Dinosaurios

¿Por qué eran tan grandes los dinosaurios? Han sido los animales terrestres más voluminosos, algunos de ellos hasta diez veces más pesados que un elefante. Dos biólogos, James Spotila, de la Universidad de Drexel, y Frank Paladino, de la Universidad de Purdue, han tratado de responder a esta pregunta estudiando a las tortugas.

Los reptiles como las tortugas son de «sangre fría». Esto no quiere decir que son siempre fríos al tacto. Si están al sol, se calientan. Sin embargo, si la temperatura desciende, carecen de mecanismos biológicos para mantenerse calientes, así que se enfrían. Las aves y los mamíferos disponen de dichos mecanismos y, por lo tanto, son de «sangre caliente» y se mantienen calientes al tacto incluso durante el frío invierno.

Cuanto más caliente es una cosa, más rápidamente se pueden producir en ella los cambios químicos. Cuando un animal tiene calor es ágil y activo, cuando tiene frío es lento e inactivo. Las aves y los mamíferos son activos incluso durante el tiempo más frío, pero los reptiles y otros animales terrestres de sangre fría se mueven cada vez más despacio a medida que la temperatura baja y, si alcanza niveles a bajo cero, es probable que mueran.

Sin embargo, hay pruebas de que muchos dinosaurios llevaban una vida activa y debieron de vivir en climas fríos. ¿Es posible que los dinosaurios, o al menos algunos de ellos, tuvieran sangre caliente? Algunos científicos así lo creen.

Por otro lado, los animales de sangre fría pueden mantenerse calientes incluso en clima frío si son lo bastante grandes. La fuente de su calor reside en las reacciones químicas que se suceden en los tejidos vivos. Cuanto mayor y más pesado es el animal, más calor produce en el curso de la vida ordinaria. El calor originado se pierde hacia el exterior a través de la superficie del cuerpo, y cuanto mayor es el animal, mayor es la superficie en contacto con el mundo exterior.

Sin embargo, las dos propiedades, peso y superficie, no aumentan en la misma proporción a medida que el animal crece. El aumento de peso de un animal es proporcional al cubo de su tamaño y el de superficie sólo lo es al cuadrado. En otras palabras, si aumentaran de repente al doble todas las dimensiones de un animal determinado, el área de su superficie aumentaría 2 X 2 o cuatro veces, pero su peso aumentaría 2 X 2 X 2 u ocho veces. Si triplicara sus dimensiones, su superficie aumentaría 3 X 3 o nueve veces, pero su peso lo haría 3 X 3 X 3 o 27 veces.

Por esta razón, un animal grande pierde una fracción menor de su calor corporal en un momento determinado que un animal pequeño. Si un animal de sangre fría es lo bastante grande, el calor corporal que genera y la luz solar que se le suma durante el día pueden hacerle superar el frío de la noche y le permiten permanecer activo cuando los animales pequeños de sangre fría deben hibernar y permanecer inertes.

¿Es éste el secreto del tamaño de los dinosaurios? ¿Evolucionaron a gigantes como un modo de mantenerse calientes y activos?

Por desgracia, no podemos medir la temperatura de los dinosaurios, ya que todos han desaparecido, pero ¿qué pasa con los animales grandes de sangre fría en la actualidad? Los reptiles vivos de sangre fría más voluminosos en la actualidad son los cocodrilos de estuario y las tortugas laúd. Ambos pueden llegar a pesar una tonelada, mientras que el calamar gigante, el mayor invertebrado que existe, puede llegar a dos toneladas de peso. (Lo cual supone tan sólo una pequeña fracción del peso de los grandes dinosaurios, pero es lo más aproximado). De estas tres criaturas, la tortuga laúd es la más fácil de estudiar.

Las tortugas laúd, que nadan en mares fríos, mantienen la temperatura del cuerpo hasta treinta grados por encima de la del agua. ¿Tienen la sangre caliente en parte? Si es así, la velocidad a la que consumen oxígeno debe ser superior a la de los reptiles pequeños, ya que se necesita mucho oxígeno para llevar a cabo las reacciones químicas que mantienen caliente a un animal.

Spotila y Paladino estudiaron a estas tortugas gigantes en Costa Rica durante la freza, cuando van a tierra. Midieron el oxígeno y el dióxido de carbono en la respiración de las tortugas y encontraron que consumían el oxígeno con más rapidez que otros grandes reptiles. Por otro lado, la velocidad de consumo de oxígeno de las tortugas era menor que la mitad de la de un animal de sangre caliente del mismo tamaño.

La conclusión es que la tortuga laúd puede tener un modo de generar más calor del esperado, pero no el suficiente como para ser considerada de sangre caliente. Mantiene su temperatura sólo por su tamaño. Puede que los dinosaurios hicieran lo mismo.

Por supuesto, ser grande también tiene sus inconvenientes. Los animales grandes se reproducen con más lentitud y necesitan más alimento por individuo, lo que significa que deben existir muchos menos a diferencia de los animales pequeños. Si se produce un cambio radical repentino en su entorno o un descenso brusco de los alimentos, hay más probabilidades de que los animales grandes mueran de hambre, e incluso lleguen a extinguirse, antes que los pequeños.

Así fue como, con ocasión de la colisión de un cometa con la Tierra hace 65 millones de años, a la que siguió toda clase de desastres, los animales grandes fueron los que más sufrieron. Todos los dinosaurios y otros gigantes de la época fueron aniquilados, mientras que las aves y los mamíferos primitivos, más pequeños y activos debido a su sangre caliente, sobrevivieron.

Fronteras II
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