa azul encontraron un documento plegado, arrugado y mugriento que iba a sellar aquella historia: el viejo carnet de Falange Española del joven fusilado en La Forestal. Una semana después Agulló, Barroso y tres de sus secuaces eran a su vez fusilados en el patio del cuartel de Ingenieros de Macerta. <<

[15] Posteriormente el cuarteto formado por Ruán, el camarada-señor Pou, Baldur y Cuarto Banderas constituiría el núcleo ejecutivo y directivo del llamado Batallón Dominó que incorporado a la Brigada CCIII bajo el mando de Eugenio Mazón, tomaría parte activa y decisiva en todas las campañas ulteriores. Fue una unidad que pese a su composición —más heteróclita e indisciplinada que cualquiera de las otras del Ejército de Región— demostró no sólo una incomprensible e innata aptitud para el combate, un denuedo que en numerosas ocasiones le condujo a tener que cubrir la retirada de otras formaciones y, viéndose cercada por el enemigo, a verse obligada a abrirse paso incluso con la lucha cuerpo a cuerpo para alcanzar las propias filas en un momento en que exhaustas las fuerzas de la República y sentenciado el fin de la guerra en un plazo de días o de semanas, una rendición honorable y voluntaria tan sólo le ahorraría unos pocos disparos y en contraste le podría haber deparado un cautiverio más llevadero e indulgente, sino también una astucia siempre alerta y un sentido del aprovechamiento de los beneficios tácticos nada común. El núcleo de aquella unidad se formó en aquellos días en la Casa del Perdón y en los sucesivos combates por la posesión del Puente de Doña Cautiva que se desarrollaron después. El romance recitado por Baldur, con numerosas variantes adecuadas a circunstancias específicas y con una tonadilla marchosa, se había de convertir en el himno del Batallón que tanto en la lucha como en la tregua, para alzar las copas o para saltar de las trincheras, en la mañana, en la tarde y en la noche, sería cantado en cualquier ocasión. En particular los dos primeros versos pasarían a ser una suerte de grito de guerra; en toda reunión, en la ciudad o en el campo, bastaba que uno gritara:

Grandes fiestas se poblican,

para que todo un coro le replicara:

En Francia la naturale,

Y aun cuando se cambiara «fiesta» o «Francia», el signo del reconocimiento sería el mismo.

Muchos años después, y después del cautiverio, en cualquier atiborrado y humeante cafetucho de la provincia, un solitario parroquiano tras ocupar un sitio en un extremo del mostrador, echar unos tragos entre vistazos a la concurrencia y sacudirse el frío, levantaría su copa para gritar a todo lo que diera su voz: «¡Grandes fiestas se poblican!» y, amparado en la inocencia de la consigna, buscar la réplica y el reconocimiento que en la mayoría de las ocasiones no se produciría. Tan sólo provocaría el silencio instantáneo del cafetucho, la suspensión de las charlas y las partidas de juego, la inmovilización del camarero y la convergencia de todas las miradas sobre el extraño. [Una reacción muy semejante a la que provoca la ingenua pregunta del viajero inglés al inquirir al mesonero carpático sobre el camino que conduce al castillo del conde Drácula]. <<

[16] Alberto Pou Sintes, agricultor y ganadero, cayó en uno de los últimos encuentros de la lucha en torno a Feltre. Casi simultáneamente una granada le segó una pierna y una bala se alojó cerca de su columna vertebral, dejándole poco menos que inmóvil. Medio cubierto con una manta y detenida la hemorragia con un tosco torniquete obligó a los suyos a que le dejaran bajo un roble donde él mismo se dio muerte con una pequeña navaja de bolsillo. A causa de su obesidad tuvo que hacer numerosos intentos. Lo encontraron con la navaja clavada en el corazón, hundida hasta el mango, rodeada de no menos de ocho incisiones anteriores. <<

[17] De manera sorprendente y a causa de la escasez de sus efectivos ya en aquella ocasión improvisaron un tipo napoleónico de defensa puntal de la línea del río en el que, posteriormente, Mazón insistiría una y otra vez. <<

[18] Llamado Ausencio Maroto, hijo y nieto de Ausencio Maroto, padre de Ausencio Maroto de quien el autor obtuvo valiosas informaciones. <<

[19] Es posible que fuera la tercera o cuarta, a juzgar por uno de sus párrafos. En tal caso las escritas entre ésta y la primera no debieron llegar a su destino donde celosamente fueron conservadas y guardadas bajo llave y secreto. <<

[20] Con un rápido trazo el autor, siempre con una escritura pulcra y muy p ocas enmiendas, tachó la palabra «gozáis» y la sustituyó por «gozan». <<

[21] Más exagerado aún era el caso de Beltrán de Rodas, cuyo hermano —una destacada figura del carlismo juvenil— se sabía que andaba escondido en cualquier cuartucho de las afueras —al cuidado de la hermana del cuñado de la sobrina de una antigua nodriza, o cosa parecida— y cuya casa se había convertido, desde el verano del 36, en el refugio de toda una generación de señores de casino, si no ardientes al menos locuaces defensores de los ideales patrios. <<

