Asteroides a nuestro alrededor

Los asteroides son, probablemente, los objetos inalterados más antiguos del Sistema Solar. Son tan pequeños que no tienen océanos, atmósferas, ni ninguna otra cosa que los pueda modificar, y cuentan con más de 4000 millones de años. Esto quiere decir que un estudio a fondo de los asteroides nos puede ofrecer mucha información sobre los primeros tiempos del Sistema Solar y su formación.

¿Qué podemos aprender sobre estos objetos tan pequeños que sólo podemos ver como puntos de luz? Por un lado, reflejan la luz solar, y ahora podemos captar estas reflexiones con precisión suficiente para saber cómo varían con el tiempo. Se cree que estas variaciones se producen porque los asteroides se mantienen girando (todos los cuerpos celestes que conocemos giran) y porque muestran zonas de la superficie más brillantes que otras. Este tipo de observaciones nos permite averiguar la velocidad a la que gira el asteroide. También observamos algunos asteroides en conjunto más oscuros que otros, que tienden a situarse más lejos del Sol. Esto también puede proporcionarnos indicios sobre el Sistema Solar primitivo.

A los vacíos que hay entre las órbitas de los asteroides se los conoce como «espacios de Kirkwood», por el astrónomo que los descubrió. En parte como consecuencia de esto, los asteroides se agrupan en familias. Es posible que los asteroides se formaran en los orígenes como resultado de las colisiones y que cada familia represente la ruptura de un determinado asteroide mayor. No lo sabemos.

Los asteroides también reflejan la luz infrarroja, que es mensurable. Esto nos permite averiguar dos cosas: el brillo infrarrojo y el brillo normal. Ello nos ayuda también a determinar el tamaño del asteroide y cuánta luz refleja.

¿De qué forma son los asteroides? De vez en cuando, un asteroide circula por delante de una estrella y durante unos pocos segundos desaparece la luz estelar. Teniendo en cuenta el tiempo de desaparición, podemos estimar la extensión del asteroide. Si es señalado por un círculo amplio de observadores al mismo tiempo, se puede incluso relacionar la extensión y sus variaciones con la posición, lo cual indica su forma. Se interpreta que la mayoría de los asteroides son de forma irregular.

No todos los asteroides permanecen seguros y en orden entre las órbitas de Marte y Júpiter. Algunos se aventuran más allá de Júpiter y otros se desplazan hasta situarse más próximos que Marte. El último grupo es el más interesante, porque estos asteroides próximos en ocasiones pueden circular a muy poca distancia (hablando en términos astronómicos) de la Tierra.

Es difícil observar estos asteroides próximos con detalle porque se mueven con tanta rapidez que es poco menos que imposible disponer los instrumentos en funcionamiento antes de perderlos de vista. Un asteroide próximo (o «desollador terrestre», como se les conoce) es el asteroide 4769. Un examen rápido, que incluía los estudios de aproximaciones anteriores, mostró que tenía forma de pesa.

Hoy en día, por supuesto, no tenemos que depender sólo de los instrumentos terrestres. Hay sondas que, probablemente, circularán cerca de un asteroide y en poco tiempo aportarán más información que la que se ha obtenido hasta ahora en su estudio desde la Tierra.

La cuestión fundamental sobre los asteroides plantea que alguno sea capaz de chocar contra la Tierra. Esto es bastante probable. En realidad, si esperamos lo suficiente (a lo mejor millones de años), es inevitable. Los científicos están cada vez más seguros de que ya ha sucedido en el pasado; una colisión de este tipo con un asteroide (o quizá con un cometa) hace 65 millones de años pudo haber terminado con los dinosaurios.

Estamos hablando de una catástrofe real. Otro choque de este tipo sin duda destruiría la civilización y quizá la especie humana. Ésta es una buena razón para descubrir todo lo posible sobre los asteroides, llevar a cabo los cálculos necesarios y comprobar si alguno se está acercando demasiado como para exponernos al peligro. Y si así fuera, ¿qué haríamos entonces? Ahora mismo, nada.

