Carta 29 Lady Susan Vernon a la señora Johnson
Calle Seymour
Querida Alicia:
No hacía falta este último ataque de gota para que yo detestara al señor Johnson, pero ahora el alcance de mi aversión es incalculable. ¡Tenerte recluida como una enfermera en su casa! Mi querida Alicia, ¡qué error cometiste cuando te casaste con un hombre de su edad! Demasiado viejo para ser agradable y demasiado joven para morir.
Llegué ayer hacia las cinco y, apenas había terminado de comer, cuando Manwaring hizo su aparición. No te ocultaré el placer que me proporcionó el verle, ni como me afectó el contraste entre su persona y sus modales con los de Reginald, para infinita desventaja del segundo. Durante un par de horas, vacilé incluso sobre mi decisión de casarme con él y, aunque era una idea demasiado absurda como para que permaneciera durante mucho tiempo en mente, no me siento muy dispuesta a concretar mi matrimonio, ni anhelo con demasiada impaciencia el momento en que Reginald, según acordamos, llegará a la ciudad. Seguramente, pospondré su venida con uno u otro pretexto. No debe venir hasta que no se haya marchado Manwaring.
Sigo teniendo dudas a veces en lo que concierne al matrimonio. Si su anciano padre muriera, no lo dudaría, pero estar pendiente de los caprichos de Sir Reginald, no se ajusta a la libertad de mi espíritu. Si decido esperar ese suceso, será excusa suficiente, por el momento, el hecho de que apenas hace diez meses que he enviudado.
No le he dado a Manwaring ningún indicio de mis intenciones, ni he permitido que considerara mi relación con Reginald nada más que un simple coqueteo y con eso se ha conformado. Me despido hasta que nos veamos. Estoy encantada con mi alojamiento.
Cordialmente,
S. Vernon