[22] ¿De qué sirven los visillos sino para ser descorridos? <<

[23] Tan sólo años después, en la posguerra, aparecería por aquellas tierras un individuo poco comunicativo y bastante enigmático, que ostentaba el mismo apellido en segundo lugar. A pesar de ser hombre culto y probablemente licenciado, hizo toda clase de trabajos manuales empleado como peón en diversas fincas de la ribera media del río, para terminar sus días en Mantua. <<

[24] Único documento que encontraron en su cuerpo sin vida, cuando fue descubierto su cadáver en enero de 1939. <<

[25] Sólo una explicación se dio al nuevo y persistente error: el señor Ponce, tras escribir correctamente marzo en el original y la primera copia, enviada a Madrid por el Comité, escribió mayo en la segunda destinada a Lamuedra, quien tras comprobar la corrección de las dos primeras no se molestó en leer su propia copia. <<

[26] De la biografía de un general americano había entresacado Mazón un método de marcha desconocido en los manuales españoles. Un principio de obligado cumplimiento consistía en andar cincuenta minutos de cada hora y descansar diez, fuera donde fuera. Renunciaba así a la posibilidad de hacer largas marchas a cambio de una diabólica fugacidad que le permitía situarse cada día a veinte kilómetros de don de le suponía el adversario. En un bolsillo de su guerrera llevaba Mazón un croquis a hecho por él mismo, de la campaña de Jackson en Shenandoah que le había d toda la operación del Lerna. <<

[27] Desapareció sin dejar rastro en vísperas de la marcha hacia Santa Quiteria. Con la mayor desgana se había trasladado a Sepulcro Beltrán y, tras no comparecer un día en el Estado Mayor, nunca más se volvió a saber de él. <<

[28] En la retirada hacia El Tendre, fue el protagonista de uno de los actos de mayor coraje de toda la campaña. Permaneció junto a tres camaradas heridos que recogió y atendió en una cabaña de pastores que defendió él solo durante dos días y una noche, hasta ser abatido de un tiro por la espalda. <<

[29] Un hombre que la mayor parte de su tiempo vestía el mono no sintió la menor necesidad de vestirlo durante la revolución de julio del 36 y las semanas que siguieron.

Incluso no ocultó el desprecio que le merecían los que lo vistieron por primera vez en aquellas fechas y, por culpa de un marlo, tuvo una pelea y sufrió una agresión que le causó una herida en los dramáticos días del pillaje y la insurrección. Nunca habló de sus ideas, pero cualesquiera que fueran tal vez el hombre de Región que más trabajó durante toda la guerra, tanto en el foso como ante el torno, con las manos siempre ocupadas con la llave grifa o la autógena que a altas horas de la madrugada en un pueblo desierto era el único punto de luz del barrio del puente de Aragón donde tenía su pequeño taller. Pero en algunas circunstancias —muy escasas— no dejó de endomingarse, como antes de la guerra, con su terno de espiguilla y su corbata azul con rayas blancas. Una de esas circunstancias era toda excursión en el Lagonda en compañía de Mazón; desde que le encargara su reparación empezó a considerarlo, si no como cosa propia, al menos como cosa que involucraba su amor propio. Un año antes aquella encomienda habría sido imposible y a punto estuvo Mazón de suspender el encargo, tras el viaje con Kerrera y Pou, por temor a levantar suspicacias y malentendidos. Por eso no cejaba Mazón en su empeño de quedar amparado por un documento escrito. Fue Recio quien se empeñó en que Mazón hiciera la campaña con aquel vehículo —desplazado más tarde por un Lancia— de cuyo fin no quiso ser testigo. Tal vez llegó a atribuirle un valor más que simbólico, y vio en su torturada y efímera vida mecánica una paráfrasis de muchas otras cosas. Tres días antes de que concluyera la guerra en Región, durante aquel singular paréntesis sin un movimiento que precedió a la entrada del enemigo, muertos, perdidos o desaparecidos todos los hombres para los que había trabajado sin un desmayo durante dos años, echó el cierre de su taller y se encerró en la segunda planta para dormir por espacio de una semana. Le despertaron unos golpes, violentos y perentorios en la puerta metálica del taller. En la plaza un Nash modelo 1933 con el capó abierto se hallaba rodeado de arrogantes y eufóricos oficiales tocados con boinas rojas, pistola al cinto y el cuello de camisa azul oscuro que asomaba por encima de la guerrera kaki. De un tirón subió la persiana metálica e hizo un gesto para que introdujeran el vehículo en el taller, sobre el foso. <<

[30] Es decir, los juicios elaborados durante la niñez, según Dumarsais. <<

[31] Murió en combate en Feltre, el 17 de abril, en circunstancias nunca aclaradas. Omnium consensu capax imperii nisi imperasset (IL. I. Historiarum, P. CORNELII TACITI). <<

