Carta 41 La señora Vernon a lady De Courcy
Churchill
Querida señora:
¡Su carta me ha sorprendido mucho! ¿Puede ser cierto que se haya separado para siempre? Mi alegría se desbordaría si me atreviera a creerlo, pero, después de todo lo que he presenciado, ¿cómo se puede estar segura? ¡Y Reginald, está de verdad con ustedes! Mi sorpresa es mayor, porque el miércoles, el mismo día de su llegada a Parklands, nos visitó del modo más inesperado e inoportuno lady Susan, toda feliz y con buen humor. Parecía más bien que iba a casarse con él de regreso a Londres que no que fueran a separarse para siempre. Se quedó casi dos horas. Fue tan cordial y amable como siempre y no mostró ni una sola palabra, ni siquiera un indicio de desacuerdo o frialdad hacia él. Le pregunté si había visto a mi hermano desde su llegada a la ciudad. No es que lo dudara, como puede suponer; lo hice simplemente para ver su reacción. Respondió en seguida, sin apuro alguno, que él había sido muy amable al visitarla el lunes, pero que creía que ya había regresado a su casa, cosa que no creí ni por asomo.
Aceptamos su amable invitación con placer y el próximo jueves vendremos todos. ¡Roguemos a Dios que Reginald no se encuentre de nuevo en la ciudad por entonces!
Me gustaría haber podido traer a Frederica también, pero lamento decir que el propósito de su madre al venir aquí fue para llevársela y, aunque la pobre chica se sintió muy desgraciada, fue imposible impedírselo. Yo estaba decidida a no dejarla marchar y también su tío. Insistimos todo lo que pudimos, pero lady Susan afirmó que, puesto que iba a establecerse en la ciudad durante varios meses, no se encontraría a gusto si su hija no estuviera con ella y que había que buscar profesores para ella, etcétera. Sus modales fueron, naturalmente, exquisitos y adecuados, y el señor Vernon cree que tratará a Frederica con afecto. ¡Ojalá, yo pudiera creer lo mismo!
El corazón de la pobre chica casi se rompió cuando se despedía de nosotros. Le rogué que nos escribiera a menudo y que recordara que, si alguna vez se encontraba en apuros, seríamos siempre sus amigos. Me ocupé de poder estar a solas con ella, para poderle decir todo esto y espero que eso la reconfortase un poco. Sin embargo, no me sentiré tranquila hasta que pueda ir a la ciudad y comprobar su situación por mí misma.
Me gustaría que las probabilidades para la unión que menciona al final de su carta fueran más halagüeñas de lo que son ahora. En este momento, no parece muy posible. Atentamente,
Catherine Vernon