CAPÍTULO III

Marta no respondió nada más, se secó las lágrimas y mirando con odio a Carlos se marchó. Todo quedó en silencio por unos instantes hasta que Nacho y yo salimos de la cocina.

-¿Todo bien?-, preguntó Nacho a Carlos.

-Sí, no pasa nada. Tranquilos-, respondió.

-Serviré unos tragos para calmar las aguas-, agregó Nacho.

-Me parece bien, pero no tienen nada de qué preocuparse-, insistió Carlos.

Yo no sabía ni qué decir, pero era evidente que tenía una conversación pendiente y que podría agravar la tensión, pero estaba dispuesta a correr el riesgo. Necesitaba tener todo claro.

Reunidos en la cocina nos tomamos los tragos que Nacho sirvió y mi móvil sonó. Tenía una llamada de Marta y dudé en responder, pero al final lo hice escondida en mi habitación.

-Gio, necesito que me ayudes. Quiero saber con quién está saliendo Carlos ahora y tú eres la más indicada para averiguarlo-, mencionó desesperada.

-Marta, tranquilízate. Quizás te lo dijo para que no insistieras más, pero no pienses en ello. Por ahora dedícate a afrontar la pérdida-, fue lo que se me ocurrió decirle.

-Por ahora lo haré, pero descubriré quién es esa desgraciada por la que ahora me rechaza-, insistió.

-Ya no pienses en eso, hazme caso, amiga. Cuídate-, le dije antes de cortar la conversación.

Cada vez la situación era más tensa y yo quería arreglarlo todo de inmediato. Me fui donde Nacho y se lo comenté, pero este me aconsejó que esperara al otro día, ya que, con lo que acabábamos de presenciar, quizás empeoraría las cosas.

Sin embargo, Carlos no era tan tonto y notó mi preocupación, así que me dijo que luego de cenar hablaríamos. Para mi significaba un alivio apenas saberlo, me sentía preparada para lo que viniera. Incluso, más sexo.

Esa Noche nos quedamos solos en casa. Nacho salió de rumba –a propósito-, y fue el momento perfecto para conversar como adultos. Pero antes, hubo besos y caricias. No me resistía a nada ante este chico. Sabía que me enloquecía y por visto, a él le pasaba lo mismo conmigo.

Me tomó por la barbilla y me estampó un delicioso y delicado beso. Me miró a los ojos y le respondí de la misma manera, pero luego le pedí que era hora de hacer lo debido. Me cogió la mano, la besó y me dirigió a la sala donde nos sentamos a hablar.

-Carlos, quiero saber qué sucedió con Marta. ¿Por qué rompieron y por qué le dijiste que estabas con alguien más?, además, ¿Qué rol cumplo yo aquí? Sé sincero, por favor-, dije.

-Primero que todo, quiero que sepas que no debes sentirte culpable de nada. Aquí el único que enredo todo fui yo. La relación con Marta no funcionó porque ella no fue lo suficientemente sincera conmigo. Al principio demostró tener buenos sentimientos hacia mí, pero luego descubrí muchas cosas sobre ella.

También salía con otro tipo, creo que con Augusto, el portugués que armó un lío en la fiesta donde nos conocimos y bueno, para qué estar con alguien que no sabe lo que quiere. Pero lo peor de todo fue otra cosa y quizás esto si te vaya a doler, Georgina-, explicó.

-Ya todo esto me duele, Carlos. Solo de estar contigo sabiendo que Marta sufre, por su propia culpa o no, me tiene mal. Pero dime-, le comenté.

-Cuando las conocí, quien realmente llamó mi atención fuiste tú. Pero con los días, no te veía interesada en mí y Marta no solo se me metió por los ojos, sino que me aseguró que tú no tenías el más mínimo interés en mí, sino en Nacho. Que de hecho, no te simpatizaba mucho y hasta querías sacarme del apartamento.

Marta me hablaba muy mal de ti y en un principio le creí. Sobre todo, que no querías nada conmigo y viendo cómo es tu relación con Nacho, me hacía creer que era cierto. Sin embargo, no me parecías tan mala persona como ella te describía.

Por el contrario, su hipocresía si me hacían pensar mal de ella y dejó de atraerme casi al instante. Me sentía casi obligado con ella, sólo porque la veía ilusionada, en cambio tú me gustabas más-, dijo sin titubear y yo me quería tirar por el balcón.

