Carta 39 Lady Susan a la señora Johnson

Calle Seymour

Querida Alicia:

Cedo a la necesidad de separarnos. Vistas las circunstancias, no puedes actuar de otra manera. Nuestra amistad no puede ser destruida por ello y, en otra época más feliz, cuando tu situación sea tan independiente como la mía, nos volverá a unir con la misma confianza de siempre. Esperaré ese momento con impaciencia. Mientras tanto, puedo asegurarte que nunca me he sentido más tranquila ni más satisfecha conmigo misma y con todo lo que a mí me atañe que en el momento actual. Aborrezco a tu marido, a Reginald le desprecio, y estoy segura de no volver a ver a ninguno jamás. ¿No tengo razones para estar satisfecha? Manwaring está más entregado a mí que nunca y, si estuviéramos libres, dudo que yo consiguiera resistirme al matrimonio que él me propusiera. Este hecho, si su mujer vive contigo, puede estar en tus manos el acelerarlo. La violencia de sus sentimientos, que deben de agotarla, bien puede mantenerla viva. Confío en nuestra amistad. Estoy contenta de no haber conseguido casarme con Reginald e, igualmente, estoy decidida a que Frederica nunca lo haga. Mañana iré a buscarla a Churchill y ¡que María Manwaring se eche a temblar! Frederica será la mujer de Sir James antes de que se vaya de mi casa. Ella podrá llorar y los Vernon pueden rebelarse, pero poco importará. Estoy cansada de someter mis deseos a los caprichos de los demás, de no seguir los dictámenes de mi propio juicio en deferencia a los que nada debo y que no me infunden respeto. He cedido demasiado y me he dejado convencer con excesiva facilidad, pero Frederica comprobará ahora que eso ha cambiado.

Adiós, mi queridísima amiga. ¡Esperemos que el próximo ataque de gota nos sea más favorable! Y piensa siempre que seré tu amiga.

S. Vernon