Por supuesto, no debemos considerar a los asteroides sólo como instrumentos de catástrofe. Puesto que algunos de ellos se acercan lo bastante (a menos de 1,5 millones de kilómetros aproximadamente) serían mucho más fáciles de alcanzar que Marte, dado el caso, si alguna vez abrimos camino efectivamente a los viajes espaciales. En ese caso, resultarían muy útiles como fuente de minerales y metales. Debido a que la gravedad en los asteroides es insignificante, se necesitaría muy poca energía para extraer estos minerales y transportarlos a la órbita terrestre y utilizarlos en la construcción de las ciudades espaciales con las que sueñan algunos astrónomos y otros científicos.

Fronteras II
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
dedicatoria.xhtml
IndiceAutor.xhtml
Introduccion.xhtml
Parte1.xhtml
Ensayo1.xhtml
Ensayo2.xhtml
Ensayo3.xhtml
Ensayo4.xhtml
Ensayo5.xhtml
Ensayo6.xhtml
Ensayo7.xhtml
Ensayo8.xhtml
Ensayo9.xhtml
Ensayo10.xhtml
Ensayo11.xhtml
Ensayo12.xhtml
Ensayo13.xhtml
Ensayo14.xhtml
Ensayo15.xhtml
Ensayo16.xhtml
Ensayo17.xhtml
Ensayo18.xhtml
Ensayo19.xhtml
Ensayo20.xhtml
Ensayo21.xhtml
Ensayo22.xhtml
Ensayo23.xhtml
Ensayo24.xhtml
Ensayo25.xhtml
Ensayo26.xhtml
Ensayo27.xhtml
Ensayo28.xhtml
Ensayo29.xhtml
Ensayo30.xhtml
Ensayo31.xhtml
Ensayo32.xhtml
Ensayo33.xhtml
Parte2.xhtml
Ensayo34.xhtml
Ensayo35.xhtml
Ensayo36.xhtml
Ensayo37.xhtml
Ensayo38.xhtml
Ensayo39.xhtml
Ensayo40.xhtml
Ensayo41.xhtml
Ensayo42.xhtml
Ensayo43.xhtml
Ensayo44.xhtml
Ensayo45.xhtml
Ensayo46.xhtml
Ensayo47.xhtml
Ensayo48.xhtml
Ensayo49.xhtml
Ensayo50.xhtml
Ensayo51.xhtml
Ensayo52.xhtml
Ensayo53.xhtml
Ensayo54.xhtml
Ensayo55.xhtml
Ensayo56.xhtml
Ensayo57.xhtml
Ensayo58.xhtml
Ensayo59.xhtml
Ensayo60.xhtml
Ensayo61.xhtml
Ensayo62.xhtml
Ensayo63.xhtml
Ensayo64.xhtml
Parte3.xhtml
Ensayo65.xhtml
Ensayo66.xhtml
Ensayo67.xhtml
Ensayo68.xhtml
Ensayo69.xhtml
Ensayo70.xhtml
Ensayo71.xhtml
Ensayo72.xhtml
Ensayo73.xhtml
Ensayo74.xhtml
Ensayo75.xhtml
Ensayo76.xhtml
Ensayo77.xhtml
Ensayo78.xhtml
Ensayo79.xhtml
Ensayo80.xhtml
Ensayo81.xhtml
Ensayo82.xhtml
Ensayo83.xhtml
Ensayo84.xhtml
Ensayo85.xhtml
Ensayo86.xhtml
Ensayo87.xhtml
Ensayo88.xhtml
Ensayo89.xhtml
Parte4.xhtml
Ensayo90.xhtml
Ensayo91.xhtml
Ensayo92.xhtml
Ensayo93.xhtml
Ensayo94.xhtml
Ensayo95.xhtml
Ensayo96.xhtml
Ensayo97.xhtml
Ensayo98.xhtml
Ensayo99.xhtml
Ensayo100.xhtml
Ensayo101.xhtml
Ensayo102.xhtml
Ensayo103.xhtml
Ensayo104.xhtml
Ensayo105.xhtml
Ensayo106.xhtml
Ensayo107.xhtml
Ensayo108.xhtml
Ensayo109.xhtml
Ensayo110.xhtml
Ensayo111.xhtml
Ensayo112.xhtml
Ensayo113.xhtml
Ensayo114.xhtml
Ensayo115.xhtml
Ensayo116.xhtml
Ensayo117.xhtml
Ensayo118.xhtml
Ensayo119.xhtml
Ensayo120.xhtml
Ensayo121.xhtml
Ensayo122.xhtml
Ensayo123.xhtml
Ensayo124.xhtml
autor.xhtml