[32] Prisionero en Muchavilla; juzgado por sedición militar, condenado a la máxima pena y fusilado. <<

[33] Caído en los combates de Muchavilla. <<

[34] Prisionero, condenado a la máxima pena y fusilado. <<

[35] Caído en Feltre, el 4 de mayo de 1938. <<

[36] Desaparecido. <<

[37] Priosionero en Macerta, condenado a la máxima pena y muerto en prisión en 1941. <<

[38] Caído en el frente de Macerta, el 25 de Abríl de 1938. <<

[39] Caído en el arrabal de Abajo, el 25 de Abril de 1938. <<

[40] Prisionero en Zafra, condenado a la máxima pena y fusilado. <<

[41] Caído en la acción de La Glez. <<

[42] Caído en la acción de El Balsador. <<

[43] Introducido posteriormente «siento», tras una tachadura. <<

[44] Tanto en el precedente como en sus sucesivos consecuentes hubieron de intervenir elementos comunes que sin duda se vieron las caras en diferentes escenarios. Entre las fuerzas de Bergonzoli —barba elettrica— que dejaron la segunda piel de sus pies entre Mersa Matruh y Bardia, en diciembre de 1940, corriendo delante de las avanzadas de O’Connor, figuraba aquella 2.ª División de Camisas Negras que ya había dejado la primera en Brihuega. Al menos el teniente Thaone, de la mencionada división, y el conductor de carros Derek Alwyn, del 11.º de Húsares, se habían encontrado ya en la llanada de El Balsador. Posteriormente, en junio de 1942, en los momentos más críticos de la campaña de Cirenaica, en el box de Bir Hakeim vuelven a toparse, de un lado, los motorizados de la División Ariete que forman el flanco norte del ataque de Rommel y muchos de cuyos hombres lucen en el antebrazo la flecha verde del veterano voluntario en España; de otro, la 1.ª Brigada de la France combattante, al mando de Koenig, incluye entre sus fuerzas la 13.ª Subbrigada de la Legión Extranjera que, al mando de Dmitri Amilakvari, un bravo georgiano que había luchado en el ejército blanco, está formada casi exclusivamente por españoles que han terminado allí, tras la derrota de la República, siguiendo los más inesperados caminos: unos pocos atravesaron todo el norte de África, desde el Oranesado hasta los ergs del desierto libio; otros, supervivientes de la campaña de Francia, combatieron en Noruega y Siria para terminar en Bir Hakeim, la mayoría como servidores de las piezas antitanque de 25. Al menos había entre ellos dos regionatos: el sargento Montezuma, verdadero especialista del tiro rasante, y el legionario Atila —no Calvero—, todo un maestro de la botella de gasolina. <<

[45] M. P. MASSUET: Histoire de la guerre presente et des negotiations pour la paix avec la vie du prince Eugène de Savoye. Amsterdam, 1737. <<

[46] Identificado como Enzo Bertone, del 12.° Regimiento de Infantería de Brescia, antes de su incorporación a la División Littorio del CTV, fusilado en Herencia el 14 de abril de 1938. <<

[47] KENNETH MACKSEY: The classic victory. <<

[48] Sin el menor parecido con los nobles six hundred; nadie años más tarde tomará la pluma para recordar esa half a league onward, acaso porque en contraste con sus precursores teniendo una reason why se desvaneció para siempre con un resoplido y un chaparrón que alejaron la historia de aquel lugar. <<

[49] Se dice que solamente medio centenar llegó a ver el final de la guerra. También se afirma que en la marcha de Herencia a Región —un suceso que dio lugar a una investigación especial—, a lo largo de diez días, sin apenas alimentación, quedaron en el camino más de cien y otros tantos se perdieron para siempre en el monte. <<

[50] Un raro documento que guardado entre sus parejos —y nunca expuesto a los rayos del sol— perdió la mayoría de sus caracteres tal vez a causa de la mala calidad de la tinta utilizada, y del que sólo cabrá descifrar unas pocas palabras en el encabezamiento yen la despedida. <<

[51] Ni siquiera en un baile conmemorativo años después, en un local de alquiler, al otro lado del océano. <<

[52] Ni siquiera en un baile conmemorativo años después, en un local de alquiler, al otro lado del océano. <<

[53] Párrafo escrito, con toda probabilidad, con la vista puesta en la posible captura del mensaje por el enemigo. <<

[54] Sic, en el original. <<

[55] El instrumento mecánico salido de la inmovilidad y arrastrado al movimiento por un concurso de potenciales ninguno de los cuales por sí mismo pasará a la acción solamente parece satisfecho cuando está averiado. La materia inerte considera que el trabajo no le concierne. <<

[56] Tanta torpedo inuaserat animum ut, si principem cum fuisse ceteri non meminissent, ipse obiuisceretur (LXIII. III. Historiarum. P. CORNELII TACITI). <<

[57] Posiblemente la del capitán Marzo Mediano. <<

[58] No existen al respecto documentos probatorios. <<