REC
Es un pequeño ordenador portátil y lo apoya en su regazo, de modo que el plano se acorta: no vemos la mayor parte de su rostro, la imagen secciona la cabeza por la mitad. En el límite superior está la boca entreabierta, la barbilla rasurada, el cuello de nuez afilada. Hacia abajo, la mitad del tórax, una camisa de rayas, y todo enmarcado por los brazos pegados al cuerpo y el ligero movimiento al teclear o desplazar los dedos por el ratón táctil. Salvo una mano que de vez en cuando sube hacia la zona de la cabeza que queda fuera de encuadre, el plano no cambia durante minutos. De fondo llegan, además del sonido de tecleo, voces y música ininteligibles, tal vez un televisor en la misma sala.
Después separa el ordenador de su cuerpo, lo adelanta para apoyarlo en lo que debe de ser una mesa baja, y así abre el campo y nos deja ver más: el sofá de piel, rojo tinto, la pared a su espalda, un par de marcos pequeños con grabados de aspecto oriental, y él en el centro de la imagen, su rostro ahora sí: las gafas de pasta azulada, la frente arrugada por la atención a la pantalla, el pelo despeinado.
Estira el brazo para dar un golpe de dedo en el ratón, se pone en pie y sale del alcance de la cámara. Quedamos ante el sofá vacío, con la marca hundida de su cuerpo en el cuero, y escuchando de fondo la sintonía reconocible de un anuncio televisivo.
Por fin regresa, se deja caer en el asiento. Lleva en la mano un trozo largo de papel higiénico, que pliega varias veces y deja a su lado, en el sofá. Echa el cuerpo al frente y oímos la percusión del dedo sobre el ratón. Relaja la postura, se saca del pantalón el faldón de la camisa, abre las piernas y, cuando ya todos los músculos parecen faltos de tensión, recupera el vigor para adelantarse y, sentado al borde del sofá, vemos la mano ampliada acercarse al visor, lleva entre los dedos un pequeño rectángulo amarillo: un pósit. Al pegarlo en la cámara dejamos de verlo, el mundo queda velado por una gasa dorada que cubre todo el campo de visión durante cinco minutos y cuarenta y dos segundos.
Pasados los cinco minutos y cuarenta y dos segundos, la gasa se levanta, arrancado el pósit de un tirón. Le vemos de nuevo, sentado al borde del sofá, maneja el ratón. Después se deja caer, se pasa una mano por el flequillo, los faldones de la camisa cuelgan sobre el pantalón desabrochado, y a su derecha el papel higiénico arrugado en forma de bola.