No sé qué era peor. Si terminar de entender que Marta realmente no era mi amiga o que este tío siempre estuvo interesado en mí como ya me había dicho Nacho y que ahora él mismo me lo confesara. Sentimientos encontrados me invadieron en su totalidad, pero mi reacción fue más allá de lo que podría controlar mi mente.

Me acerqué a Carlos y lo besé apasionadamente. Este me correspondió de la misma manera y en un abrir y cerrar de ojos sus manos me estaban despojando de la blusa que llevaba puesta. Acariciaba uno de mis hombros y lentamente me sacó el brassier dejando mis pechos al aire, listos para recibir caricias de su lengua. Imposible callar y humedecerme.

En medio de mi satisfacción, sus manos ahora recorrían mis muslos y luego me invitaron a abrir las piernas para recibir en mi humedad sus dedos. Estos salían y entraban en mí tan deliciosamente que no aguanté demasiado para estallar de placer y sacar de mi los más agonizantes gemidos.

Apenas terminamos le hice saber mi angustia sobre lo que vendría ahora.

-¿Cómo enfrentaré a Marta para decirle que esa otra chica por la que muere de celos soy yo, Carlos?

-No tienes que darle explicaciones. Marta es una inmadura. En unos días se olvidará de todo y le importará poco si tú estás conmigo o no-, respondió.

-No lo creo. Aunque pierda interés en ti no soportará que sea yo precisamente quien esté contigo. Y mucho menos si en realidad no me ve como una amiga.

-Entonces, lo mejor es que la enfrentes. Tú no tienes culpa de nada, Gio-, agregó.

Tenía razón. No debía temer a nada. Mi único error fue creer que de verdad me quería como amiga y haber cedido ante un sentimiento que tuve desde la primera vez que vi a Carlos. Desde ese momento debí aclarar a Marta lo que yo sentía. Quizás habría evitado todo este problema. Pero también entendí que no era momento para remordimientos, pues, tenía que llenarme de valor para enfrentarla.

Luego de un par de días la volví a ver en la universidad. Estaba como si nada hubiera pasado. Otra vez rozagante y con ganas de comerse al mundo, como de costumbre.

-Georgina, querida amiga. Tiempo sin saber de ti. ¿Qué tan ocupada has estado que ya ni siquiera me llamas?-, mencionó sonriendo irónicamente.

-No, para nada. Igualmente yo esperaba que te comunicaras conmigo. No quise molestarte después de cómo te fuiste de mi casa la última vez que te vi-, respondí serena, aunque me atacaran los nervios.

-Las amigas nunca molestan. Al contrario, siempre tratan de estar ahí en los momentos más difíciles, pero no entiendo tu timidez. ¿No será por remordimiento?-, preguntó nuevamente muy sospechosa.

-¿A qué quieres llegar, Marta?-, le dije.

-A que me digas, ¿qué pasa con Carlos y por qué se desinteresó así de mí? Tú sabes muy bien que ningún hombre me deja y esta excepción tiene algo más-, aseveró.

-Ya él fue claro contigo. Siempre lo ha sido, pero si quieres saber más de caso te lo diré. Carlos siempre estuvo más interesado en mi que en ti y a pesar de que te le metiste por los ojos, nada pudo evitar que se enamorara de ti. Además, lo decepcionaste con otro. No te hagas la tonta, pero sobre todo, descubrió que eres una falsa y nunca me has querido realmente como amiga.

-¡Eres una cretina, Georgina! Eres tú quien me quitó a Carlos y me las vas a pagar. También eres una mentirosa. Nada de eso es cierto. No te vas a salvar-, me dijo con soberbia y se fue caminando del sitio.

Me sentí aliviada, pero ahora con otro tipo de angustia. Nunca la había visto así y no sabía de lo que podría ser capaz. Le escribí por mensajes a Nacho para encontrarnos al salir de clases y contarle lo que había pasado. Su opinión fue casi la misma de siempre, que no me preocupara y fuera feliz. Por mi parte, pensé que tenía razón. Ya era momento de darme una nueva oportunidad.

Ese día nos fuimos a casa al mediodía, pero antes hicimos comprar para preparar una cena para todos. Después de los últimos días de drama, los tres necesitábamos volver a una rutina agradable… Y hasta a las fiestas, así que para mí fue una de las mejores noticias cuando Nacho nos invitó a una para el siguiente día.

Carlos no tocaría, pero habrían más de 10 Dj’s y sería hasta el amanecer en un parque acuático. Me pareció una maravilla. Estaba tan ansiosa que hasta olvidé que sería una gran fiesta a la que asistirían los más populares de nuestro círculo social, incluida Marta.